Séfer Zahira

OCTOBER 31, 1779

BÚLGARA

BRUJA CLASE ALTA

HETEROSEXUAL

Habilidades:
Ilusión
Nigromancia.
Dominación.

Extras:
* Tiene un espíritu bajo su influjo, su difunto esposo... Cédric.
* Esta obsesionada con la longevidad así que suele hacerse baños de sangre humana y beber la vampírica.
* Suele cambiar la apariencia de su cabello constantemente gracias a sus múltiples pelucas.
* Actualmente es conocida como Ophelia, viuda de Deveráux.
* Mastica plantas venenosas con el objetivo de obtener la invulnerabilidad a la ponzoña.

Descripción Psicológica

Es una mujer de armas tomar, peligrosa e irrefutablemente viperina. Séfer resulta ser una combinación explosiva entre la locura y la capacidad suficiente como para hacer callar a todos esos demonios que habitan en la imaginación de la humanidad. No es ella quien se deja manipular por los deseos más banales o la simple sensación de pecado, digamos que es Séfer el titiritero de todos y cada uno de ellos, los males que siempre acongojan a los demás para ella son el deleite en una tarde de otoño. Capaz de burlarse ante las desgracias ajenas y, de la misma forma aprender de sus errores, porque a pesar de ser tan altaneramente arrogante y socarrona, admite que no es perfecta. Basta con un pequeño detalle para arruinarlo todo, es por esta razón que estudia más de dos veces lo que hará y las posibles repercusiones que traerá después de cada acción realizada.

Cualquiera diría que es una mujer centrada en sus pensamientos, tan fina y recatada que jamás se le vería cometer una injuria, en parte tienen razón pues, a pesar de su terrible esquizofrenia no es tan fácil hacerle perder la cabeza. Una bruja calculadora y metódica como ninguna otra, quizá tenga sus arrebatos como quien se deja influenciar por sus instintos efímeramente. Tiene sed de poder y cada vez se hace más fuerte, con cada enemigo vencido, con cada sueño arrebatado y con cada alma sepultada en el cementerio de su magia, ella adquiere un nuevo poder… Desgraciadamente para ella, el estar concentrándose en dominar el arte obscuro y prohibido le supone un desgaste físico descomunal, su belleza es una de las cosas más importantes para ella, en efecto, es vanidosa. Anteponiendo la presentación que tiene para los demás, es evidente que se preocupará por lucir un cuerpo envidiable para las mujeres y deseable para los caballeros. Se ejercita y cuida hasta el punto de sólo mantenerse bajo una estricta dieta.

Por lo regular, cuando se posee una belleza como la de ella, representada en el cuerpo y no en el alma, la decepción tocará a la puerta de aquel que se enamore del físico sin tomar en cuenta lo pútrido del interior, con Séfer no hay excepción. Ella es huraña, lo suficiente como para sentir que su sentido de la superioridad quema, arde en los huesos. Le da honor a su título con tanta pedantería que le rodea. Considerando que es un mortal, lo más lógico es creer que tiene sentimientos, pero no ha hecho nada que demuestre que los tiene. Fue capaz de asesinar a su marido, a la persona que -bajo su tétrico concepto del amor- amaba irrefutablemente. Justificable o no, eso deja se ser un acto benevolente para considerarse como un acto insensato, despiadado y cruel. De la misma forma en la que sacrificó a su adorable compañero, es capaz de hacer una ofrenda al demonio con el alma de cualquiera, incluso hasta subir al cielo y arrojar a dios a la tierra.

Felonía, se puede mirar en sus ojos y observar el vacío en el que se encuentra. No se aferra a nada, no se sostiene de nadie, si pudo engañar y traicionar a su pasado, también lo hará con cualquiera que se deje. Gusta de las torturas, ¿A quién, no? Tiene una visión bastante real del mundo y por más inmoral que parezca ha conseguido plasmarlos en una Rapsodia que muchos han aplaudido al escucharla. Se autocomplace, se autosatisface sin importar lo que sea. Tiene una mente depravada, llena de sombrías intenciones y por extraño que parezca nada de eso se ve reflejado en el lenguaje de su cuerpo. Sufre de paranoia y los nervios pueden volverle una presa fácil a los temores de la noche, sin embargo, conoce su poder, confía en su supremacía más que nadie en el mundo. Sí, subestima demasiado al enemigo, pero es que no ha existido alguien en este mundo ni en el otro que pueda quitarle de su pedestal, de ese trono imaginario que ella misma se creo a partir de una ególatra idea.

Pisotea y lo hace con las más finas palabras jamás imaginadas, no por ser una desgraciada se perderá la elegancia. Así que los insultos no serán palabras soeces, por el contrario la utilización de su lenguaje deja ver el estatus en el que se encuentra, toda una dama digna de respeto. Con una educación como esa, sabe perfectamente que, sonreír fingidamente y doblegarse ante un hombre, es lo más fácil para conseguir sus retorcidos objetivos. Refinada, recta, creada a imagen y semejanza de la esposa perfecta. ¿Verdad, Cédric? ¡Jáhahaha!

Historia

¿Alguna vez has tenido la sensación que, la vida como la conocemos está a punto de terminar? Para Séfer no fue un sueño, mucho menos una ilusión… La realidad que abofeteó su rostro se tiñó de un amargo e hiriente escarlata.

