AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Undead [Rosielle]
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Undead [Rosielle]
El paso del tiempo arrastran bajo su pies la tierra. Los años llevan consigo los secretos que jamás develó a ningún ser; mortal o inmortal. Sus labios jamás abrieron los cofres de su historia. Ni siquiera eran accesibles para si. Su pasado humano es un enigma que lo mantiene despierto mientras el sol cruza el horizonte, en una corrida eterna por alcanzar a su enamorada la luna.
La noche había caído ya hacía un par de horas. La salida de su castillo no fue vista por ninguna de sus cortesanas, ni dicha a su ama de llaves. Se podría decir que había escapado. De la misma forma que lo había hecho seis mil años atrás; entregándose a los despiadados brazos del desierto que lo acogieron como si de uno más se tratase. El árido terreno había sido compasivo a sus pasos. Su viaje no le había proporcionado la respuesta que esperaba, y aún con los años no la entregaba.
Sentado insolentemente sobre una lápida. Oculto por la tiniebla raspaba con la pluma un diario que ya databa de pocas hojas. Un nuevo año llegaba casi a su fin, o al menos para él así era; los días del calendario egipcio corrían distinto al vigente. Pero aún así le agradaba guardar la vieja costumbre de sus tierras. De alguna forma, lo ponía en sintonía con su tierra; sus orígenes. Que en cuestiones de recuerdos procuraba erradicar, ello es parte de su ambigüedad; mas no sabe ni siquiera él si es la causa en si misma.
Introducía nuevamente la pluma en el tintero, que poseía una mezcla de tinta y sangre que le daba un detalle el cual su sentido del olfato y vista apreciaban en sobre manera. Tras descargarla en cortas agitaciones, volvió su puño a la escritura. Hacía siglos que había dejado de escribir en su antigua lengua. Claramente era mucho más rápido graficar con el abecedario que Europa proporcionaba. La primera línea de la hoja que acababa de voltear oraba:
Levantó la vista para contemplar el paisaje gris oscuro, repleto de piedras que marcaban el lugar exacto de los difuntos. Sonrió mezquinamente, sus labios se curvaron hacia el costado izquierdo de su rostro, otorgándole un aire de cinismo.
Observó desde su lugar lo que le rodeaba. Sólo plantas, árboles de dimensiones vertiginosas, pero casi tan muertos como los que yacían bajo metros de la tierra. Y ahí estaba él. Caminando sobre sus tumbas, burlándose de alguna forma irónica de su suerte.
La noche había caído ya hacía un par de horas. La salida de su castillo no fue vista por ninguna de sus cortesanas, ni dicha a su ama de llaves. Se podría decir que había escapado. De la misma forma que lo había hecho seis mil años atrás; entregándose a los despiadados brazos del desierto que lo acogieron como si de uno más se tratase. El árido terreno había sido compasivo a sus pasos. Su viaje no le había proporcionado la respuesta que esperaba, y aún con los años no la entregaba.
Sentado insolentemente sobre una lápida. Oculto por la tiniebla raspaba con la pluma un diario que ya databa de pocas hojas. Un nuevo año llegaba casi a su fin, o al menos para él así era; los días del calendario egipcio corrían distinto al vigente. Pero aún así le agradaba guardar la vieja costumbre de sus tierras. De alguna forma, lo ponía en sintonía con su tierra; sus orígenes. Que en cuestiones de recuerdos procuraba erradicar, ello es parte de su ambigüedad; mas no sabe ni siquiera él si es la causa en si misma.
Introducía nuevamente la pluma en el tintero, que poseía una mezcla de tinta y sangre que le daba un detalle el cual su sentido del olfato y vista apreciaban en sobre manera. Tras descargarla en cortas agitaciones, volvió su puño a la escritura. Hacía siglos que había dejado de escribir en su antigua lengua. Claramente era mucho más rápido graficar con el abecedario que Europa proporcionaba. La primera línea de la hoja que acababa de voltear oraba:
“… si tras buscarlas, no les he encontrado. Ni en vida, ni en esta existencia que vaga errante entre la existencia de un ser y la muerte. Es entonces que podría asegurar que los únicos que poseen las respuestas son aquellos que han cruzado el umbral.”
Levantó la vista para contemplar el paisaje gris oscuro, repleto de piedras que marcaban el lugar exacto de los difuntos. Sonrió mezquinamente, sus labios se curvaron hacia el costado izquierdo de su rostro, otorgándole un aire de cinismo.
“Es una lástima que los muertos no puedan hablar.”
