Canciones sacras [Privado]

por **Juan de la Cruz** Sáb Jun 09, 2012 2:32 pm

Un torrente de agua caía del cielo en forma de lluvia, empañando los vidrios y mojando los techos de las casa, el aire estaba impregnado de ese olor, aquel que tan peculiar que venía en los días de lluvia y se dividía en el frescor del viento y la tierra mojada que se aplastaba con el agua. El sonido de los truenos llamaba a la tormenta con cada golpe que daba contra la tierra, los pájaros habían comenzado a levantarse en vuelo anunciando el cambio de clima que daba paso a la siguiente estación. Los enormes robles del camino principal ya comenzaban a dejar caer sus primeras hojas tatuándolas en el asfalto de la calle gracias a la humedad de las lluvias pasadas.

Aquella noche fría, Juan de La cruz se levantó tratando de calentar la piel de sus hombros frotándolos contra sus manos, un poco desorientado por los climas a los que estaba acostumbrado. Se encontraba justo en la catedral, cubriéndose de las aguas torrenciales que azotaban en ese momento, pensando en cuál sería su próximo trabajo, el gustaba de las cosas interesantes a las que le pudiese sacar mucho jugo con solo exprimirles un poco pero aun en un país extranjero aquello no era algo fácil de lograr

- Ave virgo sanctissima-Juan sonrió divertido escuchando las voces provenientes del recinto sagrado, las plegarias de los hombres dirigidos a aquello a lo que llamaban dios era formarse ante una fila interminable que avanzaba una vez cada dos siglos, sin embargo la magia… Oh la magia era un asunto muy distinto.

Pobres almas desdichadas que encomendaba su alma a dios, pero más desdichados aquellos como el que tenían el alma entregada al demonio, sin pase para la salida del infierno, con la magia podías saltarte paso en la fila de dios, sin embargo la que el usaba, aun cuando lo llevara hasta la parte de enfrente sabía que sería arrojado hasta el fondo

por **Evarne Lacuna** Sáb Jun 09, 2012 2:55 pm

Corre. Eso es justo lo que dicen mis palabras en mi mente. Que corra. Que escape todo lo lejos que me dejen mi pasos, pero no puedo. Si por algún casual escapo, si es que acaso lo consigo, seguro que el castigo será peor que lo me esperaba. Aunque, realmente, ¿qué me da más miedo? Después de todo, acabaré exactamente igual solo que acelerando el momento de los hechos. Pánico. Puedo notar como esa horrible sensación se abre libremente por todo mi pecho, haciéndome llorar y dejándome casi sin respiración

Es entonces, cuando al descansar, me encuentro frente a una hermosa catedral que se alza imponente frente a mi. Aquí... aquí no me encontrará. Entro, aun con los ojos llorosos, para encontrarme una armonía y una paz que hacía tiempo no sentía. Amo los lugares así, tan provistos de aquella sensación gratificante, capaces de hacerme pensar con claridad todo lo que ocurre. Pero, desde que he llegado a París, jamás he tenido tiempo para venir a un sitio como este. De hecho, solo puedo salir de la casa en la que habito cuando él está dormido... Y aun así, siempre que vuelvo, rezo para que siga en su cama y no se de cuenta de mi pequeña escapada.

Paseo lentamente por la catedral, contemplando a los hombres que rezaban a Dios, preguntándome si él nos escucharía y haría caso a lo que nosotros le dijéramos. No lo se, pero aún así lo hago. Cierro mis ojos y junto mis manos, rezando, pidiéndole que por favor me ayude y me saque de aquí. Quiero volver a mi vida,a mi ciudad, volver a ver a mi familia, seguir siendo pura, aprender lo que mi madre no ha podido enseñarme aún... Quiero que todo vuelva a la normalidad

por **Juan de la Cruz** Sáb Jun 09, 2012 10:47 pm

El repiqueteo de la lluvia contra el suelo de las escaleras, las más próximas a él le crispaba un poco los nervios y la vez se los calmaba, Juan de la cruz cerro los ojos disfrutando del momento de tranquilidad que el destino le ofrecía enfrente de aquella imponente catedral, aun cuando las voces cantoras sonaran al mismo alto que la lluvia él se olvidó por completo de los feligreses dentro de la iglesia, ellos tendrían su recompensa igual que el al final de los tiempos pero eso no era aun así que no debía preocuparse por la mas mínima cosa

Juan de la Cruz miro a una joven dama entrar en el sacro recinto casi empapada hasta los huesos y con los ojos llorosos, ella paseaba por la catedral guardando silencio, y el decidió acercarse a observar cuando la vio rezando, a su lado el Barón Samedi, invisible para todos los demás le hablo al oído y Juan de La Cruz miro en la muchacha lo que antes no había visto, la presencia de uno igual a él, su poder mágico era apenas una pequeña gota de agua en el desierto, pero eso se debía a su aparente inexperiencia.

