AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Bohémienne... [Privado]
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Bohémienne... [Privado]
Recuerdo del primer mensaje :
[MP para entrar al rol]
Noche libre... Que raro le sonaba eso, cuando hasta hace poco todas sus noches lo eran, pertenecientes siempre a si misma y su voluntad. Ahora era diferente, ahora tener la noche libre era algo puntual en la semana, puesto que la mayoría de los días tenía que estar en el reservado al caer el sol fuese o no requerida su presencia. Pero hoy no, hoy libraba, y por tanto, podía ir a donde quisiera... Con el aliciente, además, de que tenía algo llamado sueldo, con lo que no contaba pero que no rechazaba en absoluto.
Lo normal seguramente habría sido que, como cualquier otra jovencita, hubiera ido a cualquier local al que siempre hubiera ambicionado y que ahora pudiera costearse, o haberse comprado un vestido nuevo, un perfume, e incluso intentar regatear por alguna joya barata... Pero ninguna de esas cosas le interesaban, no a Violine, que sabiendo que cada día podía ser el último había aprendido a prescindir de aquello que no supondría un valor que llevarse al más allá si este existía. El único lugar al que aspiraba poder ir era al teatro, a la ópera, pero para eso aún le faltaba bastante dinero...
Por eso había acudido allí, y porque además había extrañado mucho a los que durante cinco largos años había considerado los suyos. Unos habían ido y venido, y ahora estaban en otros paises lejanos, pero algunos habían permanecido en la misma ruta de caravanas desde el principio, y otros muchos se habían ido uniendo... Eran sus amigos, su familia, y desde que había, por así decirlo, encontrado una nueva ocupación, no les había visto ni había vuelto por aquel lugar.
-¡Violine! -Gritó la voz de un niño, que, esquivando a las tarotistas y a un comefuegos, corrió hacia la muchacha de roja cabellera estirando los brazos. Ella sonrió, abriendo los suyos y abrazándole, sin cogerle debido a su falta de fuerzas- ¡Has vuelto! Sabía que lo harías... ¿Dónde has estado todo este tiempo?
Se deshizo del abrazo, ensombreciendo levemente la mirada... ¿Cómo iba a explicarle si quiera que...? No, no podía. Pero tampoco podía mentirle y decirle que había vuelto para quedarse... Desvió su mirada hacia el coro de bailarinas que, con sus panderetas alzadas y sus coloridos ropajes, animaban al público en su mayoría masculino que buscaba entretenerse en el circo. Recuperó así la sonrisa, y pudo volver a mirar al chiquillo para contestarle:
-Micah... -Saludó, revolviéndole el pelo- He encontrado un nuevo trabajo, uno muy bonito pero que requiere que este lejos de aquí por las noches y que hace que esté algo cansada por el día... ¿Entiendes? Por eso, aunque intentaré venir a veros, no siempre podré hacerlo... -Explicó, logrando que su voz sonase animada y que la, a medias, mentira quedase creible- Por cierto... -Añadió después, sacando de su bolsillo un saquito con monedas- Dale esto a tus padres, ¿quieres? -Pidió, depositándolo sobre una de las manos de Micah, para desviarle así de cualquier intento de reproche o queja acerca de que fuese a seguir desapareciendo... Además, podía así agradecer a la familia del pequeño todo lo que había hecho por ella en aquel tiempo.
-¡Oh, Violine, muchas gracias! -Exclamó, poniéndose de puntillas para besarla. Ella se inclinó para facilitarle la tarea, recibiendo el beso y volviendo a acariciarle el revuelto cabello negro- ¡Les daré recuerdos de tu parte, pero vuelve pronto a vernos! -Dijo antes de echar a correr.
La joven, borrando entonces la sonrisa, suspiró, observando como Micah se perdía entre la multitud. Era, como muchos niños, el vivo reflejo de la ilusión por la vida, de la inocencia y del entusiasmo, y podría disfrutar de serlo al menos durante unos pocos años más... ¡Cuánto le gustaría en esos momentos volver ella a esa etapa perdida!
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Noche libre... Que raro le sonaba eso, cuando hasta hace poco todas sus noches lo eran, pertenecientes siempre a si misma y su voluntad. Ahora era diferente, ahora tener la noche libre era algo puntual en la semana, puesto que la mayoría de los días tenía que estar en el reservado al caer el sol fuese o no requerida su presencia. Pero hoy no, hoy libraba, y por tanto, podía ir a donde quisiera... Con el aliciente, además, de que tenía algo llamado sueldo, con lo que no contaba pero que no rechazaba en absoluto.
Lo normal seguramente habría sido que, como cualquier otra jovencita, hubiera ido a cualquier local al que siempre hubiera ambicionado y que ahora pudiera costearse, o haberse comprado un vestido nuevo, un perfume, e incluso intentar regatear por alguna joya barata... Pero ninguna de esas cosas le interesaban, no a Violine, que sabiendo que cada día podía ser el último había aprendido a prescindir de aquello que no supondría un valor que llevarse al más allá si este existía. El único lugar al que aspiraba poder ir era al teatro, a la ópera, pero para eso aún le faltaba bastante dinero...
Por eso había acudido allí, y porque además había extrañado mucho a los que durante cinco largos años había considerado los suyos. Unos habían ido y venido, y ahora estaban en otros paises lejanos, pero algunos habían permanecido en la misma ruta de caravanas desde el principio, y otros muchos se habían ido uniendo... Eran sus amigos, su familia, y desde que había, por así decirlo, encontrado una nueva ocupación, no les había visto ni había vuelto por aquel lugar.
-¡Violine! -Gritó la voz de un niño, que, esquivando a las tarotistas y a un comefuegos, corrió hacia la muchacha de roja cabellera estirando los brazos. Ella sonrió, abriendo los suyos y abrazándole, sin cogerle debido a su falta de fuerzas- ¡Has vuelto! Sabía que lo harías... ¿Dónde has estado todo este tiempo?
Se deshizo del abrazo, ensombreciendo levemente la mirada... ¿Cómo iba a explicarle si quiera que...? No, no podía. Pero tampoco podía mentirle y decirle que había vuelto para quedarse... Desvió su mirada hacia el coro de bailarinas que, con sus panderetas alzadas y sus coloridos ropajes, animaban al público en su mayoría masculino que buscaba entretenerse en el circo. Recuperó así la sonrisa, y pudo volver a mirar al chiquillo para contestarle:
-Micah... -Saludó, revolviéndole el pelo- He encontrado un nuevo trabajo, uno muy bonito pero que requiere que este lejos de aquí por las noches y que hace que esté algo cansada por el día... ¿Entiendes? Por eso, aunque intentaré venir a veros, no siempre podré hacerlo... -Explicó, logrando que su voz sonase animada y que la, a medias, mentira quedase creible- Por cierto... -Añadió después, sacando de su bolsillo un saquito con monedas- Dale esto a tus padres, ¿quieres? -Pidió, depositándolo sobre una de las manos de Micah, para desviarle así de cualquier intento de reproche o queja acerca de que fuese a seguir desapareciendo... Además, podía así agradecer a la familia del pequeño todo lo que había hecho por ella en aquel tiempo.
-¡Oh, Violine, muchas gracias! -Exclamó, poniéndose de puntillas para besarla. Ella se inclinó para facilitarle la tarea, recibiendo el beso y volviendo a acariciarle el revuelto cabello negro- ¡Les daré recuerdos de tu parte, pero vuelve pronto a vernos! -Dijo antes de echar a correr.
La joven, borrando entonces la sonrisa, suspiró, observando como Micah se perdía entre la multitud. Era, como muchos niños, el vivo reflejo de la ilusión por la vida, de la inocencia y del entusiasmo, y podría disfrutar de serlo al menos durante unos pocos años más... ¡Cuánto le gustaría en esos momentos volver ella a esa etapa perdida!
Violine- Gitano
- Mensajes : 84
Fecha de inscripción : 28/06/2010
Re: Bohémienne... [Privado]
La sensación se le antojó indescriptible, el sentirse explorada por dentro, a través de su boca, en medio de una voragíne emocional en la que su corazón parecía querer salirsele del pecho, en la que el hormigueo que la recorría de pies a cabeza iba aumentando, y su mente solo podía pensar en lo mucho que deseaba que eso no terminara nunca... Dejó que Jared recorriera su boca a placer, que probara ese néctar hasta entonces jamás degustado por nadie, que profundizara en ese extraño primer beso, y disfrutó de que así lo hiciera.
