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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Elene Rossato Jue Dic 11, 2014 4:57 pm

‘’El llanto de la sirena logró ahogar al navegante. Tonto marinero que pensó que era amor’’

Las reuniones de té siempre habían sido de este tipo pero por alguna razón no podía decirle que no a sus ‘’amistades’’ tal vez por eso se metía en una gran cantidad de problemas aun así podía sonreír y fingir que todo estaba bien pese a que por dentro se estuviera marchitando. ‘’La bella rosa se está muriendo de a poco, le cuesta respirar, no siente las caricias y sus ojos han perdido la fe’’. Rodeada en ese majestuoso santuario lleno de flores Elene trataba de llevar el hilo de la conversación sin importar que todo se hubiera centrado en ella y sus planes de boda. –¡Oh sí!– pensaba en su cabeza y quería mostrar emoción así que ellas parecían tragarse semejante mentira. Estaban tan lejos de conocer los pensamientos de la frágil flor. Y no es que estuviera al borde de la muerte por esa decisión que aún no se había consumado sino que, todavía no podía entender cómo iba a pasar sus días con un desconocido y peor aún un inmortal que no tenía principio ni fin.

La tarde había pasado de esa manera, entre risas y llantos. Entre comidillas y vómitos. Detestaba esa pequeña parte de la aristocracia y aunque prefería leer alguna buena revista solo faltaban unos pocos minutos para que la noche comenzara a caer suavemente bajo el cielo de París. La última de sus conocidas le despidió con dos besos en cada mejilla y así espero a que su vestido floreado dejara el recinto para poder respirar. Observó sus manos unos minutos y se quedó en silencio, hundiéndose en esa penumbra. Quería mirar de más cerca lo que no podía tocar. De noche el centro parisino era tan ruidoso y cansino que no dejaba oír al viento ni mucho menos titilar a las estrellas pero en aquella botánica selva donde sólo el camino de regreso estaba iluminado era perfecto para sentarse a meditar  y fue eso quizás lo que la detuvo.

Cerró los ojos pensando ser absorbida por lo callado del lugar. Los grillos rechinaban las patas pero aun así eran solo distantes sonidos. Repasó en su cabeza varios de los fragmentos de su niñez y lo feliz que era pero de un momento a otro eso se había convertido en algo cuestionable. Había crecido de golpe y aunque guardara ingenuidad en su alma eso le había llevado a cometer varios errores de los que se arrepentía pero agradecía porque de todo aquello había sacado una valiosa lección. Se dejó adormecer por lo suave de las odas, se envolvió en sus brazos sintiendo como a poco a poco su alma salía de su cuerpo.

Una música sublime y diabólica enredó sus sentidos. No sabía como pero recordaba perfectamente dónde estaba, era su casa en Italia. Una señora de piel pálida y castaña como ella corría por los pasillos con su vestido manchado de sangre. Un hueco en su pecho se abrió al ver horrorizada la escena quería ayudarla pero claro, todo era obra de su imaginación. Ella realmente no se encontraba en ese lugar. En los brazos esa mujer llevaba una sábana con un pequeño bulto que emitía sonidos peculiares. Siguió su paso viendo cómo la mujer corría fuera ayudada por los empleados de la mansión que eran asesinados uno a uno con tal de protegerle pero cuando el aire no fue suficiente y las piernas no resistieron más cayó, ocultando la pequeña carga en unos matorrales mientras era vilmente acuchillada por dos vampiros. Vio sus filudos colmillos y eso le hizo desvariar justo antes que el chillido nervioso de un bebé, animado por la soledad de su ahora difunta madre desviara la atención de todos.

Observo el cuerpo de la mujer y quiso consolarla cuando  ya su corazón no tenía por bombear y fue cuando se heló al notar que era el rostro de su madre.

Despertándose de golpe llevó una mano a su mejilla. Limpiándola notó como se había humedecido por unas cuantas lágrimas. Aún sentía el hueco en el alma y el vacío en su corazón. Justo cuando su nostalgia no podía ser mayor la música intrigante seguía su curso. Esas notas perfectamente ejecutadas por alguien que amaba el violín. Su boca se secó y se puso de pie en un brinco percatándose que estaba sola pero la melodía aún se oía. Comenzando a caminar con el espíritu enaltecido buscaba esos divinos dedos que dejaban morirse en el arco y éste en las cuerdas.

Cruzando unos cuantos arbustos y enormes árboles de gruesos troncos y ramas caídas, iluminado por un haz de luz encontró al autor de sus dolorosas remembranzas. Sin poder creerlo y acercándose con cuidado se detuvo para no fuese a interrumpir tan gloriosa ejecución y apretó las manos a su pecho quedándose quieta y escuchando, con temor a volver a volar pero parecía que había terminado y fue así como sonrió de lado y aplaudió un poco mirándole fijamente alabó — Hermoso como siempre, Nicolás— susurró con calma y recordó la última vez que en su regazo le sostuvo y miró al cielo —Mira como bailan. Les ha agradado tu melodía — volvió a mirar su único ojo sintiendo culpando como siempre al cielo por haber dejado en la tierra a uno de sus arcángeles.
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Mensaje por Nicolás D' Lenfent Mar Dic 16, 2014 5:08 pm

Sonate pour violon

¿Dónde está la linfa, el licor de las doncellas que se origina en una sonata? Palpitante, cuyo ritmo se superpuso con los deseos de un cuervo que está a punto de decapitarse, empieza a molestarse por sentir nuevamente los celos, pasando los ratos cazando para sacar la ira, el desenfreno de la índole de que significaba ser esclavizado por el afán de destruir todo en un siamés de gritos entonados por el que debió ser su único amor; ese violín que le llama nuevamente, había dejado de tocar, lo había olvidado, como así olvido la tristeza y la soledad…¡No debe ser perdonado por ello! Es por eso que vuelve a los brazos de una pasión alocada antes de cometer un crimen del cual podría perderlo todo.

Reencontrándose con la madre pulida de su antiguo amor, lo sujeta y le mira fijamente, le llama, acariciando su caja secreta, lo conoce y hay algo que renace en un roce, su voz, al bajar el índice en una de sus cuerdas le contesto con una vibración aterradora, se halla destruido porque su violinista le mantuvo varios secretos… Pero ni a pesar de que fue rescatado de esa habitación que ya se avecina un mal presagio en su aura, le brinda una nota de alegría, friolento se muestra al tacto del cuervo, ni con la más sublime caricia reacciona, lo posa en la seda de la sabana sobre la cama y le atrae el arco.

