AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Revenge of a Broken Heart [Erwin Helstorm - Anatole Dufort]
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Revenge of a Broken Heart [Erwin Helstorm - Anatole Dufort]
Hoy no era el mismo, más bien, desde que se había encontrado con… él, algo en su interior se había revuelto al extremo de hacerlo caer en un estado casi catatónico. No había salido de casa, ni se había alimentado en un par de días, y seguramente de estar en sus cabales habría notado que estaba al borde del colapso físico.
Paseaba por su residencia como si fuese un alma en pena, haciendo que el personal doméstico comenzará a hacer circulas rumores sobre él, a los que apenas podía mostrar interés. ¿Sería eso que llamaban depresión? ¿En un vampiro? Al parecer nadie estaba a salvo de esa enfermedad, pero había vivido tanto tiempo que ya sabía que estados anímicos como estos no eran eternos, sino solo un suspiro que se conseguía olvidar con el paso de los días.
Miró su rostro en uno de los espejos de su habitación, y viéndose horriblemente pálido y ojeroso decidió que era momento de alimentarse, no porque sintiera hambre o los efectos debilitantes de la inanición, sino porque no quería sentir frío. Eso le recordaba que estaba solo.
Cuando salió de la puerta de su habitación y caminó dando vueltas por el salón, decidiendo el plan a seguir, fue que se dio cuenta que aun no era hora de salir, a pesar de que el sol estuviese escondiéndose, aun no era del todo seguro. Pero no podía esperar más, el dejar de sentirse patético se había vuelto de pronto una prioridad.
Llamó a una de las doncellas que se encargaban de la limpieza, y encantándola con aquellos ojos marrones con destellos rojizos la condujo a su cuarto para violentar aquella palpitante vena por la que fluía el líquido vital. No pensaba matarla. No. Solo un poco. Lo suficiente como para sentir algo de calor en las mejillas. O ese era el plan cuando un insistente golpeteo en la puerta lo desconcentró a tal punto que desgarró aquel conducto más de lo que su dueña podía resistir, haciendo que su boca se llenara por completo.
La pobre dio sus últimos suspiros y el muchacho de los ojos rasgados solo se limitó a cerrar sus ojos y cubrirla con una manta, haciéndola parecer dormida, mientras escuchaba las noticias del mayordomo. ¿Visitantes? ¿Hombres? Ambas cosas le sumaban extrañeza a la situación, porque el primer lugar había prohibido que dejasen entrar a personas ya que se sentía enfermo, y segundo, porque sus visitantes habituales eran damas.
Se relamió los labios, limpiando los vestigios carmesíes que aun quedaban en ellos, y bajó al salón, sin siquiera molestarse en vestirse de manera más apropiada ¿Para qué? Si tenía la intención de despacharlos lo más rápido posible para dedicarse a… buscar algo que hacer. Cualquier cosa que no fuese sumirse en su miseria personal.
- Buenas ¿Tardes? – dijo de forma algo seca y haciendo entrever al mismo tiempo la pregunta del por qué estaban aquí, interrumpiendo lo que fuera que estuviese por hacer. Algo no iba bien. Podía verlo en los orbes de ambos sujetos.
Paseaba por su residencia como si fuese un alma en pena, haciendo que el personal doméstico comenzará a hacer circulas rumores sobre él, a los que apenas podía mostrar interés. ¿Sería eso que llamaban depresión? ¿En un vampiro? Al parecer nadie estaba a salvo de esa enfermedad, pero había vivido tanto tiempo que ya sabía que estados anímicos como estos no eran eternos, sino solo un suspiro que se conseguía olvidar con el paso de los días.
Miró su rostro en uno de los espejos de su habitación, y viéndose horriblemente pálido y ojeroso decidió que era momento de alimentarse, no porque sintiera hambre o los efectos debilitantes de la inanición, sino porque no quería sentir frío. Eso le recordaba que estaba solo.
Cuando salió de la puerta de su habitación y caminó dando vueltas por el salón, decidiendo el plan a seguir, fue que se dio cuenta que aun no era hora de salir, a pesar de que el sol estuviese escondiéndose, aun no era del todo seguro. Pero no podía esperar más, el dejar de sentirse patético se había vuelto de pronto una prioridad.
