El diario de Madame Royal

por **Lydia Sforza** Jue Ago 02, 2012 4:13 am

Les mémoires

de

Madame Royal

El diario de Madame Royal 11vh5cl+copia

29 de Febrero de 1795

Quien atesora riquezas e ingresos fáciles,
Se deja a sí mismo un legado que desconoce.
No abras demasiado rápido esa puerta,
Tras la que la recompensa aguarda junto al desprecio.
Pues ciertamente resuena el trueno en el reino.
Las altas cumbres están malditas
Mientras que el humilde valle se muestra dócil y callado.
La Fortuna lucha con la Salud.
Cuanto más alto subas, más dolorosa será la caída.
Pues sin duda, resuena el trueno en el reino.
Estos días sangrientos me han partido el corazón.
Mi ansia, mi juventud y el ciego deseo de fortuna se han marchado.
Quien se apresura a encumbrarse sólo encuentra la caída.
En verdad, resuena el trueno en el reino.
La campana de la torre me mostró una visión
Que se clava en mi mente día y noche.
Allí descubrí, a través de una reja,
Que a pesar de todo el favor, el poder o la gloria
Aún resuena el trueno en el reino.
En verdad te digo que allí entendí
Que la razón no ayuda en una defensa demasiado ansiosa
Por suplicar y clamar su inocencia.
Viaja ligero, y entrégale el timón a Dios.
Pues ciertamente, resuena el trueno en el reino.

Thomas Waytt

_______ Tal vez no sea el mejor modo de comenzar un diario, en un día tan brutal, con los ojos sollozantes y las manos temblando, pero ahora lo necesito. No podría atreverme a hablar con nadie sobre los sucesos que hoy acontecieron. No confió en mi misma. Mi hermano viaja en el extranjero y escribirle a Lucian no es una posibilidad cercana, tampoco confió en los pajes de mi recamara. Acudo a las hojas de este diario hace tiempo abandonado, donde nadie pueda ver mi dolor. Acudo a llorar a través de la tinta, y quizás así inmortalizar para siempre las advertencias que el cielo envía. La felicidad de un presente dorado suele exaltar al corazón y hacer olvidar las sangrantes espinas en nuestra frente ¡Ante los juramentos más sagrados no olvides, día de mañana, resuena el trueno en el reino!

El día de hoy llueve en Paris, mas no en Versalles… En nuestras fiestas de té nadie noto cuando las nubes se reunieron sobre Francia; mientras cabalgamos por los jardines, nadie las sintió ensombrecerse; entre tantas noches llenas de fuegos artificiales pocos notaron los relámpagos. El oro de nuestras paredes brilla más que el sol ¿Quién podría notarlo? Ingenua y orgullosa como suelo ser no pude anticiparlo, muy tarde alcance a escuchar al fatídico rayo. Aun cuando llego anunciándose el viento de las tormentas en los labios de un caballero al séquito donde estaba, ¡No lo pude imaginar antes, aun resuena el trueno en el reino!

Ante las noticias, en dorada carroza abandonados nuestro jardín olímpico, supe que estábamos en la tierra de los mortales cuando escuche los gritos. Llegamos a tiempo... En el patíbulo instalado en la plaza principal de Paris, frente a los ojos de Notre Dame, de la prole parisina, de contados aristócratas y ante los propios, en el atardecer de este 29 de febrero, los soldados arrastraron por el lindero de los condenados a un hombre harapiento de manos atadas, llevaba las ropas luctuosas en negro aunque polvorientas e impresas de sangre, tarde en reconocerlo en la podredumbre de su aspecto... pero lo hice. A quien le lanzaban rosas, esta tarde solo recibió abucheos, desprecios y hasta un par de escupitajos. El sentenciado por la justicia mantuvo siempre su mentón en alto, aunque sus pies a veces tuvieran que ser arrastrados... Alguien, quien hacia menos del mes había jurado admirar al triste condenado, susurraba burlas a mis espaldas. La gente se reía, temblaba, se agitaba, la gente aclamaba por sangre.

El ahora llamado "traidor a la patria" subió a la plataforma, el gobernador de Paris leyo un dictamen: Marcus Fontaine, conocido como el “Monsieur” de Versalles, consejero real y hermano del rey de Francia, a sus 38 años, siendo uno de los hombres más poderosos del reino, se rebeló en traición y fracaso al ser descubierto el sabotaje. Por las leyes de la corona, acusado de alta traicion fue sentenciado al desprecio de todos los suyos y enviado a la guillotina. Todos estábamos ahí para presenciar el acto de... ¿justicia? Mi tio Marcus se planto frente a la perversa elevación donde había que inclinarse, enfrentando su destino con la solemnidad de los justos, no dijo ningún discurso a Dios o a los hombres. Se mantuvo erguido aun cuando desataron sus muñecas, su mirar parecía decidido pero para quien conociera su pasado, reconocería a sus manos temblando. La masa frente a el era una turba furiosa, rostros conocidos y desconocidos pero para el, todos enemigos. Un mar enfurecido que vociferaba maldiciones de sirenas muertas... Nadie le ayudo mientras se recostaba en el cadalso, aun cuando el inclinarse le costo a sus abruptamente envejecidos huesos. Creo que me miro en un instante perdido entre el anuncio, la espada y el corte.