Estaba dispuesto a viajar a través de los misterios ejecutados por el violín…
—No me abandones justo ahora, te necesito, siempre te he necesitado, me conoces mejor que nadie, tómame una vez más, apodérate de mí, pero esta vez reencarna en mi.—Con el dolor engendrado le implora, llevándolos del brazo desnudos, cubriéndoles con el templo. ¡Vuelve a las tinieblas! ¡El violinista se tiñe de soledad y es el galán de su esencia!Vestido de negro; un pantalón, zapatos y el sombrero que lo mantiene de lado, detallando una sombra en la parte fáltante de su ojo con los cabellos caídos en este y los tirantes en cada hombro, desapareciendo de las lejanías para acudir a la mayor miseria que padecía.

Contándose el secreto de tal fuerza emergente, vuela hacia el Jardín botánico, aquel paraje que debía teñirse de muerte, que el color de las flores tomara lugar de la sangre donde cada una, es un drama engañoso, el pasado pisoteado en el jardín, llega y se esconde entre las flores danzantes, blasfemando el violinista hace una reverencia ante ellas, tomando a su acompañante en ejecución del violín y comienza a desprender una sonata mortecina que llora con la esencia del carmín.

Hundido por la melodía entonada por sus manos, liberando el desfile del óbito, ese tuerto violinista es un “fauve”, el monstruo de una siniestra sinfonía, los gritos producidos es la fanfarria de la oscuridad, comenzando esta hermosa noche, la magnitud de la crueldad era puro acribillar el silencio, le muestra las penas el violinista a su violín, le gime lamentosamente, le palpa los episodios restantes desde su ausencia.

El violín enloquecido le responde, tiene furia de aquel quien oso de arrebatarle un ojo a su intérprete, efímera sensación, se unen, maquiavélicamente se despliega el arco, cierra los ojos, dispersando los pétalos de las rosas por el viento, la naturaleza se mezcla en ese lamento siniestro, el parpadeo de la nebulosidad del cielo perdió su amor, sofocado, no desprendía lagrima alguna mas si el chillido en esas notas, todo ese instrumento desnudaba la maldita destrucción de ese cuervo ya moribundo de cordura.

Repleto de la tragedia, desgarrar todo a su alrededor, no soporta tanto sufrimiento el violín y de golpe se detiene, obedece y a la velocidad de un sonido capturo, aplausos ofrecidos, el violinista gira el rostro y al recordar el coro de esos latidos, supuso que era ella.

Ella; parece una estrella, se siente como si pudiera alcanzarla pero está tan lejos, deslumbrado por su presencia, se penetra en el pensamiento, ¿Por qué se encuentra en este jardín?
— No llames hermoso a tal plena destrucción, mi querida cordero…—Su voz afectada por la evocación de tal placer expuesto, avanzando a ella, queriendo alcanzarla, como el lado escondido de la luna son esas hermosas pupilas y le abraza, sujetando el violín con las manos sin herirlo junto con el arco. — ¿Y a ti te ha agradado tal magnitud de melodía? — Interpelo, tomando cierta distancia para deleitar su rostro— ¿Por qué es que has llorado? Puedo percibir la humedad en una de tus mejillas y la tristeza brilla en tu iris… Dime, ¿Qué sucede? —le beso su frente, permaneciendo en un trance inexplicable, a base de la pasión y el interés que causaba al tenerla cerca.



Una vez más el silencio se rompió cuando le grité a la luna: —Le arrebataré el amor a la flor carmesí que florece...
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Mensaje por Elene Rossato Jue Dic 25, 2014 8:57 pm

Quiso deshacerse ahí mismo. Sus rodillas eran algo torpes pero por una extraña razón le mantenían de pie. Y es que haber recordado a su madre en una situación que ponían en duda si era cierta o falsa le hacía querer vomitar, lo único que sabía de todo aquello era que sus padres habían sido asesinados por seres amantes de sangre. Trato de sostenerle la mirada al violinista. Su corazón estaba acelerado, era tiempo, el tiempo en el que había encontrado a Nicolás y las circunstancias, unas de las que quería escapar. Con una sonrisa saludó sus pensamientos. Quizás los estuviera leyendo, él siempre tenía esa costumbre. Miró su alrededor, seguramente el jardín estaba avergonzado y no soportaba su presencia, fue la música del vampiro que llevó a querer morir y volver a nacer en sus brazos tal cual la primera vez que le conoció. Sus labios quedaron cortos de palabras, hasta que finalmente de ellos salió una pequeña alabanza por tan hermosa melodía. – Por favor continúa Nicolás, no te detengas que sino mi corazón va a comenzar a llorar – pensó en sus adentros queriendo que él supiera leer su desesperada mirada.


Avanzó con paso calmado hasta donde se encontraría su arcángel aunque por dentro la sangre le quería hacer correr, dentro de su cabeza se imaginaba un enorme abismo sin fin, cayendo en él de los brazos de su querido Padre. Con nerviosismo oyó su voz pero esta vez no esquivó su mirar, se había prometido que iba a ser enteramente de él el tiempo que él quisiera así que sería egoísta si seguía con ese melodrama sintiendo que poco a poco se le desgarraría desde dentro hasta afuera la piel. — Nicolás— volvió a repetir su nombre con más seguridad. Adoraba la calidad de las letras después de decirlo —Ha sido hermoso — le aseguró con una sonrisa que ocultaba sus aflicciones — Tu sabes que tras esa destrucción que profesas respiras vida. Siempre te lo he dicho, se platearon a tu son— desviando un poco los ojos del ajeno señaló como se bañaban de un perla azulado por los rayos de la luna unas cuantas flores blancas, era como si brillaran. Él las había hecho vivir. – Regálame de eso mi querido Nicolás, ¿Qué no ves que estoy falleciendo? – volvió a mirarle con más afán sintiendo el corazón volcarse en emociones —A mí me ha encantado, sabes que soy fanática de ese réquiem que te haga recordar, aunque haya dolido — suspiró con nostalgia al recordar la cara de su madre morir.