Llamó a una de las doncellas que se encargaban de la limpieza, y encantándola con aquellos ojos marrones con destellos rojizos la condujo a su cuarto para violentar aquella palpitante vena por la que fluía el líquido vital. No pensaba matarla. No. Solo un poco. Lo suficiente como para sentir algo de calor en las mejillas. O ese era el plan cuando un insistente golpeteo en la puerta lo desconcentró a tal punto que desgarró aquel conducto más de lo que su dueña podía resistir, haciendo que su boca se llenara por completo.
La pobre dio sus últimos suspiros y el muchacho de los ojos rasgados solo se limitó a cerrar sus ojos y cubrirla con una manta, haciéndola parecer dormida, mientras escuchaba las noticias del mayordomo. ¿Visitantes? ¿Hombres? Ambas cosas le sumaban extrañeza a la situación, porque el primer lugar había prohibido que dejasen entrar a personas ya que se sentía enfermo, y segundo, porque sus visitantes habituales eran damas.
Se relamió los labios, limpiando los vestigios carmesíes que aun quedaban en ellos, y bajó al salón, sin siquiera molestarse en vestirse de manera más apropiada ¿Para qué? Si tenía la intención de despacharlos lo más rápido posible para dedicarse a… buscar algo que hacer. Cualquier cosa que no fuese sumirse en su miseria personal.
- Buenas ¿Tardes? – dijo de forma algo seca y haciendo entrever al mismo tiempo la pregunta del por qué estaban aquí, interrumpiendo lo que fuera que estuviese por hacer. Algo no iba bien. Podía verlo en los orbes de ambos sujetos.
Nosferatu L. de Beauchamp- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/06/2012
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Re: Revenge of a Broken Heart [Erwin Helstorm - Anatole Dufort]
Habían llegado al lugar indicado, la residencia del señor de Bauchamp, acusado de utilizar poderes misteriosos para seducir esposas ajenas y alterar sus sentimientos para mayor deshonra de sus maridos.
Erwin venía acompañado de su nuevo aprendiz, Anatole, nieto de un gran cazador francés al que conocía su familia desde hacía ya bastante tiempo.
El como había aceptado su tutela y aprendizaje era un asunto en el que ya indagarían más tarde, ahora debía mostrarle como tratar cara a cara con un vampiro intentando no usar medios violentos si era posible.
Antes de llamar a las puertas de la casa se quitó una de las arrugas de la chaqueta del traje, aprovechó para palpar el que se escondían tras la elegante chaqueta.
Su fiel Colt con las balas de cruz y una pequeña y afilada estaca de madera oculta en el pomo de un bastón para un caso desesperado.
Se mesó el bigote un instante antes de dirigir unas palabras a su acompañante.
-Recuerde Anatole, no le mire fijamente ni le preste mucha atención, son criaturas traicioneras que juegan con el alma de las personas...realmente es más complicado, ya lo entenderá
Terminó bromeando y sonriendo levemente antes de golpear con el pomo del bastón la puerta varias veces.
Un mayordomo les abrió las puertas y pese a sus disuasorias insistieron hasta conseguir entrar y conseguir reunirse con el señor de la casa.
Esperaron unos instantes en el salón hasta que el señor apareció, no era como Erwin esperaba que fuese. Sabía que tenía rasgos orientales y era joven pero aun así el aspecto del hombre le sorprendió.
Su pálido rostro y la impresión que le dió le verificaron que el joven era un vampiro, no obstante, no estaban allí para comenzar a montar alboroto y matarse unos a otros.
Se retiró el sombrero con la mano libre y lo apoyó en el bastón para poder saludar correctamente.
-Señor Nosferatu L. de Bauchamp? espero...no se si supondrá a que he venido a su residencia particular, pero agradecería tratar esto de forma respetuosa y racional, por lo que si su servicio hace el favor de retirarse...
Hizo un gesto con la palma de su mano hacia los mayordomos y asistentas indicándoles que saliesen de la habitación. Intentaría tratar el tema hablándolo y buscando una solución antes de tener que llegar a ejercer la auténtica cara de su profesión.
Erwin venía acompañado de su nuevo aprendiz, Anatole, nieto de un gran cazador francés al que conocía su familia desde hacía ya bastante tiempo.
El como había aceptado su tutela y aprendizaje era un asunto en el que ya indagarían más tarde, ahora debía mostrarle como tratar cara a cara con un vampiro intentando no usar medios violentos si era posible.
