AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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< ¡Malnacida ladrona! > {Kolmann Gunther}
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< ¡Malnacida ladrona! > {Kolmann Gunther}
< ¡Atrápenla! >. El grosor de aquella voz quebrantó la tranquilidad de la noche. < No puede escapar... > Los pasos de los hombres a través de los callejones hacían un eco del cual ella disfrutaba. Las voces se distorsionaban entre los bullicios, las luces de las casas una a una se encendían, los vecinos curiosos se asomaban a través de las ventanas para observar a la joven corriendo a través de las angostas calles parisinas escapando de una horda de hombres enfurecidos con machetes y algunos incluso con antorchas para iluminar mejor su camino.
La noche se encargaba de dar aquel sutil manto de luz azulino que Katherine conocía desde hacía ya muchos siglos. < ¡Corran malditas zorras! > La voz de aquel hombre lograba sin duda alguna estremecer hasta el alma mas pura. Pero la vampiresa carecía de una. < ¡Malnacida ladrona! >. El rugir de su garganta desgarraba hasta sus propias cuerdas vocales.
La Bathory movía su cuerpo con gracia. Su trote era como el de cualquier mortal mientras sus pies descalzos ya, pisaban los charcos de agua acumulados por los días de llovizna. Su risa, cual infante jugando al "tu las traes", quebrantaba la tensión que la persecución otorgaba a la situación. Para ella resultaba un juego. Un pasatiempo; su ira era su juguete favorito. Además, aquel collar bien lo valía...
Sus manos aferraban con fuerza las telas de su vestido azul. Azul profundo. Tan azul como un lapislázuli. El atuendo no era el mas apropiado para correr, era pesado, y al estar mojado en los bordes lo dificultaría mas; pero eso para un ser mortal. No para ella que poseía la fuerza que todos los milenios le pudiesen otorgar. Era verdad, había hecho hurto, había hurtado del cuello de esa fruncida mujer el collar. Pero no cualquier collar, ese collar era especial. Era su collar. Collar el cual había sido hurtado primero por los hombres mortales hacía mas o menos trecientos años atrás; del propio cuello de Elizabeth Bathory.
Una lanza de madera atravesó sus cabellos, yendo a parar directamente contra una pared, partiéndose en pedazos por el impacto. Mas ningún daño le había hecho. Nuevamente entre risas giró; entrando en un oscuro y reducido callejón, donde aprovecho para quitarles ventaja haciendo uso injusto de su velocidad sobre natural hasta llegar a la salida del callejón. Tras lo cual giró a su izquierda impactando contra un cuerpo. Una masa cálida de carne y hueso. El tropiezo la lanzó sobre el cuerpo de aquella persona, y sin preocuparse a ver quien era se quitó de encima, echándose a un costado
- Debería ver por donde va. - Dijo esta dejando salir su risa como si aquello fuese realmente gracioso.
Pero sus oídos en cambio estaban puestos en el callejón; oyendo los grasnidos de los mortales, confusos... Torpes, ingenuos. < ¿Dónde está?. > aquella voz era del aparente esposo de la mujer a la cual le había hurtado el collar. < No puede haber desaparecido así nada mas. > agregó algún otro que le acompañaba, pues su voz la desconocía. < Continúen. > nuevamente la voz gruesa tomaba la posta de la situación. < Pero señor... > quiso objetar uno de ellos. < Continúen os he dicho. > Los pasos se oyeron lentos, caminaban con cautela, con temor a lo que desconocían.
Katherine volteo en dirección al callejón, siendo consciente que pronto llegarían hasta donde se encontraba. Su sonrisa se borro por completo, ya no le hacía gracia la insistencia de aquel hombre. Se levantó, desempolvando su vestido. Manteniendo la calma; hasta que... Una idea se asomó por su cabeza.
- ¡Señor! ¡Por favor!. - Esta tomó de sus hombros cual mujer desesperada. - ¡Por favor ayúdeme. Unos hombres me persiguen, quieren golpearme... Matarme. - Levantó la vista, dejando de ocultar su rostro en el pecho de aquel caballero que bien se notaba su buen estatus social. - No les permita atraparme. - El drama, el miedo, el terror se exteriorizó en su rostro, cual si fuera la mejor actriz. - Aun soy muy joven para morir... - Sus ojos grises reflejaron el brillo del astro nocturno. Sus súplicas eran casi verdaderas. Pero si acaso, aquel hombre no cedía a sus deseos; debería matarlo a él, tanto por igual como a los demás.
< ¡Creo oirla! > La voz casi ya ronca del hombre desgarró el silencio del callejón. < ¡Avancen!. No se escapará esta vez... > Katherine dirigió su mirada hacia las penumbras de las que había salido, y luego las volvió al hombre... expectante por su respuesta.
La noche se encargaba de dar aquel sutil manto de luz azulino que Katherine conocía desde hacía ya muchos siglos. < ¡Corran malditas zorras! > La voz de aquel hombre lograba sin duda alguna estremecer hasta el alma mas pura. Pero la vampiresa carecía de una. < ¡Malnacida ladrona! >. El rugir de su garganta desgarraba hasta sus propias cuerdas vocales.
La Bathory movía su cuerpo con gracia. Su trote era como el de cualquier mortal mientras sus pies descalzos ya, pisaban los charcos de agua acumulados por los días de llovizna. Su risa, cual infante jugando al "tu las traes", quebrantaba la tensión que la persecución otorgaba a la situación. Para ella resultaba un juego. Un pasatiempo; su ira era su juguete favorito. Además, aquel collar bien lo valía...
Sus manos aferraban con fuerza las telas de su vestido azul. Azul profundo. Tan azul como un lapislázuli. El atuendo no era el mas apropiado para correr, era pesado, y al estar mojado en los bordes lo dificultaría mas; pero eso para un ser mortal. No para ella que poseía la fuerza que todos los milenios le pudiesen otorgar. Era verdad, había hecho hurto, había hurtado del cuello de esa fruncida mujer el collar. Pero no cualquier collar, ese collar era especial. Era su collar. Collar el cual había sido hurtado primero por los hombres mortales hacía mas o menos trecientos años atrás; del propio cuello de Elizabeth Bathory.
Una lanza de madera atravesó sus cabellos, yendo a parar directamente contra una pared, partiéndose en pedazos por el impacto. Mas ningún daño le había hecho. Nuevamente entre risas giró; entrando en un oscuro y reducido callejón, donde aprovecho para quitarles ventaja haciendo uso injusto de su velocidad sobre natural hasta llegar a la salida del callejón. Tras lo cual giró a su izquierda impactando contra un cuerpo. Una masa cálida de carne y hueso. El tropiezo la lanzó sobre el cuerpo de aquella persona, y sin preocuparse a ver quien era se quitó de encima, echándose a un costado
- Debería ver por donde va. - Dijo esta dejando salir su risa como si aquello fuese realmente gracioso.
Pero sus oídos en cambio estaban puestos en el callejón; oyendo los grasnidos de los mortales, confusos... Torpes, ingenuos. < ¿Dónde está?. > aquella voz era del aparente esposo de la mujer a la cual le había hurtado el collar. < No puede haber desaparecido así nada mas. > agregó algún otro que le acompañaba, pues su voz la desconocía. < Continúen. > nuevamente la voz gruesa tomaba la posta de la situación. < Pero señor... > quiso objetar uno de ellos. < Continúen os he dicho. > Los pasos se oyeron lentos, caminaban con cautela, con temor a lo que desconocían.
Katherine volteo en dirección al callejón, siendo consciente que pronto llegarían hasta donde se encontraba. Su sonrisa se borro por completo, ya no le hacía gracia la insistencia de aquel hombre. Se levantó, desempolvando su vestido. Manteniendo la calma; hasta que... Una idea se asomó por su cabeza.
- ¡Señor! ¡Por favor!. - Esta tomó de sus hombros cual mujer desesperada. - ¡Por favor ayúdeme. Unos hombres me persiguen, quieren golpearme... Matarme. - Levantó la vista, dejando de ocultar su rostro en el pecho de aquel caballero que bien se notaba su buen estatus social. - No les permita atraparme. - El drama, el miedo, el terror se exteriorizó en su rostro, cual si fuera la mejor actriz. - Aun soy muy joven para morir... - Sus ojos grises reflejaron el brillo del astro nocturno. Sus súplicas eran casi verdaderas. Pero si acaso, aquel hombre no cedía a sus deseos; debería matarlo a él, tanto por igual como a los demás.
< ¡Creo oirla! > La voz casi ya ronca del hombre desgarró el silencio del callejón. < ¡Avancen!. No se escapará esta vez... > Katherine dirigió su mirada hacia las penumbras de las que había salido, y luego las volvió al hombre... expectante por su respuesta.
Ecaterina Ruth Bathory- Vampiro/Realeza
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Re: < ¡Malnacida ladrona! > {Kolmann Gunther}
Ya era hora de salir, la noche era larga, pero mi tramite n duraría más de una hora, iba acompañado del chofer, y mis dos ayudantes de caza.