— Deberías volver. Al Teatro porque conservar ese divino talento para ti es demasiado egoista ¿no crees?— sugirió con pasividad llegando hasta él. Solo el cielo había sabido lo largo de ese camino para poder estar cerca de ese arcángel. Una mano se fue hasta su mejilla sintiendo lo frío de su piel no pudo evitar palidecer. Separando unos cuantos mechos de cabello del violinista que cubrían el único ojo que quedaba asintió con más detenimiento —Me has hecho revivir un pasado que es incierto para mí. No sé si haya sido un sueño o una pesadilla.  — cerró los ojos al sentir su sincero beso y llevando ambas manos a la tela de su traje lo tomó con ambas acercándole un poco para recargar la cabeza en su pecho. —Había sangre e impotencia. — susurró en una confesión que soltó demasiado a la ligera —Y no pude hacer nada. ¿Por qué? — preguntó con calma aguantándose las ganas de querer morderse la lengua para reaccionar —Vas a creer que estoy loca. Tenía meses de no verte y mira lo que te digo… — su voz era menos convincente.


—Estoy tan feliz de verte y tenerte aquí. Quién iba a decirlo — sus delgados brazos rodearon el cuerpo del violinista como si con ello lo iba a ayudar a alzar vuelo al cielo pero no podía, otra cosa más que le salía mal. —¿Cómo has estado? — se separó con dificultad para poderle ver ese espejo  profundo y sonrió — No pensé que frecuentaras estos lugares— sonrió de lado acomodándose el cabello que se despeinaba cada vez que las ondas de viento daban contra su cara. —Es tan lleno de vida, tan pacífico, Nicolás — volvió a dedicarle una mirada al jardín y caminó alejándose un poco del vampiro para ir a observar más de cerca las flores.


—Había una historia de este sitio. Me la contaban de niña — se giró para verle y luego regresar la vista a unos pétalos amarillo suave de unas rosas.  —Pero no puedo recordarla — frunció el ceño cortando la flor del tallo para sentirla como suya. Quizás había arrancado la vida de esa flor. Llevándola a su rostro olfateó el perfume  cerrando los ojos —Su vida no iba a durar para siempre, moriría de todas formas — se dijo así misma y deslizando la mano en el tallo se pinchó el dedo con una de sus espinas y arrugó la frente. — Aun así lastima— negó y se dio la vuelta para volver a estar cerca del violinista dejando que la sangre de su dedo manchara el sitio de su linfa y extendiéndole la rosa al vampiro sonrió.
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Mensaje por Nicolás D' Lenfent Vie Dic 26, 2014 11:53 pm

La enfermedad, la locura y la muerte fueron los ángeles que sobre guardaron sobre mi cuna.


«¿Qué es lo que quieren decirme, ustedes, pupilas melancólicas?»Naufragando en los pensamientos, descifrando ese iris que en cada recorrido de esta se podía tomar un secreto, «¿Por qué estás tan destrozada pequeña cordero?»Mientras le sigue sosteniendo la mirada, se adentraba a la caja de pandora, esas emociones entristecidas, dolorosas podía percibirlas, era como si compartiera el terror de un sufrimiento, fue que le hizo mantenerla entre sus brazos, una creciente necesidad de protegerla renacía, conocía muy bien el dolor y ella poseía una pócima que le estaba sofocando, ahora el llanto no era interpretada en las notas, los sollozos provenían justamente de ese corazón, latidos lastimosos, destrozado bombardeo…— Podrá ser hermoso la sinfonía que resuena de tu corazón, pero, es poderoso porque te doblega el llanto, yo solo gritaba con mi compañero y tú, tú solo llorabas calladamente, Mi cordero, mi cordero, ¿Aún crees que la vida poseo? Solo es un sueño pasajero, eso es lo que brinda este engañoso paraje…—musitaba, con el abismo ajeno sustrayéndolo para que no sintiera lo que es la muerte en vida, ¡Solo camina hacia la luz! Poso la mirada hacia donde ella deleitaba, la luna descendía a cubrir sus flores, ya sospecha la Luna que el cuervo solo vino a irradiar muerte, matarlas era lo único que anhelaba.

Creyendo que no volvería a ver a un melancólico Ángel, y es que ya lo estaba mirando, abrazando como si arrancarle las heridas imploraba, permaneciendo inmóvil, los recuerdos de ese corderito había encontrado y un rostro familiar, parecía como si viera a un maravilloso ángel sangriento, el parecido que predominaba con quien se aferraba a su finura, era su madre, ¿Por qué se sigue aferrado a la idea de la vida cuando ya ha presenciado a la muerte misma?...—Es lo único que ahora mismo retengo, siempre las heridas permanecerán, caía en pedazos cuando llegaba al clímax, en la penumbra es la única forma de guardar ese réquiem que tanto aprecias.

La desesperación hablaba por sí sola, era como si en plena hoguera lo ejecutaran, quemándose, asfixiado por el humo, sosegado por las mismas sensaciones, siendo acariciado con la suavidad de una nube, era delicada cuando acariciaba, deslizando las manos a sus curvas que le sostiene, deteniendo el mundo al mirarle fijo. —El teatro seria mi hoguera, iría allí a morir, ya nada es divino en esta pesadilla…—ya estaba sentenciado, la música seria la catástrofe…—Todo puede ser real, hasta la peor pesadilla o el mejor sueño, ese es el poder que otorga el violín, reencontrarte a ti mismo, un pasado que se mantiene palpitando para que no olvides quien eres y para que sigues existiendo.—Parecían las palabras de un oráculo, pero tan solo era el temor de desaparecer.