La semilla, en efecto, ya estaba plantada, y con permiso para germinar en cuanto ella decidió responderle de igual forma. Una semilla cuyo florecer conllevaría un sentimiento que Violine, hasta ahora, solo conocía por medio de los libros o por haberlo visto en otros, y que ahora asentaba su primera raíz... El problema era que, en este caso, regarlo y mantenerlo con vida sería mucho más complicado, puesto que ocultando su hermosura habría seguramente dolorosos alambres de espinas que le impidieran crecer con total libertad... ¿Lograría, pese a todo, engrandecerse aun con esa adversidad?
La joven desconocía la respuesta, y quizá por eso decidió no pararse a pensar en ello y seguir dejándose llevar, terminando de acariciar el labio superior de Jared para, en cuanto tuvo la oportunidad, colarse en el interior de su cavidad bucal. Intentando imitarle, comenzó a explorar con cierto pudor el interior de una boca donde en otras ocasiones había estado su sangre, tratando de no darle importancia a ese detalle. Acarició su paladar, estremeciéndose al sentir esos fríos dedos tantear su espalda, sin poder evitar que un gemido quedase enterrado en la garganta del vampiro...
Y, justo cuando más entregada se encontraba, hipnotizada prácticamente por ese beso, él deshizo el contacto de ambos labios separándose levemente de ella. Le observó, con los grises ojos ahora brillantes y algo embriagados, dejando que le apartara el rojo cabello del cuello y sufriendo un estremecimiento más cuando la piel de este fue acariciada. Creyó, de nuevo, que iba a alimentarse ahora y, dadas las circunstancias, lo aceptó casi con agrado, pese a lo que eso pudiera suponer... Y, de igual modo, había vuelto a errar en esa suposición porque él, al igual que cuando la desconcerto besándola, lo estaba haciendo ahora pasando de largo y llegando hasta su oído.
-Es toda una ironía que me pregunteis eso vos, que os haceis llamar por un nombre que no es sino una de las muchas identidades que habréis tenido... ¿No créeis injusto que solo yo os responda? -Susurró, mordiéndose el labio inferior debido a lo acariciante que la voz de él se le había antojado en el oído... Y después, sonrío, añadiendo una única palabra, un único nombre, una única verdad- ...Arabelle...
La semilla, en efecto, ya estaba plantada, y con permiso para germinar en cuanto ella decidió responderle de igual forma. Una semilla cuyo florecer conllevaría un sentimiento que Violine, hasta ahora, solo conocía por medio de los libros o por haberlo visto en otros, y que ahora asentaba su primera raíz... El problema era que, en este caso, regarlo y mantenerlo con vida sería mucho más complicado, puesto que ocultando su hermosura habría seguramente dolorosos alambres de espinas que le impidieran crecer con total libertad... ¿Lograría, pese a todo, engrandecerse aun con esa adversidad?
La joven desconocía la respuesta, y quizá por eso decidió no pararse a pensar en ello y seguir dejándose llevar, terminando de acariciar el labio superior de Jared para, en cuanto tuvo la oportunidad, colarse en el interior de su cavidad bucal. Intentando imitarle, comenzó a explorar con cierto pudor el interior de una boca donde en otras ocasiones había estado su sangre, tratando de no darle importancia a ese detalle. Acarició su paladar, estremeciéndose al sentir esos fríos dedos tantear su espalda, sin poder evitar que un gemido quedase enterrado en la garganta del vampiro...
Y, justo cuando más entregada se encontraba, hipnotizada prácticamente por ese beso, él deshizo el contacto de ambos labios separándose levemente de ella. Le observó, con los grises ojos ahora brillantes y algo embriagados, dejando que le apartara el rojo cabello del cuello y sufriendo un estremecimiento más cuando la piel de este fue acariciada. Creyó, de nuevo, que iba a alimentarse ahora y, dadas las circunstancias, lo aceptó casi con agrado, pese a lo que eso pudiera suponer... Y, de igual modo, había vuelto a errar en esa suposición porque él, al igual que cuando la desconcerto besándola, lo estaba haciendo ahora pasando de largo y llegando hasta su oído.
-Es toda una ironía que me pregunteis eso vos, que os haceis llamar por un nombre que no es sino una de las muchas identidades que habréis tenido... ¿No créeis injusto que solo yo os responda? -Susurró, mordiéndose el labio inferior debido a lo acariciante que la voz de él se le había antojado en el oído... Y después, sonrío, añadiendo una única palabra, un único nombre, una única verdad- ...Arabelle...
Violine- Gitano
- Mensajes : 84
Fecha de inscripción : 28/06/2010
Re: Bohémienne... [Privado]
Ya está dicha, y ahora solo le queda esperar a obtener una respuesta, bien sea positiva o bien sea negativa... Curiosa es la sensación de no tener el control, de no dominar a la otra persona y tener que esperar a que ésta sea la que de una opción u otra, algo a lo que no está nada acostumbrado y que no le resulta del todo desagradable.
El comentario por parte de Violine se lo espera, ese sí que lo ve venir, y es que sí, es injusto que él pueda concer su nombre real y que a la inversa no se de la misma situación... Ahora bien, ¿tendrá el valor para hacerlo, para confirmárselo..? Largos siglos han pasado desde que lo dejó atrás en un vano intento de hacer lo propio con sus recuerdos, no habiéndolo conseguido y, para más INRI, habiéndolos intensificado, como si éstos se encargasen de recordarle que que por mucho que lo ignore o que intente eliminarlo, para ellos siempre será aquel que no pudo hacer nada, aquel que tuvo que verlo prácticamente en primera fila sin remedio alguno, aquel que colmó su venganza de una forma cruel y sangrienta...
Que siempre será...:
-Sigmund... Injusto era, pero la injusticia acaba de romperse, Arabelle... Precioso nombre. -Y esta vez no es un halago para adornar o algo similar, es honesto y sincero, le parece un nombre precioso... Ahora bien, el haber mencionado su propio nombre ha originado de nuevo un caos en su interior, un volcán que parece haberse reavivado. Se contrae durante un par de segundos presa de un profundo dolor en el pecho, mirándola fijamente y depositando un último beso en los labios de ella, frunciendo el ceño después.-¿Sabes dónde te estás metiendo...? -Pregunta, y es que es perfectamente consciente de lo que ella ha prometido y de lo que implica, sacando la pregunta desde esa parte de su ser que, ahora, comienza a perder la atalla, manteniendo el control a duras penas...
Y es que no puede comprender como alguien es capaz de sacrificarse hasta es epunto, hasta el punto de entregar lo que más ama, en este caso la libertad, para ayudar a alguien... Y el hecho de no comprenderlo es el que le hace estar así, la impotencia de no poder entender algo que parece tan obvio a ojos de otra persona:
-¿Por qué, Arabelle...? -Termina por pregunta en un susurro cargado de confusión, separándose de ella definitivamente y dejándose caer, en apenas cuator movimientos, sobre el tronco del árbol, recostándose en el mismo y llevándose las manos a las sientes ante el dolor de cabeza que comienza a asaltarle.
El comentario por parte de Violine se lo espera, ese sí que lo ve venir, y es que sí, es injusto que él pueda concer su nombre real y que a la inversa no se de la misma situación... Ahora bien, ¿tendrá el valor para hacerlo, para confirmárselo..? Largos siglos han pasado desde que lo dejó atrás en un vano intento de hacer lo propio con sus recuerdos, no habiéndolo conseguido y, para más INRI, habiéndolos intensificado, como si éstos se encargasen de recordarle que que por mucho que lo ignore o que intente eliminarlo, para ellos siempre será aquel que no pudo hacer nada, aquel que tuvo que verlo prácticamente en primera fila sin remedio alguno, aquel que colmó su venganza de una forma cruel y sangrienta...