Concluyó su escritura, había pasado ya dos horas dando vueltas sobre ello; era algo que debía escribir para luego no olvidar. Soplo suavemente sobre la tinta para ayudar a su secado. No le antojaba escribir nada más. Con simpleza cerró el diario y lo envolvió con su cordón de cuero para evitar que se abriese en caso de caer. Lo guardó en el bolsillo interior de su saco. Cerró el tintero y tras levantarse dejó la pluma sobre la gélida lápida en la cual se apoyaba.Observó desde su lugar lo que le rodeaba. Sólo plantas, árboles de dimensiones vertiginosas, pero casi tan muertos como los que yacían bajo metros de la tierra. Y ahí estaba él. Caminando sobre sus tumbas, burlándose de alguna forma irónica de su suerte.
Lucifer- Vampiro Clase Alta
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Re: Undead [Rosielle]
Seria luna llena en un pocos días, los lobos debían estar poniéndose mas y mas ansiosos a cada día, en lo profundo del silencio camino viendo como los arboles parecían demasiado verdes…de un verde oscurecido por la noche y brillante a la luz opaca de la madre de lo astros nocturnos…las hojas secas crujían bajo sus pies…el fresco de la noche golpeaba su piel tersa…. Lo sentía pero no le afectaba…el viento le golpeaba el rostro y hacia que las hojas secas danzaran en el aire…formando pequeños remolinos, como atrayéndole…haciéndolo caminar cementerio adentro… su piel se veía mas pálida de lo normal bajo la luz blanquecina de la luna aun a pesar de haberse alimentado el dia anterior, y su cabellos se movieron el la brisa nocturna, con el rojo intenso enmarcando los finos rasgos de su rostro, el vestido blanco le hacia ver seguramente irreal incluso para un vampiro.
Se detuvo frente a una de las enormes lapidas y sonrió levemente al ver su silueta dibujada en sombras, la eternidad no había hecho mella ni en su juventud ni en su belleza, de hecho, estaba segura que su atractivo solo se había realzado y matizado con la transformación. Había visto a los humanos cambiar, les había visto volver su atractivo en una belleza deslumbrante que rayaba en lo irreal, atrayendo a los humanos normales como moscas a la miel. Listos y dispuestos a despejar sus cuellos ofreciendo su sangre en un beso mortal. Pasos los dedos por la suavidad dura de su rostro, conocía su apariencia, recientemente un poco mas que en tiempos pasados. El arte también había evolucionado con los años y en la actualidad una pintura podía retratar casi en lo absoluto sus facciones, era un avance que le había dado algo de tranquilidad en los últimos siglos, después de perder el alma, el acceso al sol su apariencia era de las pocas cosas que le alejaban de ser un monstruo por completo, por supuesto, ser llamada demonio no le afectaba en lo mas mínimo cuando podía notar ojos embelesados de los hombres sobre ella y las miradas envidiosas de las mujeres.
Un sonido rompió el silencio, el movimiento de las hojas, no de arboles si no las blancas de un libro, busco con la mirada sin prisa alguna hasta obtener frente a ella la imagen de un hombre escribiendo aun en la media oscuridad de la noche, el viento volvió a soplar, ligero y tranquilo, pero con la suficiente fuerza como para que el aroma de la sangre le penetrara los sentidos. Cerro los ojos unos segundos, en un reflejo automático, absorbiendo el aroma, asumiéndolo y manteniendo su rostro perfectamente humano y hermoso sin rastro alguno de la desfigurada hambre vampiresa. Al volver a abrirlos su expresión se suavizo con una sonrisa leve- buenas noches… es un nuevo cuidador o solo un visitante tímido…
Se detuvo frente a una de las enormes lapidas y sonrió levemente al ver su silueta dibujada en sombras, la eternidad no había hecho mella ni en su juventud ni en su belleza, de hecho, estaba segura que su atractivo solo se había realzado y matizado con la transformación. Había visto a los humanos cambiar, les había visto volver su atractivo en una belleza deslumbrante que rayaba en lo irreal, atrayendo a los humanos normales como moscas a la miel. Listos y dispuestos a despejar sus cuellos ofreciendo su sangre en un beso mortal. Pasos los dedos por la suavidad dura de su rostro, conocía su apariencia, recientemente un poco mas que en tiempos pasados. El arte también había evolucionado con los años y en la actualidad una pintura podía retratar casi en lo absoluto sus facciones, era un avance que le había dado algo de tranquilidad en los últimos siglos, después de perder el alma, el acceso al sol su apariencia era de las pocas cosas que le alejaban de ser un monstruo por completo, por supuesto, ser llamada demonio no le afectaba en lo mas mínimo cuando podía notar ojos embelesados de los hombres sobre ella y las miradas envidiosas de las mujeres.
