LLegada a París (Libre)

por **Liam McDonald** Vie Jul 16, 2010 10:21 am

Había tomado el ferri desde Glasgow hasta París. Había sido un viaje largo y cansado, de más de tres días. Aunque me había entretenido viendo las olas ir y venir. Por fortuna, Francia era un tanto más cálida que mi tierra natal. Aún a penas me había acostumbrado al idioma. Pero había hecho algún que otro progreso con mi francés durante el viaje en el ferri.

Al fin había llegado a la costa francesa. Tomé el tren que llevaba directamente a París y finalmente me había apresurado a registrarme en algún hotel donde pasar la noche. No era mucho el dinero que llevaba encima, pero sí lo suficiente como para sobrevivir al menos dos semanas hasta haber encontrado un trabajo.
¿Qué me había conducido hacia el país galés? Primeramente, el ansia de venganza que se agolpaba en cada fibra de mi ser. Según los rumores, en Francia había un reducido-aunque no por mucho tiempo-grupo de licántropos contra los sucios vampiros. Mi objetivo principal era ese. Quería ver a esos condenados prácticamente liquidados. Y mi odio hacia esas criaturas van más allá de la mera aversiòn que los de mi raza sienten hacia ellos. Los vampiros habían matado a mi familia.

Una vez que hube recogido la llave para mi habitación-la 567-no me dispuse seguidamente a dejar las maletas, si no que fui hacia el pequeño bar a beber un poco de mi adorado whiskey....Su olor me hacía recordar el de los pinos y abedúles que sembraban los bosques escoceses y que yo tanto añoraba.

por Invitado Vie Jul 16, 2010 8:00 pm

No sabía que hacer en mi habitación a esas horas, me moría del aburrimiento ver una y otra vez la luna por mi enorme ventanal, mis dos criados humanos ya se habían acostado, y ahora había salido a escondidas, enfundándome en una bata de seda de color perla. Baje las escaleras con tranquilidad, pensando que no me encontraría a nadie en ese momento, porque todos estarían bien calentitos en sus camas, durmiendo o jugueteando. Ahora que lo pensaba necesitaba compañía, pero no había tenido el placer de encontrar a ningún buen hombre que me trajera la atención. Entré al bar viendo que solo había un hombre, cosa que nada mas olerle sentí asco y náuseas, era un licántropo, aun así hice el esfuerzo por alejarme todo lo posible de el, ignorándole por completo sin tan si quiera mirarle. Me senté con cuidado en un taburete mientras el camarero me miraba sorprendido para que unan señorita jovencita estuviera a estas latas horas de la noche, y en paños menores como en bata, en el bar del hotel. – Quiero una copa de vino, no puedo descansar –dije sin más mientras el camarero me servía embobado la copa, ahora fijándose en mi gran belleza sobrenatural. Suspiré, sabía que causaba impresión, pero cuando había sido humana lo causaba incluso mas, aunque siempre creía que causaba mas impresión por debajo de todas las vampiras rubias y blanquitas, yo era mas bien menuda y diferente, especial.

por **Liam McDonald** Sáb Jul 17, 2010 1:25 pm

El whiskey era bueno, pero no se podía igualar al escocés. Un día en París y ya echaba de menos mi hogar.
Pedí mi tercera copa de la bebida. El camarero parecía sorprendido de que tuviese tanto aguante con una bebida tan fuerte como aquella...Pero a parte de mis raíces, al ser licántropo tenía más resistencia al alcohol.
Tomé uno de los periódicos del día que estaba sobre la barra. A pesar de mi mal francés, pude traducir perfectamente el titular que era muy sugerente; "joven muchacha aparece muerta y despedazada en el barrio gitano". No tenía que pensar mucho para deducir que se trataba de uno de mis congéneres.
Leí el artículo con gran atención. Sabía que ser licántropo tenía sus consecuencias. El sentimiento de culpa, el asco hacia tí mismo cuando descubres lo que has hecho al verte descontrolado...Pero yo prefería ver las ventajas. Ser licántropo daba una fuerza y una resistencia mayor. Y lo más importante. Tenía más ventaja de matar a los vampiros que siendo un simple humano.

Olí mi whiskey antes de dar otro trago, pero el rico olor de la bebida se mezcló con otro que me provocó repulsión y arcadas. Olía a vampiro.
Giré la cabeza para toparme con el último ser de la tierra al que quería ver. Esta vez, el demonio se escondía bajo la forma de una hermosa-todo había que decirlo-dama que pidió una copa de vino.
Ya sentía como la sangre se iba agolpando en mis venas y miraba fíjamente a aquel ser con el mayor odio del que fui capaz. Quería despedazarla allí mismo pero, obviamente, no lo iba a hacer mayormente porque me encontraba en un lugar público y lo último que quería hacer era provocar un escándalo.
Me hizo gracia cómo la vampiresa trataba de ignorarme, como si eso fuera un insulto para mí y me pareció divertido tratar de provocar un poco su ira.
-Tenía entendido que los de su raza no descansan al anochecer.-Dije, respondiendo al comentario de ella y pronunciando las palabras con el mayor desprecio y retintín del que fui capaz. El camarero no pareció entender a qué me refería con esas palabras.

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