AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Volviendo a la vida (Eiden Van Garderen) (+18)
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Volviendo a la vida (Eiden Van Garderen) (+18)
Ya era suficiente. Tras varios meses de reclusión en su casa, llorando la muerte de su familia, Sasser había decidido poner fin a su enclaustramiento. Y lo iba a hacer para vengar la muerte de su familia. Para ello iba a necesitar equipamiento: dagas, plata, pistolas… en resumen, todo un arsenal para acabar con esos seres despreciables que tanto sufrimiento estaban causando a miles de familias parisinas y que a él mismo le había hundido en la miseria.
Pero antes de todo, Sasser quería despedirse de su familia. Se concedió a si mismo un último día para lamentar su pérdida. Además, sabía que su amada no hubiera aprobado la misión en la que se iba a embarcar, por lo que cogió su alianza y se dispuso a visitar aquellos lugares que tantas veces había recorrido con Laure. Hacía mucho tiempo que Sasser no pisaba la calle, tanto que apenas recordaba lo que era sentir la brisa en su rostro, que lucía un aspecto algo descuidado y desmejorado.
La primera parada de su viaje iba a ser el Jardin des Tuileries, aquel lugar al que había ido con Laure por primera vez, cuando apenas era un adolescente y un extraño en la ciudad parísina; y, también, aquel lugar al que solían ir a pasar el día en familia con sus pequeños. Hacía más de cuatro meses que Nikolaev no pisaba el lugar, pero sentía que nada había cambiado. Se dirigió concretamente a la zona donde se situaba su estatua favorita, y se sentó bajo a ella a contemplar el lugar en soledad y a perderse en sus pensamientos, a veces expresados en voz alta. Tan absorto estaba Sasser que no había reparado en la chica sentada a unos escasos metros, y cuya atención había llamado con sus cavilaciones.
Pero antes de todo, Sasser quería despedirse de su familia. Se concedió a si mismo un último día para lamentar su pérdida. Además, sabía que su amada no hubiera aprobado la misión en la que se iba a embarcar, por lo que cogió su alianza y se dispuso a visitar aquellos lugares que tantas veces había recorrido con Laure. Hacía mucho tiempo que Sasser no pisaba la calle, tanto que apenas recordaba lo que era sentir la brisa en su rostro, que lucía un aspecto algo descuidado y desmejorado.
La primera parada de su viaje iba a ser el Jardin des Tuileries, aquel lugar al que había ido con Laure por primera vez, cuando apenas era un adolescente y un extraño en la ciudad parísina; y, también, aquel lugar al que solían ir a pasar el día en familia con sus pequeños. Hacía más de cuatro meses que Nikolaev no pisaba el lugar, pero sentía que nada había cambiado. Se dirigió concretamente a la zona donde se situaba su estatua favorita, y se sentó bajo a ella a contemplar el lugar en soledad y a perderse en sus pensamientos, a veces expresados en voz alta. Tan absorto estaba Sasser que no había reparado en la chica sentada a unos escasos metros, y cuya atención había llamado con sus cavilaciones.
Última edición por Sasser Nikolaev el Jue Jul 05, 2012 3:04 pm, editado 1 vez
Sasser Nikolaev- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 27/06/2012
Re: Volviendo a la vida (Eiden Van Garderen) (+18)
Acababa de dejar las maletas en mi nuevo hogar parisino, no era demasiado elegante pero sí bastante acogedor; y por suerte, quedaba cerca del mismo centro de la ciudad, por lo que simplemente con eso me daba por satisfecha de mi adquisición.
En vez de quedarme en casa deshaciendo el equipaje y ordenando los armarios, decidí salir a dar una vuelta para conocer el lugar. Tal vez era una decisión infantil o poco responsable, pero era lo que más me apetecía en aquel momento y desde hacía poco, desde lo de mi abuelo, había empezado a intentar seguir más mis instintos.
Aún llevaba el vestido azul con el que abandoné el tren, y del ajetreo, mi aspecto se veía desaliñado, sobretodo por mi cabello despeinado. Pero poco me importaba eso ahora mismo, había roto con mi pareja recientemente y de lo que menos ganas tenía era de gastar tiempo en arreglarme.
No sé cómo, pues mi sentido de la orientación es nulo, después de andar un rato acabé en un parque bastante grande, con varios monumentos y árboles recogidos en pequeñas hectáreas de césped. Era un lugar muy bonito y se respiraba tranquilidad en el ambiente, justo lo que necesitaba.
Tras deambular un poco por el lugar, decidí sentarme en uno de los bancos situados a la sombra de un árbol para descansar. Fue entonces cuando me encontré con un hombre que me llamó bastante la atención.
No quería ser descarada, pero no pude evitar quedarme mirándole. Tenía los ojos azules y el pelo negro, rasgos que me recordaron mucho a mi expareja. Y no solo eso, la forma de sus pómulos y barbilla era exacta. Si no fuese porque el hombre se veía algo mayor, incluso habría pensado que se trataba de él mismo...
Sacudí la cabeza lentamente, sin hacer muchos aspavientos, pero con la intención de despejar mi mente de estas ideas. ¿Estaba empezando a obsesionarme con mi ex? Ya hasta lo veía en todas partes, ¡pero es que todo había acabado tan rápido...!
De pronto, el hombre aquél empezó a murmurar cosas ininteligibles mientras se acercaba a una de las estatuas, así que sin pensármelo dos veces, usé mi poder de empatía con él. Tenía curiosidad de qué era lo que estaba sintiendo en aquellos momentos bajo la estatua.
Un enorme sentimiento, mezcla entre tristeza, rabia y desolación, comenzó a embargar mi cuerpo. Era tan punzante que hasta me dolía el corazón. Sin querer, dí un pequeño chillido, pero lo bastante fuerte como para interrumpir los pensamientos del hombre.
En vez de quedarme en casa deshaciendo el equipaje y ordenando los armarios, decidí salir a dar una vuelta para conocer el lugar. Tal vez era una decisión infantil o poco responsable, pero era lo que más me apetecía en aquel momento y desde hacía poco, desde lo de mi abuelo, había empezado a intentar seguir más mis instintos.
Aún llevaba el vestido azul con el que abandoné el tren, y del ajetreo, mi aspecto se veía desaliñado, sobretodo por mi cabello despeinado. Pero poco me importaba eso ahora mismo, había roto con mi pareja recientemente y de lo que menos ganas tenía era de gastar tiempo en arreglarme.
No sé cómo, pues mi sentido de la orientación es nulo, después de andar un rato acabé en un parque bastante grande, con varios monumentos y árboles recogidos en pequeñas hectáreas de césped. Era un lugar muy bonito y se respiraba tranquilidad en el ambiente, justo lo que necesitaba.
Tras deambular un poco por el lugar, decidí sentarme en uno de los bancos situados a la sombra de un árbol para descansar. Fue entonces cuando me encontré con un hombre que me llamó bastante la atención.
No quería ser descarada, pero no pude evitar quedarme mirándole. Tenía los ojos azules y el pelo negro, rasgos que me recordaron mucho a mi expareja. Y no solo eso, la forma de sus pómulos y barbilla era exacta. Si no fuese porque el hombre se veía algo mayor, incluso habría pensado que se trataba de él mismo...
Sacudí la cabeza lentamente, sin hacer muchos aspavientos, pero con la intención de despejar mi mente de estas ideas. ¿Estaba empezando a obsesionarme con mi ex? Ya hasta lo veía en todas partes, ¡pero es que todo había acabado tan rápido...!
De pronto, el hombre aquél empezó a murmurar cosas ininteligibles mientras se acercaba a una de las estatuas, así que sin pensármelo dos veces, usé mi poder de empatía con él. Tenía curiosidad de qué era lo que estaba sintiendo en aquellos momentos bajo la estatua.
Un enorme sentimiento, mezcla entre tristeza, rabia y desolación, comenzó a embargar mi cuerpo. Era tan punzante que hasta me dolía el corazón. Sin querer, dí un pequeño chillido, pero lo bastante fuerte como para interrumpir los pensamientos del hombre.
Eiden Van Garderen- Hechicero Clase Media
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Re: Volviendo a la vida (Eiden Van Garderen) (+18)
Un grito se encargó de devolver a Sasser a la realidad. Volteó su cabeza y contempló a una joven sentada a unos pocos metros de distancia. Tras un breve cruce de miradas, la muchacha, que parecía algo avergonzada tras haber llamado la atención de aquel desconocido, apartó la suya. Su aspecto era algo desaliñado. - “Parece que no soy el único descuidado por aquí” – pensó Sasser, a la vez que observaba la enmarañada melena de la joven; que lucía un bonito (aunque algo sucio) vestido azul.
Sasser meditaba sobre la conveniencia de acercarse o no a la joven: – “Tal vez tenga algún problema… pero aun así, no es asunto mío” – concluyó Nikolaev, que decidió no molestar a la joven. Sin embargo, era innegable que la muchacha había despertado la curiosidad de Sasser, que no pudo evitar volver a mirarla una segunda vez. Esta vez fijó su mirada en el rostro de la joven, quedando absolutamente sorprendido. Su expresión, que mezclaba el susto y la confusión, provocó que Sasser cambiara de opinión y decidiera aproximarse a ella.
Se levantó del suelo y se acercó con decisión a la chica. Conforme se acercaba, Sasser apreciaba más características de la joven. Sus facciones revelaban que no era una lugareña: su tez era algo pálida; mientras que sus ojos, azules, llamaron poderosamente la atención de Sasser, quien desde siempre había sentido debilidad por ese tipo de ojos. Sin embargo, no tardo en reprocharse el hecho de haberse fijado en la belleza de la chica. A fín de cuentas, él había acudido al parque a rememorar su pasado con su familia, no a admirar la belleza de una desconocida. Justo unos momentos antes de llegar a su lado, Sasser notó como el nerviosismo de la chica aumentaba. - “¿Será posible que esté asustada de mi?” – pensó Sasser, antes de situarse frente a ella.