Antes de llamar a las puertas de la casa se quitó una de las arrugas de la chaqueta del traje, aprovechó para palpar el que se escondían tras la elegante chaqueta.
Su fiel Colt con las balas de cruz y una pequeña y afilada estaca de madera oculta en el pomo de un bastón para un caso desesperado.
Se mesó el bigote un instante antes de dirigir unas palabras a su acompañante.
-Recuerde Anatole, no le mire fijamente ni le preste mucha atención, son criaturas traicioneras que juegan con el alma de las personas...realmente es más complicado, ya lo entenderá
Terminó bromeando y sonriendo levemente antes de golpear con el pomo del bastón la puerta varias veces.
Un mayordomo les abrió las puertas y pese a sus disuasorias insistieron hasta conseguir entrar y conseguir reunirse con el señor de la casa.
Esperaron unos instantes en el salón hasta que el señor apareció, no era como Erwin esperaba que fuese. Sabía que tenía rasgos orientales y era joven pero aun así el aspecto del hombre le sorprendió.
Su pálido rostro y la impresión que le dió le verificaron que el joven era un vampiro, no obstante, no estaban allí para comenzar a montar alboroto y matarse unos a otros.
Se retiró el sombrero con la mano libre y lo apoyó en el bastón para poder saludar correctamente.
-Señor Nosferatu L. de Bauchamp? espero...no se si supondrá a que he venido a su residencia particular, pero agradecería tratar esto de forma respetuosa y racional, por lo que si su servicio hace el favor de retirarse...
Hizo un gesto con la palma de su mano hacia los mayordomos y asistentas indicándoles que saliesen de la habitación. Intentaría tratar el tema hablándolo y buscando una solución antes de tener que llegar a ejercer la auténtica cara de su profesión.
Erwin Helstorm- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/07/2012
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Re: Revenge of a Broken Heart [Erwin Helstorm - Anatole Dufort]
Aquella noticia le había caido como un cubetazo de agua fría en la espalda. Que digo, agua no ¡Hielo! porque se había sorprendido tanto que aún mientras seguía al que sería su mentor, no se lo terminaba de creer. ¡Saldría en una primera misión de verdad! y conocería a una de esas creaturas míticas de las que tanto le habló el abuelo en si niñéz. El señor Erwin era todo un caballero, de palabras precisas y apariencia intimidadora más no amenazadora, era un hombre sensato y que tenía los pies bien puestos en la tierra o al menos esa fue la primera impresión de Anatole cuando le conoció, noches antes del gran día.
Aquella noche, llegaron a la mansión y el joven cazador no pudo más que abrir los ojos de par en par sorprendido por la ostentosidad de la mansión, su boca se desencajó en una enorme O ante tanta riqueza y era que, viniendo de una cuna tan humilde, no podía más que facinarse ante los detalles de la gran alcurnia a su alrededor.
Escuchó las palabras de su mentro y asintió rápidamente con la cabeza en silencio, la mezcla de adrenalina, nervios y miedo que sentía por dentro le había dejado mudo y cuando entraron en el lugar y el elegante joven les recibió con sus finos rasgos Japoneses, Anatole no pudo más que bajar la mirada al piso y tragar saliva casi sin pensar. Aquella era una mezcla de muchas cosas, por un lado estaba frente a alguien de la clase alta, la riqueza y el poder que este ostentaba le abrumaban y por otro lado, se trataba de un... 'un no muerto'. Nunca creyó que vería a uno en persona... por lo menos no tan pronto, por lo menos no hasta que estuviera preparado.
Debo entrenar más... aún me falta mucho. Pensaba azorado mientras su mentor manejaba la situación con propiedad.
Dio un paso atrás inconscientemente, casi como un niño que se esconde tras la capa de su padre.
(( Off rol: Muahaha esto se pondrá bueno ))
Anatole Dufort- Cazador Clase Baja
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Re: Revenge of a Broken Heart [Erwin Helstorm - Anatole Dufort]
El sabor de hierro aun no desparecía por completo de su boca, haciéndole sentir la dolorosa angustia de aquel sediento en el desierto no tiene más que una gota de agua. Así que definitivamente no estaba de humor como para recibir a nadie, a menos que fuera una especie de alimento a domicilio. Sí, esa idea aliviaba un poco su pesar, pero tampoco era tan imprudente como para lanzarse al peligro de ese modo. Mentira. Si lo era.
