AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Ilusión a victoria [Privado]
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Ilusión a victoria [Privado]
Lo imposible no puede haber sucedido; por tanto, lo imposible tiene que ser posible, a pesar de las apariencias.
Agatha Christie
Una bruja huérfana y solitaria, aquello no podía ser más sencillo y sobre todo, era la oportunidad perfecta para liberarse de la frustración acumulada en los últimos días, todo gracias a Wyatt y la novedad de que tendría que soportarlo más de lo que ella esperaba. Darse cuenta que se encontraba unida a él, le daban ganas de asesinarse, pero sabiendo que de hacerlo aquel cazador se iría junto a ello, le quitaba todo encanto.
Su intención esa noche y las venideras, era consultar tantos brujos como fuera posible, para ver si alguno de ellos sabía la manera de liberarle de la maldición que posaba sobre ella. Hasta ese momento ya se había encontrado con cerca de diez hechiceros y ante la inutilidad de cada uno de ellos, la alemana termino asesinándoles. De no serle de utilidad para sus fines, entonces no merecían caminar sobre esa tierra. Una vez eliminado todo lo inútil, la búsqueda continuaba y la última bruja le llevo hasta otra de cabellos claros, a quien reservo para la noche que ahora pasaba.
– Brujas – susurró para si mientras caminaba por las calles. Desde que la vieja bruja les maldijera, detestaba mas que a nada esas sobre naturales pero con todo y eso, necesitaba de ellas para poder salir del embrollo donde se metiera. Sabía que aquel bruja no tenía un lugar fijo donde estar - pues realizo su investigación - así que la expedición de esa noche era más que nada lanzarse a la suerte, aunque esa no estuviera sonriéndole demasiado en los últimos días.
Las calles se abrían para ella con una enorme cantidad de posibilidades, pero entre todas ellas, solo una le interesaba realmente. La bruja de quien esperaba grandes cosas. La cazadora quería ser salvada del martirio de cargar con Wyatt por el tiempo venidero. Wyatt, el simple hecho de que el nombre cruzara su mente le causaba a la alemana una repulsión tremenda, pero así eran las cosas, al menos hasta ese momento. Iba maldiciendo a la vida, deseando que toda la pesadilla se terminara de una buena vez cuando los cabellos que tanto buscara dieron una vuelta en un callejón y los labios de Morgan se curvaron en una sonrisa victoriosa. Los pasos de la cazadora se aceleraron y al girar por la misma calle que la bruja se apresuro a darle completo alcance. Estando a la distancia apropiada le sujeto del hombro como si fuera una conocida suya.
– ¿Dónde te has metido? – dijo con una sonrisa que después volvió una mueca de sorpresa, tratando de recrear una escena donde ella se equivocaba de persona. La soltó entonces – Lo siento, me he equivocado de persona – fingió estar apenada lo más que pudo, dando sonrisas bobas y miradas confundidas; solo esperaba que la bruja cayera en la trampa y de no hacerlo, igual estaba lo suficientemente cerca de ella como para amenazarle y obligarle a hacer cuanto pidiera la alemana.
Agatha Christie
Una bruja huérfana y solitaria, aquello no podía ser más sencillo y sobre todo, era la oportunidad perfecta para liberarse de la frustración acumulada en los últimos días, todo gracias a Wyatt y la novedad de que tendría que soportarlo más de lo que ella esperaba. Darse cuenta que se encontraba unida a él, le daban ganas de asesinarse, pero sabiendo que de hacerlo aquel cazador se iría junto a ello, le quitaba todo encanto.
Su intención esa noche y las venideras, era consultar tantos brujos como fuera posible, para ver si alguno de ellos sabía la manera de liberarle de la maldición que posaba sobre ella. Hasta ese momento ya se había encontrado con cerca de diez hechiceros y ante la inutilidad de cada uno de ellos, la alemana termino asesinándoles. De no serle de utilidad para sus fines, entonces no merecían caminar sobre esa tierra. Una vez eliminado todo lo inútil, la búsqueda continuaba y la última bruja le llevo hasta otra de cabellos claros, a quien reservo para la noche que ahora pasaba.
– Brujas – susurró para si mientras caminaba por las calles. Desde que la vieja bruja les maldijera, detestaba mas que a nada esas sobre naturales pero con todo y eso, necesitaba de ellas para poder salir del embrollo donde se metiera. Sabía que aquel bruja no tenía un lugar fijo donde estar - pues realizo su investigación - así que la expedición de esa noche era más que nada lanzarse a la suerte, aunque esa no estuviera sonriéndole demasiado en los últimos días.
Las calles se abrían para ella con una enorme cantidad de posibilidades, pero entre todas ellas, solo una le interesaba realmente. La bruja de quien esperaba grandes cosas. La cazadora quería ser salvada del martirio de cargar con Wyatt por el tiempo venidero. Wyatt, el simple hecho de que el nombre cruzara su mente le causaba a la alemana una repulsión tremenda, pero así eran las cosas, al menos hasta ese momento. Iba maldiciendo a la vida, deseando que toda la pesadilla se terminara de una buena vez cuando los cabellos que tanto buscara dieron una vuelta en un callejón y los labios de Morgan se curvaron en una sonrisa victoriosa. Los pasos de la cazadora se aceleraron y al girar por la misma calle que la bruja se apresuro a darle completo alcance. Estando a la distancia apropiada le sujeto del hombro como si fuera una conocida suya.