-“Perdona…” - dijo a la joven, que permaneció impertérrita ante el saludo de Sasser, por lo que el ruso decidió continuar: “Te he oído gritar y he pensado que podías necesitar ayuda” - concluyó Sasser, mientras que la chica parecía estar seleccionando cuidadosamente las palabras antes de contestar…
Sasser meditaba sobre la conveniencia de acercarse o no a la joven: – “Tal vez tenga algún problema… pero aun así, no es asunto mío” – concluyó Nikolaev, que decidió no molestar a la joven. Sin embargo, era innegable que la muchacha había despertado la curiosidad de Sasser, que no pudo evitar volver a mirarla una segunda vez. Esta vez fijó su mirada en el rostro de la joven, quedando absolutamente sorprendido. Su expresión, que mezclaba el susto y la confusión, provocó que Sasser cambiara de opinión y decidiera aproximarse a ella.
Se levantó del suelo y se acercó con decisión a la chica. Conforme se acercaba, Sasser apreciaba más características de la joven. Sus facciones revelaban que no era una lugareña: su tez era algo pálida; mientras que sus ojos, azules, llamaron poderosamente la atención de Sasser, quien desde siempre había sentido debilidad por ese tipo de ojos. Sin embargo, no tardo en reprocharse el hecho de haberse fijado en la belleza de la chica. A fín de cuentas, él había acudido al parque a rememorar su pasado con su familia, no a admirar la belleza de una desconocida. Justo unos momentos antes de llegar a su lado, Sasser notó como el nerviosismo de la chica aumentaba. - “¿Será posible que esté asustada de mi?” – pensó Sasser, antes de situarse frente a ella.
-“Perdona…” - dijo a la joven, que permaneció impertérrita ante el saludo de Sasser, por lo que el ruso decidió continuar: “Te he oído gritar y he pensado que podías necesitar ayuda” - concluyó Sasser, mientras que la chica parecía estar seleccionando cuidadosamente las palabras antes de contestar…
Sasser Nikolaev- Cazador Clase Alta
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Re: Volviendo a la vida (Eiden Van Garderen) (+18)
Tal y como me temía, el hombre giró la cabeza y se quedó mirándome en silencio. Avergonzada, me eché las manos a la boca y hundí la cabeza entre los hombros, apartando mi mirada de la suya. Acababa de llegar a París y ya estaba haciendo cosas indebidas, vaya desastre...
Ahora me arrepentía de haber usado mis poderes de manera tan despreocupada, ¿y si aquél señor se trataba de un inquisidor? con mi actitud solo había conseguido llamar la atención sobre mi persona, cosa bastante delicada para una bruja que debe ocultar lo que realmente es.
Desde luego no tenía aspecto de serlo, pero como me enseñaron de pequeña, no había que juzgar a las personas por su apariencia... A partir de ahora, controlaría más mi curiosidad y por consiguiente, mis poderes.
Por suerte, el hombre pareció seguir a lo suyo así que suspiré aliviada y me adecenté un poco el vestido: iba a levantarme y a proseguir mi camino, pero entonces noté que se giraba a mirarme una vez más y, en esta ocasión además, se levantó y comenzó a dirigirse hacia mí.
No pude evitar ponerme nerviosa, muy nerviosa. Todo tipo de ideas negativas se paseaban por mi cabeza, ¿y si realmente era un inquisidor? ¿y si había descubierto que era bruja? no, eso no podía ser, el hechizo que había usado era muy débil... pero y si... de pronto sus palabras interrumpieron mis pensamientos.
- ¿Eh...? - contesté sin apenas haberle escuchado realmente, estaba tan ensimismada que finalmente no le había prestado demasiada atención a sus palabras - n-no... yo.. - supuse que preguntaba por el grito, así que me sentí tentada a usar mis poderes ilusorios para hacerle creer que quién había gritado era un niño que estaba por allí jugando, pero no quería arriesgarme más, así que tragué saliva y tejí rápidamente una excusa perfecta.. o eso pensaba yo - es solo que he visto una rata salir corriendo de entre las rocas y... l-lamento haberle molestado, señor. - sonreí triunfante, aunque ahora al tenerle tan cerca los recuerdos sobre mi ex eran más difíciles de evadir
- No pude evitar escucharle murmurar cosas ante aquella estatua, no sabía que la gente tuviese tanta devoción a... - no se por qué empecé a decir todo aquello, fue ciertamente sin pensar. Supuse que sería a causa de los mismos nervios que estaba sintiendo, pero me arrepentí de haberlo hecho, tal vez me había inmiscuido en asuntos que no eran de mi importancia, por lo que me callé dejando la frase en el aire y me levanté del banco - m-mis disculpas
Ahora me arrepentía de haber usado mis poderes de manera tan despreocupada, ¿y si aquél señor se trataba de un inquisidor? con mi actitud solo había conseguido llamar la atención sobre mi persona, cosa bastante delicada para una bruja que debe ocultar lo que realmente es.
Desde luego no tenía aspecto de serlo, pero como me enseñaron de pequeña, no había que juzgar a las personas por su apariencia... A partir de ahora, controlaría más mi curiosidad y por consiguiente, mis poderes.
Por suerte, el hombre pareció seguir a lo suyo así que suspiré aliviada y me adecenté un poco el vestido: iba a levantarme y a proseguir mi camino, pero entonces noté que se giraba a mirarme una vez más y, en esta ocasión además, se levantó y comenzó a dirigirse hacia mí.
No pude evitar ponerme nerviosa, muy nerviosa. Todo tipo de ideas negativas se paseaban por mi cabeza, ¿y si realmente era un inquisidor? ¿y si había descubierto que era bruja? no, eso no podía ser, el hechizo que había usado era muy débil... pero y si... de pronto sus palabras interrumpieron mis pensamientos.
- ¿Eh...? - contesté sin apenas haberle escuchado realmente, estaba tan ensimismada que finalmente no le había prestado demasiada atención a sus palabras - n-no... yo.. - supuse que preguntaba por el grito, así que me sentí tentada a usar mis poderes ilusorios para hacerle creer que quién había gritado era un niño que estaba por allí jugando, pero no quería arriesgarme más, así que tragué saliva y tejí rápidamente una excusa perfecta.. o eso pensaba yo - es solo que he visto una rata salir corriendo de entre las rocas y... l-lamento haberle molestado, señor. - sonreí triunfante, aunque ahora al tenerle tan cerca los recuerdos sobre mi ex eran más difíciles de evadir
- No pude evitar escucharle murmurar cosas ante aquella estatua, no sabía que la gente tuviese tanta devoción a... - no se por qué empecé a decir todo aquello, fue ciertamente sin pensar. Supuse que sería a causa de los mismos nervios que estaba sintiendo, pero me arrepentí de haberlo hecho, tal vez me había inmiscuido en asuntos que no eran de mi importancia, por lo que me callé dejando la frase en el aire y me levanté del banco - m-mis disculpas
Eiden Van Garderen- Hechicero Clase Media
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Re: Volviendo a la vida (Eiden Van Garderen) (+18)
Aquella chica me había dejado desconcertado. ¡¿Una rata?!... Parecía imposible que un animal tan repugnante como aquél pudiera vivir en unos jardines tan cuidados y limpios. Hacía más de cinco años que paseaba por aquí, y los únicos animales que había contemplado a lo largo de este tiempo eran pájaros. Además, sus comentarios sobre la estatua dejaba claro que me había estado observando desde hacía un buen rato… ¿acaso estaba llamando tanto la atención con mis cavilaciones? Quizás la reclusión de los últimos meses me había afectado más de lo que yo pensaba.
Sea como fuere, y aunque la chica parecía no estar diciendo la verdad, decidí en un principio seguirle el juego. A fin de cuentas solo parecía una chiquilla inofensiva. Además, su acento confirmaba mis sospechas anteriores, y sentía curiosidad por averiguar de donde procedía. Y tampoco vendría mal algo de conversación, tras varios meses en los que sólo había escuchado mi propia voz. Se levantó con intención de marcharse, pero antes de que lo hiciera la contesté: ¿Una rata? Está claro que estos jardines no están tan cuidados como antaño. ¿Vienes aquí con frecuencia? –respondí con el objetivo de sonsacarle su lugar de origen.
Sin embargo, no estaba dispuesto a hablarle de Laure, o del verdadero motivo de mi visita, por lo que decidí esquivar su segundo comentario, o mejor aún, disfrazarlo con una mentira. En ocasiones me gusta venir aquí a contemplar el lugar y recordar algunas viejas poesías. Seguro que en la escuela, además de buenos modales y a no espiar a los demás, te enseñaron algunos poemas muy bonitos – comenté con sorna; para hacerla notar, esta vez sí, que no me había gustado su indiscreción. Había ciertos temas de los que no quería hablar. Además, tenía curiosidad por saber cual sería la reacción de la joven y ver que me contestaría esta vez…
Sea como fuere, y aunque la chica parecía no estar diciendo la verdad, decidí en un principio seguirle el juego. A fin de cuentas solo parecía una chiquilla inofensiva. Además, su acento confirmaba mis sospechas anteriores, y sentía curiosidad por averiguar de donde procedía. Y tampoco vendría mal algo de conversación, tras varios meses en los que sólo había escuchado mi propia voz. Se levantó con intención de marcharse, pero antes de que lo hiciera la contesté: ¿Una rata? Está claro que estos jardines no están tan cuidados como antaño. ¿Vienes aquí con frecuencia? –respondí con el objetivo de sonsacarle su lugar de origen.
Sin embargo, no estaba dispuesto a hablarle de Laure, o del verdadero motivo de mi visita, por lo que decidí esquivar su segundo comentario, o mejor aún, disfrazarlo con una mentira. En ocasiones me gusta venir aquí a contemplar el lugar y recordar algunas viejas poesías. Seguro que en la escuela, además de buenos modales y a no espiar a los demás, te enseñaron algunos poemas muy bonitos – comenté con sorna; para hacerla notar, esta vez sí, que no me había gustado su indiscreción. Había ciertos temas de los que no quería hablar. Además, tenía curiosidad por saber cual sería la reacción de la joven y ver que me contestaría esta vez…
Sasser Nikolaev- Cazador Clase Alta
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Re: Volviendo a la vida (Eiden Van Garderen) (+18)
Apenas me hube levantado del banco, el chico siguió con la conversación. Pareciese querer retenerme un rato más allí hablando con él, no se muy bien con qué motivos. Aunque yo cada vez me sentía más incomoda, tanto por la situación como por los recuerdos sobre mi pasado, los cuales regresaban lentamente a mi mente.
Al menos, parecía que se había tragado lo de la rata, o sino, mentía de manera descarada. Preferí creer que se trataba de lo primero, no me gustaba pensar mal de la gente sin apenas conocerla. Aunque por otro lado, la primera en mentir había sido yo, así que tampoco podía quejarme mucho.
