AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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My beautiful moon [Audrey]
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My beautiful moon [Audrey]
‘Aun espero el tinte hermoso de tu mirada, que aquel brillo que se asomaba
fuera eternamente mío, que el amor que contienes en ese maldito
corazón este fresco como las llamas de esta pasión’
…Van Bécquer…
fuera eternamente mío, que el amor que contienes en ese maldito
corazón este fresco como las llamas de esta pasión’
…Van Bécquer…
Con esa pequeña nota, que sus manos cargaban, fue recibido aquella nota, ¿Quién estaba tras sus pasos?, aquella mañana al estrujar el papel entre su puño, la rabia se le notaba en todo su ser, según la dirección y la hora, debía apresurarse para salir, su búsqueda con ‘Milena’ su hermana no estaba dando resultados, sus encuentros con algunos colegas habían sido fallidos, estaba demasiado intranquilo por saber quien le había mandado dicha nota, ni siquiera conocía la caligrafía, fijo la vista en aquel papel y lo volvió a doblar echándolo en los bolsillos del pantalón, aun faltaban unas horas para el encuentro, ¿tendría que irse armado?, pues no, pero si con mucho cuidado, sus ideas se estaban revolviendo, casi apostaba que el mal parido de su ‘cuñado’ estuviera tras de esto, Tuomas había cambiado gracias a muchas cosas que pasaron en el proceso, si alguien le preguntaba si lamentaba la muerte de su esposa e hijos, no, lamentaba más bien el hecho de perder a alguien de su sangre, el estar perdiendo el tiempo como lo hacía últimamente, fijando la mirada en algunas damas y no hacer demasiado con respecto a su búsqueda.
De la nada recordó el duro rostro de Audrey, esa mujer, era hermosa, demasiado celestial para él, fue algo tan espeso el recuerdo, lo que tenía entendido fue que la asesinó bajo el encandilamiento de la primera Luna dentro de lo que era, su maldita memoria, deseaba que aquello fuera desechado, sus propios hijos, no estuvo presente en sus respectivos nacimientos, ni siquiera recordaba los rostros de ellos, para eso su memoria no cedía a nada, esos eran recuerdos valiosos y preciosos y sin embargo se los había perdido, era un hombre que se había traicionado, como había traicionado a muchos en su camino. Si Audrey viviera, no eso era imposible, no la recordaba. Lo único hermoso que tenía era ese valioso recuerdo de su sonrisa, a veces le gustaría tenerla, pero la idea era demasiado machista, extrañaba lo buena que era en la cocina, fue extraño ponerse a recordar por lo bajo. Estaba aceptado trabajos que le dejaban poco, con linajes que conocía bien, mismos que habían salido de Finlandia, a veces fungía como dueño de ciertos lugares, eso de andar en familia tras familia con el bajo mundo no era lo suyo pero desde que se había vuelto lícano, las actividades por recolectar información eran escasas.
Soltó un suspiro cuando supo de que se trataba, esa nota en su bolsillo no le dejaba en paz, ni siquiera trabajar correctamente en la protección de aquel viejo, apenas y había usado su habilidad para lidiar con algunos vampiros, sin contar que las heridas se estaban haciendo más evidentes, a veces los traicioneros usaban veneno, por fin la hora, no era ni demasiado tarde, tampoco noche, pero sus fuerzas estaban agotadas, vaya lugar para encontrarse, lejos de todo, camino hacía esa dirección, no sin antes sacarse algunas estorbosas ropas y andar como siempre con ese aspecto desaliñado que había adoptado en parís, observo el firmamento pronto empezaría a atardecer, las estrellas se asomaban como coqueteándole a quien lo permitiera, la arena bajo las suelas se sentía tibia, como si el ambiente fuera de lo más tranquilo, el sentido del peligro estaba o totalmente apagado o el demasiado cansado, apenas se acercó a ese lugar observo una silueta femenina, las aguas de aquel mar estaban templadas, el oleaje con el que se proyectaban eran más bien una fantasía salida de alguna obra de un pintor no reconocido.
Ese olor peculiar, era como si lo salado del mar se juntara con ese típico aroma a, olfateo bien, ¿Se estaba equivocando?, no podría ser, era como un aroma dulce, mejor que el de las rosas como las lilas blancas que permanecen latentes aun en las lluvias, eso le recordaba a su querida Finlandia, se acercó aproximándose a dicha mujer, ¿Era ella quien le había citado?, bueno, paso los dedos sobre las comisuras de sus labios, haciendo un gesto de indiferencia, pero detuvo sus pasos, asombrado, el color de su rostro había palidecido gradualmente, como si en ese instante se encontrara en el peor de sus sueños, no era una pesadilla, porque sin dudas la mujer con la que se había casado estaba de pie frente a él, ese cabello formando ondas en el aire, la ceñida silueta, esos ojos, esa mirada que denotaba que ella era una diva, en ese momento se congelo, como si la presencia de esa mujer lo hiciera posible, Tuomas estaba en un trance más que emocional, podría ser que alguna especie de brujo o lo que fuera le estuviera dando donde ‘más le dolía’ pero nada denotaba la presencia de un tercero, fuera lo que fuera, solo se quedo de pie viéndola como si hubiese muerto, todo aquello fue un episodio que jamás olvidaría, solo no pudo decir nada, se quedo totalmente paralizado ante dicha situación. Sentía que las olas de ese mar le azotaban como nunca había dicho, su espíritu no acababa de templar aquella vaga ilusión.
Humedece los ojos que alguna vez quedaron viudos ante el amor, cubre la noche con tu pasión, ven y cúbreme, seca la lluvia que esta empapando mi rostro, confórtame de ti, deja que beba el amor joven que aun guarda tu corazón, esta obsesión que tu cuerpo siente, el dolor que alguna vez hice que pasarás, sin embargo este es el final, no tengo como remediar tu desgracia, no tengo como ofrecerte un final, consigue alguien que te haga realizar esos sueños que jamás pudiste realizar, he dejado de sostener tu mano, no vuelvas a mi diciéndome ‘te amo’ porque no es momento en el que tu belleza me haga repetirlo… Mi dulce Audrey, de alma terca, de carácter pésimo, aquella noche no significo nada, ni siquiera tu fragancia llego a enamorarme, tu eres seducción pero no quiero ver tu rostro vestido en desgracia como aquella vez en la que te arrebate más que la vida, incluso ahora que somos dos almas libres, no quiero unirte a un alma que permanece encarcelada y cegada en sus propias desdichas… Mírame y sino encuentras un motivo o amor, desvanécete como el recuerdo que permanece en mis memorias…
Invitado- Invitado
Re: My beautiful moon [Audrey]
Entre la oscuridad del alma, buscas a veces desesperadamente aferrarte a algo cuando crees haberlo perdido todo. Para una mujer cuya vida ha sido destruida y hecha añicos, enfocar su dolor y su enojo a veces no resulta como uno espera. Alguien que ama con una intensidad como la suya, incluso si dicen que de ese sentimiento al odio hay solo un paso, a veces cruzar la línea cuesta más que trabajo. En ocasiones te convences a tí mismo de que puedes sentir lo que en realidad no, a veces, crees que lo haces hasta que la realidad te muestra lo contrario.
Le llevó tiempo recuperarse, aprender a aceptar la transición de lo que era ahora, aceptar que había perdido lo que amaba, pero el sufrimiento de perder las vidas que ella misma había traído al mundo le había impedido tomar una decisión antes de aquellos días. París, la esplendorosa París. Ir allí era su única convicción. Su mente solo podía centrarse en esa figura, en su mente incluso si las imágenes ahora estaban manchadas en sangre, aún poseían en sus recuerdos la calidez que habían tenido en tiempos de antaño.
No era tonta, pero estaba enamorada, siempre lo estuvo de esa persona que ahora buscaba. Incluso si en algún punto había dádose cuenta de que éll no la amaba de la misma manera, eso no le impidió ser feliz. Él se convirtió en su familia y cuando sus hijos nacieron sintió la bendicion de tener a esos dos pequeños, en los que aquella unión se había consolidado. Pero eso ya no existía, un velo que era tan tenue ero que le separaba por siempe de ello, uno llamado muerte. Y ella debía haber compartido esa fortuna, pero no fue de esa manera. Ahora aquí, frente al agua que se movía lenta, con su profundidad y esa oscuridad eterna de un dolor que no la abandonaría, uno que se decía no podía gobernar su vida.
Esa nota, le había costado escribirla, no por el hecho mismo de pasar la pluma sobre el papel sino por lo que implicaba, pero estaba en esas tierras por esa razón, encontrarse con él. La hora había llegado y observaba las aguas como si viese algo en ellas hasta que sus sentidos le llevaron ese olor que añoraba. Se giró con la brisa moviendo sus cabellos, con esa pose altiva que tenía. Allí frente a ella estaba, el hombre al que le había entregado todo y quien se lo había arrebatado también.
Y todo aquel odio que creyó sentir, en ese momento se disipó. Pero ella ya lo sabía, que no podía sentir algo como eso hacía él, se había dado cuenta antes de verle con esa expresión en su rostro, que sin importar loq ue hiciera, su amor era más fuerte. Pero aún estaba el door, que intentó por todos los medios que tenía no demostrar, pero fuese su imaginación o no, sentía la expresión de su rostro transformarse. Lo que había contenido en ese tiempo estaba siendo liberado soo al observar sus ojoscon esa mirada singular que poseía.
Se acercó, con una seguridad que no poseía. Sus labios se movieron ero la voz no se escuchó, apagada por los sonidos que el ambiente llevaba, pero claramente se habían movido diciendo aquel nombre que en todo ese tiempo no había pronunciado, como si hubiese estado prohibido, tuvo ese impulso de abrazarlo y por otro lado los recuerdos le hicieron sentir esa agonía. Una parte de ella, la que recordaba a aquel par de chiquillos que había amado le decía que no podía perdonarlo y sin embargo, ya no podía sentirlo.
