Deja ya de engañarte ~ Libre

por **Mouza Shah Kayar** Miér Mayo 23, 2012 4:37 pm

"De nada sirven los triunfos
si la paz no los corona"

Las noches cada vez eran más cortas y los días demasiado largos. El verano jugaba a favor de las criaturas diurnas ignorando los deseos de las que se sentían identificadas con la noche tales como ella misma que bajo la negrura de la medianoche me sentía más acogida y a salvo que cuando el sol se dignaba a brillar en lo alto de un cielo azul. Nada se comprada con un bonito atardecer rosado y pocas cosas le entristecen más que un amanecer prematuro. La brisa cálida del verano no hacia que sus heridas se cerrasen por la perdida prematuras de las noches pero mientras el cielo estaba oscurecido podría perderse en las ilusiones que la propia mente creaba de su país. Dulce cobijo para las almas perdidas como las suyas, ungüento para el escozor del corazón ¡Ni las mismísimas pesadillas llenas de premoniciones merecerían tal castigo como el suyo! ¡Malditas fueran ellas! Se removió incomoda en el banco que daba al jardín del hotel mientras veía unas de las más intensas estrellas brillar en el cielo ¿Verían los suyos la misma estrella desde la aldea? Estaba segura de ello pero le dolía pensar que disfrutaban las vistas sin su presencia. Tenia miedo de que cuando volviese no la recibiesen como una de ellos porque la sangre pecadora corría por sus venas recordándole siempre que no solo Kohanmir era su lugar, sino París también. París, lugar donde las noches y los días eran tan fríos como el carácter de las personas. No había nada de glamuroso en ellos, no había nada tradicional y mucho menos familiar. Sentía a las personas como extraños muñecos que vivian bajo las tendencias que marcaban una sociedad podrida -¿Es esto lo que me espera Allah? ¿Estar tan podrida como los franceses?- solo el dios supremo sabia la respuesta a aquella pregunta lanzada al viento pero tenia la impresión de que Sí, que estaba destinada a estar tan podrida como ellos por dentro si no recuperaba pronto el control sobre sus sueños.

Poco sabia de la familia de su madre pero lo que había escuchado durante toda su niñez antes de que su primo cerrar la boca de los cotillas era que Antonia hacia tratos con aquel cuyo nombre no debía ser pronunciado. Una mujer bella que había engatusado a un jeque del desierto sin pensar en las consecuencias. Mouza se negaba a pensar en ello como tal, prefería creer que el amor había podido contra muchas barreras, pero donde podría haber un pensamiento negado una gran verdad se podría ocultar. Sintiéndose en parte impotente tomo el relevo de las cosas antes de que sus pensamientos la llevaran otra vez aquella noche en los sueños hacia una pesadilla bastante acertada. Lo que necesitaba en aquel momento era disfrutar de la soledad de los jardines del hotel olvidandose de que su estancia iba para largo. Tenia un propósito y aquel era curarse a si misma antes de volver con los suyos, solo esperaba ser lo suficientemente digna para que la recibiesen de vuelta con los brazos abiertos.

De un solo empujón se levanto del banco en el que estaba sentada y se adentro entre las flores de los jardines fijándose en todas y cada una de las variedades que ahí había. La aldea de Kohanmir no constaba con tales variedades, apenas si había una especie de flores pues era un sitio demasiado caluroso como para que pudiesen aguantar la totalidad del verano. Le gustaba lo que veía, los colores a pesar de estar poco iluminado inundaban su mirada haciéndola sentir como lo que no era, una princesa. No sabia como las personas de París podían estar mas interesadas en las construcciones y el dinero cuando a aveces vivían bajo la presencia de mini paraísos. Pedacitos rotos del cielo y esparcidos por la superficie terrestre. Quien no veía aquella hermosura era más ciego que uno de verdad pero Mouza podía entenderlo a veces ya que no todos los hombres y todas las mujeres eran tan soñadores como ella misma ¿Y que más daba si vivía en su propio sueño? La inocencia caracterizaba aquel comportamiento como maravilloso. En cambio la sabiduría y la razón lo caracterizaban como una gran tontería ¿Seria capaz su tontería de llevarla por caminos que nunca desearía en su sano juicio recorrer? Si, en efecto, la tontería seria capaz, otra cosa es que ella se dejase hacer cuan virgen inocente. Lo era pero también tenia unas férreas ideas a las cuales estaba más que apegada. La determinación no era un problema y si ella deseaba echarse a perder lo iba a hacer, si en cambio no lo deseaba no iba a ocurrir nunca. A pesar de no tener voz y voto en muchas ocasiones, los libros le habían enseñado que una mujer podría tener la gran determinación de la que un hombre se jactaba, incluso mucho más pues las mujeres no se dejaban engatusar por las palabras bonitas de otras.

Saber que de este modo se vería librada de muchas tentaciones la hizo exhalar el aire que tenia guardado en los pulmones con bastante alivio y luego se inclino sobre una rosa roja con grandes espinas visibles. Una vez un filosofo había dicho que de las espinas nacían las mas bellas criaturas alguna vez contempladas y las rosas parecían eso. Criaturas que florecían ante los ojos de los humanos, con espinas y amenazadoras por fuera pero muy bellas por dentro ¡Lo que habría deseado poder ser una de ellas!

por **Nicolay Makarov** Vie Mayo 25, 2012 12:03 pm

Aquella noche, era preciosa, pero necesitaba descansar de verdad y los bosques no eran un lugar seguro para una persona que no podía apenas ni mantenerse en pie, estaba en parís, recorriendo como un vagabundo sus calles, se notaba a leguas por mi capa negra y sucia, algo rasgada por alguna que otra cacería y mis andares, que lo era, no podía ir firme, me costaba y decididamente debía descansar en algún lugar que pudiese ser seguro, las calles no lo eran, si me viesen tirado en algún lugar durmiendo, sería el plato principal de algún vampiro que andase buscando sangre, debía ser un sitio cerrado, casi cubierto. ¿Pero quien daría cobijo a alguien como yo? Armado hasta los dientes y con mal aspecto. Nadie.

En ese instante vi lo que era un hotel, seguramente tendría un jardín con suficiente maleza y olores que ocultasen el mio, un jardín donde pasar la noche sin sobresaltos, una noche para descansar. Sonreí para mí y miré el muro que supuestamente separaría el jardín y con fuerza me elevé quedando sobre este y luego salté al otro lado, tan solo mis armas hicieron el leve tintineo metálico característico, no parecía haber nadie en la zona, muy bien, era una ventaja para mí.

Sigilosamente me acerqué a un lugar donde hubiese más flores, encontré uno y eché mi capa entre el hueco de unos setos quitando mis armas y colocándolas a un lado para poder dormir sin clavármelas sin querer, tumbándome tranquilamente sobre el césped, allí pensando en el día siguiente fui quedándome dormido, hasta que escuché algo.

El sonido de una exhalación, fue el sonido mas fuerte que escuché, había alguien cerca, me incorporé sigilosamente y miré en la cercanía manteniéndome en las sombras de la noche, mis ropas de combate no eran negras del todo, eran oscuras, igualmente podía ocultarme pero no con la misma eficacia que con la capa, observé, hasta que me percaté de que era una joven inclinada ante una rosa roja, sonreí tranquilizándome , y me senté en el suelo, no me había dado cuenta de que ahí estaba la espada y provoqué algo de ruido al sentarme sobre ella, un ruido que la chica seguro que escucharía.

Off: disculpa que sea mucho mas corto que el tuyo^^ pero no soy de rolear muy largo^^

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Re: Deja ya de engañarte ~ Libre