AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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No Querría que las lágrimas corrieran un velo de tristeza en sus ojos, Madame....[Viola de Lesseps]
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No Querría que las lágrimas corrieran un velo de tristeza en sus ojos, Madame....[Viola de Lesseps]
¿Por qué no has muerto por tu deseo?
El coro de promesas de las musas
anunciaba herederos a tu nombre,
aunque pensara que circos de sombras
reían con risas a tono de timbre.
El coro de promesas de las musas
anunciaba herederos a tu nombre,
aunque pensara que circos de sombras
reían con risas a tono de timbre.
Que ninguno lloraría por ti,
Marie, seguramente,
reirá con tu muerte;
te contará bromas
sobre tu ataúd y saltará,
vitoreará y cantará sobre tu tumba.
Marie, seguramente,
reirá con tu muerte;
te contará bromas
sobre tu ataúd y saltará,
vitoreará y cantará sobre tu tumba.
¿Por qué no esperaste cuando quise darte amor? Porque mi vida se cruzó con el halito de la muerte que desposo mi corazón, congelándome las venas hasta dejarme con la sensación por los suelos...Algunas veces el sentimiento que ciernes sobre un ser querido, al que le dices, espera...nunca espera a que vuelvas. Te das contra la pared, descubriendo la verdadera mascara de aquella persona. Me siento solo en estos confines donde solo tengo mis pies envueltos en calcetines de algodón, ropa seca con la que cambiarme todos los días, mi pelo, mis ojos para ver hacia un nuevo mañana, para despertarme cada día...cada noche sobre un lecho de almohadas y un colchón de plumas. Mi cuerpo de leche descansaba en una cama, al lado de un cadáver el cual me sirvió de cena dado que en pocas noches no tome mi medicación, la cual me daba la ayuda necesaria para seguir suspirando por el futuro.
Una bella mujer descansaba desangrada a mi lado, mirándola de reojo supe que no podría hacer nada, no la despertaría pues la chiquilla tonta se había dejado seducir por unos rastros descuidados que presentaban una barba de pocos días. Ahora observaba su contorsionado cuerpo mientras por otro lado mis pies se ponían cerca de la moqueta, miré al suelo apartando la mirada de aquella mujer, me levanté para andar sin ataduras por la habitación de tela rosada, a tonos de rosa flamenco con estampados de flores de Lys, bordados a tonos oscuros borgoñas. Un diseño bastante cutre que combinaba con la sencillez de estas esclavas del placer. Su trabajo, era en parte algo que consideraba hostil, de madre humilde y que compartía el trabajo de estas cortesanas, respeto el lugar, prácticamente podrían haberme cogido cariño de tantas veces que iba a desahogar mi sed en ellas, aunque a veces, alguna que otra vez les hacía yo el favor como buen pedante que era.
Las seducía, las embarcaba en un mundo de mil y unas sensaciones, dejándolas navegar por sus más lóbregas delicias ocultas dentro de aquellos cuerpos de porcelana. No solo era popular por entre aquellas damas de corsés ajustados, mi nombre, Benvolio D’Argouges, permaneció de boca en boca entre los centros más selectos. Que panorama tenía ante mis orbes de esmeralda. Parecía invitarme a que me acercase a ese cuerpo sin vida, la verdad, estando en aquella posición, parecía tener su gracia, pero no era momentos para sobrepasar los límites de la herejía. Ya lo era, ya se convirtió en un hereje al haber aceptado una vida de pesadumbre y de mal fario.
La noche parecía invitarme también a cantar, a bailar un vals del silencio por aquellos adoquines que adornaban las calles-¡BONJOUR PARÍS!-Ahora mis días eran oscuros, de nubes oscuras y con el silencio de los pájaros-¡AAAAAAAAAHHHHHH!!! ¡AYUDAA!-Sí, regocijémonos en cantos gregorianos que destilaban adrenalina en nuestras venas aumentando la sensación de riesgo en la que apenas algunos sentían. Mi mirada fue al frente, mirando al horizonte para entrecerrar los ojos por sentir una brisa en mis pestañas, pero de nuevo aquellos gritos que hacían eco en la noche-¡AAH!-Se había acercado y por la tonalidad del grito este estaba aun más asustado. El rio Saulnier fluía debajo de aquel puente. Mire fijándome en que una dama de cabellos castaños, corría como podía escondiéndose de algo que la estuviera persiguiendo. Me quede observando cómo jadeaba tras haberse parado en una pequeña farola que alumbraba un esquina, entonces escuche la voz de dos hombres, les mire desde lejos y entonces sus aspectos toscos alarmaron mi conciencia, haciendo que me vistiera de arriba abajo, tenía la pinta de un mendigo pero tenía que hacer algo.
Podía ser destacado. Estando abajo del burdel, mi mirada se cernía en aquella mujer que echaba sus pasos hacia atrás, yendo dentro de los callejones, pero enseguida vi que llego a un bloque sin salida. Oh pobre criatura inocente que desde luego podría no salir de aquel aprieto. Aquellos tipos que me vieron, parecían asustados, como si hubieran visto a un fantasma. Les mire tranquilamente con una sonrisa, me apoye en el muro de aquella pared de piedra y vi como pasaban de largo, me ignoraban. Eso es, quería ver que le hacían a aquella mujer.
-Deja a ese tipo...-Dijo el que era más tosco, con barba poblada por las mejillas hasta coincidir con las patillas cerca de sus orejas.
-Si jefe...-Dijo el más feo y delgaducho que pudieras imaginar, pero que a pesar de ello tenía carácter y podría ganar en fuerza. Lástima que no tuvieran la oportunidad de volverme a ver nunca más.
-Y usted belleza...No sabe usted el ocho que me haría cuando la tomase con esto-Observe que hacía una obscenidad en su entrepierna y entonces crucé los brazos, pero mire al delgaducho que me miraba con insistencia-....Así que...-sacó la navaja que llevaba a escondidas dentro del bolsillo interior-...no te resistas y ve sirviéndome una buena lamida...a este buen hombre-decía como si la lascivia le corrompiera. Ahora estaba pensativo, observando la escena y con ojos de águila, vi que se acercaba a ella, ella se encogía del miedo, lo veía en aquella mirada celeste y una mirada entrecerrada eche a aquel hombre que enseguida comenzó a retorcerse del dolor.
¡Pardiez! ¡Sí! Me sentía vivo en aquel instante. Dolor, gritos, dolor y más dolor, ¡viva la tortura! Mis pies aventaron las calles, moví mi mano al cuello de ese hombre y con fuerza que pude conseguir en ese momento, delante de la dama a la que ahora mi cuerpo protegía, mi mente y mirada enfocaban los recuerdos de aquel desagradecido-¿No te enseñaron nada de modales frente a una bella dama?-El hombre quería deshacerse de mi agarre en su garganta, pero no le iba a ser tan sencillo y no le iba a dar muerte delante de la mujer, no quería ganarme una mala reputación-Esta dama que aquí ves, es mi hermana so bribón, es de mi sangre y como vuelva a ver que te acercas a ella...-apreté un poco más la mentira y no podía mas, le propine una bofetada-No creas que vuelvas a dejar en cinta a otras mujeres-Bueno, espero que la mentirijilla hubiera funcionado, pero en cuanto comenzó a patalear, lo eche hacia atrás haciendo que se cayera de espaldas. Reí en silencio viendo como ambos desaparecían en silencio. Eso es. Largo. Las malas hierbas no tienen porque crecer al lado de las más bellas flores.
La vuelta di en el sitio, arrodille una pierna en el suelo y puse un puño en mi corazón a la vez que escondía el rostro hacia el suelo-Las mentiras son verdades para los que huyen de la verdad, pero Madame, en este caso solamente fue por su protección que espero que ahora no haya ningún problema a bordo...-Mantuve mi posición hasta esperar algo de aquella dama de cabellos de fuego.
Una bella mujer descansaba desangrada a mi lado, mirándola de reojo supe que no podría hacer nada, no la despertaría pues la chiquilla tonta se había dejado seducir por unos rastros descuidados que presentaban una barba de pocos días. Ahora observaba su contorsionado cuerpo mientras por otro lado mis pies se ponían cerca de la moqueta, miré al suelo apartando la mirada de aquella mujer, me levanté para andar sin ataduras por la habitación de tela rosada, a tonos de rosa flamenco con estampados de flores de Lys, bordados a tonos oscuros borgoñas. Un diseño bastante cutre que combinaba con la sencillez de estas esclavas del placer. Su trabajo, era en parte algo que consideraba hostil, de madre humilde y que compartía el trabajo de estas cortesanas, respeto el lugar, prácticamente podrían haberme cogido cariño de tantas veces que iba a desahogar mi sed en ellas, aunque a veces, alguna que otra vez les hacía yo el favor como buen pedante que era.
Las seducía, las embarcaba en un mundo de mil y unas sensaciones, dejándolas navegar por sus más lóbregas delicias ocultas dentro de aquellos cuerpos de porcelana. No solo era popular por entre aquellas damas de corsés ajustados, mi nombre, Benvolio D’Argouges, permaneció de boca en boca entre los centros más selectos. Que panorama tenía ante mis orbes de esmeralda. Parecía invitarme a que me acercase a ese cuerpo sin vida, la verdad, estando en aquella posición, parecía tener su gracia, pero no era momentos para sobrepasar los límites de la herejía. Ya lo era, ya se convirtió en un hereje al haber aceptado una vida de pesadumbre y de mal fario.
La noche parecía invitarme también a cantar, a bailar un vals del silencio por aquellos adoquines que adornaban las calles-¡BONJOUR PARÍS!-Ahora mis días eran oscuros, de nubes oscuras y con el silencio de los pájaros-¡AAAAAAAAAHHHHHH!!! ¡AYUDAA!-Sí, regocijémonos en cantos gregorianos que destilaban adrenalina en nuestras venas aumentando la sensación de riesgo en la que apenas algunos sentían. Mi mirada fue al frente, mirando al horizonte para entrecerrar los ojos por sentir una brisa en mis pestañas, pero de nuevo aquellos gritos que hacían eco en la noche-¡AAH!-Se había acercado y por la tonalidad del grito este estaba aun más asustado. El rio Saulnier fluía debajo de aquel puente. Mire fijándome en que una dama de cabellos castaños, corría como podía escondiéndose de algo que la estuviera persiguiendo. Me quede observando cómo jadeaba tras haberse parado en una pequeña farola que alumbraba un esquina, entonces escuche la voz de dos hombres, les mire desde lejos y entonces sus aspectos toscos alarmaron mi conciencia, haciendo que me vistiera de arriba abajo, tenía la pinta de un mendigo pero tenía que hacer algo.
Podía ser destacado. Estando abajo del burdel, mi mirada se cernía en aquella mujer que echaba sus pasos hacia atrás, yendo dentro de los callejones, pero enseguida vi que llego a un bloque sin salida. Oh pobre criatura inocente que desde luego podría no salir de aquel aprieto. Aquellos tipos que me vieron, parecían asustados, como si hubieran visto a un fantasma. Les mire tranquilamente con una sonrisa, me apoye en el muro de aquella pared de piedra y vi como pasaban de largo, me ignoraban. Eso es, quería ver que le hacían a aquella mujer.