Déjame ver tu rostro, Cierra los ojos
Que se esfumen los recuerdos manchados en rojo
Mírame y déjame ver en tus pupilas la verdad oculta
Estoy aquí, esperando y rezando por ver lo que resulta
Esos ojos fríos que me observan como siempre lo han hecho
Es indiferencia o es solo sorpresa lo que veo en ellos
No soy un fantasma ni me esfumaré incluso si lo deseas
Y mi tonto corazón, palpita, esperando que aún lo poseas
Pero es inevitable saber que en tu mirada se esconde ese sentimiento
Y que no es a mi a quien se dirige ese razonamiento
Déjame verte, descubrirte y tal vez, solo tal vez entonces...
Pueda marcharme sin mirar atrás sin reproches...
Le llevó tiempo recuperarse, aprender a aceptar la transición de lo que era ahora, aceptar que había perdido lo que amaba, pero el sufrimiento de perder las vidas que ella misma había traído al mundo le había impedido tomar una decisión antes de aquellos días. París, la esplendorosa París. Ir allí era su única convicción. Su mente solo podía centrarse en esa figura, en su mente incluso si las imágenes ahora estaban manchadas en sangre, aún poseían en sus recuerdos la calidez que habían tenido en tiempos de antaño.
No era tonta, pero estaba enamorada, siempre lo estuvo de esa persona que ahora buscaba. Incluso si en algún punto había dádose cuenta de que éll no la amaba de la misma manera, eso no le impidió ser feliz. Él se convirtió en su familia y cuando sus hijos nacieron sintió la bendicion de tener a esos dos pequeños, en los que aquella unión se había consolidado. Pero eso ya no existía, un velo que era tan tenue ero que le separaba por siempe de ello, uno llamado muerte. Y ella debía haber compartido esa fortuna, pero no fue de esa manera. Ahora aquí, frente al agua que se movía lenta, con su profundidad y esa oscuridad eterna de un dolor que no la abandonaría, uno que se decía no podía gobernar su vida.
Esa nota, le había costado escribirla, no por el hecho mismo de pasar la pluma sobre el papel sino por lo que implicaba, pero estaba en esas tierras por esa razón, encontrarse con él. La hora había llegado y observaba las aguas como si viese algo en ellas hasta que sus sentidos le llevaron ese olor que añoraba. Se giró con la brisa moviendo sus cabellos, con esa pose altiva que tenía. Allí frente a ella estaba, el hombre al que le había entregado todo y quien se lo había arrebatado también.
Y todo aquel odio que creyó sentir, en ese momento se disipó. Pero ella ya lo sabía, que no podía sentir algo como eso hacía él, se había dado cuenta antes de verle con esa expresión en su rostro, que sin importar loq ue hiciera, su amor era más fuerte. Pero aún estaba el door, que intentó por todos los medios que tenía no demostrar, pero fuese su imaginación o no, sentía la expresión de su rostro transformarse. Lo que había contenido en ese tiempo estaba siendo liberado soo al observar sus ojoscon esa mirada singular que poseía.
Se acercó, con una seguridad que no poseía. Sus labios se movieron ero la voz no se escuchó, apagada por los sonidos que el ambiente llevaba, pero claramente se habían movido diciendo aquel nombre que en todo ese tiempo no había pronunciado, como si hubiese estado prohibido, tuvo ese impulso de abrazarlo y por otro lado los recuerdos le hicieron sentir esa agonía. Una parte de ella, la que recordaba a aquel par de chiquillos que había amado le decía que no podía perdonarlo y sin embargo, ya no podía sentirlo.
Déjame ver tu rostro, Cierra los ojos
Que se esfumen los recuerdos manchados en rojo
Mírame y déjame ver en tus pupilas la verdad oculta
Estoy aquí, esperando y rezando por ver lo que resulta
Esos ojos fríos que me observan como siempre lo han hecho
Es indiferencia o es solo sorpresa lo que veo en ellos
No soy un fantasma ni me esfumaré incluso si lo deseas
Y mi tonto corazón, palpita, esperando que aún lo poseas
Pero es inevitable saber que en tu mirada se esconde ese sentimiento
Y que no es a mi a quien se dirige ese razonamiento
Déjame verte, descubrirte y tal vez, solo tal vez entonces...
Pueda marcharme sin mirar atrás sin reproches...
Audrey Zagajewski- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 05/04/2012
Re: My beautiful moon [Audrey]
¡Era una ilusión!, claramente era eso, no pudo contener demasiado la respiración, su rostro no cambio de expresión ni por un segundo, pero estaba asustado, más que nunca, aquello era un punto algo vulnerable, tenía que haber algo que indicará una posible respuesta, solo un destello de algo, ella debía estar muerta, esa mujer a la que jamás presto atención como era, inclusive ahora aquella vulnerabilidad, aquellos deseos de los que estaba escapando, la culpa, el temor, todo se desemboco al mirarla, fue como un golpe a sus sentidos y apenas pudo moverse con la poca fortaleza que tenía, no iba a estrecharle entre brazos, mucho menos a ‘lloriquear’ porque una muerta estuviera frente a él como si nada, sin embargo camino hasta quedar frente a ella viéndola, aun conserva baba esa mirada llena de obsesión, llena de todos esos deseos que a la larga podrían volverse negativos, mientras pensaba en como debía hablarle le observo fijamente sin despegar la mirada, quizás su físico denotaba que se iba a desmoronar o algo así, porque aquello fue un momento que le dejo turbio como lo haría con cualquiera, trato de regular la respiración viendo aquella silueta, de carne y hueso, viva, más hermosa que nunca.
Ladeo la comisuras de sus labios apenas en una mueca, no sabía si era una sonrisa o algún gesto de disgusto -¿Cómo llegaste aquí? – Aquellos días frente a ella, esas noches que pasaba con la mujer que ahora tenía enfrente se le habían olvidado, ella lo amaba hasta en las peores de las facetas que pudo mostrar, aquellos niños, ¿Por qué ahora podía recordar los rostros dulces de esos chiquillos?, fue increíble que tantos recuerdos estaban ahora con él y aun así en esa época sentía la calma y un poco de cariño hacía ella, nunca pudo olvidar su nombre, su rostro se quedo en silencio en busca de aquella explicación. Preguntándose si en verdad quería venganza o solo reanudar lo que se había quedado una vez varado, ¿Le perdonaría?, no estaba seguro de nada, el dolor de esa mujer que parecía sombría a su vista, ella era capaz de todo.
El amor puede hacer mil maravillas pero cuando se convierte en obsesión es un problema constante, observó las olas, aquel firmamento desvanecerse y le volvió a mirar -¿Cómo es posible que ahora te encuentres aquí después de tanto tiempo? –Sonrío ahora si irónico por eso, quería explicaciones así fueran las más absurdas, deseaba saber -¿Qué paso aquella noche? –En la que él se convirtió en aquella bestia que fue arrastrada al mar, a un país extranjero, por el cual tuvo un precio demasiado alto y a su paso dejo aquellas heridas aun abiertas que nunca podrán sanar, ni para ella, ni para él, había cometido el peor de los crímenes, matar lo que había sido una representación de ambos en un arte maravilloso, aquello que era un signo de amor, esos dos pequeños que no tenían la culpa, ella podía sentirlo más, ella quien los llevo en su vientre y cuido hasta el ultimo momento, ahora justo ahora venían aquellos sentimientos de culpa y dolor, algo que jamás sintió, estaba pagando por haber desafiado quizás al destino, ahora se arrepentía de haber ido a buscar a su hermana, demasiado tarde, si él hubiera sabido el daño que le haría a la mujer que estaba frente a él jamás hubiera actuado. Pero en la vida nada esta ensayado y a eso venimos a aprender. –Audrey… -ese nombre desnudo, aquellas letras que tanto conocía –Perdóname –Clavo la mirada en esos orbes claros de color miel buscando una respuesta, buscando aun a esa mujer cálida por la cual desarrollo cariño.
Invitado- Invitado
Re: My beautiful moon [Audrey]
¿Cuánto tiempo había pasado realmente? Estando lejos, sin ver la expresión de su rostro. En ese instante su mente se había desconectado. El dolor y los recuerdos se habían esfumado, el sonido de su corazón que se agitaba por verle en ese instante frente a él. Lo irónico para ella era haberse convencido de su rencor y darse cuenta que aunque podía sufrir al verle, no podía odiarlo.
Y no lo habría recordado, de no ser por esa pregunta… qué había pasado aquella noche… En su rostro se vislumbró un dejo de sufrimiento. El tiempo podía curar las heridas, pero una madre jamás debería ver morir a sus hijos. Ese era un castigo de algo que no sabía si había cometido -¿Qué importa cómo es que estoy aquí ahora? He venido hasta ti pensando que al encontrarte mi odio tomaría poder sobre mí – Eso era una ilusión, su razón y sus sentimientos se habían contrapuesto en ese momento. Se acercó mucho más, era para ella también como ver a un fantasma. Esa noche misma cuando la luna hizo sus estragos, cuando ese hombro se llevó de su lado a los dos seres que le amaban y que ella adoraba –No lo recuerdo – Qué podía decir, la sangre, su intento de protegerlos, de saber qué estaba sucediendo, preguntándose que había pasado con él. Luego de que aquellas garras se habían hundido en su piel, simplemente sintió la vida escaparse de su ser –Solo sé que desperté… dándome cuenta de que aquella espantosa noche no había sido una simple pesadilla, que todo lo que había visto durante esos años se había desvanecido- Había estado allí, aquella persona cuidándola y que se encargó de explicarle tantas cosas.
Aprender que se había convertido en lo mismo que había destruido cualquier cosa que consideraba buena en su vida, fue al inicio algo inaceptable y totalmente una maldición. Pero si había perdido todo, ya no tenía nada que la atara… Salvo él. Su libertad, de la forma más atroz, le había sido dada. Aprendiendo a controlar esa bestia que ahora en su interior habitaba. Era algo casi imposible, pero esos años solo pensó en que no quería ser un mensajero de desgracias sobre quien apareciera en su camino en las noches en que la hermosa luna que antes le gustaba se alzara. Ahora, cada vez que la veía era solo un aviso de algo inevitable, de una transformación que le convertía en algo que odiaba, porque recordaba, aquella silueta, su forma de arrancar la raíz de todas las cosas en las que había creído o en las que quería creer. Aquella pregunta, traían aquellos recuerdos, todo lo que había sentido, sabiendo que él se había marchado, pensando que había muerto. Tan poco le había importado, había ido tras su sueño, esa persona a la que amaba, más de lo que nunca la quiso a ella.