– ¿Dónde te has metido? – dijo con una sonrisa que después volvió una mueca de sorpresa, tratando de recrear una escena donde ella se equivocaba de persona. La soltó entonces – Lo siento, me he equivocado de persona – fingió estar apenada lo más que pudo, dando sonrisas bobas y miradas confundidas; solo esperaba que la bruja cayera en la trampa y de no hacerlo, igual estaba lo suficientemente cerca de ella como para amenazarle y obligarle a hacer cuanto pidiera la alemana.
Zenevieva Nikoláievich- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/11/2014
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Re: Ilusión a victoria [Privado]
"No parecía peligrosa, pero si tocas dos veces no sabes quién abrirá"
Había dejado de ser Alexia desde hace varias noches, porque al menos unas quince o veinte lunas habían aparecido en el cielo desde que la ingenua hechicera muriera. El espíritu de su madre tomó posesión del cuerpo aún caliente y se adueñó de tal modo que subsanó con remedios la enfermedad y le dio una apariencia menos desaliñada. Era como una casa casi en ruinas que toma otro y arregla a su completo antojo, mejorándola por lo menos en apariencia.
Sin embargo aún era poco tiempo y aparte de peinar los pálidos cabellos y mejorar su alimentación, hasta ahora con el dinero de Drake, necesitaba retomar la magia y lucrarse a través de ello. Cuando estuvo viva y en su propio cuerpo, fue buena con remedios de todo tipo y sabía bien que muchos pagarían más alto un hechizo rápido que un remedio lento. Pero antes de empezar con ello necesitaba arreglar un par de cosas para sí misma, como el poder aferrarse más a ese cuerpo que no le pertenecía y evitar ser expulsada del mismo. Por lo mismo fue que en cuanto el atardecer comenzaba, salió de la casa del vampiro al que se le había instalado sin derecho alguno y salió antes que él despertara de su sueño diurno. Curiosamente, aquella había mantenido casi el mismo patrón de sueño que el vampiro y apenas se despertaba con pocas horas de diferencia, alcanzando a salir a lo que quedaba de sol a lo largo de los días.
Avanzaba en silencio, sin el gato habitual a su lado pero manteniendo ese saco gris que usara la antigua propietaria del cuerpo a modo de camuflaje o, mejor dicho, para pasar desapercibida entre ciertas calles, antes de llegar a una bastante escondida, donde una anciana vendía hierbas poco comunes y que a veces eran consideradas alucinógenas. Llevaba el dinero apenas necesario en el bolsillo y al poco tiempo de girar la calle, alguien de voz demasiado feliz la tomó por el hombro y le habló de una forma carente de significado para ella —¿Qué? — dijo fingiendo una inexistente nobleza y sonrió al girarse, como si se tratara de la Alexia tonta de siempre —Ah, sí, te confundiste, adiós— respondió pícaramente y se giró, poniendo los ojos en blanco en cuanto le dio la espalda a la mujer y siguió avanzando, pretendiendo dar por terminado aquél encuentro aparentemente sin sentido.
Si hubiese sido la verdadera Alexia, seguro se habría quedado parada preguntando alguna cosa y hasta intentando hacer amigos, pero Alexandria -Que era el nombre del nuevo ocupante del cuerpo- carecía de la misma paciencia e incluso no sentía la necesidad de empatizar con nadie que no le generara provecho alguno. La desconocida había sido como cruzarse un perro pasando la calle para ser olvidado en el siguiente minuto. Su aura la delataba humana y, por el modo de hablar, seguramente era una igual de tonta de lo que fuera antes Alexia.
Sin embargo aún era poco tiempo y aparte de peinar los pálidos cabellos y mejorar su alimentación, hasta ahora con el dinero de Drake, necesitaba retomar la magia y lucrarse a través de ello. Cuando estuvo viva y en su propio cuerpo, fue buena con remedios de todo tipo y sabía bien que muchos pagarían más alto un hechizo rápido que un remedio lento. Pero antes de empezar con ello necesitaba arreglar un par de cosas para sí misma, como el poder aferrarse más a ese cuerpo que no le pertenecía y evitar ser expulsada del mismo. Por lo mismo fue que en cuanto el atardecer comenzaba, salió de la casa del vampiro al que se le había instalado sin derecho alguno y salió antes que él despertara de su sueño diurno. Curiosamente, aquella había mantenido casi el mismo patrón de sueño que el vampiro y apenas se despertaba con pocas horas de diferencia, alcanzando a salir a lo que quedaba de sol a lo largo de los días.
Avanzaba en silencio, sin el gato habitual a su lado pero manteniendo ese saco gris que usara la antigua propietaria del cuerpo a modo de camuflaje o, mejor dicho, para pasar desapercibida entre ciertas calles, antes de llegar a una bastante escondida, donde una anciana vendía hierbas poco comunes y que a veces eran consideradas alucinógenas. Llevaba el dinero apenas necesario en el bolsillo y al poco tiempo de girar la calle, alguien de voz demasiado feliz la tomó por el hombro y le habló de una forma carente de significado para ella —¿Qué? — dijo fingiendo una inexistente nobleza y sonrió al girarse, como si se tratara de la Alexia tonta de siempre —Ah, sí, te confundiste, adiós— respondió pícaramente y se giró, poniendo los ojos en blanco en cuanto le dio la espalda a la mujer y siguió avanzando, pretendiendo dar por terminado aquél encuentro aparentemente sin sentido.
