Dulces sueños. [Pierrot]

por **Tyler Fausten** Jue Jun 23, 2011 2:25 am

En mis manos estaba la posibilidad mas grande de toda mi vida, pero aun no sabía como aprovechar esa fuerza que me transmitían a través de la piel. Como casi siempre, tenía que llevar guantes. No podía volver a cometer la locura de no llevarlos, ya que a cada cosa que tocaba constantes imágenes volvían a mi cabeza. Como una rosa, como, cuando y por quien fué cortada.. los dias en los que hubo sol o simplemente la lluvia hizo que su tayo se resquebrajase.
Aquello eran simples tonterías, o al menos eso era lo que mi subsconsciente me quería decir. Podía hacer algo mas con aquel don, pero no quería arriesgarme como en tantas otras ocasiones.

Tomé mis herramientas, un trapo viejo y me dirigí hacia el cementerio. Algunas personas se les ponía el vello de punta con tan solo oir nombrarlo, pero para mi era un lugar hermoso, descanso de muchos de los mortales que vieron su muerte precipitadamente o que simplemente les había llegado la hora.

Paseé entre los musgos que crecían alrededor de las tumbas mas antiguas, algunas recientes pero debido a la humedad y a la juventud de hoy en dia habían sido saqueados o simplemente hecho añicos.
Levanté la vista hacia un gran panteon, a su entrada había dos ángeles en mármol tallado, guardianes del lugar, pero el tiempo les deterioró. Tomé la decisión de quitar mis guantes, y con gran cariño acaricié una de las alas que tantos recuerdos me traían. al toman aquella fría piedra entre mis manos supe al instante quien hizo aquella obra de arte sin acabar... Fausten... mi padre. Sonreí con ternura ante aquello, y la posibilidad de poder restaurar con mis propias manos el trabajo de mi padre.
Observñe el ángel de al lado, estaba casi en perfectas condiciones, solamente tendría que encontrar el material y dinero adecuados, y dia a dia vendría al lugar a acabar el trabajo.

por **Pierrot Quartermane** Jue Jul 14, 2011 3:49 am

No había nada que llevara a Pierrot hasta aquel cementerio. No tenia ningún familiar enterrado ahí, de hecho…no tenía ningún familiar siquiera vivo. Pero le gustaban los cementerios, por más tétrico que pudiera sonarle a cualquiera que se lo dijera. Tampoco significaba que visitara seguido aquellos sitios llenos de misticismo, en realidad esta era la primera vez que visitaba el Montmartre, quizás por eso es que acudía a el, en el fondo lo consideraba algo así como un sitio turístico que no podía negarse conocer ahora que estaba en la capital de Francia. Se dirigió con pasos seguros y curiosos, paseando la vista hacia todos lados, las esculturas fúnebres se abrían paso por doquier y el no quería perderse el admirar cada una de ellas, mismas que eran en su mayoría ángeles o figuras religiosas. Paseo entre los pasillos sin importar llenar sus zapatos de tierra suelta de aquel camposanto y se detuvo en una curiosa tumba que tenia colores bastante llamativos a diferencia del resto. Su rostro se puso serio y una nota de pena se incrusto en su mirada al darse cuenta de que aquella lapida pertenecía a un infante que había muerto al nacer. Le pareció lo mas triste que había visto en años e inevitablemente un sin fin de cosas vinieron a su mente. Una de las cosas que pensaba era que había pasado con su madre en el momento en que el siendo niño le había sido arrebatado de sus brazos, supuso que probablemente lo habrían dado por muerto, quizás en ese mismo cementerio se encontraba alguna tumba falsa que llevaba su nombre, quizás en esa tumba su madre había llorado a un hijo que en realidad siempre había estado vivo pero ausente.

Pensar en todo aquello no hacia mas que incrementar sus ganas de dar con su paradero, saber su origen, el verdadero, conocer a sus padres, pero sobre todo conocer a su hermano gemelo. Un suspiro escapo de sus labios al saber que no seria tarea fácil, pero tampoco seria imposible, tenía como ventaja que ambos compartieran el físico. Siguió caminando por entre las tumbas, lanzando miradas a los epitafios de cada una de ellas, haciendo cálculos de vez en cuando para saber cuantos años habían sido de los que habían gozado aquellos que ahora descansaban. Pero entonces algo mas capto su atención obligándolo a observarlo: un hombre alto y de cabellera crecida se encontraba ahí, frente a el con algunas cosas entre sus manos. Pierrot se pregunto si seria algún trabajador o algún cuidador del lugar, incluso estuvo a punto de preguntárselo pero prefirió que el fuera quien hablara primero si es que quería hacerlo, si no, seguiría su camino.

por **Tyler Fausten** Vie Jul 15, 2011 12:20 pm

Casi podía palpar aquella presencia, un escalofrío recorrió mi espalda haciéntome tiritar levemente.
Me giré, procurando no tomar en alto aquellos utensilios, pues quienquiera que fuese lo podría tomar como una amenaza, pero yo no era así, aunque fuese de mal gusto admitirlo.
Una vez consiguió vislumbrar la figura de aquel muchacho, recortada entre las sombras sonrió, pues parecía alguien totalmente ajeno a aquel lugar, es mas, la creciente curiosidad que parecía tener aquel muchacho le recordaba a él unos años atrás, aunque quizás tuviesen la misma edad o fuese mayor aun.

Tyler, desde pequeño había sido bastante enclenque, conforme fué creciendo y a partir de sus 8 años de edad se le comenzaron a ver rasgos propios de su familia paterna. Grandes y anchas espaldas, y una simple sensación de fiereza en su figura, aunque su alma fuese tan humilde y mansa como un animalillo que qprendía las cosas de la vida.

- Espero no haberos asustado, jóven. Tan solo estaba admirando una obra.

"De mi padre..." Pensó para sí, pero prefirió no dar mas detalles debido a que no sabría que podría causar aquellas palabras en aquel jóven que simplemente parecía pasear.
Tyler, tomó parte de la escultura, y la acarició, como si fuese capaz de moldearla, es mas, así lo deseaba, y no pretendía alterar la paz de aquel lugar. Se pensó para sí mismo, que debía ahorrar o mejor que su señora le guardase casi toda la totalidad de su sueldo de jardinero, para cuando pudiese, poderse hacer con un buen quintal de mármol en bruto, para así poder hacer sus sueños realidad y seguir los pasos de su padre, el cual le tenía mucho aprecio en vida.

- Mi nombre es Tyler, encantado.

Pese a la clase social de Tyler, siempre tuvo modales gracias a su gran corazón, dignos de un caballero de alta cuna, aunque bien no le importasen aquellas personas... digamos de élite.
Sin pensárselo dos veces mas, tomó sus guantes, en la otra mano, para alargar la suya y así poder estrechárla cordialmente a aquel muchacho. Su rostro era proporcionalmente perfecto, y la humildad de sus actos y simples movimientos decían mucho de aquel muchacho, aun sin nombre conocido por Tyler.

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