No pudo más que alzar una ceja ante las palabras del sujeto que destilaba mayor autoridad ¿Suponer? Si hubiese supuesto algo ni siquiera se hubiese dignado a salir de su habitación. Además ¿Quién se creía para ordenar de aquella forma en su propia casa? El hecho de que poseyera ese galgo que casi inspiraba temor no era merito suficiente como para que él fuese dócil, no ocurriendo lo mismo con el personal doméstico que no dudó en salir.
Sin duda debió parecerles como si no fuese más que un niño mimado y malcriado, algo radicalmente diferente a lo que parecía provenir del muchacho que acompañaba al sujeto. Su semblante que llegaba incluso a ser algo temeroso fue lo que dio la señal de alerta, como si temiese que algo malo fuese a pasar.
- Yo… - Alcanzó a decir antes de detenerse en seco. ¿Cómo le había llamado? ¿Nosferatu? Nadie salvo contadas excepciones conocían el nombre del chico que se hacía llamar Lavi de Beauchamp. Ahora no sabía si estar indignado o preocupado - ¿Cómo sabe usted mi nombre? Pocas personas me llaman así – dijo de forma inquisidora mientras daba un par de pasos para bordearlos.
Sabía que no podría intimidar en gran medida a su interlocutor, pero tal vez si a su acompañante, a quien le sonrió abiertamente, aunque sin mostrar del todo sus colmillos. Pero de pronto, como si de una superposición de daguerrotipos se tratara, vio en él a alguien más, alguien que era intocable, cosa que lo aterró, haciéndole reconsiderar usar primero la idea de la diplomacia y tratar, en la medida de que su personalidad se lo permitiera, dejar de lado su normal imprudencia.
- Creo que será una larga charla ¿No es así? – preguntó cediendo un poco en su intimidación – Por favor, tomen asiento – invitó, señalando uno de los mullidos sofás color carmín y escondiendo detrás de su perfecta máscara de amabilidad la desconfianza que le producía aquel simpático dúo.
No pudo más que alzar una ceja ante las palabras del sujeto que destilaba mayor autoridad ¿Suponer? Si hubiese supuesto algo ni siquiera se hubiese dignado a salir de su habitación. Además ¿Quién se creía para ordenar de aquella forma en su propia casa? El hecho de que poseyera ese galgo que casi inspiraba temor no era merito suficiente como para que él fuese dócil, no ocurriendo lo mismo con el personal doméstico que no dudó en salir.
Sin duda debió parecerles como si no fuese más que un niño mimado y malcriado, algo radicalmente diferente a lo que parecía provenir del muchacho que acompañaba al sujeto. Su semblante que llegaba incluso a ser algo temeroso fue lo que dio la señal de alerta, como si temiese que algo malo fuese a pasar.
- Yo… - Alcanzó a decir antes de detenerse en seco. ¿Cómo le había llamado? ¿Nosferatu? Nadie salvo contadas excepciones conocían el nombre del chico que se hacía llamar Lavi de Beauchamp. Ahora no sabía si estar indignado o preocupado - ¿Cómo sabe usted mi nombre? Pocas personas me llaman así – dijo de forma inquisidora mientras daba un par de pasos para bordearlos.
Sabía que no podría intimidar en gran medida a su interlocutor, pero tal vez si a su acompañante, a quien le sonrió abiertamente, aunque sin mostrar del todo sus colmillos. Pero de pronto, como si de una superposición de daguerrotipos se tratara, vio en él a alguien más, alguien que era intocable, cosa que lo aterró, haciéndole reconsiderar usar primero la idea de la diplomacia y tratar, en la medida de que su personalidad se lo permitiera, dejar de lado su normal imprudencia.
- Creo que será una larga charla ¿No es así? – preguntó cediendo un poco en su intimidación – Por favor, tomen asiento – invitó, señalando uno de los mullidos sofás color carmín y escondiendo detrás de su perfecta máscara de amabilidad la desconfianza que le producía aquel simpático dúo.
- Off:
- Hahaha xD veremos veremos
Nosferatu L. de Beauchamp- Vampiro Clase Alta
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Re: Revenge of a Broken Heart [Erwin Helstorm - Anatole Dufort]
El propietario de la casa parecía inquieto ante los ojos del cazador, y terminó por saltar cuando este dijo su verdadero nombre. Erwin le sonrrió de medio lado con cierta ironía antes de decidir explicarse.