Fuera como fuese, lo siguiente que hizo el hombre fue preguntarme por la frecuencia con la que asistía al lugar. ¿Para qué querría alguien como él saber ese dato? Toda la conversación era muy extraña, comencé a sospechar de que se podía tratar de un asesino o cazarrecompensas al que habían contratado para cazar brujas... Aunque por otro lado, por la manera en la que lo encontré primeramente, no parecía que lo fuese. Pero como aún no conocía a nadie de mi confianza en París, decidí seguir mintiendo por mi propia seguridad.
- Sí, suelo venir bastante a este parque la verdad. Es mi lugar favorito de toda la ciudad, en ningún lugar encontrará tanta paz y tranquilidad como aquí - forcé una sonrisa.
A continuación, el chico mencionó la palabra poesías y no pude remediar acordarme de la educación que recibí en Holanda. La lectura, junto con los idiomas, era mi asignatura favorita, por lo cual siempre se me podía encontrar leyendo algún pasaje de un libro, preferentemente novelas o poesías.
Había pensado en pedirle que me recitara alguna, pues si me gustaba leerlas, más aún oírlas convenientemente recitadas, pero su siguiente comentario sobre los buenos modales y el espionaje me irritó mucho. Tanto que consiguió sacar la peor parte de mí, esa que pocas veces reflota pero que cuando lo hace, es imparable.
- Señor, para su información, jamás he asistido a la escuela pública pues eso me parece de gente mediocre. Desde pequeña he contado con los mejores docentes de la educación del país y no solo me han mostrado el camino del conocimiento, sino que también se han preocupado de enseñarme buenos modales. Todo esto junto al apoyo por parte de mi familia, por supuesto. Por desgracia, mucha de la educación que se ofrece carece del sentido de educación moral, ya que tan mal está lo que usted menciona como la socarronería, eso no me lo podrá negar.
¿Acaso trataba de reírse de mí o algo así? Pues se había topado con la chica inadecuada. No pude resistirme más y pese a que aquello fuese una ruptura del pacto que me hice anteriormente a mí misma, hice uso de mi poder ilusorio para hacer aparecer a una rata de entre los arbustos allí mismo.
- Vaya, parece que la rata va por allí, menos mal que ha aparecido usted y la ha espantado - comenté victoriosa
Aunque con su manera de hablar descortés, era normal que hasta las ratas huyesen.
Al menos, parecía que se había tragado lo de la rata, o sino, mentía de manera descarada. Preferí creer que se trataba de lo primero, no me gustaba pensar mal de la gente sin apenas conocerla. Aunque por otro lado, la primera en mentir había sido yo, así que tampoco podía quejarme mucho.
Fuera como fuese, lo siguiente que hizo el hombre fue preguntarme por la frecuencia con la que asistía al lugar. ¿Para qué querría alguien como él saber ese dato? Toda la conversación era muy extraña, comencé a sospechar de que se podía tratar de un asesino o cazarrecompensas al que habían contratado para cazar brujas... Aunque por otro lado, por la manera en la que lo encontré primeramente, no parecía que lo fuese. Pero como aún no conocía a nadie de mi confianza en París, decidí seguir mintiendo por mi propia seguridad.
- Sí, suelo venir bastante a este parque la verdad. Es mi lugar favorito de toda la ciudad, en ningún lugar encontrará tanta paz y tranquilidad como aquí - forcé una sonrisa.
A continuación, el chico mencionó la palabra poesías y no pude remediar acordarme de la educación que recibí en Holanda. La lectura, junto con los idiomas, era mi asignatura favorita, por lo cual siempre se me podía encontrar leyendo algún pasaje de un libro, preferentemente novelas o poesías.
Había pensado en pedirle que me recitara alguna, pues si me gustaba leerlas, más aún oírlas convenientemente recitadas, pero su siguiente comentario sobre los buenos modales y el espionaje me irritó mucho. Tanto que consiguió sacar la peor parte de mí, esa que pocas veces reflota pero que cuando lo hace, es imparable.
- Señor, para su información, jamás he asistido a la escuela pública pues eso me parece de gente mediocre. Desde pequeña he contado con los mejores docentes de la educación del país y no solo me han mostrado el camino del conocimiento, sino que también se han preocupado de enseñarme buenos modales. Todo esto junto al apoyo por parte de mi familia, por supuesto. Por desgracia, mucha de la educación que se ofrece carece del sentido de educación moral, ya que tan mal está lo que usted menciona como la socarronería, eso no me lo podrá negar.
¿Acaso trataba de reírse de mí o algo así? Pues se había topado con la chica inadecuada. No pude resistirme más y pese a que aquello fuese una ruptura del pacto que me hice anteriormente a mí misma, hice uso de mi poder ilusorio para hacer aparecer a una rata de entre los arbustos allí mismo.
- Vaya, parece que la rata va por allí, menos mal que ha aparecido usted y la ha espantado - comenté victoriosa
Aunque con su manera de hablar descortés, era normal que hasta las ratas huyesen.
Eiden Van Garderen- Hechicero Clase Media
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Re: Volviendo a la vida (Eiden Van Garderen) (+18)
Las mentiras de la joven se hacían cada vez más evidentes. ¿Su lugar favorito? Estaba convencido que, a lo sumo, la muchacha no llevaba por aquí más de unos meses. Y seguramente ni tan siquiera conocía el nombre del lugar en el que nos encontrábamos.
Pero, para ser justos, la conversación con aquella chica me estaba divirtiendo. Hacía tiempo que no mantenía una conversación distendida con alguien, así que decidí contratacar. - Sí, a mi también me encanta este lugar. Es una pena que durante los meses de invierno esté cerrado al público -. De sobra sabía que esto último era mentira, pero quería pillar a la chica en un renuncio. De hecho, pasear por el jardín nevado era una las actividades favoritas de Laure. Por unos momentos recordé a qué había venido aquí, y volví a reprocharme, por segunda vez, estar hablando con aquella muchacha.
A punto estuve de interrumpir sus palabras y marcharme, pero vi, entre sorprendido y divertido, como la muchacha comenzaba a dirigirse a mí con palabras algo altisonantes. Al parecer le había tocado la fibra sensible.
Por lo que contaba, la chica había recibido educación privada. ¿Procedería de la nobleza? ¿Sería de una buena familia? No era fácil encontrar gente que hubiera recibido este tipo de educación, por lo que ciertamente me dejó perplejo. Siempre que estuviera diciendo la verdad, claro, hecho del que no estaba del todo convencido. -Tienes toda la razón, es importante haber tenido una educación integral, no sólo en conocimientos sino en valores. Por tus palabras, seguro que tú eres una adalid de la honestidad y la verdad, ¿o acaso me equivoco?- apunté de nuevo de manera irónica, con el objetivo de comprobar si era capaz de sacar a la joven de sus casillas.
Apenas terminé de pronunciar estas últimas palabras cuando noté que algo se movía entre los arbustos. ¡Una rata! ¿Cómo podía ser posible? En más de cinco años no había visto ninguna en este parque y hoy mismo aparece una. No iba a dejar que la chica se saliera con la suya, así que añadí: - Debo confesar que jamás había contemplado una rata por aquí. No te apures, será un caso aislado… salvo que tú las atraigas- concluí esperando su reacción.
Pero, para ser justos, la conversación con aquella chica me estaba divirtiendo. Hacía tiempo que no mantenía una conversación distendida con alguien, así que decidí contratacar. - Sí, a mi también me encanta este lugar. Es una pena que durante los meses de invierno esté cerrado al público -. De sobra sabía que esto último era mentira, pero quería pillar a la chica en un renuncio. De hecho, pasear por el jardín nevado era una las actividades favoritas de Laure. Por unos momentos recordé a qué había venido aquí, y volví a reprocharme, por segunda vez, estar hablando con aquella muchacha.
A punto estuve de interrumpir sus palabras y marcharme, pero vi, entre sorprendido y divertido, como la muchacha comenzaba a dirigirse a mí con palabras algo altisonantes. Al parecer le había tocado la fibra sensible.
Por lo que contaba, la chica había recibido educación privada. ¿Procedería de la nobleza? ¿Sería de una buena familia? No era fácil encontrar gente que hubiera recibido este tipo de educación, por lo que ciertamente me dejó perplejo. Siempre que estuviera diciendo la verdad, claro, hecho del que no estaba del todo convencido. -Tienes toda la razón, es importante haber tenido una educación integral, no sólo en conocimientos sino en valores. Por tus palabras, seguro que tú eres una adalid de la honestidad y la verdad, ¿o acaso me equivoco?- apunté de nuevo de manera irónica, con el objetivo de comprobar si era capaz de sacar a la joven de sus casillas.
Apenas terminé de pronunciar estas últimas palabras cuando noté que algo se movía entre los arbustos. ¡Una rata! ¿Cómo podía ser posible? En más de cinco años no había visto ninguna en este parque y hoy mismo aparece una. No iba a dejar que la chica se saliera con la suya, así que añadí: - Debo confesar que jamás había contemplado una rata por aquí. No te apures, será un caso aislado… salvo que tú las atraigas- concluí esperando su reacción.
Sasser Nikolaev- Cazador Clase Alta
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Re: Volviendo a la vida (Eiden Van Garderen) (+18)
Parecía mentira, pero la conversación en vez de aminorar, se hizo más intensa. Ante mi comentario sobre la tranquilidad del parque y mi asiduidad con las visitas, el hombre apuntó que era una pena de que en los meses de invierno estuviese cerrado al público.
- ¿S-sí...? - a punto estuve de meter la pata siguiéndole el juego a su afirmación, pero gracias a mi empatía pude apreciar que había algo que no iba bien. No pude averiguar exactamente qué era, porque el chico presentaba sentimientos muy confusos, así que simplemente decidí hacerme la nueva para no errar - Yo es que en invierno viajo a países más cálidos, el frío no es lo mío señor. Por lo que desconozco el estado del parque durante esas fechas. Pero si es así, es una verdadera lástima, pasear bajo los árboles nevados del parque debe tener cierto encanto.
Él continuó hablándome sobre la educación, parecía estar disfrutando de todo aquello, aunque yo por mi parte seguía enfadada por su descortesía.
- Tal y como usted lo es, señor - sonreí nuevamente de manera forzada, pero sintiéndome ganadora de la batalla. Ni siquiera sabía que era lo que me retenía a seguir con aquella conversación, pero ahí estaba yo, aguantando el paso.