Cerro los ojos nuevamente sintiendo le poder oculto de la muchacha correrle por las venas y extasiado por el sentimiento de tener casi en sus manos un diamante en bruto se acercó vistiendo su piel de cordero, suavemente coloco una manos sobre sus hombros intentando no sobresaltarla y amablemente abrió la boca dejando salir las primera palabras que la oportunidad le otorgo

- Se encuentra bien Mi Lady, parece un poco desmejorada- no pretendía parecer inocente pero tampoco intentaba dejar ver su usual aura lúgubre, aquella que alejaba a los insulsos y acercaba a los pecadores de sangre negra

por **Evarne Lacuna** Dom Jun 10, 2012 9:58 am

Estoy completamente empapada y helada, es como si el frío se me metiera hasta los huesos, pero no importa. Mientras esté lejos de aquel horrible lugar, nada importa. Una pregunta cruza mi mente de repente, dejándome realmente preocupada. ¿Cómo estarán mis padres? Mamá, papá... Seguro que estáis sufriendo mucho. Ojalá estuviera con vosotros, ojalá todo esto no hubiera pasado y siguiera en mi casa junto a vosotros. Pero, eso no es posible. Da igual cuanto rece, pues no hay nada en el mundo que pueda hacerme retroceder en el tiempo y cambiar estos horribles hechos.

Suspiro, derrotada por el cansancio. No quiero pensar, no deseo hacerlo. Entonces escucho una voz masculina que me hace alzar la mirada y encontrarme con sus ojos color avellana. Un pequeño escalofrío recorre mi cuerpo al pensar en lo que pasaría si estuviera aquí mi captor. Seguro que me ofrecería para después de que cumpliera los dieciocho. Pero, ¿por qué tengo tanto miedo? En una catedral no me harán daño, ni él ni nadie...

-S-si... Estoy b-bien...-bajo mi mirada hacia el suelo, siempre he sido al tímida con la gente que no conozco. Por algún motivo, tengo la sensación de que aquel hombre tiene algo extraño.

por **Juan de la Cruz** Dom Jun 10, 2012 1:35 pm

El repiqueteo de las gotas de lluvia de repente se volvió suave alrededor, la tormenta estaba parando y la gente de la catedral poco a poco comenzaba a desaparecer del lugar como fantasmas a través del tiempo, todos con alguna carga pesada que ahora se volvía más ligera. Pero Juan de la cruz no estaba interesado en nada de eso, la gente alrededor no importaba porque ninguno de ellos podría serle de utilidad jamás, nadie de los que pasaron a su alrededor tenía en la frente el brillo del estirpe que caracterizaba a los brujos, aquel brillo que Damballa le enseño a reconocer en cualquiera que poseyera aunque sea un poco de magia

- Se encuentra empapada…-susurro levantando el mentón de la muchacha para que lo mirase a los ojos en un acto simplemente natural, bajar la vista era un acto de timidez, sin embargo Juan de La Cruz no deseaba que nadie bajase la vista ante su presencia, una muchacha como aquella podía llegar a se una soberbia dama de sociedad con solo mantener la vista en alto todo el tiempo- Desea que llame a alguno de los párrocos de la iglesia para que le ayuden con sus ropas???- Pregunto sonriendo de aquella forma tan parecida a la de un zorro, listo y con mañas añejas

Giro el rostro a sus alrededores esperando encontrarse con algo o alguien que pudiese ayudar a la muchacha si esta aceptaba mientras al mismo tiempo deseaba que no hubiese nadie para intentar pulir un diamante en bruto, no todo el mundo ansiaba el poder igual que el sin embargo a todos les ayudaba

por **Evarne Lacuna** Dom Jun 10, 2012 2:30 pm

Mi sorpresa es enorme al notar como coge mi mentón, haciendo que vuelva a mirar aquellos ojos desconocidos. Me pongo levemente nerviosa y se perfectamente como se verá mi pálido pecoso en esos momentos. Totalmente ruborizado. No estoy acostumbrada a aquel tipo de comportamiento, y eso que normalmente aguanto cosas peores. Alejo mi rostro levemente, y alzo el mentón. Después de todo, mi madre era una Duquesa, igual debería empezar a usar aquellos modales que me enseñó.