Un sonido rompió el silencio, el movimiento de las hojas, no de arboles si no las blancas de un libro, busco con la mirada sin prisa alguna hasta obtener frente a ella la imagen de un hombre escribiendo aun en la media oscuridad de la noche, el viento volvió a soplar, ligero y tranquilo, pero con la suficiente fuerza como para que el aroma de la sangre le penetrara los sentidos. Cerro los ojos unos segundos, en un reflejo automático, absorbiendo el aroma, asumiéndolo y manteniendo su rostro perfectamente humano y hermoso sin rastro alguno de la desfigurada hambre vampiresa. Al volver a abrirlos su expresión se suavizo con una sonrisa leve- buenas noches… es un nuevo cuidador o solo un visitante tímido…
Rosielle Lenn Mathers- Vampiro Clase Alta
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Re: Undead [Rosielle]
El viento trajo a sus narices mas que la suave brisa y el hedor a putrefacción que emanaba por encima de las tumbas. Mas que las verdosas y enfermas hojas de los árboles que las soltaban. Trajo consigo la fragancia de la inmortalidad. Lucifer, que se encontraba oculto con su atuendo negro en las sombras sonrió aún mas sombrío. Perfecto, una presa fácil. Se dijo a si mismo. Esperó. Mantuvo el silencio. Inmóvil cual gárgola entre las tumbas. Ella se dejó ver tras salir de las boscosidades. Perfecta. Nívea. Tan maldita como él. Pero había en ella una fuerza mas allá de la que antes hubiera conocido, y si no fuera por que aún esta bastante cuerdo; pensaría que es la suya propia. Pero no lo era así. Era una fuerza diferente. Una energía igualmente poderosa
Patrañas. Pensó. ¿Quién mas sobre la faz de la tierra podría ser casi o igualmente poderoso que él?. Nadie. Injuria. En sus seis mil años jamás encontró uno más. El había sido el único durante mucho tiempo. Aquel poder sólo debía ser una apariencia. Un telón. Un engaño, cual color en los animales para largar falsas o no tan falsas advertencia. ¿Pero tan fuerte como él?. JAH. El cielo hoy estaba de broma.
La esbelta y curvosa figura femenina se acercó hasta donde el estaba. Aún giraba en su mente que diablos traía con ella, cuál era su truco para el engaño. Entrecerró sus ojos. La mujer parecía ignorar completamente su presencia. Hasta que su poder se hizo notar, ella volteó a verle. El le sonrió galantemente, aun que claramente en él había aquel dejo de malicia.
Lucifer no tardó en soltar la carcajada al oír sus palabras. El estaba cargado de energías. De dudas. Y a la vez su sangre ardía en ira; no podía haber alguien tan poderoso a él, y lo comprobaría. ¿Contestar? ¿No hacerlo?. Acababa de preguntarle una insensatez. El no era un roñoso y necesitado cuidador de cementerios. ¿Qué haría él cuidando a los muertos?, el se encargaba de matarlos. Cual buen sirviente de Anubis. Lo que les pasara después de muerto estaba ligado a su destino, a la suerte, o quizás a sus actos en vida. Ello lo tenía sin cuidado.
Su risa se cortó de un momento a otro, tal como había comenzado. Sin decir ni una sola palabra coherente. Jugó con el tintero en su mano, haciéndolo girar incesantemente por sus dedos. La miraba. La estudiaba. Quería arrancarle las respuestas sin siquiera tener que preguntar. Sus pasos se dirigieron a esta. Directos. Seguros. Lentos. Se sonrió, permitiendo que sus colmillos blancos cuales perlas, se asomaran entre sus labios fugazmente rosáceos. Perfectos. Deseables. Profundamente malditos.
~ Alguien como yo, jamás se preocupa por los vivos. Menos aún por un muerto. ~ Su voz era seca. Fría. Áspera cual lima. ~ ¿Usted? ¿Una doncella en peligro? Y si no lo es. Lo estará… ~ De lado quedaron ya las oratorias. Adiós a la buena educación y los aburridos prólogos. Lucifer se abalanzó sobre esta. Atrapando el cuerpo de la mujer con el suyo. El árbol contra el que fueron a parar tembló, soltando sus últimas hojas secas. Estaba tan muerto como los dos en su sumatoria. Las aves que sobre este reposaban salieron en vuelo inmediatamente, no esperarían explicaciones. No buscarían la causa.
