Dulces Sueños [Libre]

por **Tyler Fausten** Jue Ago 09, 2012 2:16 pm

En mis manos estaba la posibilidad mas grande de toda mi vida, pero aun no sabía como aprovechar esa fuerza que me transmitían a través de la piel. Como casi siempre, tenía que llevar guantes. No podía volver a cometer la locura de no llevarlos, ya que a cada cosa que tocaba constantes imágenes volvían a mi cabeza. Como una rosa, como, cuando y por quien fué cortada.. los dias en los que hubo sol o simplemente la lluvia hizo que su tayo se resquebrajase.
Aquello eran simples tonterías, o al menos eso era lo que mi subsconsciente me quería decir. Podía hacer algo mas con aquel don, pero no quería arriesgarme como en tantas otras ocasiones.

Tomé mis herramientas, un trapo viejo y me dirigí hacia el cementerio. Algunas personas se les ponía el vello de punta con tan solo oir nombrarlo, pero para mi era un lugar hermoso, descanso de muchos de los mortales que vieron su muerte precipitadamente o que simplemente les había llegado la hora.

Paseé entre los musgos que crecían alrededor de las tumbas mas antiguas, algunas recientes pero debido a la humedad y a la juventud de hoy en dia habían sido saqueados o simplemente hecho añicos.
Levanté la vista hacia un gran panteon, a su entrada había dos ángeles en mármol tallado, guardianes del lugar, pero el tiempo les deterioró. Tomé la decisión de quitar mis guantes, y con gran cariño acaricié una de las alas que tantos recuerdos me traían. al toman aquella fría piedra entre mis manos supe al instante quien hizo aquella obra de arte sin acabar... Fausten... mi padre. Sonreí con ternura ante aquello, y la posibilidad de poder restaurar con mis propias manos el trabajo de mi padre.
Observñe el ángel de al lado, estaba casi en perfectas condiciones, solamente tendría que encontrar el material y dinero adecuados, y dia a dia vendría al lugar a acabar el trabajo.

por **Erika Knight** Jue Ago 09, 2012 6:35 pm

Otro más. Otro de tanto. Ya no sabía cuantas veces tendría que venir a este lugar ni cuanta tumbas serian la próxima vez que visitara el cementerio. Pero en cierto modo no sentía pena por esas personas a las que había tenido que ver marchar, ya que habían vivido su vida como habían querido y no se quedaban a vivir en un mar de problemas. No como yo.

Me agache frente a una de ellas. La persona a la que más había querido ahora descansaba allí. Aun podía recordar su gesto pacifico cuando lo encontré... Sacudí la cabeza para alejar los malos pensamientos y sonreí. Él siempre quiso verme sonriente y si ahora estuviera aquí me diría que no era hora de llorar por un viejo como él. Casi podía oírle junto a mí.

Serías un viejo, pero eras mi viejo, pensé con cierto humor, recordando lo mucho que le molestaban aquellas palabras. Él, que nunca había sido un hombre de demostrar afecto, pero que siempre había estado junto a mí en cada caída.

Me entretuve un rato frente a la sencilla lapida bajo la que descansaba. A su lado la de la segunda persona que más quise en el mundo. La mujer que me había hecho una dama y que descansaba junto al hombre que lo había dado todo por ella.

Deposité las flores en sus tumbas y me quedé mirándolas un rato Hacía ya dos años que los había perdido por una maldición de mi pasado en la cual no tenian nada que ver. Si fuera una mujer creyente, tal vez hubiera rezado, pero ya no quedaba ni siquiera fé en mí.

Me levanté con un movimiento fluido y me sacudí la falda antes de emprender el camino de vuelta. Caminaba tranquila por el lugar pensando en mis propios asuntos pero de repente noté una presencia que no había sentido hasta el momento y me alteré. Cuando me volví en la dirección que mis sentidos indicaban suspiré aliviada. No se trataba de ningún vampiro para variar, pero si que se me hacía extraño encontrar a alguien en ese lugar. Curiosa me acerqué en silencio y le vi como maravillado frente a las estatuas de un par de ángeles.

-Unas esculturas muy bellas, sin duda- comenté.

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