El silencio más callado es el silencio más gritado... (Darcy) {Flashback}

por **Alexandrine S. Fontaine** Lun Jun 04, 2012 4:27 pm

Como tantas otras veces moría de ganas porque Alexandre y ella volviesen a perderse entre los laberintos que formaban los jardines del palacio aunque todo fuera un simple, infantil e inocente juego para ellos. Era su espacio y su tiempo, solo para ellos dos apartados de todo miembro de su real familia. Era su tiempo para actuar sin piedad alguna como niña mimada sin que nada le importase y ser consentida sin límites. Era consciente que para su hermano ella era su total debilidad. Por qué añoraba tanto estos encuentros como si nunca más fueran a ocurrir si solo bastaba con pedírselo a su consentidor hermano para que le cumpliese su deseo.

Esta mañana le había visto enfadado realmente enfadado tanto que después de haber tomado el desayuno juntos .él desapareció tan de repente, sin querer mencionarle el motivo de su estado de ánimo a pesar de su insistencia, que ni tiempo le había dado de pedirle, de exigirle para esta como todas las noches de su compañía. Algo en su corazón inexplicablemente se sintió débil como si un mal presentimiento se instalara en el advirtiéndole que hoy su encuentro se vería frustrado. Lamento enormemente que esos preciosos jardines cómplices de sus encuentros esta noche tendrían que extrañarles.

Transcurrió la mayor parte del día escuchando música pues eso era lo único que lograba transportarla a una dimensión completamente desconocida. Se sumergía tanto en lo que cada nota musical le transmitía que se olvidaba hasta de ella misma.

La hora de la cena estaba próxima. Apenas lo noto abandono el salón dirigiéndose hasta su habitación donde ya la esperaba una tina con agua caliente y pétalos de rosas, un elegante vestido, un par de zapatos a juego con su vestido, joyas que intentaban acrecentar la belleza de la joven. En cuestión de minutos tomo la ducha. La Doncella quien atenta estaba para lo que la bella Alexandrine necesitará la ayudo a vestirse, a arreglar su cabello, a colocarle alrededor de su cuello esa hermosa pieza que Alex le había regalado en uno de sus cumpleaños encargándose ella misma de poner algo de color a su rostro poniendo especial cuidado en sus mejillas y sus labios.

Una vez se aseguro que su arreglo personal fuera perfecto observo el reloj sobre la mesita de noche. Aún era temprano y para su fortuna era la hora en que Alex y ella solían encontrarse en los jardines. Su presentimiento se mantenía firme. Aún así decidió acudir nada perdía más sin embargo era posible que él ya la estuviese esperando.

Abandono la habitación casi corriendo. Bajo las escaleras a toda prisa atravesando pasillos y salones hasta que finalmente sus pies terminaron apostados en los jardines. Su rostro se transformo en decepción total pues no encontró ahí lo que buscaba. Se dirigió con parsimoniosos pasos a lo que era la entrada a uno de los laberintos. Se detuvo como si dudará entrar o no entrar. Finalmente dio uno, dos, tres pasos y de nuevo se detuvo pues unos pasos a su espalda se aproximaban. Era él, conocía muy bien sus pasos, no podía estar equivocada o quizás su necesidad de él era lo que le hacía creerlo. Esbozo una amplia sonrisa, su corazón comenzó a latir con tremenda fuerza. –Estaba segura que vendrías- comento con toda dulzura de la que era capaz de transmitir sin girarse y sin moverse aguardando a que su hermano la abrazará por la espalda.