Si hubiese sido la verdadera Alexia, seguro se habría quedado parada preguntando alguna cosa y hasta intentando hacer amigos, pero Alexandria -Que era el nombre del nuevo ocupante del cuerpo- carecía de la misma paciencia e incluso no sentía la necesidad de empatizar con nadie que no le generara provecho alguno. La desconocida había sido como cruzarse un perro pasando la calle para ser olvidado en el siguiente minuto. Su aura la delataba humana y, por el modo de hablar, seguramente era una igual de tonta de lo que fuera antes Alexia.
Alexia Voltaire- Hechicero Clase Baja
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Re: Ilusión a victoria [Privado]
Espera... es solo un instante. Necesito hablar contigo...
Stephen King
Ante los ojos de la cazadora era la misma bruja sin hogar y sin nadie que se preocupara por ella, por eso se había acercado a ella de aquella manera. Le había seguido, segura de que las cosas salían según lo planeado por ella, porque después de todo la alemana era mucho mejor cazadora que el idiota de Wyatt, por quien ahora se encontraban en esa lamentable situación en la que requerían de cuidarse por el bien del otro. ¿Le interesaba cuidarlo a él? Claro que no, pero debía estar consciente de que su vida dependía también de aquel bruto hombre y que cualquier movimiento en falso de alguno podría llevarlos al fin de la vida.
Morgan siguió a aquella bruja con la esperanza de tener una respuesta a su maldición, una idea de si aquella mujer podía ayudar a que ella y el cazador no estuviesen más ligados. La alemana lo deseaba fuera de su vida para siempre, desde el momento en que lo vio por primera vez, no deseo nada más que eso, sin embargo nada era como lo espero en un inició y ahora tenía que confiar en que alguna de aquellas brujas pudiera ayudar a romper una maldición. No toleraba engaños cuando se acercaba a ellas, aquellas que admitían su incompetencia terminaban muriendo rápido y casi sin dolor; pero quienes se las daban de conocedoras y al final no lograban nada, para ellas tenía lecciones lentas y dolorosas.
Fingió un encuentro accidental con aquella mujer pero lo único que recibió fueron palabras secas que le hicieron fruncir el ceño y mirar con rabia a la bruja aquella. Maldita bruja callejera que quería hacer las cosas más complicadas para la cazadora.
– Espera por favor… – dijo terminando por seguirla – lamento la confusión hace unos segundos pero – le miro y fingió estar un poco avergonzada – ¿podrías ayudarme? Es que se supone que vendría a alguien aquí, de hecho a la mujer con quien te he confundido pero me da un poco de temor estar sola – bajo el tono de su voz, aun tratando de hacer que la bruja se detuviese por lo menos unos segundos con ella; necesitaba al menos un poco de tiempo para poder sacar esa parte oscura de ella y ver si le serviría o era una inútil más – corren rumores de que estas son calles de criaturas de la noche – confeso aquello cual secreto, mirando de un lado a otro, como si fuera a aparecer alguna otra criatura y no fuera una bruja aquella con quien hablaba – y dicen que esas criaturas son capaces de hacer muchas cosas con las personas perdidas – cruzo los brazos frente a su pecho – solo será un momento el que te pido, te daré lo que me pidas a cambio – aunque más bien, según la alemana, todo sería al contrario.
Stephen King
Ante los ojos de la cazadora era la misma bruja sin hogar y sin nadie que se preocupara por ella, por eso se había acercado a ella de aquella manera. Le había seguido, segura de que las cosas salían según lo planeado por ella, porque después de todo la alemana era mucho mejor cazadora que el idiota de Wyatt, por quien ahora se encontraban en esa lamentable situación en la que requerían de cuidarse por el bien del otro. ¿Le interesaba cuidarlo a él? Claro que no, pero debía estar consciente de que su vida dependía también de aquel bruto hombre y que cualquier movimiento en falso de alguno podría llevarlos al fin de la vida.
Morgan siguió a aquella bruja con la esperanza de tener una respuesta a su maldición, una idea de si aquella mujer podía ayudar a que ella y el cazador no estuviesen más ligados. La alemana lo deseaba fuera de su vida para siempre, desde el momento en que lo vio por primera vez, no deseo nada más que eso, sin embargo nada era como lo espero en un inició y ahora tenía que confiar en que alguna de aquellas brujas pudiera ayudar a romper una maldición. No toleraba engaños cuando se acercaba a ellas, aquellas que admitían su incompetencia terminaban muriendo rápido y casi sin dolor; pero quienes se las daban de conocedoras y al final no lograban nada, para ellas tenía lecciones lentas y dolorosas.
Fingió un encuentro accidental con aquella mujer pero lo único que recibió fueron palabras secas que le hicieron fruncir el ceño y mirar con rabia a la bruja aquella. Maldita bruja callejera que quería hacer las cosas más complicadas para la cazadora.
– Espera por favor… – dijo terminando por seguirla – lamento la confusión hace unos segundos pero – le miro y fingió estar un poco avergonzada – ¿podrías ayudarme? Es que se supone que vendría a alguien aquí, de hecho a la mujer con quien te he confundido pero me da un poco de temor estar sola – bajo el tono de su voz, aun tratando de hacer que la bruja se detuviese por lo menos unos segundos con ella; necesitaba al menos un poco de tiempo para poder sacar esa parte oscura de ella y ver si le serviría o era una inútil más – corren rumores de que estas son calles de criaturas de la noche – confeso aquello cual secreto, mirando de un lado a otro, como si fuera a aparecer alguna otra criatura y no fuera una bruja aquella con quien hablaba – y dicen que esas criaturas son capaces de hacer muchas cosas con las personas perdidas – cruzo los brazos frente a su pecho – solo será un momento el que te pido, te daré lo que me pidas a cambio – aunque más bien, según la alemana, todo sería al contrario.
