Ya no se como se supone que me sienta [libre]

por **Layla Kanté Knigstor** Vie Abr 27, 2012 7:00 pm

Caminé con rapidez hasta la entrada mientras el eco de los zapatos se escabullía a mis espaldas. Me dirigía a pasos rápidos, nuevamente con el ensordecedor del repiquetear de mis tacones mientras me internaba en el bosque, sentía el pecho falto de aire, la dificultad para respirar era cada vez más notoria, se debía tal vez al estrés no estaba segura, pero necesitaba salir de casa, mi cabellera morena estaba sujetada por un moño el cual estaba cada vez más suelto conforme me internaba en aquel lugar, lleno de frondosos y verdes árboles iluminados tenuemente por los pequeños rayos de luna que entraban por aquellos espacios vacíos entre estos.

Me detuve un instante, recostándome contra uno de los árboles y cerré los ojos. Un involuntario suspiro escapó de mis labios ante el tedio de los últimos días,lentamente deje que mi cuerpo se fuera resbalando por el tronco del árbol intentado dejar mis pensamientos en blanco ¿pero que pensamientos? no estaba segura de por qué sentía la necesidad de escapar un instante de todo lo demás supongo que en realidad lo que deseaba era que acaba pronto todo aquello. ¿Quería eso decir que me estaba volviendo una blanda? Negué que con la cabeza ante esa idea, casi riéndome en voz alta de lo estúpida que sonaba si lo pensaba con claridad.

Unos sutiles sonidos llegaron hasta mí. Giré el rostro de manera mecánica hacia la dirección donde provenían los lentos y pausados pasos que se oían a lo lejos, esperando observar la figura dueña de ellos. Las posibles respuestas se me acumularon en la cabeza, me crucé de brazos, a la espera, no tenía nada de dama en apuros, aun cuando fuera una mujer fina y educada también sabía defenderse con garras si era necesario

por **Alessia H. Jane** Vie Mayo 04, 2012 8:33 pm

Era simple y maravillosamente curioso que aquella muchacha se hubiese percatado de mis pisadas, ya que iba descalza, y llevaba mis caros zapatos en las manos. Sin embargo, no hice nada para evitar que me descubriese ¿Qué más daba? ¿Me mataría acaso, por espiarla? Me gustaría ver cómo lo intenta, sinceramente.

Llevaba un buen rato dando vueltas por el bosque... ¿La razón? Ni yo misma lo sabía. Acababa de llegar a París desde Londres y no tenía ni idea de cómo se disponía la sociedad vampírica en una ciudad tan "amplia" y modosita como aquella. Y al llegar a la ciudad, ¿Cómo decirlo? aquello no era mi amada Inglaterra, pero en fin, tendría que acostumbrarme, pues Inglaterra es un lugar al que me había prometido que no volvería.

Así que allí estaba, observando a una chica en medio del bosque. De vez en cuando parpadeaba, cual búho, sin embargo, no dije nada hasta pasados unos segundos, cuando di unos pasos hacia ella para que la claridad le permitiese vislumbrarme. Sonreí amargamente.

-Bú.

por **Layla Kanté Knigstor** Sáb Mayo 05, 2012 12:55 am

La soledad que tanto había anhelado por un instante se había esfumado aprendía por experiencia que lo que más deseaba una persona desaparecía entre sus dedos, dando la ilusión de que aquello no existía, no había pasado nunca, parpadeé unas cuantas veces cuando la esbelta figura fue iluminada tenuemente por la luz de las estrellas que brillaban en el firmamento.Finalmente, cuando estuvo lo suficientemente cerca para apreciar a la perfección cada uno de los detalles de su rostro, mis ojos pudieron recorrer con libertad la persona que tenía enfrente. Una mujer, no parecía tener más de veinticinco años, pálida y esbelta. Entrecerré los ojos, observándola mientras sus pasos la acercaban a mí, un además exagerado de miedo también – Que susto — y torcí los labios en una sonrisa seductora, un sentido instintivo de supervivencia hizo que cruzara las manos contra mi abdomen, ladeara el rostro desde un punto donde podía examinarla mejor y la sonrisa se ensanchó en mi rostro.

— ¿Qué hace una bonita y agradable dama en un lugar tan peligroso y de noche? — Había dos únicas posibles respuestas para que aquella mujer estuviese en aquel lugar, en la lúgubre y perpetúa noche, caminando como si nada en la vida estuviese sucediendo. O era una fémina muy osada, amante de los peligros o era una criatura sobrenatural. Aunque no descartaba la primera, la segunda parecía ser una de las opciones más acertadas. ¿Quién saldría en la noche por un sendero en medio del bosque plagado de posibles asesinos letales? Claro, yo. Inquirí suavemente, enarcando una fina y pulcra ceja castaña que formó un perfecto arco sobre mi frente. — A estas horas de la noche los lobos salen a cazar, podría ser parte de su cena si no tiene mucho cuidado o peor aun, si habla con desconocidos en medio de la noche —No me moví, simplemente me quedé observándola con una leve curiosidad mientras oía el lento repiquetear de mi corazón contra el pecho.

por **Alessia H. Jane** Sáb Mayo 05, 2012 3:50 am

Tuve que luchar fuertemente contra el impulso de bostezar. Aquella mujer, de alguna manera, me habia respondido con tal descaro y desparpajo, que si no fuera porque realmente yo no era ninguna dama, o al menos no de cuna, me habría ofendido enormemente. Sin embargo, a la Alessia de aquella noche la aburrió aquel comportamiento tan Parisino. Está bien, está bien, no estaba segura de que aquella señorita tan estirada fuese de París, pero si no lo era, podría jurar que llevaba aquí bastante tiempo.

Arrugué la nariz, y tuve que mantener el gesto serio unos segundos hasta que no aguanté más y estallé en una especie de carcajada nerviosa, semihistérica y cantarina al mismo tiempo.

-Bueno, mi Lady, creo que podría preguntaros exactamente lo mismo -Ladeé el cuello esbozando una sonrisa socarrona, ahora más relajada- Oh, nunca me tragué el cuento de no hablar con desconocidos.

Y si había lobos en el bosque aquella noche, pensé, ya que estaban, podían matarme o algo. Qué más daba.
La sonrisa socarrona se había congelado en mi rostro, adoptando un gesto amargo. Caminé unos pasos alrededor de la señorita, mirando hacia arriba: Hacia la luna. Dejé que sus rayos bañasen mi ya de por sí pálido rostro.

-Créeme, querida, los lobos son mi última preocupación -Susurré, finalmente- Tú, sin embargo, pareces tener más de una, o supongo que no estarías en un lugar tan inhóspito, teniendo la exuberante París a solo unos kilómetros.

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