Escuchando aquel relato, pudo vislumbrar un trozo de lo que decía, miro el cielo por un momento y maldijo la hora en la que le arrebataron a su madre,  volviendo el rostro a ella y niega, besando esta vez su mejilla y a su oído se dirige…—No te detengas, quiero escucharte, quisiera transformar ese horror por una plena tranquilidad— ¡Su calor! ¡Su cercanía! Estaba gozando como se aferraba a él, elevando la mano a sus cabellos y le libero una caricia a estos cuando marco la distancia.—  Me alegra que seas tú quien me haya encontrado en este jardín, estoy perdido, realmente perdido…—detuvo su mano, atesora ser él quien cuidara de esos cabellos voladores.—En un ayer no podría alejarme de este lugar y sin razón me trajeron los deseos de destruir esta pesadez,  esa vida que tu nombras la conocí mediante una oración, alguien me presentó a esta belleza que un día ame y atesore pero ahora solo lo veo como una mentirosa apariencia, demasiadas historias de este lugar y ninguna puede ser verdadera.—Desviando el rostro hacia la pulida madera, aquel violín sabía la realidad, conocía el rencor de los colores, el desdén por sus fragancias, aun podría verlo escondido entre las danzantes flores, aun lo lleva presente y es como la flor de la cual habla esa pequeña. —No es una historia como plantean, este lugar solo mantiene los secretos del mundo, aquellos que se esconden de nosotros mismos porque destruiremos su alma si descubrimos lo esencial…—Se detuvo al admirar el hilo carmesí de su dedo, su olor, le estaba despertando, acercándose en lento que coge la rosa y con la lengua roza la espina que se tiño de esa linfa, tornándose un funeral en su mente y miro a quien tanto le causaba interés. —¿Qué es lo que le está perturbando a este angelito?  …—ladeo el rostro, acariciando la mejilla con los pétalos de la flor ofrecida —Detrás de la más exquisita criatura acechaba siempre algo trágico. Mundos enteros tuvieron que sufrir porque la flor más humilde podía florecer, Y es que esa flor ya brilla en París, ¿Sabes cuál es su nombre? …—las palabras las dejo al viento, presionando el violín con la otra mano y se contiene en manchar el pasto de una mordida.
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Mensaje por Elene Rossato Mar Dic 30, 2014 8:55 pm

Aunque las emociones la estuviesen consumiendo sentía alegría. En su mente podía haberse imaginado muchas cosas pero allí estaba, delante del violinista y pensaba en que se encontraría a cualquier otro menos a él. Eso le brindaba seguridad y calma. Al menos no tendría que verse amenazada por nadie, estaba cansada de ser débil. Cerró los ojos unos minutos sintiéndose exhausta, como si alguien estuviera poniendo más cargas de las que podría sobrellevar pero no se quejaba después de todo en muchos libros que había podido leer siempre terminaban con un: ‘’Feliz para siempre’’ ¿eso era real? No lo sabía pero si lo creía quizás el dolor fuera menos. Sintiéndose esperanzada por el vampiro se repetía muchas veces que no tenía que ser egoísta, que el tiempo era para él no para ella  y que de alguna manera tenía que reponerse para dejarse de ver fatal. Sonriendo para aminorar la angustia, sacando un poco de aire de sus pulmones le hicieron calmar y ya convencida de estar mejor suspiró, tanto así que el pecho se le hincó  en la vértebra trasera.

— La belleza es subjetiva. Tú mismo lo has dicho. Pienso en que hacen una excelente pareja. Tú y tu violín. Da hasta un poco de envidia. Hablas muy bien a través de él. ¿Conoces otra forma de sacar todo lo que llevas dentro? Sin lágrimas…— acotó lo último rápidamente y le abrazó para sentirle cerca. Sabía que aunque ese cuerpo sería incapaz de calentarle ni un milímetro de piel eran sus palabras las que lograban tranquilizarle. —Creo todo de ti. Aunque digas que no vives, lo haces. Aunque juras que no respiras, lo haces. Aunque te parezca mentira, es verdad. Tienes más por ganar que perder. Ni diciéndome que has pasado por tanto eso es lo que te ha hecho fuerte. ¿Crees que pueda llegar a ser como tú? Sin que nada me toque o me afecte. Siendo fuerte— tragó un poco amargo por esas palabras y no tenía el valor para mirarle a los ojos, era más una lección que quería que le diera de… ¿cómo vivir? —Estoy completamente segura que muchos capullos han florecido y así como otros se han extinguido es la simple ley de la vida. Sólo has regalado tan sublime melodía a estas flores que se han nutrido de tu viveza ¿Sigues sin creer que no tienes nada qué ofrecer? — se separó para verle ese cuento del alma que no mostraba nada más que su tierno color.

Esperanzada quizás a volverle a ver en los escenarios fue ella mismo quien se había respondido y se sintió desafortunada por no haber aprovechado de la mejor manera el concierto que indirectamente él  le había ofrecido. El  violinista también estaría viviendo tiempos difíciles sino tuviera su otro ojo y no hablara tan endurecido e inexpresivo al querer ir de nuevo al Teatro de los vampiros así que fue suficiente para no seguir escarbando más en ese tema, no quería hacerle recordar nada que le causara un dolor parecido al que sentía ignorando quizás su pasado que era un oscuro peñasco en el cual no quería escarbar. — Ahora entiendo el encanto de tu música. Expresas los tesoros de tu alma con él, hablas sin palabras, sencillamente es hermoso— cerró los ojos dejándose consolar, sintiendo un poco de calma. Era la primera vez después de tanto tiempo que hallaba consuelo en alguien. Después de todo no era de las que comentaría a cualquiera sus preocupaciones, mucho menos el motivo del por qué lloraba, pero sencillamente el vampiro sabía con exactitud qué decir y para Elene eso era valioso.

— Al parecer ninguno de los dos se esperaba encontrar con el otro— le confesó con una sonrisa y asintió cerrando los ojos a su beso. Otra vez su calidez. – Estás vivo Nicolás D’ Lenfent, aunque lo niegues. Estás regando con tu voz el tallo marchitado de una flor que perdió las ganas de seducir la belleza de su fragancia. –  pensó con tranqulidad mientras recogía una de esas rosas — Según recuerdo la historia comentaba de la fantasía de estas flores, con cumplir el sueño de quienes con todo el corazón pedían un deseo lo cumplían. Es por eso que se encierran tantos secretos en este sitio. Muchas confesiones,  de amor, de odio, con la esperanza de ser cumplidas ¿podrías creerlo?— ignoraba el leve escozor que sentía en el dedo al haber arrancado la rosa y dejarse pinchado por el tallo.  Cerró los ojos al sentir esos pétalos quemarle las mejillas y el aroma a esa flor era un débil perfume que le haría caer en cualquier momento.