Zenevieva Nikoláievich- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/11/2014
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Re: Ilusión a victoria [Privado]
"La sonrisa no le llegaba a los ojos. Así supe que mentía"
Alexia era la crédula, la ingenua, la dócil. Pero Alexandria era analítica, desconfiada y aprovechada en cada contexto posible. Ya había sido suficiente de la apariencia desaliñada de la hechicera, aquél era tiempo de usar la magia que le había sido dada y que Alexia desaprovechara por andar recluida en una cripta en lugar de un manicomio.
La nueva ocupante de aquél cuerpo delgado dudaba en extremo de esas sonrisas otorgadas por la noche, incluso al pensar en el encuentro de Alexia con Drake, sabía que de haber sido ella la que estuviera en ese cuerpo , hubiera reaccionado completamente distinto. Aunque era de agradecer lo que realmente sucedió, puesto que ahora ocupaba la morada de Drake como propia y disfrutaba de las comodidades necesarias para permanecer allí a gusto.
Y era por esa desconfianza que aquél encuentro no le parecía para nada casual. Era tarde y ella no tenía ningún aura sobrenatural como para caminar por ahí luciendo tan alegre. — ¿Ayudarte? — Preguntó de inmediato cuando se supo perseguida —Deberías irte a tu casa, yo ya me voy a la mía— sugirió pareciendo aún la Alexia de siempre que, aunque no era conocida por la mujer extraña, sí era bastante útil para librarse sin preguntas o conflictos innecesarios. No obstante y muy a pesar del gesto temeroso e ingenuo de la desconocida, Alexandria supo que aquella fingía al mencionar tan abiertamente la existencia de sobrenaturales, sobre todo porque miraba de un lado a otro susurrando cuando minutos antes saltaba alegre y la confundía como si fuera apenas el medio día. —¿De verdad? Entonces debemos irnos más pronto ¿No crees? — sugirió hablándole bajo también, siguiéndole la corriente y conteniendo las ganas de reírse a carcajadas que tenía. En medio de todo, aquella escena era muy graciosa pese a que debía estar alerta porque aquella al tener una inexistente aura sobrenatural, sólo podía relacionarse con la cacería o la inquisición.
Y fue observando que la vio cruzarse de brazos y pedir compañía a cambio de algún favor, pero estaba equivocada si creía que ella cedería tan fácil, más aún cuando ahora parecía segura y dominante a pesar de haberse fingido temerosa segundos antes —La verdad que prefiero irme, no creo que tengas nada valioso para darme a cambio de arriesgar mi vida contigo. Esperaré a que corras y sólo me iré cuando dobles la esquina. Anda, ya luego verás a tu amiga— invitó simpática, aunque en realidad esa una bien camuflada advertencia.
La nueva ocupante de aquél cuerpo delgado dudaba en extremo de esas sonrisas otorgadas por la noche, incluso al pensar en el encuentro de Alexia con Drake, sabía que de haber sido ella la que estuviera en ese cuerpo , hubiera reaccionado completamente distinto. Aunque era de agradecer lo que realmente sucedió, puesto que ahora ocupaba la morada de Drake como propia y disfrutaba de las comodidades necesarias para permanecer allí a gusto.
Y era por esa desconfianza que aquél encuentro no le parecía para nada casual. Era tarde y ella no tenía ningún aura sobrenatural como para caminar por ahí luciendo tan alegre. — ¿Ayudarte? — Preguntó de inmediato cuando se supo perseguida —Deberías irte a tu casa, yo ya me voy a la mía— sugirió pareciendo aún la Alexia de siempre que, aunque no era conocida por la mujer extraña, sí era bastante útil para librarse sin preguntas o conflictos innecesarios. No obstante y muy a pesar del gesto temeroso e ingenuo de la desconocida, Alexandria supo que aquella fingía al mencionar tan abiertamente la existencia de sobrenaturales, sobre todo porque miraba de un lado a otro susurrando cuando minutos antes saltaba alegre y la confundía como si fuera apenas el medio día. —¿De verdad? Entonces debemos irnos más pronto ¿No crees? — sugirió hablándole bajo también, siguiéndole la corriente y conteniendo las ganas de reírse a carcajadas que tenía. En medio de todo, aquella escena era muy graciosa pese a que debía estar alerta porque aquella al tener una inexistente aura sobrenatural, sólo podía relacionarse con la cacería o la inquisición.
Y fue observando que la vio cruzarse de brazos y pedir compañía a cambio de algún favor, pero estaba equivocada si creía que ella cedería tan fácil, más aún cuando ahora parecía segura y dominante a pesar de haberse fingido temerosa segundos antes —La verdad que prefiero irme, no creo que tengas nada valioso para darme a cambio de arriesgar mi vida contigo. Esperaré a que corras y sólo me iré cuando dobles la esquina. Anda, ya luego verás a tu amiga— invitó simpática, aunque en realidad esa una bien camuflada advertencia.
Alexia Voltaire- Hechicero Clase Baja
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Re: Ilusión a victoria [Privado]
Realmente, el mundo está poblado de brujas; unas más benignas, otras más implacables; pero el reino no solo de la fantasía, sino el de la realidad evidente pertenece a las brujas.
Reinaldo Arenas
¿Quién iba a saber que la bruja ya no era la misma? Ante los ojos de Morgan, la mujer frente a ella seguía siendo la bruja torpe y bobalicona que viera antes; de hecho, estaba tan instalada en ella aquella idea que no vio las diferencias de actitud entre una mujer y otra y ¿Cómo saberlo? La realidad era que apenas y la había visto una vez durante un corto periodo de tiempo y ahora que se encontraban era imposible para alguien que no conociera a Alexia, ver las diferencias entre ella y la nueva ocupante del cuerpo.