-Deja a ese tipo...-Dijo el que era más tosco, con barba poblada por las mejillas hasta coincidir con las patillas cerca de sus orejas.
-Si jefe...-Dijo el más feo y delgaducho que pudieras imaginar, pero que a pesar de ello tenía carácter y podría ganar en fuerza. Lástima que no tuvieran la oportunidad de volverme a ver nunca más.
-Y usted belleza...No sabe usted el ocho que me haría cuando la tomase con esto-Observe que hacía una obscenidad en su entrepierna y entonces crucé los brazos, pero mire al delgaducho que me miraba con insistencia-....Así que...-sacó la navaja que llevaba a escondidas dentro del bolsillo interior-...no te resistas y ve sirviéndome una buena lamida...a este buen hombre-decía como si la lascivia le corrompiera. Ahora estaba pensativo, observando la escena y con ojos de águila, vi que se acercaba a ella, ella se encogía del miedo, lo veía en aquella mirada celeste y una mirada entrecerrada eche a aquel hombre que enseguida comenzó a retorcerse del dolor.
¡Pardiez! ¡Sí! Me sentía vivo en aquel instante. Dolor, gritos, dolor y más dolor, ¡viva la tortura! Mis pies aventaron las calles, moví mi mano al cuello de ese hombre y con fuerza que pude conseguir en ese momento, delante de la dama a la que ahora mi cuerpo protegía, mi mente y mirada enfocaban los recuerdos de aquel desagradecido-¿No te enseñaron nada de modales frente a una bella dama?-El hombre quería deshacerse de mi agarre en su garganta, pero no le iba a ser tan sencillo y no le iba a dar muerte delante de la mujer, no quería ganarme una mala reputación-Esta dama que aquí ves, es mi hermana so bribón, es de mi sangre y como vuelva a ver que te acercas a ella...-apreté un poco más la mentira y no podía mas, le propine una bofetada-No creas que vuelvas a dejar en cinta a otras mujeres-Bueno, espero que la mentirijilla hubiera funcionado, pero en cuanto comenzó a patalear, lo eche hacia atrás haciendo que se cayera de espaldas. Reí en silencio viendo como ambos desaparecían en silencio. Eso es. Largo. Las malas hierbas no tienen porque crecer al lado de las más bellas flores.
La vuelta di en el sitio, arrodille una pierna en el suelo y puse un puño en mi corazón a la vez que escondía el rostro hacia el suelo-Las mentiras son verdades para los que huyen de la verdad, pero Madame, en este caso solamente fue por su protección que espero que ahora no haya ningún problema a bordo...-Mantuve mi posición hasta esperar algo de aquella dama de cabellos de fuego.
Benvolio D'Argouges- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 11/11/2011
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Re: No Querría que las lágrimas corrieran un velo de tristeza en sus ojos, Madame....[Viola de Lesseps]
Del diario de Antoine de Lesseps
Un hombre caminaba por un valle de los Pirineos cuando se encontró con un viejo pastor. Compartió su comida con él y pasaron un largo rato conversando sobre la vida. El hombre decía que, si creyese en Dios, tendría que creer también que no era libre, ya que Dios dirigiría cada uno de sus pasos. Entonces el pastor lo llevó hasta un desfiladero donde se podía escuchar, con toda nitidez, el eco de cualquier ruido. —La vida son estas paredes y el destino es el grito de cada uno —dijo el pastor—. Todo aquello que hagamos será llevado hasta Su corazón, y nos será devuelto de la misma forma. «Dios acostumbra a actuar como el eco de nuestras acciones.»
Es extraño siquiera pensar que todo lo que hacemos y decimos tiene un trasfondo, pero si lo piensas con claridad cada decisión que hemos tomado trae consigo un acto diferente. Si las respuestas fueran claras todo sería blanco o negro, pero no existe también el gris, los tonos más suaves y los más fuertes.
Viola ha tomado sus propias decisiones a sus cortos 15 años ha decidido que quiere ser perfumera al igual que yo, no pude negarme porque es algo que hemos heredado de generación en generación en la familia de Lesseps, eso sí tengo miedo que… es mejor no escribir, a veces es mejor omitir.
Fruncí el ceño tras quedar completamente colgada con las últimas palabras de aquella hoja del diario de mi padre, ¿Miedo? ¿Miedo a que? Odiaba que hasta en su propio diario ocultara tan tas cosas y más ahora que había encontrado la verdad, el diario de Andrews, el legado de la familia de Lesseps, apreté la quijada de manera fuerte y molesta por haber vivido una mentira cerré con fuerzas el libro el reloj marco la hora exacta y sentí como mi cuerpo se estremecía por aquel susto. Se me había pasado la hora, mi chofer no había llegado quizás al ver todo oscuro pensó que me había ido al restaurant o al café. Suspire para mantener la calma de mis pensamientos y tomando mi abrigo cubrí mis hombros, cerré todo el lugar y salí por la puerta principal de la perfumería, las calles estaban medianamente desoladas, así que con cuidado baje las cortinas y puse los candados correspondientes. Ya me habían robado una vez y no quería pasar por lo mismo nuevamente.
Me gire en mi lugar y mirando en todas direcciones me fui camino al café para bajar la adrenalina de mis pensamientos acompañado con un buen trozo de pastel seguro al cabo de un tiempo se me olvidaría el enfado con mi padre. Aun cuando estaba muerto, no podía odiarlo él había sido todo para mí. Moví mi cabeza en negación y camine en silencio por las calles a paso lento ida entre preguntas sin respuestas. Doble en una esquina y me topé con dos tipos, uno bastante desaliñado y el otro un poco más robusto, sentí como un escalofríos recorrió mi cuerpo y me hice a un lado para seguir mi camino a lo que el más joven me pregunta la hora, me detuve un segundo y les quede mirando – Deben ser pasada las ocho de la noche, caballeros – mi voz salió suave como solía hablar, luego de aquello seguí mi camino hasta que escuche los pasos de aquellos hombres tras de mí. ¿Miedo? Si, apresure el paso y comencé a escuchar cómo se dirigían a mí de una manera grosera, entre improperios y propuestas absolutamente desagradables comencé a sentir los nervios invadirme, entre más rápido caminaba ellos con rapidez me alcanzaban hasta que sentí como uno me agarraba del brazo intentando acercarme a el – ¡Suélteme! – exclame molesta a lo que este, el más robusto intento plantarme un beso. El arranque de adrenalina llego a mi cuerpo y como pude me zafe de él, pero para mi desgracia el otro me impidió el paso, mi respiración agitada demostraba el miedo que afloraba por todas partes de mi cuerpo. Empuje, como pude y comencé a correr, mi abrigo cayó al suelo pero ya no era importante ellos me seguían de cerca entre gritos desesperados de ayuda que parecían ser ecos por las calles me tropecé más de una vez hasta que di en un callejón en el cual entre hasta toparme con una pared, no había salida… ¡NO HABÍA SALIDA! Apreté mis puños y fui atracada por ellos, el más viejo y al parecer el que mandaba comenzó a tocarme de manera asquerosa, en mi desesperación intente moverme, ya ni siquiera le ponía atención a las palabras soeces que salían de aquel hombre que entre sus manos tenía su…
En un abrir y cerrar de ojos otro joven había llegado “mi salvador” poco entendía de lo que pasaba mis nervios habían jugado en mi contra haciéndome en ese momento sorda y muda mi cuerpo temblaba en ese callejón donde casi no había luz ¿Qué sucedía? Todo había pasado muy rápido escasamente había escuchado lo que habían dicho, solo vi como los vándalos se alejaban y quedaba junto al joven que había venido a mi rescate, suspire como si me estuviera ahogando en ese momento y vi como aquel hombre se arrodillaba al tiempo que comenzaba hablar; ahora podía oír pero no lograba entender del todo lo que el quería decir, con mi mano temblorosa le hice un ademan para que se levantara – Gra… - mi labio temblaba y no podía si quiera hablar del todo – Gracias - salió escapándose aquella palabra de mi boca. – Yo… - no podía hablar estaba prácticamente en un estado que ni pensar ni actuar iban de la mano, cerré los ojos con fuerzas a lo que afloro una lagrima un sentimiento de angustia comenzaba a inundarme en ese momento – Gracias - repetí abriendo los ojos dejando mi espalda caer sobre el muro mis piernas aun temblaban un poco, intentaba asimilar lo que había y no sucedido… - Estoy bien, gracias a Dios -mi respiración volvía muy lentamente a ser la misma, pero los escalofríos seguían recorriendo mi cuerpo de pies a cabeza.
Un hombre caminaba por un valle de los Pirineos cuando se encontró con un viejo pastor. Compartió su comida con él y pasaron un largo rato conversando sobre la vida. El hombre decía que, si creyese en Dios, tendría que creer también que no era libre, ya que Dios dirigiría cada uno de sus pasos. Entonces el pastor lo llevó hasta un desfiladero donde se podía escuchar, con toda nitidez, el eco de cualquier ruido. —La vida son estas paredes y el destino es el grito de cada uno —dijo el pastor—. Todo aquello que hagamos será llevado hasta Su corazón, y nos será devuelto de la misma forma. «Dios acostumbra a actuar como el eco de nuestras acciones.»
Es extraño siquiera pensar que todo lo que hacemos y decimos tiene un trasfondo, pero si lo piensas con claridad cada decisión que hemos tomado trae consigo un acto diferente. Si las respuestas fueran claras todo sería blanco o negro, pero no existe también el gris, los tonos más suaves y los más fuertes.
Viola ha tomado sus propias decisiones a sus cortos 15 años ha decidido que quiere ser perfumera al igual que yo, no pude negarme porque es algo que hemos heredado de generación en generación en la familia de Lesseps, eso sí tengo miedo que… es mejor no escribir, a veces es mejor omitir.
Fruncí el ceño tras quedar completamente colgada con las últimas palabras de aquella hoja del diario de mi padre, ¿Miedo? ¿Miedo a que? Odiaba que hasta en su propio diario ocultara tan tas cosas y más ahora que había encontrado la verdad, el diario de Andrews, el legado de la familia de Lesseps, apreté la quijada de manera fuerte y molesta por haber vivido una mentira cerré con fuerzas el libro el reloj marco la hora exacta y sentí como mi cuerpo se estremecía por aquel susto. Se me había pasado la hora, mi chofer no había llegado quizás al ver todo oscuro pensó que me había ido al restaurant o al café. Suspire para mantener la calma de mis pensamientos y tomando mi abrigo cubrí mis hombros, cerré todo el lugar y salí por la puerta principal de la perfumería, las calles estaban medianamente desoladas, así que con cuidado baje las cortinas y puse los candados correspondientes. Ya me habían robado una vez y no quería pasar por lo mismo nuevamente.