por **Henry Birdwhistle** Jue Jun 07, 2012 12:51 am

La fiesta del día anterior no había estado tan mal: era lo que se espraba. Un gran banquete, personas de la corte que iban y venian, los músicos llenando el ambiente con musica solemne, luego festiva y luego solemne de nuevo. Versalles y Francia se enteraban públicamente del compromiso del príncipe rebelde con la Condesa Miriam de Chateaubriand; y a él apenas se le había anunciado hacía tres días. En ese tiempo Darcy había tenido una cena incómoda con su familia dónde el postre fue abandonado sobre la mesa antes de ser si quiera probado. Conoció a la caprichosa Miriam, de cabellos rubios, rostro ovalado y níveo cual muñequita de porcelana, y se comprometió con ella con bombos y platillos, a pesar de que en su rostro no figuró ni una sonrisa. Aunque aún faltaba firmar para el patíbulo, en la boda... Sin embargo Marcus le reveló que era poseedora de una gran fortuna, contrario a su propia familia que día a día según palabras de su padre "perdían distinción entre la corte". Para Darcy esto sólo significaba la oportunidad de ganar más dinero en las apuestas y organizar fiestas con mayor frecuencia. Quizá hasta Bucéfalo terminara siendo aficionado al vino en vez del agua azucarada que ahora recibía. La libertad, por otro lado, tampoco estaba en juego. Podían transcurrir años hasta la boda, aunque era poco probable debido al problema financiero, y si llegaba a adelantarse antes de lo esperado... Su vida no cambiaría demasiado, sólo que ahora tendría compañera de lecho cada noche y sería doblemente vigilado. ¿Qué importaba? Era un artista del escape, tal como ese mago que una vez habían ido a ver al teatro. No importa cuan ddifícil fuera el reto él siempre lograba escapar, así mismo el príncipe rebelde.

Ahora estaba escuchando a Julian a medias, quese paseaba de un lado a otro de la habitación dando su punto de vista sobre el asunto. "Nuestro padre confía en ti para mantener los negocios de la familia. Sin duda no pudo escoger mejor dama para cumplir todos los requisitos dignos de un Fontaine..." Darcy mientras disfrutaba un vaso de whisky sentado junto al escritorio. Las llamas de varios candelabros ardían iluminando la habitación. Sostenía el vaso en una mano y con la otra jugaba con el pequeño cartoncillo de colores vistosos, una invitación a la fiesta celebrada en los Puertos de París. Pensaba en el mejor modo de escabullirse de palacio sin ser notado. "...además es muy hermosa y sus modales son impecables. Acudió a la fiesta de cumpleaaños de Dominique, el año pasado ¿lo recuerdas?" cuestióno. Darcy hizo una mueca, no encontraba el modo para... "¿me estas escuchando?" Terminó el vaso de un sólo trago y lo dejó sobre el escritorio, guardando la invitación en un cajón. Se levanto apenas mirando a su hermano y se dirigió a la puerta.

-Ahora ya no.- comentó y salió. Recorrió los pasillos, necesitaba aire fresco. Los jardines en ese momento se encontraban vacíos, sólo tenuemente iluminados por antorchas colocadas aquí y allá y el resplandor de Versalles que alumbraba el camino entre los pasillos floreados. Caminó sin rumbo y fue cuando divisó a una mujer que se paseaba a la distancia. La siguió hasta que se detuvo en el laberinto, titiubeando si entraro no. Fue la oportunidad del príncipe rebelde para alcanzarla. Sonrió a medias, se cruzo de brazos y se detuvo apenas a unos pasos de distancia. -¿Cómo lo sabía señorita? ¿Acaso lee el futuro?-

por **Alexandrine S. Fontaine** Dom Jun 17, 2012 11:54 pm

La sonrisa se desvaneció en un santiamén. La decepción fue inevitable. No se trataba de su querido Alexandre. Esa voz aunque conocida para ella no se trataba de la voz que estaba anhelando escuchar. Se mantuvo largos segundos en su misma posición. Así de espaladas alzo una de sus manos e hizo un ademan con ella, llamándolo a acercarse. Alexandrine era una chica a la cual le gustaban los juegos aunque estos muchas veces pudieran resultar peligrosos siempre lograba salir bien librada de ellos y con la victoria siempre para ella, cuando se trataba forzosamente de ganar.