 —Es lo mismo de siempre. Aun no se ha consumado la boda en la que mi único familiar me comprometió. Vendida como perro, Nicolás, como si se tratara de algún objeto permutable que hoy pudieras querer y mañana deshacerte de él. Me han obligado a amar a un hombre, a… vivir con él y lo peor  — le miró algo ablandada — ¿Podré amarlo algún día? —  le miró sin mucho ánimo —Todos me hablan admirados en cambio yo siento que todo se me viene encima. No puedo regalarle mi cariño a alguien quien no deseo — concluyó insatisfecha porque no era del todo cierto, sabía que el vampiro que ahora era su prometido no era malo y hasta podría apostar se estaba esforzando por ser aceptado. Sentándose en el verde pasto de aquel sitio le importó poco manchar el vestido de rocío y respiró con calma oyendo lo que el otro le decía y le miró desde abajo para luego devolver la vista al hermoso paraje, acercándose a él con cuidado había traído a memoria el día que llegó a su casa hecho un desastre y la forma en la que se había alimentado de ella —¿Cuál es su nombre? — preguntó con una suave voz tratando de imaginarse la historia tal cual él se la había contado y apoyó la cabeza en una de sus rodillas — ¿Obligarías a Hero a amarte?— musitó despacio — ¿Me obligarías a darte de mi sangre, Nicolás?— preguntó sin saber de dónde provenía el cuestionamiento y abrazó sus rodillas como si con ello pudiera acobijar su alma.
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Hell or Heaven {Nicolás D'Lenfent} Empty Re: Hell or Heaven {Nicolás D'Lenfent}

Mensaje por Nicolás D' Lenfent Lun Ene 05, 2015 9:17 pm

El lamento de las rosas; las espinas, tus espinas.

Su dolor se estaba escondiendo, el tormento del rencuentro entre su violín y él se fue sembrando en solo el paraje, observando a ese corderito, preguntándose:« ¿El, por qué ella tiene que ver la bestia enjaulada de este pájaro?» Siempre consumido en penumbras, la tristeza, la locura eran imanes quizás para reencontrarse con ella, debía terminar con esto, porque la despedida es lo que siempre abraza al tétrico vampiro.— No hay manera mejor que compartir esa tristeza, y no solo el llanto, cada emoción, pero no merezco ser nombrado violinista, me olvide de mi violín, olvide su llanto y dolor, termine por abandonarle hasta no recordar su esencia. —Manteniéndola entre sus brazos, anhelo que su dolor le brindara, deseaba sentirlo.  Pero, ¿Por qué se está rodeando de tan solo rosas? Rosales hermosos, siempre vislumbra una rosa roja cuando ama a alguien, pero, esta vez, ella era un querer distinto, uno que en la mente puede tornarse horroroso y en lo exterior es solo una protección, Apenas lo comprendió cuando le escucho, siempre serán como pétalos de rosas a los que quiera, mientras él será sus espinas.

No quiso interrumpir su pensar, destruir esas palabras brindabas, más solo miro a su alrededor, queriendo permanecer cerca de ella— No hables de querer ser como yo,  tu esencia es fuerte, así te profanen de espinas, de que estés dolorida, siempre la esperanza la tendrás encendida, embelleces con tu ideología a la vida, en esta existencia, conocí a una humana como tú pero hay algo especial en ti, y si mi música es sublime al néctar de la vida, quiero creer en algo entonces, que puedo darte lo que necesites.—La sinceridad de sus palabras era verdadera, se había enamorado de una humana pero con ese ángel lo único que renacería era protegerle, cuidarle y mantenerle con vida sin querer perderle.

Quien diría que ambos se regocijan en el abrazo, se alientan, maquilando una media sonrisa al interpretar su pensamiento cuando la rosa que describía la tomaba en su mano del jardín. —He amado demasiado las rosas que de ellas podre creerlo.— Había gozado la linfa de la espina, el órgano húmedo guardo el dulzón e incitaba a rozar más de esos pétalos en su mejilla, siendo el apoyo para que liberara esa angustia.

¿Cómo podía explicar tal pavor ante sus incógnitas? Deslizando la mano hacia uno de sus brazos, perdido en sus pupilas, dejando el violín caer en lento al hincarse un poco, no debía herirlo, lastimarle más por ello lo poso en el pasto junto con su arco y se quedó con el sentimiento torturoso de la duda, viendo cómo se posaba el corderito y permaneció de pie, silencioso, esperando encontrar una respuesta pero le invadió un dolor profundo, el arrepentimiento renació, le despertaron esas palabras…—Si no le amas no lo hagas, detente, solo hay dos caminos si continuas con esa boda: una en la que llegues amarlo y encontrar esa especie de felicidad que toda mujer espera o vivir soportando esa carga y aun peor que termines odiándole, e intentar de seguir viviendo con ello… —¿Cómo le podría decir aquellas palabras cuando fue la peor escoria? —Mi cordero, cordero, me has clavado miles de espinas, ni una daga se asemeja a tan horroroso dolor…—camino por los  verdes pastos, mirando el cielo…—Aquel amante lo trate como una puta, lo viole hasta firmar un trato con él, lo trate como un objeto más, no fue el único que poseía, él se quiso vengar , diciendo que me enamoraría, lo trataba peor cada vez que le veía, lo encarcele hasta que estuvo a punto de morir, y aun así no me detuve, termine enamorado como quiso, nunca me detuve a pensar en el dolor que le causé, hasta ahorita.  —Se giró para verle, el rostro lo mantuvo inexpresivo, dejo que su emoción muriera— No puedes obligar a alguien a amar, el amor se da en los frutos, en la convivencia, nace cuando tratas a la persona, no puedes forzar a tu corazón a aceptarlo, se recrea un lazo para ello.—Camino en lento hacia ella, sentándose a su lado, atrayéndola de un brazo y le abrazo…—No te obligaría, así como es el amor, es este beso contigo…—beso los cabellos de su cabeza, solitario instante, quizás el gesto de la espina al lamerla hizo que llegara a esta pregunta, llevando la mirada a cielo, recargando una mano para sostenerse sobre el pasto…—No puedo lastimarte, no te miento, me atrae demasiado tu sangre, me embriaga a tal punto de adorarla, es como una rapsodia; es lo más cercano que he podido hacer para sentir tu corazón, sembraste el deseo de protección, un querer que no me permite herirte. —Ladeo un poco el rostro, rozando con los dedos sus cabellos— El nombre de aquella flor, eres tú, eres la esperanza de esta ciudad llena de penumbras, bellísima y única.
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Mensaje por Elene Rossato Lun Ene 12, 2015 6:37 pm