Pero el amor es algo tan incomprensible, en su ser le veía y ella misma no podía comprenderlo, por eso la nostalgia, el amor, la tristeza de verse sola y abandonada por quien había querido de una manera sin igual, el desconcierto ante la verdad. Ahora tenía que enfrentarse a ello, frente a la persona que era su mayor miedo, porque frente a él volvía a sentir aquella llama avivarse, capaz de perdonarle todo aquello, pero entonces ¿Cómo borraría todos esos recuerdos? Era algo que no podía hacer, que no podría, porque sus hijos, quienes llevaban su sangre se habían esfumado. Había lidiado con el duelo; siendo el la causa había querido ir tras él en aquel momento, entonces si lo hubiese hecho probablemente el dolor le habría cegado. Ahora eso se había asentado, la fuerza de ello había menguado. Y por fin, después de ese tiempo, se había decidido a ir y encontrarlo. Saber su dirección, si había alguien más a su lado, tuvo que ir averiguando lo necesario. Y esa nota al fin había enviado. Podría haber aparecido tras su puerta simplemente, pero las posibilidades que había pensado le hicieron citarlo lejos de todo aquello, en ese lugar como si fuera neutro.
Sus ojos claros con calma le observaron. En su memoria la imagen era tan nítida que podría haber pensado que él solo era una alucinación producto de su desesperación. Pero no lo era, que clase de persona imaginaria cosas de esa manera, su locura era un tanto diferente a esa y aun así su mano se acercó hasta tocar su piel, asegurarse de su calidez. La apartó inmediatamente pues algo se removía en el fondo de su alma. Como puede ser un sentimiento tan insistente… como después de creer odiar resulta que al darte cuenta de la realidad no puedes hacerlo. No había buscado venganza desde el primer momento, sabía que no podría hacerlo, quitar la vida a lo único que quedaba de aquella ahora extinta familia. Pero él era a quien había jurado lealtad, amor sin condición, a quien había soñado desde los años tardíos de su infancia.
Perdonarle había dicho y su rostro reflejó lo que había en ella, la confusión ahora que le veía, por no poder decirle que lo detestaba, el dolor por verle y recordar de manera tan clara la única escena que estaba grabada con fuego en su mente, en el que aquellas dos vidas le habían sido arrebatadas de su manos, la forma horripilante en la que frente a sus ojos sucedió todo. No era justo para ella haber sido testigo de ello y tampoco el que aquel anhelo hacia él aún existiera –No puedo odiarte, Tuomas- Una voz demasiado suave; Contradicción en la mirada -… Pero no sé cómo perdonarte…- No lo sabía porque la situación no era lo que ella esperaba. No podía maldecir a aquello que había amado… que aun amaba ahora que lo comprobaba…
Y no lo habría recordado, de no ser por esa pregunta… qué había pasado aquella noche… En su rostro se vislumbró un dejo de sufrimiento. El tiempo podía curar las heridas, pero una madre jamás debería ver morir a sus hijos. Ese era un castigo de algo que no sabía si había cometido -¿Qué importa cómo es que estoy aquí ahora? He venido hasta ti pensando que al encontrarte mi odio tomaría poder sobre mí – Eso era una ilusión, su razón y sus sentimientos se habían contrapuesto en ese momento. Se acercó mucho más, era para ella también como ver a un fantasma. Esa noche misma cuando la luna hizo sus estragos, cuando ese hombro se llevó de su lado a los dos seres que le amaban y que ella adoraba –No lo recuerdo – Qué podía decir, la sangre, su intento de protegerlos, de saber qué estaba sucediendo, preguntándose que había pasado con él. Luego de que aquellas garras se habían hundido en su piel, simplemente sintió la vida escaparse de su ser –Solo sé que desperté… dándome cuenta de que aquella espantosa noche no había sido una simple pesadilla, que todo lo que había visto durante esos años se había desvanecido- Había estado allí, aquella persona cuidándola y que se encargó de explicarle tantas cosas.
Aprender que se había convertido en lo mismo que había destruido cualquier cosa que consideraba buena en su vida, fue al inicio algo inaceptable y totalmente una maldición. Pero si había perdido todo, ya no tenía nada que la atara… Salvo él. Su libertad, de la forma más atroz, le había sido dada. Aprendiendo a controlar esa bestia que ahora en su interior habitaba. Era algo casi imposible, pero esos años solo pensó en que no quería ser un mensajero de desgracias sobre quien apareciera en su camino en las noches en que la hermosa luna que antes le gustaba se alzara. Ahora, cada vez que la veía era solo un aviso de algo inevitable, de una transformación que le convertía en algo que odiaba, porque recordaba, aquella silueta, su forma de arrancar la raíz de todas las cosas en las que había creído o en las que quería creer. Aquella pregunta, traían aquellos recuerdos, todo lo que había sentido, sabiendo que él se había marchado, pensando que había muerto. Tan poco le había importado, había ido tras su sueño, esa persona a la que amaba, más de lo que nunca la quiso a ella.
Pero el amor es algo tan incomprensible, en su ser le veía y ella misma no podía comprenderlo, por eso la nostalgia, el amor, la tristeza de verse sola y abandonada por quien había querido de una manera sin igual, el desconcierto ante la verdad. Ahora tenía que enfrentarse a ello, frente a la persona que era su mayor miedo, porque frente a él volvía a sentir aquella llama avivarse, capaz de perdonarle todo aquello, pero entonces ¿Cómo borraría todos esos recuerdos? Era algo que no podía hacer, que no podría, porque sus hijos, quienes llevaban su sangre se habían esfumado. Había lidiado con el duelo; siendo el la causa había querido ir tras él en aquel momento, entonces si lo hubiese hecho probablemente el dolor le habría cegado. Ahora eso se había asentado, la fuerza de ello había menguado. Y por fin, después de ese tiempo, se había decidido a ir y encontrarlo. Saber su dirección, si había alguien más a su lado, tuvo que ir averiguando lo necesario. Y esa nota al fin había enviado. Podría haber aparecido tras su puerta simplemente, pero las posibilidades que había pensado le hicieron citarlo lejos de todo aquello, en ese lugar como si fuera neutro.
Sus ojos claros con calma le observaron. En su memoria la imagen era tan nítida que podría haber pensado que él solo era una alucinación producto de su desesperación. Pero no lo era, que clase de persona imaginaria cosas de esa manera, su locura era un tanto diferente a esa y aun así su mano se acercó hasta tocar su piel, asegurarse de su calidez. La apartó inmediatamente pues algo se removía en el fondo de su alma. Como puede ser un sentimiento tan insistente… como después de creer odiar resulta que al darte cuenta de la realidad no puedes hacerlo. No había buscado venganza desde el primer momento, sabía que no podría hacerlo, quitar la vida a lo único que quedaba de aquella ahora extinta familia. Pero él era a quien había jurado lealtad, amor sin condición, a quien había soñado desde los años tardíos de su infancia.
Perdonarle había dicho y su rostro reflejó lo que había en ella, la confusión ahora que le veía, por no poder decirle que lo detestaba, el dolor por verle y recordar de manera tan clara la única escena que estaba grabada con fuego en su mente, en el que aquellas dos vidas le habían sido arrebatadas de su manos, la forma horripilante en la que frente a sus ojos sucedió todo. No era justo para ella haber sido testigo de ello y tampoco el que aquel anhelo hacia él aún existiera –No puedo odiarte, Tuomas- Una voz demasiado suave; Contradicción en la mirada -… Pero no sé cómo perdonarte…- No lo sabía porque la situación no era lo que ella esperaba. No podía maldecir a aquello que había amado… que aun amaba ahora que lo comprobaba…
Audrey Zagajewski- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 05/04/2012
Re: My beautiful moon [Audrey]
‘El amor es un estado mágico que ayuda a vivir, la obsesión
en cambio puede llegar a ser mortal’
en cambio puede llegar a ser mortal’
Tenía el rostro de ella impreso bajo esas facciones que denotaban su dolor, el resentimiento con el cual había vivido todos esos años, pero el licántropo no estaba tan interesando en aquello, solo quería cerrar los ciclos de aquella vida, esas palabras que salían de sus labios, como si fuera algo verdaderamente, aquellas líneas que formaban sus memorias, era posible que fuera real, que sus pensamientos no se habían apoderado de él, fue tan despistado, la fue olvidando al grado que ni siquiera reconoció aquella letra impresa, inútilmente una palabra como ‘perdón’ solucionaba algo, el daño estaba hecho y completo, tanto que le había cambiado la vida y existencia a ella, llevaría marcado para siempre el dolor, la miseria, aquel coraje y el odio que profesaba por él una parte de ella parecía aun aferrada a ese mal sentimiento que causaba estragos en él, peor debía comprender que no fue él en ese momento quien había deshecho aquella ‘maravillosa’ vida que llevaban juntos. Había sido culpa de la obsesión, de la venganza, de aquello que conformaba en lienzo donde Tuomas se dibujaba solo. –Audrey, comprendo lo que dices, incluso yo he vivido odiándome desde aquella noche, aun los recuerdos son borrosos, un ‘lo siento’ nunca curara el dolor que como madre y esposa has pasado.– los ojos del licántropo se posaron sobre los de ella, sobre aquel rostro tan hermoso, ¿Qué le podía decir?, había aprendido algo hace tiempo, no hacer promesas porque si, a esa mujer le debía demasiado. Sin embargo ¿Qué haría justo ahora que se había tomado la molestia de perseguirlo? Como si él fuera su única salvación.
