La fé se encuentra en uno, no hay que buscarla en libros o en las calles [Priv. Gaspard]

por **Mina Wayne** Dom Jul 22, 2012 3:53 am

¿Es una fe sincera la fe que no actúa?
Jean-Baptiste Racine

La pequeña flama de una vela oscilaba a mi lado, consumida a medias denotando las largas horas que llevaba en esa habitación 4x4. Un pequeño panfleto de gran grosor estaba abierta a la mitad, remarcando con tinta las lineas que sencillamente no me podía memorizar, porque si... todo ese tiempo que había estado encerrada como reclusa en la habitación se debía a la profunda sorpresa que había invadido a la madre superiora al enterarse de mi nulo conocimiento por los rezos, avemaria, y demás extrañas jergas sacramentales... demasiados modales y procedimientos complejos para hablar con Dios, como si este no pudiera escucharte con solo llamarlo en tus pensamientos. ¡Era por eso que no me gustaban las iglesias! ¡Su aspereza! Se basaban demasiado en las formas, las estiraban y estiraban hasta volverlas pretenciosas y se olvidaban que lo único importante era el fondo, la intención verdadera de todo corazón.

--- Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.... --- ¿Es que Dios no nos amaba a todos? --- Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, --- "Y todo lo que termine en "amos"..." --- te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial... Dios... Padre todopoderoso... Señor... Hijo único... Jesucristo... Jesús.... Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre --- ¿Que mas se supone que era? Recargada en el respaldo de la silla, inclinaba las patas traseras de la misma llevando el asiento hacia atrás, jugando con el equilibrio. buscando forma a las sombras del techo como quien busca a encontrársela a las nubes. Debía concentrarme mas en las palabras, que en cuestionarlas, pero era cosa difícil... abrumadora, tanto como intentar respirar en esa celda de castigo. Pero la madre superiora podía ser muy rígida, y yo tenia que aprenderme todo en un semana, quizás hasta menos. De pronto el disfraz y la nueva identidad que venia a adoptar ya no me gustaba tanto... Dando un resoplido balancee la silla al frente, sentándome de la forma adecuada, recordando el verso que seguía y no mas que ello...--- tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.... y ten mucha piedad de mi, señor, porque ya no puedo! --- Cerrando el libre de golpe lo lleve para sostenerlo a mi pecho. soplando a la luz de la vela para extinguirla del todo... no pude hacer menos que arrepentirme por ello.... la obscuridad del lugar me angustio y presurosa me levante para abrir la puerta y salir, cuanto antes... no me importaba si era regañada, solo quería aire, quería libertad...

Nadie me intercepto en los pasillos, y no había ningún rastro de Doreen o de la madre superiora... sonreí por inercia, demasiado feliz todavía para sentir las culpas, aun cuando los hábitos que llevaba puestos me recordaban un encierro mas grande. Recorrí los largos pasillos hasta dar con una de las puertas tras el púlpito, un par de monaguillos se detuvieron a saludarme con una ceremonia que me hizo sentir extraña, dándoles las bendiciones a cada uno los despedí, apenas deje de oír el susurro de sus respiraciones la catedral quedo en silencio...

Solo los rostros de las estatuas, de las pinturas, la agonía silenciosa de las flores cortadas... Hice una mueca caminando por los pasillos, cerciorandome que nadie hubiese dejado nada en las bancas antes de salir.

por **Gaspar Giustozzi** Mar Ago 07, 2012 12:14 am

¿Cuánto había pasado del momento que aquella monja había pisado mi burdel? En realidad no lo podía predecir, no sabia exactamente como habían terminando las cosas esa noche, si yo había sido un hombre cortes o el hombre de un mundo lleno de lujuria donde los pecados estaban a la orden del día. Lleve una de mis manos hacia la cabeza tirándome un poco mis cabellos, hice una mueca y tan solo negué con la cabeza. Esa noche, la trágica noche donde las apariencias fueron lo de menos, nunca había visto una dama como ella entrar a un lugar tan pecaminoso como el Piacere della Vita, ¡Dios santo!, pensé, ¿Dios?, reí para mí al escuchar mis propios pensamientos, la mismísima madre superiora había acudido a un grito de auxilio, las cosas habían pasado por que el desgraciado del médico no quería ir, sople algo molesto mientras seguía escribiendo las cuentas de la noche anterior, el reloj marco una hora la cual no me intereso, tenía en mi cabeza grabada la mirada de aquella mujer, su sorpresa, sus gestos, su aroma, su piedad, su… ¿habito?, volví a reír. ¿En que estaba pensando precisamente? Ahora sí, si antes era un libertino, calculador, maniático por los números y el buen vivir ahora era el pecador más grande ¿Por qué? Estaba pensando en una ¡MONJA!, calle mi cabeza y llevando el saco a mis manos salí de aquel lugar confundido, si aquello era una gran confusión, necesitaba aire, primero la llegada de mi hijo, luego una monja invadía mis pensamientos y ahora… ahora necesitaba un poco de libertad.