Me gire en mi lugar y mirando en todas direcciones me fui camino al café para bajar la adrenalina de mis pensamientos acompañado con un buen trozo de pastel seguro al cabo de un tiempo se me olvidaría el enfado con mi padre. Aun cuando estaba muerto, no podía odiarlo él había sido todo para mí. Moví mi cabeza en negación y camine en silencio por las calles a paso lento ida entre preguntas sin respuestas. Doble en una esquina y me topé con dos tipos, uno bastante desaliñado y el otro un poco más robusto, sentí como un escalofríos recorrió mi cuerpo y me hice a un lado para seguir mi camino a lo que el más joven me pregunta la hora, me detuve un segundo y les quede mirando – Deben ser pasada las ocho de la noche, caballeros – mi voz salió suave como solía hablar, luego de aquello seguí mi camino hasta que escuche los pasos de aquellos hombres tras de mí. ¿Miedo? Si, apresure el paso y comencé a escuchar cómo se dirigían a mí de una manera grosera, entre improperios y propuestas absolutamente desagradables comencé a sentir los nervios invadirme, entre más rápido caminaba ellos con rapidez me alcanzaban hasta que sentí como uno me agarraba del brazo intentando acercarme a el – ¡Suélteme! – exclame molesta a lo que este, el más robusto intento plantarme un beso. El arranque de adrenalina llego a mi cuerpo y como pude me zafe de él, pero para mi desgracia el otro me impidió el paso, mi respiración agitada demostraba el miedo que afloraba por todas partes de mi cuerpo. Empuje, como pude y comencé a correr, mi abrigo cayó al suelo pero ya no era importante ellos me seguían de cerca entre gritos desesperados de ayuda que parecían ser ecos por las calles me tropecé más de una vez hasta que di en un callejón en el cual entre hasta toparme con una pared, no había salida… ¡NO HABÍA SALIDA! Apreté mis puños y fui atracada por ellos, el más viejo y al parecer el que mandaba comenzó a tocarme de manera asquerosa, en mi desesperación intente moverme, ya ni siquiera le ponía atención a las palabras soeces que salían de aquel hombre que entre sus manos tenía su…
En un abrir y cerrar de ojos otro joven había llegado “mi salvador” poco entendía de lo que pasaba mis nervios habían jugado en mi contra haciéndome en ese momento sorda y muda mi cuerpo temblaba en ese callejón donde casi no había luz ¿Qué sucedía? Todo había pasado muy rápido escasamente había escuchado lo que habían dicho, solo vi como los vándalos se alejaban y quedaba junto al joven que había venido a mi rescate, suspire como si me estuviera ahogando en ese momento y vi como aquel hombre se arrodillaba al tiempo que comenzaba hablar; ahora podía oír pero no lograba entender del todo lo que el quería decir, con mi mano temblorosa le hice un ademan para que se levantara – Gra… - mi labio temblaba y no podía si quiera hablar del todo – Gracias - salió escapándose aquella palabra de mi boca. – Yo… - no podía hablar estaba prácticamente en un estado que ni pensar ni actuar iban de la mano, cerré los ojos con fuerzas a lo que afloro una lagrima un sentimiento de angustia comenzaba a inundarme en ese momento – Gracias - repetí abriendo los ojos dejando mi espalda caer sobre el muro mis piernas aun temblaban un poco, intentaba asimilar lo que había y no sucedido… - Estoy bien, gracias a Dios -mi respiración volvía muy lentamente a ser la misma, pero los escalofríos seguían recorriendo mi cuerpo de pies a cabeza.
Viola de Lesseps- Humano Clase Alta
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Re: No Querría que las lágrimas corrieran un velo de tristeza en sus ojos, Madame....[Viola de Lesseps]
Levantándome a su señal puse los pies en el suelo. Se desvanecía con temblores repentinos por aquel pequeño juego de palabras, titubeaba, nervios se reflejaban en aquellos labios carmesí, perfectos, sublimes, creados a partir de un maestro. No parecía llevar abrigo, pues podría habérsele esparcido por alguna calle en penumbras. Yo solo llevaba un abrigo andrajoso del que me cubría del frio, pero aquella lágrima que escapo traviesa por la tersa piel de la mujer la pude atrapar con el índice de la mano, acaricie con el dorso de mi mano su mejilla rosada cual querubín del edén-Vos, bella dama ahora escuchad mi respuesta, y dejad que el mundo la oiga: Hablo sin temor sobre lo que conozco pues ha desertado el marinero que por noches en la marea alta sintió la soledad consigo...-no era digno de ver aquel rostro ardiente verse quemar en lagrimas causadas por el miedo.
-Por consiguiente tendréis algún carruaje cerca el cual os lleve a vuestra morada ¿no es así?-No iba a mostrar amabilidad en una sonrisa, no era momento para remilgos, no me gustaban-No rompa en lágrimas....-mis dedos acariciaban su mano tersa y suave cual terciopelo-No me gustan, pues denotan vuestra debilidad que contrasta con la fiereza de sus cabellos...fieros y llenos de un color vivo, que con el lucero de este farol, ilumina sobre vos...-Su mano recibió las calmas suficientes que requería por el momento, pero en parte, no la dejaría al amparo de algo peor, de algo que pudiera seguir haciéndola mostrar aquella fragilidad.
Mientras la veía desde las sombras, siendo observada por ambos hombres que lascivamente la habían acorralado, pensé en que no requería parte de mi ayuda, pensé en que iba a ser parte de un bello acontecimiento de una preciosa Valkiria que bajo del Olimpo en busca de caballeros que se unieran a batallas junto a Odín. Ahora porque volviera sana y salva a su humilde morada, tendría que estar al lado suya, pero en cuanto avente pasos, esta no movía pies al ritmo de los míos. ¿Miedo? ¿Aun tenía miedo?-El miedo aun permanece en vos, Madame, pero el que sepa decir que es miedo exactamente, tiene el mayor don del mundo...-metí las manos en los bolsillos, suspire hastiado de tanta ñoñería, pero quizás tendría que torcer mi brazo y ofrecérselo-¿vamos? ¿O es que acaso es mi silueta el que la perturba, madame?-Algo en su interior sentí en mis venas, el temblor que sentía de ella, apenas ya era perceptible.
No reclames mi presencia,
¿puede el amor humano ser tan verdadero?
¿puede la flor de la amistad morir primero
y revivir luego de muchos años?
No, aunque con lágrimas sean bañados,
Los túmulos cubren su tallo,
La savia vital se ha desvanecido
y el verde ya no volverá.
Más seguro que el horror final,
inevitable como las estancias subterráneas
donde habitan los muertos y sus razones,
El tiempo, implacable, separa todos los corazones.
Aproxime pasos hacia ella, era de seres atrevidos hacer lo que hice con aquella dama. Solamente, la vanidad hizo que cogiera lentamente la mano de aquella dama, para oler su aroma que inundaba mis fosas nasales con caricias invisibles, un beso tentador se desvaneció en el reverso de su mano mientras tanto la otra mano acariciaba el canto del brazo para poder erguirle el vello de la piel de una sola pasada-¿tenéis desconfianza al presente?-No obtendría tenerlo ahora. Conmigo no podría disfrutarlo.
-¿Es su jadeo la esencia más fragante de los lirios del Arno caudaloso? El de los que nacen sobre un junco vacilante, cuando el viento fláccido los mece...-mis dedos acariciaban el reverso de su mano mientras de mis adentros palabras salían mientras la miraba-...para así en los ojos posar un beso en esta noche pasajera, si estremecen las ramas en un dulce suspirar, deja, pero si no ves esa mano, ni esa roce que te besa, si es el aire quien teje la ilusión de besar, que tienes como el cielo los ojos, déjale ir, déjale sentir...que no me atribulan las plegarias de hoy, la dama que ahora es mi dama, pues sordo yace nuestro Padre en el cielo y que mi corazón late con alegre sinfonía al sentir que su sonrisa me sea otorgado-inclinación sobre el dorso de su mano para terminar por besarle en el reverso de la mano-Esta noche, una sonrisa sería un buen premio para el caballero que ahora en telas de araña teje sus dudas sobre la paz del fuego viviente en aquellos ojos azules-Mire sus azulados ojos. Bella como el mar. Bellas como sonrisas en regocijo.
-Por consiguiente tendréis algún carruaje cerca el cual os lleve a vuestra morada ¿no es así?-No iba a mostrar amabilidad en una sonrisa, no era momento para remilgos, no me gustaban-No rompa en lágrimas....-mis dedos acariciaban su mano tersa y suave cual terciopelo-No me gustan, pues denotan vuestra debilidad que contrasta con la fiereza de sus cabellos...fieros y llenos de un color vivo, que con el lucero de este farol, ilumina sobre vos...-Su mano recibió las calmas suficientes que requería por el momento, pero en parte, no la dejaría al amparo de algo peor, de algo que pudiera seguir haciéndola mostrar aquella fragilidad.
Mientras la veía desde las sombras, siendo observada por ambos hombres que lascivamente la habían acorralado, pensé en que no requería parte de mi ayuda, pensé en que iba a ser parte de un bello acontecimiento de una preciosa Valkiria que bajo del Olimpo en busca de caballeros que se unieran a batallas junto a Odín. Ahora porque volviera sana y salva a su humilde morada, tendría que estar al lado suya, pero en cuanto avente pasos, esta no movía pies al ritmo de los míos. ¿Miedo? ¿Aun tenía miedo?-El miedo aun permanece en vos, Madame, pero el que sepa decir que es miedo exactamente, tiene el mayor don del mundo...-metí las manos en los bolsillos, suspire hastiado de tanta ñoñería, pero quizás tendría que torcer mi brazo y ofrecérselo-¿vamos? ¿O es que acaso es mi silueta el que la perturba, madame?-Algo en su interior sentí en mis venas, el temblor que sentía de ella, apenas ya era perceptible.
No reclames mi presencia,
¿puede el amor humano ser tan verdadero?
¿puede la flor de la amistad morir primero
y revivir luego de muchos años?
No, aunque con lágrimas sean bañados,
Los túmulos cubren su tallo,
La savia vital se ha desvanecido
y el verde ya no volverá.
Más seguro que el horror final,
inevitable como las estancias subterráneas
donde habitan los muertos y sus razones,
El tiempo, implacable, separa todos los corazones.
Aproxime pasos hacia ella, era de seres atrevidos hacer lo que hice con aquella dama. Solamente, la vanidad hizo que cogiera lentamente la mano de aquella dama, para oler su aroma que inundaba mis fosas nasales con caricias invisibles, un beso tentador se desvaneció en el reverso de su mano mientras tanto la otra mano acariciaba el canto del brazo para poder erguirle el vello de la piel de una sola pasada-¿tenéis desconfianza al presente?-No obtendría tenerlo ahora. Conmigo no podría disfrutarlo.
¡El Amor no! Una vanidosa advertencia pronunció
Que en estas horas, como en los años que han pasado,
El enamorado dibuja un halo sobre el rostro amado,
Impecable, inmortal, hasta que cambie o muera.
El Amor no.
Que en estas horas, como en los años que han pasado,
El enamorado dibuja un halo sobre el rostro amado,
Impecable, inmortal, hasta que cambie o muera.
El Amor no.
-¿Es su jadeo la esencia más fragante de los lirios del Arno caudaloso? El de los que nacen sobre un junco vacilante, cuando el viento fláccido los mece...-mis dedos acariciaban el reverso de su mano mientras de mis adentros palabras salían mientras la miraba-...para así en los ojos posar un beso en esta noche pasajera, si estremecen las ramas en un dulce suspirar, deja, pero si no ves esa mano, ni esa roce que te besa, si es el aire quien teje la ilusión de besar, que tienes como el cielo los ojos, déjale ir, déjale sentir...que no me atribulan las plegarias de hoy, la dama que ahora es mi dama, pues sordo yace nuestro Padre en el cielo y que mi corazón late con alegre sinfonía al sentir que su sonrisa me sea otorgado-inclinación sobre el dorso de su mano para terminar por besarle en el reverso de la mano-Esta noche, una sonrisa sería un buen premio para el caballero que ahora en telas de araña teje sus dudas sobre la paz del fuego viviente en aquellos ojos azules-Mire sus azulados ojos. Bella como el mar. Bellas como sonrisas en regocijo.