Se acercó a ella, la observó de pies a cabeza, había dicho aquello y ella parecía un ángel, sus brazos le rodearon como jamás lo había hecho, siempre fue indiferente en cualquier tipo de relación, más en aquellas amorosas, era más bien descuidado con lo que tenía, pero a ella se la habían impuesto, jamás le dijo cuanto la quería o llegaba a apreciar, simplemente guardaba silencio para poder expresar lo que verdaderamente sentía al tenerla siempre cerca, si le pidiesen recordar como eran, la verdad no sabría responder, él estaba tan perdido en sus propios ideales pero así es el carácter de Tuomas, fuerte, frío, indiferente, descuidado y a veces salvaje. Trato de que ella sintiera más que nunca la cercanía que necesitaba. –Y aún te arrastre a ello, como siempre, quisiera que jamás hubieses pasado por eso, estoy en deuda contigo después de arrebatarte lo que tanto has querido –Y lo menos que podía hacer era corresponder a aquello, volver a empezar o por lo menos mantenerla cerca, aunque eso retrasará aun más aquellos planes que tenía al estar en Paris, sin embargó para él era demasiado difícil pedir una cosa como aquella.
Ella era como un ángel pero a la vez tan decidida y orgullosa, en algo se parecía a Tuomas , antes de que todo pasará su embriagante perfume aun estaba dentro suyo como la primera vez que le fue presentada para tomarla como esposa, no podía curar ningún dolor ni remediar nada, se separo casi inmediato de ella y le miro fijamente con aquellas pupilas llenas de ese tinte extraño, la seriedad que el lobo proyectaba a veces era difícil de descifrar, -Dime, Audrey después de decirme todo aquello, después de perseguirme con esas fuerzas que solo el dolor y el rencor te dio, ahora que no puedes hacer nada ¿qué esperas de mí?, ¿Qué pretendes haga ahora que estas aquí?– para él lo mejor que ella pudo haber hecho fue quedarse, si ella le preguntaba, no le dolía el simple hecho de haber perdido todo en una sola noche donde él no era quien siempre observaron, quizás aquello estaba dentro de su naturaleza, solo faltaba un detonador. La pregunta en todos de los casos, así observara la situación por donde sea, era ¿Qué seguiría ahora que ella estaba ahí?, ¿Acaso podrían seguir siendo lo de siempre?, lo dudaba, incluso con ella presente él solo conseguiría ausentarse, su búsqueda apenas comenzaba.
Invitado- Invitado
Re: My beautiful moon [Audrey]
Dicen que el amor es de locos o tontos,
ese sentimiento me ha embargado
Y cada vez que veo tus ojos
en el tiempo que tu silueta he añorado
Te deseo, te extraño y solo puedo mirarte de soslayo,
pues me doy cuenta que en tu ojos he de perecer
Es tu mirada lo que provoca el deseo en el interior de mi alma
a pesar de la distancia y el egoísmo en tu proceder
ese sentimiento me ha embargado
Y cada vez que veo tus ojos
en el tiempo que tu silueta he añorado
Te deseo, te extraño y solo puedo mirarte de soslayo,
pues me doy cuenta que en tu ojos he de perecer
Es tu mirada lo que provoca el deseo en el interior de mi alma
a pesar de la distancia y el egoísmo en tu proceder
Ah, qué difícil era que la razón y los sentimientos estuviesen en el mismo lado del esquema. Le veía y se dividía. No había ido allí buscando venganza, muy contrario a eso, solo había querido demostrarse algo a sí misma. Tenía el presentimiento incluso nates de pisar aquel suelo. La intuición puede ser algo de lo que te lamentes al negarla o sientas cierto alivio al ver que no te equivocabas. Pero la contradicción de acuerdo a todo lo que había pasado se hacía presente y al mismo tiempo se esfumaba. Tras las primeras veces que su cuerpo había cambiado y mutado adoptando la forma del lobo. En aquel estado ¿Habría sido ella capaz de detenerse? Le veía y se daba cuenta, que a través de la distancia o del aparente olvido, jamás había dejado de pensar a quien le había prometido su corazón, su vida sabiendo que él no lo habría querido.
Sus palabras, le hicieron sonreír de manera nostálgica, triste al recordar algo que buscaba dejar atrás. Decidirlo, antes de subir a un navío, se había dicho que al legar, todo lo que conoció y esos recuerdos que podían perturbarla, también estaban quedando atrás, encerrados bajo llave. No podía olvidar, pero no podía amargar su vida viviendo en un pasado y en una historia que de ese modo no tendría un final.
Ese abrazó le desarmó. Él era la única persona que había amado y la que aún amaba a pesar de sus deseos en ese tiempo de haberlo negado ¿A quién engañaba? Había buscado un razonamiento que lo explicara, y a sabiendas que no existiría ella misma había creado lo que había creído para perdonarlo. No podía hacer otra cosa. No respondió con palabras. Sabía bien la razón por la que sin siquiera quedarse después de aquel día que había sido más una tragedia, se habia marchado a aquel país. Muy a su pesar nunca había sido lo suficientemente ingenua y aquellaspreguntas le hicieron regresar a la realidad -Yo, Tuomas? Quieres saber mi deseo? No he de responder a tus cuestionamiento sin saber algo primero- Clavó sus oscuras pupilas en las del hombre al que le daría su vida entera. Esa había sido su promesa, había prometido frente a un altar y en promesa a un Dios que le amaría hasta el final de sus días y con ella, probablemente sería así incluso si pasaban aún agunas décadas y tenía que mantenerse distante de lo que le dictaba aquella sentencia.
No era ella quien miraba a un escenario diferente o quien amaba a alguien diferente a pesar de las circunstancias -La has encontrado? - Preguntó sin siquiera pensarlo. A quien podría engañar más que a sí misma para mantener la calma, fingiendo que no lo sabía. Lo había notado, solo hacía falta una mirada, un comentario, para guiar al razonamiento, para sentir incluso si lo temías de cierto. Lo certero podía calarte los huesos al ver como un agente externo cuando deberías ser uno de los protagonistas de aquella historia sin tiempo.
Había algo curioso cuando amabas a alguien como ella lo hacía -Estás buscándola ¿Qué harás cuando la encuentres? - ¿Cómo podía decir ella que esperaba sin saber eso siquiera? No podía fingir, ignorarlo y enterrarlo y buscar algo que no obtendría, o que nunca había en realidad tenido. No le dolía, porque cuando sabes que quien amas no puede corresponderte, a veces tomas desisiones de la misma manera que ella.
Última edición por Audrey Zagajewski el Jue Dic 06, 2012 12:27 am, editado 1 vez
Audrey Zagajewski- Licántropo Clase Alta
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Re: My beautiful moon [Audrey]
De alguna manera debía sacar aquello de su mente, la idea de abandonar su pasado, incluso en parís su nombre era tan diferente, sus vestimentas y el actuar con el que siempre le conocían, deseaba pasar desapercibido, sus planas estaban casi truncados al ver a aquella mujer frente a él, aquella mujer que había enterrado hace tiempo porque así la creía, muerta. Había enterrado casi todos sus recuerdos, pero ahora había un cabo suelto, ella volvía a presentarte como si nada, como si todo se fuese esfumado. La tenía en sus brazos frente a ese escenario oscuro, en sus brazos sentía aquella preocupación, el licántropo percibió todo aquello. Ni su estilo de vida podía brindarle tampoco un apoyo, como el que se divisaba en sus pupilas, su agarre que disminuyo un poco le ayudó a sentir a la mujer de una forma completa, quería saberlo todo, absolutamente todo, lo que ella pensaba, lo que ella podía hacer ahora que estaba en parís pero se negaba a hablar, el licántropo dejo ver una sonrisa algo cínica, sabía que ella lo conocía, que muy alejados estaban pero ella muy cercana se volvía pues el cariño, amor o como se pueda llamar que tenía Audrey hacía Tuomas era un tanto más fuerte que sus estúpidos esfuerzos por ocultar sus verdaderas intensiones.
Era evidente que ella pondría condiciones, que ella sería la que pusiera las reglas en ese juego pero nada más, simple preguntas que posiblemente abrirían de nuevo heridas, debía hacerla entender, decirle con seguridad que el amor que sentía hacía aquella mujer no era nada enfermizo, mucho menos extraño o de malos ojos, el vinculo que tenían como hermanos gemelos era el que le mantenía atado a ella, frunció el ceño, soltándola, dejando que le mirase completamente para que comprobará que era cierto, que las palabras futuras salían tal cual. Sin esfuerzos, sin buscar escusas estúpidas y baratas que ella podía pasar y fingir que todo estaba bien. Sabía o posiblemente se imaginaba que su esposa sabía lo que Tuomas hacía, cada movimiento, cada mirada dirigida al vacío, movió un poco la cabeza viendo hacía aquellos barcos, viendo a la poca gente que pasaba ahí agachando la mirada, el aspecto del licántropo pocas veces podía emanar confianza, por lo cual las miradas hacía la mujer que hablaba con él eran más bien de desprecio.
Cuando iba pronunciar palaras, esas preguntas fueron muros, fueron los dedos que sellaron momentáneamente sus labios, dejo que el viento hiciera el sonido del suspenso y la escena se congelara i pareciera eso, ¿Qué iba a decirle?... Parecía que ella lo sabía todo –Sabes que no la he encontrado, también sabes que no la deseo de otra forma, más que de la única que siempre tuve, como una hermana…-Hizo una pausa, esperaba que eso saciara la sed de curiosidad. Termino la oración tras verle -Sabes bien lo que haré, llevarla lejos, quizás no a Finlandia, pero si lejos de este maldito país y del encierro donde se encuentra y… tu podrás venir conmigo y quizás comenzaremos de nuevo, quizás no pueda darte de nuevo los hijos que perdiste pero el darte la familia que deseaste cuando fuiste atada a mí bajo esos juramentos…Espero eso lo entiendas –Murmuró ofreciéndole el brazo, como aceptando de nuevo que Audrey sería la única mujer en su vida.
-Debo decir que en esta ciudad debes cuidar tu nombre, de donde vienes, empezaremos con una vida fingida ante los demás, olvida los lujos, serás una mujer de clase media si aun deseas estar conmigo, sino vete por donde has venido… Y todo para buscarla a ella –A ella cual odio despertaba en Audrey, pero fue lo único que le pudo decir tras haberla encontrado en ese lugar, sus nombres, identidades, absolutamente todo, quizás por parte de él sonaba tan altanero, pero esa era la actitud que mostraba ahora, no podía ser ese músico frustrado, callado y que jamás sirvió para ser padre.