La sonrisa que lucía Morgan no era convincente, y no podía esperarse más de una mujer que no sonreía de esa manera porque verdaderamente lo deseara. La cazadora era una mujer complicada, alguien que había aprendido a vivir por si misma y que se había obligado a asesinar sobrenaturales una vez que su padrastro terminase muerto. Todo aquello era por su mera supervivencia y aunque no supiera, aquella mujer también estaba luchando por vivir.
– Si, ayudarme – se encogió de hombros como si fuese una torpe que no sabía como pedir o hacer las cosas – Es que creo que tu sabes muy bien andar por estar calles y yo me he confiado de mi amiga. No quiero terminar perdida – pero a pesar de las insistencias, la bruja no parecía estar cayendo en su truco – No. Por favor ayudame, no te vayas aún a tu casa y hazme compañía. De verdad que puedo darte cualquier cosa que necesites o me pidas – aseguro como si aquello fuera a atraer a la criatura aquella y como nada parecía funcionar, fue entonces cuando menciono a los sobrenaturales y pese a que la expresión de la otra no pareció cambiar para nada, Morgan sabía que ella era uno de esos repulsivos seres – Pero no quiero irme sola – admitió de manera inútil, pues la bruja continuaba empeñada en deshacerse de ella y cuando le indico que corriera, la cazadora solo un suspiro de fastidio y la sonrisa que antes luciera se torno el semblante serió y un tanto burlón que solía tener de manera usual.
Era evidente que la bruja no iba a ceder fácilmente, así que ya no veía la necesidad de estar fingiendo como una idiota.
– Yo que quería hacerte las cosas mucho más sencillas bruja – volvió a suspirar – pero siempre es lo mismo con todas ustedes. Les encanta hacer las cosas por las malas, pero si esa es la manera en la que ustedes son felices, no puedo culparles – enarco la ceja y levanto el mentón de manera desafiante – Ven conmigo, necesito que me sirvas bruja y más vale que no seas solo una inútil más, como todas las de tu calaña.
Reinaldo Arenas
¿Quién iba a saber que la bruja ya no era la misma? Ante los ojos de Morgan, la mujer frente a ella seguía siendo la bruja torpe y bobalicona que viera antes; de hecho, estaba tan instalada en ella aquella idea que no vio las diferencias de actitud entre una mujer y otra y ¿Cómo saberlo? La realidad era que apenas y la había visto una vez durante un corto periodo de tiempo y ahora que se encontraban era imposible para alguien que no conociera a Alexia, ver las diferencias entre ella y la nueva ocupante del cuerpo.
La sonrisa que lucía Morgan no era convincente, y no podía esperarse más de una mujer que no sonreía de esa manera porque verdaderamente lo deseara. La cazadora era una mujer complicada, alguien que había aprendido a vivir por si misma y que se había obligado a asesinar sobrenaturales una vez que su padrastro terminase muerto. Todo aquello era por su mera supervivencia y aunque no supiera, aquella mujer también estaba luchando por vivir.
– Si, ayudarme – se encogió de hombros como si fuese una torpe que no sabía como pedir o hacer las cosas – Es que creo que tu sabes muy bien andar por estar calles y yo me he confiado de mi amiga. No quiero terminar perdida – pero a pesar de las insistencias, la bruja no parecía estar cayendo en su truco – No. Por favor ayudame, no te vayas aún a tu casa y hazme compañía. De verdad que puedo darte cualquier cosa que necesites o me pidas – aseguro como si aquello fuera a atraer a la criatura aquella y como nada parecía funcionar, fue entonces cuando menciono a los sobrenaturales y pese a que la expresión de la otra no pareció cambiar para nada, Morgan sabía que ella era uno de esos repulsivos seres – Pero no quiero irme sola – admitió de manera inútil, pues la bruja continuaba empeñada en deshacerse de ella y cuando le indico que corriera, la cazadora solo un suspiro de fastidio y la sonrisa que antes luciera se torno el semblante serió y un tanto burlón que solía tener de manera usual.
Era evidente que la bruja no iba a ceder fácilmente, así que ya no veía la necesidad de estar fingiendo como una idiota.
– Yo que quería hacerte las cosas mucho más sencillas bruja – volvió a suspirar – pero siempre es lo mismo con todas ustedes. Les encanta hacer las cosas por las malas, pero si esa es la manera en la que ustedes son felices, no puedo culparles – enarco la ceja y levanto el mentón de manera desafiante – Ven conmigo, necesito que me sirvas bruja y más vale que no seas solo una inútil más, como todas las de tu calaña.
Zenevieva Nikoláievich- Vampiro Clase Alta
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Re: Ilusión a victoria [Privado]
"Si esta noche pudiera, aullaría, tal como lo harás tú"
El tono amenazante estuvo presente todo el tiempo, mostrando pequeñas marcas de lo dominante que podía ser la desconocida y de lo que realmente buscaba esa noche de la hechicera. — ¿De verdad? La gente suele tener miedo de los que andan en la calle — sugirió aunque no muy feliz con la idea —Además ¿Cómo sabes si no estoy perdida también? ¿Me has visto antes por aquí? — preguntó notando una vez más lo obvio, la mentira disfrazada de jovencita perdida, los secretos de la mujer que no era de confiar y que la buscaba a ella con un propósito en particular. Era demasiado evidente como para no pensar dos veces en permanecer a su lado o caminar hacia donde a ella se le antojara.