Tras la aparición de la rata pude comprobar con satisfacción su cara de sorpresa. No por nada era una de las mejores brujas ilusorias de mi país.
Por desgracia, mi felicidad no tardó en torcerse cuando dijo abiertamente y sin rodeos, que era yo la que atraía a las ratas. ¿Pero cómo se atrevía a decir aquello? En un principio me quedé sin saber como reaccionar, para nada me esperaba tales calumnias hacia mi persona de un tipo como él. Una vez más y en poco tiempo, pensé en que las apariencias mienten.
- Desde luego, no sé que me pasa hoy. Supongo que tiene usted razón, porque tengo a una bien gorda justo en frente - hice un ademán de despedida y comencé a andar en dirección a casa, bastante había tenido ya por hoy.
- ¿S-sí...? - a punto estuve de meter la pata siguiéndole el juego a su afirmación, pero gracias a mi empatía pude apreciar que había algo que no iba bien. No pude averiguar exactamente qué era, porque el chico presentaba sentimientos muy confusos, así que simplemente decidí hacerme la nueva para no errar - Yo es que en invierno viajo a países más cálidos, el frío no es lo mío señor. Por lo que desconozco el estado del parque durante esas fechas. Pero si es así, es una verdadera lástima, pasear bajo los árboles nevados del parque debe tener cierto encanto.
Él continuó hablándome sobre la educación, parecía estar disfrutando de todo aquello, aunque yo por mi parte seguía enfadada por su descortesía.
- Tal y como usted lo es, señor - sonreí nuevamente de manera forzada, pero sintiéndome ganadora de la batalla. Ni siquiera sabía que era lo que me retenía a seguir con aquella conversación, pero ahí estaba yo, aguantando el paso.
Tras la aparición de la rata pude comprobar con satisfacción su cara de sorpresa. No por nada era una de las mejores brujas ilusorias de mi país.
Por desgracia, mi felicidad no tardó en torcerse cuando dijo abiertamente y sin rodeos, que era yo la que atraía a las ratas. ¿Pero cómo se atrevía a decir aquello? En un principio me quedé sin saber como reaccionar, para nada me esperaba tales calumnias hacia mi persona de un tipo como él. Una vez más y en poco tiempo, pensé en que las apariencias mienten.
- Desde luego, no sé que me pasa hoy. Supongo que tiene usted razón, porque tengo a una bien gorda justo en frente - hice un ademán de despedida y comencé a andar en dirección a casa, bastante había tenido ya por hoy.
Eiden Van Garderen- Hechicero Clase Media
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Re: Volviendo a la vida (Eiden Van Garderen) (+18)
No sabía muy bien cómo, pero la chica seguía esquivando y saliendo airosa ante mis preguntas inquisitivas. Me llamó la atención el comentario que hizo sobre sus viajes. Definitivamente debía tratarse de una chica de buena cuna, de lo contrario no podría permitirse viajar tanto.
No obstante sus afirmaciones me parecieron algo contradictorias. Decía que huía del frío, pero que al mismo tiempo tendría su encanto pasear bajo árboles nevados… sea como fuere, decidí insistir y dar conversación a la chica: - Un paisaje nevado es una de las cosas más bonitas que se puede contemplar en la vida. Yo estoy acostumbrado al frío. Comparado con el lugar de donde vengo, el invierno parisino parece primavera. Por lo que veo provienes de lugares más cálidos – comenté, con el objetivo de descubrir por fin su lugar de procedencia. No tenía especial relevancia, pero me había picado la curiosidad, y se había convertido en una especie de reto personal saber de dónde provenía aquella muchacha.
Noté como mi último comentario no le había hecho especial gracia. De hecho, reparé por primera vez en que la joven me llamaba de usted… ¿tantos meses enclaustrado me habían hecho perder los modales? Comencé a sentirme ligeramente avergonzado, quizás mi comportamiento no había sido muy correcto. Al fin y al cabo, aunque parecía algo mentirosa, no dejaba de ser una señorita.
Pero fue en el instante que me llamó rata cuando comprendí que había metido la pata. La chica echó a andar, y quizás era mejor así. No dejaba de ser una desconocida a la que, con total seguridad, no iba a volver a ver. Sin embargo, quizás por el sentimiento de culpabilidad por haber sido descortés, quizás por el aura de misterio que desprendía, fui tras ella para disculparme. - Por favor, espere señorita – comenté, esperando que notara un cambio en mi actitud y la animara a detenerse. – Disculpe mis malos modales, hace varios meses que no mantenía una conversación civilizada y parece que he perdido las buenas maneras – De nuevo, no sabía porque me tomaba tantas molestias por aquella chica. Lo que sí tenía claro es que yo ya no era el mismo de antaño…
No obstante sus afirmaciones me parecieron algo contradictorias. Decía que huía del frío, pero que al mismo tiempo tendría su encanto pasear bajo árboles nevados… sea como fuere, decidí insistir y dar conversación a la chica: - Un paisaje nevado es una de las cosas más bonitas que se puede contemplar en la vida. Yo estoy acostumbrado al frío. Comparado con el lugar de donde vengo, el invierno parisino parece primavera. Por lo que veo provienes de lugares más cálidos – comenté, con el objetivo de descubrir por fin su lugar de procedencia. No tenía especial relevancia, pero me había picado la curiosidad, y se había convertido en una especie de reto personal saber de dónde provenía aquella muchacha.
Noté como mi último comentario no le había hecho especial gracia. De hecho, reparé por primera vez en que la joven me llamaba de usted… ¿tantos meses enclaustrado me habían hecho perder los modales? Comencé a sentirme ligeramente avergonzado, quizás mi comportamiento no había sido muy correcto. Al fin y al cabo, aunque parecía algo mentirosa, no dejaba de ser una señorita.
Pero fue en el instante que me llamó rata cuando comprendí que había metido la pata. La chica echó a andar, y quizás era mejor así. No dejaba de ser una desconocida a la que, con total seguridad, no iba a volver a ver. Sin embargo, quizás por el sentimiento de culpabilidad por haber sido descortés, quizás por el aura de misterio que desprendía, fui tras ella para disculparme. - Por favor, espere señorita – comenté, esperando que notara un cambio en mi actitud y la animara a detenerse. – Disculpe mis malos modales, hace varios meses que no mantenía una conversación civilizada y parece que he perdido las buenas maneras – De nuevo, no sabía porque me tomaba tantas molestias por aquella chica. Lo que sí tenía claro es que yo ya no era el mismo de antaño…
Sasser Nikolaev- Cazador Clase Alta
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Re: Volviendo a la vida (Eiden Van Garderen) (+18)
Para mi sorpresa, a los pocos pasos que dí hacia mi regreso a casa, el hombre vino tras de mí disculpándose. No me esperaba para nada este cambio de actitud tan repentino y casi sin pensarlo, me detuve allí mismo.
- ¿Y qué culpa tengo yo, para que usted la pague conmigo? - dije irritada, mientras arqueaba una ceja con incredulidad hacia su comentario.
Me sonaba a que aquello tan solo era una excusa para intentar hacerme cambiar de opinión, aunque aun no entendía por qué tenía tanto interés en hablar conmigo.
Me quedé en silencio mirándole con enojo, aunque cuanto más lo miraba, más me recordaba a mi ex-pareja y más conseguía que mi ira se aplacase. Era extraño, pues a pesar de haber discutido también con él, si me lo encontrase ahora mismo por una de las calles de París no le tendría guardado nada de rencor...
Su mirada azul se clavaba en la mía. Suspiré y decidí que no merecía la pena enfadarse por alguien tan insignificante. Debía aprender a controlar mejor mis emociones.
- ... Soy de Holanda - le dije finalmente con un tono bajo, mientras bajaba la mirada hasta toparme con el suelo. Supongo que no pude resistir los sentimientos que me evocaba de mi pasado y terminé contándole la verdad, aunque tenía clarísimo que jamás le hablaría sobre mi raza.
Por otra parte, sabía que él también tenía muchas cosas que ocultar y esperaba que me las dijese sin necesidad de estar preguntándole. Bueno, tal vez no todo, pero al menos sí lo mismo que él me preguntaba.
- ¿Por qué se empeña en hablar conmigo? - no pude resistirme más, tenía que saciar mi curiosidad, me parecía un hecho muy llamativo su insistencia en nuestra conversación.
- ¿Y qué culpa tengo yo, para que usted la pague conmigo? - dije irritada, mientras arqueaba una ceja con incredulidad hacia su comentario.
Me sonaba a que aquello tan solo era una excusa para intentar hacerme cambiar de opinión, aunque aun no entendía por qué tenía tanto interés en hablar conmigo.
Me quedé en silencio mirándole con enojo, aunque cuanto más lo miraba, más me recordaba a mi ex-pareja y más conseguía que mi ira se aplacase. Era extraño, pues a pesar de haber discutido también con él, si me lo encontrase ahora mismo por una de las calles de París no le tendría guardado nada de rencor...
Su mirada azul se clavaba en la mía. Suspiré y decidí que no merecía la pena enfadarse por alguien tan insignificante. Debía aprender a controlar mejor mis emociones.
- ... Soy de Holanda - le dije finalmente con un tono bajo, mientras bajaba la mirada hasta toparme con el suelo. Supongo que no pude resistir los sentimientos que me evocaba de mi pasado y terminé contándole la verdad, aunque tenía clarísimo que jamás le hablaría sobre mi raza.
Por otra parte, sabía que él también tenía muchas cosas que ocultar y esperaba que me las dijese sin necesidad de estar preguntándole. Bueno, tal vez no todo, pero al menos sí lo mismo que él me preguntaba.
- ¿Por qué se empeña en hablar conmigo? - no pude resistirme más, tenía que saciar mi curiosidad, me parecía un hecho muy llamativo su insistencia en nuestra conversación.
Eiden Van Garderen- Hechicero Clase Media
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Re: Volviendo a la vida (Eiden Van Garderen) (+18)
Sorprendentemente, la chica se paró. Pensaba que no lo haría después de la mala educación que había mostrado anteriormente. A pesar de ello, se la notaba bastante enfurecida por mis comentarios anteriores. - Tiene razón, no tiene ninguna culpa señorita, disculpe de nuevo mis malos modales – respondí a la muchacha, que me había dejado algo abochornado al recalcar lo mezquino de mi comportamiento.
