Queen Of Hearts | Libre

por **Jordan White** Lun Jun 25, 2018 7:16 pm

Estaba agotada, apenas podía contemplar las luces vespertinas que caían bellamente por el ventanal de la antesala. Me recosté sobre el sofá sosteniendo el vaso con whisky en mi diestra y suspiré pensando si quizás así serían las cosas en adelante. Confeccionar, beber y recordar en cada acto de mi rutina que aún fuera del infierno seguiría siendo una especie de fugitiva. Entonces el sonido impertinente de una dulce voz notificando correspondencia perturbó mis horas de solaz. De mala gana tomé el sobre y ordené molesta que se alejaran por el resto del día, no tenía la más mínima intención de lidiar con la servidumbre. Firmaba el mismo remitente del día anterior. Mi poca paciencia se vino abajo cuando leí nuevamente el lugar de la cita, era demasiada coincidencia y por el día de hoy estaba harta de todo.

Una semana antes recibí la primera de muchas misivas anónimas. Necesitaban mi confirmación para diseñarles un ajuar en pocos días. Vacile antes de responder, mi diestra jugueteaba con el vaso ausente de alcohol, mordí mi labio inferior y chasqueé la lengua. ¡Maldita sea! En fin. Redacté mi respuesta, misma que debía entregar personalmente. Una vez terminadas mis cavilaciones me encaminé llegada la noche. Ya no podía confiar en la servidumbre, sobre todo si se trataba de cerrar algún negocio, me molestaba de sobremanera hacerlo. No estaba segura de lo que me encontraría en la cita, así que después de tomar un baño, me atavié de camisa y pantaloncillos, sin perder claro mi femineidad bajo esas prendas masculinas.

Sobre mis hombros colgué un abrigo de Cedric, había realizado ciertas modificaciones en la prenda de acuerdo a mis medidas, pero en esencia, seguía siendo suyo. Que ridículo era pensar que del algún modo podría protegerme de cualquier peligro. De igual modo llevaba entre mis prendas su revolver favorito que aún conservaba en el armario. Até mi cabello para que el sombrero luciera un poco mejor. El cochero me condujo hacia el lugar acordado en la misiva, un lugar de mala muerte donde ni por error pensé volver algún día. Durante todo este tiempo había aprendido a relacionarme con mucha clase de personas, sabía cómo caminar en la porquería sin mancharme. Suspiré apenas antes de descender el carruaje que me dejó a un par de calles del edificio, cuando me adentré en el lugar el simple hedor que flotaba a mí alrededor me pareció de lo más desagradable.

Me aproximé a la barra y ordené. Una ligera risa cínica escapó de mis labios cuando el hombre aquel me miró de pies a cabeza. Seguramente era la primera vez que contemplaba algo así.

Imbécil.

–No me gusta que me hagan esperar– dije mientras caminaba hacia una mesa vacía.

Las miradas de aquellos aberrantes me dieron cierto escalofrío. Tranquila Jordan, no seas estúpida, es solo una entrega y podrás regresar nuevamente a la mansión. Cedric había estado fuera de la ciudad un par de días más de los planeados, pero para mí una eternidad parecía haber transcurrido. Mi atención se enfocó en la efigie de una fémina que parecía discutir con un hombre a unos cuantos pasos de ahí.