Propiedad de Soren Makelyne

por **Soren Makelyne** Miér Mayo 09, 2012 5:31 am

5 de Mayo de 1800.

Sinceramente, jamás me había planteado la idea de escribir un diario. Es una afición muy común entre esos pellejos mortales de los que me alimento pero que carece de lógica para un ser eterno que está muy por encima de su patética percepción de la vida; no solo eso, su detestable costumbre de datar todas esas nimiedades que podrían humillarles y condenarles solo puede conllevar finales abruptos, pues tarde o temprano el diario acabará cayendo en las manos de quien no corresponde.

Pero apenas he llegado a París y sus habitantes me han demostrado que esto no es del todo cierto.

Estoy olvidando cosas. No solo meros detalles, si no pasajes completos de mi pasado, de mi vida, de mis experiencias y conocimientos. Los viajes, estudios, experimentos y saberes acumulados durante más de novecientos años y que creía celosamente guardados y protegidos en mi maravillosa mente se escapan de mí: Aquellas maravillosas melodías, los dulces frutos y néctares, las sensuales danzas, aquellos cuerpos de bronce, ébano y marfil...

Pero sobre todas las cosas, mis logros, mis méritos: Mis grandes triunfos.

Cuántos hombres he tentado: Cuántos jóvenes se abandonaron al placer, cuántos santos saborearon los infiernos, cuantos patios de butacas se han alzado en pleno para aplaudirme y a continuación inclinarse ante mi talento bajo una lluvia de rosas. Lo he comprendido, eso es lo que somos todos los seres conscientes: ¡Nuestros recuerdos! No podemos perderlos bajo el riesgo de perdernos a nosotros mismos.

¿Quién no me asegura que empiezo olvidando estos pasajes de mi vida y acabaré olvidando mi nombre, mi familia, mis orígenes? ¿Quién puede asegurarme que no olvidaré quién soy yo mismo?

Esa detestable costumbre de los mortales es mi esperanza y salvación. Verteré mi esencia en estas páginas, pues me niego a que las arenas del tiempo me borren como a otras tantas cosas.