Sopesaba el inconveniente que le resultaba el hecho de que no fuera Alex quien estuviera ahí a su espalda. Su mirada fría se poso entre los escondrijos de esos laberintos apenas iluminados por la tenue luz de las antorchas colocadas estratégicamente por los jardines y por el propio resplandor de las luces del palacio. Solo fue cuestión de segundos para que su decepción quedará de lado. Darcy, para ella, era un miembro muy especial dentro de la familia. Interiormente era una fiel admiradora de esa rebeldía que lo caracterizaba. Cada oportunidad que tenía de convivir y compartir con su primo le era sumamente grato puesto que en cada una de esas oportunidades él entre líneas en sus palabras le dejaba alguna enseñanza. Hacía ya tiempo que no disfrutaban de una charla a solas. Esta era la oportunidad perfecta. “Las cosas cuando no se planean resultan ser las mejores”.

-No me dirás que tienes miedo acercarte- dijo dando un giro de 360 grados, al notar que los pies ajenos continuaban sin dar paso alguno, hasta quedar de frente a su querido primo. Para cuando miro de frente a Darcy su sonrisa volvía a ser esa sonrisa radiante con lo que a más de uno lograba poner a sus pies y con la que a otros tantos se daba el lujo de despreciar. –Digamos que solo ha sido Intuición femenina- dijo mordiendo ligeramente su labio inferior y encogiéndose coquetamente de hombros -¿sabes?- se acerco lentamente a él –me encantaría leer el futuro- le ofreció el brazo para que se lo tomase –no me parece una idea descabellada o ¿sí?- pregunto afianzándose del brazo masculino –Dígame primo ¿desea dar en paseo en mi compañía?- observaba de reojo con una sonrisa torcida en sus labios los laberintos frente a ellos -o antes de eso ¿se arriesga a perderse entre los laberintos?- el juego le gustaba. Ella era ya toda una conocedora de cada pasillo dentro de este, le gustaba aunque desconocía si su primo de igual manera los conocía tan bien como ella o sí el grandioso Darcy se perdería en caso de aceptar introducirse en ellos. No supo porque hizo tal sugerencia de hecho ni siquiera noto que lo dijo hasta después de haberlo dicho. “Drine!!!! Los laberintos son solo juego entre tú y Alexandre”. Lo había dicho y ahora la voz de su conciencia no iba a venir a recriminarle nada. Jamás se arrepentía de sus palabras ni de sus actos y eso no iba a pasar esta noche.

por **Henry Birdwhistle** Vie Jun 22, 2012 11:34 pm

Fueron apenas un par de segundos los que duró el silencio. Evidentemente, la dama esperaba otra compañía. Esto sólo hizo que Darcy ampliara la sonrisa. Romper con lo planeado era una de sus cosas preferidas, pese al enojo y desaprobación de la mayoría por ser un comportamiento inapropiado para un príncipe. Sin embargo la visión frente a él, la mera silueta invitaba a jugar, a ser descubierta. Por lo pronto no pensaba defraudarle dando media vuelta.

