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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Elouan Dumalkov Jue Mayo 17, 2012 10:23 am

Hacía cuatro años ya que Elouan había perdido a su esposa y justo hoy era el día de aniversario de lamuerte de Amy, quien aparte de haber sido su mejor amiga, también había sido la primera mujer por la el había sentido deseos de envejecer a su lado. Sin embargo, justamente aquel día, sin haberse dado cuenta, fijó la fecha de su primera "cita" con Zavannah Zöllner, la muchacha que había llegado hacía apenas un par de meses al circo por la cual había mostrado interés desde el primer momento. Era extraño que Elouan estuviera accediendo a una cita, sobre todo cuando en las fechas anteriores procuraba quedarse en su remolque del circo, bebiendo un poco –sin llegar a embriagarse, ya que no era para nada su estilo- para tratar de olvidar aquel hecho terrible de su ex mujer.

Esa tarde, envió a uno de los mensajeros del circo hasta el remolque de la muchacha con una nota, en ella le enviaba sus deseos de compartir una de las funciones del teatro en su compañía; ópera. El castaño a pesar de haber crecido en un ambiente más popular, sus creencias y forma de ver la vida se asemejaban a las de un caballero de sociedad, fue así que conoció a Amy años atrás. Justo aquel día, escuchó de una muy buena presentación de la cual algunos comentaban, sin pensarlo dos veces envió aquella nota esperando una pronta respuesta de la mujer con la que quería compartir un poco de compañía. En efecto su mensajero hizo un muy buen trabajo, pues en menos de dos horas ya tenía la respuesta, esa era la ventaja de ser el hijo del dueño. Quedaron de verse frente al teatro a las dieciocho horas, todo por no hacer muy formal la salida, propuesta que ella misma le había hecho y que él, como un caballero, había aceptado.

Fue así que faltando quince minutos para la hora pactada, el muchacho ya se encontraba fuera del teatro esperando que ella apareciera, le esperaba enfundado en un traje azul marino con detalles celestes y en su cabeza un sombrero también en un azul muy oscuro, casi negro. Estaba muy elegante, como hacía tanto no vestía y en las manos sostenía una flor de alcatraz, la cual ocultaba detrás de su espalda. Las entradas se encontraban dentro de su abrigo bien guardadas. Esperando cerca de la entrada, pudo notar como varios carruajes estacionaban en la entrada del teatro, él aguardó con paciencia hasta que sus ojos por fin pudieran presenciar a una de las criaturas más bellas que había presenciado en su vida.


Última edición por Elouan Dumalkov el Miér Abr 24, 2013 3:00 pm, editado 4 veces
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Mensaje por Zavannah Zöllner Dom Mayo 20, 2012 3:27 am

El silencio era interrumpido por una respiración bastante acelerada. Los gritos habían secado, y de aquellos ojos color verde comenzaron a brotar lagrimas de manera constante. Había pasado una semana desde que ella, la cambiaformas del circo, había salido por primera vez a comprar los alimentos del lugar con Elouan. Desde esa tarde había tenido situaciones parecidas a la que acababa de acontecer: Zigmund, su hermano, le gritaba por todo, buscaba cualquier pequeño error para echárselo en cara, para no dejar que saliera, para tenerla a su disposición. Pero ella no podía darle la contraria, a pesar de las peleas constantes que tenían, sabía muy bien que su hermano la quería, y sólo buscaba su bien. Lo que la joven no entendía era porque había tenido ese cambio tan brusco, no entendía porque no se alegraba por su alegría, y porque la rabia y la tristeza que él tenía, quería que formara parte de ella, se sentía demasiado confundida, y aquello ya empezaba a causarle problemas de salud.

Aquella nueva peleaba había sido ocasionada por una invitación, una que no estaba dispuesta a rechazar. ¿Acaso su hermano no lo entendía? Ella debía seguir su camino así, el podría ser libre, y hacer lo que más quisiera, lo que más deseará. Le importó poco que el dolor de su pecho la quisiera ahogar, salió de ese remolque, escuchando esos gritos amenazantes "Vuelve aquí Zavannah, no te atrevas a irte", y conforme avanzaba, la voz se iba perdiendo, se iba volviendo un arrullo, uno similar a una hermoso cuento relatado antes de dormir. La joven extrañaba esos cuentos, donde los protagonistas eran ella y su hermoso Zigmund. Lamentablemente esos tiempos habían pasado, ya no había un hermano mayor que quisiera contarle esas bellas historias.

Limpió sus lagrimas, y notó que llevaba puesto un vestido bastante "considerable" que su salida precipitada quizás no había sido tan mala, y que aquella noche se tornaría como una de las mejores. O al menos eso se repetía para poder creérselo, aunque sólo fuera unos instantes. El camino fue corto, y al estar frente a ese lugar se sintió increíblemente intimidada, hace tantos meses no se había dado un lujo como ese, a esas alturas ya no creía ser digna de un recinto tan importante como el teatro, pero nadie sabía de su pasado tan afortunado.

Observó entonces a Elouan, y su semblante cambió, como si ninguna pelea hubiera acontecido. Le sonrió de manera amplía pero también tímida - Lamento mi retraso señor - Aquellas maneras de ser no se le olvidaban, aquellos modales que se le habían inculcado desde la cuna. - Espero no haberlo hecho esperar demasiado - Y en ese instante, tomó las puntas de su vestido, su esbelta figura se recargó hacía adelante, creando una reverencia perfecta, digna de cualquier princesa, estipulada en cualquier protocolo de la sociedad francesa. Mujeres, aquellas que deben alabar en publico a los caballeros, simplemente por ser nombradas el sexo débil, y aunque ella estuviera en contra de ello, no le quedaba de otra que obedecerlo, afortunadamente con Elouan, tales modales le salían al natural.


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Mensaje por Elouan Dumalkov Jue Jun 14, 2012 8:06 pm

Entonces la vió aparecer, a lo lejos una figura delgada caminaba a su encuentro. Elouan sonrío aún cuando ella estaba lejos, sintió deseos de caminar a su encuentro, pero su sentido común le dijo que era mejor no mostrarse demasiado ansioso o podía verse incluso un tanto irrespetuoso con ella. Quería llevar las cosas lentas, que ella no se sintiese presionada, ya que estaba consciente de que la relación con su hermano Zigmund era un tanto difícil. A Elouan le costaba comprender como su hermano podría comportarse así con ella, tan posesivo, tan negado a su felicidad. No lo entendía, pero esperaba hacerlo, ganárselo poco a poco como había logrado hacerlo con ella.

— De ninguna manera, las mujeres nunca llegan tarde, somos nosotros quienes nos adelantamos siempre. — Le sonrió y con la mano libre tomó su mano y depositó un beso tenue y amable, un signo de lo afortunado que se sentía al haber sido aceptada su invitación. — Luce usted hermosa, que Madame McQueen tiemble, podría usted robarle el protagonismo esta noche. — Bromeó refiriéndose a la artista principal de esa noche, la razón por la cual el teatro estuviera abarrotado. De detrás de su espalda sacó su mano izquierda y dejó a la vista la flor que había estado aguardando por ella, se la entregó con una nueva sonrisa. — La flor favorita de la señora Dumalkov, me aseguró que a cualquier mujer le gustaría, incluyéndola a usted. Acéptela como un regalo mío y de ella. — La madre de Elouan era una de esas señoras que podían ser consideradas como alcahuetas, era la más feliz de que su pequeño –como ella insistía en llamarle pese a que ya era un hombre- por fin hubiese encontrado nuevamente el amor. A los señores Dumalkov poco les importaba que Zavannah fuera una muchacha humilde, nunca habían sido una pareja pedante u ostentosa, la humildad era uno de los valores que más estimaban en las personas, por eso Zavannah, a diferencia de su hermano, se había ganado su confianza y simpatía. Del bolsillo de su abrigo sacó un reloj de bolsillo en color oro, un regalo de su padre. En él verificó la hora y se dio cuenta de que se les hacía tarde, eran quince minutos después de la hora indicada.

— Creo que es hora de entrar, ¿me haría el honor? — Se acercó a ella y le ofreció su brazo para escoltarla, ella aceptó y juntos caminaron hasta la taquilla, donde Elouan mostró sus boletos y les dejaron entrar. Ya en el interior buscaron sus asientos, dejó que ella se sentara primero y después él le siguió. La función había comenzado. Madame McQueen, una afamada soprano, comenzó a cantar, su potente voz hizo rerumbar el recinto, bañando a los espectadores; tenía una voz tan hermosa y cautivante que era imposible que no se erizaran los vellos de los brazos. Elouan escuchó con atención la primera melodía y su corazón de poeta lo obligó a soltar un suspiró ante la maravilla que la que era testigo. De vez en cuando giró su rostro para atrapar la mirada de su acompañante. No podía creer que estuvieran ahí, los dos, solos por primera vez y sin la desagradable forma de ser de su hermano.