Me encontraba solo en la carroza, mirando como la luz de la luna iluminaba todas las praderas perfectamente rectas, los bosques se veían aterradores, oscuros por dentro, personalmente prefería cazar durante la tarde, justo cuando el sol esta a punto de esconderse de este mundo.
Le dije a mi esposa que no tardaría en llegar y que solo iré hacer unas compras para la cacería de mañana, cosa que era verdad, pero la pregunta era, ¿Por que comprar armas a estas horas de la noche?
El hombre que me acompañaba en las cazas semanales, tenia un gran conocimiento, y me ha convencido de comprar un arma, que no es legal en el país, ¿Cuales eran sus características? No tenia ni idea, solo me había explicado que era la mejor arma para poder matar aves a largas distancias.
El camino era bastante largo, lo suficiente para pensar en lo que estaba sucediendo en casa, ahora que las cosas han cambiado un poco, esperaba a que el futuro de la familia Gunther también.
Después de una hora y media, aproximadamente de viaje, llegamos a las sombrías calles de parís, no había oscuridad, muy poca gente había circulando a estas horas, la mayoría de ellos, gente sospechosa y extraña, pero era algo que no me asustaba ni me interesaba.
-bien caballeros, quiero que esto sea rápido, necesito llegar a mis aposentos lo antes posible. - los cazadores le indicaron a Kolmann cual era el local oculto en un callejón oscuro, los tres hombres entraron, y no se supo nada mas de ellos, solo el chofer era testigo de lo que ocurría allí dentro.
Después de unos minutos, Kolmann y los cazadores lograron salir del callejón oscuro, el mas delgado de ellos, llevaba un saco que al parecer tenia un gran peso -bien caballeros, los espero mañana para la caza... - pero antes de terminar de despedirme, alguien había empujado a un de mis hombres, me gire rápidamente, mi corazón di un vuelvo tremendo... Pero no era nada menos que una mujer.- pero que... - a lo lejos, se escuchaban gritos, los cuales se comenzaban a acercar poco a poco. De pronto al mujer se puso de pie y se dirigió a mi, tomando de mis hombros en una forma desesperada. Dijo rápidamente lo que sucedía, tenia miedo, la estaban persiguiendo a ella, mientras yo, con la boca media abierta, no sabia que hacer, no sabia cuales eran los delitos de esta mujer, por alguna razón la estaban persiguiendo, pero, sin pensarlo dos veces, preferí no meterme en problemas, ya que yo también los estaría si esa gente era policía.
- entre al coche, rápido... - abrí la puerta, y antes de subir con ella le dije al chofer - vámonos de aquí. Cerré rápidamente la puerta y corrí las cortinas para que no se viera nada, los otros hombres que me acompañaban, siguieron su camino en otra dirección.
Estábamos a unos metros cuando el grupo de hombres había llegado a nuestro punto de partida, seria extraño que sospecharan del carruaje con banderas de otro país.
- puede decirme usted... Que fue lo que le sucedió, ¿Señorita? - no pude verla bien, nuestra carroza se encontraba a oscuras, ya que las cortinas eran bastante gruesas. - mas le vale explicarme.
Me encontraba solo en la carroza, mirando como la luz de la luna iluminaba todas las praderas perfectamente rectas, los bosques se veían aterradores, oscuros por dentro, personalmente prefería cazar durante la tarde, justo cuando el sol esta a punto de esconderse de este mundo.
Le dije a mi esposa que no tardaría en llegar y que solo iré hacer unas compras para la cacería de mañana, cosa que era verdad, pero la pregunta era, ¿Por que comprar armas a estas horas de la noche?
El hombre que me acompañaba en las cazas semanales, tenia un gran conocimiento, y me ha convencido de comprar un arma, que no es legal en el país, ¿Cuales eran sus características? No tenia ni idea, solo me había explicado que era la mejor arma para poder matar aves a largas distancias.
El camino era bastante largo, lo suficiente para pensar en lo que estaba sucediendo en casa, ahora que las cosas han cambiado un poco, esperaba a que el futuro de la familia Gunther también.
Después de una hora y media, aproximadamente de viaje, llegamos a las sombrías calles de parís, no había oscuridad, muy poca gente había circulando a estas horas, la mayoría de ellos, gente sospechosa y extraña, pero era algo que no me asustaba ni me interesaba.
-bien caballeros, quiero que esto sea rápido, necesito llegar a mis aposentos lo antes posible. - los cazadores le indicaron a Kolmann cual era el local oculto en un callejón oscuro, los tres hombres entraron, y no se supo nada mas de ellos, solo el chofer era testigo de lo que ocurría allí dentro.
Después de unos minutos, Kolmann y los cazadores lograron salir del callejón oscuro, el mas delgado de ellos, llevaba un saco que al parecer tenia un gran peso -bien caballeros, los espero mañana para la caza... - pero antes de terminar de despedirme, alguien había empujado a un de mis hombres, me gire rápidamente, mi corazón di un vuelvo tremendo... Pero no era nada menos que una mujer.- pero que... - a lo lejos, se escuchaban gritos, los cuales se comenzaban a acercar poco a poco. De pronto al mujer se puso de pie y se dirigió a mi, tomando de mis hombros en una forma desesperada. Dijo rápidamente lo que sucedía, tenia miedo, la estaban persiguiendo a ella, mientras yo, con la boca media abierta, no sabia que hacer, no sabia cuales eran los delitos de esta mujer, por alguna razón la estaban persiguiendo, pero, sin pensarlo dos veces, preferí no meterme en problemas, ya que yo también los estaría si esa gente era policía.
- entre al coche, rápido... - abrí la puerta, y antes de subir con ella le dije al chofer - vámonos de aquí. Cerré rápidamente la puerta y corrí las cortinas para que no se viera nada, los otros hombres que me acompañaban, siguieron su camino en otra dirección.
Estábamos a unos metros cuando el grupo de hombres había llegado a nuestro punto de partida, seria extraño que sospecharan del carruaje con banderas de otro país.
- puede decirme usted... Que fue lo que le sucedió, ¿Señorita? - no pude verla bien, nuestra carroza se encontraba a oscuras, ya que las cortinas eran bastante gruesas. - mas le vale explicarme.
Kolmann Gunther- Realeza Rumana
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Re: < ¡Malnacida ladrona! > {Kolmann Gunther}
Otra vez se había salido con las suyas. Aquel desconocido caballero había creído en ella, en sus gestos, en sus ojos... En su voz. Patrañas. Katherine podría haberlos desmenuzado en lo que cantaba un gallo. Pero no, esta vez era diferente. Ella era diferente, el destino había sido distinto para con ella; esta vez le debía una a la vida. Por lo que procuraría no matar a diestra y siniestra a todo lo que se encontrara a su paso. Pero de cualquier forma, aquel hombre había cometido un craso error al ayudarla.
Sentada ya en su carroza, aliso su con ambas manos, como cual felina se adecentaba después de haber vuelto a su casa de la calle. Paso su mano por su cuello y lanzó hacia atrás su cabello moviendo su cabeza a un lado a otro para que se acomodase a la perfección. En medio de la oscuridad del reducido ambiente, sonrió. Si, no había algo que borrase su sonrisa del rostro; por que siempre tenía algún motivo para sonreir, aun que fuese por un sarcasmo, o cargado de cinismo. Siempre obtenía un motivo.
Con delicadeza y con poca meticulosidad sacó el colgante que había hurtado de entre sus pechos. Ahora estaba mas contenta aún. Sin embargo, la voz de aquel hombre con voz de, aparentemente, estar amenazándola hizo que su buen humor se acabara.
- ¿Me amenaza, Caballero?. - Preguntó con arrogancia; casi como dando a entender que sus amenazan era juego de niños para ella... y bien, pues quizás si lo era. - Veo que en su país los modales son diferentes. - Efectivamente, la Bathory no escatimaba en los detalles, y los banderines en su carroza bien claro le dejaba que aquel mortal no era de Francia. Tras haber acomodado el pedazo de metal en su falda se dispuso a llevarlo a su cuello y prenderlo. Finalmente había recuperado el obsequio con el cual se había ganado la confianza de su sobrina hace mas o menos trecientos años. - Elizabeth. Elizabeth... - Susurró esta mientras intentaba prender el colgante tras su nuca. Pero la ejecución era complicada.
Bajo sus brazos bufando, sin haber tenido éxito en colocarse el colgante. - Esta bien, le diré. Pero sólo si después usted es capaz de prender a mi cuello este colgante. - Le dijo mostrándoselo donde un as de luz quebrantaba las tinieblas. - Bueno. Esa horda de bárbaros me persiguieron por varias calles. - Su tono de voz no le daba ni la mas mínima importancia al hecho. - Decían que había robado el colgante de su Madame. - y entonces, su sonrisa se volvió una mala torcedura de sus labios en el rostro. - ¿Puede creerlo?. - Agregó alzando una de sus cejas con cierto deje de ironía.