Sin embargo, lo olvidé pronto, y en mi rostro se dibujo una sonrisa de satisfación al escuchar de sus labios su lugar de procedencia. ¡Holanda! Por fin tenía respuesta a aquello que me llevaba preguntando a mi mismo desde que contemplé a la muchacha. Bueno, eso si era verdad… aunque la expresión en su rostro me hacía pensar que esta vez sí que estaba siendo sincera. Quizás era hora de, al menos, sincerarse un poco. - Yo nací en Rusia, pero... - Me quedé en blanco durante unos segundos. Había cosas demasiado dolorosas que no quería compartir, y menos en este momento. -…por avatares del destino me establecí aquí – fui capaz de concluir la frase, no sin soltar un suspiro. - ¿Hace mucho tiempo que vives… perdón, que vive aquí, señorita? – Inquirí, aunque comprendí que quizás estaba siendo demasiado obstinado en un tema que no tenía mucha importancia.
Lo que si quedaba claro, a cada segundo que pasaba, era que mi interlocutora era una chica curiosa y directa. Me preguntó abiertamente y sin rodeos qué interés tenía en ella. A decir verdad ni yo mismo sabía por qué seguía hablando con ella, a fin de cuentas era una perfecta desconocida, que había llamado mi atención apenas unos minutos atrás. Quizás era mi subconsciente el que me pedía que continuara la única conversación que había tenido en los últimos meses. Sea como fuere, decidí ser sincero una vez más: - Ni yo mismo lo sé – afirmé con rotundidad, esperando que tomara por buena mi respuesta...
Sin embargo, lo olvidé pronto, y en mi rostro se dibujo una sonrisa de satisfación al escuchar de sus labios su lugar de procedencia. ¡Holanda! Por fin tenía respuesta a aquello que me llevaba preguntando a mi mismo desde que contemplé a la muchacha. Bueno, eso si era verdad… aunque la expresión en su rostro me hacía pensar que esta vez sí que estaba siendo sincera. Quizás era hora de, al menos, sincerarse un poco. - Yo nací en Rusia, pero... - Me quedé en blanco durante unos segundos. Había cosas demasiado dolorosas que no quería compartir, y menos en este momento. -…por avatares del destino me establecí aquí – fui capaz de concluir la frase, no sin soltar un suspiro. - ¿Hace mucho tiempo que vives… perdón, que vive aquí, señorita? – Inquirí, aunque comprendí que quizás estaba siendo demasiado obstinado en un tema que no tenía mucha importancia.
Lo que si quedaba claro, a cada segundo que pasaba, era que mi interlocutora era una chica curiosa y directa. Me preguntó abiertamente y sin rodeos qué interés tenía en ella. A decir verdad ni yo mismo sabía por qué seguía hablando con ella, a fin de cuentas era una perfecta desconocida, que había llamado mi atención apenas unos minutos atrás. Quizás era mi subconsciente el que me pedía que continuara la única conversación que había tenido en los últimos meses. Sea como fuere, decidí ser sincero una vez más: - Ni yo mismo lo sé – afirmé con rotundidad, esperando que tomara por buena mi respuesta...
Sasser Nikolaev- Cazador Clase Alta
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Re: Volviendo a la vida (Eiden Van Garderen) (+18)
El hombre volvió a disculparse una vez más por su comportamiento e hice muecas inconscientemente, siempre me pasaba lo mismo en situaciones similares, me sentía como un eclesiástico con el don de perdonar y aquella idea me repateaba.
- Vale, vale... - repuse moviendo la cabeza de un lado a otro un par de veces.
Entendía que aceptase su error y se disculpase por ello, pero ya está, no tenía que esperar de mí palabras como "te perdono" o "te disculpo", no hacía falta que volviese a repetirlo.
Cuando le comenté sobre mi lugar de residencia, no se por qué comenzó a sonreír, ¿acaso había estado él en Holanda y todo aquello le traía recuerdos? Fuera como fuese, me comentó que él era originario de Rusia, pero que distintos motivos le habían llevado a acabar en París. En cierto modo me recordó a mi, aunque, me dio la impresión de que iba a decirme algo más sobre como llegó a la ciudad pero se detuvo. Tal vez aún era demasiado pronto para ese tipo de confianzas... al fin y al cabo, yo tampoco podría contarle qué fue lo que me trajo a mi a este lugar.
- Rusia.. un lugar muy lejano, y frío - me mordí el labio inferior mientras un repelús invadía mi cuerpo y me hacía estremecerme al imaginarme la temperatura del lugar - llevo... llevo poco tiempo por aquí, aun no me hago muy bien al lugar, frecuentemente me pierdo - sonreí.
No se por qué al final le dije la verdad, a pesar de que eso demostrase que anteriormente había estado mintiendo. Al menos esperaba que con el voto de confianza que había depositado en él contándole la verdad, no me echase las mentiras en cara.
- Bueno.. ¿qué hay de usted? ¿lleva mucho tiempo en París? - ya que él preguntaba, yo también estaba en el derecho de hacerlo y de que él respondiese mis preguntas.
Esperé con curiosidad su respuesta sobre qué era lo que le llevaba a mantener aquella extraña pero cordial conversación conmigo, y todo lo que obtuve fue un "no lo sé". Ante su respuesta, no pude evitar arquear una ceja con incredulidad. Pues si él no lo sabía el por qué lo hacía, yo menos aún lo comprendía...
- Bueno señor, creo que al menos debería decirme su nombre - estaba cansada de llamarle señor y después del rato que llevábamos hablando, pensé que ya era hora de saber su nombre. Eso sí, yo no le daría el mío hasta que él no me diese el suyo. Aún no podía fiarme del todo...
- Vale, vale... - repuse moviendo la cabeza de un lado a otro un par de veces.
Entendía que aceptase su error y se disculpase por ello, pero ya está, no tenía que esperar de mí palabras como "te perdono" o "te disculpo", no hacía falta que volviese a repetirlo.
Cuando le comenté sobre mi lugar de residencia, no se por qué comenzó a sonreír, ¿acaso había estado él en Holanda y todo aquello le traía recuerdos? Fuera como fuese, me comentó que él era originario de Rusia, pero que distintos motivos le habían llevado a acabar en París. En cierto modo me recordó a mi, aunque, me dio la impresión de que iba a decirme algo más sobre como llegó a la ciudad pero se detuvo. Tal vez aún era demasiado pronto para ese tipo de confianzas... al fin y al cabo, yo tampoco podría contarle qué fue lo que me trajo a mi a este lugar.
- Rusia.. un lugar muy lejano, y frío - me mordí el labio inferior mientras un repelús invadía mi cuerpo y me hacía estremecerme al imaginarme la temperatura del lugar - llevo... llevo poco tiempo por aquí, aun no me hago muy bien al lugar, frecuentemente me pierdo - sonreí.
No se por qué al final le dije la verdad, a pesar de que eso demostrase que anteriormente había estado mintiendo. Al menos esperaba que con el voto de confianza que había depositado en él contándole la verdad, no me echase las mentiras en cara.
- Bueno.. ¿qué hay de usted? ¿lleva mucho tiempo en París? - ya que él preguntaba, yo también estaba en el derecho de hacerlo y de que él respondiese mis preguntas.
Esperé con curiosidad su respuesta sobre qué era lo que le llevaba a mantener aquella extraña pero cordial conversación conmigo, y todo lo que obtuve fue un "no lo sé". Ante su respuesta, no pude evitar arquear una ceja con incredulidad. Pues si él no lo sabía el por qué lo hacía, yo menos aún lo comprendía...
- Bueno señor, creo que al menos debería decirme su nombre - estaba cansada de llamarle señor y después del rato que llevábamos hablando, pensé que ya era hora de saber su nombre. Eso sí, yo no le daría el mío hasta que él no me diese el suyo. Aún no podía fiarme del todo...
Eiden Van Garderen- Hechicero Clase Media
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Re: Volviendo a la vida (Eiden Van Garderen) (+18)
Noté como la chica hacía gestos de disgusto mientras me disculpaba por mi comportamiento anterior. ¿Acaso no era lo que esperaba? En cualquier caso daba por zanjado el asunto. Entendía que mis disculpas anteriores ya habían sido suficientes. Además, a la chica no se la notaba demasiado cómoda hablando del tema, por lo que mejor no volver a sacarlo.
Al parecer mi país natal no era de su agrado. La muchacha tuvo un escalofrío cuando mis labios terminaron de pronunciar la palabra “Rusia”. No me sorprendió, a poca gente le resultaba agradable el clima. De hecho jamás conseguí convencer a Laure para que ni tan siquiera visitara San Petersburgo, por lo que era de esperar que alguien procedente de un lugar más cálido (aunque también lluvioso) no lo encontrara agradable.
Si descubrir que procedía de Holanda fue satisfactorio, aún lo fue más saber que estaba en lo cierto y la chica era apenas una recién llegada a la ciudad. Sabía que me había estado mintiendo, pero por encima de todo, aprecié su sinceridad, por lo que decidí no echárselo en cara. Además, ¿Quién era yo para juzgarla? Tampoco había sido del todo sincero con ella, ni tan siquiera ahora lo era. – Su acento la delata, señorita. Además, cuando uno es un forastero pronto aprende a distinguir si alguien lleva mucho o poco tiempo en la ciudad. Es como un sexto sentido -
La chica me preguntó sobre mí. ¿Habría despertado su interés o sería mera formalidad? No sabía muy bien qué esperar de ella, aunque el hecho de que empezara a sincerarse podría ser una buena señal. Decidí contestar abiertamente, al menos, aquello que sentía que podía compartir. - Yo… vine aquí por primera vez con 15 años y hace casi tres que me establecí… este parque, por ejemplo, lo habré visitado más de veinte veces – añadí, con un suspiro entre nostálgico y aliviado. Por mi cabeza pasaban sentimientos contradictorios: me resultaba muy duro hablar de mi pasado, incluso tan vagamente como era en este caso… pero al mismo tiempo sentía que al hacerlo me estaba quitando un peso de encima.
- Mi nombre es Sasser señorita. ¿Sería una osadía preguntarle el suyo? – añadí con la mayor corrección posible.
