A la deriva...

por **Frederick Kurtz** Sáb Jul 14, 2012 1:39 pm

El sol había descendido por el horizonte, como todos los días el vampiro salía a caminar, a pensar, a hacer todo aquello que le hubiese gustado hacer en vida, todas esas pequeñas cosas que eran insignificantes para los mortales y sin embargo él, que tenía la vida eterna extrañaba. El sol acariciando su piel, el sonido de los animalejos en los bosques, todas esas simplezas que ya no podía vivir. El sol ahora era su peor enemigo, y en los bosques lo único que se podía escuchar eran alaridos de animales y alguna que otra persona siendo víctima de algún vampiro u otro ser. Sin embargo la noche tenía sus encantos, la hermosa luna, el único astro que podía apreciar además de las estrellas. El reflejo de la luna en el agua era hermoso, acompañado del leve sonido de los peces chapoteando en la superficie del mismo eran las razones que lo mantenían sereno y calmado, aún en la presencia de tanto humano fresco.

Si bien se había alimentado la noche anterior, desde que se había transformado en vampiro había notado esa sed constante al oler la más mínima presencia de sangre humana. Otra de las consecuencias que esto había traído era que ya no tenía nadie con quien hablar, y Fred, que toda su vida había sido una persona social se veía confinado a la soledad. –Cuanto más cerca de la flor, más cerca de las espinas- susurró al observar una rosa blanca que yacía a un lado de la roca en la que estaba sentado, se deslizó por la roca hasta el piso, tomó la rosa en sus dedos y permaneció ahí, observándola.

En su mente, no dejaba de repetir esas cuestiones que hacía años lo tenían agobiado…-¿Quién soy?, ¿Porqué soy lo que soy?, ¿Existirán otros como yo que se dignen a hablar conmigo?, ¿Dónde podría encontrarlos?...- Pero la palabra que resonó en su mente fue “Soledad”. Ahí, observando una rosa blanca fue donde se percató de su absoluta soledad. Tenía dinero, y una buena reputación, pero no tenía a nadie con quien dirigir unas palabras. Su tenue sonrisa cesó y su mirada de melancolía perforó a la rosa que seguía en sus manos. –Es curioso, si pudiese hablar con las plantas sería feliz, porque serían las únicas que no me temerían…- Susurró mientras permanecía estático, con la rosa entre sus dedos escuchando el pasar de las personas, había bastante gente aquella noche en la Laguna.

por **Reaghan McKenna** Sáb Jul 14, 2012 6:47 pm

Aún paseando sola como estaba la dama ahora, podía escuchar las palabras que su esposo le decía cada vez que ella deseaba salir sola y de noche a la calle y más si, como ella, preferías pasear tranquilamente lejos de las calles algo seguras de París, ella adoraba caminar por el bosque, por el lago y sentir la naturaleza calmada y fresca. Era algo que hacía desde que era pequeña y se escapaba un rato de casa; y ahora, no podía evitarlo, lo hacía mucho menos pero había noches que parecía que la llamaban para ello de nuevo. Aëryn sabía el motivo de la preocupación de su marido, aquellos lugares eran usados por ladrones y vándalos, gente de mala calaña para esconderse, pero no era solo eso lo que la noche escondía en sus ropas oscuras, aquellos humanos no eran nada comparados con la verdadera naturaleza que salía de noche, los vampiros, aquellos sedientos de sangre que poca humanidad les quedaba en el cuerpo.

El vestido que llevaba esa noche era de aspecto elegante, de color beige tanto el corsé como la falda, pero esta estaba adornada con flores bordadas de un color verde oscuro, no era tan entallado ya que dejaba ver su pequeño y abultado vientre. Ese vestido hacía que sonriera de vez en cuando al escuchar el ligero ruido que hacía la tela al rozarse con el suelo. Quizás en otro momento, eso la asustara o la inquietara pero ahora, en aquel lugar tranquilo, lo único que conseguía era hacerla reír al sentirse solo rodeada de naturaleza.

Los pasos de la joven de cabellos dorados se detuvieron a la entrada de un claro, había pasado varias veces por aquel lugar pero nunca lo había visto tan bello como aquella noche, sus ojos rodearon la laguna al completo, perdiéndose en su belleza sin importar nada más. Absorbida por la naturaleza hasta que sus pies comenzaron de nuevo a recorrer la zona, a pasos aún más lentos que los de antes, Aëryn llevó sus manos a la capa que la cubría del frío del comienzo de primavera, abrigándose un poco más en ella. - Nunca había visto este lugar tan bello como hoy - susurró para si misma, sonriendo con dulzura y agachándose con sumo cuidado para tomar una flor en su mano.

por **Frederick Kurtz** Lun Jul 16, 2012 10:26 am

La paz de aquél lugar había sido suficiente como para hacer cesar sus impulsos de “hambre” ya no se sentía con aquella ganas de atacar a todos los que pasaban por ahí, sino que sentía la paz interior que había perdido hacía años. –Es curioso como una simple brisa y el sonido del agua pueden calmar incluso la más fuerte de las cóleras del alma- Alma, era gracioso que pensase en esa palabra, debido a que sabía que posiblemente su alma se estaba quemando en el infierno o peor aún, si estaba ahí debía sufrir con cada asesinato que el Vampiro realizaba. Pero en fin, permaneció con aquella rosa blanca en su mano y comenzó a caminar, las personas estaban bastante agitadas aquella noche. Su vestimenta, tan formal pero a la vez tan permisiva de sus movimientos. Era primavera, los colores más solicitados eran los claros, así que como todo señor de clase alta estaba vestido con colores claros, aunque realmente le molestasen.

Continuó, frente a la mirada de algunas señoritas y personas que pasaban por el lugar, era realmente gracioso poder conocer lo que la gente pensaba tan solo con desearlo. Desde que había sido convertido en Vampiro podía escuchar los pensamientos de los otros, lo que era un arma bastante poderosa a la hora de cazar.

Continuó, dando vueltas en aquel remolino de personas y paz, hasta encontrar un claro, y en el una mujer, llevaba puesto un vestido color beige. Quizás lo que más le llamó la atención a Fred fueron sus cabellos dorados, un color ciertamente hermoso. La mujer estaba ahí, sola, parecía desconocer completamente los espantosos misterios que ocultaba la noche.

Quizás por la mente del Vampiro pasaron miles de cosas, entre ellas el atacarla, no se podía negar. Pero había algo en aquella mujer que hacía que se calmara todo dentro de él. ¿Sería acaso la armonía que llevaba su vestimenta y sus rasgos físicos? No tenía idea, pero sabía que quería averiguarlo…Se acercó y recordó que nunca fue bueno con las primeras impresiones. –Una noche hermosa ciertamente, ¿no?...Es increíble como todavía existen lugares que se mantienen alejados de la multitud- Dijo suavemente, aunque sabía que su voz era un poco penetrante. Ya no sabía lo que estaba haciendo, pero la soledad no era algo que se iba a permitir por mucho tiempo más.

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