Ven, camina conmigo;
no hace mucho existíamos
pero la Muerte ha robado nuestra compañía
-Como el amanecer se roba el rocío-.
Una a una llevó las gotas al vacío
hasta que sólo quedaron dos;
pero aún destellan mis sentimientos
pues en ti permanecen fijos.
no hace mucho existíamos
pero la Muerte ha robado nuestra compañía
-Como el amanecer se roba el rocío-.
Una a una llevó las gotas al vacío
hasta que sólo quedaron dos;
pero aún destellan mis sentimientos
pues en ti permanecen fijos.
Benvolio D'Argouges- Inquisidor Clase Alta
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Re: No Querría que las lágrimas corrieran un velo de tristeza en sus ojos, Madame....[Viola de Lesseps]
¿Cómo explicas el miedo? Simplemente y los únicos pensamientos que ahora me invadían fueron una explicación vana que el miedo solo era el no saber como actuar ante situaciones de las cuales uno no estaba preparado. En un segundo habían ocurrido mas actos que en una misma obra de teatro; trague saliva abriendo mis ojos al tacto frio de aquel hombre que había acudido a mi ayuda suspire y mientras mis labios intentaban dibujar una sonrisa mis ojos seguían demostrando un vacío que estaba en lo mas hondo de mi ser, y las preguntas sin respuestas aparecían como ríos que llegan al mar. ¿Qué hubiera pasado si? O ¿Por qué a mi? También había otros cuestionamientos que al pasar de los segundos se desvanecían ante las palabras de aquel desconocido que adornaba su habla con suaves términos que llegaban a mis oídos como un cantico celestial. ¿Cómo agradecer cuando no sabes que realmente ha sucedido? En realidad era difícil de responder por primera vez en mucho tiempo no encontraba una respuesta clara a mis pensamientos que siempre, siempre tenían una lógica en mi cabeza.
No había caso alguno seguir redundando en lo que ya parecía ser un pasado, que tan solo segundos atrás había sucedido, no podía estar del todo tranquila pero di lo mejor de mi para mostrarme en mi plenitud. Aun mi sonrisa no era del todo verdadera así que simplemente aguarde silencio escuchando tan bellos acordes que salían de los labios de aquel hombre – He llegado a la conclusión, que solo estuve en el lugar y el momento equivocado, y seguiré agradeciéndole a usted mi salvador por tan heroico actuar – mi labio ya no temblaba mas mis palabras se desvanecían al tiempo que tocaban el aire – Se lo agradezco – repetí aquello en mi cabeza como si estuviera revolviendo una y otra vez cada palabra antes de hablar, no iba en mi el silencio claro que no, normalmente era yo quien hablaba de mas y ahora el que con su habla me intimidaba, describiendo de una manera única lo que tan solo sus ojos podían observar. Ahora bien ¿Qué era lo que yo podía ver? Mire con atención y cuidado cada gesto que aquel hombre tenia hacia mi era único, fascinante, podría decir que estaba en un sueño ¿Otro mas? “Deja de Soñar Viola” mi interior reclamo como si de un regaño se tratara, era cierto esto no era un cuento, una fantasía mas bien era la realidad pero ¿Quién decía lo contrario? “Solo tu Viola” volví a oír y sintiendo como mi corazón lentamente dejaba de correr logre en la oscuridad sentir que la silueta de mi acompañante era la que me intimidaba, pero a la vez me daba un deje de protección.
Su silueta me da una confianza, quizás no del presente sino mas bien de lo que pueda suceder – Extrañas vocablos salían y no dejarían de salir de mis labios, no era de adornar mis palabras con bellos argumentos decía lo que mi cabeza dictaba mas nunca lo que mi corazón quería decir, extraño pero cierto, indagar en mi interior seria verme envuelta en una noche oscura en la soledad de la nada, donde todo sucede y nada se salva. Suspire recobrando el aliento que perdido parecía estar, le tome del brazo ya que el mismo lo había ofrecido, su gesto o mas bien su saludo hizo por un instante que de mis labios perfectamente delineados se asomara una sonrisa, la primera hacia él y tal vez no la ultima. – Mi carruaje llegara en unas horas al restauran “Un goût de goûts” – sabor de sabores, mi restauran preferido del centro de Paris, un lugar que me hacia recuerdo a las tardes en los campos de Inglaterra alejados del puerto y la ciudad, mi tierra en Paris parecía lejana y aquel lugar me hacia sentir como en casa. Aun no controlaba mis pensamientos y sabia que perturbados estaban, avance con paso lento mis piernas poco acompañaban la temperatura bajaba a medida que hablaba, podría decir que estando en compañía de aquel hombre de cabellos oscuros todo era mas frio de lo normal salvo, su hablar que reconfortaba cada segundo mi alma.
Mis cabellos y mis ojos muestran solo lo superficial de mi cuerpo, apariencia lo que primero observamos mas diría yo es mas importante saber conocer y entablar conversación alguna para ver si tan bellos colores son dignos de quien los lleva – Mi padre siempre me decía que existían pocas personas con cabellos color fuego vivo, que cada una era una rosa que en su interior habitaba algo diferente, aun cuando nunca había creído del todo eso ahora parecía tener un sentido aquellas palabras – Todos, tenemos secretos que aguardamos bajo las bellas apariencias – lo que había pronunciado era parte de un aprendizaje prematuro sobre lo que en Paris habitaba, Ralph era quien podría decir me había enseñado mas de lo que él se hubiera imaginado. Una brisa comenzó a menear mis cabellos y los de mi acompañante, despojando de los míos aquel perfume que parecía nunca dejarme el aroma inundo o mejor dicho nos envolvió como si de un manto se tratara, la dulce esencia logro hacerme sentir viva, alejada del miedo y de aquel callejón oscuro al cual había acudido, mis labios se ensancharon y la sonrisa por fin fue completa.
¿Cómo presentarme cuando ya mi apariencia había intimidado mis palabras? No sabia que decir mas no quería quedarme en completo silencio, ahora los nervios inundaban mi cuerpo y meneando un poco mi cabeza para que mi salvador pudiera ver mi sonrisa logre pronunciar – Viola de Lesseps, mi nombre Caballero de la noche – no encontré ningún otro adjetivo que calzara mejor, no quería caer en adulaciones que no eran necesarias, mi nombre pasaría al olvido mas rápido que las circunstancias del pasado minuto que nos seguía de lejos. - ¿Podre conocer el nombre de quien habla con el corazón, y ha ayudado a una desconocida? – no sabia por qué pero aquellas palabras parecían no ser las correctas, pero ya habían salido disparadas de mis labios mas no de mi interior.
No había caso alguno seguir redundando en lo que ya parecía ser un pasado, que tan solo segundos atrás había sucedido, no podía estar del todo tranquila pero di lo mejor de mi para mostrarme en mi plenitud. Aun mi sonrisa no era del todo verdadera así que simplemente aguarde silencio escuchando tan bellos acordes que salían de los labios de aquel hombre – He llegado a la conclusión, que solo estuve en el lugar y el momento equivocado, y seguiré agradeciéndole a usted mi salvador por tan heroico actuar – mi labio ya no temblaba mas mis palabras se desvanecían al tiempo que tocaban el aire – Se lo agradezco – repetí aquello en mi cabeza como si estuviera revolviendo una y otra vez cada palabra antes de hablar, no iba en mi el silencio claro que no, normalmente era yo quien hablaba de mas y ahora el que con su habla me intimidaba, describiendo de una manera única lo que tan solo sus ojos podían observar. Ahora bien ¿Qué era lo que yo podía ver? Mire con atención y cuidado cada gesto que aquel hombre tenia hacia mi era único, fascinante, podría decir que estaba en un sueño ¿Otro mas? “Deja de Soñar Viola” mi interior reclamo como si de un regaño se tratara, era cierto esto no era un cuento, una fantasía mas bien era la realidad pero ¿Quién decía lo contrario? “Solo tu Viola” volví a oír y sintiendo como mi corazón lentamente dejaba de correr logre en la oscuridad sentir que la silueta de mi acompañante era la que me intimidaba, pero a la vez me daba un deje de protección.
Su silueta me da una confianza, quizás no del presente sino mas bien de lo que pueda suceder – Extrañas vocablos salían y no dejarían de salir de mis labios, no era de adornar mis palabras con bellos argumentos decía lo que mi cabeza dictaba mas nunca lo que mi corazón quería decir, extraño pero cierto, indagar en mi interior seria verme envuelta en una noche oscura en la soledad de la nada, donde todo sucede y nada se salva. Suspire recobrando el aliento que perdido parecía estar, le tome del brazo ya que el mismo lo había ofrecido, su gesto o mas bien su saludo hizo por un instante que de mis labios perfectamente delineados se asomara una sonrisa, la primera hacia él y tal vez no la ultima. – Mi carruaje llegara en unas horas al restauran “Un goût de goûts” – sabor de sabores, mi restauran preferido del centro de Paris, un lugar que me hacia recuerdo a las tardes en los campos de Inglaterra alejados del puerto y la ciudad, mi tierra en Paris parecía lejana y aquel lugar me hacia sentir como en casa. Aun no controlaba mis pensamientos y sabia que perturbados estaban, avance con paso lento mis piernas poco acompañaban la temperatura bajaba a medida que hablaba, podría decir que estando en compañía de aquel hombre de cabellos oscuros todo era mas frio de lo normal salvo, su hablar que reconfortaba cada segundo mi alma.
Mis cabellos y mis ojos muestran solo lo superficial de mi cuerpo, apariencia lo que primero observamos mas diría yo es mas importante saber conocer y entablar conversación alguna para ver si tan bellos colores son dignos de quien los lleva – Mi padre siempre me decía que existían pocas personas con cabellos color fuego vivo, que cada una era una rosa que en su interior habitaba algo diferente, aun cuando nunca había creído del todo eso ahora parecía tener un sentido aquellas palabras – Todos, tenemos secretos que aguardamos bajo las bellas apariencias – lo que había pronunciado era parte de un aprendizaje prematuro sobre lo que en Paris habitaba, Ralph era quien podría decir me había enseñado mas de lo que él se hubiera imaginado. Una brisa comenzó a menear mis cabellos y los de mi acompañante, despojando de los míos aquel perfume que parecía nunca dejarme el aroma inundo o mejor dicho nos envolvió como si de un manto se tratara, la dulce esencia logro hacerme sentir viva, alejada del miedo y de aquel callejón oscuro al cual había acudido, mis labios se ensancharon y la sonrisa por fin fue completa.