Al parecer mi país natal no era de su agrado. La muchacha tuvo un escalofrío cuando mis labios terminaron de pronunciar la palabra “Rusia”. No me sorprendió, a poca gente le resultaba agradable el clima. De hecho jamás conseguí convencer a Laure para que ni tan siquiera visitara San Petersburgo, por lo que era de esperar que alguien procedente de un lugar más cálido (aunque también lluvioso) no lo encontrara agradable.
Si descubrir que procedía de Holanda fue satisfactorio, aún lo fue más saber que estaba en lo cierto y la chica era apenas una recién llegada a la ciudad. Sabía que me había estado mintiendo, pero por encima de todo, aprecié su sinceridad, por lo que decidí no echárselo en cara. Además, ¿Quién era yo para juzgarla? Tampoco había sido del todo sincero con ella, ni tan siquiera ahora lo era. – Su acento la delata, señorita. Además, cuando uno es un forastero pronto aprende a distinguir si alguien lleva mucho o poco tiempo en la ciudad. Es como un sexto sentido -
La chica me preguntó sobre mí. ¿Habría despertado su interés o sería mera formalidad? No sabía muy bien qué esperar de ella, aunque el hecho de que empezara a sincerarse podría ser una buena señal. Decidí contestar abiertamente, al menos, aquello que sentía que podía compartir. - Yo… vine aquí por primera vez con 15 años y hace casi tres que me establecí… este parque, por ejemplo, lo habré visitado más de veinte veces – añadí, con un suspiro entre nostálgico y aliviado. Por mi cabeza pasaban sentimientos contradictorios: me resultaba muy duro hablar de mi pasado, incluso tan vagamente como era en este caso… pero al mismo tiempo sentía que al hacerlo me estaba quitando un peso de encima.
- Mi nombre es Sasser señorita. ¿Sería una osadía preguntarle el suyo? – añadí con la mayor corrección posible.
Sasser Nikolaev- Cazador Clase Alta
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Re: Volviendo a la vida (Eiden Van Garderen) (+18)
Por lo que me dijo el hombre, mi acento me delataba y sabía desde un principio que yo no era de allí. ¿Entonces para qué me había estado siguiendo el juego hasta entonces? Vaya chico más raro, pareciera que no tuviera mejor cosa en la que perder el tiempo. Aunque a mí, igual me daba lo que hiciese él, mientras no se metiese en mis asuntos.
- Ajám... - musité un poco incrédula por aquello del sexto sentido.
Obviamente sabía que lo decía en broma, pero me pareció un comentario un poco estúpido, la verdad. Si pretendía hacerse el simpático, más bien estaba consiguiendo todo lo contrario.
A continuación añadió que había estado y viniendo a París desde los quince años y por fin, hacía casi tres, se estableció finalmente en el lugar. Me alegré del hecho de que él también se sincerase conmigo, aunque su historia sonase bastante extraña.
- ¿Viniste hace quince años y te estableciste hace tres? - pregunté con curiosidad.
¿Acaso se había tirado toda la vida yendo y viniendo de acá para allá? Tal vez provenía de una familia de mercaderes, era la única opción que se me ocurría para tales viajes. Por un lado, me gustó esa idea de viajar por el mundo puesto era algo a lo que yo misma aspiraba, pero por otro, me pareció aburrido estar siempre visitando los mismos lugares una y otra vez.
Finalmente terminó por decirme su nombre: Sasser... vaya nombre más extraño, ¿realmente era de Rusia? porque ciertamente no lo parecía.
- Van Garderen - contesté mirándole fijamente - Eiden Van Garderen
Estaba empezando a aburrirme de la situación, estar allí de pie hablando con aquel extraño no me aportaba nada más que dolores de cabeza. Cada vez me recordaba más a mi ex-pareja, aunque ya hasta me estaba acostumbrando a ello. Lo cierto es que se le daba un aire y además, por lo que estaba viendo, los dos eran igual de simples...
- Y dígame señor Sasser... ¿cada vez que viene al parque, se pone a hablar con la estatua? - reí abiertamente, sin poder aguantarme la risa.
No quería reírme de él pero me parecía algo muy extraño y debía preguntarlo. Para quitarle hierro al asunto, ya que tal vez mi pregunta había sido algo atrevida, decidí sacar otro tema de conversación más distendido.
- Hhm.. - me quedé un rato pensativa, aunque realmente lo que le iba a decir a continuación ya lo tenía más que planeado de antes - ¿no será que usted está buscando otra cosa con esta conversación, verdad? - sonreí de manera pícara y me mordí lentamente el labio inferior
- Ajám... - musité un poco incrédula por aquello del sexto sentido.
Obviamente sabía que lo decía en broma, pero me pareció un comentario un poco estúpido, la verdad. Si pretendía hacerse el simpático, más bien estaba consiguiendo todo lo contrario.
A continuación añadió que había estado y viniendo a París desde los quince años y por fin, hacía casi tres, se estableció finalmente en el lugar. Me alegré del hecho de que él también se sincerase conmigo, aunque su historia sonase bastante extraña.
- ¿Viniste hace quince años y te estableciste hace tres? - pregunté con curiosidad.
¿Acaso se había tirado toda la vida yendo y viniendo de acá para allá? Tal vez provenía de una familia de mercaderes, era la única opción que se me ocurría para tales viajes. Por un lado, me gustó esa idea de viajar por el mundo puesto era algo a lo que yo misma aspiraba, pero por otro, me pareció aburrido estar siempre visitando los mismos lugares una y otra vez.
Finalmente terminó por decirme su nombre: Sasser... vaya nombre más extraño, ¿realmente era de Rusia? porque ciertamente no lo parecía.
- Van Garderen - contesté mirándole fijamente - Eiden Van Garderen
Estaba empezando a aburrirme de la situación, estar allí de pie hablando con aquel extraño no me aportaba nada más que dolores de cabeza. Cada vez me recordaba más a mi ex-pareja, aunque ya hasta me estaba acostumbrando a ello. Lo cierto es que se le daba un aire y además, por lo que estaba viendo, los dos eran igual de simples...
- Y dígame señor Sasser... ¿cada vez que viene al parque, se pone a hablar con la estatua? - reí abiertamente, sin poder aguantarme la risa.
No quería reírme de él pero me parecía algo muy extraño y debía preguntarlo. Para quitarle hierro al asunto, ya que tal vez mi pregunta había sido algo atrevida, decidí sacar otro tema de conversación más distendido.
- Hhm.. - me quedé un rato pensativa, aunque realmente lo que le iba a decir a continuación ya lo tenía más que planeado de antes - ¿no será que usted está buscando otra cosa con esta conversación, verdad? - sonreí de manera pícara y me mordí lentamente el labio inferior
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Re: Volviendo a la vida (Eiden Van Garderen) (+18)
Al oír su nombre, no sé por qué, pero no pude evitar dirigir un cumplido a aquella muchacha - Su nombre es tan bonito como sus ojos, señorita – Afirmé esbozando una sonrisa.
Parecía que poco a poco me iba ganando la confianza de aquella chica, empezando por el hecho de tutearme de vez en cuando, a pesar de que nuestra conversación no había iniciado de la mejor manera posible... y eso sin duda me reconfortaba. Sin embargo no la noté muy atenta a mis palabras, o quizás era yo el que no me estaba expresando con mucha claridad, puesto que no había entendido muy bien lo que le había contado hace unos escasos segundos.
- Llevaba yendo y viniendo desde los quince, sí… hará ocho años de mi primera visita – La corregí, haciéndola notar mi edad de manera indirecta. – Procedo de una familia de comerciantes, y la ruta San Petersburgo – París era de las más importantes para nosotros, por lo que la cubrí en numerosas ocasiones – Sabía que no había respondido a la totalidad de su pregunta, pero no quería entrar en más detalles, al menos por ahora. - ¿Y cómo llegó usted aquí? ¿Qué la hizo cambiar su Holanda natal por la capital francesa? – inquirí, con el objetivo también de centrar la atención en ella.
Aquellas palabras de flirteo no hicieron sino aumentar mi desconcierto. Hacía tiempo que no me encontraba en una situación parecida, y desde luego no era esta la intención con la que había venido a este lugar. Miles de pensamientos cruzaron mi mente en aquellos instantes. Por una parte la situación me parecía de lo más surrealista, pero, por otra… aquella chica me resultaba de lo más atractiva. No sé que pasó por mi mente, pero decidí corresponder su coqueteo. Escogí cuidadosamente mis palabras - ¿Qué otra cosa podría buscar, además del placer de conversar con una mujer tan atractiva como usted? -
- ¿Quiere que… le enseñe algún otro lugar de la ciudad? – Pregunté, con la esperanza de poder ir a un lugar algo más tranquilo, y al mismo tiempo, abandonar el lugar para poder sentirme menos pueril por lo que estaba haciendo… Había acudido al parque a recordar a mis seres queridos y estaba al borde de traicionar su memoria…
Parecía que poco a poco me iba ganando la confianza de aquella chica, empezando por el hecho de tutearme de vez en cuando, a pesar de que nuestra conversación no había iniciado de la mejor manera posible... y eso sin duda me reconfortaba. Sin embargo no la noté muy atenta a mis palabras, o quizás era yo el que no me estaba expresando con mucha claridad, puesto que no había entendido muy bien lo que le había contado hace unos escasos segundos.
- Llevaba yendo y viniendo desde los quince, sí… hará ocho años de mi primera visita – La corregí, haciéndola notar mi edad de manera indirecta. – Procedo de una familia de comerciantes, y la ruta San Petersburgo – París era de las más importantes para nosotros, por lo que la cubrí en numerosas ocasiones – Sabía que no había respondido a la totalidad de su pregunta, pero no quería entrar en más detalles, al menos por ahora. - ¿Y cómo llegó usted aquí? ¿Qué la hizo cambiar su Holanda natal por la capital francesa? – inquirí, con el objetivo también de centrar la atención en ella.
Aquellas palabras de flirteo no hicieron sino aumentar mi desconcierto. Hacía tiempo que no me encontraba en una situación parecida, y desde luego no era esta la intención con la que había venido a este lugar. Miles de pensamientos cruzaron mi mente en aquellos instantes. Por una parte la situación me parecía de lo más surrealista, pero, por otra… aquella chica me resultaba de lo más atractiva. No sé que pasó por mi mente, pero decidí corresponder su coqueteo. Escogí cuidadosamente mis palabras - ¿Qué otra cosa podría buscar, además del placer de conversar con una mujer tan atractiva como usted? -
- ¿Quiere que… le enseñe algún otro lugar de la ciudad? – Pregunté, con la esperanza de poder ir a un lugar algo más tranquilo, y al mismo tiempo, abandonar el lugar para poder sentirme menos pueril por lo que estaba haciendo… Había acudido al parque a recordar a mis seres queridos y estaba al borde de traicionar su memoria…
Sasser Nikolaev- Cazador Clase Alta
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Re: Volviendo a la vida (Eiden Van Garderen) (+18)
No me esperaba que me dijese aquello sobre mi nombre, por lo que no pude evitar ruborizarme, cosa que quise ocultar agachando el rostro.