Que siempre será...:
-Sigmund... Injusto era, pero la injusticia acaba de romperse, Arabelle... Precioso nombre. -Y esta vez no es un halago para adornar o algo similar, es honesto y sincero, le parece un nombre precioso... Ahora bien, el haber mencionado su propio nombre ha originado de nuevo un caos en su interior, un volcán que parece haberse reavivado. Se contrae durante un par de segundos presa de un profundo dolor en el pecho, mirándola fijamente y depositando un último beso en los labios de ella, frunciendo el ceño después.-¿Sabes dónde te estás metiendo...? -Pregunta, y es que es perfectamente consciente de lo que ella ha prometido y de lo que implica, sacando la pregunta desde esa parte de su ser que, ahora, comienza a perder la atalla, manteniendo el control a duras penas...
Y es que no puede comprender como alguien es capaz de sacrificarse hasta es epunto, hasta el punto de entregar lo que más ama, en este caso la libertad, para ayudar a alguien... Y el hecho de no comprenderlo es el que le hace estar así, la impotencia de no poder entender algo que parece tan obvio a ojos de otra persona:
-¿Por qué, Arabelle...? -Termina por pregunta en un susurro cargado de confusión, separándose de ella definitivamente y dejándose caer, en apenas cuator movimientos, sobre el tronco del árbol, recostándose en el mismo y llevándose las manos a las sientes ante el dolor de cabeza que comienza a asaltarle.
Jared Stroganoff- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 131
Fecha de inscripción : 28/06/2010
Re: Bohémienne... [Privado]
-No es sino el nombre de una muerta... -Susurró, con amargura, arrepintiéndose al momento de haber dicho aquello... Supondría preguntas, supondría un detalle más, amén de que el nombre dado era alemán y eso ya de por sí daba información. Pero luego pensó, con alivio al hacerlo, que realmente ya le daba igual lo que él pudiera averiguar sobre ella... No iba a volver a mostrar ese recelo que, lo único que hacía, era alimentar las distancias: aunque supiera que no era este el momento de las confesiones, cuando llegase la verdadera hora no intentaría huír- Sigmund... -Paladeó el nombre, sonriendo- ...también es un hermoso nombre... Un nombre de leyenda nórdica...
Cerró los ojos, sin borrar la sonrisa, y respondió a ese último beso, durante lo poco que este duró. Los abrió después, mirándole largo rato en silencio, como si lo estuviese viendo por primera vez, como si fuese ahora cuando le ha conocido y no aquella noche en el pántano... Y realmente, así era, puesto que ahora ambos tenían un nombre real, una identidad verdadera, y lo que acababan de hacer lo habían hecho desde esa parte auténtica, y no desde la forjada mediante barreras. Suspiró ante su pregunta, deslizando los dedos que tenía en su fría nuca hacia su perfecto rostro de mármol, acariciándolo antes de dejar caer el brazo:
-Sí... -Respondió con simpleza, asintiendo con la cabeza para darle más veracidad a esa única palabra. Lo sabía desde el primer momento, lo sabía cuando flaqueó y quiso echarse atrás, y lo sabía ahora que había prometido, a él y a si misma, que esta vez no lo haría, que resistiría hasta el final... Lo sabía y estaba dispuesta a ello, siendo esa su elección como alma libre, aunque suponiera perder esa misma libertad y transformarse en la muñeca que siempre había parecido ser.
Pero saberlo no impidió lamentar que él se separara definitivamente, algo que tanto a su cuerpo como a su alma pareció molestarles, como si repentinamente se percatase de que necesitaba su fría cercanía. Pese a esa sensación, le concedió unos segundos de margen para que se repusiera, para que ordenara sus ideas sin que su presencia le importunara más de lo debido... Y tras esos segundos se acercó, con la intención de responder a su última pregunta.
Para ello, tomó con una de sus pequeñas manos la derecha de él, estirándosela, y comenzó a acariciar la palma con la yema de los dedos de su otra mano, en lo sus irises grisáceos volvieron a clavarse en los suyos, azules y hechizantes:
-Por esto...
Cerró los ojos, sin borrar la sonrisa, y respondió a ese último beso, durante lo poco que este duró. Los abrió después, mirándole largo rato en silencio, como si lo estuviese viendo por primera vez, como si fuese ahora cuando le ha conocido y no aquella noche en el pántano... Y realmente, así era, puesto que ahora ambos tenían un nombre real, una identidad verdadera, y lo que acababan de hacer lo habían hecho desde esa parte auténtica, y no desde la forjada mediante barreras. Suspiró ante su pregunta, deslizando los dedos que tenía en su fría nuca hacia su perfecto rostro de mármol, acariciándolo antes de dejar caer el brazo:
-Sí... -Respondió con simpleza, asintiendo con la cabeza para darle más veracidad a esa única palabra. Lo sabía desde el primer momento, lo sabía cuando flaqueó y quiso echarse atrás, y lo sabía ahora que había prometido, a él y a si misma, que esta vez no lo haría, que resistiría hasta el final... Lo sabía y estaba dispuesta a ello, siendo esa su elección como alma libre, aunque suponiera perder esa misma libertad y transformarse en la muñeca que siempre había parecido ser.
Pero saberlo no impidió lamentar que él se separara definitivamente, algo que tanto a su cuerpo como a su alma pareció molestarles, como si repentinamente se percatase de que necesitaba su fría cercanía. Pese a esa sensación, le concedió unos segundos de margen para que se repusiera, para que ordenara sus ideas sin que su presencia le importunara más de lo debido... Y tras esos segundos se acercó, con la intención de responder a su última pregunta.
Para ello, tomó con una de sus pequeñas manos la derecha de él, estirándosela, y comenzó a acariciar la palma con la yema de los dedos de su otra mano, en lo sus irises grisáceos volvieron a clavarse en los suyos, azules y hechizantes:
-Por esto...
Violine- Gitano
- Mensajes : 84
Fecha de inscripción : 28/06/2010
Re: Bohémienne... [Privado]
No puede evitar un amago de sonrisa ante el comentario sobre su nombre, una sonrisa que, más que cargada de algo positivo, va cargada de una sutil ironía y amargura propias... Y es que a él su nombre no le parece hermoso, ya no, le parece el rastro, la sombra de algo que una vez fue y que no volverá a ser, de un pasado que quiso dejar atrás a toda costa y que, pro desgracia, no había conseguido, de un hombre feliz, buen vividor y trabajador, y no de una bestia cruel y manipuladora hasta límites insospechados...
A él el nombre de Sigmund no le parece, en absoluto, hermoso:
-No difiere mucho un nombre muerto de un nombre olvidado y enterrado por su mismo dueño, ¿no crees...? -Deja caer, dejando entrever que, si bien le ha confesado su nombre real, no implica que los recuerdos que le atañen sean precisamente buenos. No obstante, apunta mentalmente el primer comentario de Arabelle.. Arabelle, nombre alemán ahora que recuerda. Poco a poco va conociendo detalles de la que en un principio era misteriosa y ciertamente inalcanzable, como su lugar de origen... Ahora bien, ¿por qué dice que es el nombre de una muerta? ¿De qué huyo exactamente, o qué ha sucedido a lo largo de su vida, llevándola hasta sus brazos finalmente...?
Preguntas que no deben ser respondidas ahora, no es el momento y tiene la intuición de que su curiosidad se verá saciada cuando sea apropiado. Por ello mismo no vuelve a decir nada, sumido en sus particulares pensamientos, demasiado complejos o entramados como para ser comprendidos por alguien demasiado simple. Un hilo de pensamientos que Arabelle corta de golpe ante las posteriores palabras de la joven.
Está totalmente dispuesta, lo ha escuchado y ahora lo ve en esa mirada grisácea que parece querer transmitirle toda esa comprensión y ese sacrificio que está dispuesta a realizar. Se siente encogerse sobre sí mismo, como si él, en comparación con ella, fuese un niño al que jamás han educado estando delante de un catedrático o un sabio. La sensación es tan sumamente extraña y confusa que, cuando Arabelle le coge la mano, no opone resistencia alguna, dejándose hacer, parpadeando un par de veces y comprendiendo, a su pesar, lo que le está diciendo.
Aquella noche, en los pantanos, le leyó la mano... Y no puede, ni quiere, evitar la pregunta que de sus labios escapa, arrastrada por una cálida ráfaga de aire en dirección a la joven pelirroja:
-¿Qué leíste, Arabelle...? ¿Qué... Viste en mi destino...?