Zysli Zahira y Anker Zahira. Acusados de brujería, fueron arrestados preventivamente el 18 de abril de 1785, a la espera de un interrogatorio que tendría lugar el 17 de septiembre del mismo. Bajo los estándares de la ley común inglesa de la época, el tribunal no podía procesarlo a menos de que él solicitara formalmente su juicio, por medio de una declaración dada en el interrogatorio sobre los cargos que se le imputaban, y considerando su encarcelamiento altamente probable, se negó a prestar su contestación ante los cargos, ya que si era encarcelado y ejecutado, su propiedad pasaría a manos del estado. La ley también dictaba que los que se negasen a prestar declaración, debían ser sometidos a la tortura "peine forte et dure", también llamada la Tortuga, hasta que lo hiciesen. Giles Anker murió después de tener un progresivo número de rocas sobre sí, al cabo de dos días. Durante su interrogatorio sólo repitió las palabras "Más peso", cada vez que se le pedía que declarase si era culpable o no. Alrededor del mediodía, Anker Zahira fue aplastado hasta la muerte por permanecer en silencio. Debido a que no fue realmente procesado por ningún crimen, su propiedad no pasó al estado, y sí a sus dos yernos, de acuerdo con su testamento. Zysli Zahira, fue ejecutada tres días después de la muerte de su esposo, por no "confesar" su culpabilidad.

Séfer, hija menor del matrimonio tuvo que ser sometida a mirar como sus padres eran asesinados por cometer herejía. La pobre niña sólo tenía cinco años y ya había presenciado la maldad de la humanidad en su forma más pura. Escuchó los gritos desgarradores de su madre al arden en la hoguera. Soportó el olor de la carne al ser quemada en las lenguas de fuego y observar con repudio el humo negro que se desprendía de aquella pila de leños. Había una creencia estúpida “Si el humo era blanco, la víctima era inocente y los aldeanos rezarían por sus almas, pero si el humo resultaba ser negro como la noche, entonces se había hecho un buen trabajo”. La familia de Séfer poseía conocimientos sobre la brujería pero poco tenía que ver con los pactos satánicos a los cuales fueron acusados. Ellos adoraban a la madre naturaleza, Gaia, Diana y al hermano sol le debían el respeto que se merece. Lamentablemente para ellos, nada de eso tuvo valor cuando fueron ejecutados, tampoco importó el hecho que los padres de Séfer hubiesen sanado a los hijos de aquellos que los acusaron. La hipocresía se encontraba a la vuelta de la esquina y el terror de los aldeanos acrecentó el juicio ciego sobre las personas a las cuales se les señalaba con el dedo indicando herejía. El temor no era justificación suficiente como para hacer olvidar a Séfer lo que le habían hecho a sus padres.

Séfer y su hermana Sekhmet crecieron bajo el cuidado de Zohar, la abuela. Sekhmet no podía entender la ira irascible que carcomía las entrañas de Séfer, pero es que ella no tuvo que vivir por lo que pasó su hermana menor. La magia y las enseñanzas de su abuela resultaron ser la única distracción que encontró Séfer, sin embargo, aunque Zohar se esforzaba por hacerle ver su nieta que la magia no es para vengarse, Séfer tenía otro tipo de planes para la humanidad. Amaba a sus padres y nunca superó el trauma de haberlos perdido a temprana edad, peor aún el hecho de tener que estar presente en ambas ejecuciones. Fue testigo de como Anker, con la última roca sobre su cabeza, espiró el aliento de su muerte y el recuerdo de la sangre corriendo sobre la tierra, aún le martillaba en la cabeza sin importar que hubiesen pasado tres años desde entonces. Su madre, la veía en sus sueños, ardiendo eternamente en esas llamas, agonizando, retorciéndose mientras las yagas en su piel hacían erupción hasta el fin de los tiempos.

A sus diecisiete años, Zohar pereció y con ella cualquier atadura que Séfer podría tener para no utilizar la magia obscura contra la humanidad y sobre todo contra las familias que los acusaron. Sekhmet se deslindó del cuidado sobre su hermana mayor, esta ya se encontraba desposada con uno de los jóvenes crecieron junto con ellas y, aunque Séfer era perseguida por varios caballeros, tenía planes muy diferentes al matrimonio. Un aura negra se inmoló en su alma y poseyó su espíritu. Había memorizado los apellidos, de sus ejecutores, incluso grabó en su memoria el nombre completo del sacerdote que inició el fuego en la hoguera de su madre y al juez que dictaba cuántas rocas hacían falta sobre la espalda de su padre. Poco a poco, los hijos y hermanos de estos fueron muriendo en condiciones sospechosas. Nadie podía asegurar el cómo de lo ocurrido, todo era un misterio que ni los encargados de la ley podían explicar. Al escuchar sobre el fallecimiento de esas personas Sekhmet rápidamente notó el patrón. Trató de convencer a su hermana que parase la masacre, que aprendiera a olvidar. Fue inútil.

Persiguiendo uno de los apellidos de su lista, jamás pensó que terminaría involucrada sentimentalmente con el último de los descendientes. Cédric Deveráux y, al darse cuenta de quién era poco le importaron sus sentimientos, tenía una venganza que cumplir y, sin compasión ni remordimiento alguno, lo asesinó quedándose con toda su fortuna. Incluida su actual residencia en Paris.