Mientras esperaba que el humano reaccionara a su historia, acomodó el colgante en su falda nuevamente. Levantó los brazos y tomó de su cabello para hacerlo a un costado, mostrando así todo el esplendor de su piel nívea. Lo miró, aun que él no la pudiese ver sus ojos estaban bien adaptados a las tinieblas. Lentamente sus manos bajaron hasta tomar el collar, luego simplemente se puso de pie frente a él y sin importarle lo que dijera se volteo y descendió hasta que sus hombros quedaron a la altura de sus piernas; en las cuales se afirmó.
- He cumplido con mi parte. ¿Cumplirá usted con la suya?. - Preguntó esta con una sonrisa sugerente en el rostro, mientras con su mano izquierda sostenía el colgante y lo zarandeaba frente a su rostro cual si fuera una campanilla de servicio.
Sentada ya en su carroza, aliso su con ambas manos, como cual felina se adecentaba después de haber vuelto a su casa de la calle. Paso su mano por su cuello y lanzó hacia atrás su cabello moviendo su cabeza a un lado a otro para que se acomodase a la perfección. En medio de la oscuridad del reducido ambiente, sonrió. Si, no había algo que borrase su sonrisa del rostro; por que siempre tenía algún motivo para sonreir, aun que fuese por un sarcasmo, o cargado de cinismo. Siempre obtenía un motivo.
Con delicadeza y con poca meticulosidad sacó el colgante que había hurtado de entre sus pechos. Ahora estaba mas contenta aún. Sin embargo, la voz de aquel hombre con voz de, aparentemente, estar amenazándola hizo que su buen humor se acabara.
- ¿Me amenaza, Caballero?. - Preguntó con arrogancia; casi como dando a entender que sus amenazan era juego de niños para ella... y bien, pues quizás si lo era. - Veo que en su país los modales son diferentes. - Efectivamente, la Bathory no escatimaba en los detalles, y los banderines en su carroza bien claro le dejaba que aquel mortal no era de Francia. Tras haber acomodado el pedazo de metal en su falda se dispuso a llevarlo a su cuello y prenderlo. Finalmente había recuperado el obsequio con el cual se había ganado la confianza de su sobrina hace mas o menos trecientos años. - Elizabeth. Elizabeth... - Susurró esta mientras intentaba prender el colgante tras su nuca. Pero la ejecución era complicada.
Bajo sus brazos bufando, sin haber tenido éxito en colocarse el colgante. - Esta bien, le diré. Pero sólo si después usted es capaz de prender a mi cuello este colgante. - Le dijo mostrándoselo donde un as de luz quebrantaba las tinieblas. - Bueno. Esa horda de bárbaros me persiguieron por varias calles. - Su tono de voz no le daba ni la mas mínima importancia al hecho. - Decían que había robado el colgante de su Madame. - y entonces, su sonrisa se volvió una mala torcedura de sus labios en el rostro. - ¿Puede creerlo?. - Agregó alzando una de sus cejas con cierto deje de ironía.
Mientras esperaba que el humano reaccionara a su historia, acomodó el colgante en su falda nuevamente. Levantó los brazos y tomó de su cabello para hacerlo a un costado, mostrando así todo el esplendor de su piel nívea. Lo miró, aun que él no la pudiese ver sus ojos estaban bien adaptados a las tinieblas. Lentamente sus manos bajaron hasta tomar el collar, luego simplemente se puso de pie frente a él y sin importarle lo que dijera se volteo y descendió hasta que sus hombros quedaron a la altura de sus piernas; en las cuales se afirmó.
- He cumplido con mi parte. ¿Cumplirá usted con la suya?. - Preguntó esta con una sonrisa sugerente en el rostro, mientras con su mano izquierda sostenía el colgante y lo zarandeaba frente a su rostro cual si fuera una campanilla de servicio.
Ecaterina Ruth Bathory- Vampiro/Realeza
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Re: < ¡Malnacida ladrona! > {Kolmann Gunther}
No pudo evitar sacar una sonrisa burlona - creo que nadie esta expuesto muy seguido de salvar a alguien a quien le desean la muerte - uno de sus dedos, movió con delicadeza las cortinas, buscando si había algún rastro sospechoso de que alguien los estuviese siguiendo. Regreso para ver a la dama a quien había salvado de una terrible masacre, pero aun no podía ver con claridad.
Escucho todo lo que la mujer decía, aun no entendía como Kolmann había accedido a hacer tal cosa, no conocía nada de ella, tal vez podría ser la mujer mas buscada de todo parís, espero a que hablara y así escuchar cual seria su historia.
Al finalizar la historia, frunció su ceño, aun no entendía nada, la verdad, lo que contó no le decía nada, si efectivamente había cometido el hecho de robo, comencé a preocuparme, di la dejaba ir con este collar, de seguro correrían rumores por parte de ella de que yo fui cómplice de este hurto, pero...nada me garantizaba de que no fuera una asesina, di la perseguían y sabia que correría ese riesgo, puede que este armada.
- ¿Y quien me garantiza a mi de que este collar es suyo? - di dos fuertes golpes a la puerta del carruaje, y antes de que el chofer se detuviera, abrí las cortinas, donde las luces de las calles de parís iluminaban el interior del coche.
Me sorprendió la posición en que se encontraba, no había sentido ningún movimiento en todo el trayecto oscuro, observe que tenia el collar en sus manos y me lo ofrecía, la segunda parte del trato debía ser realizada por mi. Tome el collar, lo observe por un momento, era, realmente hermoso, se veía valioso.
Abrí la puerta del carruaje y me baje junto con el collar, di unos cuantos pasos para alejarme de ella, necesitaba explicaciones, era un Baron, y no debería ser participe de tales conspiraciones. Me importaba poco lo que pasaría con tal collar, pero el hecho de que ella me de instrucciones, pasaba por alto mi oficio y rango real.
- Digame, quien es usted - no estábamos solos, el chofer también nos acompañaba, y estaba seguro de que el me ayudaría si la mujer intentara hacer algo en falso. Aun no podía ver el rostro de la mujer que había ayudado hace unos minutos, pero de seguro cuando baje del carruaje tendrá una mejor presentación.
Mi vestimenta esa noche no era tan formal, solo vestía una camisa blanca con botones dorados, un pantalón de fina tela sin ninguna arruga a la vista, junto con un abrigo que evitaba exponerme al frío.
Escucho todo lo que la mujer decía, aun no entendía como Kolmann había accedido a hacer tal cosa, no conocía nada de ella, tal vez podría ser la mujer mas buscada de todo parís, espero a que hablara y así escuchar cual seria su historia.
Al finalizar la historia, frunció su ceño, aun no entendía nada, la verdad, lo que contó no le decía nada, si efectivamente había cometido el hecho de robo, comencé a preocuparme, di la dejaba ir con este collar, de seguro correrían rumores por parte de ella de que yo fui cómplice de este hurto, pero...nada me garantizaba de que no fuera una asesina, di la perseguían y sabia que correría ese riesgo, puede que este armada.
- ¿Y quien me garantiza a mi de que este collar es suyo? - di dos fuertes golpes a la puerta del carruaje, y antes de que el chofer se detuviera, abrí las cortinas, donde las luces de las calles de parís iluminaban el interior del coche.
Me sorprendió la posición en que se encontraba, no había sentido ningún movimiento en todo el trayecto oscuro, observe que tenia el collar en sus manos y me lo ofrecía, la segunda parte del trato debía ser realizada por mi. Tome el collar, lo observe por un momento, era, realmente hermoso, se veía valioso.
Abrí la puerta del carruaje y me baje junto con el collar, di unos cuantos pasos para alejarme de ella, necesitaba explicaciones, era un Baron, y no debería ser participe de tales conspiraciones. Me importaba poco lo que pasaría con tal collar, pero el hecho de que ella me de instrucciones, pasaba por alto mi oficio y rango real.
- Digame, quien es usted - no estábamos solos, el chofer también nos acompañaba, y estaba seguro de que el me ayudaría si la mujer intentara hacer algo en falso. Aun no podía ver el rostro de la mujer que había ayudado hace unos minutos, pero de seguro cuando baje del carruaje tendrá una mejor presentación.
Mi vestimenta esa noche no era tan formal, solo vestía una camisa blanca con botones dorados, un pantalón de fina tela sin ninguna arruga a la vista, junto con un abrigo que evitaba exponerme al frío.
Kolmann Gunther- Realeza Rumana
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Re: < ¡Malnacida ladrona! > {Kolmann Gunther}
< ¿Y quien me garantiza a mi de que este collar es suyo? > Aquel mortal no sabía con quien hablaba. Si ella decía que aquel collar era suyo, entonces lo era. De hecho, con los años que poseía toda Francia debiese ser suya.