A él el nombre de Sigmund no le parece, en absoluto, hermoso:
-No difiere mucho un nombre muerto de un nombre olvidado y enterrado por su mismo dueño, ¿no crees...? -Deja caer, dejando entrever que, si bien le ha confesado su nombre real, no implica que los recuerdos que le atañen sean precisamente buenos. No obstante, apunta mentalmente el primer comentario de Arabelle.. Arabelle, nombre alemán ahora que recuerda. Poco a poco va conociendo detalles de la que en un principio era misteriosa y ciertamente inalcanzable, como su lugar de origen... Ahora bien, ¿por qué dice que es el nombre de una muerta? ¿De qué huyo exactamente, o qué ha sucedido a lo largo de su vida, llevándola hasta sus brazos finalmente...?
Preguntas que no deben ser respondidas ahora, no es el momento y tiene la intuición de que su curiosidad se verá saciada cuando sea apropiado. Por ello mismo no vuelve a decir nada, sumido en sus particulares pensamientos, demasiado complejos o entramados como para ser comprendidos por alguien demasiado simple. Un hilo de pensamientos que Arabelle corta de golpe ante las posteriores palabras de la joven.
Está totalmente dispuesta, lo ha escuchado y ahora lo ve en esa mirada grisácea que parece querer transmitirle toda esa comprensión y ese sacrificio que está dispuesta a realizar. Se siente encogerse sobre sí mismo, como si él, en comparación con ella, fuese un niño al que jamás han educado estando delante de un catedrático o un sabio. La sensación es tan sumamente extraña y confusa que, cuando Arabelle le coge la mano, no opone resistencia alguna, dejándose hacer, parpadeando un par de veces y comprendiendo, a su pesar, lo que le está diciendo.
Aquella noche, en los pantanos, le leyó la mano... Y no puede, ni quiere, evitar la pregunta que de sus labios escapa, arrastrada por una cálida ráfaga de aire en dirección a la joven pelirroja:
-¿Qué leíste, Arabelle...? ¿Qué... Viste en mi destino...?
Jared Stroganoff- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 131
Fecha de inscripción : 28/06/2010
Re: Bohémienne... [Privado]
Vio su amago de sonrisa, y leyó en él esa amargura desbordadora que el hecho de recordar parecía causarle... Era sobrecogedoramente similar a lo que ella sentía cuando rememoraba su pasado, con una infancia perfecta, un futuro prometedor y muchas experiencias por delante... Hasta que se descubrió su enfermedad y tuvo que quitarse a la fuerza la venda de los ojos. Ni los lazos familiares, ni el supuesto afecto fraternal, le sirvieron para evitar que la acusaran de endemoniada e indigna, alegando que el mal que sufría, las cosas que decía ver y el inusual color de su cabello se trataban de signos diabólicos; que la tacharan como la ruina de su legado, que la condenaran sin remordimiento alguno, que la enterraran...
-Sí, sí que difiere... -Respondió, con una voz tan amarga como la sonrisa de él- Uno casi siempre entierra y olvida por propia voluntad... Pero no siempre muere también por lo mismo, muchas veces son otros quienes les condenan a esa muerte... -Otro detalle más, otra indirecta que podía dar lugar a suposiciones acertadas, a intuiciones cercanas que, algún día, tendrían que convertirse en una confirmación.
Sí, algún día... Igual que esperaba a su vez conocer detalles sobre lo que ella misma había intuído de él, sobre lo que había leído en la fría mano que ahora sostenía entre las suyas, cálidas y delicadas. Algún día ambos revelarían sus historias... Era algo que sabía que sucedería, inevitablemente, ambos lo sabían. La única forma de lograr que no fuera así, sería cortando en ese mismo instante y lugar cualquier tipo de relación, ni hombre ni mujer, ni amo ni muñeca, ni dos almas heridas... Tendrían que volver a ser dos desconocidos que nunca más se vieran y, al menos por parte de Arabelle, eso ya no era posible, ni si quiera se lo planteaba.
Continuó acariciando la palma de su mano, con suavidad, sin desviar ni un solo instante sus felinos ojos de los de Sigmund, sonriendo, ahora de forma enigmática y profunda, ante su pregunta... ¿Debía decírselo? Sí, era su destino, tenía derecho a saberlo, y ella no tenía potestad para negárselo... Acarició sus dedos, haciéndole cerrar la mano en un puño y llevándoselo a sus cálidos labios de muñeca, besando la fría piel de los nudillos del vampiro.
-Vi la muerte y la sangre entrelazadas en vuestra historia, vi la pérdida de un amor que os marcó para que así fuera... -Susurró, dejando la mano de él a la altura de su caliente garganta, de la cual nacían aquellas palabras- ...Pero vi también que el mismo destino que tanto os había arrebatado, que os había condenado a lo que ahora sois, que os había dejado sin nada, os lo devolvería en forma de una oportunidad de recuperar vuestra alma, de redimiros y volver a vivir... -Su mirada se intensificó, de forma sincera a la par que éterea- ...Y también vi a alguien, una mujer, a la que vos salvariais la vida, del mismo modo que ella salvaría la vuestra...
Y había sentido, había intuído, que esa mujera no era otra sino ella misma. No hacía falta añadirlo directamente, puesto que quedaba implícito y obvio en sus palabras. Una intuición que empezó a volverse confirmación la noche del reservado, y que ahora le parecía un hecho, que con casi total seguridad sucedería... Un hecho por el cual estaba dispuesta a luchar, a sufrir, y a sacrificarse...
Junto al hombre que ahora tenía enfrente.
-Sí, sí que difiere... -Respondió, con una voz tan amarga como la sonrisa de él- Uno casi siempre entierra y olvida por propia voluntad... Pero no siempre muere también por lo mismo, muchas veces son otros quienes les condenan a esa muerte... -Otro detalle más, otra indirecta que podía dar lugar a suposiciones acertadas, a intuiciones cercanas que, algún día, tendrían que convertirse en una confirmación.
Sí, algún día... Igual que esperaba a su vez conocer detalles sobre lo que ella misma había intuído de él, sobre lo que había leído en la fría mano que ahora sostenía entre las suyas, cálidas y delicadas. Algún día ambos revelarían sus historias... Era algo que sabía que sucedería, inevitablemente, ambos lo sabían. La única forma de lograr que no fuera así, sería cortando en ese mismo instante y lugar cualquier tipo de relación, ni hombre ni mujer, ni amo ni muñeca, ni dos almas heridas... Tendrían que volver a ser dos desconocidos que nunca más se vieran y, al menos por parte de Arabelle, eso ya no era posible, ni si quiera se lo planteaba.
Continuó acariciando la palma de su mano, con suavidad, sin desviar ni un solo instante sus felinos ojos de los de Sigmund, sonriendo, ahora de forma enigmática y profunda, ante su pregunta... ¿Debía decírselo? Sí, era su destino, tenía derecho a saberlo, y ella no tenía potestad para negárselo... Acarició sus dedos, haciéndole cerrar la mano en un puño y llevándoselo a sus cálidos labios de muñeca, besando la fría piel de los nudillos del vampiro.
-Vi la muerte y la sangre entrelazadas en vuestra historia, vi la pérdida de un amor que os marcó para que así fuera... -Susurró, dejando la mano de él a la altura de su caliente garganta, de la cual nacían aquellas palabras- ...Pero vi también que el mismo destino que tanto os había arrebatado, que os había condenado a lo que ahora sois, que os había dejado sin nada, os lo devolvería en forma de una oportunidad de recuperar vuestra alma, de redimiros y volver a vivir... -Su mirada se intensificó, de forma sincera a la par que éterea- ...Y también vi a alguien, una mujer, a la que vos salvariais la vida, del mismo modo que ella salvaría la vuestra...
Y había sentido, había intuído, que esa mujera no era otra sino ella misma. No hacía falta añadirlo directamente, puesto que quedaba implícito y obvio en sus palabras. Una intuición que empezó a volverse confirmación la noche del reservado, y que ahora le parecía un hecho, que con casi total seguridad sucedería... Un hecho por el cual estaba dispuesta a luchar, a sufrir, y a sacrificarse...
Junto al hombre que ahora tenía enfrente.
Violine- Gitano
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Re: Bohémienne... [Privado]
Visto desde la perspectiva de Arabelle sí que existían diferencias entre olvidar de una forma u otra... Lo que ella no sabía era que eso mismo, la muerte por designio de otros, era lo que le había convertido a él en lo que es ahora. Quizá lo intuya, quizá lo crea, pero no tiene la certeza y la seguridad que solo él puede darle confesándole una historia digna de cualquier novela de terror...
