IUS SANGUINIS: EL ARMA DE PRAGA [ Terrence & Hilda ]

El fuerte silbido de la máquina de vapor en la lejanía advirtió de la llegada del próximo tren, ese que deberían coger. Los ojos de Adalyet se abrieron lentamente bajo aquel flequillo que los ocultaba, lentamente alzó la cabeza y miró hacia uno de los lados, como esperando ver aquello que la había alertado nuevamente. Entre las personas que caminaban de un lado para otro, pudo entonces ver aquella gran máquina que se aproximaba de forma rápida, sus ojos brillaron inquietos, mostrando por primera vez en ese día el miedo y la inquietud de la muchacha “Nada saldrá mal… Mientras estés con la Hermandad” pensó.

Lentamente se levantó del banco en el que estaba sentada, para así acomodar su corto vestido. Sus finos dedos se deslizaron sobre la tela, para así colocarla en su lugar, tras eso se giró un poco y cogió su equipaje de mano, el único que llevaría en su viaje. La pequeña bolsa golpeó las piernas de Adalyet cuando la movió, pero eso no la inquietó, ni tampoco molestó.

El tren paró finalmente en la estación y de sus vagones empezaron a bajar los pasajeros, cuando el último pisó el suelo, Adalyet se adelantó unos pasos para aproximarse a la puerta, pero antes de hacerlo se frenó en seco, mirando que tenía su pasaporte. Revolvió entre sus cosas hasta que sacó el pequeño librillo, con rapidez subió al vagón y caminó por el pasillo en busca del suyo, al encontrarlo abrió la puerta del compartimento y miró dentro para ver si estaban sus dos acompañantes, pero parecía que hasta ahora ella había sido la primera en llegar. La cabina era amplia, poseía dos largos asientos en cada lado, dejando por medio un ancho pasillo, sobre los asientos había unos lugares donde podrían dejar el equipaje si es que se llevaba y al fondo, había un gran ventanal por el cual se podía ver perfectamente el exterior.

Sintió como algo pesado caía en su estómago, nuevamente tenía esa sensación de nerviosismo en el cuerpo. Cerró los ojos unos instantes, instantes que para ella fueron eternos, algo la mantenía inmóvil en el lugar a pesar de que quería salir corriendo de allí presa del pánico. Una voz con acento francés detrás de ella la sacó de ese ‘sueño’, se giró suavemente, pero al ver que se trataba del revisor se quedó completamente muda, presa de uno de sus ataques. Sus labios se apretaron fuertemente y sus ojos se abrieron quedándose clavados en los de él.- Mademoiselle ¿Se encuentra usted bien?.-El tono grave del hombre tronaba en los oídos de la joven, la cual era incapaz de articular palabra, lentamente bajó la mirada hasta dejarla clavada en la punta de sus zapatos, sus brazos se alzaron suavemente entregándole el billete, para que lo revisase, pero se negó a decir nada.- Todo en orden, puede ocupar su compartimento, Mademoiselle.-Dicho eso, el hombre siguió su camino, no sin antes echar un último vistazo a aquella extraña chica.

Sentía como su corazón palpitaba tal cual caballo desbocado, tenía la extraña sensación de que se le saldría del pecho en cualquier momento. Alzó la mirada inquieta y tras eso entró en el vagón cerrando la puerta detrás de ella. Antes de sentarse se quitó la capa y la dobló, colocándola junto al equipaje de mano, tras eso se sentó en uno de los lados de la ventanilla en silencio, mientras que sus dedos jugaban con las cuentas del colgante que llevaba. Era un pequeño colgante con una cruz que le había dado su criadora en el orfanato, al igual que su muñeca de trapo, aquel colgante era algo que la tranquilizaba y hacía sentir segura.

Su mirada de vez en cuando se posaba en la puerta del vagón, esperando ver aparecer a aquellas dos personas que la acompañaban. No podía negar sentirse incómoda, jamás había llevado bien el hablar con la gente, siempre solía sufrir crisis de pánico, pero… Esta vez se sentía respaldada y protegida. Al menos no estaría sola.

Bueno después de tanto esperar , hoy es el día donde me reuniré para salir en mi primera misión con dos acompañantes mas las cuales solo he visto una vez y conocería mejor ahora en esta aventura a la que nos dirigiremos.En verdad estaba un poco nervioso por lo que podría pasar pero se que todo saldrá bien lo presiento en lo mas profundo de mi ser , salí de mi cusas con un solo baúl por que no deseo llevar muchas ropas si andamos para una misión , creo que es mejor llevar poca cosa por cualquier cosa que pase sea fácil de tomar todo de una vez.

Salí de mi casa y me esperaba mi carroza para partir a la estación de tren donde abordaría para iniciar algo grande y diferente a todo lo que he hecho en mi vida entera, me monte y el carruaje comenzó su caminar mientras yo miraba todo mi parís hermoso con mucho entusiasmos y a la vez con un poco de miedo, pero todo sea por la buena causa .En si sabia lo que haríamos pero me intrigaba un poco saber que serán mi aliados, serán humanos?, serán hechiceros como yo? o de otra raza como vampiro o licantropo o tal vez un religioso o cazador? . Esa preguntas me invadieron hasta que llegamos a la estaciona de tren y me fui preparando para l oque sea afrontarlo lo mas bien posible.

Me desmonte de la carruaje para mirar la estación de tren, mi sirviente me pasa el baúl y con una señal sencilla lo despido para que vuelva para la casa.Yo miro todo y me dirijo al tren para dirigirme al lugar donde me toca estar con mis compañeros, cuando llegue solo veo una chica sentada y cuando entro la miro sonriendo.-Hola mi lady por lo visto vas a acompañarme en este largo viaje, para mi es todo un placer .- tomo su mano y le doy un delicado beso.-Terrence Delacour para servirle y ser su amigo si lo desea