— ¿Algo la tiene afligida, mademoiselle? — Preguntó al notar un poco de seriedad en el rostro de la muchacha. — ¿No le agrada la cantante? ¿Ha tenido nuevamente algún percance con su hermano? — Algo le decía que así era.


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Mensaje por Zavannah Zöllner Jue Jun 21, 2012 1:37 am

Zavannah de verdad se estaba creyendo ser una Zöllner, en ocasiones como esas olvidaba sus verdaderos apellidos, también todos los grandes privilegios que había tenido con ellos, las grandes funciones como estás que había presenciado, todo se había borrado en ese instante, y ya no estaba fingiendo, se sentía una muchacha de clase media, que vivía en un circo, y que no había disfrutado de esos lujos. Se aferró a aquel brazo al entrar al lugar. Sentía miradas curiosas que los estudiaban, era tan raro, se sentía tan afortunada de estar alado de alguien como él, la más afortunada de todas. Con una respiración bastante profunda, se dejó llevar, y sin darse cuenta, ya se encontraba sentada, y escuchando las primeras canciones. Observaba curiosa, fascinada, su buen oído gracias a su condición de cambiante, la hacía disfrutar el doble la función.

¿Era demasiado evidente su carencia de ánimo? La joven volteo a verlo por completo, y sonrió en forma de disculpa. Su mano viajó con rapidez, de manera inocente hasta tomar la ajena. La mano de su acompañante era grande, y a diferencia de la suya, más cálida y rasposa, pero eso no le importaba, de hecho le gustaba. Enredó sus dedos en los contrarios y dio un ligero apretón. - ¿Aprendió a leer mis expresiones, caballero? - Todo rastro de tristeza se había borrado con ese pequeño detalle, se preguntaba si su hermano podía notar eso en ella, y se odió por recordar a Zigmund en ese momento, y en todos los que ella solita se permitía. - Lamento tanto que me vea en éste estado, en estás condiciones, a pesar de mis bajos ánimos, deseaba poder estar con usted - Se sonrojó, ni siquiera ella había podido descubrir de donde había obtenido la fuerza para confesar eso. Para su buena suerte, la luz proveniente del escenario, estaba siendo alterada por los trabajadores, haciendo que colores vivos inundaran el recinto, y eso distrajo por unos momentos la platica. - Tuve problemas con Zigmund si, no sé que le pasa últimamente, quizás merezca salir, algunos días de vacaciones, estoy pensando en cubrir sus horarios - No le molestaba trabajar el doble, menos si era por su hermano, él que tanto había hecho por ella.

Le dedico una sonrisa de lado, y giró su rostro para dejarse llevar por la presentación de aquella hermosa mujer. Zavannah no quería desaprovechar la invitación, deseaba memorizar cada pequeña escena que se presentara, quería dejarle en claro a Elouan que apreciaba la invitación, y que su dinero no estaba siendo mal gastado, pues pondría atención hasta al más mínimo detalle. Ahora que sabía lo difícil y cansado que era ganar el dinero, era más consiente que no podía desperdiciarlo, y quizás por eso se sentía tan comprometida con aquella presentación. Cuando el teatro se quedo en silencio, lo volteo a ver, dejando a un lado, borrando toda expresión de preocupación. - ¿Usted cómo se encuentra? Espero que se sienta contento en esta noche - La otra de sus manos, se aferraba con delicadeza a las flor que le había dado, acariciando con la yema, de vez en cuando, los pétalos de ella - Más tarde le diré a su madre que es una de las flores más bellas que he visto, y le agradeceré en persona, como ahora puedo agradecerle a usted - Se alzó un poco de su asiento, estirando el rostro, dejando un beso rápido y suave en su mejilla, pronto se volvió a sentar de manera correcta - ¿Le gusta entonces la cantante? - Preguntó curiosa, observando a detalle, a la dama que, sin duda alguna, tenía vueltos locos a los hombres parisinos.


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Mensaje por Elouan Dumalkov Vie Jun 29, 2012 2:29 am

— De usted he aprendido muchas cosas, más de las que se imagina. — Respondió sin dudar, casi al instante. Y no mentía, Elouan verdaderamente veía en Zavannah a una increíble muchacha, alguien humilde y bondadosa, el tipo de muchacha hacia las que él siempre había sentido atracción, el tipo de muchacha que había sido esa, a la que había hecho su esposa años atrás. La más joven de los Zöllner se la recordaba y Elouan no sentía culpa alguna de comparar a la difunta con ella, al contrario, sabía que de haber estado viva su esposa, habría sentido también mucha simpatía por Zavannah, lo sabía porque la noche anterior había soñado con ella, un sueño dulce en el que su amada había tomado su rostro y le había susurrado al oído que lo estaría esperando cuando el momento de su muerte llegara, pero que antes debía intentar ser feliz y que esa muchacha era la indicada. Elouan había despertado contrariado por su sueño, pero al cabo de unos minutos, lo había comprendido todo. Y lo haría, lucharía por Zavannah, quería ser feliz los últimos meses que le quedaban de vida.

— Me encanta, es mi favorita. — Comentó refiriéndose a la cantante, desviando la mirada, clavándola al frente donde la mujer de ropa elegantísima se movía por el escenario, con la delicadeza y el encanto de una bailarina, pero con la fuerza y presencia de un león. — Madame McQueen es una artista, en toda la extensión de la palabra. Y esta melodía mi preferida, por mucho. — Meneó la cabeza negando, no porque no le gustara lo que veía, era de pura excitación, no podría creer que por fin estuviera viéndola en vivo, para él era un sueño hecho realidad. — Cuando muera quiero que sea esta la canción que me arrulle, la que utilice la muerte hasta dormirme en sus brazos. — Musitó, sin percatarse de que sus ojos se habían quedado pegados en el escenario pero su mente había despegado a un lugar lejano, muy lejano. De pronto pareció reaccionar, rió avergonzado. — Pero qué cosas estoy diciendo. Lo lamento dulce Zavannah, me habla usted de flores y de música y le respondo con muerte. Mis disculpas, en ocasiones me traiciona el subconsciente, mi vena de artista late con fuerza y no puedo reprimir divagar. — Tomó su mano y la besó a modo de disculpa. Luego decidió retomar el tema delicado: el de Zigmund, su hermano. Se tomó algunos momentos en los que buscó las palabras adecuadas. Elouan había sido siempre un muchacho muy educado y muy correcto, supo encontrar las palabras perfectas en segundos.

— Yo…no lo entiendo. Sé que es su hermano y que debe adorarle, es lógico, pero él es tan…posesivo. Creo que excede los límites de una relación fraternal. — Su rostro adoptó un semblante se seriedad. En el fondo deseaba decirle todo lo que realmente pensaba de esa peculiar forma de ser de su hermano, pero no quería horrorizarla con sus teorías, mucho menos cuando eran tan sólo eso, teorías. Tal vez estaba exagerando. Tal vez no. El tiempo se lo diría. — Zigmund actúa como si yo fuera un ladrón que quisiera arrebatarle algo, y no es así, no quiero quitarle nada, lo único que quiero es que me permita quererla, a usted. — Hizo una pausa, volvió a tomar la mano de la muchacha entre las suyas. La miró fijamente, haciendo caso omiso al cambio de escena que se llevaba a cabo sobre el escenario. Madame McQueen se había despedido ya, la gente se deshacía en aplausos. Elouan sólo podía pensar en ella, en Zavannah. — ¿Quiere usted eso, Zavannah? ¿Quiere que la quiera? Dígame, ¿qué es lo que quiere usted? ¿Qué es lo que clama su corazón? — Esperó, le dio el tiempo suficiente para pensar en aquella respuesta que lo decidiría todo. Elouan estaba decidido a hacer lo que fuese necesario, siempre y cuando ella estuviera de acuerdo y por ello necesitaba oírlo de sus labios. El ruido de los aplausos en el recinto era ensordecedor. — ¿Quiere que salgamos de aquí? La noto muy contrariada, tal vez un poco de aire le vendría bien, un paseo para despejar la mente. — Propuso esperando que ella aceptara y tener así, por fin, la conversación que tanto se merecían y que Zigmund no les había permitido tener.