Mi andar por las calles se torno pausado, algo faltaba, la Orden aun no tenia respuesta de Axel y eso debería preocuparme, pero por el contrario sabia que las cosas andaban bien ¿Cómo? Solo Dios lo sabía, y ahí estaba nombrando al Santísimo nuevamente, ¿Santísimo? No discutiría eso porque todo me llevaba a la mujer, perdón Monja o mejor dicho a la Madre superiora, pero a caso era un pecado… si, si lo era, no tenía necesidad de pensar en nada mas, ella estaba prohibida para todo hombre, y… si para todo hombre. Doble en una esquina unas señoritas me sonrieron, devolví con amabilidad la sonrisa, quitándome el sombrero que no sabía en qué momento lo había sacado del sombretero. Camine intentando pensar en algo que me alejara de la religión y sus derivados, unas monjas venían en mi dirección iba a cruzar pero en vez de eso me quede ahí para ver si alguna de ellas era ella, maldita mi suerte pensé cuando las vi, todas tan mojigatas y centradas con sus hábitos, no se parecían a ella, claro que no, con esa belleza que no necesitaba de un maquillaje, con esos ojos que te devoraban, en un buen sentido, y ahí me encontraba yo pensando nuevamente en quien solo había visto una vez.

No sé como quizás el destino o mi inconsciente pero ahí estaba fuera de la gran catedral de Paris, sin nervios me dedique a observar la infraestructura, grandiosa y majestuosa donde los fieles domingo a domingo asistían a aburrirse y llenarse de falsas creencias, alguna vez fui uno, pero ya no, había pecado y pagaba por mis pecados, era un indigno al presentarme ahí ¿Qué esperaba? Claro encontrarme con aquel ángel. Sin más rodeos y pensando sin mucho raciocino me adentre por las grandes puertas, me persigne como católico que era, porque una cosa era ser devoto, creyente y fiel seguidor y por muy contrario yo solo respetaba aquellas creencias. Mire el lugar, lleno de estatuas, algunas muy bellas adornadas con flores otras con candelabros prendidos, la cristalería me sorprendió los vitrales eran enormes e intensos con imágenes que solo Dios sabía si habían ocurrido o no.

Observe el lugar algo desolado salvo por una monja que deambulaba por el lugar, parecía buscar algo, no quería interrumpir ¿o ya lo había hecho? Mis pasos retumbaban en las paredes del lugar, la lógica traía consigo que la dama en cuestión pronto se daría cuenta que no estaba sola, avance lo más tranquilo que pude hasta llegar a una banca y sentarme en ella. ¿Qué hacia ahí? Nada, tan solo buscar algo que no me pertenecía.

por **Mina Wayne** Dom Ago 19, 2012 10:06 pm

Estaba sola, y aun así más de un centenar de ojos estaban puestos sobre mí, ojos de ángeles, de santos, de dioses, de vírgenes inmaculadas. Recorrían mi rostro buscando encontrar el gesto delator, recorrían mis formas pequeñas, indignas de portar esas vestimentas sagradas. Miraban sin mirar, juzgaban sin decir palabra, preguntándose, preguntándome en cuanto tiempo duraría aquella farsa. Fruncí el ceño, fulminando con el gesto a uno de los santos en los vitrales multicolores que aun brillaban, demostrando que el sol aun existía en el exterior, pero no en el interior de esa tenebrosa iglesia… mantuve mi atención sobre él santo del vitral, como si esperara que el santo me hablara en reproche o que hiciera que el cielo enviara un rayo que me partiera a la mitad por mi herejía. Pero le recordaba en silencio que no dependía de mi, y que era igual de molesto para ambos la convivencia, pero prometiéndole en silencio que fuera cuanto fuera el tiempo que durara rondando esos pisos de mármol, luciendo el crucifijo bajo mi cuello… un día mas, un mes, un año, haría mi mejor esfuerzo por resistir y a cambio de que el cielo también resistiera mi presencia, una vez terminada la temporada de falsedad, no volvería a deshonrar esa catedral nunca más, no volvería a aparecerme en ella ni por accidente.

