AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¿Seras una ilusion de mi tristeza? || Privado
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¿Seras una ilusion de mi tristeza? || Privado
Las exigencias de cada cliente debían ser atendidas con mucha importancia, no incumbía lo que fuera, un buen cortesano cubría cualquier capricho exigido, por la persona que diera los francos, no éramos serviciales, no buscábamos el beneficio de terceros, cada cosa que hacíamos, llegaba a tener una pizca de hipocresía. Mi sonrisa era suave, nada exagerada, solamente una curvatura que se presentaba en mi rostro. Hoy nadie necesitaba de mis servicios sexuales no eran requeridos en aquella ocasión, no me molestaba, para mí era más que un trabajo, un juego en donde se debía ser más inteligente, pues si no llegabas a serlo, perderías más de lo que pudieras saber. No era necesario entrar en contacto, con los fluidos corporales, era un juego en donde había varias categorías, en las que podrían llegar a indagar.
Desde hace unos meses atrás, comenzaban a llegarme cierto tipo de mujeres poderosas, me cuestionaba él porque. Me lo preguntaba, no se me hacia extraño recibir a hermosas rosas muertas, que se podrían presentar a mi lado, me parecía que sus pieles, tan frías; fácilmente llegaba a recordándome al fino mármol. Me hacía sentir una gran adrenalina y placer que recorría mi cuerpo, pues era el simple hecho de saber lo que muchos humanos desconocen, llegar a entender lo que escasas personas llegan a comprender. No sabía si odiar a ese tipo de creaturas o amarlas locamente por el hecho de hacerme sentir una satisfacción que llegaba a ser mezclado con la emoción del peligro y el placer.
No podía evitar pensar en Nausicaä, pero no aquella Nausicaä que en mis años de infante fue maltratada junto conmigo en un pueblo olvidado del reino unido, si no, aquel vampiro, que en mis años de adolescencia, la veía más como un ángel guardián, que cobro muy caro, para poder protegerme. Había robado la identidad de aquella desconocida, al igual que su sangre; o eso pensaba yo. Un sacrificio demasiado grande, para apenas un niñito como yo. Nunca supe lo que ganaría con lo que había hecho, tal vez subir lo más alto posible con un humano, tal vez era yo solamente un juguete de distracción, aun así, la pude querer como si fuera mi Lucy, nunca la odie, aunque sabía bien lo que había hecho, tal vez siempre en el fondo siempre lo había sabido, pero nunca quise replicar nada.
― Glenn… Glenn — susurros suaves llegaron a mis oídos, era yo mismo que susurraba mi nombre, en una forma de reprocharme ―deja de pensar en personas que ya no están en este mundo- me di unos golpecitos en la cabeza, para luego suspirar largamente, mire hacia un lado en donde había una pequeña ventana, ya notaba que la luz comenzaba a apagarse, poco a poco comenzaba la realidad de muchos, la vida de otros, mi tiempo libre comenzaba a agotarse, hubiera querido quedarme más en aquella librería. Bufe suavemente, mientras dejaba un libro que tenía en mis manos en el estante, pronto seria hora de comenzar a trabajar.
¿La exclusividad hasta donde llegaría? El dinero movía barreras, me sentí muy bien poder pagarle al dueño de aquel cuchitril en donde vivía, tirarle los francos en la cara no tenia precio, ¡Que satisfacción! pero la suerte no estaba de mi lado y tendría más que vivir en ese lugar, por un tiempo más, la verdad es que no tenia hogar propio, ¿acaso siempre seria ese tipo de persona?, al menos sabia que tendría a Gabrielle acompañándome, pues ella era yo y yo era ella.
Desde hace unos meses atrás, comenzaban a llegarme cierto tipo de mujeres poderosas, me cuestionaba él porque. Me lo preguntaba, no se me hacia extraño recibir a hermosas rosas muertas, que se podrían presentar a mi lado, me parecía que sus pieles, tan frías; fácilmente llegaba a recordándome al fino mármol. Me hacía sentir una gran adrenalina y placer que recorría mi cuerpo, pues era el simple hecho de saber lo que muchos humanos desconocen, llegar a entender lo que escasas personas llegan a comprender. No sabía si odiar a ese tipo de creaturas o amarlas locamente por el hecho de hacerme sentir una satisfacción que llegaba a ser mezclado con la emoción del peligro y el placer.
No podía evitar pensar en Nausicaä, pero no aquella Nausicaä que en mis años de infante fue maltratada junto conmigo en un pueblo olvidado del reino unido, si no, aquel vampiro, que en mis años de adolescencia, la veía más como un ángel guardián, que cobro muy caro, para poder protegerme. Había robado la identidad de aquella desconocida, al igual que su sangre; o eso pensaba yo. Un sacrificio demasiado grande, para apenas un niñito como yo. Nunca supe lo que ganaría con lo que había hecho, tal vez subir lo más alto posible con un humano, tal vez era yo solamente un juguete de distracción, aun así, la pude querer como si fuera mi Lucy, nunca la odie, aunque sabía bien lo que había hecho, tal vez siempre en el fondo siempre lo había sabido, pero nunca quise replicar nada.
― Glenn… Glenn — susurros suaves llegaron a mis oídos, era yo mismo que susurraba mi nombre, en una forma de reprocharme ―deja de pensar en personas que ya no están en este mundo- me di unos golpecitos en la cabeza, para luego suspirar largamente, mire hacia un lado en donde había una pequeña ventana, ya notaba que la luz comenzaba a apagarse, poco a poco comenzaba la realidad de muchos, la vida de otros, mi tiempo libre comenzaba a agotarse, hubiera querido quedarme más en aquella librería. Bufe suavemente, mientras dejaba un libro que tenía en mis manos en el estante, pronto seria hora de comenzar a trabajar.
¿La exclusividad hasta donde llegaría? El dinero movía barreras, me sentí muy bien poder pagarle al dueño de aquel cuchitril en donde vivía, tirarle los francos en la cara no tenia precio, ¡Que satisfacción! pero la suerte no estaba de mi lado y tendría más que vivir en ese lugar, por un tiempo más, la verdad es que no tenia hogar propio, ¿acaso siempre seria ese tipo de persona?, al menos sabia que tendría a Gabrielle acompañándome, pues ella era yo y yo era ella.