—No puedo acompañarte, mi abuela me está esperando para que le dé sus medicinas. Y si existen esos seres que dices ¿Qué tal venga un lobo y nos coma? No quiero morir así, tan joven y llena de vida — susurró como quien cuenta una historia de terror que no se cree, pero que contiene la risa para fingir que lo que narra es cierto y que también se aterra. Por supuesto que era obvio su modo de parafrasear en unas pocas palabras el clásico cuento de Caperucita y el Lobo, pero la mujer frente a ella se lo buscaba con tanta orden disfrazada de negocio y sufrimiento. Si le gustaba la actuación, pues estaba obteniendo otra como respuesta.
—Ohh claro, ahora sí iré contigo como un borrego al matadero, por supuesto— respondió la bruja con evidente sarcasmo una vez la verdad fue revelada, y esta vez la que sonrió de manera sincera fue ella, que no sólo se limitó a sonreír sino que emitió acto seguido una burlona carcajada, fruto de saber que había tenido razón y que la actuación de la mujer extraña era peor que mala —Eres pésima actriz, pero seguramente ya te lo han dicho. Pero al margen de eso, te voy a pedir algo de nuevo— la sonrisa se esfumó y entrecerró los ojos mirando de manera mucho más fija y amenazante —Lárgate ahora mismo, porque más vale que tengas piernas útiles para correr antes que termines arrepentida y suplicando en serio. Voy a contar desde cinco, como si jugaramos a las escondidillas. Luego iré por ti y tú y sólo tú establecerás la distancia basada en tu inteligencia y velocidad— amenazó mostrándose calculadora, dominante sin necesidad de levantar el mentón o parecer soberbia tal como hacia ella.
Alexandria tenía poderes que la humana no, aunque fuera hábil en sus movimientos y eso, era algo a favor de la bruja. —Cinco…— empezó a narrar y volvió a sonreír, aunque esta vez de costado y sin perderla de vista. Alexandria no soportaba ser amenazada y, si alguien saldría herido esa noche, claramente no sería ella.
—No puedo acompañarte, mi abuela me está esperando para que le dé sus medicinas. Y si existen esos seres que dices ¿Qué tal venga un lobo y nos coma? No quiero morir así, tan joven y llena de vida — susurró como quien cuenta una historia de terror que no se cree, pero que contiene la risa para fingir que lo que narra es cierto y que también se aterra. Por supuesto que era obvio su modo de parafrasear en unas pocas palabras el clásico cuento de Caperucita y el Lobo, pero la mujer frente a ella se lo buscaba con tanta orden disfrazada de negocio y sufrimiento. Si le gustaba la actuación, pues estaba obteniendo otra como respuesta.
—Ohh claro, ahora sí iré contigo como un borrego al matadero, por supuesto— respondió la bruja con evidente sarcasmo una vez la verdad fue revelada, y esta vez la que sonrió de manera sincera fue ella, que no sólo se limitó a sonreír sino que emitió acto seguido una burlona carcajada, fruto de saber que había tenido razón y que la actuación de la mujer extraña era peor que mala —Eres pésima actriz, pero seguramente ya te lo han dicho. Pero al margen de eso, te voy a pedir algo de nuevo— la sonrisa se esfumó y entrecerró los ojos mirando de manera mucho más fija y amenazante —Lárgate ahora mismo, porque más vale que tengas piernas útiles para correr antes que termines arrepentida y suplicando en serio. Voy a contar desde cinco, como si jugaramos a las escondidillas. Luego iré por ti y tú y sólo tú establecerás la distancia basada en tu inteligencia y velocidad— amenazó mostrándose calculadora, dominante sin necesidad de levantar el mentón o parecer soberbia tal como hacia ella.
Alexandria tenía poderes que la humana no, aunque fuera hábil en sus movimientos y eso, era algo a favor de la bruja. —Cinco…— empezó a narrar y volvió a sonreír, aunque esta vez de costado y sin perderla de vista. Alexandria no soportaba ser amenazada y, si alguien saldría herido esa noche, claramente no sería ella.
Alexia Voltaire- Hechicero Clase Baja
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Re: Ilusión a victoria [Privado]
El error es un arma que acaba siempre por dispararse contra el que la emplea.
Concepción Arenal
– Es que no creí que estuvieras perdida porque te ves segura en estas calles, como si fueran parte de lo que haces diariamente, mientras que yo únicamente he terminado por seguirte aterrorizada de lo que pudiera pasarme – Que mentira tan repugnante aquella que salía de sus labios. A Morgan no le gustaba que la vieran como una mujer frágil y débil, pero existían situaciones donde trataba de actuar que lo era, con resultados obviamente no muy convincentes, pero en esos momentos no le quedaba más que hacerse la víctima, pues no podía llegar con la agresividad que le caracterizaba cuando la posibilidad de perder a alguien que pudiera librarle de la maldición que cargaba se encontraba tan cercana.
Y fue la molestia cargada con el aburrimiento de no recibir más que inútiles palabras, lo que hizo que terminara por lanzar la fachada abajo; igual no es que fuera la mejor actriz del mundo, así que con palabras exigentes y postura de superioridad exigió a la bruja que le acompañara. Así era siempre Morgan, quien para esos momentos confiaba en que la hechicera seguía siendo la misma ingenua que se encontrara casualmente antes, cuando la realidad era que estaba terriblemente equivocada y que de tomarse aquello como un simple juego, terminaría mal parada.
