Leyenda de un Berserk

La personalidad de Berserk está divida en dos partes. El caballero intelectual en el que se convirtió a lo largo de más de un milenio. Es atractivo hasta el punto de ser consciente y sacar partido de ello visitando con elegancia y buena presencia casi siempre. Su voz es fuerte y profunda, pero no grave ni áspera. Al contrario es más bien aterciopelada tanto como su cortesía. Puede transformar un insulto en una afirmación cordial, es un caballero perfecto. Intelectual ya que está al tanto de casi todos los avances sobre todo militares. Ya que toda su vida fue un combatiente y un general intransigente y dedicado. Por lo que denota un compromiso patriótico y un cuerpo totalmente moldeado por la batalla. Es arrogante y desvergonzado en ocasiones, pero siempre puede camuflar el más vil de los cumplidos que parecerá sonar debidamente aunque sea algo soez.

En ocasiones es algo sarcástico y se guía por las primeras impresiones que le muestra la gente. Sobretodo las mujeres, odia a las engreídas pero mucho más a las inseguras. Le gusta la gente que sabe lo que quiere y que habla directamente con él. Por otra parte, es un hombre noble, en el sentido de que su corazón está a merced de la gente que busca su ayuda, de la gente más débil que él y que busca su atención. Siempre ayudará a los que lo necesiten, pero claro está dependiendo del momento. Ya que es bastante tajante y el honor y el respeto siempre deben estar presentes para el.
Sus son eléctricos, embriagadores y profundos, bastante expresivos lo que hace caer en una espiral a más de una presa que ha pasado por sus labios

La otra cara de Berserk, es su lado vampírico que generalmente toma su cuerpo, en busca de sangre fresca. La ira es el incentivo para despertar la sed de esta faceta. La ira y la sangre. Nada más oler la sangre de un mortal, su cuerp se tensa y su gesto se vuelve colérico, casi enfermizo y enagenado. No mide su fuerza y es capaz de todo y más. Dice la leyenda de Berserk que "Nunca te interpongas entre Berserk y su presa" y eso es tan cierto que la imprudencia de entrometerte podría costarte la vida. No le afecta el dolor, al reves esta faceta lo disfruta, casi tanto hasta la excitación. Su fuerza es sobrehumana.

Un aura de misterio rodea a este vampiro, lo que le hace ser más atractivo y letal para sus presas, pero se podría catalogar como un hombre de valores y nobleza que muestra, sin embargo, sus intereses y capacidades están a merced de sus pasiones y caprichos.

“Es la primera vez que escribo aun estoy perfeccionando la escritura, la forma de plasmar mis palabras y pensamientos en ello. Pues antes que saber escribir aprendí a blandir una espalda. Una prolongación sin la cual mi brazo no estaba completo. Fui el hijo de nadie, un bastardo un mal nacido y esto marcó mi vida. A pesar de mis ojos y mi aprendizaje era algo testarudo y retrasado pues no conocía la escritura o la lectura. Ahora siendo un joven he tomado por primera vez la pluma y aunque la caligrafía dista mucho de ser agradable, lo que deben serlo son mis sentimientos.
Decidí aprender a raíz de todas mis victorias al igual que las grandes leyendas y los fuertes combatientes para plasmarlas y que mi nombre no cayera en el olvido. Soy orgulloso y ambicioso lo sé. Pero es algo que debo ser mi naturaleza dice que así sea.
Se manejar todos los tipos de armas, me gustaban los cuchillos, las espadas las ballestas siempre me parecieron fascinantes y mortíferas. Pero mis manos son mi tesoro más anhelado.

Mis manos que rugían de placer eran dos bocas sedientas de poder, fuerza y brutalidad que arremetían contra todo aquello que se interponía en mi paso. Recuerdo en un camino de vuelta a casa pasamos por un poblado, cuando tan solo era un elfo, la nieve cubría mis piernas hasta la mitad de las espinillas, la única capa que envolvía mi cuerpo cargaba con una espada larga y mis hombres castañeaban los dientes luchando por entrar en calor y a veces hasta suspirando por descansar. Una anciana nos dio cobijo en su cobertizo, su nombre era Baba Yaga
Se trataba de una vieja huesuda y arrugada, de nariz azul, y dientes y pechos de piedra. Que decían que se comía a las personas y sobre todo a los niños que pegaba contra su pecho para matarlos. También me sorprendió ver que adornaba la valla de su casa con los cráneos de sus víctimas, en cuyo interior coloca velas. Sin embargo, a pesar de ser tan cruel me sorprendió la hospitalidad de la anciana hacia mi persona y mis hombres.

Decía que nuestro fin y nuestra leyenda se extendería por todas las bocas, que éramos los fieros guerreros de las entrañas del infierno y que nuestra vida era serlo. Como los espartanos de la antigüedad. Alguien que nacía para ser lo que éramos. La mayor fuerza de choque, unos osos en la batalla contra ciervos acorralados.

La buenaventura de la anciana me lleno de orgullo pues no hay nada que admire o me guste más que el reconocimiento de mis acciones y el elogio de mis aptitudes.

Sin embargo la anciana a cambio nos pidió un favor, que teníamos que servirla. No muy lejos de allí unas 8 millas, se asentaron unos mercenarios pagados por la familia de los hombres y niños asesinados que habían llegado para vengar la muerte de los caídos. Apreté la mandíbula y la ira me invadió al pensar que la hospitalidad era un trueque para usar nuestros servicios, normalmente no importaba ayudar a las personas y si había que acatar órdenes se hacía. Pero la anciana les pedía que arrasaran a todo el campamento a cambio de cobijo. Me giré en mis pasos y mientras mis hombres tan dados a la lengua larga y la opinión gritaban a favor de una masacre. Giré mi rostro a la anciana y clave mi mirada en ella, una mirada inquisitiva que hacia esconderse a una bestia en su cueva. Desenvainé mi espada y la punta se quedó a escasos centímetros de su cuello, sabiendo que su pecho era de piedra y grisáceo tanto como sus dientes, mi espada bien blandida cortaría cualquier cosa que a mi ira se le antojase.

-Me enoja sobremanera , que usted anciana que descarta la vida de luces de gente indefensa, sin honor tan solo por gula y por la demencia que acomete a su cabeza, venga a pedirme a mi un favor. Rebanaría su cuello con brusquedad por considerarme un asesino. En cambio …-ladeé la cabeza hacia mis hombres asintiendo y la maniataron vendando sus ojos. Cargada sobre mis hombros y mis hombres detrás la dejamos en el campamento de mercenarios sin mediar palabra con nadie y nos apropiamos de la casa que cuando dejamos. Enterramos los restos que pudimos y prendimos fuego a toda la casa. Haciendo algo digno y honorable pues para mí era algo importante"