-N-No... G-Gracias por su preocupación.-No debo estar nerviosa, estoy en una iglesia, ahí, en el sitio de Dios, jamás nadie se va a atrever a hacerme ningún daño. Respiro hondo levemente y luego le miro con una débil sonrisa, intentando esconder el pánico que bulle en mi pecho. No quiero que nadie vea el miedo que tengo a la gente.- Disculpe mi insolencia... Mi nombre es Evarne, ¿sería tan amable de decirme el vuestro?

Este hombre me resulta extraño, pero no digo nada. Es la primera, desde que he llegado a París, que converso con alguien que no es mi raptor y me siento extraña. Antes era más abierta, tímida pero no hasta el punto de tener tantísimo miedo... Es increíble como unos hechos pueden cambiar tanto a las personas.

por **Juan de la Cruz** Mar Jun 12, 2012 7:19 pm

Al encontrarse sus pupilas aquello que sospechaba se confirmó realmente, sus ojos no le dejaban ver una estirpe demasiado larga pero su magia fue heredad de alguno de sus parientes cercanos, incluso puede que ellos no supiesen de ello o decidiesen no ahondar demasiado en aquel asunto. Ella se separó de sus dedos dando un brillo extraño, esta vez no concerniente a la magia sino a alguna descendencia de un tipo diferente, sonrió pensando que tal vez en la muchacha como una luciérnaga que solo iluminaba cuando caía la noche

- Ya veo…-aquella fue una frase al aire abandonada de sus labios con un tono no muy convencido y una mirada conocedora de aquel que comprende situaciones de las que no le han hablado, aun cuando él no sabía nada de la situación de la muchacha conocía perfectamente a la sociedad como para comprender que mucha basura se escondía en ella, siendo el miedo que aquella cervatilla perdida demostraba en el temblor de su voz algo casi tan común como la lluvia que azoto el techo de la catedral un rato antes- Juan-dijo señalando la estatua principal del recinto que consistía en una escena de la crucifixión de cristo.- Mi nombre es Juan de La Cruz- termino diciendo divertido

Birdie [Su diminutivo de Evarne] era pequeña y tímida, pero a la vez poseía la fuerza para volar muy alto, tan alto que incluso el calor del sol no podría romper sus alas

por **Evarne Lacuna** Sáb Jun 23, 2012 9:32 am

No me gusta para nada esa mirada, es como si comprendiera más de lo que debería. Cosa imposible, aquel hombre no sabe nada de mi situación, ni de mi... Pero tiene algo extraño, algo que no hace que me de la vuelta y huya de él como de la mayoría de gente. No todo el mundo es malo, antes ni siquiera pensaba que la gente pudiera serlo y en este lugar sagrado mejor pensar en lo bueno de las personas, que en lo malo que tanto miedo me da.

-¿De la cruz?-mis ojos mirando hacia donde señala y no puedo evitar sonreír. Su apellido venía genial para un lugar así, solo faltaba que se llamara Jesús... Hubiera sido gracioso. Agarro levemente mi vestido y hago una pequeña reverencia, inclinándome también levemente la cabeza.- Es un placer, señor. ¿Ha venido aquí a rezar? Se ve un lugar hermoso y tranquilo para pensar.-

off: Siento mucho la tardanza, no he tenido mucho tiempo

por **Juan de la Cruz** Dom Jun 24, 2012 5:18 pm

Juan de La cruz tenía esa habilidad traída por la experiencia, siendo relativamente joven el mismo aceptaba que a veces podía equivocarse con sus juicios pero las cosas normalmente le salían bien en ese aspecto. Sonrió tranquilizadoramente esperando no asustarla de más, el siempre ocultaba algo detrás de su rostro pero eso no quería decir que sus acciones fuesen comúnmente hipócritas, deseaba transmitirle aquello a la muchachita pero parecía que ella no necesitaba de una prueba para confiar, al menos no en aquellos momentos

- El placer es mío señorita-murmuro besando su mano a modo de saludo y al levantar la cabeza la dirigió hacia las pocas personas que se encontraban afuera aun esperando para irse a sus casa, aun cuando la mayoría ya lo había hecho- Hago lo mismo que los feligreses devotos, vengo aquí en busca de la paz de una noche, es difícil encontrarla en un sitio tan activo como lo es parís-comento distraídamente para después fijar sus ojos en ella-Y usted madeimoselle?? Que la trae a la catedral??-la pregunta salió silenciosa y tranquila pero le hacía esperar ansioso por una respuesta

off: No hay problema

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