Algo que, como ella, sabe que terminará por llegar, que ese momento tendrá que suceder y que ambos tendrán que abrirse y contar las penurias de su vida. Él intuye las de Arabelle, con cada palabra de ella, con cada nuevo hecho o indirecta se va formando un tapiz... Y así, siendo justo a igual medida que la joven pelirroja, suspira y se decide a hablar, mirándola fijamente, no apartando su mirada de la de ella ni por un instante... Y es que es ese contacto visual el que le permite mantenerse así y no terminar por derrumbarse:
-Repito pues, que no hay tantas diferencias , al menos entre tú y yo, Arabelle... Uno olvida el nombre, pero la causa de ese olvido no difiere tanto de morir a manos de otros. -Susurra, dejando que la joven lleve su mano hacia los labios, que bese su muñeca, estremeciéndose de forma sutil y apenas visible, azul contra gris siempre enfrentados, no, enfrentados no, compenetrados, combinándose en un solo color que reune ambas tonalidades. Escucha con suma atención lo que vio, abriendo los ojos un poco más de lo normal y sintiendo un repentino miedo... ¿Todo eso ha visto con solo leerle la mano? Resulta espeluznante hasta para él, un vampiro milenario, pero la verdadera causa de su miedo es que no ha fallado, lo que ha visto es cierto y verídico... Tanto lo que ha sido, como lo que puede ser. El destino, dicen, es moldeable siempre y cuando se tenga la voluntad suficiente, y Arabelle, con sus palabras, acaba de poner la chispa que puede permitir ese cambio.
Esperanza. Puede que mañana esté igual que siempre, que siga siendo su muñeca y él su amo, pero esa chispa que se acaba de instaurar, esa posibilidad, por remota y lejana que ahora mismo le pueda parecer, seguirá estando ahi, la opción al cambio, a redimirse, a volver a vivir, inmutable, inmortal...
Y él tampoco necesita confirmación alguna, puesto que sabe quién es esa mujer que va a ayudarle a tal propósito, aún sacrificándolo todo: Ella. Su mirada así lo indica, una mirada a la que él responde de igual forma, manteniéndose erguido, crispando los nudillos, sin saber qué hacer, qué decir...
Y de entre todo ese caos emocional, de entre toda esa vorágine de nuevas sensaciones mezclándose con las habituales, mal contra bien, una única palabra es la que puede escapar de sus labios, no sin antes haber pegado su frente con la de Arabelle y rozado los labios de la joven con los suyos propios. Sus ojos no se cierran, y su mirada, azul e intensa, recuerda a la de ese hombre que una vez fue:
-Gracias...
Algo que, como ella, sabe que terminará por llegar, que ese momento tendrá que suceder y que ambos tendrán que abrirse y contar las penurias de su vida. Él intuye las de Arabelle, con cada palabra de ella, con cada nuevo hecho o indirecta se va formando un tapiz... Y así, siendo justo a igual medida que la joven pelirroja, suspira y se decide a hablar, mirándola fijamente, no apartando su mirada de la de ella ni por un instante... Y es que es ese contacto visual el que le permite mantenerse así y no terminar por derrumbarse:
-Repito pues, que no hay tantas diferencias , al menos entre tú y yo, Arabelle... Uno olvida el nombre, pero la causa de ese olvido no difiere tanto de morir a manos de otros. -Susurra, dejando que la joven lleve su mano hacia los labios, que bese su muñeca, estremeciéndose de forma sutil y apenas visible, azul contra gris siempre enfrentados, no, enfrentados no, compenetrados, combinándose en un solo color que reune ambas tonalidades. Escucha con suma atención lo que vio, abriendo los ojos un poco más de lo normal y sintiendo un repentino miedo... ¿Todo eso ha visto con solo leerle la mano? Resulta espeluznante hasta para él, un vampiro milenario, pero la verdadera causa de su miedo es que no ha fallado, lo que ha visto es cierto y verídico... Tanto lo que ha sido, como lo que puede ser. El destino, dicen, es moldeable siempre y cuando se tenga la voluntad suficiente, y Arabelle, con sus palabras, acaba de poner la chispa que puede permitir ese cambio.
Esperanza. Puede que mañana esté igual que siempre, que siga siendo su muñeca y él su amo, pero esa chispa que se acaba de instaurar, esa posibilidad, por remota y lejana que ahora mismo le pueda parecer, seguirá estando ahi, la opción al cambio, a redimirse, a volver a vivir, inmutable, inmortal...
Y él tampoco necesita confirmación alguna, puesto que sabe quién es esa mujer que va a ayudarle a tal propósito, aún sacrificándolo todo: Ella. Su mirada así lo indica, una mirada a la que él responde de igual forma, manteniéndose erguido, crispando los nudillos, sin saber qué hacer, qué decir...
Y de entre todo ese caos emocional, de entre toda esa vorágine de nuevas sensaciones mezclándose con las habituales, mal contra bien, una única palabra es la que puede escapar de sus labios, no sin antes haber pegado su frente con la de Arabelle y rozado los labios de la joven con los suyos propios. Sus ojos no se cierran, y su mirada, azul e intensa, recuerda a la de ese hombre que una vez fue:
-Gracias...
Jared Stroganoff- Vampiro Clase Alta
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Re: Bohémienne... [Privado]
-En realidad lo que hace que no difieran, es que en ningún caso han quedado enterrados... -Contestó, volviendo a tonar su expresión algo más amarga- Ni vos habéis conseguido olvidar ni yo estoy muerta -Aunque en su caso faltaba relativamente poco para estarlo, si no se cumplía lo que había visto... Algo que no dijo pero que en su mirada, ensombrecida fugazmente ante esa idea, quedó claramente reflejado- Ambos hemos intentado huir del pasado, pero seguimos siendo Sigmund y Arabelle...
Y aquello sí que era innegable, por muchos puntos de vista que hubieran... Acababa de ser manifestado, con ese beso, con esas revelaciones y con todo lo que había acontecido desde que él abandonó el circo gitano y ella le siguió como un vendaval agitado. Ninguno de los dos había dejado de ser quien era, aunque Sigmund se hubiese ocultado bajo sus miles de capas de hielo y lo que quedase de él en origen estuviera mucho más roto y enterrado que en el caso de Violine, que solo ocultaba un pasado por recelo pero seguía mostrando la misma esencia. Ninguno había podido olvidar todo lo que les había marcado para actuar de una forma u otra, para tener cada cual su punto de vista y para haber terminado por coincidir en esa ciudad, aquella noche, y esta misma. Ninguno, en resumen, podía evitar lo inevitable...
Arabelle, consciente de todo aquello, inspiró hondo cuando él pegó ambas frentes, exhalando después su dulce aliento sobre el rostro contrario, en aquel roce de labios. Una nueva sonrisa se dibujó en su rostro cuando él dijo esa única palabra, una sonrisa cargada de la misma esperanza que había conseguido que encendiera su chispa en Sigmund.
Sí, esperanza... Sabía que había logrado transmitírsela. Sabía, también que él tenía miedo, pero que esa misma esperanza le servía para mantenerse minimamente firma. Sabía que se encontraba confuso y perdido. Sabía cuales eran todas y cada una de las sensaciones que estaba experimentando. Y sabía, además, que él no sabía que hacer... Y por eso decidió hacerlo ella, ayudarle a encontrarse, a comprender lo que sentía, dando un paso más...
...No rompió el contacto visual que constataba su decisión cuando, a modo de respuesta, fue esta vez ella quien rompió la mínima distancia que se extendía entre ambos... Besándole de nuevo.
Y aquello sí que era innegable, por muchos puntos de vista que hubieran... Acababa de ser manifestado, con ese beso, con esas revelaciones y con todo lo que había acontecido desde que él abandonó el circo gitano y ella le siguió como un vendaval agitado. Ninguno de los dos había dejado de ser quien era, aunque Sigmund se hubiese ocultado bajo sus miles de capas de hielo y lo que quedase de él en origen estuviera mucho más roto y enterrado que en el caso de Violine, que solo ocultaba un pasado por recelo pero seguía mostrando la misma esencia. Ninguno había podido olvidar todo lo que les había marcado para actuar de una forma u otra, para tener cada cual su punto de vista y para haber terminado por coincidir en esa ciudad, aquella noche, y esta misma. Ninguno, en resumen, podía evitar lo inevitable...