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Mensaje por Zavannah Zöllner Jue Jul 12, 2012 3:14 am

Se sorprendió, no podía entender como un momento tan deseado terminaba en un comentario de muerte. Zavannah no entendía que ocurría por la cabeza de Elouan, siempre que lo veía le envidiaba esas ganas constantes de vivir, siempre lo veía sonriente, pocas veces se le veía una mueca de molestia. Aquellas palabras le cayeron como un balde de agua a la más pequeña de los Zöllner. Sintió su cuerpo temblar, su piel erizarse, y su respiración se aceleró, su corazón bombeaba de una manera exagerada, es como si hubiera recibido una mala noticia, sin embargo no la recibía, pero un mal presentimiento se abrió en su razón. - No vuelva a decir algo así, que tenemos una larga vida por delante, juntos - Su rostro estaba tan afligido, lo deseaba abrazar, que le dijera que todo estaba bien, pero se limito a mirar al frente, molesta y bastante contrariada. Para la buena suerte del muchacho, ella pocas veces podía disgustarse, y cuando lo hacía era de manera muy breve, además que, con él, no tenía ganas de pasar malos momentos, suficientes tenía con los de su hermano - No vuelva a repetir eso, por favor - Le pidió muy bajito, sin poder volver a verle.

Volvió a hacer una mueca, pero esta vez por ese tema que comenzaba a lastimarle. - No se excede - Como siempre, lo justificaba - Soy lo único que tiene, la única persona de su familia que sigue con vida, y él es lo mismo para mi, supongo que si fuera más fuerte lo cuidaría de la misma manera - Sonrió, volteando a ver con una sonrisa amplia - ¿No me dejaría cuidarlo estando con usted? - Ella deseaba conocer las reacciones del muchacho, deseaba saber si toleraría el tema de su hermano, de tolerarlo podrían seguir teniendo noches como esas, o mejores. - Ya, por favor, estoy con usted, no quiero hablar de mi hermano - La muchacha no quiso contestar lo demás de buenas a primeras, se puso de pie con la ayuda de Elouan, salieron del lugar, y caminaron por las calles parisinas. El bullicio de la gente la había intimidades un poco, se había acostumbrado a estar a lo mucho con tres personas, quizás por eso se sentía bastante extraña. Caminaba escoltada del brazo de su apuesto caballero - Quiero… - Comenzó a hablar muy bajito, sin poder pedir algo, pero con deseos de sacar todo lo que su corazón le hablaba - Quiero que me quiera tanto como lo quiero, que sonreía como yo sonrió al verlo… Deseo… que este conmigo señor Dumalkov - No pudo verlo, por que de verlo no seguiría hablando, pero lo abrazó mientras caminaban.

La cambiante se detuvo, notando que eran las únicas personas que transitaban esa calle, sintió que el momento, el lugar, y la luz de la luna eran los mejores de sus amigos en ese momento, sintió necesidad de verlo de manera más cercana. Se puso frente a él con una sonrisa en sus labios - ¿Cree que sus padres me quieran en su familia? - Claro que le daba miedo ese tema, era cierto que los padres de Eloaun eran muy considerados con ella, y que confiaban en la muchacha para las cuentas del lugar, pero eso era trabajo, algo muy diferente a una… ¿Relación? Ella siempre había soñado eso, tener a alguien como el hombre que tenía enfrente, una historia de amor pura, era soñadora e inocente, pero seguía creyendo. - No me pregunte solo de mis deseos, mejor dígame cuales son los suyos, lo deseo por favor, saber que hay dentro de usted - Estiró su mano, acarició su mejilla, y después la descanso en su hombro, sin querer apartarse ni un poco de él.


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Mensaje por Elouan Dumalkov Jue Jul 19, 2012 3:10 am

Elouan sonrió, le llenaba de dicha el saber que él también era importante para ella, que no estaba solo con sus sentimientos, que eran correspondidos. Le hubiese gustado decirle a Zavannah que siempre estaría a su lado, que no había nada que temer y que ese insensato momento que había tenido donde había hablado de la muerte, había sido sólo eso, un desafortunado momento y nada más; deseó prometerle, jurarle que jamás se iría y que estaría siempre a su lado, pero él no podía mentirle de esa manera, no podía hacer una promesa y luego romperla. Se limitó a callar, ocultando detrás de una amplia sonrisa la tristeza que le provocaba pensar en su momento de partida, cuando tuviera que despedirse, no sólo de ella, sino de todos sus seres queridos, de todos sus amigos y compañeros, de su adorado circo. Elouan negó con la cabeza sin dejar de sonreírle a la muchacha y prefirió no ahondar en más temas hasta que estuvieran fuera del recinto, solos, en silencio y sin ningún tipo de distracción.

Se puso de pie y como el caballero que era, le ofreció su mano para ayudarla a levantarse de su asiento y luego escoltarla hasta la salida. Ya afuera sus pasos se tornaron tranquilos y desenfadados. La condujo camino al circo, pero sin prisa alguna; quería aprovechar al máximo su tiempo con ella, deseaba hablarle de todo eso que no podía abordar estando con su hermano cerca, asfixiándola. No importaba lo mucho que Zavannah lo excusara, para Elouan seguía siendo extremadamente extraño y exagerada su forma de actuar, casi podía asegurar que en ese mismo instante Zigmund estaría esperándola, completamente rabioso y seguramente de haber sabido donde ellos se encontraban, la habría ido a buscar para llevarla de regreso. Elouan estaba seguro de que no exageraba al imaginar todo eso del hermano de Zavannah. Pero decidió hacer caso a la petición de su bella acompañante, dejó de lado todo pensamiento referente a su Zigmund y se concentró en ellos dos. Antes de responderle paró en un parque y la invitó a sentarse a su lado.

— Mis padres son los más felices con mi decisión de cortejarla, Zavannah. Le sorprendería saber que ellos han sido mis principales aliados, están muy contentos, creen que usted es la indicada para mí. — Estaba consciente de que de no haber sido por la insistencia de sus padres por buscar a alguien más para compartir sus días –el resto de sus días-, probablemente él no lo habría hecho. Antes de responder a la última pregunta de la jovencita decidió tomar su mano, la alzó y la condujo hasta su pecho, colocándola en la zona exacta, donde su corazón latía con fuerza. Acercó su rostro al de ella y le susurró tiernamente al oído con su voz de poeta. — Aquí adentro, Zavannah, está usted. Por usted late con fuerza este corazón. Siéntalo… — Afianzó su mano a su pecho y la miró a los ojos de manera profunda. ¡Cuánto deseaba besarla una vez más! Ahora no estaría Zigmund para interrumpirle, para sermonearle o manipularla como siempre hacía.

La beso y esperó no verse como un irrespetuoso o aprovechado haciéndolo en la soledad de esa calle vacía. Los labios de Elouan rozaron los ajenos en un beso tierno, lento e inolvidable. Era la primera vez que la besaba de ese modo. ¿Sería ese el primer beso de Zavannah? Daba igual, a Elouan nunca le había motivado ser el primero en nada, sino el mejor, el más entrañable, el verdadero. Esperaba ser su amor más real.

— Mi mayor deseo es que permanezca a mi lado, Zavannah. Estoy enamorado de usted como un tonto, como un adolescente. Por eso es que me preocupa la forma en la que su hermano me ve, porque mis intenciones hacia usted son las mejores y no me gustaría que Zigmund se interpusiera entre nosotros. — Quisiera o no, Zigmund siempre saldría al tema, era inevitable; ella y él estaban tan unidos que en ocasiones le daba la impresión de que eran siameses, unidos por alguna parte del cuerpo y que era imposible que uno fuera a un lugar sin el otro. Su relación era inquietante. — Yo…deseo casarme con usted, la deseo como esposa Zavannah. — ¿Era demasiado precipitado hablar de eso teniendo tan poco tiempo tratándose? ¿Era demasiado egoísta de su parte pretender hacerla su esposa y luego, tras su muerte, convertirla en una joven y triste viuda? Tal vez Zavannah estaba logrando hacerlo perder la cordura. — Por favor, dígame que acepta ser mi esposa, que le gustaría serlo en un futuro. Nada me haría más feliz, pero créame, sabre entender si su deseo es lo contrario.