El casi llegaba a detestarla. ¿Qué clase de brujería cargaba?. ~ Tengo unas dudas. Y usted muy amablemente colaborará. ~ Lejos estaba la amabilidad en él. No era una opción, era una orden. Los ojos de Lucifer se clavaron en los de la vampiresa, la firmeza que este poseía se mezclaba junto a su fuerza. A la determinación y la ira. El obtendría la respuesta a esta incoherencia del universo. A todo costo.
Patrañas. Pensó. ¿Quién mas sobre la faz de la tierra podría ser casi o igualmente poderoso que él?. Nadie. Injuria. En sus seis mil años jamás encontró uno más. El había sido el único durante mucho tiempo. Aquel poder sólo debía ser una apariencia. Un telón. Un engaño, cual color en los animales para largar falsas o no tan falsas advertencia. ¿Pero tan fuerte como él?. JAH. El cielo hoy estaba de broma.
La esbelta y curvosa figura femenina se acercó hasta donde el estaba. Aún giraba en su mente que diablos traía con ella, cuál era su truco para el engaño. Entrecerró sus ojos. La mujer parecía ignorar completamente su presencia. Hasta que su poder se hizo notar, ella volteó a verle. El le sonrió galantemente, aun que claramente en él había aquel dejo de malicia.
Lucifer no tardó en soltar la carcajada al oír sus palabras. El estaba cargado de energías. De dudas. Y a la vez su sangre ardía en ira; no podía haber alguien tan poderoso a él, y lo comprobaría. ¿Contestar? ¿No hacerlo?. Acababa de preguntarle una insensatez. El no era un roñoso y necesitado cuidador de cementerios. ¿Qué haría él cuidando a los muertos?, el se encargaba de matarlos. Cual buen sirviente de Anubis. Lo que les pasara después de muerto estaba ligado a su destino, a la suerte, o quizás a sus actos en vida. Ello lo tenía sin cuidado.
Su risa se cortó de un momento a otro, tal como había comenzado. Sin decir ni una sola palabra coherente. Jugó con el tintero en su mano, haciéndolo girar incesantemente por sus dedos. La miraba. La estudiaba. Quería arrancarle las respuestas sin siquiera tener que preguntar. Sus pasos se dirigieron a esta. Directos. Seguros. Lentos. Se sonrió, permitiendo que sus colmillos blancos cuales perlas, se asomaran entre sus labios fugazmente rosáceos. Perfectos. Deseables. Profundamente malditos.
~ Alguien como yo, jamás se preocupa por los vivos. Menos aún por un muerto. ~ Su voz era seca. Fría. Áspera cual lima. ~ ¿Usted? ¿Una doncella en peligro? Y si no lo es. Lo estará… ~ De lado quedaron ya las oratorias. Adiós a la buena educación y los aburridos prólogos. Lucifer se abalanzó sobre esta. Atrapando el cuerpo de la mujer con el suyo. El árbol contra el que fueron a parar tembló, soltando sus últimas hojas secas. Estaba tan muerto como los dos en su sumatoria. Las aves que sobre este reposaban salieron en vuelo inmediatamente, no esperarían explicaciones. No buscarían la causa.
El casi llegaba a detestarla. ¿Qué clase de brujería cargaba?. ~ Tengo unas dudas. Y usted muy amablemente colaborará. ~ Lejos estaba la amabilidad en él. No era una opción, era una orden. Los ojos de Lucifer se clavaron en los de la vampiresa, la firmeza que este poseía se mezclaba junto a su fuerza. A la determinación y la ira. El obtendría la respuesta a esta incoherencia del universo. A todo costo.
Lucifer- Vampiro Clase Alta
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Re: Undead [Rosielle]
El sujeto lanzo una risa histérica que rompió no solo con el silencio, rompió el mismo aire que les rodeaba, algo se desprendió de el, como si de repente su presencia hubiese cobrado fuerza, el ambiente se sentía algo mas pesado y de ser humana seguramente le abria costado respirar. El se levanto y camino hacia ella, de la misma forma en que su pequeña hermana caminaba cuando hacia una berrieta y buscaba pelea, de la misma forma en que un gato camina ante su dueño sabiendo realmente quien es el que manda entre los dos. Resistió el impulso de rodar los ojos ante la clara muestra de poder que estaba haciendo el sujeto. ¿Que sucedía con los hombres y su necesidad de dominar? Sonrió para sus adentros, bien ella entendía perfectamente el placer de dominar.