Arabelle, consciente de todo aquello, inspiró hondo cuando él pegó ambas frentes, exhalando después su dulce aliento sobre el rostro contrario, en aquel roce de labios. Una nueva sonrisa se dibujó en su rostro cuando él dijo esa única palabra, una sonrisa cargada de la misma esperanza que había conseguido que encendiera su chispa en Sigmund.
Sí, esperanza... Sabía que había logrado transmitírsela. Sabía, también que él tenía miedo, pero que esa misma esperanza le servía para mantenerse minimamente firma. Sabía que se encontraba confuso y perdido. Sabía cuales eran todas y cada una de las sensaciones que estaba experimentando. Y sabía, además, que él no sabía que hacer... Y por eso decidió hacerlo ella, ayudarle a encontrarse, a comprender lo que sentía, dando un paso más...
...No rompió el contacto visual que constataba su decisión cuando, a modo de respuesta, fue esta vez ella quien rompió la mínima distancia que se extendía entre ambos... Besándole de nuevo.
Violine- Gitano
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Re: Bohémienne... [Privado]
Ha memorizado todas y cada una de las palabras de Arabelle, teniendo claro que, efectivamente,la convertirá a su debido momento... Ysi ahora no es ese momento, ni mañana ni pasado tampoco, es por miedo. Ya no hay ego o mentira en esa idea, lo único que le echa para atrás es el miedo, el temor de convertirla y de que ella misma se pierda en el camino... La conversión no es sencilla, pero mucho más difícil es mantenerse igual que siempre cuando tienes ganas de asesinar personas, o acostumbrarse a esa sed de sangre sin volverte loco...
Y no se perdonaría, no ahora mismo, convertirla y ver como se transforma en otro monstruo como él. Sus pensamientos, al igual que los de Arabelle, no se reflejan en palabras o movimientos, sino en su mirada azulada. Sabe que está en una carrera contrarreloj, pero exprimirá hasta el último momento antes de tener que jugárselo todo a una carta.
No obstante, no tiene más tiempo para pensar, cavilar y dudar cuando ella, ahora ella, acorta las distancias entre ambos y funde ambos labios en otro beso. Aliviado por ver la iniciativa de ella y aún en cierto modo dudoso responde al beso, posando ambas manos en las mejillas de ella, apretando su aristocrático rostro en lo que la danda de labios y lenguas comienza, profundizando de nuevo y aumentando la velocidad del gesto...
Y es que esta vez el ardiente deseo se arremolina con más rapidez, como si desease consumar cuanto antes la unión para no creer que ha sido un sueño, una efímera ilusión que se desvanece como el agua en el desierto... La desea a ella, a su cuerpo, a su alma...
A su salvación.
Y no se perdonaría, no ahora mismo, convertirla y ver como se transforma en otro monstruo como él. Sus pensamientos, al igual que los de Arabelle, no se reflejan en palabras o movimientos, sino en su mirada azulada. Sabe que está en una carrera contrarreloj, pero exprimirá hasta el último momento antes de tener que jugárselo todo a una carta.
No obstante, no tiene más tiempo para pensar, cavilar y dudar cuando ella, ahora ella, acorta las distancias entre ambos y funde ambos labios en otro beso. Aliviado por ver la iniciativa de ella y aún en cierto modo dudoso responde al beso, posando ambas manos en las mejillas de ella, apretando su aristocrático rostro en lo que la danda de labios y lenguas comienza, profundizando de nuevo y aumentando la velocidad del gesto...
Y es que esta vez el ardiente deseo se arremolina con más rapidez, como si desease consumar cuanto antes la unión para no creer que ha sido un sueño, una efímera ilusión que se desvanece como el agua en el desierto... La desea a ella, a su cuerpo, a su alma...
A su salvación.
Jared Stroganoff- Vampiro Clase Alta
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Re: Bohémienne... [Privado]
Leyó en los ojos de Sigmund esa mezcla de miedo y decisión, y fue lo último que atisbó a ver porque, en cuanto él respondió al beso y tomó su porcelanoso rostro entre sus gélidas manos, Arabelle cerró los ojos y se entregó por completo a esa danza de lenguas, a esa nueva experiencia que suponía el probar otros labios y dejar a los suyos ser degustados a fondo. Esta vez le costó menos darle profundidad al gesto y seguirle conforme la velocidad fue aumentando, aunque la inexperiencia seguía siendo más que evidente cada vez que su lengua se topaba con la de él, con visible timidez en cada uno de sus movimientos.
En aquel momento ya no le importaba nada de lo que mañana pudiera acontecer, ni si quiera tenía ya presente el calvario que la esperaría cuando las cosas se enfriasen una vez distanciados de nuevo. No tenía ya relevancia pensar en si obtendría o no una salvación, sobre si él le daría esa oportunidad única para vivir todas esas experiencias que desconocía, como aquella que estaba teniendo lugar ahora mismo. No, tampoco tenía importancia alguna que esos mismos labios que ahora acariciaba con los suyos propios fuesen a humillarla verbalmente en el futuro, a dañar su cuello sin vacilación y a dejarla extenuada. Nada de lo que Sigmund pudiera hacer cuando volviera a ser Jared tenía cabida. No... En aquel momento, solo tenía cabida una cosa: seguir besándole.
Notó entonces una extraña sensación recorrerla, como si la temperatura de su cuerpo aumentase pese al frío que él transmitía con su cercanía, como si algo agitase su pecho acelerando los latidos de su corazón y su respiración, como si todo la incitase a pegar aún más su cincelado cuerpo al del hombre en cuyas manos se encontraba ahora... El deseo, un deseo que Arabelle jamás había experimentado. Se dejó llevar por esa potente corriente que sentía surcar sus venas, pegándose más hacia él y llevando ambas manos a su nuca, enredándolas en su cabello para atraerle más, con torpeza, intentando buscar aún más profundidad de la que ya había, aunque no supiera con exactitud cómo hacer eso.
Actuaba, una vez más, de forma inercial, siguiendo un instinto recién despertado... El instinto que la hacía desearle, porque sí, le deseaba, aunque no supiera qué era lo que significaba aquello, qué deseaba exactamente y cómo, pero sabía que le deseaba a él... Deseaba fundirse con ese frío cuerpo, deseaba unirse a él de todas las formas posibles y, por encima de todo, deseaba traspasar su piel, carne y huesos y llegar hasta su alma, hasta ese corazón en apariencia muerto...
Deseaba darle esa salvación que él tanto parecía necesitar.
En aquel momento ya no le importaba nada de lo que mañana pudiera acontecer, ni si quiera tenía ya presente el calvario que la esperaría cuando las cosas se enfriasen una vez distanciados de nuevo. No tenía ya relevancia pensar en si obtendría o no una salvación, sobre si él le daría esa oportunidad única para vivir todas esas experiencias que desconocía, como aquella que estaba teniendo lugar ahora mismo. No, tampoco tenía importancia alguna que esos mismos labios que ahora acariciaba con los suyos propios fuesen a humillarla verbalmente en el futuro, a dañar su cuello sin vacilación y a dejarla extenuada. Nada de lo que Sigmund pudiera hacer cuando volviera a ser Jared tenía cabida. No... En aquel momento, solo tenía cabida una cosa: seguir besándole.
Notó entonces una extraña sensación recorrerla, como si la temperatura de su cuerpo aumentase pese al frío que él transmitía con su cercanía, como si algo agitase su pecho acelerando los latidos de su corazón y su respiración, como si todo la incitase a pegar aún más su cincelado cuerpo al del hombre en cuyas manos se encontraba ahora... El deseo, un deseo que Arabelle jamás había experimentado. Se dejó llevar por esa potente corriente que sentía surcar sus venas, pegándose más hacia él y llevando ambas manos a su nuca, enredándolas en su cabello para atraerle más, con torpeza, intentando buscar aún más profundidad de la que ya había, aunque no supiera con exactitud cómo hacer eso.