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Mensaje por Zavannah Zöllner Jue Ago 02, 2012 1:44 am

Los ojos de la pequeña Zöllner siempre había tenido un brillo especial, diferente al de cualquier jovencita de su edad, ella siempre dejaba ver en su mirada lo afortunada y feliz que era, pero de algunas semanas para acá, cuando las peleas con su hermano habían comenzado ese brillo se había borrado por completo, dejando una especie de oscuridad no sólo en su mirada, también en su interior. El poder tener un momento a solas con Elouan le daba esperanzas, le regresaban la fuerza que necesitaba para poder creer que aún había brillo dentro de su ser, quizás él se convertiría en su brillo personal. Sus pensamientos se iban confirmando al paso de las palabras que el hombre emanaba de sus labios. La hacían sentir bien, le hacían sentir una especie de frescura dentro de su infierno personal, aunque algunas la sorprendían, pero eso no importaba, la sorpresa iba abrazada del amor y la felicidad que ambos tenían. No sólo sus ojos brillaban, ahora sus labios se estiraban dejando ver una sonrisa hermosa dedicada sólo a ese hombre que tenía enfrente.

- Nunca imaginé que sus padres pudieran darme el visto bueno, es decir, yo no tengo nada que ofrecerle, y es importante poder darle algo, es parte de la unión de la pareja, que pudiera darle algo, lo único que tengo es una pequeña manta con la que puedo cubrirme por las noches al dormir, y usted, bueno, es dueño de ese hermoso y gran circo ¿Por qué me aceptarían? - En ese momento la cambiante comenzó a sentirse pequeña, insignificante, y entendía las palabras de su hermano. No podría estar al nivel de nadie, simplemente por no tener que ofrecer, de estar en su país natal, con las riquezas que poseía entonces lo pensaría de otra manera, pero en ese preciso momento no podía concebir que alguien deseara tenerla a su lado, eso era una especie de sueño, una especie de cuento de hadas, se iba a aferrar a él aunque su hermano se negara.

- ¿Casarnos? - Lo miró perpleja - ¿Qué dirá mi hermano al respecto? - Hizo una mueca, ese no era el momento de pensar en su hermano, seguramente se negaría, y eso le traería una gran infelicidad. Suspiró repetidas veces, intentando procesar de manera correcta las palabras de Elouan. Él no podría hacerle una broma de ese tipo, sus ojos le indicaban que sus palabras por muy irreales que pudiera percibirse eran ciertas, era deseado todo aquello que pedía, sin importar las implicaciones - Elouan apenas me conoce, ¿Cómo es posible que pudiera saber que soy la adecuada, eso implican un sin fin de cosas comprometedoras. ¿Lo sabe, verdad? - Sus manos se aferraron con fuerza a las ajenas, incluso llego a sentir como sus dedos ejercían presión contra la piel de manera ruda, casi lastimosa, sino es qué ya lo era. - ¿No le importa que apenas me conozca? - La pobre chica se notaba tan confundida, sin embargo su corazón le decía, que de no aceptar, o de prolongar su respuesta podría arrepentirse.

Zavannah volvió a unir sus labios con los ajenos, la piel se movía con suavidad, su cabeza se ladeo un poco con el afán de darle comodidad al acto. Suspiró repetidas veces, y sintió la humedad de sus lagrimas bañar el rostro ajeno y el propio. - Si, deseo poder llegar a ser suficiente para usted, deseo poder llegar a ser esa mujer que necesite, poder ser su esposa, y madre de sus hijos - Apenas había sido capaz de apartar los labios de los de Elouan, sus manos se movieron hasta la curvatura de la nuca, lo atrajo hacía ella soltando una risita suave, traviesa, fresca. Se sentía completa, quizás lo que había estado esperando era a él, si, no había duda de eso, más tarde, o quizás en los próximos días podría preocuparse de las reacciones de su hermano, por lo pronto deseaba disfrutar - ¿Por qué yo? Es decir… - No, no sabía como explicar esos pensamientos, la joven estaba demasiado contenta - ¿Podría congelar la noche para mi? Desearía poder compartir más de la luz de la luna entre sus brazos - Confesó sonrojada, sin poder abrir los ojos por la pena y emoción mezclada.


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Mensaje por Elouan Dumalkov Miér Nov 14, 2012 6:31 pm

Elouan sonreía constantemente, pese a que la vida se le extinguía cada día, minuto a minuto; él prefería enfrentar la desgracia de su enfermedad con un poco de alegría y dejarles así, a todo aquel que le estimara, el recuerdo de un Elouan feliz y dichoso en los últimos días de su vida. Se negaba a que le recordaran como un enfermo amargado y lleno de frustración, en un joven que se consumía como una vela; se esforzaba todo el tiempo por lucir radiante y sano, aunque por dentro los dolores y malestares fueran cada vez más intensos y por ratos poco tolerables.

Por eso sonrió cuando ella le regaló una sonrisa tras ese beso y lo hizo honestamente; por primera vez en mucho tiempo algo lo hacía sentir verdaderamente dichoso. Sujetó a Zavannah de las manos mientras ella le hacía su confesión de amor y sintió que el corazón se le salía del pecho cuando la escuchó aceptar su propuesta de matrimonio. ¿Era posible encontrar la felicidad en tan poco tiempo y en plena tormenta? La idea de que era un hombre muy afortunado le asaltó la mente y deseó sinceramente compartir una poca de la dicha que él poseía en ese instante con todo hombre que hubiera perdido toda la esperanza de encontrar la felicidad algún día, que pudieran experimentar la horda de sensaciones que, de tantas y tan buenas, no le cabían en el pecho. Alzó las manos de Zavannah hasta su rostro y las besó en señal de agradecimiento por el inolvidable momento que le estaba regalando, luego correspondió al nuevo beso que la joven le ofrecía. El tiempo se detuvo y el dolor en su estómago, producto de su mortal enfermedad, fue apenas notorio; ahora tenía cosas más importantes en las que pensar que desperdiciar su tiempo imaginando el final de sus días, la muerte había pasado a un segundo plano, tendría que esperar, pues él no se iría de este mundo sin haber hecho lo suficientemente feliz a la mujer que tenía frente a sus ojos.

— Se equivoca, Zavannah. Se equivoca al creer que no tiene nada que ofrecer. ¿No se da cuenta del enorme corazón que usted posee? Es inmenso, el más grande que yo haya conocido, el más bondadoso. Me hace feliz, ¿qué más podría pedir? — Negó con la cabeza, sonriendo incrédulo, incapaz de visualizar a una mujer más perfecta que la más joven y dulce de los Zöllner. — Eso es lo que ha hecho enamorarme de usted y eso es más que suficiente, no deseo más de usted que su corazón. — Sin más preámbulos se acercó a ella y la acunó entre sus brazos, continuó hablándole al oído. — Ojalá pueda entregármelo algún día, ojalá pueda corresponder enteramente al mío que ya es completamente suyo.

Elouan calló y ambos permanecieron en silencio durante algunos minutos, aferrado el uno a la otra en un momento de complicidad y comprensión absoluta. El muchacho suspiró antes de apartarse lo suficiente para hablar de nuevo y la miró a los ojos cuando se percató de que no había respondido a una de las preguntas que la muchacha le había hecho. Deseaba que ella no tuviera dudas de que aquello era lo correcto, que estaban destinados a estar juntos.

— Sé que es usted la indicada porque basta verla y escucharla para convencerse de ello, no hace falta mas. Créame. Sé que suena un poco precipitado pero en la vida hay cosas que deben hacerse cuando uno siente que debe hacerlas, en ocasiones el tiempo no está a nuestro favor. ¿Por qué tentar al destino atrasando lo que queremos? Puede resultar contraproducente. No me gustaría perderla, Zavannah, no ahora que la he encontrado. — Era verdad que Elouan temía no poder concretar sus planes, que la muerte se le adelantara y mermara toda posibilidad de hacerla feliz, de entregarle su apellido, de convertirla en la futura dueña de todas sus posesiones, porque sí, lo haría, Elouan no solo tenía la intención de desposarla sino de hacerla su heredera; ella la única esperanza de los Dumalkov. El circo no podía quedar en mejores manos cuando ninguno de ellos existiera. — A mi familia y a mí nunca nos han movido las cosas materiales, es más, no nos importan. Siéntase segura de ello y tenga por seguro que es bien recibida en nuestras vidas. — Volvió a besar sus manos y cuando supo que nuevamente era hora de traer a Zigmund a la conversación, decidió apartarse para encontrar las palabras correctas. Se puso de pie y empezó a andar muy lentamente alrededor de la jovencita.

— Zigmund… Su hermano es otra historia. Una muy difícil, debo decir. — La miró para cerciorarse de que ella no tomara sus palabras como una crítica hacia su hermano, pues él entendía el importante papel que él tenía en la vida de ella y que él no era nadie para romper ese fuerte lazo. Definitivamente, ponerla entre la espada y la pared, a que decidiera entre uno o el otro, no era una opción para él. — Creo saber cuál será su reacción al saber sobre mis intenciones con usted, mi deseo de hacerla mi esposa. Sé que probablemente no obtendré su aprobación… Pero soy un hombre perseverante, confío en que lograré que él esté de acuerdo, haré que me acepte en su vida. Para ello necesitare de su ayuda, Zavannah. Creo que Zigmund sólo entenderá las cosas como son si usted se encarga de convencerlo una vez que yo haga el intento de decírselas, después de todo yo sólo soy un extraño y usted es su hermana.


