No querría estar en tu camisa (Libre)

por **Robin Ballard** Miér Jun 13, 2012 6:17 am

Aquella tarde se había demorado en salir del trabajo porque se habían alargado en la sala de prensa. Para un vulgar chico de los recados aspirante a reportero era una maravilla tener la oportunidad de ver a los mejores del gremio reunidos en una sola habitación poniendo a trabajar su olfato periodístico. Robin esperaba tenerlo también, porque si no iba a durar poco en la profesión. Era frustrante tener que contentarse con llevar cafés a un lado y a otro mientras los demás corrían con el cuaderno en la mano en busca de los acontecimientos más relevantes de todo París. ¿Cuándo llegaría su turno? No le importaba ser solo una muchacha disfrazada, en los momentos como aquellos llegaba a pensar que podría mantener la farsa durante toda su vida. ¿Y qué si no le salía nunca la barba? Diría que se afeitaba, o se pondría un bigote falso. ¿Acaso no llevaban peluca los nobles? No veía que tenían de malo los postizos de vello facial. No parecía que su pecho fuera a desarrollarse mucho más de lo que ya estaba, así que si seguía vendándoselo debajo de la camisa tal vez lo consiguiera. Tal vez podría ser Robin Ballard, el intrépido reportero, por siempre jamás. - Eh Rob, deja de soñar y limpia esto cuando se hayan marchado todos. - Pero así era su vida por ahora. - Claro, monsieur Tautou. - Tenía que esperar, esperar eternamente a que ocurriera algo que lo sacara de la monotonía.

No se percató de lo tarde que era hasta que puso un pie en la calle y la oscuridad se cernió sobre él. Sabía que precisamente al ponerse el sol era cuando más convenía frecuentar caminos transitados, pero pensó que si volvía a hacerse el remolón los Lessange, el señor Laroux y su hijita estarían esperándolo y todos cenarían frío. Se sintió tan culpable que decidió atajar solo por una vez usando los callejones que conectaban las grandes vías urbanas entre sí como una red de pequeños cables. Demasiado pequeños, cabría añadir, había zonas donde Robin apenas sí cabía entre los muros de las fachadas de dos edificios contiguos. ¿Cómo hacían para entrar por allí las personas corpulentas? Seguramente ellos tendrían el sentido común de andar por lugares más recomendables, se recordó. Empezaba a pensar que igual no había tenido una buena idea cuando alguien lo llamó a sus espaldas. Robin no se volvió. - ¿Qué pasa, zagal? ¿Tienes miedo? - Por el tono dedujo que eran dos hombres y que no guardaban buenas intenciones. No podía dejar que le pusieran la mano encima porque escondía demasiado. Sus ropas de hombre y su corte de pelo hacían muy bien su papel, nadie sospechaba que era mujer, pero no sabía si resistiría un escrutinio directo, más aún si los pillos querían llevarse su ropa para venderla o Dios sabía qué. - Ven aquí, chico, me faltan dos monedas para comprar un poco de pan y seguro que tú llevas algunas encima...

Creía que era más rápido, pero muy pronto notó que alguien lo agarraba del brazo y tuvo que detenerse a la fuerza. No llevaba monedas, claro que no, ¿en serio les parecía rico? Si lo fuera no andaría por allí a aquellas horas, pero los dos vagabundos interesados en su persona no quisieron atender a razones y como era de esperar le ordenaron que les diera su camisa, que se veía de tela buena. - ¡No! - Se revolvió Rob como mejor sabía mientras los dos hombres lo sujetaban. - ¡La camisa no, no! - Le dio a uno una patada y solo consiguió que el vagabundo, irritado por la resistencia, le devolviera un puñetazo en el pómulo que lo dejó medio atontado. Después de todo seguía siendo una niña y aquellos dos pronto se iban a dar cuenta. ¿Qué le harían entonces, Dios mio? Intentó lanzar otra patada al aire mientras mordía como un perro rabioso todo lo que se le ponía a tiro. Estaban armando un buen escándalo.

por **Giang Sulli** Vie Jul 06, 2012 11:38 pm

Una noche cualquiera, en donde aquella muchacha de piel lechosa deambulaba a través de aquellas calles, recorriendo cada uno de aquellos callejones, sin tener nada en la mente, simplemente con el propósito de buscar lo que para ella era un aperitivo hemático, sin embargo aquella noche algo llamo su atención, un pequeño cuerpo corría sobre ella quien junto a su aroma le atraía, sin embargo fue en negativa su deseo de seguirle ¿porqué?, aun ella no lo sabía, por lo cual casi por inercia para saciar su curiosidad, le siguió a varios cientos de metros, lo cual para aquella muchacha no era difícil, tratándose del aroma de aquella persona, quien le guiaba, deteniéndose en seco al momento de ver como al pequeño cuerpo dos vagabundos le tenían apresados, comenzando a así a sentir en su interior un dejo de ira, por lo cual simplemente espero unos segundos, aquella noche vería como todo avanzaba, quizás con el hecho de observar y conseguir de esto un “plato de fondo”.
De un segundo a otros sus orbes cambiaron levemente de color, pasando de un color avellana a un dorado intenso, sabiendo que el motivo de esto era el trato de aquellos sujetos por aquel débil ser, puesto aquello de cierta manera trajo a su memoria lo que habían hecho con ella tiempo atrás, comenzando de la nada a sentir aquella ira que iría en aumento poco a poco, por lo cual llevo sus manos a sus cabellos para acomodarlos hacia un lado quedando estos sobre unos de sus hombros, esbozándose sobre su rostro aquella sonrisa algo macabra que poseía, optando tras esto a acercarse hacia aquella pequeña multitud, paseando su lengua por sobre sus labios al momento de utilizar aquella habilidad que tanto le caracterizaba, dejando sobre uno de aquellos hombres, una fractura costal la cual sabía por demás le había dejado sin aliento, llevando sus manos hasta aquella muñeca la cual con el puño de aquel sujeto seguramente asentarían un golpe en el rostro de aquel débil ser murmurándole- “ Yo que tú me largo”- articulo aquello sin mirar al afectado dedicándose simplemente en alejar al vagabundo de él, ejerciendo con suavidad aquella presión la cual supo que al sujeto le inmovilizaría, dedicándose tras esto a murmurar al afectado- “no me preguntes nada, solo vete”- sabía que aquello era un poco brusco sin embargo lo que aquella noche haría con aquellos sujetos, para un simple mortal era algo traumático, mas aun seguramente se delataría mandando al diablo todo el tiempo que se había controlado-

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