Actuaba, una vez más, de forma inercial, siguiendo un instinto recién despertado... El instinto que la hacía desearle, porque sí, le deseaba, aunque no supiera qué era lo que significaba aquello, qué deseaba exactamente y cómo, pero sabía que le deseaba a él... Deseaba fundirse con ese frío cuerpo, deseaba unirse a él de todas las formas posibles y, por encima de todo, deseaba traspasar su piel, carne y huesos y llegar hasta su alma, hasta ese corazón en apariencia muerto...
Deseaba darle esa salvación que él tanto parecía necesitar.
Violine- Gitano
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Re: Bohémienne... [Privado]
Ya está hecho, de nuevo ambos labios han comenzadno a fundirse en el beso, y esta vez el deseo es recíproco. Puede que Arabelle no conozca la sensación o que le cueste identificarla, pero él la reconoce al instante... Aunque ahora viene matizada por otras sensaciones que la hacen más cálida y dulce, tanto que tiene que contener cierta ansia por tomar aquello que desea. Su lengua juguetea con la de la joven, en una danza sin igual, justa y con dos ganadores, explorando de nuevo su boca, tomándose más tiempo que antes en recorrer cada recovezo. La sin hueso de Jared delinea el labio superior por dentro y luego el inferior, para posteriormente depositar un suave mordisco en este antes de volver a besarla.
Su respiración, innecesaria y autónoma, se acelera, y en algo semejante a un grave ronroneo empuja a Arabelle contra el árbo, arrinconándola entre el mismo y su cuerpo. Se pega más a ella, habiendo captado la intención de la joven hace escasos segundos, rozándose ambas cinturas y ambas intimidades por encima de la ropa, viajando sus manos desde el cabello de ella hasta su cuello, delinénaodlo de forma descendente hasta sus hombros, acariciando la pálida piel de la joven de arriba a abajo, despacio, sin aparente prisa aunque por dentro le consuma el deseo de poseerla...
Sin embargo, algo interifere en todo ello. Abre un ojo y después otro, tomando situación real de donde está: Cerca de un circo gitano, rodeado de árboles y en plena noche... No es el lugar más idóneo para hacer algo así, algo que sabe que, si sigue, no parará esté donde esté... Pero, en un mínimo de condescendencia, decide no hacerle perder esa pureza en un lugar y de una forma tan inusuales e incómodas, separándose muy a su pesar unos milímetros de sus labios,descendiendo una de sus manos, bordeando sus senos, su costado y su intimidad, aposentándose finalmente en su cintura. El azul se encuentra de nuevo contra el gris, reflejando esa contrariedad de tener que decir algo contrario a lo que desea, pero al mismo tiempo necesario:
-Si sigo no pararé, Arabelle, y no creo que este sea el mejor sitio para poseerte del todo... -No tiene por qué ser sutil o indirecto cuando ambas miradas reflejan deseo puro y duro, y por ello mismo tampoco se corta en decirle lo que piensa/siente.- Te deseo... Pero no sé si es suficiente para que el contexto en sí sea diferente. En tus manos lo dejo, yo acataré tu decisión.-Y es que, a él, le da un poco igual, lo único que quiere es poseerla, nada más... Por ello mismo le da el derecho a decidir, a ser libre sobre cómo quiere ser desflorada...
Dándole una condescendencia que muy pocas veces le ha concedido a alguien.
Su respiración, innecesaria y autónoma, se acelera, y en algo semejante a un grave ronroneo empuja a Arabelle contra el árbo, arrinconándola entre el mismo y su cuerpo. Se pega más a ella, habiendo captado la intención de la joven hace escasos segundos, rozándose ambas cinturas y ambas intimidades por encima de la ropa, viajando sus manos desde el cabello de ella hasta su cuello, delinénaodlo de forma descendente hasta sus hombros, acariciando la pálida piel de la joven de arriba a abajo, despacio, sin aparente prisa aunque por dentro le consuma el deseo de poseerla...
Sin embargo, algo interifere en todo ello. Abre un ojo y después otro, tomando situación real de donde está: Cerca de un circo gitano, rodeado de árboles y en plena noche... No es el lugar más idóneo para hacer algo así, algo que sabe que, si sigue, no parará esté donde esté... Pero, en un mínimo de condescendencia, decide no hacerle perder esa pureza en un lugar y de una forma tan inusuales e incómodas, separándose muy a su pesar unos milímetros de sus labios,descendiendo una de sus manos, bordeando sus senos, su costado y su intimidad, aposentándose finalmente en su cintura. El azul se encuentra de nuevo contra el gris, reflejando esa contrariedad de tener que decir algo contrario a lo que desea, pero al mismo tiempo necesario:
-Si sigo no pararé, Arabelle, y no creo que este sea el mejor sitio para poseerte del todo... -No tiene por qué ser sutil o indirecto cuando ambas miradas reflejan deseo puro y duro, y por ello mismo tampoco se corta en decirle lo que piensa/siente.- Te deseo... Pero no sé si es suficiente para que el contexto en sí sea diferente. En tus manos lo dejo, yo acataré tu decisión.-Y es que, a él, le da un poco igual, lo único que quiere es poseerla, nada más... Por ello mismo le da el derecho a decidir, a ser libre sobre cómo quiere ser desflorada...
Dándole una condescendencia que muy pocas veces le ha concedido a alguien.
Jared Stroganoff- Vampiro Clase Alta
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Re: Bohémienne... [Privado]
La danza de lenguas prosiguió y poco a poco Arabelle fue ganando más confianza y perdiendo la timidez, atreviéndose a explorar más a fondo la boca de Sigmund, acariciando cada rincón de esta con la punta de su sinhueso y dejando que, a su vez, él hiciera lo mismo con la suya propia. Pero, aún habiendo ganado seguridad, las sensaciones que iba experimentando seguían siendo nuevas y resultándole, por tanto, muy fuertes... De ahí que no pudiera evitar dejar escapar un gemido cuando él, habiendo delineado sus labios por dentro, mordío el inferior y volvió a besarla.
En un abrir y cerrar los ojos, se vio empujada contra un árbol, sintiendo su espalda golpear contra la rugosa corteza. Ese hecho le pilló por sorpresa, sintiéndose repentinamente arrinconada por él. No le molestó o asustó, pero sí que logró aumentar su nerviosismo ante algo que se le antojaba inminente pero desconocido, algo que empezó a intuir cuando ambas caderas se pegaron y, por primera vez en su corta vida, sintió el roce de una intimidad masculina contra la suya, tan inexplorada como minutos antes lo era su boca... Aquello, unido a las caricias que él repartía por su cuello, donde aún reposaba aquel pañuelo de seda, y por sus desnudos hombros, logró provocarle un fuerte estremecimiento que sirvió para aumentar la fricción entre ambos y, además de eso, ese nerviosismo que comenzaba a apoderarse de su ser.
Sin embargo, tan rápido como la había arrinconado, Sigmund se separó levemente de sus labios, bordeando esos puntos nunca acariciados y mirándola fijamente... Sus ojos grises, ya abiertos, se fijaron en esas dos dagas azules cuyo hielo ahora parecía derretido. En su mirada podía leerse la confusa mezcla de sensaciones: deseo, nerviosismo, excitación, incertidumbre... No había temor o dudas, pero si un cocktail demasiado fuerte y contradictorio. Escuchó sus palabras y, aunque eran obvias y ella ya había imaginado que eso era lo que él deseaba, algo que ella también quería aun en su ignorancia sobre el tema, no pudo evitar sonrojarse... Ese agolpamiento de la sangre en sus mejillas, tiñéndolas de vivo escarlata, fue aún más acusado debido a lo acelerado de su pulso y respiración.
-Yo... -Tragó saliva, con más nerviosismo aún- ...Realmente no tengo ni idea de si este es o no el mejor sitio, ni de si hay alguno idóneo... Para mí, se trata de un aspecto del que desconozco absolutamente todo -Comenzó a confesar, ruborizada. Y es que era cierto, su nerviosismo no se debía al lugar en el que estaban, sino al hecho de saber que se adentraba en un terreno del que no tenía ni idea, ignorante de cómo tenía que actúar para satisfacerle y agradarle, de qué se suponía que tenía que hacer y qué se esperaba de ella... Todo eran preguntas sin respuesta que la hacían mostrarse insegura, cohibida y desbordada por una situación que le venía grande- Yo... Yo también os deseo... Pero no sé si estoy a la altura de las circunstancias ni si sabré complaceros... -Terminó por admitir, desviando unos instantes la mirada antes de volver a atreverse a fijarla en él- Me temo que siendo así no tengo más remedio que dejarlo en vuetras manos, las expertas... -Sonrió, denotando que estaba siendo sincera, que quería que eligiera él- Aunque antes de que elijáis nada, tened por favor en cuenta la hora, no deseo que os suceda nada malo por perder la noción del tiempo... -Pidió, con honesta preocupación, antes de morderse el labio inferior y permanecer en un expectante silencio, perdiéndose en el azul de sus ojos...