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Mensaje por Zavannah Zöllner Mar Dic 18, 2012 2:38 pm

Ni siquiera cuando sus apellidos eran Balcombe-Kelley, llena de riquezas, con una estatus alto, y con el deseo de muchos pretendientes buscando su mano, se imaginó un destino y un final tan radiante en su vida. Estaba viviendo una especie de cuento de hadas, dónde un par de hermanos por fin podían salir de una pobreza a causa de un amor, lo cierto es que la joven no buscaba dinero, riquezas, joyas, nada de eso le era importante, se sentía rica y poderosa por ese corazón ajeno que palpitaba contra el suyo de la misma manera. El amor en esos tiempos es difícil de conocer, mucho más complicado de alcanzar, pues los contratos matrimoniales están a la orden del día. Ella lo había encontrado, incluso al haber nacido en otro país, había tenido un camino largo, pero al final de toda peripecia, y todo dolor, había valido la pena para ella. Su pecho se inflaba de forma pronunciada de emoción, sus ojos brillaban cómo los rayos del sol, pero sin ocasionar ceguera, incluso sus mejillas ya le dolían por la sonrisa amplia que no se borraba de su rostro. Ella era feliz, dichosa, plena, pero sobre todo amada.

Cada palabra de Elouan le dedicaba le hacía sentir incluso un poco más dichosa, y ella creía que eso ya no era posible, el joven lo conseguía sin necesidad de regalarle una gargantilla, o una pulsera. Aquella propuesta de matrimonio era tan inesperada pero al mismo tiempo tan perfecta, que no necesitaba un anillo para sellar el compromiso. En ellos había más, no banalidades innecesarias. La cambiante sentía un lazo que los estaba envolviendo en ese momento, una especie de cuerda que los unía, una transparente que no necesitaba la fuerza para colocarse, sólo el corazón. Todo era excesivamente perfecto, tanto que incluso se mareaba por el nerviosismo, el ansía que su cuerpo ahora desprendía por saber más de su propia historia, y aunque lo estuviera disfrutando a cada segundo que pasaba, también buscaba imaginar los años futuros, dónde la pareja estuviera abrazada frente a la chimenea de una casa, donde uno o dos pequeños corrieran al rededor del sillón buscando la protección y abrazo de dos padres enamorados. Ella estaba feliz.

Pero Zavanah sabía muy bien que no todo era perfecto. Ella no lo era, y tampoco era una mujer sincera o completamente bondadosa cómo Elouan y su familia la creía. Ella tenía un pasado que se había borrado con la distancia de un viaje. ¿Cómo podría ella en algún momento exigirle sinceridad a su amado? ¿Cómo tendría la cara para hacerlo sino estaba siendo honesta con él? Se colgó del cuerpo ajeno en un abrazo, escondiendo su rostro tierno en la curvatura del cuello de su joven, lo hizo para esconder la mueca que ahora tenía en el rostro, no deseaba que la viera de esa manera para no arruinar ese hermoso momento, así que lo abrazó con mucha emoción. La joven meditó por unos momentos, había ignorado el tema de su hermano, porque había cosas más importantes que pensar, cómo la manera de decirle la verdad a Elouan. Su hermano podría esperar, ella se sentía tan plena e invencible gracias al amor del joven Dumalkov, que se dio cuenta que su hermano no podría intervenir en su vida en pareja, pues se trataba de su felicidad, y ese que llevaba su misma sangre se había encargado de dejarle en claro que su felicidad era importante, incluso más que la de él, aunque eso sonara egoísta.

- Shttt - Llevó el dedo indice a la comisura de su acompañante. - No lo menciones por favor, no ahora que esto es demasiado irreal y hermoso, no arruinemos nuestro momento con terceros - Le gustaba sentirse entre los brazos de su ahora prometido. Ella era tan pequeña que los brazos ajenos la cubrían y protegían, aquello la hizo sentir aún más dichosa. Se separó, sabía que debía decirle algo para calmarlo, y para calmarse también, así podrían tener una noche perfecta. - Debo confesar que en ocasiones no puedo entender a mi hermano, se pasa días diciendo que me quiere, que busca mi felicidad, pero no sé si es mi percepción de felicidad o la suya - Se encogió de hombros, comenzó a caminar ¿Hacía dónde? Eso no le importaba, sólo avanzaba por inercia - Si habla usted con él, seguramente me hará una rabieta, me gustaría dejará que fueran mis palabras las primeras que escuchara - Lo volteó a ver de reojo - Espero eso no le moleste, es una pequeña petición que debo hacerle al conocer las reacciones de mi hermano - Volvió su mirada al frente.

- Mi hermano es un tema que le preocupa mucho ¿Verdad? - Disfrutó del silencio que se ocasionó entre ambos, carraspeó, y ella misma decidió romperlo - Lo sé, lo notó porque cuando habla de él es tan cuidadoso conmigo - Soltó una pequeña risita, se detuvo pero no lo volteó a ver, simplemente miro al cielo - Mi hermano es importante para mi, así cómo sus padres lo son para su persona, mi querido Elouan, pero yo lo amo a usted, lo amo con cada parte de mi cuerpo, y no puedo dejarle ir, no sin mi, a dónde vaya yo deseo estar - Se mordisqueó el labio inferior, el calor de su cuerpo subía a su rostro, sonrojándola cómo siempre cuando se trataba de Eloaun - Él no puede alejarme de usted, porque sería arrancarme el corazón - Su cuerpo apenas giró, mirándolo de reojo - Quisiera hablar con sus padres, saber que piensan de su propia boca, sin la bendición de ellos desde éste momento no me podré sentir totalmente completa - Relamió sus labios, la sensación de haber hablado demasiado la hizo sentir incomoda, pero con él no tenía miedos, podía hablar y cantar sin reprimendas, al fin y al cabo, estaban enamorados.


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Mensaje por Elouan Dumalkov Miér Ene 23, 2013 11:12 pm

— En realidad, su hermano me tiene sin cuidado. — Confesó sin tapujo alguno. Ahora que su compromiso era más que un hecho, deseaba ser lo más sincero posible, no guardarse nada, ni la mínima cosa. La tomó de ambas manos y las subió hasta sus labios, para besarlas en señal del gran amor que había empezado a gestarse desde el momento en que la había visto por primera vez en el circo. — Es usted la que me importa, nada más. Pero como ya dije, sé que para usted es importante, porque es su hermano, su sangre. — La miró a los ojos y sintió que el alma se le derretía, era uno de esos talentos naturales que la muchachita tenía: cautivar a cualquiera que le observase, conquistarlos, enamorarlos con su encanto. La muchacha no parecía molesta con las palabras que su futuro esposo le había dicho sobre su hermano, y eso hizo pensar a Elouan que quizás era el momento justo para hablarle de sus sospechas, porque después de todo no había escapatoria, él tendría que decírselo algún día y que mejor que hacerlo ahora para alertarla de la situación y que ella también tomara la distancia necesaria con su hermano, si es que las sospechas eran ciertas, lo cual ella ayudaría a descubrir dando su punto de vista. Tomó una gran cantidad de aire y se armó de valor. Empezó a hablar sin soltarla de las manos.

— Zavannah, hay algo que deseo decirle y que espero no me tome a mal. Yo no quería decirle esto, pero me temo que es necesario porque yo no sé si usted está ignorándolo y creo pertinente que lo tome en cuenta. No sé… me preocupa ese amor que dice sentir Zigmund por usted. Como ya hemos dicho, él es tan… posesivo con usted. Sinceramente, si ustedes dos no fueran hermanos, me atrevería a decir que está enamorado de usted y que se muere de celos, que por eso me odia y por eso se opone a lo nuestro. No hace falta que lo diga, sé lo que piensa, que es una locura, lo sé, pero... ¿de verdad nunca lo ha visto de este modo? ¿No ha sospechado de él por la forma en que le habla y la trata, por esa forma tan sobre protectora que tiene de ser con usted, al grado de no querer que nadie más voltee a verla? — Elouan hizo un gran esfuerzo por mantener su semblante sereno, pero lo cierto es que todo lo referente a Zigmund lo inquietaba de una manera inimaginable, sobre todo porque temía por Zavannah, temía que si sus sospechas eran ciertas ella corría peligro, que si él realmente estaba obsesionado con ella, podía llegar a hacer cualquier cosa con tal de no perderla. En el fondo, Elouan deseaba con alma que sus sospechas fueran sólo eso, sospechas y no la pura realidad, pero antes de desechar la idea, quiso indagar más en el tema. — Zavannah, ¿hay algo que usted y su hermano están ocultando? Porque lo he notado en él, a menudo siento que hace todo lo posible porque algún tipo de secreto no salga a la luz y siento también como si la tuviera obligada a hacer lo mismo. ¿Es algo sobre su familia? Nunca me atreví a preguntar que fue de sus padres, dónde se encuentran o qué fue de ellos. — Se detuvo cuando fue consciente de que estaba bombardeando a la muchacha con demasiadas cosas, que quizás ya tenía suficiente con lo que estaba viviendo como para abrumarla con tantas preguntas. Supo que quizás estaba cruzando una línea que no debía cruzar. Negó con la cabeza y volvió a suspirar.