Glenn Thomsson- Prostituto Clase Baja
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Fecha de inscripción : 31/12/2011
Localización : Debajo de alguna falda
Re: ¿Seras una ilusion de mi tristeza? || Privado
Le había reconocido, pero él parecía que se había quedado atontado viendo la ventana. Me escondí detrás de una estantería, esperando a que reaccionara y reconociera el ambiente en donde estaba. Parecía que se iba, si eso parecía y si quería estar con el nuevamente, tenía que arriesgarme, pero tenía pensado hacerlo de una manera poco usual. Conforme vi que estaba de espaldas, me acerque a él rápidamente para tener vista completa de su piel cuando le levante la camisa y su chaqueta, comencé a besarle la espalda hasta parar a mitad -….Glenn….Glenn….-Murmure varias veces para después darle la vuelta y tumbarlo sobre la mesa, sentarme sobre sus caderas y apresarle las manos bien arriba -….Glenn oh cuanto tiempo Glenn….-Murmuraba, me acercaba a él para besarle pero, una sombra apareció delante de nosotros, vi que era mi maestro -…que? ¿Cómo ha entrado aquí? –Pregunte con curiosidad pero note como una mano me estaba masturbando mi clítoris, jadeaba aun con las manos de Glenn sujetas sobre su cabeza, vi que era un doble de mi maestro quien me estaba masturbando, jadeaba y entonces vi como Glenn me acariciaba los senos con la punta de su lengua.
-AAaggh….d…aa…aa!!….-Termine jadeando sin poder evitarlo, pero un bofetón note en mi cara y entonces, todo se disipo, todo desapareció y repentinamente, abrí los ojos para encontrarme que estaba en mi habitación, estaba húmeda en mi entrepierna y estaba sudando. Mi pelo estaba revuelto, las sabanas estaban manchadas de sangre pues mi maestro había osado beber de mí la noche anterior – Ha sido un sueño…-suspire largo y tendido en donde, echándome el pelo hacia atrás y vi como mi maestro se recostaba a mi lado, atrayéndome hacia él para que me acurrucara en su pecho. No dije ni una palabra, solo me quede sumisa sobre su torso, mientras sentía las caricias frías de su mano acariciándome la nalga derecha -… ¿Deseáis algo mi señor?
-Sí….-suspiro-….Necesito que vayas a la biblioteca ahora mismo después de que hagas tus tareas de compras y….-Vi como sacaba un fajín enorme de billetes-…Cómprate joyas, vestidos y algo que te guste….Iremos a Irlanda durante dos semanas así que más te vale equiparte bien…-Se separó de mi lado para mirarme con su acostumbrada autoridad y esa mirada celeste, fría y sin alma -…..Ah…-me señalo-…No te lleves ropa interior…si quieres llévate corpiños que te sujeten los pocos senos que tienes, pero no oses llevarte nada por debajo….-Termino por tomarme del mentón para acercarme y hacer que le besara con pasividad. Me dejo después de cinco minutos sola, estaba hecha un mar de lágrimas mientras aun me acurrucaba en mis piernas.
Añoraba a Glenn, pero no podía seguir pensando en el pasado y me dispuse a ponerme en marcha para lo que mi maestro quería de mí.
18:00pm
Librería
-Estoy derrotada…-Entre en la biblioteca para buscar en la lista los libros que mi maestro quería encontrar y tomar prestados-…A ver…-Me quede viendo la lista pero por el reflejo del sol, había muchos más libros por la cara de atrás-….¿Estará bromeando no? –Suspire justo cuando deje tres bolsas cerca de una mesa en la que había una persona según vi de reojo, seguí la lista pero cuando levanté la mirada, solamente no me lo podía creer.
-¿G-Glenn? ¿E..eres tú?
Melissa Moriarty- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/01/2014
Re: ¿Seras una ilusion de mi tristeza? || Privado
“Si nos espera el olvido, tratemos de no merecerlo.”
—Alejandro Dolina
—Alejandro Dolina
¿Era real o solamente otra de mis anheladas ilusiones? Una de mis manos fue hacia ella, esperando, rezando a mis adentros que fuera real, que pudiera tocarla nuevamente, la última vez que la había visto había sido hace muchos años atrás, su rostro ya no era la de una infante, se trataba de una adolecente, hermosa y todo una señorita. Mi mano llego a tocar su muñeca y dijo mi nombre, parecía estar en el mismo estado de shock que yo. ― S-si… soy Glenn ― tartamudee sin poder de dejarla de mirar. ― ¿Eres Nausicaä? ― Me mordí los labios levemente, era una pregunta estúpida ¡Era ella! ¡No era una ilusión! Era tan real como el sudor que sentía que provenía de su cuerpo.
Estaba tratando de mantenerme controlado, miraba hacia los lados y las personas parecían estar en su rutina normal, ella parecía haber terminado de comprar los libros que necesitaba ― Ven… ― dije lo más tranquilo posible, pero en realidad temblaba de la emoción, estaba ansioso de abrazarla, besar sus mejillas y saber todo lo que necesitaba saber. Salimos de esa librería y caminamos hasta encontrar un lugar que no parecía ser tan transitado y allí la abrace, fuertemente la tome entre mis brazos y rompí a llorar, como si fuera yo otra vez un niño lastimado al cual ella siempre había intentado proteger.
―Dime que eres real, que nunca más te irás ― susurre mientras escondía mi rostro entre sus hombros, dejando que sus rubios cabellos tocaran mi rostro y se pegaran a él. Abrí mis ojos y note dos pequeños huequitos en su cuello, eso hizo que me separara repentinamente de ella ― ¿Qué has hecho? ¿Qué sucedió contigo aquella noche? ¿En que estabas pensando Nausicaä? ― limpie mis lagrimas mientras me alejaba un poco de ella, estaba feliz de saber que estaba viva, pero habían demasiadas preguntas que deseaba responder, sentía que el tiempo quedaba corto y que en cualquier momento ella podría desvanecerse..
Glenn Thomsson- Prostituto Clase Baja
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Fecha de inscripción : 31/12/2011
Localización : Debajo de alguna falda
Re: ¿Seras una ilusion de mi tristeza? || Privado
Negaba con la cabeza. No era lo que Glenn pensaba que había hecho. Hace tiempo que deberían haberse reencontrado, pero simplemente por las consecuencias, no habían podido encontrarse. Se tocó el cuello pues fue la última parte que noto que le acariciara -…Me…me lo ha hecho esta mañana antes de salir…-Desvió el rostro ocultando unas lágrimas que venían sin venir a cuento, pero ¡oye! Sí que venían al caso.