Luz que sólo sabe brillar en la oscuridad…

Sus ojos contemplaron algo más que el siempre predio lleno de flores. La voz del vampiro era una suave melodía que arrullaba su alma y en su cabeza se había vuelto una esponja para absorber y tratar de no olvidar sus palabras, que apreciaba y atesoraba como una lección valiosa de la que siempre se quiere recordar. Fue entonces cuando un poco de pánico invadió su ser. Sentada abrazándose para sentirse real agradecía la elocuencia que el violinista sembraba en sus pensamientos porque por poco se desbordaría en mil pedazos. - ¿Esto es real? Él está aquí conmigo… Entonces, ¿por qué las dudas?– se preguntó convenciéndose que sí y si llegase a ser una hermosa pesadilla estaba segura de no querer despertar por los momentos, con él sentía seguridad. — Gracias Nicolás, no sabes cuánto significan tus palabras para mí. — pudo decir con mucha sinceridad desde lo más profundo de su alma. Era poco lo que conocía del vampiro pero aun así no necesitaba conocer su pasado para ofrecerle su cariño. Aquellas simples letras, salieron demostrándole que era suficiente que no quería hablar más del tema que tanto evadía, aunque esa no fuera la solución a sus problemas, después de todo cada quien evadía como mejor le parecía la situación.

Cerró los ojos sólo para permitirse controlar su patrón respiratorio y así enlentecer el bombeo de su corazón. En un negro paisaje que se dibujó dentro de su memoria ordenó como un rompecabezas  las inquietudes y se encerró en un pequeño laberinto del que sólo ella sabría cuándo sería el momento indicado para salir, de esa manera estaría segura. Sin dañarle a él o dañarse ella misma. —Lo siento. Me he portado como una completa egoísta. Solo que sentía el agua hasta el cuello y desesperada trataba de nadar corriente arriba, si sabes a lo que me refiero. Como dices no puedo obligar a quererle pero… no estoy segura completamente de eso, algo dentro de mí lo sabe, sé que él no quiere obligarme a hacerlo y una palabra mía bastase para detener esta locura que aun no entiendo por qué continuo — abriendo los ojos lentamente le dedicó una sonrisa y suspiró —Creo que esto de amar es una completa locura. No sabes si estás feliz o definitivamente prefieres estar muerto — frunció el ceño — No he experimentado la última. ¿Qué se siente? Morir… y volver a contarlo es increíble— le observó mientras él tomaba asiento a su par y le acunaba como si fuese a irse a algún sitio.

—Así que anteriormente alguien más había ocupado tu corazón. Una mujer — se quedó hundida viéndolo tratando de imaginarse cómo sería pero a estas alturas no importaba — No creo poder entregarme con tanta facilidad. Duele Nicolás, amar realmente duele— su voz se hizo un hilo y buscó con desesperación afianzarse a uno de los brazos del vampiro. —¿Podrá ser posible que nos estamos volviendo locos? — recordó la historia sobre como la pareja del violinista había llegado a clavarse en lo más profundo de sus sentidos hasta el punto que amarle y entregarle su propia vida —¿Crees que sea amor? — se quedó pasmada unos segundos cuando esas palabras debieron ser para ella misma, era la única que podría responder esa interrogante y acarició un poco la mejilla del músico.  Amor… suspiró cerró los ojos al beso del vampiro y sonrió esperando que esa voz se detuviera para poder hablar.

Oyéndole atentamente apretaba más su agarre a él. Su fiel consolador. Alguien que estaba confesando protegerle. ¿Sería suficiente lo que brindaba? —Sabes que puedes tomar mi sangre. Quiero servirte en lo que más pueda — concluyó al finalizar — Esta humana puede servirte para algo más que para darte tristezas— le miró como si se lo confirmara y acarició los dedos del violinista. —Esperanzas de esta ciudad… — susurró y ladeó el rostro. —Supongo que ya nada será como me lo imaginé un día. Es como vivir un constante sueño del que quiero y no despertar. — volteó de nuevo para verle.

—Nicolás — sus ojos se fundieron a los ajenos en una mirada intensa y cálida —¿Me entregarías en el altar? — miró su mano izquierda en donde llevaba el anillo de compromiso y volvió a ver las flores — ¿Podrías?— tragó y miró como pequeñas luces comenzaban a titilar desde el suelo elevándose por el aire. Unas pequeñas luciérnagas adornaban el paraje y envuelta en la locura no sabía qué pensar.
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Mensaje por Nicolás D' Lenfent Sáb Ene 31, 2015 10:10 pm

El susurro de la macabra prosa de aceptación…

«No es momentos de dudas, ni de ensoñar, el tiempo dice que abras los ojos y deleites el florecimiento de tu fortaleza » En espiral por su mente indagaba, ya que no solo la voz desprendida era lo que compartía, siendo sorprendente el reconocer la melancolía de ese corazón, interpretando que ahora estaba conociendo la sonata de un querido sufrimiento, un cielo atrapado en una oscuridad impenetrable, la barrera le golpeo y solo podía capturar algunos gestos que tatuó en la pupila.

¡Solo protegiendo su debilidad, la tristeza silenciosa y su ser! Es que la mantiene cautiva entre ese brazo, sosteniendo lo que logro empapar a un disecado cadáver. —No lamentes tu sentir, ya soy cómplice de una crónica que será consumida en predilección. — Argumento, fluyendo el habla contra el aire, sereno el viento se perdía a lo lejos y atacado por una pulsada en su pecho, parecía que la burla le destrozaba el vacío, ya que fue una tremenda cuchillada lo que obtuvo de aquella ilógica exégesis más no lo expreso, lo único que ofreció fue silencio pleno, podría ser que arrojara veneno y de una palabrería se perdiera ese encanto.