— Lo siento, siento si estoy sonando como un maniático paranoico, pero realmente no suelo comportarme así si no siento que hay motivos reales de por medio. Siento también si estoy entrometiéndome en cosas que tal vez usted no desea hablar. No tiene que contarme nada, yo respeto su privacidad, si lo comenté fue sólo porque… no sé, pensé que tal vez algo tenía que ver con toda esta incomprensible actitud de su hermano. — Se disculpó y decidió que dejaría de sofocarla de la manera en que había estado haciendo, que le daría la libertad de decidir si deseaba seguir hablando sobre el tema o dejarlo en el olvido, quizás para siempre. Agradeció con el alma que ella hubiera mencionado a sus padres, porque tal cosa serviría para liberar un poco de la tensión que había en el ambiente. Le sonrió y la sujetó de las manos con más fuerza, luego se movió y se colocó a un lado de ella, alargando el brazo izquierdo para escoltarla.

— Le propongo una cosa: olvidemos todo esto si así lo desea y vayamos a casa, así podremos encontrar a mis padres despiertos y podremos darles la gran noticia y hacer nuestro compromiso oficial, ¿le parece bien? Si durante nuestro trayecto quiere retomar algo de lo que he dicho o contarme algo que usted quiera contarme, pero únicamente porque siente que desea hacerlo y no porque se siente presionada, entonces estaré dispuesto a escucharla. — Y comenzaron a andar de regreso al circo. Los primeros minutos hubo un silencio absoluto. Elouan creía que ya había hablado demasiado como para atreverse a retomar la palabra una vez más.


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Mensaje por Zavannah Zöllner Lun Feb 18, 2013 6:47 pm

Zavannah se dio cuenta de una cosa, estaba haciendo aquello por lo que había escapado, aunque las situaciones fueran diferentes, y está vez ella lo estuviera escogiendo, la realidad era que poco conocía a Elouan, que le gustaba simplemente por los pocos tratos que habían tenido, por la manera en que trataba a sus padres, por la forma en que hablaba con los trabajadores, pero la verdad era que no conocía mucho de él, verdaderamente parecía un compromiso de esos arreglados, de esos que aceleraban todo el proceso de cortejo por alguna razón escondida, por un momento comenzó a cuestionarse sobre lo que había aceptado hace unos momentos atrás, pero en cuanto lo veía de nuevo, su pecho se inflaba de forma notoria, y su corazón latía con tanta fuerza que incluso creía que podría salirse del cuerpo. Quizás si Elouan no hubiera sido tan insistente con él tema, la chica poco estuviera dudando, o quizás no estuviera dudando nada, pero pensar simplemente en que el joven tampoco le caía mucho en gracia su hermano, eso la hacía cuestionar demasiado.

Era cierto, ella misma tenía sospechas de lo que su hermano podría sentir por ella, pero en el fondo sabía que nunca lo aceptaría, primero que nada porque era su hermano, y segundo, porque quizás el aceptarlo traería consigo sentimientos que ella misma tenía escondidos. Observó con horror a Elouan, apenas y podía digerir cada palabra que el caballero decía. Comenzó a temblar, la ventaja es que en ese momento no se habían tomado ni siquiera de la mano, así él no se daría cuenta del estado en el que se encontraba por ese tema. Apenas la estaba dejando respirar, apenas estaban en proceso de un pacto en el compromiso ¿cómo se atrevía si quiera a hablarle de esa manera? La cambiante deseaba salir corriendo y no ver al joven por un largo rato, pero ella no podía ser maleducada, debía quedarse, y fue entonces cuando sus sonrisas fingidas de forma demasiado mal actuadas, aparecieron en su rostro. Si Elouan creía que esa era la manera correcta para empezar a cortejarla, estaba completamente equivocado.

- No siga, Elouan, no le permito tocar temas que no conoce… - Le dijo por primera vez con un hilo de voz, que claramente demostraba su tristeza, ella no estaba preparada para pensar en su hermano de esa manera, o de recordar a sus padres, quizás nunca lo estaría. Sus delicadas manos se cerraron con fuerza, mostrando el pequeño puño que se lograba obtener por la pequeñez y delicadeza de su palma y dedos, ella necesitaba canalizar sus sentimientos encontrados en algo, no perder el control para no comenzar a provocar a sus animales internos. De perder el control las cosas terminarían muy mal - No debe juzgar a Zigmund, no cuando no conoce todo lo que hemos pasado, todo lo que él ha dejado por mi, y del porque estoy en deuda con él, simplemente no debe… me lastima al hacerlo - Comentó en un hilo de voz, siguió aquel camino, ignorando el tema de sus padres, al menos esa noche ya no deseaba poder ver laos progenitores de su prometido.

- ¿Quiere la verdad? ¿Eso es lo que desea? Si, Zigmund es protector, porque sabe lo mucho que sufrí cuando éramos pequeños… - Tomó un profundo suspiro, caminando de regreso, ignorando por completo al chico, pero sabiendo que estaba a su lado - Escapamos de casa, Elouan, él me liberó de cierta manera. Mi nombre real es Zavannah Tahnee Balcombe-Kelly, provenimos de Australia… Si conoce de familias reconocidas, habrá ya identificado mi apellido, no es demasiado complicado relacionarnos con él si se sabe la verdad, me parezco demasiado a mi padre, y Zigmund también… - Se encogió de hombros - Si, nos siguen buscando, y por eso cambiamos de apellido, cambiamos prácticamente de vida - Se relamió los labios, pocas veces hablaba tanto, ella prefería escuchar a que la escucharan, quizás por temor a decir cosas demás, como en ese momento, pero no había marcha atrás.

- Me comprometieron con un hombre que incluso era muchísimo más grande que mi padre, ese hombre me daba miedo… Mucho miedo, la forma en que me veía, incluso sin compromisos deseaba besarme… - Desvió la mirada hacía el lado contrario. - Cuando tuvimos la terrible perdida de nuestro único ser amado, mi hermano y yo nos hicimos muy unidos, tanto que él prometió nunca desampararme, nunca dejarme sola, prometió darme felicidad por encima de la suya… - La garganta de Zavannah comenzaba a cerrarse, ocasionando que su voz se entrecortara - Somos todos lo que tenemos, nada más que eso… Así que si… Mi hermano es un posesivo… Porque hemos padecido juntos… - Se quedó en silencio, siguiendo su camino, sin desear demasiado seguir con aquella platica. Deseaba con todas sus fuerzas llegar al remolque y abrazar a su hermano, quedarse dormida entre sus brazos como cuando pequeños.


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Mensaje por Elouan Dumalkov Miér Abr 24, 2013 3:03 pm

Escaparon. Entonces ustedes dos son… Dios mío… —musitó con una voz apenas audible y la mirada ausente.