–Es…tiene una extraña obsesión conmigo Glenn…no sé qué pasó, pero llevo desde entonces soñando con este momento, con el momento de volver a verte y saber que estas bien…pero no pude buscarte antes ya que me tiene siempre en el punto de mira…-Las palabras de ella sonaron con temor, se acercó a Glenn para ahora ella abrazarle con sus pálidos brazos por la cintura, besándole por el cuello, por las mejillas, por todos lados y reconociendo aquel niño a quien siempre protegía en varias ocasiones.
-Pero dime, ¿Qué tal te ha ido todo? –le rodeo el cuello lentamente mientras lo arrastraba hacia un callejón y lo ponía contra la pared, como acostumbraba con clientes -..Ay...perdona, es la costumbre…-murmuro con la mirada hacia un lado, inmediatamente se apoyó sobre el torso de Glenn, volviéndole a abrazar por la cintura -…Aquel con el que vivo...Me tiene metida en el burdel…siempre de noche…pero por la mañana me deja libertad y no tengo que estar cerca de él…un alivio al menos..-Fijo su mirada en la castaña de Glenn, con una sonrisa de puro anhelo - ¿Y tú? ¿Qué has hecho? ¿Cuál ha sido tu fortuna? –Ella también tenía curiosidad en saber que había sido de su Glenn, aquel a quien amaba de pequeña.
Y en realidad, no sabía por dónde empezar.
Había tantas cosas que quería contarle que seguramente le harían enfurecerse, pero a lo mejor no se las contaba tan de repente. No tan deprisa. Ahora que se habían reencontrado, Nausicaä, podría pensar en seguir querer viviendo, en seguir querer soportando los abusos de su señor y quien pretendía alejarla de Glenn y de Naomi por dos semanas en las que no sabría si iba a volver. Hacia donde iría en breve, era Irlanda. Cuna de su señor, pero que allí tenía contactos en los que le servirían en futuros proyectos, pero lo que haría allí Nausicaä era servir a los amigos de su señor. De un modo u otro.
Siempre lo hacia.
–Es…tiene una extraña obsesión conmigo Glenn…no sé qué pasó, pero llevo desde entonces soñando con este momento, con el momento de volver a verte y saber que estas bien…pero no pude buscarte antes ya que me tiene siempre en el punto de mira…-Las palabras de ella sonaron con temor, se acercó a Glenn para ahora ella abrazarle con sus pálidos brazos por la cintura, besándole por el cuello, por las mejillas, por todos lados y reconociendo aquel niño a quien siempre protegía en varias ocasiones.
-Pero dime, ¿Qué tal te ha ido todo? –le rodeo el cuello lentamente mientras lo arrastraba hacia un callejón y lo ponía contra la pared, como acostumbraba con clientes -..Ay...perdona, es la costumbre…-murmuro con la mirada hacia un lado, inmediatamente se apoyó sobre el torso de Glenn, volviéndole a abrazar por la cintura -…Aquel con el que vivo...Me tiene metida en el burdel…siempre de noche…pero por la mañana me deja libertad y no tengo que estar cerca de él…un alivio al menos..-Fijo su mirada en la castaña de Glenn, con una sonrisa de puro anhelo - ¿Y tú? ¿Qué has hecho? ¿Cuál ha sido tu fortuna? –Ella también tenía curiosidad en saber que había sido de su Glenn, aquel a quien amaba de pequeña.
Y en realidad, no sabía por dónde empezar.
Había tantas cosas que quería contarle que seguramente le harían enfurecerse, pero a lo mejor no se las contaba tan de repente. No tan deprisa. Ahora que se habían reencontrado, Nausicaä, podría pensar en seguir querer viviendo, en seguir querer soportando los abusos de su señor y quien pretendía alejarla de Glenn y de Naomi por dos semanas en las que no sabría si iba a volver. Hacia donde iría en breve, era Irlanda. Cuna de su señor, pero que allí tenía contactos en los que le servirían en futuros proyectos, pero lo que haría allí Nausicaä era servir a los amigos de su señor. De un modo u otro.
Siempre lo hacia.
Melissa Moriarty- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/01/2014
Re: ¿Seras una ilusion de mi tristeza? || Privado
Era un momento agridulce, me encantaba saber que había podido volver a reencontrarme con tal vez la persona más importante que haya estado en mi vida, dos seres nos habían separado desde pequeños y nunca había podido perdonar tal acto, después de todo para ellos éramos juguetes que podían utilizar a su antojo, hasta que estuviéramos tan rotos e inútiles que simplemente terminaríamos en un callejón destrozado y sin vida, eso era lo que nos deparaba el futuro con ellos, por suerte yo había podido librarme de mi captora antes de lo pensado, pero ella al parecer aun estaba atada a lo que nos había separado hace mucho tiempo atrás y eso hacía que dentro de mi naciera el miedo de volverla a perder nuevamente por capricho divino.
No podía evitar perderme entre sus besos y desear aferrarme a su abrazo, fundirme con ella para sentir que nunca más volveríamos a estar separados, terminamos por cautela en un callejos oscuro, lejos de las miradas inquisitivas de las personas, como dos amantes buscando privacidad, simplemente reí ante tal tropieza y le acaricie el cabello con cierta ternura mientras sentía el calor de su cuerpo fundirse con el mío.
Bese su cabeza tiernamente mientras la abrazaba y la acomodaba en mi pecho — No muy diferente a lo que te ha tocado a ti — respondí tranquilamente — Mi antigua señora fue más descuidada que el tuyo, termino siendo descubierta, yo pude escapar y me vine a parís en donde me instale con cierto esfuerzo — pensar en su pasado comenzaba a hacerme sentir cansado y destrozado por dentro, si no fuera por los buenos ungüentos de una tienda cerca de allí su cuerpo estaría llena de las cicatrices que había dejado su tormentoso pasado. Alce mi mirada en busca de cualquier anomalía, tenía miedo de tener que alejarme de ella tan pronto, sentía que me la podía arrebatar en cualquier momento.
No podía evitar perderme entre sus besos y desear aferrarme a su abrazo, fundirme con ella para sentir que nunca más volveríamos a estar separados, terminamos por cautela en un callejos oscuro, lejos de las miradas inquisitivas de las personas, como dos amantes buscando privacidad, simplemente reí ante tal tropieza y le acaricie el cabello con cierta ternura mientras sentía el calor de su cuerpo fundirse con el mío.