Cuando hizo ademán, llamándole para que se acercara, sospecho de quién podría tratarse. Las damas en la corte no estan acostumbradas a dar órdenes. El príncipe rebelde permaneció impasible a su gesto, aguardando a que ella misma revelara su identidad. Entonces ella dio la vuelta, se trataba de su prima, Alexandrine, con quién compartía algunos hobbies y aficiones. Para empezar a ambos les gustaba el chocolate, un placer visto como pecado por su padre, Marcus. Su prima también era entendida de caballos pura sangre, ya antes habían pasado horas hablando de eso y practicando la equitación en los amplios jardines de Versalles. Aunque su padre no veía con buenos ojos su cercanía. Jamás se lo habá dicho de frente pero Darcy sospechaba que era por las cosas que se rumoraban a su espalda. Alexandrine, pese a todo, parecía no haber hecho mucho caso de eso. -¿Miedo? Estoy embelesado con su figura... Alexandrine- Ladeó un poco la cabeza, admirando la belleza que día con día crecía en su prima. La sonrisa radiante, los cabellos castaños que enmarcaban su rostro tan inocente. Rió por lo bajo -Me vendría bien un poco de su intuición en las fiestas- señaló recordando todo el dinero que había perdido en la últiama apuesta. Ella estaba al tanto de ciertas costumbres del príncipe rebelde, rara vez encontraba reproches en sus palabras. -Nadie puede leer el futuro- entrelazo su brazo con el que le ofrecía -¿Cuál sería el objetivo de todo esto si supiésemos lo que va a pasar? Me basta con adelantarme al movimiento del contrincante- bromeó siguiendo su mirada hasta el intrincado laberinto. -Me complace dar un paseo en su compañía, prima- volvío a reír -No es la única que conoce los pasajes secretos en el Palacio y fuera de él- susurró a su oído, mientras se encaminaba a dar un paseo rodeando el laberinto. Éste tenía tres entradas y salidas, y como los demás lugares en Versalels era digno de ser recorrido más de una vez. Aunque a la mayoría de los nobles les gustaba caminar por los senderos rectos y los estanques bien delíneados, en vez de memorizar los giros y recodos del laberinto, por lo tanto no muchos conocían su intrincada naturaleza. -Puedo saber ¿por que ha aparecido ante mí en medio de la nada?- Eran pocas las personas a las que su prima frecuentaba. Darcy no necesitaba esforzarse demasiado para adivinar de quién se trataba, pero fingió por un momento no saberlo. -¿Para leerme mi futuro?- buscó su mirada, casi retándole a que fuera ella quien tuviera que adivinar.

por **Alexandrine S. Fontaine** Miér Jul 25, 2012 7:44 pm

-Pecador!!!- lo llamo a manera de broma ante su comentario. A la bella Drine nada la hacia regodearse más que saberse admirada por los hombres aunque eso pusiera muy celoso a Alexandre. –Ya veo que no tiene miedo a ser castigado- si algo la identificaba con él era precisamente eso, ninguno de los dos tenían miedo a ser castigados por poner los ojos sobre quien llevaba en sus venas su propia sangre -No todas las fiestas a las que acude son propias para una señorita querido primo- sonrió ladina. –por mi fuera encantada lo acompañaría y le aseguro que- se acerco y susurro a su oído –solo obtendrías ganancias ya que jamás perderías ni una sola de tus apuesta- al lado de Darcy ese espíritu rebelde encerrado en ella daba rienda suelta. Claro esta esto era solo entre ellos. Si algo le encantaba a Alexandrine era la complicidad con la que compaginaba con su primo, el príncipe rebelde.

Recargo su cabeza, cual niña consentida, en el hombro de su primo apenas y se afianzaba de su brazo. –¿Apuestas a que nadie puede leer el futuro?- lo desafió a sabiendas de que él mantendría su postura de que nadie podía hacerlo porque llevaba la razón sin embargo rebatir con su primo era agradable siempre era agradable escuchar sus argumentos. –Tú y tus tácticas de guerra, nunca cambiarás Darcy Trudeau- negaba con la cabeza. Ese espíritu era el que admiraba de él. Esa manera de ser de él y de ver y manejar las cosas era lo que siempre le enseñaba algo nuevo a ella.