Invitado- Invitado
Re: My beautiful moon [Audrey]
¿Podía creerle aquello? Un amor filial, podía entenderlo, pero antes, siempre sintió ese vacío, cada vez que hablaba de ella la expresión en su semblante era diferente, probablemente como el suyo cuando le tenía a él presente. Lo amaba y si antes había aceptado aquella vida, ahora que lo había perdido todo y él era la única conexión que poseía. ¿Qué más daba si mentía? Esa luz que le iluminaba tal vez no era ella quien la encendía.
Había fingido estar ciega cuando en aquella ocasión volvió y su carácter cambió. Guardó las lágrimas y se enfrentó a un tiempo atroz, viendo como perdía su cariño. Claro que no podía negarlo. Había estado celosa, porque sus ojos no parecían mirarle, porque en su mente ella perdía la fuerza ante la muchacha, que si bien no podía culpar, no podía agradarle. Porque ella no era la responsable, de que ese hombre no pudiese amarle en ese entonces.
Quiso mantener como hasta ese momento, impasible, aún con esa tormenta que tenía tanto tiempo de haber sido desatada en su interior. Sintió la presión en sus mejillas, las ganas de llorar, pero tenía una oportunidad. Podían llamarle ingenuidad, pero siempre que existiera la posibilidad, incluso si no podía olvidar del todo, incluso así, lo amaba, suficiente para perdonar aquella atrocidad.
Su corazón obsesivo, loco, fuera lo que fuera, no podía ignorar esos sentimientos, no podía apartarlos. No era la misma mujer que en ese entonces, el sufrimiento la había llevado a los extremos, ese tiempo en el que él no le había visto, parecía haberla endurecido, pero se daba cuenta, que el seguía siendo su debilidad, de que por él estaba dispuesta a hacer lo que le pedían y más. Una parte de ella le gritaba que se marchara, que abandonara esa ilusión que no era pasajera. Pero su mano se deslizo en el brazo ajeno, sintiendo esa naturalidad extraña al hacerlo.
No quería renunciar, antes terminaría agotando cada fibra de su ser, hasta que ya no pudiese amarle. Había perdido una vez cuando a él se le llevó a prisión, esos rumores corriendo por las calles y ella ignorándoles como si fuese lo más fácil. En silencio, en su ausencia, había querido hacer más de una cosa. Incluso si ella pensaba en que estaba con ella, ciertamente desde que volviera había notado aquella distancia abrumadora. Esa oscuridad que veía y que no sabía como hacer retroceder. Siempre se mantuvo firme, sin llorar, sin resentirse.
Y justo ahora, más que nunca, más que cualquiera de esas veces sintió todo con una intensidad inmensa escuchándole. No buscaba opacar el amor que sentía por su hermana, confiaba en que él adorándola como la hacía, a pesar de eso, decía la verdad en sus palabras. Incluso creería alguna mentira si eso le hacía poder llegar al punto que quería. Ella desde niña, viéndole con esa misma admiración, desarrollando ese sentimiento del que no podría deshacerse hasta la muerte probablemente.
-Se que no es posible recuperar lo que hubo en un pasado… ¿Crees que me importa aparentar ser alguien que no soy en realidad? –Le parecía en realidad poco, podía hacer eso, estaba segura de ello –Los lujos…. Crees que los he tenido en este tiempo? He renunciado a ells incluso antes de venir aquí–No, se le había dado por muerta esa noche, no había podido aparecer tal como antes. Había estado buscando, aprendiendo, de modo que ese día en el que le encontrara de nuevo llegara, fuese para vengarse o hacer justo lo que estaba haciendo –Incluso si así fuese ¿crees que no los dejaría por ti? –Eso fue más un susurro, como admitiendo el grado al que siempre había estado dispuesta a llegar por él. Ella había sido criada de esa manera, pero en los últimos tiempos había visto otra cara de la moneda –Permaneceré a tu lado, Tuomas – Dijo con ese tono melódico y suave en su voz, ella era su esposa, sin importar la forma ella iba a luchar por él. Incluso si aquellas sombras no desaparecían nunca.
Su brazo sosteniéndose del de él, hizo una ligera presión ‘Y todo para buscarla a ella’, incluso si así era, su convicción desde antes ya estaba puesta, había jurado amarlo el día en que fue tomada por él, consumando aquel matrimonio, arreglado como casi todos. Pero ella siempre le había amado en silencio y continuo hasta verse en ese puesto, que había anhelado y soñado. No podía negarlo, sentía ese miedo inhumano, pero ya no sentía rencor, era tan extraño pero no quería irse ni dejarlo atrás ahora. Se recargó en su hombro, llorando lo que no lloró al notar que lo había perdido todo una noche de luna llena en la que su mundo se dio la vuelta.
Había fingido estar ciega cuando en aquella ocasión volvió y su carácter cambió. Guardó las lágrimas y se enfrentó a un tiempo atroz, viendo como perdía su cariño. Claro que no podía negarlo. Había estado celosa, porque sus ojos no parecían mirarle, porque en su mente ella perdía la fuerza ante la muchacha, que si bien no podía culpar, no podía agradarle. Porque ella no era la responsable, de que ese hombre no pudiese amarle en ese entonces.
Quiso mantener como hasta ese momento, impasible, aún con esa tormenta que tenía tanto tiempo de haber sido desatada en su interior. Sintió la presión en sus mejillas, las ganas de llorar, pero tenía una oportunidad. Podían llamarle ingenuidad, pero siempre que existiera la posibilidad, incluso si no podía olvidar del todo, incluso así, lo amaba, suficiente para perdonar aquella atrocidad.
Su corazón obsesivo, loco, fuera lo que fuera, no podía ignorar esos sentimientos, no podía apartarlos. No era la misma mujer que en ese entonces, el sufrimiento la había llevado a los extremos, ese tiempo en el que él no le había visto, parecía haberla endurecido, pero se daba cuenta, que el seguía siendo su debilidad, de que por él estaba dispuesta a hacer lo que le pedían y más. Una parte de ella le gritaba que se marchara, que abandonara esa ilusión que no era pasajera. Pero su mano se deslizo en el brazo ajeno, sintiendo esa naturalidad extraña al hacerlo.
No quería renunciar, antes terminaría agotando cada fibra de su ser, hasta que ya no pudiese amarle. Había perdido una vez cuando a él se le llevó a prisión, esos rumores corriendo por las calles y ella ignorándoles como si fuese lo más fácil. En silencio, en su ausencia, había querido hacer más de una cosa. Incluso si ella pensaba en que estaba con ella, ciertamente desde que volviera había notado aquella distancia abrumadora. Esa oscuridad que veía y que no sabía como hacer retroceder. Siempre se mantuvo firme, sin llorar, sin resentirse.
Y justo ahora, más que nunca, más que cualquiera de esas veces sintió todo con una intensidad inmensa escuchándole. No buscaba opacar el amor que sentía por su hermana, confiaba en que él adorándola como la hacía, a pesar de eso, decía la verdad en sus palabras. Incluso creería alguna mentira si eso le hacía poder llegar al punto que quería. Ella desde niña, viéndole con esa misma admiración, desarrollando ese sentimiento del que no podría deshacerse hasta la muerte probablemente.
-Se que no es posible recuperar lo que hubo en un pasado… ¿Crees que me importa aparentar ser alguien que no soy en realidad? –Le parecía en realidad poco, podía hacer eso, estaba segura de ello –Los lujos…. Crees que los he tenido en este tiempo? He renunciado a ells incluso antes de venir aquí–No, se le había dado por muerta esa noche, no había podido aparecer tal como antes. Había estado buscando, aprendiendo, de modo que ese día en el que le encontrara de nuevo llegara, fuese para vengarse o hacer justo lo que estaba haciendo –Incluso si así fuese ¿crees que no los dejaría por ti? –Eso fue más un susurro, como admitiendo el grado al que siempre había estado dispuesta a llegar por él. Ella había sido criada de esa manera, pero en los últimos tiempos había visto otra cara de la moneda –Permaneceré a tu lado, Tuomas – Dijo con ese tono melódico y suave en su voz, ella era su esposa, sin importar la forma ella iba a luchar por él. Incluso si aquellas sombras no desaparecían nunca.
Su brazo sosteniéndose del de él, hizo una ligera presión ‘Y todo para buscarla a ella’, incluso si así era, su convicción desde antes ya estaba puesta, había jurado amarlo el día en que fue tomada por él, consumando aquel matrimonio, arreglado como casi todos. Pero ella siempre le había amado en silencio y continuo hasta verse en ese puesto, que había anhelado y soñado. No podía negarlo, sentía ese miedo inhumano, pero ya no sentía rencor, era tan extraño pero no quería irse ni dejarlo atrás ahora. Se recargó en su hombro, llorando lo que no lloró al notar que lo había perdido todo una noche de luna llena en la que su mundo se dio la vuelta.