Bese su cabeza tiernamente mientras la abrazaba y la acomodaba en mi pecho — No muy diferente a lo que te ha tocado a ti — respondí tranquilamente — Mi antigua señora fue más descuidada que el tuyo, termino siendo descubierta, yo pude escapar y me vine a parís en donde me instale con cierto esfuerzo — pensar en su pasado comenzaba a hacerme sentir cansado y destrozado por dentro, si no fuera por los buenos ungüentos de una tienda cerca de allí su cuerpo estaría llena de las cicatrices que había dejado su tormentoso pasado. Alce mi mirada en busca de cualquier anomalía, tenía miedo de tener que alejarme de ella tan pronto, sentía que me la podía arrebatar en cualquier momento.
Glenn Thomsson- Prostituto Clase Baja
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Fecha de inscripción : 31/12/2011
Localización : Debajo de alguna falda
Re: ¿Seras una ilusion de mi tristeza? || Privado
Habían pasado dos semanas desde que había vuelto y se había reencontrado con Glenn. Le había echado en falta y él al parecer no había cambiado en nada. Seguía siendo el mismo pero un poco más mayor y tenía que admitirlo, era bien atractivo, pero había conocido en su trayectoria hacia Irlanda a una persona que decía conocer a Glenn, una tal Maira que recordó ser hechizada con anterioridad convirtiéndola en mujer. ¿Cómo era eso posible? Athenea pensaba si quizás Glenn conocía a esa mujer de antaño o a quien hubiera sido antes de ser una mujer - Bueno, ahora me alegra saber que estas aquí y en buena forma...y muy atractivo...-Athenea le costó decir aquellas palabras con un poco de dificultad - tanto que me gustaría tener sexo contigo...-Dijo acariciando por dentro de la camisa, acariciando la espalda de Glenn tan suave y fuerte - pero no quiero ponerte en una situación, ahora contigo quiero estar contándote cosas que deberías saber si quiero seguir viéndote -Apoyo su cabeza en uno de los pectorales del cortesano, abrazándole aun con sus manos por el interior de la camisa de Glenn.
Ella subía sus manos hasta que indecentemente las metió por dentro de los pantalones bajados que llevaba Glenn puestos, agarro de sus cachetes a la vez que indago en un indecente beso en los labios ajenos, pero saco las manos, recordó para lo que había salido y salió corriendo hacia el interior de donde estaban, mas adentro de los callejones oscuros donde no le llegaban la luz del dia y entonces encontró un callejón sin salida pero había un banco rectangular de piedra. Estaba un poco destruido por algunas esquinas, pero no le importaba. Estaba inflamada, avergonzada por haber tocado a Glenn sin ni siquiera poder evitarlo.
Se notaba que le echaba de menos. ¿Por dónde empezaría a contarle? ¿Qué se había casado obligada para que su amo tuviera descendencia en su linaje? ¿Qué era lesbiana y que estaba casada con un tipo al que solo le gusta pegar a las mujeres sino se le hace caso? ¿O que era bisexual, pero que estaba enamorada de una mujer y estaba casada? También estaba lo de aquella mujer, hombre, lo que sea que escucho cuando estaba en Irlanda. Se la presentaron como una esclava, pero luego escucho que se escapó por voluntad propia, que no consiguieron capturarla de vuelta y que se fue en busca de la verdad, pero estaba relacionada con Glenn.
-¡Glenn! –Seguramente las pisadas que escuchaba cerca de su localización eran las de él, esperaba que fueran las de él, le contaría todo lo que supiera de su vida, pero tenía miedo en su cuerpo y su voz, saldría entrecortada. Tenía que ser valiente. El destino la había llevado hasta esta fecha en donde se reencontraría con Glenn, ha estado sobreviviendo para el reencuentro.
Ella subía sus manos hasta que indecentemente las metió por dentro de los pantalones bajados que llevaba Glenn puestos, agarro de sus cachetes a la vez que indago en un indecente beso en los labios ajenos, pero saco las manos, recordó para lo que había salido y salió corriendo hacia el interior de donde estaban, mas adentro de los callejones oscuros donde no le llegaban la luz del dia y entonces encontró un callejón sin salida pero había un banco rectangular de piedra. Estaba un poco destruido por algunas esquinas, pero no le importaba. Estaba inflamada, avergonzada por haber tocado a Glenn sin ni siquiera poder evitarlo.
Se notaba que le echaba de menos. ¿Por dónde empezaría a contarle? ¿Qué se había casado obligada para que su amo tuviera descendencia en su linaje? ¿Qué era lesbiana y que estaba casada con un tipo al que solo le gusta pegar a las mujeres sino se le hace caso? ¿O que era bisexual, pero que estaba enamorada de una mujer y estaba casada? También estaba lo de aquella mujer, hombre, lo que sea que escucho cuando estaba en Irlanda. Se la presentaron como una esclava, pero luego escucho que se escapó por voluntad propia, que no consiguieron capturarla de vuelta y que se fue en busca de la verdad, pero estaba relacionada con Glenn.
-¡Glenn! –Seguramente las pisadas que escuchaba cerca de su localización eran las de él, esperaba que fueran las de él, le contaría todo lo que supiera de su vida, pero tenía miedo en su cuerpo y su voz, saldría entrecortada. Tenía que ser valiente. El destino la había llevado hasta esta fecha en donde se reencontraría con Glenn, ha estado sobreviviendo para el reencuentro.
Melissa Moriarty- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/01/2014
Re: ¿Seras una ilusion de mi tristeza? || Privado
Tal vez habíamos modificados y teníamos ese extraño comportamiento entre los dos, siempre de pequeños siendo unidos, buscando el calor del otro, deseando el bienestar del contrario, pero siendo egoístas, queriendo que fuéramos el uno para el otro, sin importar que estuviéramos destinados a estar juntos. No nos importaba el destino, queríamos hacer nuestro propio camino. Una vez intentaron separarnos, el capricho de seres milenarios era más fuerte que dos pequeñines que apenas podían seguir adelante. Habíamos sido juguetes; al menos yo había podido de dejar de hacerlo, pero aun Athenea seguía en aquel círculo malvado de aquel vampiro, que la utilizaba a su antojo, eso me hacia enojar, era mejor no pensar en ello, mi sangre comenzaba a hervir de solamente pensarlo.
La sujetaba de la cintura, no podía evitar sentirme atraído por ella, sus mejillas rosadas y cabello rubio eran hermosos, ella había sido la razón de mi ser, lo que me había hecho sobrevivir durante muchos años de soledad y dolor. Gabrielle había sido creada por lo tanto que la llegaba a extrañar. Siempre habíamos sido así o eso recordaba, la verdad era que nos habíamos separado muy jóvenes y mi rostro de ella comenzaba siempre a verse borroso, en ocasiones me daba miedo el no poder reconocerla, pero por suerte lo pude hacer, estaba junto a mí y no me importaba nada más.