¿Cómo presentarme cuando ya mi apariencia había intimidado mis palabras? No sabia que decir mas no quería quedarme en completo silencio, ahora los nervios inundaban mi cuerpo y meneando un poco mi cabeza para que mi salvador pudiera ver mi sonrisa logre pronunciar – Viola de Lesseps, mi nombre Caballero de la noche – no encontré ningún otro adjetivo que calzara mejor, no quería caer en adulaciones que no eran necesarias, mi nombre pasaría al olvido mas rápido que las circunstancias del pasado minuto que nos seguía de lejos. - ¿Podre conocer el nombre de quien habla con el corazón, y ha ayudado a una desconocida? – no sabia por qué pero aquellas palabras parecían no ser las correctas, pero ya habían salido disparadas de mis labios mas no de mi interior.
Viola de Lesseps- Humano Clase Alta
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Re: No Querría que las lágrimas corrieran un velo de tristeza en sus ojos, Madame....[Viola de Lesseps]
Mis pies taconeaban en el silencio de aquella noche más el sonido de la voz de la mujer de los cabellos de fuego. Miraba al frente pues estaba interesado en nuevos ataques que pudieran suceder de un momento a otro. ¿Mi nombre? -¿Desea el nombre de un desconocido para luego llegar a temer de él, Madmoiselle? –Dije sin intenciones de parecer grosero, pues un nombre era para toda la vida y también una seña de identificación con la que te recuerda una persona-...pero no hablemos con el corazón, si no tan solo...-Algo hizo que me inquietara de nuevo.
Mis pies se pararon secos y sordos hasta que acerque por la fina cintura de Viola hasta posarla a escondidas sobre mi pecho. Mi mirada no estaba atenta a como ella reaccionara, terminé por rodearla por los hombros, mas la acerque más contra mi pecho y bien sentía sus voluminosidades contra mi torso. Nos escondimos en un callejón abierto y el mesón que menciono, pude visionarlo cerca de donde estábamos, el aroma de las recetas llegaba hasta mis fosas nasales, pollo, bacalao, bricots, tartas...que yo ya apenas disfrutaría pues se convertían en ceniza y comida malgastada para mi paladar muerto.
Quien hubiera entorpeciendo la vuelta hacia el restaurante, ya se había ido, mi intuición parecía haberse calmado y con lentitud, fui moviendo con delicadeza lejos a la mujer que anteriormente protegí ante cualquier peligro. El porqué de dicha acción la desconocía, quizás, mis tiempos de plebeyo alto con espada en mano a lomos de un corcel, me hacia revivir para estos momentos mi anterior faceta de salvador para las dama en apuros, excepto de una en sí.
Marie, hija de un funcionario que tenía un salario coeficiente y que podía elegir por amar a quien desease. En cambio solamente, pensé en que ella la verdad, sentía cierto anhelo cuando yo no estaba a su lado y yo me encontraba al frente, pero quizás, en aquellas ausencias que cada vez se hacían más largas, ella ya había sido destinada a otro y por miedo de herir mis sentimientos, no dijo nada.
-Caminemos pues, el acorde de nuestro caminar ceso por una intuición que tuve con temor por vuestro bienestar...-Mi voz como un dulce susurro me hizo sonreír malévolamente hasta el punto de tener cierta ternura en las comisuras de mis labios. Se había levantado una suave brisa-Permíteme...-Dije cuando me quitaba la chaqueta con la que había conseguido apartar el frio de mi cuerpo, en realidad, yo ya era un cuerpo andante de gélidos sentimientos y sin ningún sentimiento de nuevo hacia el amor, pero la chaqueta fue a parar a los hombros de la dama de fuego, Viola según ella pronuncio de aquellos carnosos labios a los que observe detenidamente, mientras le sujetaba de la cintura para atraerla hacia mí mismo y enseguida como el bribón que era, me acercaba a sus labios, pero en cuanto podía oler sus ansias dentro de aquella capa de carmín, mis labios se posaron en la tersa piel de su frente.
Una diversión estaba garantizada,
Otra noche sin anhelos a los que,
recurrir en ciertos lloros ensangrentados.
En cambio, una noche se cernía en torno a nuestras cabezas, las sombras, hijas de la noche te comían en bellas pesadillas enturbiados a mar de sal o a vientos entre rocas. Cuerpos ensombrecidos te reían sus penas entre varios grupos beodeces, algunos que se movían por los lujuriosos rincones de París, yo entonces seguía mi camino por el que llevaba a un restaurante. Estaba iluminado, en cierto se podían ver más adoquines húmedos por el frio y en las ventanas el reflejo de la luna con su forma semi-perfecta. El viento, a mi me hacía falta en ese momento que a veces se movía juguetón por debajo de las faldas de las parisinas que haciendo un pequeño esfuerzo impedían una buena vista alegre para el ojo de un varón que tiene ganas de diversión. Yo en cambio, no era de esos.
Mis pies se pararon secos y sordos hasta que acerque por la fina cintura de Viola hasta posarla a escondidas sobre mi pecho. Mi mirada no estaba atenta a como ella reaccionara, terminé por rodearla por los hombros, mas la acerque más contra mi pecho y bien sentía sus voluminosidades contra mi torso. Nos escondimos en un callejón abierto y el mesón que menciono, pude visionarlo cerca de donde estábamos, el aroma de las recetas llegaba hasta mis fosas nasales, pollo, bacalao, bricots, tartas...que yo ya apenas disfrutaría pues se convertían en ceniza y comida malgastada para mi paladar muerto.
Quien hubiera entorpeciendo la vuelta hacia el restaurante, ya se había ido, mi intuición parecía haberse calmado y con lentitud, fui moviendo con delicadeza lejos a la mujer que anteriormente protegí ante cualquier peligro. El porqué de dicha acción la desconocía, quizás, mis tiempos de plebeyo alto con espada en mano a lomos de un corcel, me hacia revivir para estos momentos mi anterior faceta de salvador para las dama en apuros, excepto de una en sí.
Marie, hija de un funcionario que tenía un salario coeficiente y que podía elegir por amar a quien desease. En cambio solamente, pensé en que ella la verdad, sentía cierto anhelo cuando yo no estaba a su lado y yo me encontraba al frente, pero quizás, en aquellas ausencias que cada vez se hacían más largas, ella ya había sido destinada a otro y por miedo de herir mis sentimientos, no dijo nada.
-Caminemos pues, el acorde de nuestro caminar ceso por una intuición que tuve con temor por vuestro bienestar...-Mi voz como un dulce susurro me hizo sonreír malévolamente hasta el punto de tener cierta ternura en las comisuras de mis labios. Se había levantado una suave brisa-Permíteme...-Dije cuando me quitaba la chaqueta con la que había conseguido apartar el frio de mi cuerpo, en realidad, yo ya era un cuerpo andante de gélidos sentimientos y sin ningún sentimiento de nuevo hacia el amor, pero la chaqueta fue a parar a los hombros de la dama de fuego, Viola según ella pronuncio de aquellos carnosos labios a los que observe detenidamente, mientras le sujetaba de la cintura para atraerla hacia mí mismo y enseguida como el bribón que era, me acercaba a sus labios, pero en cuanto podía oler sus ansias dentro de aquella capa de carmín, mis labios se posaron en la tersa piel de su frente.
Una diversión estaba garantizada,
Otra noche sin anhelos a los que,
recurrir en ciertos lloros ensangrentados.
En cambio, una noche se cernía en torno a nuestras cabezas, las sombras, hijas de la noche te comían en bellas pesadillas enturbiados a mar de sal o a vientos entre rocas. Cuerpos ensombrecidos te reían sus penas entre varios grupos beodeces, algunos que se movían por los lujuriosos rincones de París, yo entonces seguía mi camino por el que llevaba a un restaurante. Estaba iluminado, en cierto se podían ver más adoquines húmedos por el frio y en las ventanas el reflejo de la luna con su forma semi-perfecta. El viento, a mi me hacía falta en ese momento que a veces se movía juguetón por debajo de las faldas de las parisinas que haciendo un pequeño esfuerzo impedían una buena vista alegre para el ojo de un varón que tiene ganas de diversión. Yo en cambio, no era de esos.
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Re: No Querría que las lágrimas corrieran un velo de tristeza en sus ojos, Madame....[Viola de Lesseps]
Tuve la intención, si la intención de reprochar por lo que había dicho ¿Qué era un nombre? Pues solo la etiqueta que nos habían puesto al nacer, la mía cual instrumento musical se llamaba Viola de sonar prominente, de cuerdas suaves, de sonidos únicos que se mezclan con… ¿Con que específicamente? Con una mujer de cabellos rojos que había sido acorralada por unos bandidos en busca de algo más que el saber de las horas. Un suspiro fue cortado con el actuar de aquel joven – Que… - no pude decir nada, no, no habían palabras para lo que tal vez yo no conocía, porque de alguna forma era cierto, no sabía muchas cosas, pero las pocas certezas de esta vida se hacían agua en mis pensamientos que escurrían cortando el aire de mis pulmones, la mezcla entre un escalofríos y el temblar melódico de mi cuerpo hizo callar mis palabras que como el viento que se levantaba en Paris se desvanecían tan rápido como el halo en medio de una fría noche. La cercanía no fue más que eso, estar cerca de otra persona, extraña, desconocida, un segundo basto para que mis ojos quedaran cerrados y todo volviera a la calma, una que se veía truncada a medida que nuestros pasos se transformaban en uno.
Intuición que parece tener muy desarrollada – no hice mas comentario, era un hombre de pocas palabras y en mi paladar aun estaba el sabor amargo de una noche que había dado tantos giros como los de un trompo girando en su propio eje. ¿Desconcierto? En realidad no, hacia algunos meses me había dedicado a opacar una parte de mi que parecía intimidar a las personas, extraño pero al parecer era la mejor forma de convivir en esta ciudad. – Gracias – una palabra que podría pronunciar por el resto de la noche pero solo la guardaría para la intimidad de mi pensamiento. No supe en qué momento volvía a estar entre las manos del siendo atraída de una manera casi insinuante al cuerpo ajeno, como cual pluma me moví sin mirar, sin respirar mas mi corazón latía con las mismas fuerzas que hacia minutos atrás el frio de sus labios chocaron con el calor de mi piel, una pequeña sonrisa ilumino mi rostro trayendo el recuerdo de un amor que deseaba olvidar pero… no podía tan pegado a mí como si aun estuviera junto a el, el ángel de mis sueños se desvanecía al instante que volvíamos a caminar por las desoladas calles.
Con cuidado acomode la chaqueta en mis hombros, estaba helada pero al segundo mi calor inundaría aquel pequeño espacio que ocupaban mis hombros y mi cuerpo en si, por primera vez me habían comido la lengua, no tenia palabras en ese momento ni para hablar de lo que más conocía, ni mucho menos para preguntar cualquier estupidez. Abatida, vacía sentirme así no ayudaba apreté el abrigo de aquel hombre queriendo esconderme, como si fuera posible hacer aquello.
Mis pasos siguieron el tacón de mi zapato causaba un sonido fuerte parecía forma una melodía a medida que caminábamos hacia un lugar que conocía, el viento hacia lo suyo desordenando mi cabellera que a esas horas estaba desordenada, mis ojos intentaban buscar un punto de referencia para no parecer perdida en las calles que a diario transitaba, y ahí fue cuando en el silencio de mi cabeza pero no de mi alma cruzamos por un callejón oscuro en ningún momento me separe si quiera un centímetro de él, pero sentí como todos y cada uno de los bellos que cubren mi piel se erizaban cual gato asustado y quedando exaltada me abordaba ese miedo de que las cosas no son lo que parecen. No sé en qué momento, ni en qué segundo de mis labios salió un grito cuando ya me encontraba siendo presa de unas manos que ahora tapaban mis labios, entre pataletas y desesperación sentí un golpe, que hizo que todo en mi se paralizara, menos mi corazón y mi respirar, podía ver mas no sentir, podía oler mas no diferencia un aroma en especifico, podía sentir pero no era sostenida con nada. Y el caballero que me había ayudado se desvanecía ante mi presencia, a esas altura no sabía si mis ojos estaban abiertos o solo era un cruda pesadilla de la que no podía despertar, intente gritar pero otro golpe recibí y tan solo me sentí caer, como si cayera en un abismo sin fin.