En un abrir y cerrar los ojos, se vio empujada contra un árbol, sintiendo su espalda golpear contra la rugosa corteza. Ese hecho le pilló por sorpresa, sintiéndose repentinamente arrinconada por él. No le molestó o asustó, pero sí que logró aumentar su nerviosismo ante algo que se le antojaba inminente pero desconocido, algo que empezó a intuir cuando ambas caderas se pegaron y, por primera vez en su corta vida, sintió el roce de una intimidad masculina contra la suya, tan inexplorada como minutos antes lo era su boca... Aquello, unido a las caricias que él repartía por su cuello, donde aún reposaba aquel pañuelo de seda, y por sus desnudos hombros, logró provocarle un fuerte estremecimiento que sirvió para aumentar la fricción entre ambos y, además de eso, ese nerviosismo que comenzaba a apoderarse de su ser.
Sin embargo, tan rápido como la había arrinconado, Sigmund se separó levemente de sus labios, bordeando esos puntos nunca acariciados y mirándola fijamente... Sus ojos grises, ya abiertos, se fijaron en esas dos dagas azules cuyo hielo ahora parecía derretido. En su mirada podía leerse la confusa mezcla de sensaciones: deseo, nerviosismo, excitación, incertidumbre... No había temor o dudas, pero si un cocktail demasiado fuerte y contradictorio. Escuchó sus palabras y, aunque eran obvias y ella ya había imaginado que eso era lo que él deseaba, algo que ella también quería aun en su ignorancia sobre el tema, no pudo evitar sonrojarse... Ese agolpamiento de la sangre en sus mejillas, tiñéndolas de vivo escarlata, fue aún más acusado debido a lo acelerado de su pulso y respiración.
-Yo... -Tragó saliva, con más nerviosismo aún- ...Realmente no tengo ni idea de si este es o no el mejor sitio, ni de si hay alguno idóneo... Para mí, se trata de un aspecto del que desconozco absolutamente todo -Comenzó a confesar, ruborizada. Y es que era cierto, su nerviosismo no se debía al lugar en el que estaban, sino al hecho de saber que se adentraba en un terreno del que no tenía ni idea, ignorante de cómo tenía que actúar para satisfacerle y agradarle, de qué se suponía que tenía que hacer y qué se esperaba de ella... Todo eran preguntas sin respuesta que la hacían mostrarse insegura, cohibida y desbordada por una situación que le venía grande- Yo... Yo también os deseo... Pero no sé si estoy a la altura de las circunstancias ni si sabré complaceros... -Terminó por admitir, desviando unos instantes la mirada antes de volver a atreverse a fijarla en él- Me temo que siendo así no tengo más remedio que dejarlo en vuetras manos, las expertas... -Sonrió, denotando que estaba siendo sincera, que quería que eligiera él- Aunque antes de que elijáis nada, tened por favor en cuenta la hora, no deseo que os suceda nada malo por perder la noción del tiempo... -Pidió, con honesta preocupación, antes de morderse el labio inferior y permanecer en un expectante silencio, perdiéndose en el azul de sus ojos...
Violine- Gitano
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Re: Bohémienne... [Privado]
Espera con suma paciencia la respuesta por parte de Arabelle, sabiendo lo difícil o confuso que debe ser para ella algo así... Las primeras palabras se las espera, al fin y al cabo no espera experiencia o conocimiento alguno en ese campo, y por ello intenta esbozar un amago de sonrisa que, aún con todo ese cocktail contradictorio, va cargada de cierta comprensión y tranquilidad. Su mirada no se desvía de la de ella, dejando que termine de hablar, sintiendo la tentación de sellar esos labios con rapidez y dejarse llevar, olvidándose del tiempo, del lugar, de todo...
De todo excepto ella. No ayuda a su control el hecho de verla sonrojada, la sangre agolpándose en sus mejillas, circulando más rauda y vivaz por el acelerado pulso y el aumento de la temperatura corporal. Una vez Arabelle termina de hablar, cediéndolo todo en sus manos, confiando en él ciegamente hasta para algo importante para ella como podría ser su virginidad, cierra los ojos, mordiéndole el labio una última vez, intentando asegurarse de que, así, no olvidárá lo que desea ahora mismo aún cuando se ve obligado a posponerlo:
-Nadie nace sabiendo, Arabelle... Y ya me complaces sin siquiera haber empezado. -Algo extraño dicho de sus labios, sí, pero absolutamente cierto. Si bien la deseaba, tenía la certeza de que, aún con la inexpeeriencia, iba a ser algo muy distinto a lo que había hecho otras veces, y esa sensación era la placentera de verdad, casi tanto o más como el hecho en sí.- Sin embargo, no es el lugar idóneo... Las cosas se hacen con calma, y eso mismo, calma y tranquilidad, es lo que no tenemos aquí. Por ello mismo...
Tomada una decisión, se separa finalmente, cogiendo una de esas delicadas manos entre una de las suyas, frías y sumamente pálidas, tirando un poco de ella en dirección de nuevo al circo y, por ende, a la salida:
-En tu reservado tendremos todo el tiempo del mundo para que nos adaptemos... -Y dice "nos"; porque para él también van a haber cosas que, si bien no son nuevas, son demasiado antigüas coom para ser recordadas con precisión. Por ello mismo, y tras una condescendiente sonrisa, la suelta, teniendo que guardar unas apariencias de cara a la "familia" de ella, y es que levantar sospechas no entra entre sus planes. Echa a andar hacia la salida del circo, sabedor de que ella irá detrás, de que esta noche ambos verán y sentirán al otro...
De que, esta noche, Jared dejará de ser Jared para convertirse en Sigmund.
[OFF: Este rol se sigue en los reservados de "La Fée Verte", por lo que podéis cerrar este tema.]
De todo excepto ella. No ayuda a su control el hecho de verla sonrojada, la sangre agolpándose en sus mejillas, circulando más rauda y vivaz por el acelerado pulso y el aumento de la temperatura corporal. Una vez Arabelle termina de hablar, cediéndolo todo en sus manos, confiando en él ciegamente hasta para algo importante para ella como podría ser su virginidad, cierra los ojos, mordiéndole el labio una última vez, intentando asegurarse de que, así, no olvidárá lo que desea ahora mismo aún cuando se ve obligado a posponerlo:
-Nadie nace sabiendo, Arabelle... Y ya me complaces sin siquiera haber empezado. -Algo extraño dicho de sus labios, sí, pero absolutamente cierto. Si bien la deseaba, tenía la certeza de que, aún con la inexpeeriencia, iba a ser algo muy distinto a lo que había hecho otras veces, y esa sensación era la placentera de verdad, casi tanto o más como el hecho en sí.- Sin embargo, no es el lugar idóneo... Las cosas se hacen con calma, y eso mismo, calma y tranquilidad, es lo que no tenemos aquí. Por ello mismo...
Tomada una decisión, se separa finalmente, cogiendo una de esas delicadas manos entre una de las suyas, frías y sumamente pálidas, tirando un poco de ella en dirección de nuevo al circo y, por ende, a la salida:
-En tu reservado tendremos todo el tiempo del mundo para que nos adaptemos... -Y dice "nos"; porque para él también van a haber cosas que, si bien no son nuevas, son demasiado antigüas coom para ser recordadas con precisión. Por ello mismo, y tras una condescendiente sonrisa, la suelta, teniendo que guardar unas apariencias de cara a la "familia" de ella, y es que levantar sospechas no entra entre sus planes. Echa a andar hacia la salida del circo, sabedor de que ella irá detrás, de que esta noche ambos verán y sentirán al otro...
De que, esta noche, Jared dejará de ser Jared para convertirse en Sigmund.
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Jared Stroganoff- Vampiro Clase Alta
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