Me sorprendió un poco su reacción, la verdad ya estaba tan acostumbrada a las manos tocando cualquier parte de mi cuerpo que no me molestaba otra caricia más y menos de alguien que era conocido y querido como ella, pero a ella parecía afectarle tal atracción que había llegado a sentir por mí, tal vez simplemente sexual, era cierto, habíamos cambiado, no éramos simple niños, ahora ella era toda una mujer, con gran belleza, mientras yo un hombre con mis necesidades, quise detenerla pero sus manos se resbalaron fácilmente de las mías, lo cual le hizo fácil huir entre la oscuridad de los callejones —¡Athenea no te vayas! — exclame, pero ya era muy tarde, había desaparecido entre la oscuridad, tuve que apresurarme a seguirla, teniendo un terrible miedo de no poderla ver más, pero por suerte la conseguí, sentada en un pequeño banco, tan pensativa y preocupada, trate de no acercarme para reclamarle tan acto tan estúpido.
— ¿Por qué huiste? — pregunto acercándose a ella para tomar asiendo en el banco, mientras ella parecía no querer mostrar su rostro. Me acerque a su cuello blanco y pálido y deposite unos cortos besos allí, mientras con mi mano masajeaba su hombro, esta se deslizo hasta llegar a su cintura, atrayéndola más a mi — los años también te han favorecido Athenea, eres una mujer completamente hermosa, no podría ya verte como mi hermana, mi tesoro — susurre a su oído, mientras con mi mano trataba de que nuestros ojos chocaran, mientras mi mano se dirigía a aquellos pequeños senos, redondos y perfectos, de cierta manera le devolvía las caricias sugerentes — Nunca fuimos inocentes, ni en nuestra niñez pudimos lograrlo — dije sonriendo con cierta picardía mientras me acercaba a su cuello. — Apuesto que tienes tiempo que no sientes el cuerpo cálido de un hombre vivo y real— añadí entre besos en su cuello, mientras una pequeña risilla salía de mis labios.
La sujetaba de la cintura, no podía evitar sentirme atraído por ella, sus mejillas rosadas y cabello rubio eran hermosos, ella había sido la razón de mi ser, lo que me había hecho sobrevivir durante muchos años de soledad y dolor. Gabrielle había sido creada por lo tanto que la llegaba a extrañar. Siempre habíamos sido así o eso recordaba, la verdad era que nos habíamos separado muy jóvenes y mi rostro de ella comenzaba siempre a verse borroso, en ocasiones me daba miedo el no poder reconocerla, pero por suerte lo pude hacer, estaba junto a mí y no me importaba nada más.
Me sorprendió un poco su reacción, la verdad ya estaba tan acostumbrada a las manos tocando cualquier parte de mi cuerpo que no me molestaba otra caricia más y menos de alguien que era conocido y querido como ella, pero a ella parecía afectarle tal atracción que había llegado a sentir por mí, tal vez simplemente sexual, era cierto, habíamos cambiado, no éramos simple niños, ahora ella era toda una mujer, con gran belleza, mientras yo un hombre con mis necesidades, quise detenerla pero sus manos se resbalaron fácilmente de las mías, lo cual le hizo fácil huir entre la oscuridad de los callejones —¡Athenea no te vayas! — exclame, pero ya era muy tarde, había desaparecido entre la oscuridad, tuve que apresurarme a seguirla, teniendo un terrible miedo de no poderla ver más, pero por suerte la conseguí, sentada en un pequeño banco, tan pensativa y preocupada, trate de no acercarme para reclamarle tan acto tan estúpido.
— ¿Por qué huiste? — pregunto acercándose a ella para tomar asiendo en el banco, mientras ella parecía no querer mostrar su rostro. Me acerque a su cuello blanco y pálido y deposite unos cortos besos allí, mientras con mi mano masajeaba su hombro, esta se deslizo hasta llegar a su cintura, atrayéndola más a mi — los años también te han favorecido Athenea, eres una mujer completamente hermosa, no podría ya verte como mi hermana, mi tesoro — susurre a su oído, mientras con mi mano trataba de que nuestros ojos chocaran, mientras mi mano se dirigía a aquellos pequeños senos, redondos y perfectos, de cierta manera le devolvía las caricias sugerentes — Nunca fuimos inocentes, ni en nuestra niñez pudimos lograrlo — dije sonriendo con cierta picardía mientras me acercaba a su cuello. — Apuesto que tienes tiempo que no sientes el cuerpo cálido de un hombre vivo y real— añadí entre besos en su cuello, mientras una pequeña risilla salía de mis labios.
Si me pedía la luna,
Se la bajaría,
Ella era mi Athenea,
La diosa de mi pasado,
Que volvía al presente,
Hermosa y madura.
Se la bajaría,
Ella era mi Athenea,
La diosa de mi pasado,
Que volvía al presente,
Hermosa y madura.
Glenn Thomsson- Prostituto Clase Baja
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Fecha de inscripción : 31/12/2011
Localización : Debajo de alguna falda
Re: ¿Seras una ilusion de mi tristeza? || Privado
¿El cuerpo cálido de un hombre vivo y real?
Si, podía sentirlo, también como su ropa interior quería salir de sus piernas para que indagara más en ella. Aquellas caricias eran como movimientos de algún baile secreto de satán o alguna manera de encandilarla y no, no eran ya jóvenes inocentes que jugaban a tocarse o simplemente a jugar a médicos. Ahora ambos estaban envueltos, sobre todo Glenn se envolvía con ella con facilidad, demostrando sus dotes de lo que ahora era, un cortesano, sintió una corriente pequeña de aire sobre su hombro destapado, su garganta jadeo al sentir una mano cálida sobre uno de sus senos, debajo del vestido justamente, pero ella intentaba zafarse, no, eran buenos amigos pero su cuerpo detonaba la cuenta atrás para la sumisión hacia Glenn, finalmente dejándose tocar.
Con sus brazos hacia delante en un bello arco que alzaba la belleza de sus senos, su mirada se cruzó con la de Glenn, aún estaba tocándola dentro de su vestido, ella recostó su cabeza en la curvatura del cuello de Glenn, ella se apoyó mano y mano en su regazo, pensando que más quería de ella – Tengo…las bragas húmedas Glenn…conseguirás que sea tu sumisa o tu esclava sexual…-Se imaginó una situación divertida, ella siendo una sumisa a las ordenes de Glenn, Naomi amándola y su supuesto esposo acosándola porque se acostara con ella aun de no ser virgen para él.