Katherine escucho los golpes en la puerta, los cuales en parte casi llegaban a aturdirla a causa de sus refinados sentidos sobrenaturales. Ella sabía claramente lo que significaba. < Este hombre, padece la mas cruel y basta idiotez... >, pensó para si. Mientras permanecía inerte en sus piernas, esperó que fuese capaz de pensar con la cabeza. Pero no lo hizo, le arrebató el collar y aquello despertó su ira. Los ojos de la Bathory se rodearon de venas oscuras, sus ojos se bañaron en sangre; deseando quebrar su muñeca y arrebatar el collar sin mas preámbulos. No obstante, ella tenía una nueva oportunidad. El destino le había ofrecido un comodín que debía aprovechar. Katherine, lejos de ser estúpida, aun que si sumamente impulsiva; sabía que tendría que hacer algo realmente bueno de su existencia para no flaquear una vez mas.
El hombre había abandonado la carroza, para empeorar las cosas le había dejado allí tirada. Como si tal cosa. < Mortales. Arrogantes, inútiles, burdos, y mortales otra vez. > Pensó intentando mantener el control. Pero ella tenía exactamente lo que necesitaba para no perder la cabeza. La vampiresa metió nuevamente los dedos en su escote y quitó de entre sus senos una recatada botella de cristal, completamente llena de aquel líquido escarlata. Le dio un trago cual petaca y volvió a colocarlo en su lugar. Engañado ya su instinto, la ferocidad en su rostro borro sus líneas y se puso de pié dispuesta a jugar el juego de aquel humano. Todo en ella encajaba con la época en la que había nacido, con la educación que había recibido y el titulo que ostentaba. Su único problema había sido; perder los zapatos.
Aún permaneciendo dentro de la carroza, se irguió; desempolvando una vez mas la fina tela lapilazul de su atuendo. Su mano fue la primera en asomar a la luz de la noche, exigiendo lo que por dama y realeza le correspondía. La sarandeo un poco. Comenzaba a ponerse impaciente. - Olvídelo. Los de su raza no saben de verdaderos modales. Ni de historia. Mucho menos de la vida. - Tomó su vestido azul profundo para no tropezar mientras sus pies desnudos asentaron sobre el primer escaloncillo de madera de la carroza.
Tras terminar de bajar, soltó las telas; permitiendo al vestido mostrarse en todo su esplendor. Aquel azul era mas intenso que cualquier otro, y destellaba en sus dobleces un color platino que hablaba muy bien de su posición social. Su rostro se mantuvo en alto, dejando que el resplandor de la noche diese de lleno en ella. A la vez, su vista no vaciló ni un momento, se mantuvo fija en los ojos de aquel hombre que osaba por retar su tolerancia.
- Mi nombre, caballero. Es Katherine Ruth Bathory. - Pronunció con lentitud, refinando su voz en cada palabra que formaba su identidad. - Y tiene ante usted a la realeza. Soy la Condesa de los Países Bajos. Y os exijo que devuelva lo que me ha sido substraído de mis manos - Katherine extendió su mano, esperando que el collar le fuese devuelto de inmediato. - ¿O deberé hacer uso del título que ostento para conseguirlo?. - Ella, en curvó su ceja, mientras que sus labios dibujaron una torcida linea que poco a poco se asemejaría a una sonrisa.
Katherine escucho los golpes en la puerta, los cuales en parte casi llegaban a aturdirla a causa de sus refinados sentidos sobrenaturales. Ella sabía claramente lo que significaba. < Este hombre, padece la mas cruel y basta idiotez... >, pensó para si. Mientras permanecía inerte en sus piernas, esperó que fuese capaz de pensar con la cabeza. Pero no lo hizo, le arrebató el collar y aquello despertó su ira. Los ojos de la Bathory se rodearon de venas oscuras, sus ojos se bañaron en sangre; deseando quebrar su muñeca y arrebatar el collar sin mas preámbulos. No obstante, ella tenía una nueva oportunidad. El destino le había ofrecido un comodín que debía aprovechar. Katherine, lejos de ser estúpida, aun que si sumamente impulsiva; sabía que tendría que hacer algo realmente bueno de su existencia para no flaquear una vez mas.
El hombre había abandonado la carroza, para empeorar las cosas le había dejado allí tirada. Como si tal cosa. < Mortales. Arrogantes, inútiles, burdos, y mortales otra vez. > Pensó intentando mantener el control. Pero ella tenía exactamente lo que necesitaba para no perder la cabeza. La vampiresa metió nuevamente los dedos en su escote y quitó de entre sus senos una recatada botella de cristal, completamente llena de aquel líquido escarlata. Le dio un trago cual petaca y volvió a colocarlo en su lugar. Engañado ya su instinto, la ferocidad en su rostro borro sus líneas y se puso de pié dispuesta a jugar el juego de aquel humano. Todo en ella encajaba con la época en la que había nacido, con la educación que había recibido y el titulo que ostentaba. Su único problema había sido; perder los zapatos.
Aún permaneciendo dentro de la carroza, se irguió; desempolvando una vez mas la fina tela lapilazul de su atuendo. Su mano fue la primera en asomar a la luz de la noche, exigiendo lo que por dama y realeza le correspondía. La sarandeo un poco. Comenzaba a ponerse impaciente. - Olvídelo. Los de su raza no saben de verdaderos modales. Ni de historia. Mucho menos de la vida. - Tomó su vestido azul profundo para no tropezar mientras sus pies desnudos asentaron sobre el primer escaloncillo de madera de la carroza.
Tras terminar de bajar, soltó las telas; permitiendo al vestido mostrarse en todo su esplendor. Aquel azul era mas intenso que cualquier otro, y destellaba en sus dobleces un color platino que hablaba muy bien de su posición social. Su rostro se mantuvo en alto, dejando que el resplandor de la noche diese de lleno en ella. A la vez, su vista no vaciló ni un momento, se mantuvo fija en los ojos de aquel hombre que osaba por retar su tolerancia.
- Mi nombre, caballero. Es Katherine Ruth Bathory. - Pronunció con lentitud, refinando su voz en cada palabra que formaba su identidad. - Y tiene ante usted a la realeza. Soy la Condesa de los Países Bajos. Y os exijo que devuelva lo que me ha sido substraído de mis manos - Katherine extendió su mano, esperando que el collar le fuese devuelto de inmediato. - ¿O deberé hacer uso del título que ostento para conseguirlo?. - Ella, en curvó su ceja, mientras que sus labios dibujaron una torcida linea que poco a poco se asemejaría a una sonrisa.
Ecaterina Ruth Bathory- Vampiro/Realeza
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Re: < ¡Malnacida ladrona! > {Kolmann Gunther}
Me gire para admirar mejor a la pequeña luz de las calles de parís el collar que había robado la mujer que por ahora era desconocida. Un collar de gran tamaño en comparación con los típicos en las tiendas, tenia valor, era obvio, ¿Que haría con el si lograba quitarselo a esta mujer? ¿Lo vendería? No, se veía único en su especie, ¿Lo entregaría a la policía? No, ni estúpido. ¿Me lo quedaría? Tal vez...
Me gire nuevamente, esperando a que la mujer bajara de una vez por todas del carruaje, ella aun no bajaba, ¿Que le sucedía ahora? De pronto mire una mano que estaba siendo algo zamarreada, la mujer dijo algo, pero no escuche del todo claro.
Lo primero era lo primero, la mujer llevaba un característico vestido, de un hermoso color, uno de mis favoritos, grande, no poseía daños ni mucho menos rasguños, sus detalles estaba confeccionados a la perfección, ¿Acaso también será robado?
Luego, su cuerpo, la mujer era esbelta, pero tampoco desnutrida, su condición física estaba a la perfección. Y ahora, su rostro, su precioso rostro, lo cual dejo boquiabierto al barón, perfecto, su piel blanca como la nieve, sus labios, finos y elegantes, el cabello le daba un toque de sensualidad, algo que me dejo asombrado. Parpadee un par de veces, ¿Tal vez... Pertenecía al burdel?
- ¿Y bien? - esperaba con ansias su respuesta y presentación
Kolmann presento toda su atención a la llama, Katherine, que... Era, ¿Una condesa? - disculpe, ¿una que? - el barón no sabia si rieres o mantenerse serio por tal mentira y atrevimiento. Espero a que terminara de hablar, luego miro su delicada mano estirada hacia mi y aprete mis labios.
Era algo complicado, al parecer la mujer que tenia delante de mi, era una demente, una loca, se hacia pasar por alguien de la realeza - y... Dígame, ¿desde cuando una condesa debe hacer el trabajo sucio? - si seguiría hablando con ella, lo haría de la forma mas amable que podría hacerlo, quería ver cuantas mentiras mas podría entregarme esta noche una total desconocida. - una condesa... Sin zapatos, robando a estas alturas de la noche, no cree que es algo... ¿Muy atrevido?
Tenia un débil conocimiento por la realeza de los países bajos, no conocía a nadie, pero claramente la esta mujer, no era perteneciente a la realeza, de ningún tipo. - no me ha convencido del todo le diré... - tome firmemente el collar y lo seguí observando.