- Gracias... - por desgracia, no podía decir lo mismo del suyo, aunque pensé que sería mejor no comentarle nada, a nadie le debía sentar bien que le dijesen eso.
Me explicó que actualmente haría unos ocho años de su primera visita, ¿qué edad tenía entonces? apuesto que mínimo veintitrés, aunque aparentemente parecía mucho mayor. Ya no por su forma de vestir sino por la expresión de su rostro, era muy madura, no se correspondía con la edad que decía tener. Parecía el rostro de alguien que había vivido muchas cosas.. y no todas agradables.
- Entiendo.. - tal y como yo pensaba, venía de una familia de comerciantes. Era lo más lógico para su historia - ¿y qué clase de mercancía comercializaba?
Preguntó por cómo había llegado yo a París y la imagen de mi abuelo apareció por mi mente. No podía contarle toda la historia sobre mi sueño, era demasiado rara y poco creíble. No quería que pensara de mí que era una loca, por lo que no le daría muchas indicaciones.
- ... Avatares del destino - sonreí, había usado las mismas palabras que él había hecho anteriormente para contestar la misma pregunta.
No me apetecía nada recordarlo todo una vez más, aquello solo me traía sufrimiento y por ahora él ya sabía lo suficiente. Así que tendría que conformarse con eso. Además, me daba la impresión de que él tampoco me lo había contado todo.
- Pues.. - me acerqué lentamente a su oído - otro tipo de placer - susurré mientras volvía a mi posición inicial. Pasé dos de mis dedos por su torso, como dando pequeños pasitos por él - ¿qué es lo que quiere enseñarme, señor? - antes de seguirle como un corderito quería asegurarme cuáles eran sus verdaderas intenciones y a dónde quería llevarme
- Gracias... - por desgracia, no podía decir lo mismo del suyo, aunque pensé que sería mejor no comentarle nada, a nadie le debía sentar bien que le dijesen eso.
Me explicó que actualmente haría unos ocho años de su primera visita, ¿qué edad tenía entonces? apuesto que mínimo veintitrés, aunque aparentemente parecía mucho mayor. Ya no por su forma de vestir sino por la expresión de su rostro, era muy madura, no se correspondía con la edad que decía tener. Parecía el rostro de alguien que había vivido muchas cosas.. y no todas agradables.
- Entiendo.. - tal y como yo pensaba, venía de una familia de comerciantes. Era lo más lógico para su historia - ¿y qué clase de mercancía comercializaba?
Preguntó por cómo había llegado yo a París y la imagen de mi abuelo apareció por mi mente. No podía contarle toda la historia sobre mi sueño, era demasiado rara y poco creíble. No quería que pensara de mí que era una loca, por lo que no le daría muchas indicaciones.
- ... Avatares del destino - sonreí, había usado las mismas palabras que él había hecho anteriormente para contestar la misma pregunta.
No me apetecía nada recordarlo todo una vez más, aquello solo me traía sufrimiento y por ahora él ya sabía lo suficiente. Así que tendría que conformarse con eso. Además, me daba la impresión de que él tampoco me lo había contado todo.
- Pues.. - me acerqué lentamente a su oído - otro tipo de placer - susurré mientras volvía a mi posición inicial. Pasé dos de mis dedos por su torso, como dando pequeños pasitos por él - ¿qué es lo que quiere enseñarme, señor? - antes de seguirle como un corderito quería asegurarme cuáles eran sus verdaderas intenciones y a dónde quería llevarme
Eiden Van Garderen- Hechicero Clase Media
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Re: Volviendo a la vida (Eiden Van Garderen) (+18)
Observé como la chica se sonrojaba tras escuchar mi cumplido. Quizás la había cogido por sorpresa, aunque seguro que yo no era el primero que reparaba en su belleza.
Noté como Eiden empezaba a estar bastante callada. Habría pensado que se sentía incómoda por mi cumplido, pero el hecho de que ella fue quien empezó el coqueteo me hacía descartar esa opción. Quizás no sabía qué contestar o qué decir ante mis palabras.
- Nos dedicábamos a la orfebrería. A través de… - Dudé por un instante, no quería mencionar el nombre de mi suegro ni hacer referencia a él - …un socio local, gestionábamos la obtención de la mercancía y la llevábamos a San Petersburgo. Era un negocio muy exitoso. ¿Y a que se dedica usted, Eiden? ¿Trabaja en París? – Esperaba que no considerase la pregunta fuera de lugar. Al fin y al cabo yo le había hablado sobre qué solía hacer hace unos meses, por lo que no me parecía descortés preguntarle lo mismo.
¿Avatares del destino? Parecía que mi interlocutora tampoco quería contarme demasiadas cosas acerca de su pasado, o de cómo llegó hasta París. En otras circunstancias su aura de misterio me haría desconfiar de ella, pero en este caso, incluso hacía que me identificara con ella. Al fin y al cabo, parecía que ambos teníamos cosas que ocultar, y no habíamos hecho otra cosa sino acabar de conocernos. –Comprendo… podríamos decir que yo estoy aquí también por ese motivo… es curioso como las circunstancias de la vida pueden cambiar en cuestión de minutos, o como tu vida podría ser completamente distinta de haber hecho algo en una hora diferente – Mientras pronunciaba estas palabras no pude evitar acordarme de mi familia, y de cómo ahora podían estar vivos (o yo muerto) si esa noche no me hubiera quedado cerrando una venta al lejano oriente y Laure no hubiera estado sola con los niños al caer la noche.
Eiden se apróximo, me susurró al oído y deslizó de manera sensual sus finos y suaves dedos por mi pecho. En ese instante recordé la pequeña granja que poseíamos a las afueras de la ciudad. Era un lugar agradable a la par que... íntimo. – Estaba pensando en enseñarle mi propiedad más preciada: Una pequeña casa rural, a las afueras de la ciudad, desde la cual se puede contemplar como el río Sena atraviesa la ciudad. No tiene la misma variedad de paisajes y esculturas que ofrece este jardín, pero igualmente creo que disfrutará de la visita. Si quiere, podemos continuar nuestra charla de camino hacía allí. En carroza no tardaremos más de media hora - afirmé, invitándola a iniciar el trayecto.
Noté como Eiden empezaba a estar bastante callada. Habría pensado que se sentía incómoda por mi cumplido, pero el hecho de que ella fue quien empezó el coqueteo me hacía descartar esa opción. Quizás no sabía qué contestar o qué decir ante mis palabras.
- Nos dedicábamos a la orfebrería. A través de… - Dudé por un instante, no quería mencionar el nombre de mi suegro ni hacer referencia a él - …un socio local, gestionábamos la obtención de la mercancía y la llevábamos a San Petersburgo. Era un negocio muy exitoso. ¿Y a que se dedica usted, Eiden? ¿Trabaja en París? – Esperaba que no considerase la pregunta fuera de lugar. Al fin y al cabo yo le había hablado sobre qué solía hacer hace unos meses, por lo que no me parecía descortés preguntarle lo mismo.
¿Avatares del destino? Parecía que mi interlocutora tampoco quería contarme demasiadas cosas acerca de su pasado, o de cómo llegó hasta París. En otras circunstancias su aura de misterio me haría desconfiar de ella, pero en este caso, incluso hacía que me identificara con ella. Al fin y al cabo, parecía que ambos teníamos cosas que ocultar, y no habíamos hecho otra cosa sino acabar de conocernos. –Comprendo… podríamos decir que yo estoy aquí también por ese motivo… es curioso como las circunstancias de la vida pueden cambiar en cuestión de minutos, o como tu vida podría ser completamente distinta de haber hecho algo en una hora diferente – Mientras pronunciaba estas palabras no pude evitar acordarme de mi familia, y de cómo ahora podían estar vivos (o yo muerto) si esa noche no me hubiera quedado cerrando una venta al lejano oriente y Laure no hubiera estado sola con los niños al caer la noche.
Eiden se apróximo, me susurró al oído y deslizó de manera sensual sus finos y suaves dedos por mi pecho. En ese instante recordé la pequeña granja que poseíamos a las afueras de la ciudad. Era un lugar agradable a la par que... íntimo. – Estaba pensando en enseñarle mi propiedad más preciada: Una pequeña casa rural, a las afueras de la ciudad, desde la cual se puede contemplar como el río Sena atraviesa la ciudad. No tiene la misma variedad de paisajes y esculturas que ofrece este jardín, pero igualmente creo que disfrutará de la visita. Si quiere, podemos continuar nuestra charla de camino hacía allí. En carroza no tardaremos más de media hora - afirmé, invitándola a iniciar el trayecto.
Sasser Nikolaev- Cazador Clase Alta
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Re: Volviendo a la vida (Eiden Van Garderen) (+18)
Me comentó que se dedicaba a la orfebrería, desde luego no era un mal trabajo así que supuse que el chico como mínimo debía pertenecer a la clase social media.
- ¿Y aún se dedica a lo mismo? - continué con mi cuestionario, él me había comentado que se dedicaban a eso pero ¿en la actualidad también? no me había quedado claro.
También me preguntó por mi oficio, a lo que no supe muy bien qué contestar, ya que realmente oficio en sí no tenía ahora mismo, pero el por qué era una historia muy larga que no me apetecía ahora explicar.
- Pues verá... terminé con mis estudios semanas antes de mudarme a París, por lo que aun no dispongo de oficio alguno - decidí que aquella era la mejor forma de resumirlo todo- eso sí, no descarto que en un futuro no muy lejano consiga alguno - deseaba trabajar en algo encaminado al sector público, ya que me gustaba aquello de ofrecer servicios humanos. Además, tampoco podía pasarme toda la vida comiendo de la herencia de mis padres, debía empezar a ganar dinero por mí misma.