-Lo he notado por ello me alegro que estés aquí- deslizo su brazo hacia abajo para sin dejar de mantener su brazo entrelazado con el de él tomarlo de la mano –también he notado que esto te gusta- comento cuando entrelazaba sus dedos entre los ajenos. –Sabía que a alguien como tú no se podían escapar esos “pequeños detalles”- sonrió haciendo un mohín travieso con los labios. Se dejo guiar por su acompañante. Sonrió con travesura y perversión cuando dejaban de lado los laberintos. –Perdón!!!!- exclamo –no he aparecido ante ti has sido tú quien apareció de la nada en este lugar….yo llegue primero- dijo al final divertida –Creo que tu me has seguido precisamente con la intención que te lea el futuro- rió por lo infantil que podría estar sonando pero se divertía. –Si piensas que estaba aquí esperando la llegada de alguien déjame decirte que te equivocas- intentaba fingir sosteniéndole la mirada., aunque a Darcy era casi imposible mentirle, si alguien de la familia había notado su especial cariño por su propio hermano era precisamente Darcy. A pesar de ello le sostenía la mirada altiva, firme, segura y orgullosa esperando por su respuesta.

por **Henry Birdwhistle** Lun Jul 30, 2012 8:52 pm

Arqueo la ceja a las afirmaciones de Alexandrine, entretenido. Era fácil jugar en su compañía, aunque ambos fingieran comportarse ante los ojos de la sociedad. Darcy no la veía de un modo carnal pero tampoco podía negar su belleza. ¿Se asemejaría en algo la futura esposa que le había sido elegida a su prima? Lo dudaba, aunque en el fondo desease que al menos su carácter no fuera soso y aburrido. No es que pensara pasar muchas horas en su compañía, sólo las necesarias para mantener las apariencias y una digna reputación. El resto del tiempo le pertenecía, era suyo, muy a pesar de todos.

-Admirar no es un pecado, aunque si hubiera un castigo por ello, estaría bien dispuesto a pagarlo por usted.- sonrió a medias. -El temor más bien radica en no obtener lo deseado- aseguró. Alexandrine acusó sus festas de ser impropias para una dama. Amplió la sonrisa a sus confesiones susurradas. -Siempre hay modos de burar a los vigilantes. Disfraces, máscaras... Así compartiría mis ganancias con usted. Y yo le protegería- sostuvo su mirada evaluando su respuesta a la propuesta. El príncipe rebelde era muy capaz de llevarla a cabo si se lo pedía. Hacer las cosas en compañía siempre es más satisfactorio aunque el final no llegue a ser el deseado.

Alexandrine se dejaba guiar por los jardines como un tierno corderito. Exstía una confianza mutua que radicaba en la seguridad de que el otro no traicionaría los pactos y acuerdos secretos.

Apenas llegaban a la mitad del recorrido para poder llegar a la siguiente entrada del laberinto. -Apuesto a que usted no puede leerme el futuro.- especificó. -A menos que practique las artes oscuras a escondidas mientrs todos los demás vamos a la misa los domingos.- especuló siguiendo aquél juego de afirmaciones paganas en susurros como si en efecto estuvieran ocultándose. Darcy soltó una carcajada. -No entiendo que tiene que ver los trucos de la baraja y las apuestas con las tácticas de guerra. A menos que hablamos de ajederez y aún así no es algo que me interesse más de lo que se esperaría.- La vista de Darcy estaba concentrada en el paisaje del camino que recorrían hasta que Alexandrine entrelazo ambas manos sin soltar el agarre del brazo. Observo ese gesto y frunció el ceño, luego sonrió. -¿Que me gusta?- se rió -¿Tanta es su vanidad prima? Como dije, su compañía siempre me es grata.- Los laberintos quedaban atrás y Alexandrine sonreía como una niña que acaba de cometer una travesura, dulce y angelical, pero peligrosa en cierto sentido. -Probablemente fuera como dice. Atraído por su etérea figura me aventuré a descubrir si de casualidad era alguna criatura enviada por los destinos para rebelarme el futuro.- bromeó y la hizo detenerse para luego, con firme gentileza hacerle girar hacia él. Tomo su menton para hacerlo elevar aún más. El falso orgullo se dibujaba en su rostro igual que lo había visto en otras mujeres. -Miente.- advirtió entornando la mirada. -Usted me esperaba para leer mi futuro, ¿no es así?-

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