-Digamos que me gusta informarme bien de los implicados en mis trabajos...implicados o autores en este caso, pero no perdamos la calma señores
Dijo al ver como el no muerto dedicaba una maléfica sonrisa a su aprendiz, seguramente calando en lo más hondo de él. Aceptó de buen grado la invitación para sentarse y se sentó en uno de los sofás a los que se le invitaba a acomodarse.
Puso el bastón apoyado en el suelo y sujeto con la mano izquierda mientras con la derecha rebuscaba en el interior de su chaqueta.
Sacó una pitillera plateada con cierta ornamentación y ofreció un cigarro a su anfitrión antes de tomar para él uno.
-Creo que no le importará a usted que fume en su casa...coja uno si lo desea
Esperó la aceptación del anfitrión para encender el cigarro mientras pensaba como abordar el tema poco a poco.
Recordó los datos que tenía de su informador sobre lo ocurrido, podía ser algo más grave pero a ojos de Erwin era mejor parar los problemas antes de que se agravasen.
-Dígame señor de Beauchamp, ¿sabe lo ocurrido con la señora Emily Montesquieu hará una semana? Digamos que se encuentra en un estado depresivo-amoroso por ciertas artes usadas sobre ella...¿Sabe que artes le digo?
Preguntó inquisitivamente, entrando en el tema del que quería tratar más rápido de lo que tenía pensado. Aunque parecía que el señor de Beauchamp estaba aparentemente tranquilo Erwin no perdió su estado de alerta permanente, observando cada movimiento y palabra que pudiese desencadenar un conflicto.
off: Si, parece que la cosa se está caldeando ahora jejeje
-Digamos que me gusta informarme bien de los implicados en mis trabajos...implicados o autores en este caso, pero no perdamos la calma señores
Dijo al ver como el no muerto dedicaba una maléfica sonrisa a su aprendiz, seguramente calando en lo más hondo de él. Aceptó de buen grado la invitación para sentarse y se sentó en uno de los sofás a los que se le invitaba a acomodarse.
Puso el bastón apoyado en el suelo y sujeto con la mano izquierda mientras con la derecha rebuscaba en el interior de su chaqueta.
Sacó una pitillera plateada con cierta ornamentación y ofreció un cigarro a su anfitrión antes de tomar para él uno.
-Creo que no le importará a usted que fume en su casa...coja uno si lo desea
Esperó la aceptación del anfitrión para encender el cigarro mientras pensaba como abordar el tema poco a poco.
Recordó los datos que tenía de su informador sobre lo ocurrido, podía ser algo más grave pero a ojos de Erwin era mejor parar los problemas antes de que se agravasen.
-Dígame señor de Beauchamp, ¿sabe lo ocurrido con la señora Emily Montesquieu hará una semana? Digamos que se encuentra en un estado depresivo-amoroso por ciertas artes usadas sobre ella...¿Sabe que artes le digo?
Preguntó inquisitivamente, entrando en el tema del que quería tratar más rápido de lo que tenía pensado. Aunque parecía que el señor de Beauchamp estaba aparentemente tranquilo Erwin no perdió su estado de alerta permanente, observando cada movimiento y palabra que pudiese desencadenar un conflicto.
off: Si, parece que la cosa se está caldeando ahora jejeje
Erwin Helstorm- Cazador Clase Alta
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Re: Revenge of a Broken Heart [Erwin Helstorm - Anatole Dufort]
Anatole estaba perplejo, admirado por la calma y la profesionalidad con la que Erwin manejaba la situación, "Así que asi es un cazador experimentado" Pensaba, recordando que, al abuelo sólo lo había visto peleando en entrenamiento, pero nunca en situaciones que requirieran de diplomacia. Al ser invitados a sentarse, Anatole dudó unos segundos pues nunca antes se había sentado en muebles tan costosos y limpios, se imaginó así mismo como una enorme mosca negra y fea en un plato de macarrones con queso recién preparados.
Con un ademán tímido se pasó las manos por el pantalón intentando limpiar algo de polvo antes de sentarse al lado de Erwin con la espalda firmemente derecha y expresión tensa. A Anatole no le gustaba el cigarrillo, aunque no le odiaba tanto como al alcohol, arrugó la nariz cuando el humo alcanzó las fosas y de inmediato una piquiña lo embargó y posteriormente un fuerte estornudo que retumbó en toda la sala.