Una vez hecho el juramento, sentí las miradas menos pesadas, menos juiciosas, y quise reírme de esas sensaciones, de mis ideas llenas de locura… pero no pude. Ni siquiera pude persignarme solo deje a mi mirada deslizarse hasta el gran órgano que descansaba en el piso superior, que me llenaba de curiosidad casi tanto como los pisos más altos, como el misterioso campanario…. Yo tenía secretos, pero ¿Qué tantos secretos tendría Notre dame, nuestra señora, en sus entrañas? Solté un suspiro deteniendo mis pasos al momento de reparar en un varón que se encontraba sentado en las bancas finales. ¿Cuándo había llegado? Era un hombre de aspecto decoroso y mayor, y se mostraba inquieto… como quien acaba de cometer un delito y viene a confesárselo a los santos, dude en acercarme… pensando que quizás fuera mejor dejarlo continuar con su rezo silencioso pero nuestras miradas se encontraron, tuve en presentimiento, y yo tenía la mala costumbre de dejarme guiar siempre por los presentimientos. Para arreglar las cosas muchas veces hablarle a un altar no bastaba, las iglesias no eran para eso, una iglesia verdadera no la hacia el lugar, sino los fieles que acudían a ella. Dios no existía como un sujeto, Dios existía en el sentir, en las acciones, en la bondad.

¿Era tan difícil de entender?

--- Buenas tardes, señor --- Le hice una delicada reverencia a manera de saludo… --- ¿Se encuentra bien?

por **Gaspar Giustozzi** Jue Ago 23, 2012 12:01 pm

Soy un hombre que aprecia la belleza cuando la ve, cuando conocí esa noche a la madre superiora realmente casi se me deformo el rostro, una mujer tan bella desperdiciando su vida ante un juramento eterno que en realidad era absurdo, ella era una dama y como tal tenia necesidades carnales como yo, como cualquier hombre y mujer. No entendía y nunca lo haría, y por mas explicaciones que nos diéramos entre los dos las cosas siempre serian las mismas, ella ligada a su “Santa Devoción” y yo apegado “A las puertas del Infierno” el agua y el aceite juntas, realmente todo lo que podía pensar era imposible. Ella creía que era un hombre que se acostaba con todas sus empleadas y eso era la peor de las mentiras, mi regla se cumplía y yo no podía darme ese lujo de tener aquellas damas de compañía para mí.

Mi cabeza parecía un verdadero lio, pensando en la casa de “Dios” ¿de cuantos pecados yo era portador? , Lujuria, Ambición, Gula, Mentira, Ira… mi cabeza se detuvo en seco cuando el saludo de la monja se hizo presente en aquel enorme lugar, me descoloco de todas las formas escucharla y mas observarla – No, no me encuentro bien – no la había saludado y me levante de un salto haciendo una reverencia, una pequeña inclinación – Buenas Tardes – tome aire, no me quedaría callado estaba ahogado con miles de cosas que decir y si Dios me iba a escuchar podría también aquella dama – ¿Son todas las monjas tan fieramente sexys? – y PUM! Ahí estaba lo que haría que me ganara un pedazo o hectárea en el maldito infierno, ni siquiera una muestra de vergüenza, sentí ante mis palabras pero si me quede en silencio mirando los vitrales, las estatuas que amenazantes me observaban.

Otro suspiro me lleve una mano a la cabeza y tire firmemente de mis cabellos como un gesto tonto de castigo – De seguro los santos cobraran vida y me sacaran de aquí por hereje – no aguante, no podía ¿Por qué hacerlo? Era una simple pregunta la que había planteado anteriormente –No es necesario que me responda – no quería incomodar a la monja, ya mucho debe haberle desconcertado todo lo que decía. Y parecía que las monjas eran un imán para mí, ¿Qué estaba pensando? No, no, no…

Quería verla por eso estaba ahí, no podía dejar de pensar en la figura que escondían las monjas o precisamente la madre superiora tras aquel traje tan de luto, porque oscuro, opaco ¿tan amargados eran los creyentes?, mis pensamientos iban en caída luego sería el rey del infierno por como siguiera pensando tales barbaridades en aquel sitio que para muchos era lo más sagrado de Paris, claramente el otro lugar era el Piacerre dela vitta. Y ahí estaba yo comparando el burdel con la catedral, definitivamente no tendría perdón alguno por tales pensamientos.

Off Roll: Somos unos Herejes!!!

por Contenido patrocinado

La fé se encuentra en uno, no hay que buscarla en libros o en las calles [Priv. Gaspard]

La fé se encuentra en uno, no hay que buscarla en libros o en las calles [Priv. Gaspard]

Re: La fé se encuentra en uno, no hay que buscarla en libros o en las calles [Priv. Gaspard]

Re: La fé se encuentra en uno, no hay que buscarla en libros o en las calles [Priv. Gaspard]

Re: La fé se encuentra en uno, no hay que buscarla en libros o en las calles [Priv. Gaspard]

Re: La fé se encuentra en uno, no hay que buscarla en libros o en las calles [Priv. Gaspard]