La locura también sabe comportarse (Stefano Rosssi)

por **Nigma Riddler** Lun Ago 20, 2012 10:26 pm

¡Oh el teatro!, una diversión que pocos tienen el privilegio de disfrutar, se necesitaba de elegancia y recursos, de porte y de modales, afortunadamente algunos locos siempre tenemos una estrella de buena suerte.
Iba hablando solo por las calles -¿Quién eres tu guapo arlequín?- me quedaba viendo al vidrio cortado que formaba parte de la fachada del teatro de París -¡Que tonto pero si soy yo!, ¿Entonces vine hablando conmigo en todo este tiempo?, que lastima creí que ya había encontrado a otro vampiro que estaba tan fuera de su ataúd como yo- me acomede el cabello alborotandolo cada vez más y comence a reirme a carcajadas allí en medio de todos los que iban pasando-¿Ataúd, afuera?, hace usted un pensamiento tan exausto señor arlequín... me agrada, pasemos pues al burdel-, camine hacia la entrada y vi todo completamente abarrotado de humanos y todos vestidos elegantemente, los candiles que pendían del techo iluminaban cada butaca y sus respectivos caminos, incluso había balcones y todos ellos decorados del gusto más fino, aunque unos ases por acá y unos cuantos arlequines nunca convierten un lugar en un cementerio.
Tome asiento, ya me acomodaba de un modo, ya tomaba poses de otros y todo se me hacía absolutamente divertido, un papel estaba en cada asiento, comencé a leer -¡Que les parece!- solte una carcajada -¡Ahora también las cortesanas montan obras de teatro!- reía a carcajadas y la gente se me quedo viendo -¡Que!, ¿nunca habían visto un loco suelto?- negue con la cabeza -¿No?, pues entonces contemplen a este bello rostro y escuchen su mente llena de genialidad- me acomode el moño de la corbata y tosí levemente, subí la cabeza e intente mantener la seriedad por un momento, los demás caballeros vestidos de pinguino asintieron con la cabeza en señal de que estaba haciendo todo correctamente, pero poco a poco fui perdiendo la postura hasta regresar a mi risa escandalosa de siempre -Ni yo mismo me la creí, soy pesimo actor, ¿Las cortesanas de la obra me podrán enseñar?- pero entonces una sombra emergio del asiento vacio junto a mí -¿Otra vez tú?, ya les dije que en público no debo ver sombras, ¿acaso no hablo claro?- pero en cuantovi hacia arriba, una cara se vislumbro de repente, era un hombre de cabellos largos y negros, tez blanca y ojos castaños muy claros, se sento allí -Se acabo la diversión- musite para mí en un suspiro y guarde silencio por unos minutos, sin dejar de lado mi sonrisa.