- Perdón Monsieurs - Murmuró llevándose la mano derecha a la nariz y a la boca con las mejillas coloradas por la verguenza.
Escuchó atentamente lo que decía su mentor a continuación, la pobre madame Montesquieu, las mucamas de su mansión habían inclusive acudido a la policía ante el comportamiento extraño de la señora; algunos decían que no paraba de llorar y otros que estaba enferma de histeria. Pero las versiones eran tantas y se contradecían unas a otras que era complicado sacar una conclusión.
Observó con atención como su abuelo le había dicho siempre que hiciera a la respuesta del interrogado.
Con un ademán tímido se pasó las manos por el pantalón intentando limpiar algo de polvo antes de sentarse al lado de Erwin con la espalda firmemente derecha y expresión tensa. A Anatole no le gustaba el cigarrillo, aunque no le odiaba tanto como al alcohol, arrugó la nariz cuando el humo alcanzó las fosas y de inmediato una piquiña lo embargó y posteriormente un fuerte estornudo que retumbó en toda la sala.
- Perdón Monsieurs - Murmuró llevándose la mano derecha a la nariz y a la boca con las mejillas coloradas por la verguenza.
Escuchó atentamente lo que decía su mentor a continuación, la pobre madame Montesquieu, las mucamas de su mansión habían inclusive acudido a la policía ante el comportamiento extraño de la señora; algunos decían que no paraba de llorar y otros que estaba enferma de histeria. Pero las versiones eran tantas y se contradecían unas a otras que era complicado sacar una conclusión.
Observó con atención como su abuelo le había dicho siempre que hiciera a la respuesta del interrogado.
Anatole Dufort- Cazador Clase Baja
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Re: Revenge of a Broken Heart [Erwin Helstorm - Anatole Dufort]
La sola conexión entre las palabras trabajo y autor en la misma frase fueron como un balde de agua fría que le recorriera la espalda, no por miedo, sino porque debió haberse dado cuenta de ello cuando los sujetos pusieron un pie en su casa. Eran cazadores. Y de un tiempo a esta parte la ciudad de estaba llenando de ellos, como si no fuesen más que una plaga algo difícil de erradicar. Pero él llevaba mucho tiempo en París, probablemente incluso antes de que alguno de ellos naciera, así que no iba a soportar que alguien viniese a amedrentarlo.
No respondió de forma expresa al ofrecimiento del Coronel, solo se limitó a delicadamente sacar uno de los cigarrillos, y a encenderlo con unos cerillos propios. Notó la incomodidad del joven muchacho, y no pudo evitar volver a sonreír a causa de ello, porque le daba la apariencia de un pollito a punto de ser degollado.
Luego llegó a sus oídos ese nombre y todo se volvió más claro, ridículamente claro, tanto que la situación llegaba a ser hilarante, y hubiese reído, pero el estornudo del chico deshizo aquella intención. Se le quedó mirando unos instantes, en silencio, y se acercó a un pequeño mueble sobre el que reposaba una botella de cristal con un dorado contenido en su interior, tomó también un par de vasos y los llevó a la pequeña mesita de café que estaba frente a donde estaban sentadas aquellas aun no hostiles visitas.
- Negarlo no serviría de nada ¿Verdad? – comentó mientras servía el whisky en uno de los vasos – Solíamos frecuentarnos a menudo, pero… - se detuvo mientras servía el segundo, dejando como único sonido el del licor luchando por salir de la delgada desembocadura de la botella – Creí que en virtud de la salud de la dama, debíamos dejar de vernos – agregó mientras le tendía uno de los vasos al Coronel y el otro a su acompañante – Aclara tu garganta, muchacho – dijo al tiempo que deliberadamente liberaba algo del humo del cigarrillo cerca de él.
Muchacho. Lo llamó así aunque en realidad físicamente tendrían más o menos la misma edad, y que dada su ascendencia asiática, representaría menos de ello, así que llamarle muchacho a alguien que parecía mayor era algo por lo demás simpático. Y en cuanto a lo que respectaba a la mujer a la que habían mencionado, vagamente recordaba su nombre y su rostro, era prácticamente otra de esas almas innominadas que se habían cruzado con él, y no era así por completo únicamente por aquel impasse por el que ahora estaba siendo asediado.