Kolmann dio un profundo suspiro, y ahora ¿Que iba hacer? La mujer quería a toda costa este collar, ¿Se lo daría después de todo? Si me llegase a fastidiar, lo haría, no quería tener problemas, ademas, era un asunto que no me correspondía, solo esperaba que nadie nos estuviera mirando.
Me gire nuevamente, esperando a que la mujer bajara de una vez por todas del carruaje, ella aun no bajaba, ¿Que le sucedía ahora? De pronto mire una mano que estaba siendo algo zamarreada, la mujer dijo algo, pero no escuche del todo claro.
Lo primero era lo primero, la mujer llevaba un característico vestido, de un hermoso color, uno de mis favoritos, grande, no poseía daños ni mucho menos rasguños, sus detalles estaba confeccionados a la perfección, ¿Acaso también será robado?
Luego, su cuerpo, la mujer era esbelta, pero tampoco desnutrida, su condición física estaba a la perfección. Y ahora, su rostro, su precioso rostro, lo cual dejo boquiabierto al barón, perfecto, su piel blanca como la nieve, sus labios, finos y elegantes, el cabello le daba un toque de sensualidad, algo que me dejo asombrado. Parpadee un par de veces, ¿Tal vez... Pertenecía al burdel?
- ¿Y bien? - esperaba con ansias su respuesta y presentación
Kolmann presento toda su atención a la llama, Katherine, que... Era, ¿Una condesa? - disculpe, ¿una que? - el barón no sabia si rieres o mantenerse serio por tal mentira y atrevimiento. Espero a que terminara de hablar, luego miro su delicada mano estirada hacia mi y aprete mis labios.
Era algo complicado, al parecer la mujer que tenia delante de mi, era una demente, una loca, se hacia pasar por alguien de la realeza - y... Dígame, ¿desde cuando una condesa debe hacer el trabajo sucio? - si seguiría hablando con ella, lo haría de la forma mas amable que podría hacerlo, quería ver cuantas mentiras mas podría entregarme esta noche una total desconocida. - una condesa... Sin zapatos, robando a estas alturas de la noche, no cree que es algo... ¿Muy atrevido?
Tenia un débil conocimiento por la realeza de los países bajos, no conocía a nadie, pero claramente la esta mujer, no era perteneciente a la realeza, de ningún tipo. - no me ha convencido del todo le diré... - tome firmemente el collar y lo seguí observando.
Kolmann dio un profundo suspiro, y ahora ¿Que iba hacer? La mujer quería a toda costa este collar, ¿Se lo daría después de todo? Si me llegase a fastidiar, lo haría, no quería tener problemas, ademas, era un asunto que no me correspondía, solo esperaba que nadie nos estuviera mirando.
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Re: < ¡Malnacida ladrona! > {Kolmann Gunther}
Tras la presentación, el hombre; muy osado, se atrevió a dudar de su título. Ella podría ostentarlo; desde luego. Pero eso no quitaba su naturaleza, de la que estaban muy bien enterados en los países bajos. De cualquier modo, ella estaba perdiendo la paciencia, afortunadamente para él, había bebido aquel sorbo de sangre. De haber sido de otra forma... Ya hubiese perdido el control.
¿Por que debía de soportar las insolencias de un mortal?. Aun que poco le importaba que dudase de su condición de realeza. ¿Como había llegado a volverse una mojigata? ¿En que momento había ocurrido?. La vampiresa arqueó su ceja. ¿Cómo le había pasado esto?. Sin dudas hubiese sido mejor morir ardiendo bajo la luz del sol que estar comportándose como una... estúpida. No podía remar en contra de su naturaleza. Ella era un vampiro. El depredador supremo. Ese humano debía temerla. Respetarle. Y de ser posible, ¡Devolverle el maldito colgante!.
Katherine avanzó un par de pasos mas. Su sonrisa se volvió felina. Su cuerpo se movió con gracia. Casi como si la suave brisa nocturna la moviera místicamente. - Podrá decir que mis métodos son extraños. Pero su educación es pésima, Caballero. - Sus labios susurraron aquellas palabras, dibujando cada una de ellas con cuidado. Lo estaba seduciendo, y así era como comenzaban sus juegos. - Devuélvame el collar por las buenas. - Sus ojos, destacaban la inocencia, la travesura, y a la vez no podían ocultar su naturaleza. - ¿O debería tomarlo por las malas?. - Le susurró esta sobre su mentón, tomando uso de todo atrevimiento.
Ella deslizó su mirada por el cuerpo del mortal que despedía aquel calor que tanto apreciaba de los vivos. Sonrió levemente, sus labios parecían profesar que algo iba hacer. Delataban sus intenciones. Lentamente, sus ojos recorrieron de nuevo el camino hacia el rostro del hombre; hasta dar con sus ojos. No era un mal espécimen. Pero no estaba alli ni para alimentarse, ni para mantener relaciones sexuales con el desconocido.
- ¿Podría dudar yo de usted?. - Preguntó la mujer endulzando su todo de voz. - No se ha presentado. No ayudó a una dama a bajar de su carruaje. Mucho menos ha tenido la delicadeza de besar mi mano. - Katherine, llevó su mano hasta sus labios, los cuales acarició suavemente, esperando por una respuesta. Aun que el agitar del collar frente a sus ojos la distraía. Le ponía los pelos de punta nada mas pensar que ese mortal lo pudiera romper.
- Ademas... - Agregó sonriendo de tal forma que sus ojos parecían hacerlo también. - ¿Quien es usted para poner en duda mi persona? O para hacerse lo que por tres siglos ha sido mio. - Su voz dejo de tener un tono de voz inocente, mucho menos dulzón. La Bathory bajó su mano, tomando una posición en la que tomaba su cintura con una de las manos. - Ese collar fue hurtado del cuello de Elizabeth Bathory. Fue un obsequio que yo misma le dí. ¿Que tiene de malo volverlo a hurtar? ¿O acaso su justicia, pobre mortal me va solucionar mi problema?. - Su actitud era retante. Sabía que todo lo que decía la delataría como tal, su raza quedaría descubierta a los ojos de aquel burdo mortal. Pero poco cuidado le tenía; simplemente después podía matarlo y con eso se cerraba el caso.
- Le repito caballero. Devuélvame lo que es mío, o lo tomaré como un hurto. Y le puedo asegurar que vuestro castigo será mucho peor. - Ella sonrió. Dejando ver sus dientes blancas como perlas, y a la vez, mostrando un par de filosos colmillos que apenas asomaban por la seda de sus labios.
¿Por que debía de soportar las insolencias de un mortal?. Aun que poco le importaba que dudase de su condición de realeza. ¿Como había llegado a volverse una mojigata? ¿En que momento había ocurrido?. La vampiresa arqueó su ceja. ¿Cómo le había pasado esto?. Sin dudas hubiese sido mejor morir ardiendo bajo la luz del sol que estar comportándose como una... estúpida. No podía remar en contra de su naturaleza. Ella era un vampiro. El depredador supremo. Ese humano debía temerla. Respetarle. Y de ser posible, ¡Devolverle el maldito colgante!.
Katherine avanzó un par de pasos mas. Su sonrisa se volvió felina. Su cuerpo se movió con gracia. Casi como si la suave brisa nocturna la moviera místicamente. - Podrá decir que mis métodos son extraños. Pero su educación es pésima, Caballero. - Sus labios susurraron aquellas palabras, dibujando cada una de ellas con cuidado. Lo estaba seduciendo, y así era como comenzaban sus juegos. - Devuélvame el collar por las buenas. - Sus ojos, destacaban la inocencia, la travesura, y a la vez no podían ocultar su naturaleza. - ¿O debería tomarlo por las malas?. - Le susurró esta sobre su mentón, tomando uso de todo atrevimiento.
Ella deslizó su mirada por el cuerpo del mortal que despedía aquel calor que tanto apreciaba de los vivos. Sonrió levemente, sus labios parecían profesar que algo iba hacer. Delataban sus intenciones. Lentamente, sus ojos recorrieron de nuevo el camino hacia el rostro del hombre; hasta dar con sus ojos. No era un mal espécimen. Pero no estaba alli ni para alimentarse, ni para mantener relaciones sexuales con el desconocido.
- ¿Podría dudar yo de usted?. - Preguntó la mujer endulzando su todo de voz. - No se ha presentado. No ayudó a una dama a bajar de su carruaje. Mucho menos ha tenido la delicadeza de besar mi mano. - Katherine, llevó su mano hasta sus labios, los cuales acarició suavemente, esperando por una respuesta. Aun que el agitar del collar frente a sus ojos la distraía. Le ponía los pelos de punta nada mas pensar que ese mortal lo pudiera romper.
- Ademas... - Agregó sonriendo de tal forma que sus ojos parecían hacerlo también. - ¿Quien es usted para poner en duda mi persona? O para hacerse lo que por tres siglos ha sido mio. - Su voz dejo de tener un tono de voz inocente, mucho menos dulzón. La Bathory bajó su mano, tomando una posición en la que tomaba su cintura con una de las manos. - Ese collar fue hurtado del cuello de Elizabeth Bathory. Fue un obsequio que yo misma le dí. ¿Que tiene de malo volverlo a hurtar? ¿O acaso su justicia, pobre mortal me va solucionar mi problema?. - Su actitud era retante. Sabía que todo lo que decía la delataría como tal, su raza quedaría descubierta a los ojos de aquel burdo mortal. Pero poco cuidado le tenía; simplemente después podía matarlo y con eso se cerraba el caso.