Audrey Zagajewski- Licántropo Clase Alta
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Re: My beautiful moon [Audrey]
Como todo humano había cometido severos errores, uno de ellos era haberla abandonado, haberla dejado a su suerte aun cuando él estaba a su lado, había descuidado a su familia, a aquellas personas que lo amaron, a los hijos que no vera crecer, a los que alguna vez les escucho decir ‘padre’, eso ya había pasado. Y estúpidamente se lo había perdido solo por estar sumido en un solo objetivo, quizás él también poseía esa parte obsesiva que no le dejaba vivir en paz. Su hermana de alguna manera le había consumido todo, los recuerdos, la vida y ella seguro no querría eso para él. ¿Estaría viva?, se preguntaba en ese momento que cruzaba mirada con aquella esposa suya. Esa noche no había luna llena, el cielo lucia despejado, demasiado hermoso, se había olvidado de contemplar todas esas maravillosas cosas, sumido en esos recuerdos y sus objetivos. Un hombre quizás sería dichoso con su determinación pero le costaba demasiado. Ya no se iba a permitir hacerlo, debía esforzarse más, quien mejor que revivir esa parte suya que había permanecido dormida. Ella, estaba ahí, imponente, con una fuerza atroz. Y él la admiraba. Tomo su mano de un de repente. Hacía demasiado tiempo que no sentía el calor de una fémina. No había estado con alguna desde ella. Poco le interesaban los placeres carnales. Todo había cambiado en su entorno. Podía dejar de ignorarla ahora. Tomo su mano y la apretó con delicadeza, camino con ella, la llevaría a esa casa donde estaba quedándose, era un hogar modesto pero suficiente para ella. Sus pensamientos ahora se concentraban en ella. Y un ‘lo siento’ quizás no le daría la solución, llevó su mano hasta sus labios, besando el dorso, volviendo a caminar, no la observaba, no porque fuera cobarde o tuviera miedo de lo que había pasado, era más bien porque aún le tenía amor, un amor que no podía expresar con palabras. El licántropo era malo para los sentimientos y las cosas más humanas. O coloquialmente conocidas, ‘cosas del corazón’
Audrey, ella juraba que podía permanecer a su lado, no sabía si estar agradecido o algo similar. Sabía que le había fallado, que desde siempre le había amado, se preguntaba ¿Cómo una persona puede amar a otra sin importarle las adversidades que se presenten?, era un gran amor y lo tenía enfrente, volteo a verla, mientras caminaban hasta llegar a donde el transporte los llevaría, le ayudo a subir y se sentó frente de ella, escuchando el sonido de las ruedas contra las piedras, de aquellos caballos siendo guiados por el chofer y de aquel cielo despejado que apenas se divisaba entre las cortinas que adornaban dichoso carruaje. –Gracias Audrey–Por primera vez se las daba, se observaba una sonrisa sincera en sus facciones. Observó sus pupilas y tomo una de sus manos admirando la palma de esta, sus cabellos azabaches, la elegancia que portaba era tan natural y el sonido de su voz, amaba el sonido de su voz, todo en ella era único. -¿Sabes que siempre admiré de ti?, ese amor infinito que tienes por mí, quizás no lo vislumbre ni disfrute antes, pero hoy, cuando te has presentado de esta manera, así de pronto, como si fueras una recuerdo proyectado de mis memorias, echo una mirada al pasado, hojeo ese libro y encuentro que tu amor siempre ha tenido presencia y fuerza en mí –Tuomas hizo una ligera pausa, antes de estar a su lado y abrazarle, era demasiado malo para esas escenas, a veces se sentía un poco extraño pero eso era lo de menos. Estaba tremendamente agradecido con ella, que no sabía cómo empezar a pagarle, como curar esas heridas que abiertas traía desde hacía años…pero de una cosa estaba seguro, que ignorarla no iba a ser una opción en su nueva vida. –Jamás dije esto, pero a mi manera aprendí a amarte, después de salir de aquel lugar, de todo lo que paso, pensé en ti, inundaste mis pensamientos, mi razón, solo deseaba verte, pedirte perdón aunque eso ahora no solucione nada. Pero estabas ahí, de alguna manera comprendí que eras parte importante de mí, de esta vida. Y ahora te tengo de nuevo. Quizás si me dejas, pueda corregir algunas cosas.-Habían llegado a su destino le ayudo a bajar, ahí estaba aquella casa, aquel nuevo hogar, no apto todavía para una dama pero se encargaría de ello en cuanto le fuera posible. Los celos de ella quizás fueran aminorando, estando en esa ciudad aquello podía perderse, todo esos sentimientos, porque nadie sabía lo que les esperaba, observó el cielo, antes de entrar a aquella casa. Tomando la mano de aquella mujer que juraba permanecer con él, llevándole hasta el interior, vislumbrando su belleza, había demasiadas cosas que aun quería preguntarle, justo ahora lo que más deseaba era disfrutar de su compañía.
Invitado- Invitado
Re: My beautiful moon [Audrey]
Las palabras, cuando vienen de las personas con las que tienes algún tipo de lazo, pueden tener un efecto devastador, pueden hacerte sentir algo tan diferente a lo que se sentiría cuando te las dice alguien a quien no conoces. Audrey estaba segura de lo que decía, sabía que podía perdonarlo, sin embargo, había cosas que hubiese preferido borrarde su mente y probablemente le harían la vida más sencilla. Como el recuerdo de sus hijos que ya jamás vería. Y sin embargo, no podía, aunque tuviese la opción de hacerlo, porque habían sido algo que ella había amado, fruto de ese hombre al que siempre vio como el perfecto para ella.
A veces ella misma se había preguntado como podía verle de esa manera, como un amor imposible en un inicio o como si fuera tan inalcanzable, había crecido y estado pensándolo de esa manera hasta que la vida le llevó a ser arte de la vida de él. Y pensó que era suficiente. Pero mientras el silencio se hizo en el carruaje y hasta el instante en que la voz varonil le hizo mirarle, tras los pequeños gestos, que ella más que nadie sabía cuánto podían costarle a quien había compartido parte de su tiempo con ella.
Pero fueron sus palabras las que removieron en su interior todos aquellos sentimientos que guardaba para él. no dijo nada, no fue capaz de hacerlo, pero sus ojos tomaron ese color cristalino que le daban las lágrimas contenidas en ellos. Palabras que había deseado escuchar antes, mucho antes. Pero que ahora llegaban a ella con una abrumadora forma. Bajó del carruaje, dejando que él le ayudase. Hacía tiempo que alguien no la trataba de esa forma, pero las cosas habían sido algo extrañas en esos tiempos lejos.
Podía sentir, claro y sin ningún atisbo de confusión, como cada gesto y cadapalabra hacían saltar su corazón. No había cómo negarlo, lo amaba de una forma que debía ser totalmente irracional para quien le veía. Pero era verdad, era capaz de perdonarle, de darle de nuevo lo que quedaba de ella y de su vida sin siquiera dudarlo un segundo. Y una vez que se vio en aquella casa, ahora desconocida para ella, pero que vendría a ser su hogar ahora, sintió el peso de aquello aún más fuerte. Ahí, en donde solo él podía observarle y el resto del mundo parecía haber desaparecido, le dio un ligero apretón a aquella mano que tomaba la suya y observó esas pupilas que podían estremecer su mundo entero.
-Me pregunto, Tuomas, si te das cuenta de lo que ocasionas en mí... Cada palabra que has pronunciado, no voy a olvidarlas - Le dijo en un volumen bajo, un poco más íntimo que antes porque estaban solo ellos dos y no necesitaba más fingir algo para ocultarse. Después de aquello que había dirigido a ella no era más necesario. Le dedicó apenas un esbozo de sonrisa antes de alzarse ligeramente para dejar sobre sus labios un cálido y tierno beso. Uno que no hacía sino confirmar lo que ya había dicho. Se quedaría junto a él, porque eso era lo que quería y de lo que no podía huir -No sé si sea un buen momento para decirlo... Lo que yo admiraba en tí... era esa forma de entregarte a lo que deseabas... sin embargo, eso mismo me ha hecho sufrir. Verlo en tu mirada. Más de una vez, desee que esa mirada llena de voluntad que se ocultaba en tus pupilas, tuviese que ver conmigo... - Esos deseos que iban a limentándose por pequeños que resultasen. Ahora se daba cuenta, incluso si antes le había parecido suficiente solo estara su lado, pensando que él tenía en su mente un propósito que no le incluía, ahora no podía decir que fuese a ser de la misma manera. Tras haberlo perdido todo y ver la desesperación al verse sola y sin la familia a la que amó, se había dado cuenta. Ahora que estaba ahí, no quería solo eso, esta vez quería colarse en él, hasta lo más hondo, ser a quien necesitara, a quien buscara en los momentos en los que debiese apoyarse en alguien. A quien amara, más que a nadie. Y buscaría que eso ocurriera. Probablemente ella era de una forma y él ya la conocía y la forma en la que podía amarlo. Pero todo había dado un giro extraño y que había traído demasiado consigo, entre eso esa naturaleza sobrenatural que ahora ambos poseían.
A veces ella misma se había preguntado como podía verle de esa manera, como un amor imposible en un inicio o como si fuera tan inalcanzable, había crecido y estado pensándolo de esa manera hasta que la vida le llevó a ser arte de la vida de él. Y pensó que era suficiente. Pero mientras el silencio se hizo en el carruaje y hasta el instante en que la voz varonil le hizo mirarle, tras los pequeños gestos, que ella más que nadie sabía cuánto podían costarle a quien había compartido parte de su tiempo con ella.
Pero fueron sus palabras las que removieron en su interior todos aquellos sentimientos que guardaba para él. no dijo nada, no fue capaz de hacerlo, pero sus ojos tomaron ese color cristalino que le daban las lágrimas contenidas en ellos. Palabras que había deseado escuchar antes, mucho antes. Pero que ahora llegaban a ella con una abrumadora forma. Bajó del carruaje, dejando que él le ayudase. Hacía tiempo que alguien no la trataba de esa forma, pero las cosas habían sido algo extrañas en esos tiempos lejos.
Podía sentir, claro y sin ningún atisbo de confusión, como cada gesto y cadapalabra hacían saltar su corazón. No había cómo negarlo, lo amaba de una forma que debía ser totalmente irracional para quien le veía. Pero era verdad, era capaz de perdonarle, de darle de nuevo lo que quedaba de ella y de su vida sin siquiera dudarlo un segundo. Y una vez que se vio en aquella casa, ahora desconocida para ella, pero que vendría a ser su hogar ahora, sintió el peso de aquello aún más fuerte. Ahí, en donde solo él podía observarle y el resto del mundo parecía haber desaparecido, le dio un ligero apretón a aquella mano que tomaba la suya y observó esas pupilas que podían estremecer su mundo entero.