– No seas tonta – le sonrió con burla – tu no eres un borrego, eres mucho más despreciable que una de esas criaturas y aún con todo eso, estoy dispuesta a perdonar tu vida si es que no te niegas a ayudarme en lo que te pediré – sus ojos se encontraban fijos en la hechicera, que también se mostraba segura de su misma y se lo demostraba con aquella carcajada que solo provoco que Morgan decidiera que si le era o no de utilidad, terminaría con ella, total, nadie extrañaría a una inútil bruja huérfana – Trate de convencerte por las buenas, sin importar si mi actuación era buena o malo pero como ya te he dicho, a ustedes les gusta todo por las malas – cuando la amenaza salir de los labios ajenos, fue Morgan la que termino por reírse – Pero vaya que eres una maldita bruja que no sabe como comportarse, quizás la que deba arrastrarse y suplicar un poco para que comprenda cual es su lugar, seas tu – no dio muestra alguna de que planeara irse, todo porque realmente no se iría sino que permanecería en aquel lugar cuando la cuenta en retroceso llegara al cero. En la mente de la cazadora, aquello sería mucho más divertido de lo que esperaba así que con una sonrisa en los labios continuo la cuenta que la bruja había iniciado – Cuatro…
El error cometido por Morgan no había sido únicamente pensar que trataba con la misma mujer de antes, sino también el hecho de haberse encontrado tan segura de que ella no sería un problema que entre su armamento no llevaba nada realmente útil para lidiar con una hechicera como la que era Alexandria. Y lo más peligroso de aquel encuentro no era nada de eso, sino la misma terquedad de Morgan que le impediría irse de aquel lugar pues prefería morir a ser una fracasada en las cacerías.
– Uno… – dijo abriendo ligeramente los brazos cuando la cuenta estaba por llegar al cero, invitando de esa manera la otra mujer a ir hasta ella.
Concepción Arenal
– Es que no creí que estuvieras perdida porque te ves segura en estas calles, como si fueran parte de lo que haces diariamente, mientras que yo únicamente he terminado por seguirte aterrorizada de lo que pudiera pasarme – Que mentira tan repugnante aquella que salía de sus labios. A Morgan no le gustaba que la vieran como una mujer frágil y débil, pero existían situaciones donde trataba de actuar que lo era, con resultados obviamente no muy convincentes, pero en esos momentos no le quedaba más que hacerse la víctima, pues no podía llegar con la agresividad que le caracterizaba cuando la posibilidad de perder a alguien que pudiera librarle de la maldición que cargaba se encontraba tan cercana.
Y fue la molestia cargada con el aburrimiento de no recibir más que inútiles palabras, lo que hizo que terminara por lanzar la fachada abajo; igual no es que fuera la mejor actriz del mundo, así que con palabras exigentes y postura de superioridad exigió a la bruja que le acompañara. Así era siempre Morgan, quien para esos momentos confiaba en que la hechicera seguía siendo la misma ingenua que se encontrara casualmente antes, cuando la realidad era que estaba terriblemente equivocada y que de tomarse aquello como un simple juego, terminaría mal parada.
– No seas tonta – le sonrió con burla – tu no eres un borrego, eres mucho más despreciable que una de esas criaturas y aún con todo eso, estoy dispuesta a perdonar tu vida si es que no te niegas a ayudarme en lo que te pediré – sus ojos se encontraban fijos en la hechicera, que también se mostraba segura de su misma y se lo demostraba con aquella carcajada que solo provoco que Morgan decidiera que si le era o no de utilidad, terminaría con ella, total, nadie extrañaría a una inútil bruja huérfana – Trate de convencerte por las buenas, sin importar si mi actuación era buena o malo pero como ya te he dicho, a ustedes les gusta todo por las malas – cuando la amenaza salir de los labios ajenos, fue Morgan la que termino por reírse – Pero vaya que eres una maldita bruja que no sabe como comportarse, quizás la que deba arrastrarse y suplicar un poco para que comprenda cual es su lugar, seas tu – no dio muestra alguna de que planeara irse, todo porque realmente no se iría sino que permanecería en aquel lugar cuando la cuenta en retroceso llegara al cero. En la mente de la cazadora, aquello sería mucho más divertido de lo que esperaba así que con una sonrisa en los labios continuo la cuenta que la bruja había iniciado – Cuatro…
El error cometido por Morgan no había sido únicamente pensar que trataba con la misma mujer de antes, sino también el hecho de haberse encontrado tan segura de que ella no sería un problema que entre su armamento no llevaba nada realmente útil para lidiar con una hechicera como la que era Alexandria. Y lo más peligroso de aquel encuentro no era nada de eso, sino la misma terquedad de Morgan que le impediría irse de aquel lugar pues prefería morir a ser una fracasada en las cacerías.
– Uno… – dijo abriendo ligeramente los brazos cuando la cuenta estaba por llegar al cero, invitando de esa manera la otra mujer a ir hasta ella.
Zenevieva Nikoláievich- Vampiro Clase Alta
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Re: Ilusión a victoria [Privado]
"Quiero retorcer tus labios hasta que tus ojos escupan lágrimas."
¿Te ves segura en las calles? Era el pensamiento más idiota de todos los que venía diciendo la desconocida hasta ahora. O al menos así era para Alexandria, que no toleraba las tonterías como esa cuando pretendían atraparla. Por lo mismo, contuvo una sonrisa y sencillamente se limitó a negar con un movimiento de cabeza. —Pues no debiste salir a estas horas si eres tan cobarde— comentó por fin permitiéndose reír un poco e incluso pareciendo la verdadera Alexia para ese preciso momento. De todos modos continuaba sintiéndose molesta, durante la poca charla, ella se había encargado de decirle lo callejera que se veía, mientras que se hacía ver a sí misma y se representaba frágil y al mismo tiempo soberbia. Era insoportable, realmente lo era.