Alguien como yo, jamás se preocupa por los vivos. Menos aún por un muerto… ¿Usted? ¿Una doncella en peligro? Y si no lo es. Lo estará…
Levanto la mirada al sujeto, era en efecto varios centímetros mas alto que ella, su cuerpo casi le cubría al acercarse, sonrió un poco y puso sentir como el sujeto le empujaban contra un árbol, el crujido de este inundo sus oídos al mismo tiempo que lo hacia el golpe en su espalda, la sensación áspera de la corteza muerta, un ligero gemido se escapo de sus labios con tal deliciosa sensación. Sus ojos se abrieron perezosamente disfrutando aun del excitante empuje, no sucedía todos los días que algún vampiro, humano o ser vivo que se sintiese con el valor de amenazarla, por lo regular podían sentir el peligro de alguien superior a su alrededor. Se pregunto si el sujeto abría sentido algo similar, que quería decir aquella reacción, que se sentía amenazado? Que realmente no sentía amenaza en ella? Como saberlo.
-asi que usted- hablo levantando el rostro a los ojos ajenos, mientras una de sus blancas manos despejaba su rostro de los cabellos que habían caído con gracia sobre su rostro después del empujón- ¿me pondrá en peligro? ¿Y si no copero guapo?- pregunto pasando sus bien cuidadas uñas por la mejilla derecha del vampiro, sin intención de forzar una liberación en esos momentos-¿Qué es lo que me harás?- sonrió empujándose unos centímetros contra el cuerpo ajeno- solo ten cuidado con lo que contestas, no sea que me guste el castigo- hablo con un tono bajo y ligeramente mas ronco de su voz habitual, con un susurro “fuerte”, No era ninguna niña asustadiza, no iban a venir a asustarla como a un neófito cualquiera. No había vivido todos aquellos años para que un vampiro sexy con un mal humor le intimidase tan fácilmente-y bien, mi irritable compañero de la noche, ¿que piensas hacerme?-metiendo un par de dedos en la pretina de su pantalón, a diferencia de el sujeto ella no iba por ahí mostrando sus colmillos, no… eso podría desentonar en la perfecta belleza de su rostro.
Alguien como yo, jamás se preocupa por los vivos. Menos aún por un muerto… ¿Usted? ¿Una doncella en peligro? Y si no lo es. Lo estará…
Levanto la mirada al sujeto, era en efecto varios centímetros mas alto que ella, su cuerpo casi le cubría al acercarse, sonrió un poco y puso sentir como el sujeto le empujaban contra un árbol, el crujido de este inundo sus oídos al mismo tiempo que lo hacia el golpe en su espalda, la sensación áspera de la corteza muerta, un ligero gemido se escapo de sus labios con tal deliciosa sensación. Sus ojos se abrieron perezosamente disfrutando aun del excitante empuje, no sucedía todos los días que algún vampiro, humano o ser vivo que se sintiese con el valor de amenazarla, por lo regular podían sentir el peligro de alguien superior a su alrededor. Se pregunto si el sujeto abría sentido algo similar, que quería decir aquella reacción, que se sentía amenazado? Que realmente no sentía amenaza en ella? Como saberlo.
-asi que usted- hablo levantando el rostro a los ojos ajenos, mientras una de sus blancas manos despejaba su rostro de los cabellos que habían caído con gracia sobre su rostro después del empujón- ¿me pondrá en peligro? ¿Y si no copero guapo?- pregunto pasando sus bien cuidadas uñas por la mejilla derecha del vampiro, sin intención de forzar una liberación en esos momentos-¿Qué es lo que me harás?- sonrió empujándose unos centímetros contra el cuerpo ajeno- solo ten cuidado con lo que contestas, no sea que me guste el castigo- hablo con un tono bajo y ligeramente mas ronco de su voz habitual, con un susurro “fuerte”, No era ninguna niña asustadiza, no iban a venir a asustarla como a un neófito cualquiera. No había vivido todos aquellos años para que un vampiro sexy con un mal humor le intimidase tan fácilmente-y bien, mi irritable compañero de la noche, ¿que piensas hacerme?-metiendo un par de dedos en la pretina de su pantalón, a diferencia de el sujeto ella no iba por ahí mostrando sus colmillos, no… eso podría desentonar en la perfecta belleza de su rostro.
Rosielle Lenn Mathers- Vampiro Clase Alta
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