Quería deshacerse de él lo más rápido que pudiera pero sin mancharse las manos de sangre. ¿Cómo podía existir tal persona en este mundo así de egocéntrico y narcisista? Era inaudito. El libido que sentía se cerno sobre sí misma y bajo de un solo bajón de ánimos. Se soltó con facilidad de los brazos de Glenn, de su mirada y entonces se dio la vuelta en el banco, quedándose frente a frente a Glenn – Glenn ¿Me ayudarías a matar a mi amo, a aquel a quien he sido desposada hace una semana en Irlanda y liberarme de su yugo? –Puso sus manos sobre la pierna más cercana de Glenn que tenía, se acercó entonces ella, propinándole con un tierno beso en su comisura derecha - ¿Qué dices? ¿Quieres mi cuerpo y servidumbre como tu sumisa? Dime! ¿Quieres dinero? ¿Información sobre Mairu? –Se tapó la boca de repente por lo que dijo, se echó hacia atrás, alejándose y desviando la mirada.
Ya era tarde.
Ya lo había dicho.
Melissa Moriarty- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/01/2014
Re: ¿Seras una ilusion de mi tristeza? || Privado
Era un juego el explorar una piel que había conocido algo mas inmadura, sentía en mis yemas como la protuberancia de sus pequeños habían crecido aun más de lo esperado, pero también se debía a mi tacto lujurioso, que buscaba explorar todo rápidamente encima de su ropa. Pues a los cortesanos nos enseñan a tratar de hacer todo rápido y fácil, así te encuentras con más posibilidades de obtener más francos entre más gente disfrutara tus servicios. Eran las malas costumbres que salían a flote aun sin estar trabajando, pero también era culpa de ella que se amoldaba bien a los juegos sucios que podría llegar a plantearle.
— Eso suena divertido — respondí con cierta picardía, imaginándome lo que podríamos llegar a hacer si estuviéramos juntos todo el tiempo que deseáramos. Todo parecía ser apenas una ilusión creada por el largo tiempo que teníamos sin vernos. Su alrededor se apagaba hasta su ánimo sufría cierto cambio, que hizo que me despegara de ella para mirarle a los ojos.
¿Escuchaba bien?
Tuve que parpadear un par de veces para procesar sus palabras, sentí muy lejano su beso. ¿Era así tan desesperada que estaba? Mi mente parecía divagar, podría hacerlo, llegaba a ser fácil deshacerse de alguien que estaba maltratando a un ser querido y podría hacerlo como algo tan sencillo como era por quererla. — ¿Qué dices Athenea? — me levante sin pensarlo. ¿Qué había acabado de decir? Mi corazón se acérelo y mi cuerpo se tenso allí parado frente a ella. — ¿Información sobre quién? — sabia la respuesta pero deseaba volver a escuchar concretamente lo que tenía que decir. Pero mi bella amada de cabellos dorados parecía que deseaba evadir tal conversación, se veía nerviosa y dudosa de si debía seguir adelante.
Era momento de presionarla. ¿No era ella quien deseaba jugar? Una amplia sonrisa apareció en mi rostro, mientras mis manos fueron a sus cabellos para sujetarla firmemente haciendo que su rostro quedara mirando fijamente al mío— Has dicho que estas tan húmeda que podrías ser mi sumisa, pues ahora llegaras a hacerlo — reí suavemente, mientras besaba castamente sus labios mientras la sostenía firmemente de sus cabellos. — ¿No me dirás lo que sabes? La niña está siendo mala… deberá ser castigada entonces — su rostro se mostro duro, mi semblante había cambiado a un ser más dominante, como parecía necesitar aquella “jovencita”. — Vamos ponte en cuatro aquí mismo, hay que darte unas nalgadas por ser tan desobediente— deje libre su cabello, y de un empujón de su hombro la deje en el piso, arrodillada. — Quítate también esas bragas húmedas — ordeno sin esperar reproche.
— ¿Cómo puedes pedirme que mate a un hombre, querida? — Añadí suspirando con cierta decepción — pensé que me querías, pero veo que solamente me estas utilizando para tus caprichos de niña malcriada — me alzo los hombros, obligándola a estar de cuatro, con las manos en la tierra— Yo simple don nadie… matar a alguien, luego me acusan a mí y tu quedarías libre, viuda y rica… perfecto ¿no crees? — sabia que ella no lo haría de tal manera, sabía que ella me quería, pero necesitaba quebrarla, necesitaba saber de Mairu y parecía estar renuente a decírmelo, terminaría siendo duro con ella, hasta que soltara lo que tuviera.
Glenn Thomsson- Prostituto Clase Baja
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Re: ¿Seras una ilusion de mi tristeza? || Privado
La mujer no es una posesión, y el hombre que piense lo contrario vive en el país de los sueños.
Robert Heinlein
Si alguien tiene que perder, entonces en este caso tenía que ser Athenea. Por la excitación que se dejó llevar, dijo algo que ahora la tenía a cuatro patas. Le era difícil sacarse la ropa interior como Glenn le había dicho que hiciera pero se reincorporo un poco de rodillas y fue bajándosela, aguantando el bochorno que el momento estuviera otorgándola en ese instante. No quería llorar pues no quería humillarse más – Glenn…no sé qué…¿Por dónde quieres que empiece? –Estaba hecha un lio, simplemente no sabía por dónde empezar lo que sabía. Que había sabido de alguien cercano a Glenn y que había desaparecido para ser otro tipo de persona. ¿Por dónde empezaba? Probablemente por el principio pero ni ella misma conseguía concentrarse.
Noto como Glenn había tomado la pose de un domador, lo que había dicho había sido sin pensar, estaba tan hipnotizada por aquellas caricias que ella misma se había dejado llevar por el placer y el mágico toque de las manos de Glenn. Volvía a recolocarse a cuatro patas con las bragas por sus rodillas, no podía bajárselas o más bien quitárselas debido a que ahora estaba a cuatro patas. Seguía esperando una señal en que Glenn le dijera el próximo movimiento. Estaba a la espera mientras pensaba en la respuesta que aún no sabía cómo decirle – Glenn no digas que no te amo, sabes que si te amo y que jamás te utilizaría para fines malévolos, pero no tengo vida cuando estoy con aquel hombre….o al menos llévame contigo, llévame y haz que crea que estoy muerta para así librarme de su compañía….-Giro su mirada cuando se puso antes el cabello hacia un lado, haciendo que cayera en cascada hacia delante, sus ojos miraban la salida del callejón pero estaba a cuatro patas aun, con la vergüenza sobre sus mejillas rosadas y a la espera de alguna respuesta de Glenn. Sencillamente la esperaba y quería que fuese buena.