-Me pregunto, Tuomas, si te das cuenta de lo que ocasionas en mí... Cada palabra que has pronunciado, no voy a olvidarlas - Le dijo en un volumen bajo, un poco más íntimo que antes porque estaban solo ellos dos y no necesitaba más fingir algo para ocultarse. Después de aquello que había dirigido a ella no era más necesario. Le dedicó apenas un esbozo de sonrisa antes de alzarse ligeramente para dejar sobre sus labios un cálido y tierno beso. Uno que no hacía sino confirmar lo que ya había dicho. Se quedaría junto a él, porque eso era lo que quería y de lo que no podía huir -No sé si sea un buen momento para decirlo... Lo que yo admiraba en tí... era esa forma de entregarte a lo que deseabas... sin embargo, eso mismo me ha hecho sufrir. Verlo en tu mirada. Más de una vez, desee que esa mirada llena de voluntad que se ocultaba en tus pupilas, tuviese que ver conmigo... - Esos deseos que iban a limentándose por pequeños que resultasen. Ahora se daba cuenta, incluso si antes le había parecido suficiente solo estara su lado, pensando que él tenía en su mente un propósito que no le incluía, ahora no podía decir que fuese a ser de la misma manera. Tras haberlo perdido todo y ver la desesperación al verse sola y sin la familia a la que amó, se había dado cuenta. Ahora que estaba ahí, no quería solo eso, esta vez quería colarse en él, hasta lo más hondo, ser a quien necesitara, a quien buscara en los momentos en los que debiese apoyarse en alguien. A quien amara, más que a nadie. Y buscaría que eso ocurriera. Probablemente ella era de una forma y él ya la conocía y la forma en la que podía amarlo. Pero todo había dado un giro extraño y que había traído demasiado consigo, entre eso esa naturaleza sobrenatural que ahora ambos poseían.
Mira estos ojos que por ti lloran,
Este corazón que por ti palpita con fuerza
Observa estas manos que por ti tiemblan
Mi ser que se estremece con lo que tu representas...
Quiero decirte, con este sentimiento que solo por ti despierta:
Te amo y te amaré incluso después de que mi tiempo se detenga...
Este corazón que por ti palpita con fuerza
Observa estas manos que por ti tiemblan
Mi ser que se estremece con lo que tu representas...
Quiero decirte, con este sentimiento que solo por ti despierta:
Te amo y te amaré incluso después de que mi tiempo se detenga...
Audrey Zagajewski- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 05/04/2012
Re: My beautiful moon [Audrey]
Era ella ahora su razón, se había concentrado en la simple idea de perderla y ella ahí estaba, viva, una de las pocas personas que le hacían sentir de nuevo que era él, que era humano, que no estaba perdido, que nada había pasado, aunque una familia entera se había venido abajo, cometió muchas atrocidades, le podían decir que ella era obsesiva, que su carácter enfermaría a Tuomas, pero era su esposa, aun lo era, mientras tomaba sus manos y le abrazaba sintiendo esas cálidas y dolorosas lágrimas lo supo, no le había faltado al respeto con otros ‘pecados’, le fue fiel, a pesar de ser viudo en esos instantes siempre respeto su memoria pero sí que lo había sido en otros aspectos, nunca estuvo ahí para ella, ni para los que fueron sus hijos, no fue el hombre que juro que sería, ni siquiera en la casi muerte de ella. Suspiró y se separó de ella mientras escuchaba su esa voz femenina decirle en todo lo que se había equivocado, sus ropas de aspectos. Pero aquel beso le dejo sorprendido, había correspondido no solo por inercia, fue por algo más que removió todo lo que era, suspiró al separarse y le acarició la mejilla con suavidad. –Permíteme –Susurró contra sus labios, dejándole un momento ahí para cruzar varios pasillos y escaleras hasta llegar a la habitación. Tomo una pequeña caja de madera, tenía forma de cofre y un tallado de madera fino, la pintura caoba resaltaba más la naturaleza del objeto. Llegó hasta ella, le llevó hasta un sofá y le sentó, puso la caja sobre sus piernas y la abrió, eran las dos argollas que los habían mantenido como marido y mujer. Sonrío y tomo la de ella.
Era increíble como a pesar de todo el caos solo eso había rescatado ese simple objeto. Suspiró tomando la argolla. –Yo sé que te he fallado, en el pasado no fui el hombre que deseabas, no fui tampoco el padre que esperabas para los hijos que generosamente me diste, sé que es imperdonable, pero ahora después de encontrarte, después de que me confirmaras con tu presencia mi pequeña esperanza, de que seguías con vida, tengo una nueva oportunidad, no para amarte porque incluso ya te amaba. Quiero ser mejor para ti, de nuevo formar una familia contigo, lejos de todo lo que nos hizo daño alguna vez. –Tomó su mano, coloco la argolla en aquel dedo, beso su dorso después y le besó como nunca lo había hecho, le abrazó como si fuera una ilusión temiendo a que se desvaneciera por completo. La ató a con sus brazos rodeando su cintura. No le iba a preguntar si aún quería ser su dueña, porque siempre lo fue. Era todo un desconcierto verlo así, ella era quien podía hacerlo cambiar de actitud, paso tantos años en la rectitud que se olvidó de todo sentimiento, hasta ese instante. –No te preguntes eso, porque siempre estuviste en mí, es que siempre me falto ser más expresivo, también mis actos daban una imagen errónea, quizás eso te confundió –Susurró separándose de ella, buscando dos copas y sirviendo un poco de vino.
Bebió un poco y se quedó en silencio, no sabía que más decirle, ¿el tema de los hijos era delicado?, porque lo estaba considerando, claro que deseaba de nuevo tener una familia, hijos, todo con ella, pero las tragedias dejan ciertas marcas que son dolorosas aun. -¿Podrías en el futuro darme un hijo?, no quiero que eso se esfume, perdimos dos, pero no pudimos evitarlo, tampoco arrastrarlos con esto. –Refiriéndose a lo que pasaba cada que había luna llena. Si no fuera por aquello ambos estarían muertos, de alguna forma logro salvarle. Besó su frente y se le quedó viendo esperando a todas esas respuestas.
Te extrañe no teniéndote…
Te amé aun cuando no lo parecía…Me hiciste falta cuando más estabas.
…Eres tu quien se convirtió en mi existencia, en mi razón de ser cuando todo comenzaba a oscurecer, fuiste la luz, mi fortaleza y sin querer mi deseo, lo que me mantuvo con vida hasta este momento en los que tus labios arrancan besos de los míos, entonces desperté a la realidad. Te amo.
Invitado- Invitado
Re: My beautiful moon [Audrey]
Una ilusión fue lo que parecía las escenas que se desarrollaban frente a sus ojos, que veían con incredulidad todo lo que sucedía. La forma en que él le sostenía, haciéndole caminar y hacerle sentarse. Entregarle aquel pequeño cofre, cuyos dedos acariciaron por un momento, antes de que él revelara el contenido.
Sus ojos no pudieron apartarse de las alianzas y los ojos se le anegaron en lágrimas. Unas que no dejo caer de sus ojos esta vez. Incluso si se había dicho odiarlo. Cuando despertó y no vio en sus manos el anillo de aquello que había sido. Había regresado, buscado entre lo que solo parecían escombros de lo que había sido su vida. Sin éxito alguno se había terminado por rendir, diciéndose que había perdido aquello, justo como le había perdido a él.
Ahora que él le decía todo aquello, era solo como un sueño. Uno que en lo más profundo de su ser, había buscado no creer en él. Dejó que aquellas fuertes manos le regresaran aquel símbolo de una unión que ella había pensado ya no existía, no hasta ese instante. Su alegría solo se vio opacada con aquella pregunta, no por la naturaleza de la misma, sino por el recuerdo. Uno que aunque parecía lejano, causaría dolor no importaba que tan lejos estuviese.
Asintió –Lo haría… - dijo con un tono y un volumen bajo en la voz. Lo haría, estaba segura cuando lo decía. Pensaba por momentos que amarlo de esa forma debía estar mal. Que no era posible ser tan irracional. Pero lo quería, si era posible. Quería que aquel dolor fuese opacado con un poco de felicidad. No recuperaría nada, pero algo nuevo que surgiese y alejase las sombras de un pasado que no quería que se repitiera. ¿Qué mejor que la misma persona que te lo había arrebatado todo? Sonaba ingenuo, tal vez. Perturbador, insistente y totalmente fuera de lugar. Pero eso pensaba. En eso creía y en ello quería desenvolverse -¿Es posible siquiera? – Tocó con sus dedos el anillo, tan familiar, tan acostumbrada a pesar del tiempo que no estuvo cerca. Enfermo, loco… así era ese amor para quien le viera -¿Eso es lo que quieres? Te daría todo de mí nuevamente – La diferencia era solo una –Pero esta vez, no te permitiré arrebatarme nada delo que ame… ni siquiera si es tu propia voluntad la que quiere abandonarme – Había tomado la copa de vino. No le veía con enfado o con rencor. Su mirada clara solo decía la verdad. Le amaba pero no quería sufrir de nuevo por él. Esta vez era más fuerte y sabía que podría proteger un futuro en el que comenzaba a creer.
Por un momento pensó en las posibilidades. Pero el se daba cuenta ¿no es cierto? Ella ya no era la misma mujer de aquellos tiempos. Podía que los rasgos más sobresalientes continuaran en ella. Pero había cambiado, para sobrevivir a una tragedia, para llegar hasta ahí, ya no era la mujer sumisa y serena que solo buscaba engañarse en un cuadro que en un hermoso paisaje carecía de un alma que le diera fuerza.
Llévame y te seguiré a donde quieras
Iré a tu lado arremetiendo a lo que venga en nuestra contra.
No dudes, no temas, deja que vea en tus ojos esas notas,
tan sublimes, que traigan la serenidad al corazón de quien te observa
Seguiré sin duda ni temor el sendero que pinten tus deseos con los colores más intensos
Caminaré a tu lado como con la naturaleza guiando nuestros pasos,
un destino por nosotros labrado...
Llévame tan lejos a donde nada pudiese alcanzarnos.
Ni la muerte prematura ni el miedo a quedar solos en la espesa niebla...
Sus ojos no pudieron apartarse de las alianzas y los ojos se le anegaron en lágrimas. Unas que no dejo caer de sus ojos esta vez. Incluso si se había dicho odiarlo. Cuando despertó y no vio en sus manos el anillo de aquello que había sido. Había regresado, buscado entre lo que solo parecían escombros de lo que había sido su vida. Sin éxito alguno se había terminado por rendir, diciéndose que había perdido aquello, justo como le había perdido a él.
