Lady Blue? [Bea Blanco]

“¿Por qué aun ha nieve?” –Se preguntó el cachorro regordete que bajaba los escalones de aquella casa, aguantaba el frío por el tipo de perro que era, pero no comprendía bien que era eso de la nieve ni porque hacía frío y a veces calor, de verdad que el cachorro se confundía, escucho a lo lejos la voz de aquella mujer, Leslie, quien lo estaba correteando porque el cachorro había destrozado un montón de hojas que había dejado regadas en el estudio de su ‘padre adoptivo’, apenas logro escapar subiendo las escaleras yéndose a cambiar y transformar en el rubio y tonto muchacho que era, se puso la ropa, sin la ropa interior porque esta le causaba demasiada picazón y se quedo atento viendo a través de las ventanas, el cielo tenía un color raro, no había cambiado por la visión a blanco y negro que poseía como perro, hasta se aseguraba que estaba más negro ‘ahora que veía de color’, se quedo sentado sobre el marco de la ventana haciendo que sus pies colgaran de esta, desde el segundo piso. Él no tenía miedo a diferencia de la mucama quien jalo al muchacho devuelta a la recamara cerrando la venta y explicándole de la manera más paciente que si se caía podía morir, pero Badou no comprendía que era la muerte, así que no le importaba y sonreía de esa manera tonta.

-Me tengo que ir, vendré cuando mi papá este despierto, gracias Leslie –Murmuró abrazando a la pobre mujer que seguro estaba cansada de cuidar a Badou noche y día, ella antes de salir le dio un abrigo que apenas logro colocarse sin elegancia alguna, ahora parecía un niño de ‘clase alta’ gracias a los trabajos de su madre una mujer tan linda, tan dulce, simpática y la más hermosa que había visto en toda su vida. Salió corriendo casi tropezando con la puerta, apenas vio las calles empezó a correr como un loco que obtiene la libertad, era un chiquillo después de todo, pero no sabía que hacer o a donde ir, siempre terminaba en los bosques, pero esta vez estaba prohibido irse a revolcar al lodo.

Comenzó a caminar viendo a la gente, ‘No seas mal educado Badou’, resonó la voz de su padre en su cabeza, la ultima vez que estaba en esas calles le había ido muy mal, una señora lo había pateado, se sentó en la fuente, unos muchachos lo habían arrojado al agua cuando vieron el aspecto sucio del pobre cambiaformas, no le gustaba mucho la ciudad, añoraba los días en el circo, cuando se quedaba en la jaula a dormir y en las noches iba a dormir a los brazos de su dueño, nada de esto estaba dentro de sus conocimientos, se sintió nostálgico en ese momento y se sentó abrazando sus rodillas viendo su reflejo en el agua y de repente observo como una manzana que había caído deformaba la imagen, el tonto muchacho bobalicón cogió la manzana y comenzó a comerla sin medir consecuencias, luego vio una pera y la cogió echándola en su bolsa y luego un ¡Melón!... esta vez no tuvo suerte, pues apenas había volteado para ver aquello venir, le dio en la cabeza tirándolo al agua… eso le desagarrada. ¡Estaba fría!, casi se sintió ahogar cuando pataleo dentro de la fuente.

El agua recorría su cuerpo joven, sentía aquello atraparle constantemente, el frío empezó a calarlo, como odiaba ser humano, seguro que si fuese un cachorro iría tras de ellos y mordería de las nalgas a uno de ellos, algo apenado trato de salir hasta que su nariz olfateo algo muy familiar, como el dulce que emanaba de una fresa, eso era lo que le había parecido, pero era nada más y nada menos que ¡Bea!, su hermana, su linda y querida hermana, no de sangre porque esa solo era Atriella,, pero a Bea la había conocido de manera graciosa, tanto que le agarro un cariño infinito, Badou por poco mueve la cola, pero se acordó que no tenía que era un simple humano -¡Bea! –gritó como siendo salvado y tomo su mano para salir completamente empapado, tentado a sacudirse como los perros, pero se aguantó, poco a poco la observó, el olor del pan, de el perfume y de su cabello, ella era la Bea que conocía y amable sobre todo. Sobre sus preguntas Badou sintió confusión, bajo la mirada apenado –No hice nada, lo juro –susurró mientras caminaba y sentía el calor del abrigo de su hermana. Soltó un larguísimo suspiro y se puso enfrente de ella –No me enfermaré, lo sé –Badou hablaba con seguridad pues los de su raza muy rara vez caían enfermos, Atriella se lo había explicado muchas veces, incluso sus heridas sanaban más rápido que en el cuerpo de cualquier humano.

¡Papá! Su rostro se ilumino, su padre estaría preocupado cuando el cachorro le contará lo que hizo, pero eso no sería problema si hoy iba a dormir a la carpa del gitano amable que había conocido, no, no, debía ir con papá –Le diré, pero si se enoja, tu ¿podrías defenderme? –Añadió con un tono de voz entusiasta porque el cachorro apenas se ponía triste se alegraba. –No quiero que nadie se enoje, además ellos me han arrojado fruta, ni los conozco, lo juro, pero puedo olfatearlos y saber donde se esconden –susurró viendo un callejón, debajo de la mesa de uno de los restaurantes y encima de un árbol pendía un chico al cual se le veían los calzoncillos. Pero Badou no era rencoroso –Bea, prométeme que no les harás nada, seguro que si vuelven a molestarles ¡Los muerdo! –Susurró con vergüenza y con demasiada preocupación de que su hermana hiciera algo que no, pues ella sería incapaz y no quería ponerla en peligro, la protegería como lo hacía con Atriella al cuidar las heridas de esta.

¡Bea, Bea! ¿Me llevas a tu casa?, ¿Sí?, ¿Sí? –El pobre canino deseaba ver donde vivía ella, siempre iba de visita donde su papá adoptivo pero ahora no veía por donde ir, seguro que Leslie terminaría regañando a Badou pues la ropa que el cambiante traía era nueva. Quería llegar limpio aunque bien podía ponerse como cachorro y llevar a los prados a secar su ropa.