-Glenn…-Dijo mirándole aun hacia atrás un poco - Glenn dime, ¿Qué vas a hacer ahora mismo? –se quedó preguntándole mientras se daba la vuelta aun en rodillas, pero comenzaban a dolerle así que hizo apoyo en el banco para poder levantarse y acercarse a Glenn aunque tropezándose hacia delante tras tropezar con la ropa interior que esta se deslizo sola, cayó sobre Glenn e hizo que ambos cayeran en el suelo, sobre el camino de adoquines de aquellas tres paredes del callejón sin salida en donde estaban -¿Glenn? ¿Estás bien?- Pregunto Athenea preocupada de como se había tornado las cosas. Ella quedándose sin ropa interior y encima de Glenn, para colmo sabia en lo que trabajaba su estimado mejor amigo de la infancia.
Robert Heinlein
Si alguien tiene que perder, entonces en este caso tenía que ser Athenea. Por la excitación que se dejó llevar, dijo algo que ahora la tenía a cuatro patas. Le era difícil sacarse la ropa interior como Glenn le había dicho que hiciera pero se reincorporo un poco de rodillas y fue bajándosela, aguantando el bochorno que el momento estuviera otorgándola en ese instante. No quería llorar pues no quería humillarse más – Glenn…no sé qué…¿Por dónde quieres que empiece? –Estaba hecha un lio, simplemente no sabía por dónde empezar lo que sabía. Que había sabido de alguien cercano a Glenn y que había desaparecido para ser otro tipo de persona. ¿Por dónde empezaba? Probablemente por el principio pero ni ella misma conseguía concentrarse.
Noto como Glenn había tomado la pose de un domador, lo que había dicho había sido sin pensar, estaba tan hipnotizada por aquellas caricias que ella misma se había dejado llevar por el placer y el mágico toque de las manos de Glenn. Volvía a recolocarse a cuatro patas con las bragas por sus rodillas, no podía bajárselas o más bien quitárselas debido a que ahora estaba a cuatro patas. Seguía esperando una señal en que Glenn le dijera el próximo movimiento. Estaba a la espera mientras pensaba en la respuesta que aún no sabía cómo decirle – Glenn no digas que no te amo, sabes que si te amo y que jamás te utilizaría para fines malévolos, pero no tengo vida cuando estoy con aquel hombre….o al menos llévame contigo, llévame y haz que crea que estoy muerta para así librarme de su compañía….-Giro su mirada cuando se puso antes el cabello hacia un lado, haciendo que cayera en cascada hacia delante, sus ojos miraban la salida del callejón pero estaba a cuatro patas aun, con la vergüenza sobre sus mejillas rosadas y a la espera de alguna respuesta de Glenn. Sencillamente la esperaba y quería que fuese buena.
-Glenn…-Dijo mirándole aun hacia atrás un poco - Glenn dime, ¿Qué vas a hacer ahora mismo? –se quedó preguntándole mientras se daba la vuelta aun en rodillas, pero comenzaban a dolerle así que hizo apoyo en el banco para poder levantarse y acercarse a Glenn aunque tropezándose hacia delante tras tropezar con la ropa interior que esta se deslizo sola, cayó sobre Glenn e hizo que ambos cayeran en el suelo, sobre el camino de adoquines de aquellas tres paredes del callejón sin salida en donde estaban -¿Glenn? ¿Estás bien?- Pregunto Athenea preocupada de como se había tornado las cosas. Ella quedándose sin ropa interior y encima de Glenn, para colmo sabia en lo que trabajaba su estimado mejor amigo de la infancia.
Melissa Moriarty- Humano Clase Alta
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Re: ¿Seras una ilusion de mi tristeza? || Privado
Ambos habíamos caído al suelo, por suerte no me golpee fuerte la cabeza, pero cerré los ojos esperando un golpe realmente doloroso. Mi espalda choco contra un suelo muy duro, húmedo y frio, pero por suerte Athenea estaba bien. Siempre había sido un poco torpe en sus andanzas, desde pequeñas su cuerpo parecía estar especializado en caerse. Ella se preocupaba por mí, como yo lo hacía con ella; siempre desde pequeños, habíamos sido solamente nosotros dos contra el mundo.
¿Por qué este nos había querido separar? Fuimos arrebatados uno del otro, olvidando nuestro origen y promesas; promesas que terminaron olvidadas junto con nuestra cruel infancia. Termine sujetándola fuertemente, la aprisione a mi cuerpo lo más que pude. Sus ojos aunque estaban cerrados, parecían querer derramar finamente varias lagrimas por los costados, por eso no me atrevía a abrirlos.
— ¿Qué estoy haciendo Athenea? — Pregunte, mientras suspiraba largamente, sin dejar de abrazarla — No debería estar haciéndote tal daño — abrí los ojos y las lagrimas bajaron hasta encontrarse con mis orejas y luego el piso. No la podía ver, quería volver a cerrar mis ojos y terminar volviendo a los lugares lindos de nuestra infancia; los cuales siempre habían sido escasos — Siempre quise que para toda la vida fuéramos solamente tú y yo, pero me fuiste arrebatada… — confesé sin miedo a sus pensamientos. — Al parecer todos mis seres queridos me son arrebatados —
¿Por qué este nos había querido separar? Fuimos arrebatados uno del otro, olvidando nuestro origen y promesas; promesas que terminaron olvidadas junto con nuestra cruel infancia. Termine sujetándola fuertemente, la aprisione a mi cuerpo lo más que pude. Sus ojos aunque estaban cerrados, parecían querer derramar finamente varias lagrimas por los costados, por eso no me atrevía a abrirlos.