Intuición que parece tener muy desarrollada – no hice mas comentario, era un hombre de pocas palabras y en mi paladar aun estaba el sabor amargo de una noche que había dado tantos giros como los de un trompo girando en su propio eje. ¿Desconcierto? En realidad no, hacia algunos meses me había dedicado a opacar una parte de mi que parecía intimidar a las personas, extraño pero al parecer era la mejor forma de convivir en esta ciudad. – Gracias – una palabra que podría pronunciar por el resto de la noche pero solo la guardaría para la intimidad de mi pensamiento. No supe en qué momento volvía a estar entre las manos del siendo atraída de una manera casi insinuante al cuerpo ajeno, como cual pluma me moví sin mirar, sin respirar mas mi corazón latía con las mismas fuerzas que hacia minutos atrás el frio de sus labios chocaron con el calor de mi piel, una pequeña sonrisa ilumino mi rostro trayendo el recuerdo de un amor que deseaba olvidar pero… no podía tan pegado a mí como si aun estuviera junto a el, el ángel de mis sueños se desvanecía al instante que volvíamos a caminar por las desoladas calles.
Con cuidado acomode la chaqueta en mis hombros, estaba helada pero al segundo mi calor inundaría aquel pequeño espacio que ocupaban mis hombros y mi cuerpo en si, por primera vez me habían comido la lengua, no tenia palabras en ese momento ni para hablar de lo que más conocía, ni mucho menos para preguntar cualquier estupidez. Abatida, vacía sentirme así no ayudaba apreté el abrigo de aquel hombre queriendo esconderme, como si fuera posible hacer aquello.
Mis pasos siguieron el tacón de mi zapato causaba un sonido fuerte parecía forma una melodía a medida que caminábamos hacia un lugar que conocía, el viento hacia lo suyo desordenando mi cabellera que a esas horas estaba desordenada, mis ojos intentaban buscar un punto de referencia para no parecer perdida en las calles que a diario transitaba, y ahí fue cuando en el silencio de mi cabeza pero no de mi alma cruzamos por un callejón oscuro en ningún momento me separe si quiera un centímetro de él, pero sentí como todos y cada uno de los bellos que cubren mi piel se erizaban cual gato asustado y quedando exaltada me abordaba ese miedo de que las cosas no son lo que parecen. No sé en qué momento, ni en qué segundo de mis labios salió un grito cuando ya me encontraba siendo presa de unas manos que ahora tapaban mis labios, entre pataletas y desesperación sentí un golpe, que hizo que todo en mi se paralizara, menos mi corazón y mi respirar, podía ver mas no sentir, podía oler mas no diferencia un aroma en especifico, podía sentir pero no era sostenida con nada. Y el caballero que me había ayudado se desvanecía ante mi presencia, a esas altura no sabía si mis ojos estaban abiertos o solo era un cruda pesadilla de la que no podía despertar, intente gritar pero otro golpe recibí y tan solo me sentí caer, como si cayera en un abismo sin fin.
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Re: No Querría que las lágrimas corrieran un velo de tristeza en sus ojos, Madame....[Viola de Lesseps]
¿Dónde se había metido aquella pelirroja cual labios carmín? Me había despistado un poco para vigilar si habría peligro por algún lado, pero enseguida ya no estaba. ¿Dónde estaba? Oh no. Pardiez, eso significaba problemas. De algún modo pude oler el aroma de la mujer, de Viola a varios centímetros. Me deje guiar por aquel olor hasta que mis pies aventaron hasta estar cerca de un grupo, vaya, vaya. El destino te llevaba a lugares increíbles y más si te encuentras con las personas del pasado. Con facilidad, como si el destino hubiera decidido que me reencontrase con la mujer de cabellos rojos, me encontré con el par de hombres con el que había liberado a la dama en apuros.
Nuevamente, aquel nombre le venía como anillo al dedo, porque ahora estaba de nuevo. Y nuevamente, me quede mirando. Ahora parecía estar inconsciente, me acercaba a esa pareja cojonera que insistía en coger las pertenencias de la mujer. La estaban acariciando, lentamente disfrutaba sádicamente, sonriendo mientras relamía mis labios para después romper a reír.
-Buenas...-Reí, desde luego que se dieron cuenta. La mujer estaba sobre el pecho de aquel flacucho, el barbudo de antes volvía a mirarme, pretendió ofrecerme un saludo bastante descortés para después esquivarlo y que el barbudo cayera al suelo. Yo obviamente mirándolo con cierto desdén, con asco, y aprovechando que andaba tumbado del fallo, aproveche para golpearle de una patada en el costado, cerca del hígado, dándole bien fuerte para que lo sintiera bien adentro.
-¡Señor...!-Soltó enseguida el flacucho de voz de pito dirigiéndose a su camarada. Quizás, por respeto le llamaba así, a su compinche. Yo mismamente con el poder de mi mente, enseguida comencé a infringirle dolor, dentro de su cabeza, comenzó a retorcerse de dolor, había soltado a la dama de cabellos rojos-...Viola...-Nombre hasta que pude cogerla entre mis brazos cual princesa de cuento enfermizo de damas de color de rosa. La amarre bien fuerte entre mis brazos, de otra patada golpee contra el muro de piedra al flacucho. Gimió de dolor, eso me gusto, y cual indefensa princesa, agarre bien a la mujer para alejarla de aquel lugar. De aquel callejón en la que la habían cogido sin mi permiso.
Pasado media hora, aun acurrucaba a la mujer en mis brazos, con el abrigo sobre sus hombros, la miraba distraído mientras caminaba hacia el restaurante que ya estaba cerca de nosotros. Pude ver los gestos de preocupación de los inquilinos del restaurante, se me acercaban bastantes curiosos. ¿Qué había pasado? ¿Qué le había pasado? Recitaban una y otra vez. Solo bastaba con una vez. Diantres ¿Por qué no se callaban? Traje a la mujer a salvo, abrigada por mi torso y el abrigo que momentos antes le había puesto sobre los hombros. -Necesita descansar...parece estar cansada. Tuvo un día...-sonreí divertido-...movidito.
Nuevamente, aquel nombre le venía como anillo al dedo, porque ahora estaba de nuevo. Y nuevamente, me quede mirando. Ahora parecía estar inconsciente, me acercaba a esa pareja cojonera que insistía en coger las pertenencias de la mujer. La estaban acariciando, lentamente disfrutaba sádicamente, sonriendo mientras relamía mis labios para después romper a reír.
-Buenas...-Reí, desde luego que se dieron cuenta. La mujer estaba sobre el pecho de aquel flacucho, el barbudo de antes volvía a mirarme, pretendió ofrecerme un saludo bastante descortés para después esquivarlo y que el barbudo cayera al suelo. Yo obviamente mirándolo con cierto desdén, con asco, y aprovechando que andaba tumbado del fallo, aproveche para golpearle de una patada en el costado, cerca del hígado, dándole bien fuerte para que lo sintiera bien adentro.
-¡Señor...!-Soltó enseguida el flacucho de voz de pito dirigiéndose a su camarada. Quizás, por respeto le llamaba así, a su compinche. Yo mismamente con el poder de mi mente, enseguida comencé a infringirle dolor, dentro de su cabeza, comenzó a retorcerse de dolor, había soltado a la dama de cabellos rojos-...Viola...-Nombre hasta que pude cogerla entre mis brazos cual princesa de cuento enfermizo de damas de color de rosa. La amarre bien fuerte entre mis brazos, de otra patada golpee contra el muro de piedra al flacucho. Gimió de dolor, eso me gusto, y cual indefensa princesa, agarre bien a la mujer para alejarla de aquel lugar. De aquel callejón en la que la habían cogido sin mi permiso.
Pasado media hora, aun acurrucaba a la mujer en mis brazos, con el abrigo sobre sus hombros, la miraba distraído mientras caminaba hacia el restaurante que ya estaba cerca de nosotros. Pude ver los gestos de preocupación de los inquilinos del restaurante, se me acercaban bastantes curiosos. ¿Qué había pasado? ¿Qué le había pasado? Recitaban una y otra vez. Solo bastaba con una vez. Diantres ¿Por qué no se callaban? Traje a la mujer a salvo, abrigada por mi torso y el abrigo que momentos antes le había puesto sobre los hombros. -Necesita descansar...parece estar cansada. Tuvo un día...-sonreí divertido-...movidito.
Benvolio D'Argouges- Inquisidor Clase Alta
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Re: No Querría que las lágrimas corrieran un velo de tristeza en sus ojos, Madame....[Viola de Lesseps]
Llega un segundo en la vida cuando todo desaparece ante tus ojos pero es ese mismo segundo cuando te das cuentas que por más vueltas que de la vida todo se queda como esta, las personas no cambian son las situaciones las que sí. Un intenso dolor en mi cabeza sentía pero por más que intentaba reaccionar dar un grito o lo que fuera todo se reducía al espacio que en mi cabeza formaba, buscando las piezas de un puzle para poder armar la historia, para poder ver que había ocurrido, que me estaba rodeando, el dolor se intensificó cuando en un segundo intente moverme, pero parecía ser algo involuntario porque solo en mi cabeza sentía que me movía mas mi cuerpo permanecía estático.
Dos gamas de aromas sentí en un segundo, la primera repugnante, el aroma a la transpiración que se penetraba en cuerpos a mi alrededor, que hacían de aquello un vacio un pantano de flatulencias asquerosas, pero al cabo que el silencio llego a mis oídos el aroma cambio drásticamente no era dulce, pero tampoco acido, era un aroma que mezclaba el real perfume de la piel humectada con unas gotas de un roció al atardecer, que juntas con el PH de la piel hacían que el aroma varonil destacara. Repare que estaba siendo llevada mas no podía decir con certeza como era…
El héroe llevo a la damisela en peligro hasta un lugar tranquilo en calma, el café, lugar donde la dama solía frecuentar luego de las horas de trabajo, conocida como la dama de rojo por su estruendosa cabellera color fuego, Viola era la dama que venía en los brazos de tan apuesto joven, las miradas se dirigieron a los dos, las dudas y las preguntas inundaron el lugar, pero nadie se dio el tiempo de preguntarle en si al caballero que había ocurrido, el simplemente hablo, quizás por obligación más que por un buen acto de ciudadanía. El dueño del lugar sorprendido ate lo que escuchaba y un poco temeroso por lo sucedido se acerco al joven, de cabellera desordenada – Movidito, no creo sea la palabra menos para una dama como ella – La voz ronca del viejo, se hizo presente callando los murmullos, el cuerpo de la dama de cabellera roja parecía dormir, estar en un trance, donde solo su corazón y sus pulmones la hacían permanecer en esta parte – Por favor, dejadla por acá – el dueño guio al joven héroe a una pequeña sala donde había un amplio sofá de 3 cuerpos, un elegante espacio para la dama. Espero el viejo a que el joven accediera a dejarla ahí, dudo que estuviera cansada, conocía la vitalidad mas la energía de la propia Viola desde el primer día que la había visto entrar por la puerta principal… - Su chofer, pronto llegara – Fueron las últimas palabras del viejo, mirando el cuerpo de Viola tendido como cual ángel de la perdición yacía en ese lugar.