Elouan no podía creer lo que estaba escuchando. Eran demasiadas cosas, muchas verdades que se le venían encima como el más bravío de los mares, arrasando con todo. ¿Cómo lograría el salir a flote si las olas parecían hacerse cada vez más grandes conforme ella hablaba? Se ahogaría, ella terminaría por sumergirlo hasta el fondo. Tomó una gran bocanada de aire para intentar tranquilizarse y aminoró el paso quedándose estático a medio camino, como si de pronto un hechizo lo hubiera convertido en una estatua. ¿Cómo había hecho Zavannah para ocultar tantas cosas todo este tiempo? ¿Cómo había sido capaz su hermano se arrancarla así de su nido? El muchacho meditó la situación, y se dio cuenta de que la verdad que ella acababa de revelarle no impedía que su teoría sobre Zigmund y sus sentimientos hacia su hermana quedara anulada. Sólo tenía que unir ambas partes, hacer que cada pieza embonara en el sitio que le correspondía, y la verdad saldría a la luz, clara como el sol de cada mañana. Los ojos de Elouan brillaron cuando entendió cómo había sucedido todo, todo eso fuera un gran descubrimiento que cambiaría para siempre el rumbo de las cosas, la vida de los tres, y su ceño se arrugó levemente al ser consciente de la mente tan maquiavélica que poseía su casi cuñado. Él ya no tenía dudas de que Zigmund era la mente maestra de toda la maraña en la que se había convertido la vida de los hermanos Zöllner, o Balcombe-Kelley, como en realidad se apellidaban. Elouan no creía tan bondadoso y comprensivo al muchacho como para sacrificar su propia posición social y fortuna, con tal de librar a su hermana de un matrimonio arreglado. Definitivamente tales virtudes no coincidían con el Zigmund que el había estado estudiando.

Entonces cayó en la cuenta de que había estado ignorando el pesar de su acompañante y ahora prometida, aunque, ahora que lo pensaba, la boda entre ellos se veía cada vez más distante. Tal vez ella ahora ya ni quisiera casarse. De todos modos no era el momento para hablar de compromisos, él no podía ser tan egoísta y pretender desposarla con tantas cosas sobre su espalda, con un hermano como el suyo teniéndola como rehén, porque eso era para él: su prisionera, presa de las mentiras y manipulaciones de su propio hermano. Pero, primero lo primero.

Zavannah, me ha mal interpretado, yo no he querido juzgarla, yo jamás haría algo como eso, no a usted —intentó disculparse por la forma tan dura en la que le había dicho todo, sin detenerse a pensar en que ella era una muchacha frágil y dulce que no estaba acostumbrada a que le hablaran de cosas como esas, mucho menos tan directamente—. Pero sí lo juzgo a él, a su hermano, por haberla arrastrado a esta vida, que si bien es una digna, no es a la que pertenece. ¿Se ha preguntado lo que estará pensando su familia entera en estos momentos? Cómo puede estar tan tranquila ante esa situación? ¡Su madre, debe estar desesperada y al borde de la locura por la desaparición de sus hijos! La Australia entera debe estar de luto por tan enorme perdida. Disculpe que lo diga, pero creo están siendo muy egoístas… Están equivocados —y nuevamente no podía evitar ser menos franco, era imposible intentar suavizar o minimizar una situación tan grave como la suya.


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Mensaje por Zavannah Zöllner Vie Mayo 10, 2013 10:55 pm

La confianza que le había tenido a Elouan, estaba al mismo nivel que la que en toda su vida le había otorgado a ese que tenía su misma sangre. Ella había hecho una promesa, no cualquiera la verdad, sino la más importante, la que le otorgaba tranquilidad, estabilidad y seguridad cada noche antes de ir a la cama, pues el que nadie los descubriera en una ciudad tan lejana le daba esperanzas de poder tener la vida que deseaba, encontrar al hombre que amara (aunque ya sentía que lo tenía, justo en frente de ella), poder formar una familia, y envejecer junto con su esposo, tener una casa propia. Eran detalles que quizás para los demás eran fáciles de obtener, pero para ella tuvo que ser un cambio drástico, cambiar su estilo de vida, intentar sobrevivir, enamorarse en silencio de aquel a quien tenía enfrente y le estaba diciendo lo que su corazón escondía. ¿Por qué el joven no se daba cuenta de ese detalle? ¿Por qué simplemente entendía por qué lo defendía tanto?

Se siente arrepentida, totalmente de haberle confiado a ciegas lo que pasaba, lo que sobre sus hombros se encontraba, pero por más lamento que existiera de su parte nada cambiará, lo hecho, hecho está, ahora debe afrontar las consecuencias. La duele ver los ojos de Elouan de esa forma, tan confundido, tan alterado por todo lo que ella le está confesando, se siente la peor de las personas, la más ruin, la más mentirosa, se siente poco digna y sabe que no merece el amor de ese hombre que ha estado para ella desde su primer pisada en aquel circo. Siente que sus ojos se llenarán de lagrimas si él no logra comprender la situación. Hace unos momentos hablando de compromiso ¿y ahora que quedaba? Seguramente ya no la amaría, ya no buscaría ser el "felices por siempre" a su lado. Aquello le estaba carcomiendo el interior, le dolía saber que podría perderlo en cualquier momento.

- ¡No, no, no! Por favor, se lo suplico, ¡No piense mal, Elouan! ¡Por favor no! - Le dice acercándose al hombre, tomándole las manos, pero no le mira a los ojos, a esas alturas ya no se siente digna de tal privilegio, además es mujer, sólo con permiso del hombre que se le acompaña ellas pueden tener el contacto visual, se siente tan mal, es tan frágil que no puede aguantar un desdén de él, ¿por qué abrió la boca? Donde creyó comenzaría el bien simplemente se ha desatado el peor de los males - No es así, no, no somos egoístas, no sabe toda la historia - El cuerpo de la cambiante comenzó a temblar en demasía, aquello era una mala señal "No, no te atrevas a cambiar, no ahora, Zavannah, vas a arruinar más las cosas", se comenzó a regañar. Ella misma colocó una mano en los brazos contrarios, como abrazándose, empieza a caminar hacía adelante, como en trance, está buscando calmarse.

- ¡Mi madre no nos quería! ¡A mi simplemente me quería vender con el mejor postor, incrementar su fortuna! ¡Eso le pedía el señor con el que se casó! ¡Lo escuché muchas veces! El señor que me quería desposar era casi un anciano asqueroso ¿Sabe lo que sentí cuando me tocó el busto una vez? ¿Lo sabe? No, no lo sabe, y sin embargo me dice egoísta, ¡Él fue quien me saco de eso! ¡Él fue quien limpió mis lagrimas! No me diga que somos egoístas ¡No puede culparlo de nada! - La cambiante siente rabia, se da cuenta que sus uñas ya no son normales, sino garras, traga saliva con fuerza, ella no desea empeorar las cosas, no puede ¿encima decirle que es de otra naturaleza? No, lo mejor sería quizás irse de ahí, si, apoyaría la idea de su hermano de irse aunque fuera lo que menos quisiera, se daba cuenta que Elouan no era para ella, y ella no era para él, y eso le dolía hasta el fondo de su corazón.

- Yo… yo no quiero discutir, no, no quiero hacerlo - Lo dijo en un tono de voz bastante alarmante pues era muy tranquilo - Olvidemos todo esto, olvidemos lo que le dije, está noche a sido un error, yo… - Le voltea a ver con unas lagrimas en los ojos - No se preocupe ¿Está bien? Mi hermano y yo nos iremos del circo, ya no perturbaré su vida, ni nada por el estilo, mi corazón siente por usted de una manee muy sincera, pero no comprende, y creo que no comprenderá, se ha hecho de ideas de Zigmund, cosas que ni siquiera he querido pensar porque yo sólo lo veo como eso, mi hermano, ¿sabe lo que discutí con él para salir con usted? ¡Por usted! Lo único que le importa es volver al tema, mi hermano, como si fuera un verdadero problema, si yo quiero hago mi vida, quería hacerla con usted… ¿No lo ve? - Ella suelta el abrazo propio que estaba teniendo, como en señal de rendición - Vayamos al circo, es hora de que usted descanse, ya sé sus horarios de sueño, vayamos, tiene que dormir - Le comenta intentando desviar el tema. - Por cierto, gracias por la obra, me hizo recordar momentos con mi padre, fueron gratos los recuerdos - Le dice sin más, pero ella comienza a caminar, observando todo menos a él.


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Mensaje por Elouan Dumalkov Vie Mayo 24, 2013 11:55 pm

Zavannah estaba visiblemente exaltada y dispuesta a resignarse, dejándolo todo a medias, algo que él no estaba dispuesto a permitir. La observó dar media vuelta y alejarse. Sus pasos se convirtieron en zancadas y nunca más se giró para corroborar que él la estuviera siguiendo. Un mal presentimiento logró estrujarle el alma al muchacho, la inequívoca sensación de que si la dejaba ir, algo se rompería para siempre entre ellos y sería irreparable. Corrió tras ella y, siendo preso de un acto desesperado o darle la oportunidad de negarse, tomó uno de sus brazos para impedir que siguiera avanzando. La atrajo hacia él, y sin más preámbulos le plantó un beso que se le antojó apasionado, mucho más real que el que le había dado la primera vez. Elouan sintió que era nuevamente correspondido. La noción de que era tan amado como amaba fue el principal incentivo para continuar con la cálida demostración de afecto. Sus brazos rodearon a la muchacha, atrayéndola más hacia sí, hasta que el movimiento logró convertirse en un conmovedor abrazo, algo que estaba seguro ambos necesitaban en momentos como esos.