— ¿Qué estoy haciendo Athenea? — Pregunte, mientras suspiraba largamente, sin dejar de abrazarla — No debería estar haciéndote tal daño — abrí los ojos y las lagrimas bajaron hasta encontrarse con mis orejas y luego el piso. No la podía ver, quería volver a cerrar mis ojos y terminar volviendo a los lugares lindos de nuestra infancia; los cuales siempre habían sido escasos — Siempre quise que para toda la vida fuéramos solamente tú y yo, pero me fuiste arrebatada… — confesé sin miedo a sus pensamientos. — Al parecer todos mis seres queridos me son arrebatados —
Glenn Thomsson- Prostituto Clase Baja
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Re: ¿Seras una ilusion de mi tristeza? || Privado
¿Tenía que seguir escuchando tanta tristeza? Athenea no lo pensó sino actuó, se acercó a Glenn y lentamente fue besándole cada lágrima que derramaba – Oye Glenn ya todo pasó. Estamos juntos y no hay nada que nos lo pueda impedir…-Susurro en su oído, después se acurruco en el como si fueran aquellos tiempos en los que Glenn era su salvavidas, en los que en esos tiempo Glenn la protegía, y al parecer aun lo hacía por preocuparse por ella. Se acurruco bien en la curvatura de su cuello, ambos tendidos en el suelo y prácticamente se podía observar un buen ángulo en el que los senos de Athenea estaban bien apretujados contra el pecho de Glenn.
– Oye Glenn…-Levanto su mirada hacia su gran amigo y con derecho a algún que otro roce, se puso un poco más sobre él y volvió a acurrucarse sobre el, haciéndose un ovillo en el cuerpo ajeno mientras lo abrazaba con ambos brazos – ¿Iba en serio de lo de hacerme tuya? –Pregunto sin venir al caso, pensó que rompiendo la tensión de la tristeza y añadiendo un comentario torpe lo ayudaría a salir de su círculo vicioso de depresión del pasado, demostrando que esto podrían solucionarlo si ideaban algo entre los dos.
-¿Glenn? –Se levantó lo suficiente como para poder mirarle desde arriba, con el vestido medio holgado por las caricias de antes - ¿Vas…a seguir o vamos a tomar un helado? –Se acercó a su oído para lamerlo lentamente - Quiero uno de vainilla y chocolate –Susurro lentamente en aquel pálido oído que la escuchaba atentamente, acariciando mientras con el pulgar el torso pálido por un hueco abierto de la camisa. Beso su cuello volviendo de nuevo a aquella posición fetal sobre el cuerpo de Glenn, siguió acariciándole hasta que pudo escuchar los ruidos que interrumpían en las calles, parecía gente corriendo, gritando y enseguida se reincorporo sentada al lado de Glenn, agarrándole por el miedo que se había introducido de repente en su cuerpo sin su permiso – Glenn… ¿Qué ocurre? –Pregunto temiendo lo peor.
No quería separarse de Glenn – Oye ¿Y si dejamos el helado y vamos a mi casa o a tu casa? –Pregunto mirándole de rodillas en el suelo, su vestido ahora le importaba poco en la situación que se habían metido. O bueno, algo los había metido en aquella situación. Era verdad que nadie podría fijarse con firmeza en ellos pues estaban bien a oscuras, pero lo que Athenea vio, no le gusto en absoluto. Pudo sentir la muerte mirándola de cerca, un hombre de negro, cuerdas, anillas, cuero, hebillas a los tobillos y pantorrillas, con pálidas manos y uñas negras.
Sujetaba una bolsa que parecía soltar un líquido carmesí – Glenn…-Susurro cerca de él, le intento agarrar pero pudo notar la mano de Glenn sobre sus labios, tapándole la boca para que no emitiera ningún sonido y enseguida, aquel hombre de pinta monstruosa se fue por el único camino de luz causando gritos y dolor a su paso - ¿Qué era eso? –Giro su rostro lo suficiente para poder ver a Glenn - ¿Glenn? –Termino dándose la vuelta para sacudirle un poco y hacer que volviera -¿Glenn? ¿Qué pasa? Por favor, quiero irme a casa o a la tuya, no sé, pero vámonos de aquí….-Iba a ponerse a llorar y ya hacia demasiado por controlar el miedo que pronto la haría enloquecer si no salían de ahí de inmediato.
– Oye Glenn…-Levanto su mirada hacia su gran amigo y con derecho a algún que otro roce, se puso un poco más sobre él y volvió a acurrucarse sobre el, haciéndose un ovillo en el cuerpo ajeno mientras lo abrazaba con ambos brazos – ¿Iba en serio de lo de hacerme tuya? –Pregunto sin venir al caso, pensó que rompiendo la tensión de la tristeza y añadiendo un comentario torpe lo ayudaría a salir de su círculo vicioso de depresión del pasado, demostrando que esto podrían solucionarlo si ideaban algo entre los dos.
-¿Glenn? –Se levantó lo suficiente como para poder mirarle desde arriba, con el vestido medio holgado por las caricias de antes - ¿Vas…a seguir o vamos a tomar un helado? –Se acercó a su oído para lamerlo lentamente - Quiero uno de vainilla y chocolate –Susurro lentamente en aquel pálido oído que la escuchaba atentamente, acariciando mientras con el pulgar el torso pálido por un hueco abierto de la camisa. Beso su cuello volviendo de nuevo a aquella posición fetal sobre el cuerpo de Glenn, siguió acariciándole hasta que pudo escuchar los ruidos que interrumpían en las calles, parecía gente corriendo, gritando y enseguida se reincorporo sentada al lado de Glenn, agarrándole por el miedo que se había introducido de repente en su cuerpo sin su permiso – Glenn… ¿Qué ocurre? –Pregunto temiendo lo peor.
No quería separarse de Glenn – Oye ¿Y si dejamos el helado y vamos a mi casa o a tu casa? –Pregunto mirándole de rodillas en el suelo, su vestido ahora le importaba poco en la situación que se habían metido. O bueno, algo los había metido en aquella situación. Era verdad que nadie podría fijarse con firmeza en ellos pues estaban bien a oscuras, pero lo que Athenea vio, no le gusto en absoluto. Pudo sentir la muerte mirándola de cerca, un hombre de negro, cuerdas, anillas, cuero, hebillas a los tobillos y pantorrillas, con pálidas manos y uñas negras.
Sujetaba una bolsa que parecía soltar un líquido carmesí – Glenn…-Susurro cerca de él, le intento agarrar pero pudo notar la mano de Glenn sobre sus labios, tapándole la boca para que no emitiera ningún sonido y enseguida, aquel hombre de pinta monstruosa se fue por el único camino de luz causando gritos y dolor a su paso - ¿Qué era eso? –Giro su rostro lo suficiente para poder ver a Glenn - ¿Glenn? –Termino dándose la vuelta para sacudirle un poco y hacer que volviera -¿Glenn? ¿Qué pasa? Por favor, quiero irme a casa o a la tuya, no sé, pero vámonos de aquí….-Iba a ponerse a llorar y ya hacia demasiado por controlar el miedo que pronto la haría enloquecer si no salían de ahí de inmediato.
Melissa Moriarty- Humano Clase Alta
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