- Le repito caballero. Devuélvame lo que es mío, o lo tomaré como un hurto. Y le puedo asegurar que vuestro castigo será mucho peor. - Ella sonrió. Dejando ver sus dientes blancas como perlas, y a la vez, mostrando un par de filosos colmillos que apenas asomaban por la seda de sus labios.
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Re: < ¡Malnacida ladrona! > {Kolmann Gunther}
Parecía todo un juego, parecíamos niños tratando de quitarle el juguete favorito del otro, ¿Por que me parecía todo esto tan atractivo? Acostumbraba a no tomar en cuenta a la gente de clase baja, en espacial a los ladrones, pero ella, tenia su encanto.
Su mirada, sus movimientos, su belleza, me hipnotizaban, era agradable mirarla, pero mi rostro estaba sereno, habían muchas mujeres bonitas en Paris, pero ella había superado mis expectativas.
Escucho con atención cada palabra que salía de sus tentadores labios, al escuchar lo primero, no pude evitar esbozar una sonrisa, ¿Una pésima educación? Por favor... No era yo quien estaba robando. Ahora era ella quien me estaba amenazando, los papeles habían cambiado, y su enojo obviamente estaba empeorando.
Seguí escuchadora, no quería interrumpir lo que parecía divertido escuchar, cuando mi esposa se entere de esto, se que reirá junto conmigo. Alce una ceja en forma de interrogación, el dorso de su mano estaba tan helado, que decidí hacerlo rápidamente, tome sus dedos y lo acerque a mis labios depositando un corto beso. - Si tanto se muere por querer que bese el dorso de su mano, pues allí esta, Madame...
Cuando continuo hablando, coloque ambas manos detrás de mi espalda, una de ellas tenia el collar, solo una de ellas seria cortada esta noche.
A cada cosa que hablaba, mas dudas se generaban en mi cabeza, pero solo una hizo que lo que parecía una broma, fuese algo un poco preocupante, acaso dijo, ¿Mortal?, Ademas de ver que aun tenia la idea de que era parte de la realeza.
- Madame Bathory... - dio un pequeño suspiro - puede que sea yo quien solucione este problema, pero hay algo bastante grande que me incomoda, y es la credibilidad de su realeza. Una vez más le vuelvo a preguntar, ¿Por que una dama como usted, tiene que hurtar semejante objeto de valor? ¿Por que se arriesgaría usted a que un grupo de hombres la capturaran y golpeara? Y le recuerdo, que fui yo quien los distrajo... De no ser por mi, usted caería en las manos de esos matones.
¿Ve usted que las amenazas continúan? Ahora es usted quien me ofende.
Me acerque a ella lo que restaba de distancia, ahora con el collar en uno de mis bolsillos - puedo hacer que usted esta noche no duerma tranquila, puedo hacer que toda Francia la busque por hurto y por falsificación de un titulo nobiliario falso. La verdad, no me interesa este articulo de gran valor, pero lo que más odio en esta vida, es la mentira y el engaño.
De pronto a pocas cuadras, se comenzó a sentir a lo lejos la campana de alerta de uno de los oficiales de turno, efectivamente, alguien había traído a los policías a esta área, el hombre venia corriendo, y a su vez, se sumaron otros más en diferentes extremos de nuestro paradero. Me aleje de la mujer varios pasos, esperando a que no me atacara de forma sorpresiva. Gracias al ruido que provocaban esa campañas y pitos, varios vecinos del sector se asomaron por sus ventanas para ver que era lo que sucedía.
- No hagan ningún movimiento - dijo uno de ellos agitados
- Identifiquense y explique el motivo de tanto alboroto.
- ¿Alboroto? ¿De que esta hablando señor? - pregunte de forma molesta, ya todo me estaba colmando la paciencia. - Soy Kolmann Gunther, Barón de Rumania, y lo que haga a estas horas, no les compete en absoluto caballeros.
Las linternas de los hombres logrando que pudieran ver mi rostro con mejor nitidez, pero aun faltaba Madame Bathory.
Su mirada, sus movimientos, su belleza, me hipnotizaban, era agradable mirarla, pero mi rostro estaba sereno, habían muchas mujeres bonitas en Paris, pero ella había superado mis expectativas.
Escucho con atención cada palabra que salía de sus tentadores labios, al escuchar lo primero, no pude evitar esbozar una sonrisa, ¿Una pésima educación? Por favor... No era yo quien estaba robando. Ahora era ella quien me estaba amenazando, los papeles habían cambiado, y su enojo obviamente estaba empeorando.
Seguí escuchadora, no quería interrumpir lo que parecía divertido escuchar, cuando mi esposa se entere de esto, se que reirá junto conmigo. Alce una ceja en forma de interrogación, el dorso de su mano estaba tan helado, que decidí hacerlo rápidamente, tome sus dedos y lo acerque a mis labios depositando un corto beso. - Si tanto se muere por querer que bese el dorso de su mano, pues allí esta, Madame...
Cuando continuo hablando, coloque ambas manos detrás de mi espalda, una de ellas tenia el collar, solo una de ellas seria cortada esta noche.
A cada cosa que hablaba, mas dudas se generaban en mi cabeza, pero solo una hizo que lo que parecía una broma, fuese algo un poco preocupante, acaso dijo, ¿Mortal?, Ademas de ver que aun tenia la idea de que era parte de la realeza.
- Madame Bathory... - dio un pequeño suspiro - puede que sea yo quien solucione este problema, pero hay algo bastante grande que me incomoda, y es la credibilidad de su realeza. Una vez más le vuelvo a preguntar, ¿Por que una dama como usted, tiene que hurtar semejante objeto de valor? ¿Por que se arriesgaría usted a que un grupo de hombres la capturaran y golpeara? Y le recuerdo, que fui yo quien los distrajo... De no ser por mi, usted caería en las manos de esos matones.
¿Ve usted que las amenazas continúan? Ahora es usted quien me ofende.
Me acerque a ella lo que restaba de distancia, ahora con el collar en uno de mis bolsillos - puedo hacer que usted esta noche no duerma tranquila, puedo hacer que toda Francia la busque por hurto y por falsificación de un titulo nobiliario falso. La verdad, no me interesa este articulo de gran valor, pero lo que más odio en esta vida, es la mentira y el engaño.
De pronto a pocas cuadras, se comenzó a sentir a lo lejos la campana de alerta de uno de los oficiales de turno, efectivamente, alguien había traído a los policías a esta área, el hombre venia corriendo, y a su vez, se sumaron otros más en diferentes extremos de nuestro paradero. Me aleje de la mujer varios pasos, esperando a que no me atacara de forma sorpresiva. Gracias al ruido que provocaban esa campañas y pitos, varios vecinos del sector se asomaron por sus ventanas para ver que era lo que sucedía.
- No hagan ningún movimiento - dijo uno de ellos agitados
- Identifiquense y explique el motivo de tanto alboroto.
- ¿Alboroto? ¿De que esta hablando señor? - pregunte de forma molesta, ya todo me estaba colmando la paciencia. - Soy Kolmann Gunther, Barón de Rumania, y lo que haga a estas horas, no les compete en absoluto caballeros.
Las linternas de los hombres logrando que pudieran ver mi rostro con mejor nitidez, pero aun faltaba Madame Bathory.
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Re: < ¡Malnacida ladrona! > {Kolmann Gunther}
Pasados ya escasos minutos nada de esa mujer traviesa y divertida le quedaba. Y se le notaba en el rostro. Sus labios estaban completamente fruncidos, en un gesto de completa arrogancia y su cuerpo tomaba una pose digna de su belleza, pero desde luego; arrogante por igual. La vampiro arqueó su ceja. Escuchándolo. Intentando no herir su ego masculino con un ataque de risa que la tendiera en el piso. JAH. ¿Dormir? ¿Hacía cuanto no dormía? Unos ocho siglos. Probablemente ya estaba en el milenio. ¿Le importaba?. Desde luego que no. ¿Quién quiere dormir?.
Su rostro apartó la vista del humano. Mirando en dirección hacia donde surgirían los ruidos. Su mente comenzó a sacar simples cuentas; collar en su bolsillo. Golpearlo. Arrancarle los pantalones y salir corriendo. Negativo. Volvió a sacar otra cuenta. Golpearlo, arrancarle el pantalón y salir corriendo. Ya dije que no. Se sonrió perversa sintiendo en trinar de la campa. Un nuevo plan surgía, hacerlo y huir. Dejarlo completamente desnudo frente a la policía. Si. La perfecta venganza por su insensatez.