Por otro lado, una parte de su corazón muerto temblaba de miedo, ¿A qué se debía? Las palabras de esa noche sembraban la nostalgia de una especial flor blanca, dentro de su esencia se rociaba ese cariño que solo un humano podía transmitir, podía percibirlo; el calor le estaba abrazando, presentándose como el fragmento de un sueño, como el viento se desliza alrededor, anunciando que no solos estaban, que más allá de esta larga estación, el comienzo de la noche será la que marque una unión que comenzó con el dolor derritiéndolo para poder permanecer una vez más juntos. Justo como ahora el sublime jardín los envuelve flagrantemente, la verdad solo se reflejaba en un mirar y la tranquilidad era el despertar de una agonía. — Así es, como un sueño perduro aquel amorío que fue cultivado para el vigor…— La tragedia siempre la poseía en la presencia, como vienen, se van, como ama, odia, y como odia, ama, lo es inverso y nada es real.  — Más que dolor, te extermina, te invade, te despojan de lo que eres y terminas cayendo en sus manos, esta es la locura, esto es el amor para unos, para mi es el delirio del pacto mortecino. — ¡Mártires evocaciones! El amor es solo lo efímero de un ideal, culpados de entrelazar sus existencias, sentenciados por ser oponentes del lazo sanguíneo, el mar de lágrimas en la guillotina para sepultar las memorias, el crimen es que se ama hasta matar y el remordimiento es esta maldición que carcome al cuervo, llevándolo a la plena soledad, no importa lo que suceda así será…

Ni por la mas mínima caricia brindada con el fervor cariño en la mejilla, ni por el rostro que se posaba en el hombro, la faceta de protector enmudecido no destrozaría, así este gritando, añorando su linfa, primeramente, aclamaba vislumbrarla más tiempo de aquella manera, moviendo suavemente esos dedos al acorde de sus cabellos, inmovilizándose por tal contestación, haciéndose notar por el único orbe descubierto, tal sorpresa. —Aun la esperanza se aleja de mi conciencia, más el manjar ofrecido no es en lo único que deseo, tu vital es preciada, no quiero ser el culpable de mancharla nuevamente. Alimentarme del protegido de ambos reinos obtendría un peor castigo y esa es arriesgando tu vida. —Su tacto le engendro un anhelo por juguetear con sus dedos, acudiendo a estos en un encuentro momentáneo. —Dime mi corderito, ¿Qué sucede?... —la voz desapareció ante tal petición, sin esperar tal compromiso, no entregaria esa alma a un condenado, no maldeceria su lazo para acudir al cielo. — ¿En que te has basado para confiarme algo importante de tu vida? Las feromonas ya estan embriagandonos, no me pidas que te sujete a cadenas que jamas podras destrozar, aun no estas consciente de esa desición, ¿Por que sigues aferrandote a él?... Si es tu ultima palabra, me queda simplemente decir que sí, aunque mi sombra se torne una bestia y quiera doblegarme a tal acto de presencia.— ¿En que estaba pensando? Aceptar tal suplicio le condenaria a una demencia incontrolable, y que su muñequilla se presento en su mente atrayendo una serenata que solo le quedo negar y llevar a sus brazos al corderito al tirar de ella para recostarse sobre el pasto, deleitando el cielo con la alabanza de las flores y el viento.
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Mensaje por Elene Rossato Lun Mar 16, 2015 8:40 pm

La voz del violinista dentro de su cabeza hacía que los vellos se le erizaran. Una especie de confianza volvía de nuevo donde creía que se había perdido. Elene estaba ensimismada en el arrullo de las palabras del músico que le invitaban a que dejara a un lado el miedo y volviera a vivir, porque sería ella la única en poder recuperar la luz que yacía escondida en el hueco de su pecho y que por confusión no lograba resplandecer, tanto así como siempre. Era esa misma energía la que había jurado ella brindar a todos aquellos carentes que por un buen tiempo ella pensó que le sería infinita pero descubrió que se podía apagar. Cerrando los ojos dejó mecer sus cabellos con el viento, encontrando consuelo en la ventisca fresca otoñal y el arrastre de unas cuantas hojas le pusieron alerta.

—Aunque no queramos sufrir terminamos siendo esclavos de esa diosa, Nicolás. Jamás había conocido a otro Dios. El dolor me aterra pero es inevitable. Amar es doloroso pero a la vez satisfactorio, una especie de placer culposo. Ser masoquista por ser- susurró casi sin expresión aparente, como si quisiera que esas palabras se las llevara el viento para ser escuchados por todos —Te confieso que me siento estafada y ahora empiezo a preguntarme si realmente todo lo que me han enseñado este tiempo es cierto o sólo han querido dormir mis sentidos para poder creer lo que ellos enseñan - abrazándose con más fuerza las piernas se consolaba —Somos dueños de nuestros actos, presos de nuestros deseos.- le miró de reojo —En este momento sé qué es lo que quiero. Sólo… quiero pensar, pensar en lo mejor para todos, sin importar si soy yo misma la que entierro el cuchillo cada vez que vea en mi dedo este anillo.- movió los labios con tranquilidad al decir aquello —¿Quién debe sucumbir a quién, Nicolás?- preguntó como si el vampiro supiera todas las respuestas a su maremoto de pensamientos.

El cabeza de Elene solo podía sentir admiración para aquel violinista que una vez quiso separarle de su lado en algún tiempo. Ahora era cuando se preguntaba qué hubiera sido de ella si no se hubiera querido meter entremedio de sus costillas, ahora sería difícil poder salir. Porque la pequeña cordero tal cual él le llamaba quería ser cuidada por el lobo aunque en su tórpido deseo su tersa inocencia se consumiera en cuestionamientos.  Por eso ofrecería su sangre al vampiro, en la cabecilla de la humana sólo palpitaba la idea de ser más útil que la fragilidad que su condición le otorgaba, la sangre solo sería un bono más.

—No sé si sentir consuelo con tus palabras, sinceramente no veo el problema que te alimentes de mí, confío en ti Nicolás, a ciegas podría decirse- no sabía porque la imagen de cuando se le había aparecido hacía unos meses atrás como un cuervo herido por la mano de su salvador era las únicas escenas que se le atravesaban sintiendo ese deseo irremediable de querer llorar se mordió el labio para reprimirlo. No quería volver a ver sufrir a los seres que amaba, era como si ese mismo sufrimiento lo respirase por los poros. Era doloroso. Con desesperación buscó la mano del vampiro para consolarse y volver de nuevo  a la realidad de que él estaba bien siendo el único recuerdo de aquel tormentoso invierno la falta de su otro ojo.