Era como caer a un vacio y no encontrarle la salida, podría describir que los aromas seguían llegando a mi cabeza confundiendo todo lo que sentía, intentando respirar pero ahogándome con mi propia saliva, no sé qué paso primero si llegue al final del abismo o me daban de nuevo el aire que necesitaba para respirar, mis ojos se abrieron con rapidez, mi pecho se inflo buscando el aire faltante y en mi cabeza una clavada que parecía el mismo martillar de un clavo en ella – ¿Dónde estoy? – no vi nada, gire mi cabeza desorientada, no conocía el lugar pero si sus aromas, inspire, no podía ver con claridad, lleve mi mano hacia la cabeza intentando sentarme, note que mi cuerpo era cubierto por un abrigo, si el abrigo de aquel hombre de nombre incognito – ¿Dónde está? – tenía que volver agradecerle, supuse que él había sido el encargado de traerme a este lugar… Sola era como me sentía en ese segundo, con un dolor latente y sin ninguna respuesta por parte de… nadie.
Dos gamas de aromas sentí en un segundo, la primera repugnante, el aroma a la transpiración que se penetraba en cuerpos a mi alrededor, que hacían de aquello un vacio un pantano de flatulencias asquerosas, pero al cabo que el silencio llego a mis oídos el aroma cambio drásticamente no era dulce, pero tampoco acido, era un aroma que mezclaba el real perfume de la piel humectada con unas gotas de un roció al atardecer, que juntas con el PH de la piel hacían que el aroma varonil destacara. Repare que estaba siendo llevada mas no podía decir con certeza como era…
El héroe llevo a la damisela en peligro hasta un lugar tranquilo en calma, el café, lugar donde la dama solía frecuentar luego de las horas de trabajo, conocida como la dama de rojo por su estruendosa cabellera color fuego, Viola era la dama que venía en los brazos de tan apuesto joven, las miradas se dirigieron a los dos, las dudas y las preguntas inundaron el lugar, pero nadie se dio el tiempo de preguntarle en si al caballero que había ocurrido, el simplemente hablo, quizás por obligación más que por un buen acto de ciudadanía. El dueño del lugar sorprendido ate lo que escuchaba y un poco temeroso por lo sucedido se acerco al joven, de cabellera desordenada – Movidito, no creo sea la palabra menos para una dama como ella – La voz ronca del viejo, se hizo presente callando los murmullos, el cuerpo de la dama de cabellera roja parecía dormir, estar en un trance, donde solo su corazón y sus pulmones la hacían permanecer en esta parte – Por favor, dejadla por acá – el dueño guio al joven héroe a una pequeña sala donde había un amplio sofá de 3 cuerpos, un elegante espacio para la dama. Espero el viejo a que el joven accediera a dejarla ahí, dudo que estuviera cansada, conocía la vitalidad mas la energía de la propia Viola desde el primer día que la había visto entrar por la puerta principal… - Su chofer, pronto llegara – Fueron las últimas palabras del viejo, mirando el cuerpo de Viola tendido como cual ángel de la perdición yacía en ese lugar.
Era como caer a un vacio y no encontrarle la salida, podría describir que los aromas seguían llegando a mi cabeza confundiendo todo lo que sentía, intentando respirar pero ahogándome con mi propia saliva, no sé qué paso primero si llegue al final del abismo o me daban de nuevo el aire que necesitaba para respirar, mis ojos se abrieron con rapidez, mi pecho se inflo buscando el aire faltante y en mi cabeza una clavada que parecía el mismo martillar de un clavo en ella – ¿Dónde estoy? – no vi nada, gire mi cabeza desorientada, no conocía el lugar pero si sus aromas, inspire, no podía ver con claridad, lleve mi mano hacia la cabeza intentando sentarme, note que mi cuerpo era cubierto por un abrigo, si el abrigo de aquel hombre de nombre incognito – ¿Dónde está? – tenía que volver agradecerle, supuse que él había sido el encargado de traerme a este lugar… Sola era como me sentía en ese segundo, con un dolor latente y sin ninguna respuesta por parte de… nadie.
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Re: No Querría que las lágrimas corrieran un velo de tristeza en sus ojos, Madame....[Viola de Lesseps]
-Itaque hoy, en esta nox sombría a suus sua suum qui quae que quod de cognomen tiene monstro qui quae que quod estoy aequus, exceptuando enim suus sua suum puta qui quae que quod dejé seca absque vix nihil de remordimientos, sobre una cama de burdel, itaque cum una postura aliquis poco incomoda ad suus sua suum realidad, aequus qui quae que quod nunc bene, qui quae que quod haría. nullus movimiento en suus sua suum nox ad factum temblar meus corpus corporis pues nihil sentía. ¿qui quae que quod iba a sentir? o ¿aequus el roce del carmín sobre meus labrum? aut ¿simplemente el halito de suus sua suum letum quondam plus?....
Que cantico más bello para un recital nocturno, solo me habrían hecho falta, el acompañamiento del más bello violín y algún piano que estuviera bien afinado. El cuerpo infantil del susurro podría verse poco a poco para después irse desvaneciendo por los huecos de aire de los adoquines de las calles de Paris. Bien era mi hora de desaparecer, pero mi preocupación es que no pude saciarme esa noche, del todo.
La pobre cortesana, bien, sirvió, pero solamente en una parte, pues nunca era suficiente para mí. La vida, el juego y el libertinaje ahora era libre de usar cuando antes siendo mortal, podría haberme convertido en una estatua de sal o simplemente ver cómo me destruían a mí, poco a poco o derribándome de un solo golpe. Ahora caía en la cuenta que nada podía pasarme pues era inmortal y poderoso, mejor en mi vida no me he sentido, pero aquella mujer, de cabellos cual el fuego, tenia cierto parecido a Marie. Maldita sea, porque a mí. No me pude haber dado cuenta de aquel parecido, hasta que la tenia inconsciente sobre mis brazos, como una preciosa muñeca de porcelana.
Aquella belleza no era normal, tan solo que bueno. Era raro que mi ser no hubiera estado dentro de aquella mujer cuando tenía la oportunidad de haberla hecho mía, por decirlo de algún modo, pero ya olía a goma usada o quizás era los kilos de perfume que llevaba puesto encima y que entorpecían mi buen sentido del olfato. Torcí mi labio inferior en una mueca rara y sucia. Otra vez ese olor a mis fosas nasales y pude ver en mi camisa un rastro de carmín, justo donde la mujer, llamada Viola podría haber rozado sus labios sin haberme dado cuenta. Pensaba en el nombre de la mujer-...Viola.... ¿me?-Dije yo mismo con cierto aire burlesco.
No hacía nada ya allí. Sino que la risa, aun latente en mis labios, me acompañaba mientras emprendía el camino para buscar otras cosas que poder hacer, para poder pasar rápido e irme a cualquier ataúd a tomar descanso-¿Hum?-Vagos remilgos, o algún jadeo con mi nombre en el aire.
No era de esperar, que todo se había acabado. ¿No?
* -Y hoy, en esta noche sombría a la que de apellido tiene nombrar que estoy solo, exceptuando por la puta que dejé seca sin apenas nada de remordimientos, sobre una cama de burdel, y con una postura un poco incomoda para la realidad, solo que ahora bien, que haría. Ningún movimiento en la noche para hacer temblar mi cuerpo pues nada sentía. ¿Qué iba a sentir? ¿Solo el roce del carmín sobre mis labios? O ¿simplemente el halito de la muerte una vez más?...
Que cantico más bello para un recital nocturno, solo me habrían hecho falta, el acompañamiento del más bello violín y algún piano que estuviera bien afinado. El cuerpo infantil del susurro podría verse poco a poco para después irse desvaneciendo por los huecos de aire de los adoquines de las calles de Paris. Bien era mi hora de desaparecer, pero mi preocupación es que no pude saciarme esa noche, del todo.
La pobre cortesana, bien, sirvió, pero solamente en una parte, pues nunca era suficiente para mí. La vida, el juego y el libertinaje ahora era libre de usar cuando antes siendo mortal, podría haberme convertido en una estatua de sal o simplemente ver cómo me destruían a mí, poco a poco o derribándome de un solo golpe. Ahora caía en la cuenta que nada podía pasarme pues era inmortal y poderoso, mejor en mi vida no me he sentido, pero aquella mujer, de cabellos cual el fuego, tenia cierto parecido a Marie. Maldita sea, porque a mí. No me pude haber dado cuenta de aquel parecido, hasta que la tenia inconsciente sobre mis brazos, como una preciosa muñeca de porcelana.
Aquella belleza no era normal, tan solo que bueno. Era raro que mi ser no hubiera estado dentro de aquella mujer cuando tenía la oportunidad de haberla hecho mía, por decirlo de algún modo, pero ya olía a goma usada o quizás era los kilos de perfume que llevaba puesto encima y que entorpecían mi buen sentido del olfato. Torcí mi labio inferior en una mueca rara y sucia. Otra vez ese olor a mis fosas nasales y pude ver en mi camisa un rastro de carmín, justo donde la mujer, llamada Viola podría haber rozado sus labios sin haberme dado cuenta. Pensaba en el nombre de la mujer-...Viola.... ¿me?-Dije yo mismo con cierto aire burlesco.
No hacía nada ya allí. Sino que la risa, aun latente en mis labios, me acompañaba mientras emprendía el camino para buscar otras cosas que poder hacer, para poder pasar rápido e irme a cualquier ataúd a tomar descanso-¿Hum?-Vagos remilgos, o algún jadeo con mi nombre en el aire.
No era de esperar, que todo se había acabado. ¿No?
* -Y hoy, en esta noche sombría a la que de apellido tiene nombrar que estoy solo, exceptuando por la puta que dejé seca sin apenas nada de remordimientos, sobre una cama de burdel, y con una postura un poco incomoda para la realidad, solo que ahora bien, que haría. Ningún movimiento en la noche para hacer temblar mi cuerpo pues nada sentía. ¿Qué iba a sentir? ¿Solo el roce del carmín sobre mis labios? O ¿simplemente el halito de la muerte una vez más?...
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Re: No Querría que las lágrimas corrieran un velo de tristeza en sus ojos, Madame....[Viola de Lesseps]
Y el duro despertar del cisne de Iduna fue el recuerdo vago que llego a mi mente, ¿Qué hacían los duendes de Iduna? Cazarla, matar a tan majestuoso cisne que con toda su gloria les mostraba la grandeza de un amante que lejos se hallaba, mi cuerpo parecía reaccionar a un estimulo que solo habitaba en mi cabeza, si, aquel poema que alguna vez de los labios del ángel de la muerte había escuchado, podrían pasar años, siglos o tal vez unas simples horas pero jamás olvidaría lo que aquel joven una noche de Otoño había pronunciado… en ese instante no sabía con certeza si mis ojos estaban abiertos o cerrados, pero había un extraño aroma que me envolvía, ya no eran los alimentos, ni siquiera mi perfume, ni el aroma de aquel abrigo que refugio mi cuerpo, sino mas bien el de un metal, inspire, siempre había tenido un buen olfato algo andaba mal, mis ojos parecían abiertos o en realidad lo estaban.