Había escuchado rumores, noticias sobre ella pero nunca una acusación, a pesar de que tal vez fuese el culpable, mas no de forma dolosa. La locura del placer y la diversión corrompían, bien lo sabía ¿Pero no había sido mejor cortar aquel mal de raíz, desapareciendo de su camino?
- Así que como verá, no habían más que intenciones altruistas en mi actuar – dijo volviendo al tema principal, al tiempo que se sentaba en uno de los sillones individuales, el que estaba más cercano al joven, que prácticamente estaba en medio del Coronel y él - ¿Qué habrías hecho tú, si tu presencia dañase a alguien tan frágil? – preguntó directamente al muchacho, cuyo nombre ni siquiera conocía.
Y ahora que reparaba en ello, no conocía el nombre de ninguno de sus interlocutores ¿Pero qué sentido tenía preguntar? Nada le aseguraba que le dijesen la verdad, y eso sumado a que en realidad no importaba, porque en unos cuantos días, horas quizás, no se iban a volver más que un recuerdo sin rostro… o eso esperaba.
No respondió de forma expresa al ofrecimiento del Coronel, solo se limitó a delicadamente sacar uno de los cigarrillos, y a encenderlo con unos cerillos propios. Notó la incomodidad del joven muchacho, y no pudo evitar volver a sonreír a causa de ello, porque le daba la apariencia de un pollito a punto de ser degollado.
Luego llegó a sus oídos ese nombre y todo se volvió más claro, ridículamente claro, tanto que la situación llegaba a ser hilarante, y hubiese reído, pero el estornudo del chico deshizo aquella intención. Se le quedó mirando unos instantes, en silencio, y se acercó a un pequeño mueble sobre el que reposaba una botella de cristal con un dorado contenido en su interior, tomó también un par de vasos y los llevó a la pequeña mesita de café que estaba frente a donde estaban sentadas aquellas aun no hostiles visitas.
- Negarlo no serviría de nada ¿Verdad? – comentó mientras servía el whisky en uno de los vasos – Solíamos frecuentarnos a menudo, pero… - se detuvo mientras servía el segundo, dejando como único sonido el del licor luchando por salir de la delgada desembocadura de la botella – Creí que en virtud de la salud de la dama, debíamos dejar de vernos – agregó mientras le tendía uno de los vasos al Coronel y el otro a su acompañante – Aclara tu garganta, muchacho – dijo al tiempo que deliberadamente liberaba algo del humo del cigarrillo cerca de él.
Muchacho. Lo llamó así aunque en realidad físicamente tendrían más o menos la misma edad, y que dada su ascendencia asiática, representaría menos de ello, así que llamarle muchacho a alguien que parecía mayor era algo por lo demás simpático. Y en cuanto a lo que respectaba a la mujer a la que habían mencionado, vagamente recordaba su nombre y su rostro, era prácticamente otra de esas almas innominadas que se habían cruzado con él, y no era así por completo únicamente por aquel impasse por el que ahora estaba siendo asediado.
Había escuchado rumores, noticias sobre ella pero nunca una acusación, a pesar de que tal vez fuese el culpable, mas no de forma dolosa. La locura del placer y la diversión corrompían, bien lo sabía ¿Pero no había sido mejor cortar aquel mal de raíz, desapareciendo de su camino?
- Así que como verá, no habían más que intenciones altruistas en mi actuar – dijo volviendo al tema principal, al tiempo que se sentaba en uno de los sillones individuales, el que estaba más cercano al joven, que prácticamente estaba en medio del Coronel y él - ¿Qué habrías hecho tú, si tu presencia dañase a alguien tan frágil? – preguntó directamente al muchacho, cuyo nombre ni siquiera conocía.
Y ahora que reparaba en ello, no conocía el nombre de ninguno de sus interlocutores ¿Pero qué sentido tenía preguntar? Nada le aseguraba que le dijesen la verdad, y eso sumado a que en realidad no importaba, porque en unos cuantos días, horas quizás, no se iban a volver más que un recuerdo sin rostro… o eso esperaba.
- off:
- Lamento la tardanza y las molestias que pude haberles provocado, pero no me encontraba en condiciones siquiera pasarme por el foro. Espero que aquello no haya mermado demasiado su interés en este tema. Saludos Cordiales~
Nosferatu L. de Beauchamp- Vampiro Clase Alta
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