Sonrió un poco más animada al oír aquel ‘’sí’’ que no sabía a lo que le condenada por lo que escuchó con atención lo que precedía y continuaba en todo su contexto. —Solo siento que eres el indicado para tan solemne acto. Eres como un padre para mí Nicolás- se echó a reír suavemente para no parecer una loca desquiciada. —O lo más cercano a eso. Obviando nuestros pequeños roces e incidentes del pasado.- le miró fijamente a su ojo y sacó un poco de aire. Tirándose con él en el predio abrazó su cuerpo un poco observando lo estrellado de la noche y sintió un leve retortijón en donde inicia el estómago.

 —¿Crees que un día podamos llegar a ese lugar?- susurró estirando la mano hacia el cielo queriendo atrapar un par de estrellas, por supuesto eso no sucedió. —Siempre te he dibujado en ese sitio.- sonrió de lado y cerró los ojos imaginándose las enormes alas del vampiro que tenía al lado. Los arcos de aquellas alas eran realmente enormes y especiales. Sin bajar las manos soñó con rozar aquellas plumas que se desprendían a su contacto y todo se nubló en su mágico ensueño. Había asentado tanta su paz y sus sentimientos que se había adormitado en las alas del arcángel del violín.
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Hell or Heaven {Nicolás D'Lenfent} Empty Re: Hell or Heaven {Nicolás D'Lenfent}

Mensaje por Nicolás D' Lenfent Sáb Mar 28, 2015 10:59 pm

La armadura sagrada de un arcángel...

Ha nacido desde una sensación encantadora un pergamino para dirigirse a una lucha a muerte. El cordero no se da cuenta que está siendo acorralado en un solo mundo, a una infinita existencia, a él, a su futuro esposo. A esto solo deduce que caerá por el cansancio... Esto es lo que no acepta el cuervo; entregar el fulgor para que sea exterminado. Pero, en esta circunstancia, ¿Qué podría hacer?... Estar con ella, salvaguardarle del viento, del mínimo soplo para que no se apague, que no desfallezca porque sería un escudo para ella y esto es lo único que ha aceptado mas no esa justa nupcias.

Y al cielo las penas se iban, se torna oscuro y sus apagadas estrellas se pierden, deleitando lo que podría ser ese ensueño en la realidad. —No puedo hacerte cambiar de parecer pero creeré que acudirás a mi si algo sucediera, no confió en él, en su inmortalidad... — confesó, marmoteando una pesadez — El placer es enfermizo pero nunca olvides que solo es placer, no dejes que tu vida penda de ello. Nunca caigas a ser esclava, ni por amor, ni por apreciación, mucho menos por dolor, podrá ser satisfactorio pero siempre habrá un hilo que te haga retroceder a ello. — Si con el roce encarnecido de su piel no hubiese percibido diría que se encontraba flotando. —Demasiada errada estas, no porque te enseñen un camino tal cual memoria resalte, tú iras sin pensarlo. TIENES tu propio criterio, solo te brindan las bases necesarias para que ejerzas tu pensar, debes primero escoger qué camino tomar, preguntarte el porqué de este y sobre todo estar consciente para que fin lo tomarás.. Es aquí donde llevas la práctica de tu educación. —

Al sostenerse sobre el pasto, indagando en el paraje por la tranquilidad brindada, fue envuelto por la curiosidad que siempre le era por ella  —Yo no lo destacaría como "presos" porque es todo lo contrario, te libera y no hay deseo alguno que se deba desvanecer sin antes ser ejecutado—Cerro los ojos, hablando como si fuese el viento mismo quien socorra a su acompañante.  — No pienses las cosas más de dos veces, no te esmeres buscando lo mejor para las demás personas si no para contigo. Este anillo representa una carga, no lo uses y domina tu ordenamiento, deja de torturarte y no hables más de esto. —la mano se desplego hacia la ajena y despojo el artefacto de su dedo, lucia más hermoso desnudo que con decoración innecesaria.

Siendo un coro de réplicas, capturando su misma imagen aterradora de noches pasadas en el pensamiento ajeno y como gesto se guardó el anillo en el bolsillo del pantalón, siendo víctima de una remembranza que le ayudo a despertar de tal sopor.  — No confíes en nadie, mucho menos en mí, siempre debes dudar de uno, las palabras son vacíos pero los hechos son siempre verdaderos. Recuérdalo muy bien.

Y se quedó observándola, recostado de lado sin soltar su mano  — ¿Un paterfamilias tiene derecho a sentir amor insano hacia su descendiente? —interpela al cielo y luego hacia ella.  —No hay nada cercano a esto porque a un "padre" no le conceden los deseos de consumir lo más preciado. —Mantenía envuelta a la pequeña entre sus brazos, brindándole la crueldad de la realidad que representaban sus palabras al destacarlo de esa manera. Por ello negó ante las venideras interrogativas, ascendiendo la mano al cielo junto con la de ella, la cual sujeto e hizo que la bajara  — Sé que un día podrás ascender al trono de "Dios", él no desprotege a sus hijos, el cuida y perdona aquellos que guardan la esperanza y la fe. —Recitó una oración que su misma señora le dijo cuándo lloraba suplicante que se callara al decir que el diablo poseyó su alma y adoro a su templo. — ¿Por qué ahí? ¿Por qué no mejor dejarme en la tierra? — Al paso que iba, terminaría por no interpretar la mente ajena, estaba siendo tocado por el cordero que ya comenzaba a creerse un arcángel que tanto llama para levitar. Fue que con detallada descripción  del efímero deseo le miraba fijamente.

— ¿Que sucede? ¿Por qué se ha acelerado tu corazón? — El sonar del bailoteo sanguíneo cautivo, embozando una seca sonrisa porque esa vida como adoraba a tal grado de transformarla en notas musicales que debían guardarse en el corazón del violín... — No te muevas... —pidió de repente, murmurando al irse acercando a su pecho, posando una mano a un lado de su costado y la otra con el codo se sostenía, ¿Que estaba haciendo?... Escuchaba los sonidos sonoros de ese órgano viviente, el sube y baja de su pecho que deleitó. — Este sonido me fascina, ahora yo te estoy dibujando entre notas musicales, por siempre serás interpretada, eterna ante mis oídos, con cuerpo presente cuando dejes de existir... Guardada en mi interior junto a mi violín, así es como simplifico tu ensueño.

Yo vestido de arcángel con las más sublimes alas. Ya que mi vestimenta es tu templo y mis alas la pureza de tu alma...
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