Queen of hearts

• Raza •
Hija de Cain

• Edad •
131 inviernos

• Orientación Sexual •
Depende ¿Quien orienta?

• Clase social •
Realeza Infernal
(Clase Alta)

• Ocupación •
Reina de corazones
Clan Los Oscuros

• Lugar de Origen •
Transilvania

Habilidades

Os imaginemos un mundo donde cuerpo y alma convergieran en forma y figura, que la carne, la piel, incluso la sangre de nuestras venas se mostrara dependiendo de cuan blanca, gris o negra fuese nuestra alma. Donde nuestras bondades desembocaran en la dulzura de un par de ojos abrumadores, donde la heroica valentía destellara en la galanura de fuertes brazos varoniles o la estrechez atractiva de las caderas de una doncella. Ahí donde las envidias, los odios y deslealtades afloraran en arrugas, verrugas y una que otra rareza. ¿No sería esa una muy burlona justicia?
Si así fuera no tendría la indiscutible y perversa belleza que me compone. La piel tendría que ser aun más oscura que el carbón que reviste a los esclavos y no aquella palidez de terciopelo,  sobrenaturalmente hermosa, sin macula que destruyera la perfección de la nieve eterna. No tendría mi efigie esbelta de 1.70 de altura, sino seria una monumental amazona, alimentada de  petulancia, sordidez y sed de resarcimiento. De ningún modo un corazón tan desquebrajado como el mío, tejido por los hilos del capricho, la locura y la muerte podría albergarse en el pecho de esta diosa pagana, coronada por una mata de oscuro y lustroso cabello que resalta mis facciones tamizadas y hace sobresalir aun mas a mis labios escarlata… siempre provocadores, eternamente hambrientos.

Tal vez lo único que podría mantener de mi en aquella ilusoria realidad, serian el par de ojos cazadores, con el azul de las aguas profundas de un océano aparentemente dócil pero embustero. Siempre a la espera de ver  caer a los marineros - principalmente a su capitán - en la profundidad de una oscuridad sin límites.
¿Cuánto amor por la vida, por la bondad o cuanta misericordia a mis enemigos y/o victimas (Da igual! Pues son lo mismo) Me harían falta para pagar este cuerpo de lujuriosas curvas? Cuello de cisne que se desliza hasta los hombros delicados, brazos enjutos hasta las finas manos de dedos delgados y uñas brillantes. La cintura y la cadera remarcan su forma en un pasaje tentador que invita a ser recorrido con los dedos, incluso con los labios, otra tentación son los pechos respingados, con la exquisita redondez de la lozanía, de una flor de primavera congelada en los eternos inviernos. Largas son las piernas torneadas, que con habilidad sugerente deberían envolver al amante y no la presa… uff! Demasiada seria mi deuda de bondades para poder pagar algo como ello, y yo tan impaciente, tan mezquina, tan desesperada! Un tornado caótico que no conoce de tiempos ni lugares, solo la mórbida excitación de la destrucción.

¿Irónico el fantasioso mundo, no lo creen vosotros?, ¿O mas irónica es nuestro realidad? Esta donde la bruja del cuento parece una blanca nieves ¿Qué suerte puede esperarle al príncipe? Aquí en este mundo donde no hay manzanas, solo espíritus envenenados. Corazones vacios, podridos o a punto de ser mordidos, ocultos en mascara y aun así, corremos con una gran suerte o des fortuna pues quien cubre también descubre y heme aquí tal cual soy.

Historia

En mis sueños -¿o tal vez pesadillas?- aun veo su rostro deliciosamente deformado por la tortura. Lo recuerdo allí, tendido en una cama de sangre y  abandonado por sus impíos verdugos, un condenado a la espera del juez supremo del tribunal de las tinieblas: El sol. Justicia divina dirían los creyentes, desgraciadamente para ellos,  no fui engendrada para respetar las leyes de los hombres, ni mucho menos las de los dioses... Teniendo por cómplice al manto de la noche, arrastre los despojos de un cadáver hasta el claro del bosque, desprendí sus harapos, cerré sus heridas, las limpie, mas no obtuve respuesta de sus labios fríos. ¿Donde había quedado el fuego, querido mío?

El viento silbo una maldición, un llamado, una sugerencia...

Los susurros del diablo no se olvidan nunca así que como la más sumisa de sus acólitos marque con la ramilla de un árbol los símbolos que me eran antiguos, abandone a Lucern al centro de mis inscripciones, encendí una gran hoguera, ofrecí mi propia sangre a su paladar frio, sacrifique a un viejo leñador que se equivoco de camino...  y solo el viento que se agitaba y los arboles que se mecían y golpeaban entre si eran testigos de mi pecado. Aunque no estaban ahí, casi pude oler de nuevo el incienso y la cera de vela consumida. Casi pude escuchar al coro de mis hermanas humanas, entonando los himnos paganos de la infancia.

Los viejos cantos se deslizaron por mi garganta, al principio solemnes y pausadas,  después erráticos, excitados, desesperados,  cada estrofa por el aire hacia el cielo y las nubes furiosas no tardaran en responder con una tormenta embravecida. En ningún momento los espíritus se mostraron visibles, o más bien, yo ya no era capaz de reconocerlos pero en las gotas de lluvia los sentía abrazarme, maldecirme, advertirme y finalmente Lucern abrió sus ojos... vaya que lo hizo.

Fueron mis brazos los que cobijaron a esa nueva criatura que traje a la vida, fueron mis labios los que susurraron los consejos de venganza  a esa mente nublada.

Notado de la malevolencia más pura, mi apuesto monstruo clamo por Itsván Szöcs como la primera víctima. El vampiro era un anciano que se había apropiado de Hungria, bien merecido se lo tenía.  Después de él, más de uno de mis enemigos cayo como piezas de ajedrez en el tablero de las ambiciones de mi creación, mi hijo, mi amante, mi lider...

¿Me habrá recordado Mikhail justo en el instante cuando le arrancaron la cabeza? jajajja ¿Y donde, por todos los infiernos, estará Dante, mi creador? Justo ahora que estoy tan dispuesta a devolverle un viejo favor...

Algún día solo el polvo cubrirá las calaveras del elegante infierno que he creado, pero por ahora… Vamos, Itsván, juguemos una partida mas...

¿Algo mas?