Katherine volteó a verle, luciendo una sonrisa traviesa en sus labios. – Mándelos. – Resumió esta, cruzando sus brazos. Esperando que aparecieran los hombres. Pero una campañilla sonó. Eso estaba mal. Podría con unos cuantos. ¿Pero que cantidad de hombres se juntaría tras sonar la campana?. Sin contar los vecinos expectantes. Era demasiado; no podría ponerse en evidencia. Una lastima… - Regresarán a su casa en cuanto pisen mi mansión. Por que poseo todos los papeles que debo tener. – Su rostro se ladeó ligeramente, mostrando una sonrisa que claramente le decía: Púdrete. Sus finos oídos oyeron las voces, los pasos. Se acercaban. Diablos, centellas. ¡Y este mal nacido humano!.
Se movió junto con la brisa. Para cuando el policía llego ella ya no estaba allí junto al barón. Mas había vuelto dentro de la carroza. Tras escuchar la voz del policía esta volvió a salir. Cual si fuera una obra de teatro. - ¿Caballero?. ¿Qué sucede?. – Su voz era tranquila, su rostro carecía de enfado. Parecía ser realmente otra persona, de otro lugar. El policía le alumbró el rostro.
- Madame. Lamento decirle que condice con las características de una ladrona. Debería usted… - La voz le temblo. Al parecer el título del hombre junto a ella lo había atemorizado. – Disculpe. Es su mujer, ¿Señor?. – volteo este a ver al Barón
- No hable idioteces. Y párese firmemente, su espalda curvada le da un terrible aspecto. – Katherine estaba dejando salir aquello que tanto le agradaba. – Y nadie va acompañarlo esta noche. Atrevido. Exijo respeto en estas tierras, Francia ya no es lo que era cuando yo pequeña. ¿Y que espera?. – Katherine le tendió su mano, esperando que la besase. – La condesa de los países bajos espera que se le salude como corresponde. De otro modo, me veré obligada a enviar un recado. Nadie aquí va tratarme como si tal cosa. ¿Entendió? ¿O debo explicárselo con un mapa? – La vampiresa había quitado ya su mano. No le había dado siquiera la oportunidad de besarla. Ahora caminaba alrededor del hombre, con sus manos cruzadas hacia atrás, una tomando a la otra.
- ¡Cuanto atrevimiento, madame! – Bufó el oficial que se giraba a mostrarle la horrenda cara, cuando esta simplemente le miró y sonrió. El hombre se tomó de la cabeza, largando la farola que se rompió en el suelo y comenzó a incendiarse.
- ¡Oh!. Por favor, no me muestre esa horrenda cara. – Esta parecía no percatarse que el hombre se doblaba lentamente. Que se arrodillaba frente a ella. – Al parecer si tendré que explicarle con un mapa. Le exijo respeto, o su país caerá en guerra ¿Comprende ahora? Una mujer de armas a tomar como yo no se deja mangonear con un servatillo como usted. – Ella comenzó a girar nuevamente, mientras sus oídos se concentraban el los murmullos de la gente que empezaba a ser testigo de la situación. En vista de ello, Katherine se inclino. Como si mostrase piedad.
- ¿Señor?. ¿Está usted bien?. – El hombre negó a lo que sus palabras susurraban. - ¿Le duele?. – Asintió. Ella sonrió satisfecha. – Ya veo. ¿Ahora duele mas?. – Ejerció mas de su poder sobre él haciendo que cayera al piso gritando de dolor. - ¡Oh Dios mio!. – Dijo con una falsa sorpresa. Llevo su mano a su pecho mirando al hombre.
– Ayuda. Ayuda. – Su voz soltaba lastimeras plegarias a la nada. Como si buscara a alguien cercano y entonces vió al barón. - ¿Ve?. Esto podría pasarle a usted. - Su mirada se volvió feroz. La clavó en el fijamente, arqueó su ceja y sonrió. Sonrió mostrando finamente sus dientes; y sus colmillos.
Su rostro apartó la vista del humano. Mirando en dirección hacia donde surgirían los ruidos. Su mente comenzó a sacar simples cuentas; collar en su bolsillo. Golpearlo. Arrancarle los pantalones y salir corriendo. Negativo. Volvió a sacar otra cuenta. Golpearlo, arrancarle el pantalón y salir corriendo. Ya dije que no. Se sonrió perversa sintiendo en trinar de la campa. Un nuevo plan surgía, hacerlo y huir. Dejarlo completamente desnudo frente a la policía. Si. La perfecta venganza por su insensatez.
Katherine volteó a verle, luciendo una sonrisa traviesa en sus labios. – Mándelos. – Resumió esta, cruzando sus brazos. Esperando que aparecieran los hombres. Pero una campañilla sonó. Eso estaba mal. Podría con unos cuantos. ¿Pero que cantidad de hombres se juntaría tras sonar la campana?. Sin contar los vecinos expectantes. Era demasiado; no podría ponerse en evidencia. Una lastima… - Regresarán a su casa en cuanto pisen mi mansión. Por que poseo todos los papeles que debo tener. – Su rostro se ladeó ligeramente, mostrando una sonrisa que claramente le decía: Púdrete. Sus finos oídos oyeron las voces, los pasos. Se acercaban. Diablos, centellas. ¡Y este mal nacido humano!.
Se movió junto con la brisa. Para cuando el policía llego ella ya no estaba allí junto al barón. Mas había vuelto dentro de la carroza. Tras escuchar la voz del policía esta volvió a salir. Cual si fuera una obra de teatro. - ¿Caballero?. ¿Qué sucede?. – Su voz era tranquila, su rostro carecía de enfado. Parecía ser realmente otra persona, de otro lugar. El policía le alumbró el rostro.
- Madame. Lamento decirle que condice con las características de una ladrona. Debería usted… - La voz le temblo. Al parecer el título del hombre junto a ella lo había atemorizado. – Disculpe. Es su mujer, ¿Señor?. – volteo este a ver al Barón
- No hable idioteces. Y párese firmemente, su espalda curvada le da un terrible aspecto. – Katherine estaba dejando salir aquello que tanto le agradaba. – Y nadie va acompañarlo esta noche. Atrevido. Exijo respeto en estas tierras, Francia ya no es lo que era cuando yo pequeña. ¿Y que espera?. – Katherine le tendió su mano, esperando que la besase. – La condesa de los países bajos espera que se le salude como corresponde. De otro modo, me veré obligada a enviar un recado. Nadie aquí va tratarme como si tal cosa. ¿Entendió? ¿O debo explicárselo con un mapa? – La vampiresa había quitado ya su mano. No le había dado siquiera la oportunidad de besarla. Ahora caminaba alrededor del hombre, con sus manos cruzadas hacia atrás, una tomando a la otra.
- ¡Cuanto atrevimiento, madame! – Bufó el oficial que se giraba a mostrarle la horrenda cara, cuando esta simplemente le miró y sonrió. El hombre se tomó de la cabeza, largando la farola que se rompió en el suelo y comenzó a incendiarse.
- ¡Oh!. Por favor, no me muestre esa horrenda cara. – Esta parecía no percatarse que el hombre se doblaba lentamente. Que se arrodillaba frente a ella. – Al parecer si tendré que explicarle con un mapa. Le exijo respeto, o su país caerá en guerra ¿Comprende ahora? Una mujer de armas a tomar como yo no se deja mangonear con un servatillo como usted. – Ella comenzó a girar nuevamente, mientras sus oídos se concentraban el los murmullos de la gente que empezaba a ser testigo de la situación. En vista de ello, Katherine se inclino. Como si mostrase piedad.
- ¿Señor?. ¿Está usted bien?. – El hombre negó a lo que sus palabras susurraban. - ¿Le duele?. – Asintió. Ella sonrió satisfecha. – Ya veo. ¿Ahora duele mas?. – Ejerció mas de su poder sobre él haciendo que cayera al piso gritando de dolor. - ¡Oh Dios mio!. – Dijo con una falsa sorpresa. Llevo su mano a su pecho mirando al hombre.
– Ayuda. Ayuda. – Su voz soltaba lastimeras plegarias a la nada. Como si buscara a alguien cercano y entonces vió al barón. - ¿Ve?. Esto podría pasarle a usted. - Su mirada se volvió feroz. La clavó en el fijamente, arqueó su ceja y sonrió. Sonrió mostrando finamente sus dientes; y sus colmillos.
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Re: < ¡Malnacida ladrona! > {Kolmann Gunther}
Me voltee para mirar a la ladrona, pero no estaba, fruncí el ceño, ya sentía como la sangre me hervía por haberla dejado escapar, pero estaba equivocado, la mujer se había introducido nuevamente al carruaje, ¿Que diablos estaba haciendo allí? ¿Acaso pensaba que así se escondería fácilmente?
Los oficiales buscaban mi mirada, parecían unos incompetentes, les hice con una ademan que vieran dentro del carruaje impacientemente, al parecer esta noche seria larga.
