Una realidad diferente; Benôit

Benôit Yuruslé

Benôit es un jovencito de cabello castaño oscuro a tono similar con sus traviesos ojos, los que siempre están en movimiento de un lado a otro, como por si de a momentos quisiera estar al tanto de todo lo que visualmente ocurre a su alrededor pese a que la realidad dicte que no puede abocar atención suficiente en algo individual, la distracción siempre termina por ganarle.
A rasgos generales, nadie pasaría por alto aquellas particularidades que lo hacen diferente desde el exterior. Su perfil facial resulta algo plano comparado al del resto, su nariz un tanto pequeña, como si el crecimiento de ésta se hubiese atrofiado. El cuello del muchacho es grueso y corto, dando esa sensación de que su cabeza de tamaño llamativo se apoyase sobre sus propios hombros. Sus ojos tienen un rasgamiento singular, a veces confundido con el típico presente en los descendientes asiáticos. Tiene una altura normal para la de su edad, que ronda en el metro setenta aproximadamente. De complexión normal pese a la falta de ejercicio, posee una fuerza llamativa, no imaginable si se guiase solamente por su apariencia muscular.
Sus gestos a veces son perceptibles pero mayormente no son proyectados de la forma debida. Su sonrisa es contagiosa dada la inocencia que refleja en ésta, salvo cuando aparece en situaciones totalmente fuera de lugar. Encontrarle algo babeado es normal, pues pocas son las ocasiones en que Benôit es plenamente consciente de ello, dado su trastorno a nivel genético.


En la vida de muchas personas las dificultades tienden a parecer en determinados periodos, a veces más lejanos o cercanos al crecer individual. Sin embargo para Benôit, las vallas a ser traspasadas arribaron a su vida desde el primer día de su llegada a la Tierra; el nacimiento.
Con los óbices atados a su trastorno patológico, es un adolescente que se ve obligado tanto por sus capacidades, así como por la sociedad a llevar una vida un tanto particular a la del resto de los humanos. Pocas veces sale de su hogar y siempre que esto sucede debe ser en horarios de la noche para evitar el llamamiento de atención de aquellos que le ven como un monstruo. Y aunque su habilidad de concientización de las cosas no este desarrollada a un cien por ciento, el chico es capaz de captar la discriminación impartida por otras personas, algo que le afecta emocionalmente sin dudas, retrayéndolo aun más en su cascaron machucado genéticamente.

Con un aforo limitado a la hora de aprender, éste de todas formas trata en sus momentos de completa lucidez en hacerse con todos los conocimientos posibles para no sentirse tan atado a la tutela de su tía. No obstante la realidad es otra y Benôit debe estar constante o casi totalmente vigilado siempre por alguien, ya que en ciertos momentos desembocaduras eufóricas envuelven su persona haciéndolo un caso destinado al desastre.

Dadas las atrofias presentes en su síndrome, no encuentra punto exacto donde detener su forma de expresarse, siendo sus demostraciones de afecto o comentarios a veces presentados en ámbitos completamente fuera de lugar, haciendo que otros lo vean como una persona que incomoda muy a menudo.

Pero no todo en el muchacho son desgracias, con el tiempo y el crecimiento ha sabido adaptarse de una mejor manera a ese extraño e inexplorado mundo que le rodea y que jamás terminara por comprender. Tiende a ser muy cariñoso y respetuoso con su tía, a la que ve como lo más cercano a una madre, sin embargo nunca faltaran los ataques de rebeldía que compliquen la existencia de su pariente.

Un muchacho con mucho para aprender, como numerosos obstáculos que derribar, pero con el corazón lleno de esperanzas en poder hacerlo.

HISTORIA:

Aquella noche tormentosa del invierno parisino no podría traer consigo buenas noticias. El diluvio había arruinado centenares de casas y los más pobres sufrieron las consecuencias de aquel desborde de agua que no cesaba más. Esa misma noche, Benôit llego al mundo tras un intenso y complejo trabajo de parto por parte de su madre, hija adoptada de una mujer separada y madre biológica de Yure, la que sería su hermana ¿El padre del niño? Un escoces oportunista, explotador y con todo menos virtudes que nombrar, basta decir que cuando la enfermera auxiliadora de su mujer le mostró al recién nacido éste solo se molestó en preguntar “que demonios le pasaba a esa criatura” al ver al bebé con facciones de rostro algo peculiares.

Bautizado con el nombre de Benôit, el niño fue todo menos el orgullo de sus padres, desinteresados completamente en llevar la carga de vivir con una creación anormal. El orgullo del padre estaba desecho y la mente de su madre solo estaba sumergida en mantenerse al lado de aquel hombre que tanto le obsesionaba. Así fue que el pequeño pasaba mayor parte de su tiempo con su abuela, muna mujer de carácter singular pero que le atendía gustosamente. Años más adelante los médicos le explicaron a la abuela del chiquillo que éste padecía de una enfermedad traída desde el nacimiento y que su vida seria bastante complicada de llevar, todo un desafío a nivel personal y de las sociedad, quien siempre había visto las deformidades o anomalías físicas como algo negativo, sobre todo si se hablaba de los cristianos.

Bajo los maltratos por parte de sus progenitores, la vida de aquel que poseía lo que hoy se conoce Síndrome de Down no fue nada fácil. Los días de Sol se veían opacados por las palizas paternas y las jornadas de ferias de juegos en la ciudad como algo distante a lo que él nunca podría ser llevado.

Los años pasaron y a la edad de 10 años, el obsequio de cumpleaños del niño fue todo menos lo que él esperaba. Sus padres le habían abandonado en la puerta de la casa de su abuela, con una nota que explicaba que ellos no sabían como manejar aquella carga vergonzosa que el niño representaba. Sin más opciones su abuela asumió por completo la crianza del muchacho. Pero nuevamente la desgracia no tardaría en llegar. Como el transcurso del tiempo lo dicta, ningún mortal es eterno y la señora Yuruslé falleció a causa de la misma naturaleza, pasando a ser Benôit ahora responsabilidad ni más ni menos que de su tía Yuré, una mujer tan compleja como él pero sin las atrofias genéticas en su persona.

Enfrentando los obstáculos diariamente junto a aquella mujer que le protege de forma peculiar, Benôit lentamente comienza a sentir en su vaga consciencia que la vida ha mejorado, aunque en muchos aspectos no ha dejado de ser más fácil en absoluto.


- Los únicos parientes que tiene en su mente son su abuela y su tía Yuruslé, con quien vive ahora.
- No frecuenta mucho el exterior debido a las incómodas miradas de la gente.
- Ayuda en algunas tareas de su tía en cuanto al mantenimiento de las casas que arrienda.
- Diariamente ejercita su aprendizaje en diferentes áreas de conocimiento.
- Posee Síndrome de Down.
- Le gustan mucho los cristales de colores, éstos captan su atención con facilidad.
- Sabe hablar bastante.