Involuntariamente, mi cuerpo se movió, aun atragantado por mi saliva, vi rostros pero no el que realmente me interesaba, ¿Dónde estaba? ¿Eso había sido todo? No, no podría cavar la noche así, por muy extraño que había sido el encuentro los finales no eran así, no existían finales felices donde la damisela en apuros seguía un buen camino, mi camino tenia bifurcaciones y entre nombres que nunca escuche el rostro de aquel frívolo ser volvía a mi cabeza, mezclándose con la imagen de mi antiguo amante que como un cisne ambos me habían tratado. No dije nada no era necesario, mis piernas temblando mas por nerviosismo que por cualquier otra cosa me ayudaron a levantarme, de aquel sofá donde mi cuerpo permaneció, un tiempo ¿Cuánto? No era necesario… mis ideas iban y venían, no tenía nada claro en mi cabeza, mas el rostro con aquella sonrisa sin vida que devolvía a mi alma el aliento que no quería encontrar. Trague saliva ahora bien sin ahogos, ya de pie mi diestra fue hasta mi nuca, fue cuando el aroma a mi propia sangre se intensifico y el dolor pareció desaparecer con el solo hecho de saber lo que había ocurrido. -¿Dónde está? – repetí y caminando un poco desorientada, y algo mareada avance entre aquel pequeño gentío que me rodeaba, no quería preguntas, no estaba para dar respuestas.
Mi mano manchada en sangre era lo de menos en ese momento – No… no puede ser así – susurre llegando a la salida de aquel café, vi sombras muchas podían ser él, pero parecía que ninguna lo era, escuche o había escuchado mi nombre, pero donde. Estaba confundida, sin palabras coherentes y sentí como un hilo de sangre recorría mi espalda y en que mi cuerpo se tambaleaba me apoye en el umbral de la puerta refregando mis ojos con la mano manchada el olor seguía latente, mi cuerpo parecía no querer, pero mi espíritu sí. Escuche “necesita curaciones” pero en realidad eso no era lo que quería, necesitaba… de algo más.
En las aguas tranquilas de la laguna,
Más que en el vasto cielo, brilla la luna;
Allí duermen los albos cisnes de Iduna,
En la margen tranquila de la laguna,
Cesa ya la fantástica ronda importuna,
Su lumbre melancólica vierte la luna,
Y los Elfos se acercan a la laguna
Su lumbre melancólica vierte la luna,
Y los Elfos se acercan a la laguna
Y a los albos, dormidos cisnes de Iduna.
Y esa era la conexión ambos tenían la misma humanidad, la misma frialdad… eran lo mismo pero en diferentes personas, tan solo cerré mis ojos, ahí parada, sin saber con certeza si era él o no.
Involuntariamente, mi cuerpo se movió, aun atragantado por mi saliva, vi rostros pero no el que realmente me interesaba, ¿Dónde estaba? ¿Eso había sido todo? No, no podría cavar la noche así, por muy extraño que había sido el encuentro los finales no eran así, no existían finales felices donde la damisela en apuros seguía un buen camino, mi camino tenia bifurcaciones y entre nombres que nunca escuche el rostro de aquel frívolo ser volvía a mi cabeza, mezclándose con la imagen de mi antiguo amante que como un cisne ambos me habían tratado. No dije nada no era necesario, mis piernas temblando mas por nerviosismo que por cualquier otra cosa me ayudaron a levantarme, de aquel sofá donde mi cuerpo permaneció, un tiempo ¿Cuánto? No era necesario… mis ideas iban y venían, no tenía nada claro en mi cabeza, mas el rostro con aquella sonrisa sin vida que devolvía a mi alma el aliento que no quería encontrar. Trague saliva ahora bien sin ahogos, ya de pie mi diestra fue hasta mi nuca, fue cuando el aroma a mi propia sangre se intensifico y el dolor pareció desaparecer con el solo hecho de saber lo que había ocurrido. -¿Dónde está? – repetí y caminando un poco desorientada, y algo mareada avance entre aquel pequeño gentío que me rodeaba, no quería preguntas, no estaba para dar respuestas.
Mi mano manchada en sangre era lo de menos en ese momento – No… no puede ser así – susurre llegando a la salida de aquel café, vi sombras muchas podían ser él, pero parecía que ninguna lo era, escuche o había escuchado mi nombre, pero donde. Estaba confundida, sin palabras coherentes y sentí como un hilo de sangre recorría mi espalda y en que mi cuerpo se tambaleaba me apoye en el umbral de la puerta refregando mis ojos con la mano manchada el olor seguía latente, mi cuerpo parecía no querer, pero mi espíritu sí. Escuche “necesita curaciones” pero en realidad eso no era lo que quería, necesitaba… de algo más.
En las aguas tranquilas de la laguna,
Más que en el vasto cielo, brilla la luna;
Allí duermen los albos cisnes de Iduna,
En la margen tranquila de la laguna,
Cesa ya la fantástica ronda importuna,
Su lumbre melancólica vierte la luna,
Y los Elfos se acercan a la laguna
Su lumbre melancólica vierte la luna,
Y los Elfos se acercan a la laguna
Y a los albos, dormidos cisnes de Iduna.
Y esa era la conexión ambos tenían la misma humanidad, la misma frialdad… eran lo mismo pero en diferentes personas, tan solo cerré mis ojos, ahí parada, sin saber con certeza si era él o no.
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Re: No Querría que las lágrimas corrieran un velo de tristeza en sus ojos, Madame....[Viola de Lesseps]
Que conexión más bella hablaba la diosa de fuego...
- Porque ¿a quién no sorprende y maravilla, este encuentro lo nota deliberadamente sucio y ambiguo? ¿Sabrá el destino responderos a esas palabras Madame...De lesseps...curioso nombre de pila, madame ¿Viene de algún elemento? ¿De alguna mitología? ¿De alguna invención vulgar que desconozca? Mire que desconozco el porqué...-Bien ahora miraba a algo en el suelo de piedra azabache, de las sombras oscuras pase mis pasos hacia la luz cálida de las velas, mostrándome al completo como lo que era. Uno más de la noche-...Parecéis perdida...
Me acerque poco a ella, no quería acercarme mas, olía a alguien más aparte de aquel refinado perfume caro, seguramente elaborado con algunas especias potentes para el olor, para cubrir el olor de alguien, la falda desaliñada de la mujer de cabellos rojos, parecía haber sido entorpecida por la fuerza de mis brazos al llevarla, bien esa falda había sido puesta con anterioridad sobre su cuerpo, seguramente para un evento en el que fuese importante para ella, maquillaje descolorido, la raya del carbón utilizada para el contorno de los ojos, apenas visto en los ojos ajenos, habría estado llorando.
¿Por qué? Estaba seguro ahí en donde estaba, con gente conocida, mas bien al parecer yo ya no era desconocida, ahora era conocida entre los desconocidos de alguien conocido. Pasos y mas pasos llevaban a donde yo tendría que moverme, del hombro cogí a Viola, dándole la vuelta-Vuelva...mejor la vuelta que ir a la esquina de la muerte o del descontrol...-relamí mis labios, acercándolos después a la piel ajena que roce por la curvatura del cuello. Olía a otro, no olía solo a ella. Mis pasos aventaron peligro, pero mis pies fueron atrás pudiendo evitar peligro frente algo de otro.
-Adiós...-No era más, no hacia mas allí, tenía que desaparecer-Hasta mas ver...Madame...-Remetí palabras repetidas en el enganche de unas miradas que se desengancharían para que volvieran a ser dos, separadas y lógicamente separadas para arremeter en el olvido. Mejor para ella, mejor para mí, mejor para el cuerpo de policía, mejor para todos.
¿Qué estaba haciendo? No lo sé, solo dejaba escapar la comida, mi madre me decía que nunca, nunca, jugase con la comida, tenía hambre, bebería de esa mujer, pero lástima que estuviera casi vinculada a su macho, al igual que su macho casi esta unido con su hembra. Ley de vida, somos posesión de un ser que nos gobierna a todos por igual, que a todos nos manda a hacer cosas las que no debemos hacer voluntariamente, pero seguimos siendo trogloditas, seguimos siendo animales que aun andan en busca de algún milagro que Dios no haya hecho posible hasta el momento.
- Porque ¿a quién no sorprende y maravilla, este encuentro lo nota deliberadamente sucio y ambiguo? ¿Sabrá el destino responderos a esas palabras Madame...De lesseps...curioso nombre de pila, madame ¿Viene de algún elemento? ¿De alguna mitología? ¿De alguna invención vulgar que desconozca? Mire que desconozco el porqué...-Bien ahora miraba a algo en el suelo de piedra azabache, de las sombras oscuras pase mis pasos hacia la luz cálida de las velas, mostrándome al completo como lo que era. Uno más de la noche-...Parecéis perdida...
Me acerque poco a ella, no quería acercarme mas, olía a alguien más aparte de aquel refinado perfume caro, seguramente elaborado con algunas especias potentes para el olor, para cubrir el olor de alguien, la falda desaliñada de la mujer de cabellos rojos, parecía haber sido entorpecida por la fuerza de mis brazos al llevarla, bien esa falda había sido puesta con anterioridad sobre su cuerpo, seguramente para un evento en el que fuese importante para ella, maquillaje descolorido, la raya del carbón utilizada para el contorno de los ojos, apenas visto en los ojos ajenos, habría estado llorando.
¿Por qué? Estaba seguro ahí en donde estaba, con gente conocida, mas bien al parecer yo ya no era desconocida, ahora era conocida entre los desconocidos de alguien conocido. Pasos y mas pasos llevaban a donde yo tendría que moverme, del hombro cogí a Viola, dándole la vuelta-Vuelva...mejor la vuelta que ir a la esquina de la muerte o del descontrol...-relamí mis labios, acercándolos después a la piel ajena que roce por la curvatura del cuello. Olía a otro, no olía solo a ella. Mis pasos aventaron peligro, pero mis pies fueron atrás pudiendo evitar peligro frente algo de otro.
-Adiós...-No era más, no hacia mas allí, tenía que desaparecer-Hasta mas ver...Madame...-Remetí palabras repetidas en el enganche de unas miradas que se desengancharían para que volvieran a ser dos, separadas y lógicamente separadas para arremeter en el olvido. Mejor para ella, mejor para mí, mejor para el cuerpo de policía, mejor para todos.
¿Qué estaba haciendo? No lo sé, solo dejaba escapar la comida, mi madre me decía que nunca, nunca, jugase con la comida, tenía hambre, bebería de esa mujer, pero lástima que estuviera casi vinculada a su macho, al igual que su macho casi esta unido con su hembra. Ley de vida, somos posesión de un ser que nos gobierna a todos por igual, que a todos nos manda a hacer cosas las que no debemos hacer voluntariamente, pero seguimos siendo trogloditas, seguimos siendo animales que aun andan en busca de algún milagro que Dios no haya hecho posible hasta el momento.
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