Escuchando su forma de hablar, era casi la ternura misma junto con su inocencia, mi paso paso a mi frente, demostrando que lo que estaba viendo no lo podía creer, ahora solo faltaba que el policía cayera en los encantos de la chica. Cuando el hombre, algo nervioso pregunto di era mi esposa, Katherine y yo vociferando al mismo tiempo - ¡¿QUE?!
Todo lo que hacia, todo lo que hablaba y como lo formulaba, me pareció lo peor del mundo, me gire y para no seguir viendo mas el teatro que se estaba formando, mis manos se colocaron en mis bolsillos, asegurandome que en uno de ellos estaba el responsable de todo este lío.
Se mostró asombrado cuando escucho el quiebre de la lampara, se giro rápido y se imagino que Bathory había hecho algo imperdonable. Algo le sucedía al policía, se había agarrado la cabeza, ¿Que le estaba sucediendo?, mientras que Bathory, si es que ese su verdadero apellido, seguía hablando sin importarle lo que al pobre policía le sucedía - oigan, ¿y ustedes no van hacer nada?- efectivamente uno de ellos comenzó a preguntar por el policía caído.
¿Que era lo que estaba sucediendo? Lo primero que se le vino a la mente, era que esta mujer era nada menos que una bruja, un ser que para el hasta el momento eran ficticias, y que solo existían en los cuentos - hey! Hey! Déjalo en paz - ya no había momento para los tratos cordiales, ella ya no era una dama delante de los ojos del barón. Se coloco delante del policía herido buscando desafiar a la bruja. Pero nuevamente se había equivocado. Una fuerte ola de frío cruzo toda su espalda hasta llegar a su nuca al ver ese par de colmillos en sus labios, ya o le parecía atractiva y la situación tampoco era graciosa. Efectivamente había cumplido con su palabra, era capas de hacer que las cosas se volvieran horribles. ¿Que criatura era la que veía frente a ella? ¿Acaso era un vampiro? ¿Esos chupa sangre de Bram Stoken?, o era el estúpido collar y mi orgullo o la vida de todos los que estábamos presentes.
- Toma... - saco el collar de su bolsillo y estiro su brazo. Lo raro fue, que no se sentía asustado pero tampoco un héroe, se sentía asombrado por que acababa de descubrir esta noche. - y vete... Déjanos en paz... - su rostro era serio y desafiante. - sabiendo como actuaba la mujer, tal vez no se iría con las manos vacías.
Los oficiales buscaban mi mirada, parecían unos incompetentes, les hice con una ademan que vieran dentro del carruaje impacientemente, al parecer esta noche seria larga.
Escuchando su forma de hablar, era casi la ternura misma junto con su inocencia, mi paso paso a mi frente, demostrando que lo que estaba viendo no lo podía creer, ahora solo faltaba que el policía cayera en los encantos de la chica. Cuando el hombre, algo nervioso pregunto di era mi esposa, Katherine y yo vociferando al mismo tiempo - ¡¿QUE?!
Todo lo que hacia, todo lo que hablaba y como lo formulaba, me pareció lo peor del mundo, me gire y para no seguir viendo mas el teatro que se estaba formando, mis manos se colocaron en mis bolsillos, asegurandome que en uno de ellos estaba el responsable de todo este lío.
Se mostró asombrado cuando escucho el quiebre de la lampara, se giro rápido y se imagino que Bathory había hecho algo imperdonable. Algo le sucedía al policía, se había agarrado la cabeza, ¿Que le estaba sucediendo?, mientras que Bathory, si es que ese su verdadero apellido, seguía hablando sin importarle lo que al pobre policía le sucedía - oigan, ¿y ustedes no van hacer nada?- efectivamente uno de ellos comenzó a preguntar por el policía caído.
¿Que era lo que estaba sucediendo? Lo primero que se le vino a la mente, era que esta mujer era nada menos que una bruja, un ser que para el hasta el momento eran ficticias, y que solo existían en los cuentos - hey! Hey! Déjalo en paz - ya no había momento para los tratos cordiales, ella ya no era una dama delante de los ojos del barón. Se coloco delante del policía herido buscando desafiar a la bruja. Pero nuevamente se había equivocado. Una fuerte ola de frío cruzo toda su espalda hasta llegar a su nuca al ver ese par de colmillos en sus labios, ya o le parecía atractiva y la situación tampoco era graciosa. Efectivamente había cumplido con su palabra, era capas de hacer que las cosas se volvieran horribles. ¿Que criatura era la que veía frente a ella? ¿Acaso era un vampiro? ¿Esos chupa sangre de Bram Stoken?, o era el estúpido collar y mi orgullo o la vida de todos los que estábamos presentes.
- Toma... - saco el collar de su bolsillo y estiro su brazo. Lo raro fue, que no se sentía asustado pero tampoco un héroe, se sentía asombrado por que acababa de descubrir esta noche. - y vete... Déjanos en paz... - su rostro era serio y desafiante. - sabiendo como actuaba la mujer, tal vez no se iría con las manos vacías.
Kolmann Gunther- Realeza Rumana
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Re: < ¡Malnacida ladrona! > {Kolmann Gunther}
Katherine bajó la vista, como si fuese una inocente niña arrepentida de sus travesuras. Meneo su cuerpo de un lado a otro, relajando los músculos de su cuerpo mientras llevaba su mano izquierda a sus labios. Se quedó observándoles. Ella quitó su poder por encima del mortal cuando el barón se lo había indicado, pero... siempre quedaba alguna secuela.
Uno de los hombres apagó el fuego que había iniciado la farola, ahogándolo con tierra. La cual estaba de sobra en esa calle.
- Me agrada que haya considerado la oferta. - Si, eran negocios para ella. El collar o su vida. Nada de amenazas, negocios. Su rostro no tardó en dibujar una sonrisa socarrona, mientras extendía su mano para hacerse del collar nuevamente. Algo en todo eso la llenaba de jolgorio y a la vez, algo estaba mal. Una vez teniendo el collar en la mano lo escondió tras de si. Los oficiales se llevaron al hombre, quien bufaba aún del dolor. Sus ojos recorrieron con atrevimiento el cuerpo del mortal que aún permanecía cercano a ella; el Barón. - No obstante. Nosotros teníamos un trato, ¿No?. - Susurró esta acercándose a él insinuante, con movimientos lentos pero sensuales. Su dedo índice corrió por el hombro del mortal hasta llegar hasta su cuello, subiendo por este para acariciar su nuez de adán. - ¿Y bien?. ¿Cual dijo era su nombre?. - Solo dos o tres pasos mantenían al hombre seguro de esta.
- No creyó que me iría así nada mas. El collar a estado bien, pero... - Lo observó, quitándole de su poco elaborado escondite - Usted vio como cuesta prenderlo. - Katherine, tomo su pelo, haciéndolo a un lado nuevamente, dejando al descubierto el esplendor de su piel nívea, de sus hombros... De su singular escote. Fue sólo después que extendía nuevamente el collar a su vista, sacudiéndolo finamente con el simple movimiento de su muñeca, esperando que lo tomase y así la rodeara con este a su cuello.
Esta bien, esta bien. Podía estar en planes de ser un poquito mejor que antes, pero eso no quitaba que los mortales fuesen tan divertidos a la hora de "jugar".
Uno de los hombres apagó el fuego que había iniciado la farola, ahogándolo con tierra. La cual estaba de sobra en esa calle.
- Me agrada que haya considerado la oferta. - Si, eran negocios para ella. El collar o su vida. Nada de amenazas, negocios. Su rostro no tardó en dibujar una sonrisa socarrona, mientras extendía su mano para hacerse del collar nuevamente. Algo en todo eso la llenaba de jolgorio y a la vez, algo estaba mal. Una vez teniendo el collar en la mano lo escondió tras de si. Los oficiales se llevaron al hombre, quien bufaba aún del dolor. Sus ojos recorrieron con atrevimiento el cuerpo del mortal que aún permanecía cercano a ella; el Barón. - No obstante. Nosotros teníamos un trato, ¿No?. - Susurró esta acercándose a él insinuante, con movimientos lentos pero sensuales. Su dedo índice corrió por el hombro del mortal hasta llegar hasta su cuello, subiendo por este para acariciar su nuez de adán. - ¿Y bien?. ¿Cual dijo era su nombre?. - Solo dos o tres pasos mantenían al hombre seguro de esta.
- No creyó que me iría así nada mas. El collar a estado bien, pero... - Lo observó, quitándole de su poco elaborado escondite - Usted vio como cuesta prenderlo. - Katherine, tomo su pelo, haciéndolo a un lado nuevamente, dejando al descubierto el esplendor de su piel nívea, de sus hombros... De su singular escote. Fue sólo después que extendía nuevamente el collar a su vista, sacudiéndolo finamente con el simple movimiento de su muñeca, esperando que lo tomase y así la rodeara con este a su cuello.
Esta bien, esta bien. Podía estar en planes de ser un poquito mejor que antes, pero eso no quitaba que los mortales fuesen tan divertidos a la hora de "jugar".
Ecaterina Ruth Bathory- Vampiro/Realeza
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