Esa tarde la furia del trueno derribo un árbol, pero no cualquiera. ¡Era el más alto de todos, el de las raíces más viejas, mas fuertes!, ¡El de las más brillantes hojas y las manzanas rojas!, ¡En quien el ruiseñor cada mañana se posaba! la naturaleza no perdono a sus viejas raíces, su fuerte tronco, su fruto dulce, no importa, no importa, el rayo cayó sobre su cuerpo y derribo su abundante corona, ¡La corto de tajo! Trueno y árbol, Abelard y Marcus, miembros de una misma familia, hermanos de la flora, hijos de Francia. El parentesco no perdono a ninguno.

El verdugo sujeto la cabeza cortada del antes príncipe desde sus enmarañados cabellos para mostrárnoslas a todos. Un segundo de terror colectivo nos sobrevino, pero el populacho logro digerirlo y expresarlo en un alboroto de gritos de gozo victorioso. Estaban satisfechos. Tuve tanto miedo que creí que a iba a vomitar.

Regresamos a nuestro palacio una vez terminado el espectáculo, donde no había multitudes sanguinarias, ni decapitaciones, ni lluvias tormentosas. Una de mis doncellas intento consolarme al ver mi estado, suponían que el evento iba a complacerme ~~¿que clase de monstruo me creían?~~ Las personas hablaban a mi alrededor, cantaban la victoria a Francia, felicitaban mi apellido... ¡Hipócritas! No quería escucharlos, no quería verlos, pero estaban sobre mi, no me dejaban. Llegamos al olimpo donde todo era maravilloso, donde todo brillaba igual que ayer. ¡Donde a nadie le importaba! no encontré la paz aun cuando volví a las cómodas nubes de seda y terciopelo. Solo podía pensar en mi difunta abuela, victima de una muerte similar. Sigo pensando en ella, solo puedo escuchar a Thomas Wyatt... "Resuena el trueno en el reino!"

¡La vida es así! la naturaleza es implacable, no importa quien seas, gran roble o sauce llorón, príncipe o mendigo, al final todos terminamos como las fichas del ajedrez, ¡Siempre a la misma caja! Sin embargo es nuestra vida un juego peligroso, nadie está seguro, la fortuna puede sonreírte y al día siguiente condenarte, y la fortuna en una corte solo se resume a la sonrisa del rey, sin él, nadie es algo más que nada.

Hubo una gran cena esta noche, un baile especial donde tuve forzudamente que participar, todos se veían tranquilos, felices, ~~¿porque yo tendría que estar diferente?~~, ~~¿porque llorar por un traidor?~~ aquel que lo hiciera solo podría pensarse como otro conspirador. Mientras me hacían girar me di cuenta que la familia de Marcus no estaba presente, ¿a donde irían a ahora las aves que antes se posaban sobre el árbol?... ¿es que Mirian y Darcy tendrían el mismo destino en la guillotina?... ~~¿Y porque, de cualquier forma, tendría que dolerme?~~ Posiblemente también fueran traidores. Las nauseas volvieron, siguen presentes.

Otro descubrimiento detuvo mis pasos, me obligo a abandonar el salón dorado y encerrarme para escribirlo ahora con tinta, sangre y lagrimas... Aun entre las altas cumbres de los reyes no hay hombres, solo un cargo. A mi tío Marcus no lo condenan por haber sido ambicioso, no lo condenan por traicionar a su sangre, a su moral, a los designios de Dios… ~~¿Cómo podrían?~~ La historia es caprichosa, esta marcada por ambición, sangre y traiciones pintadas por los vencedores, de ser otra la jugada, otro el vencedor, otro seria el panorama.

Marcus Fontaine murió hoy, lo condenan por haberse equivocado.

¡Ante los juramentos más sagrados no olvides, día de mañana, si vas a jugar, juega a ganar. Piensa por ti, al final solo te tendrás a ti mismo. Los errores en una corte pueden pagarse con la deshonra o con la muerte. ¿Que es peor?

De Marcus mi querido tío, me quedo con mi yegua, mis recuerdo y sus lecciones, hasta la última de ellas. ¡Adiós! Debo decirle, ¿me escucharas allá a donde vaya? Viaja ligero, y entrégale el timón a Dios. Pues ciertamente, resuena el trueno en el reino.

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