Diario de Leena.

31 de agosto año en curso.

El motivo por el cual escribo esto, antes que nada es practicar mi escritura, yo se que lo leera Señor Hrasky, asi que cumplo con mi tarea, pero sobre todo.
Hoy cumple 8 años, aun recuerdo como si fuera ayer el día que nació, la alegría con la que me lleno, habían sido 8 meses bastante duros, también se que cada día se hace mayor y ese es el motivo por el cual escribo este diario, algún dia, será lo suficientemente mayor y podrá entender todas las cosas por las cuales le he hecho pasar…

Su padre y yo nos conocimos una tarde de invierno, había salido a comprar un poco de pan, queso de cabra y leche, lo único que podía comprar para esas épocas que el dinero alcanzara y no morir, no quería ser uno de esos muertos a causa de las bajas temperaturas, de vuelta a casa ahí estaba ese hombre lleno en sangre, con demasiadas heridas, aun recuerdo el olor de algunas… necesitaba ser tratado si no quería morir, el olor, el dolor que veía, todo era una gran prueba, las heridas de su espalda ardían como su rostro una fiebre que necesitaba ser atendida.. un par de gritos y cayo inconsciente, lo necesitaba… pasaron varios días los cuales estuvo casi inconsciente apenas despertaba y podía darle un poco de pan mojado en leche.
Rezaba todas las noches por que se pusiera bien, y lo había logrado había sobrevivido, un par de encuentros entre ambos, todo había empezado como una amistad, me encantaba esa fascinación que tenía por cosas que aun para mi, habían perdido sentido, la ternura que había despertado en mi, la paciencia, el amor, poco a poco yo, esa mujer de carácter fuerte y que le costaba hablar con la gente, que no confiaba en nadie, comenzaba a reír por cosas sin sentido, había hecho amigos más frecuentemente y todo a causa de él.

Y como todo sueño, se había vuelto realidad, el me correspondía, nos amamos a escondidas, ¿por qué? Es momento de nombrarla Catalina de los Rios, su dueña, mujer causante de aquellas heridas que casi lo mataban, solo casi, muchas heridas curé, tanto que no me daban pavor ya no más.

Seis meses de haber estado juntos desperté una mañana y el dolor de pies y los ascos eran presentes, pensé que era una infección cualquiera de estomago, que siguió, hasta que una mañana después de haber ido a visitar a Zeth, mi mejor amigo, confidente, volvía a mi carreta y una vieja sabia solo mirándome me ha dicho “¿Cuánto tiempo tienes Leena?”, mi sorpresa fue bastante grande ¿a que se refería? “¿Cuando nace el bebé?” automáticamente lleve mi mano a mi vientre con sorpresa, corrí de vuelta hacia donde se encontraba Zeth, ambos fuimos al médico, el cual comprobó mi estado, comencé a hacer cuentas… tenia por lo menos 4 meses de retraso, un error demasiado tonto, tenia 16 años cuando me entere de que iba a ser mamá.

El miedo se apodero de mi, después de todo iba a tener que criar sola a un niño, no tendría un apellido… había repetido la historia, una bastarda tendría un bastardo y eso no podía permitirlo.

Días después fui de vuelta a visitar a Diégue Döhler, un viejo conocido, aquel hombre noble había estado un par de veces conmigo, me había “enamorado” con su entrega sin importarle que fuera gitana, ¿Qué por qué no funciono su amor? Porque había conocido a Fabio y el amor que sentía por el era mucho más fuerte y como me había abierto, me había cerrado con Diégue.

Zeth decía que estaba completamente loca, y tenía muchísima razón, usar a un pobre hombre que realmente había estado enamorada de mi solo para que el pequeño tuviera un apellido, Gauvin Döhler, no se oía tan mal, los planes no salieron como esperaba, la realeza y sus trabas estúpidas, mi hijo sería un bastardo y peor aun conocido por todos como tal, no podía permitirlo de nuevo, me había jurado que primero era él.

Finalmente después de todo aquel quilombo que se había armado, decidí que no tenía nada de malo criar al niño sola, no estaría sola, Fabio estaría conmigo cuando quisiera pero sobretodo estarían Zeth y Stephen.

Los meses pasaron, lentamente Fabio, seguía en sus pequeñas visitas cada semana a veces dos semanas enteras, hasta que llego el esperado día, diez horas de dolor que valieron la pena “Ayres Gauvin Oliviera Noel”, no recuerdo mucho más de ese día, solo haber dicho nombre, seguramente caí exhausta, Ayres era un nombre que no estaba en mi mente hasta ese día, un juego de idiomas el portugués hablado por su padre y el francés propio significaba “el príncipe” me parecía algo gracioso para cuando Stephen lo supiera.

La felicidad que había embargado ese momento comenzaba a desaparecer, trayendo consigo una preocupación enorme, Catalina se enteraría de el nacimiento, si no sabía ya de la existencia del pequeño, Fabio, había siempre sido su esclavo favorito, nunca había entendido él porque de su fascinación tan extraña y que pudiera tratarlo de ese modo.

Zeth se fue, no estaba segura a donde, pero se había ido, Fabio desde que había nacido Ayres había venido un par de veces, Catalina buscándome, todo aquello comenzaba a ser duro, insoportable.

Una tarde todos mis esfuerzos no alcanzaron, tendrá unos 4 años, ella me encontró, por suerte, Stephen se había quedado con él, el ataque… vaya que había sido duro, no recordaba, no quiero plasmar con palabras todo lo que paso ese día, solo quiero olvidarlo, pasaron días enteros antes de poder despertar, creía estar muerta.
Cambiemos de tema, solo busque cuidar a Ayres aun más que antes, tenía que cambiar de casa, tal vez, buscar otro trabajo, protegerme de todo, tenia que seguir con vida por él, no por mi.

Y ahí llegamos al inicio de la historia, había conseguido un trabajo con un hombre de nombre Ranald Hrasky, un viejo escritor, que había tenido un gran corazón en ofrecerle su casa, ahora para pagarle me había convertido su ama de llaves, aunque a veces es un poco terco, queriendo pagarme por mis labores cuando yo estaba más en deuda con él por permitirme estar trabajando con Ayres ahí, Ayres lo quería muchísimo, se había convertido como en un abuelo para él, al menos ambos se hacían compañía mutuamente.

4 años más tarde, pocas cosas han cambiado además de la apariencia física de Ayres, el regreso de zeth… ahora soy capaz de comprar por lo menos un cuaderno, mi escritura había mejorado… y este es el inicio.