Ahora que él le decía todo aquello, era solo como un sueño. Uno que en lo más profundo de su ser, había buscado no creer en él. Dejó que aquellas fuertes manos le regresaran aquel símbolo de una unión que ella había pensado ya no existía, no hasta ese instante. Su alegría solo se vio opacada con aquella pregunta, no por la naturaleza de la misma, sino por el recuerdo. Uno que aunque parecía lejano, causaría dolor no importaba que tan lejos estuviese.
Asintió –Lo haría… - dijo con un tono y un volumen bajo en la voz. Lo haría, estaba segura cuando lo decía. Pensaba por momentos que amarlo de esa forma debía estar mal. Que no era posible ser tan irracional. Pero lo quería, si era posible. Quería que aquel dolor fuese opacado con un poco de felicidad. No recuperaría nada, pero algo nuevo que surgiese y alejase las sombras de un pasado que no quería que se repitiera. ¿Qué mejor que la misma persona que te lo había arrebatado todo? Sonaba ingenuo, tal vez. Perturbador, insistente y totalmente fuera de lugar. Pero eso pensaba. En eso creía y en ello quería desenvolverse -¿Es posible siquiera? – Tocó con sus dedos el anillo, tan familiar, tan acostumbrada a pesar del tiempo que no estuvo cerca. Enfermo, loco… así era ese amor para quien le viera -¿Eso es lo que quieres? Te daría todo de mí nuevamente – La diferencia era solo una –Pero esta vez, no te permitiré arrebatarme nada delo que ame… ni siquiera si es tu propia voluntad la que quiere abandonarme – Había tomado la copa de vino. No le veía con enfado o con rencor. Su mirada clara solo decía la verdad. Le amaba pero no quería sufrir de nuevo por él. Esta vez era más fuerte y sabía que podría proteger un futuro en el que comenzaba a creer.
Por un momento pensó en las posibilidades. Pero el se daba cuenta ¿no es cierto? Ella ya no era la misma mujer de aquellos tiempos. Podía que los rasgos más sobresalientes continuaran en ella. Pero había cambiado, para sobrevivir a una tragedia, para llegar hasta ahí, ya no era la mujer sumisa y serena que solo buscaba engañarse en un cuadro que en un hermoso paisaje carecía de un alma que le diera fuerza.
Llévame y te seguiré a donde quieras
Iré a tu lado arremetiendo a lo que venga en nuestra contra.
No dudes, no temas, deja que vea en tus ojos esas notas,
tan sublimes, que traigan la serenidad al corazón de quien te observa
Seguiré sin duda ni temor el sendero que pinten tus deseos con los colores más intensos
Caminaré a tu lado como con la naturaleza guiando nuestros pasos,
un destino por nosotros labrado...
Llévame tan lejos a donde nada pudiese alcanzarnos.
Ni la muerte prematura ni el miedo a quedar solos en la espesa niebla...
Audrey Zagajewski- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 05/04/2012
Re: My beautiful moon [Audrey]
No era un hombre cariñoso ni nada parecido, sin embargo recuperar algo preciado de lo mucho que había perdido le tenía cambiado, una persona que se creía muerta ahora estaba ahí con él, en persona, no como espíritu ni como una alucinación, era ella la misma encarnación de la luna, con esa belleza insuperable, con aquella sensibilidad en su rostro. Se quedó viéndola como si quisiera pintarle, como si no existiera nada más en el mundo Tuomas sabía que aquello era ‘amor’ por mas ridículo que sonará era de esa forma como él lo describía. ¿Cuánto tiempo había pasado para darse cuenta de ello?, seguramente que su pasado le hablaría y le contaría todo cada segundo perdido y cada situación en la que vivió preocupándose por banalidades antes de pararse a admirar lo que tenía enfrente. Aunque tarde pero ahora lo hacía, ella era su Venus, su luna, su noche y la sirena por la cual se dejaría guiar a la perdición perdiendo toda una embarcación, se hundiría en sus curvas en sus labios rosados, en esos ojos grandes y hermosos hasta caer en la profundidad.
-Ponme las condiciones que tu creas son las indicadas, estoy ante tus pies te debo toda una vida incluso después de mi muerte la deuda no estará saldada. –Le abrazó contra su pecho, le beso la frente y le parecía inclusive más frágil de cuando le había visto en el puerto, esa mujer dispuesta a todo, incluso a arrancarle las entrañas le parecía tan delicada que deseaba cuidarla, protegerla y para siempre envolverla en sus brazos. Le quitó la copa y así tuvo más libertad de tumbarse con ella, aspiró su aroma, cerró los parpados y quiso saberlo todo absolutamente todo. Pero se había quedado en silencio esas enormes ganas de preguntar se quedaron en sus labios. Quería disfrutar de aquello.
Sonrío y trato de verle el rostro, acarició sus labios con un suave beso y le dedico otra sonrisa denotando lo absorto que se encontraba en aquel sentimiento que profesaba por ella. –Te amo Audrey –Susurró con lentitud, era algo que jamás hubiera esperado decir pero ese loco impulso dentro de su ser le podía guiar a cualquier situación por mas peligrosa que fuera. No quería despertar y que aquello se desvaneciera de pronto quería asegurarse de que ella estaría ahí para siempre a su lado. Sus brazos rodearon con fuerza su cintura beso su cuello con lentitud y se detuvo donde solo visualizo la oscuridad de sus cabellos y el aroma de rosas blancas que ella portaba en la piel.
-Ponme las condiciones que tu creas son las indicadas, estoy ante tus pies te debo toda una vida incluso después de mi muerte la deuda no estará saldada. –Le abrazó contra su pecho, le beso la frente y le parecía inclusive más frágil de cuando le había visto en el puerto, esa mujer dispuesta a todo, incluso a arrancarle las entrañas le parecía tan delicada que deseaba cuidarla, protegerla y para siempre envolverla en sus brazos. Le quitó la copa y así tuvo más libertad de tumbarse con ella, aspiró su aroma, cerró los parpados y quiso saberlo todo absolutamente todo. Pero se había quedado en silencio esas enormes ganas de preguntar se quedaron en sus labios. Quería disfrutar de aquello.
Sonrío y trato de verle el rostro, acarició sus labios con un suave beso y le dedico otra sonrisa denotando lo absorto que se encontraba en aquel sentimiento que profesaba por ella. –Te amo Audrey –Susurró con lentitud, era algo que jamás hubiera esperado decir pero ese loco impulso dentro de su ser le podía guiar a cualquier situación por mas peligrosa que fuera. No quería despertar y que aquello se desvaneciera de pronto quería asegurarse de que ella estaría ahí para siempre a su lado. Sus brazos rodearon con fuerza su cintura beso su cuello con lentitud y se detuvo donde solo visualizo la oscuridad de sus cabellos y el aroma de rosas blancas que ella portaba en la piel.
Por donde Ella pasaba la tragedia surgía; tenía la belleza de una predestinada
y una noche de otoño febril aparecía
en sus ojos inn1ensos y obscuros retratada...
y una noche de otoño febril aparecía
en sus ojos inn1ensos y obscuros retratada...
Invitado- Invitado
Re: My beautiful moon [Audrey]
Aquello, más que cualquier otra cosa le parecía un sueño. Uno que había visto tantas veces, pero esta vez parecía ser la realidad. Pero no estaba segura de dónde pisaba, era su necedad y vehemencia las que le hacían confiar en él. Ese amor tan irracional, tan fuera de límites, demasiado inmenso para ella que le hacía solo pensar en lo que podía ser, en lo que realmente quería que fuese a partir de ese momento. Dejó que sus gestos le llenaran. Algo como ese afecto, hacía mucho que lo había querido. Pero habían estado tan lejos el uno del otro.
-No puedo ponerle condiciones a algo como esto... Sea lo que tenga que ser, si has de ser uno conmigo, lo serás -Y quería confiar en ello mientras sentía su piel era quien recibía las muestras de un afecto que creía ella no recibiría ni una vez más, no en esta vida, no en ese encuentro. Pero todo podía pasar.
¿Cuántas veces había dicho ella esas palabras, cuando creía que era algo unilateral, que sus sentimientos no podían alcanzarle. Un sueño... un sueño en el que sus mas grandes anhelos cobraban vida. Su cercanía le hizo cerrar lo párpados, como quien disfruta del calor del cuerpo ajeno una noche de invierno, totalmente absorbida por esa sensación de ensueño.
Noches enteras sin dormir... noches enteras en vela pensando en lo que había sido y no volvería a ser. Días pensando en lo que deseaba y no podría tener. Tanto tiempo buscando para encontrarse con que todo podría ser un engaño. Uno de ella misma o de quien quería. Algo que solo el tiempo le diría. Un arma de doble filo pero que ella podía tomar sin temor, porque había algo más grande que eso, y eso sería por siempre ese amor...
-No puedo ponerle condiciones a algo como esto... Sea lo que tenga que ser, si has de ser uno conmigo, lo serás -Y quería confiar en ello mientras sentía su piel era quien recibía las muestras de un afecto que creía ella no recibiría ni una vez más, no en esta vida, no en ese encuentro. Pero todo podía pasar.
¿Cuántas veces había dicho ella esas palabras, cuando creía que era algo unilateral, que sus sentimientos no podían alcanzarle. Un sueño... un sueño en el que sus mas grandes anhelos cobraban vida. Su cercanía le hizo cerrar lo párpados, como quien disfruta del calor del cuerpo ajeno una noche de invierno, totalmente absorbida por esa sensación de ensueño.
Noches enteras sin dormir... noches enteras en vela pensando en lo que había sido y no volvería a ser. Días pensando en lo que deseaba y no podría tener. Tanto tiempo buscando para encontrarse con que todo podría ser un engaño. Uno de ella misma o de quien quería. Algo que solo el tiempo le diría. Un arma de doble filo pero que ella podía tomar sin temor, porque había algo más grande que eso, y eso sería por siempre ese amor...
Audrey Zagajewski- Licántropo Clase Alta
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