No importa lo que haya hecho, la amo Zavannah, y eso no cambiará —hundió su rostro en su hombro y sintió el cabello ajeno sobre su nariz y boca. El aroma era natural pero exquisito—. Prometo amarla pase lo que pase, más allá que cualquier secreto que usted guarde en su alma porque mi amor es más grande que cualquier otra cosa –una lagrima rodó por su mejilla en señal de solidarizarse con su sufrimiento, haciéndolo propio. Realmente le dolía la situación de su amada.

Yo la ayudaré, se lo prometo. Hablaré con su hermano, les tenderé la mano y juntos buscaremos una mejor salida para su situación, ¿le parece bien? Lo que sea para erradicar de su corazón esa angustia que no tiene porque ser. —Permanecieron así, abrazados durante un largo rato, fundidos y negligentes del mundo. Por esos instantes no existió la confesión que ella acababa de hacerle ni el celoso y posesivo hermano que tenía tras sus pasos, de hecho, el difícil carácter de Zigmund le pareció algo insignificante. En brazos de Zavannah nada parecía imposible. Incluso le devolvía las esperanzas de vencer su mortal enfermedad. Ella lo llenaba de alegría, de paz, le hacía sentir deseos de vivir para poder cumplir esa promesa que le haría en el altar cuando el día de su boda hubiera llegado, en la que juraría ante Dios protegerla y amarla por siempre, hasta su muerte, incluso después de ella.

Es hora de que alguien más de haga cargo de usted, su hermano lo entenderá. ¿Y quién mejor que su prometido? Nos casaremos y Zigmund no tendrá porque seguir llevándola cada vez más lejos. La alejaré de esa vida nómada llena de incertidumbre y le daré la estabilidad que tanto se merece. Así ambos serán felices, usted a mi lado y él con la mujer que elija. Él lo entenderá, estoy seguro —la ingenuidad era posiblemente el único defecto del muchacho, algo que tenía en común con Zavannah. La pareja perfecta, sin duda.


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Mensaje por Zavannah Zöllner Dom Jun 09, 2013 1:52 am

Aquel abrazo era el mejor que había recibido en toda su vida. Esa delicadeza con los brazos para tomarla, el sentimiento que se mezclaba entre el dolor, la necesita y la suplica por mantenerse juntos. Ella lo amaba de la misma manera que él, su problema es que no sólo sentía por Elouan sino también por su hermano. Lo último claramente era enfermizo pero aunque mostrara inconformidad, terror e indignación cuando se le mencionaba, en el fondo la idea de un Zigmund enamorado de ella le resultaba mucho mejor de lo imaginado. De igual forma no era momento para pensar en aquel hombre, sino en el que le estaba dando su corazón, porqué con el hermoso hijo de los cisqueros era un autentico caballero, del cual estaba segura jamás le mentiría. Sus brazos alrededor de él incluso ejercieron una mayor fuerza, pero sin llegar a ser la sobrenatural que poseía por ser cambia formas. Suspiró repetidas veces más, ojalá el tiempo se detuviera para ella, pues las sensaciones experimentadas en ese momento eran únicas, de esas que no se quieren dejar de sentir, nunca. Por último le dio un beso en la mejilla, aunque deseaba volver a besarle como hace unos momentos, lo mejor era dejar tranquilo al cuerpo.

- No es necesario que me ayude, yo en ningún momento me fije en usted sabiendo que me sacaría del abismo en el que me encontraba, sólo deseo que me ame, que no me juzgue por mis acciones, que conozca a la Zavannah que tiene frente a usted, a la que quiere verle feliz y le está más que agradecida - La joven le abrazaba por el cuello, pero de un momento a otro tomaba las mejillas masculinas para que la mirara a los ojos, aunque claro, ella se colocaba de puntitas. - Dime ¿Acaso importa todo el mundo? ¿Acaso importa todo lo demás? Nada vale más o menos, lo que importa es el momento, y que estoy con usted, simplemente con usted - Le estrujó con fuerza, ella misma buscó los labios ajenos para tomarlos con cierta timidez, pero cargado de amor. La cambiante estaba consiente que la felicidad, la tranquilidad sólo la podría obtener en los brazos de ese hombre al que besaba, pues la realidad de la sociedad actual podría llevarla a la horca de saberse lo de su hermano.

- Si derrama lagrimas por mi, desde ahora, entonces nada vale la pena, pero si sonríe más de lo que llega a sentir penas, entonces todo vale la pena - Esta vez una de sus manos descendió con suavidad por el brazo masculino, le acarició lentamente hasta tocar la mano ajena, los dedos de ambos se entrelazaron, y ella dio un tirón para que avanzaran con lentitud. La joven le dedicaba sonrisas de vez en cuando a su prometido, de esas cómplices, como queriendo tranquilizar la situación o en realidad sólo a ella. La noche en un principio había sido muy hermosa, pero sentía que prácticamente la habían obligado a confesase todo aquello que se empeñó en esconder, incluso de enterrar desde que marchó de su casa.

- ¿Qué cree que digan sus padres ahora que entremos tomados de la mano al circo? - La simple idea le ponía nerviosa, pero sobretodo emocionada. ¿Qué cosas le preguntarían? ¿Qué pasaría si Elouan les habían mencionado las sospechas de su hermano? Esperaba que no, porque de ser así seguramente no querrían demasiado a su hermano en aquel lugar y, a pesar de casarse y todo, ella siempre lo querría a su lado. De eso no había ni la menor duda. La joven se detuvo cuando se encontraron frente al circo, entre arboles tupidos que impedían la luz, probablemente nade estaría consiente de que ellos estuvieran ahí, cuando observó hacía la parte donde se encontraba su remolque observó que había una vela encendida, seguro su hermano la estaría esperando eso le erizó inevitablemente la piel.


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Mensaje por Elouan Dumalkov Mar Ene 21, 2014 9:24 pm

[color:06df=##876847]Elouan correspondió a los besos que la tierna muchacha le regalaba, sus labios eran dulces y tibios, reconfortantes, como descubrir un cálido sol en una mañana fría. Sí, eso era ella, su sol, su luna, todo su universo. La felicidad asomó entre sus labios dando forma a una nueva sonrisa. Le tranquilizaba saber que ella le amaba, que nada era más fuerte que ese mutuo sentimiento, que ahora nada ni nadie los separaría. El joven tomó una vez más el rostro de su amada y depositó un suave beso, luego la tomó de la mano y juntos retomaron el camino que los llevaría de vuelta al circo.

Serán los más felices, créame. Mañana por la mañana todo el mundo sabrá de nuestro amor y que planeamos casarnos y será por ellos, porque sé que en el momento en que nos vean entrar querrán salir a gritarlo a los cuatro vientos —le sonrió con complicidad, divertido con la sola idea de imaginar a sus padres.

Elouan hablaba con seguridad porque los conocía bien, sabía que nada los hacía más felices que su felicidad, era su único hijo y de algún modo verlo feliz los últimos días de su vida significaba un consuelo.

Cuando llegaron al circo entraron a la carpa más grande, que era la de los Dumalkov, y ocurrió algo similar a lo que él había vaticinado. La señora Dumalkov, que había estado cocinando galletas toda la tarde con el objetivo de tenerlas lista para la cena, se puso tan eufórica con la noticia de su noviazgo que dio un brinco y soltó la charola caliente olvidándose del postre; abrazó a su futura nuera con la misma efusividad con la que habría abrazado a una hija, quizá porque en el fondo ya la consideraba como tal. El padre de Elouan no se quedó atrás, aunque por el contrario de su esposa, él no dejó sin aliento a la pobre muchacha, fue mucho más sutil.

Se lo dije, la adoran —susurró Elouan discretamente al oído a la muchacha y le sonrió complacido.

Fue una velada maravillosa. Los cuatro se sentaron a la mesa y cenaron a la luz de las velas. Rieron, contaron anécdotas e incluso dieron una pequeña demostración de baile cuando la señora Dumalkov aseguró que no existía en el mundo un mejor bailarín que su esposo. La felicidad que Elouan sintió esa noche en compañía de sus padres y su amada, logró opacar la desgracia en la que se encontraba y por un par de horas se olvidó del agresivo cáncer que se extendía en su interior, consumiéndolo lentamente. Estaba seguro de que ese sería un recuerdo que quedaría tatuado en su alma, que se llevaría a la tumba.


TEMA FINALIZADO


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