Su comentario sobre cómo la vida puede cambiar según los actos que llevemos a cabo, me hizo recapacitar sobre mi propia vida. Si yo no hubiese tomado la decisión de venir a París, ahora mismo seguiría con... no pude evitar suspirar al pensar en aquello.
- Sí, supongo que tiene razón... - me limité a decir, no tenía ganas de seguir con aquél tema
A continuación, me propuso acompañarle a una casa rural que decía era de su propiedad... ¿acaso buscaba impresionarme o algo así?
- Hmm... está bien, vayamos - decidí finalmente, aunque por la manera fría en la que él se estaba comportando tras mis coqueteos, ya no sabía si lo que pretendía era seguir con aquello o invitarme a una taza de café... vaya aburrimiento de hombre, parecía que no entendía nada.
Me adelanté a él con paso firme, dirigiéndome a la entrada del parque para buscar el carruaje. Esperaba que al llegar al lugar la cosa mejorase porque sino...
- ¿Y aún se dedica a lo mismo? - continué con mi cuestionario, él me había comentado que se dedicaban a eso pero ¿en la actualidad también? no me había quedado claro.
También me preguntó por mi oficio, a lo que no supe muy bien qué contestar, ya que realmente oficio en sí no tenía ahora mismo, pero el por qué era una historia muy larga que no me apetecía ahora explicar.
- Pues verá... terminé con mis estudios semanas antes de mudarme a París, por lo que aun no dispongo de oficio alguno - decidí que aquella era la mejor forma de resumirlo todo- eso sí, no descarto que en un futuro no muy lejano consiga alguno - deseaba trabajar en algo encaminado al sector público, ya que me gustaba aquello de ofrecer servicios humanos. Además, tampoco podía pasarme toda la vida comiendo de la herencia de mis padres, debía empezar a ganar dinero por mí misma.
Su comentario sobre cómo la vida puede cambiar según los actos que llevemos a cabo, me hizo recapacitar sobre mi propia vida. Si yo no hubiese tomado la decisión de venir a París, ahora mismo seguiría con... no pude evitar suspirar al pensar en aquello.
- Sí, supongo que tiene razón... - me limité a decir, no tenía ganas de seguir con aquél tema
A continuación, me propuso acompañarle a una casa rural que decía era de su propiedad... ¿acaso buscaba impresionarme o algo así?
- Hmm... está bien, vayamos - decidí finalmente, aunque por la manera fría en la que él se estaba comportando tras mis coqueteos, ya no sabía si lo que pretendía era seguir con aquello o invitarme a una taza de café... vaya aburrimiento de hombre, parecía que no entendía nada.
Me adelanté a él con paso firme, dirigiéndome a la entrada del parque para buscar el carruaje. Esperaba que al llegar al lugar la cosa mejorase porque sino...
Eiden Van Garderen- Hechicero Clase Media
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Re: Volviendo a la vida (Eiden Van Garderen) (+18)
Parecía que Eiden tenía mucha prisa por abandonar el lugar, puesto que se dirigió veloz hacia la salida. En esta época del año no era muy difícil encontrar carruajes. El frío y lo pronto que anochecía provocaba que mucha gente eligiera este medio de transporte, por comodidad y seguridad. No tardamos en subir a uno. Ofrecí ayuda a mi acompañante para que subiera al carro, lugar donde continuaríamos nuestra charla antes de llegar a nuestro lugar de destino.
- En respuesta a su pregunta, hace unos meses que dejé el negocio. Ahora mismo no me dedico a nada en concreto – Esperaba que esa respuesta saciara su curiosidad, verdaderamente no sabía que iba a decirla si seguía tirándome de la lengua.
- ¿Alguna especialidad en concreto? ¿Tiene preferencia a la hora de buscar oficio? He de reconocer que por su belleza pensaba que serviría de modelo a algún artista – Por lo que mi acompañante comentaba, seguía reafirmando mis impresiones de que debía proceder de una familia de buena cuna, pese a que no conocía el apellido familiar.
Parecía que la chica no terminaba de sentirse cómoda con la conversación, dado lo escueto e impreciso de sus contestaciones. Por sus insinuaciones anteriores, quizás sólo deseaba pasar un buen rato. En cualquier caso, creo que ambos teníamos bastante claro que era eso a lo que íbamos a aquella casita. Aunque daba la impresión de ser unos años más joven que yo, tenía pinta de tener bastante experiencia. De hecho, la chica parecía muy decidida y segura de si misma, lo cual en verdad agradecí.
Traté de hacer amenos los últimos compases del viaje preguntándole sobre la ciudad: - ¿Qué opinión le merece por ahora la ciudad? – Inquirí, cuando apenas nos faltaban unos pocos minutos para llegar a nuestro destino.
- En respuesta a su pregunta, hace unos meses que dejé el negocio. Ahora mismo no me dedico a nada en concreto – Esperaba que esa respuesta saciara su curiosidad, verdaderamente no sabía que iba a decirla si seguía tirándome de la lengua.
- ¿Alguna especialidad en concreto? ¿Tiene preferencia a la hora de buscar oficio? He de reconocer que por su belleza pensaba que serviría de modelo a algún artista – Por lo que mi acompañante comentaba, seguía reafirmando mis impresiones de que debía proceder de una familia de buena cuna, pese a que no conocía el apellido familiar.
Parecía que la chica no terminaba de sentirse cómoda con la conversación, dado lo escueto e impreciso de sus contestaciones. Por sus insinuaciones anteriores, quizás sólo deseaba pasar un buen rato. En cualquier caso, creo que ambos teníamos bastante claro que era eso a lo que íbamos a aquella casita. Aunque daba la impresión de ser unos años más joven que yo, tenía pinta de tener bastante experiencia. De hecho, la chica parecía muy decidida y segura de si misma, lo cual en verdad agradecí.
Traté de hacer amenos los últimos compases del viaje preguntándole sobre la ciudad: - ¿Qué opinión le merece por ahora la ciudad? – Inquirí, cuando apenas nos faltaban unos pocos minutos para llegar a nuestro destino.
Sasser Nikolaev- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 27/06/2012
Re: Volviendo a la vida (Eiden Van Garderen) (+18)
El carruaje no tardó en llegar por suerte, porque ya empezaba a anochecer y el frío era más acusado. Sasser me ayudó a subir y le sonreí a modo de darle las gracias. Una vez allí, continuamos con nuestra charla.
- ¿Dejó el negocio? ¿por voluntad propia? - alcé una ceja, extrañada por su actuación; no era normal que se dejasen los trabajos así como así, por voluntad propia - bueno, imagino que tendrá un buen motivo para ello... - dejé caer el comentario para ver si así le sonsacaba algo.
Hacía un rato que el carruaje había emprendido la marcha, aunque los caballos llevaban un trote tan delicado que apenas se notaba el movimiento. El chico me preguntó a continuación si tenía alguna preferencia con respecto a los oficios, pareciera que me había leído la mente
- Pues verá, lo cierto es que me gustaría ejercer de algo dedicado al público, algo en lo que me sienta realmente útil, algo en lo que pueda ayudar a la gente... - empecé a admirar el paisaje por los ventanales del carruaje, pero cuando mencionó lo de ser modelo, no pude contener la risa y giré de nuevo mi cara hacia la suya - modelo... - me acerqué a él y pasé mi dedo pulgar por sus labios, mientras acomodaba mi cabeza en su hombro.
- París es.. un lugar bastante bello, me encanta
Continuamos en silencio el resto del camino. No se muy bien por qué, pero yo al menos me encontraba tan cómoda que no tenía ganas de mucha cháchara. Al poco rato, el carruaje se detuvo delante de una casita perdida entre los árboles de un verde prado. Aún no había nevado, pero cuando lo hiciese, seguro que todo aquel verde se convertía en un blanco azulado precioso.
Salimos del carruaje y me quedé mirando el lugar, la verdad es que la casa no era muy grande pero sí que se veía muy acogedora, muy bien cuidada. Estaba convenientemente recogida tras un vallado de madera, abierto solo en la parte frontal, el cual se comunicaba con la puerta principal de la casa por un sendero de arena. Las paredes de la vivienda eran de piedra, adornadas por ventanales de cristales con un curioso efecto cuarteado, y del techo, una chimenea se erigía hacia el horizonte.
Decidí esperar a que él se adelantara y seguir sus pasos, al fin y al cabo la casa era suya y debía mostrarle respeto.
- ¿Dejó el negocio? ¿por voluntad propia? - alcé una ceja, extrañada por su actuación; no era normal que se dejasen los trabajos así como así, por voluntad propia - bueno, imagino que tendrá un buen motivo para ello... - dejé caer el comentario para ver si así le sonsacaba algo.
Hacía un rato que el carruaje había emprendido la marcha, aunque los caballos llevaban un trote tan delicado que apenas se notaba el movimiento. El chico me preguntó a continuación si tenía alguna preferencia con respecto a los oficios, pareciera que me había leído la mente
- Pues verá, lo cierto es que me gustaría ejercer de algo dedicado al público, algo en lo que me sienta realmente útil, algo en lo que pueda ayudar a la gente... - empecé a admirar el paisaje por los ventanales del carruaje, pero cuando mencionó lo de ser modelo, no pude contener la risa y giré de nuevo mi cara hacia la suya - modelo... - me acerqué a él y pasé mi dedo pulgar por sus labios, mientras acomodaba mi cabeza en su hombro.
- París es.. un lugar bastante bello, me encanta
Continuamos en silencio el resto del camino. No se muy bien por qué, pero yo al menos me encontraba tan cómoda que no tenía ganas de mucha cháchara. Al poco rato, el carruaje se detuvo delante de una casita perdida entre los árboles de un verde prado. Aún no había nevado, pero cuando lo hiciese, seguro que todo aquel verde se convertía en un blanco azulado precioso.
Salimos del carruaje y me quedé mirando el lugar, la verdad es que la casa no era muy grande pero sí que se veía muy acogedora, muy bien cuidada. Estaba convenientemente recogida tras un vallado de madera, abierto solo en la parte frontal, el cual se comunicaba con la puerta principal de la casa por un sendero de arena. Las paredes de la vivienda eran de piedra, adornadas por ventanales de cristales con un curioso efecto cuarteado, y del techo, una chimenea se erigía hacia el horizonte.
Decidí esperar a que él se adelantara y seguir sus pasos, al fin y al cabo la casa era suya y debía mostrarle respeto.
Eiden Van Garderen- Hechicero Clase Media
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