— ¿A perdonar mi vida, dices? — Alexandria soltó una carcajada de nuevo, no podía creer que hubiese alguien tan idiota que de verdad pudiera matar gente. Seguramente sus víctimas eran de lo más débil e incauto, o incluso cualquier sobrenatural con alguna discapacidad que no se diera cuenta de lo que para ella era obvio. —No convences a nadie ni por las buenas ni por las malas ¿Nadie te dijo lo pésima que eres para obtener algo? Tus amenazas sólo causan risa, eres demasiado tonta— agregó riéndose de nuevo, como si recordara la mejor de las bromas y su mente la trajera a colación una y otra vez hasta que ya no le quedara aire de tanto reírse. No obstante sus carcajadas mermaron cuando empezó el conteo y cuando notó que la mujer en vez de irse, continuaba frente a ella, retándola a una teórica lucha en la que ninguna se daría por vencida hasta destrozar por completo a su oponente. —Bien, tú has hecho tu elección…— le respondió con voz calma, lejos de creerle cualquier estupidez a la otra.
—Tres— agregó al conteo, sin titubear como la mentirosa que tenía al frente y sin mostrar sonrisa alguna en sus labios, por ahora. Era momento de jugar, de aprovechar el don que tenía para empezar a causar efectos en su oponente con apenas un par de palabras —Phasmatos obscuras, Ex Luces Est Umbres Nes— susurró —Dos. Phasmatos obscuras, Ex Luces Est Umbres Nes— repitió de nuevo y espíritus aparecieron detrás de Alexandria y comenzaron a moverse como sombras que se situaban detrás de Morgan —Uno…— musitó al tiempo que la otra y también abrió los brazos, igual que ella, con la diferencia que trazó una sonrisa en su rostro y cerró las manos en un sonoro choque de palmas que se mantuvo unido, uno que lograba que las almas gimieran sólo para Morgan, al punto de ser tan agudos que le harían sentir que sus tímpanos reventaban. Y no se detenían, eran tan fuertes que de haber sido audibles para todos, hubiesen logrado destrozar vidrios y dejar sordo a más de uno. Pero el primer punto a jugar era el equilibrio, si tanto quería ser llevada a algún lugar, en efecto sucedería.
Sin embargo algo le quedaba en la mente a Alexandria, y era la seguridad con la que la desconocida trazaba su victoria. Quizás ya se habían visto antes, probablemente creyó tener en frente a Alexia. Pero ahí estaba la sorpresa de su insensatez, una sorpresa que no olvidaría nunca y que, de sobrevivir, quizás le corrigiera los pasos.
— ¿A perdonar mi vida, dices? — Alexandria soltó una carcajada de nuevo, no podía creer que hubiese alguien tan idiota que de verdad pudiera matar gente. Seguramente sus víctimas eran de lo más débil e incauto, o incluso cualquier sobrenatural con alguna discapacidad que no se diera cuenta de lo que para ella era obvio. —No convences a nadie ni por las buenas ni por las malas ¿Nadie te dijo lo pésima que eres para obtener algo? Tus amenazas sólo causan risa, eres demasiado tonta— agregó riéndose de nuevo, como si recordara la mejor de las bromas y su mente la trajera a colación una y otra vez hasta que ya no le quedara aire de tanto reírse. No obstante sus carcajadas mermaron cuando empezó el conteo y cuando notó que la mujer en vez de irse, continuaba frente a ella, retándola a una teórica lucha en la que ninguna se daría por vencida hasta destrozar por completo a su oponente. —Bien, tú has hecho tu elección…— le respondió con voz calma, lejos de creerle cualquier estupidez a la otra.
—Tres— agregó al conteo, sin titubear como la mentirosa que tenía al frente y sin mostrar sonrisa alguna en sus labios, por ahora. Era momento de jugar, de aprovechar el don que tenía para empezar a causar efectos en su oponente con apenas un par de palabras —Phasmatos obscuras, Ex Luces Est Umbres Nes— susurró —Dos. Phasmatos obscuras, Ex Luces Est Umbres Nes— repitió de nuevo y espíritus aparecieron detrás de Alexandria y comenzaron a moverse como sombras que se situaban detrás de Morgan —Uno…— musitó al tiempo que la otra y también abrió los brazos, igual que ella, con la diferencia que trazó una sonrisa en su rostro y cerró las manos en un sonoro choque de palmas que se mantuvo unido, uno que lograba que las almas gimieran sólo para Morgan, al punto de ser tan agudos que le harían sentir que sus tímpanos reventaban. Y no se detenían, eran tan fuertes que de haber sido audibles para todos, hubiesen logrado destrozar vidrios y dejar sordo a más de uno. Pero el primer punto a jugar era el equilibrio, si tanto quería ser llevada a algún lugar, en efecto sucedería.
Sin embargo algo le quedaba en la mente a Alexandria, y era la seguridad con la que la desconocida trazaba su victoria. Quizás ya se habían visto antes, probablemente creyó tener en frente a Alexia. Pero ahí estaba la sorpresa de su insensatez, una sorpresa que no olvidaría nunca y que, de sobrevivir, quizás le corrigiera los pasos.
Alexia Voltaire- Hechicero Clase Baja
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