AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Breathless {Privado}
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Breathless {Privado}
Corría. Rápida como un animal que escapa del fuego, veloz como un rayo adentrándose de entre las nubes para impactar contra un tejado o un árbol cualquiera, fugaz como una estrella caída del cielo. Huía, no corría. Escapaba de un mal sueño, de la imagen de mi hermano Joshua cayéndose al agua y huyendo sin que nadie pudiera ayudarlo. Me alejaba a pasos agigantados de la pesadilla, que pese a la distancia seguía repitiéndose en mi cabeza una y otra vez, quizá con tintes proféticos.
¡Alchemilla, no, ayúdame, n...!
Nada. Por mucho que sacudiera la cabeza o incluso canturreara, acompasada con mi corazón latiendo rápidamente, sus gritos seguían en mi cabeza, con una intensidad teñida de fantasmagoría que los hacía acuciantes, dolorosos, tan reales... ¡Pero no lo eran! Josh nunca me había llamado asesina, ¿no?
Hermana, ¿qué sucede? ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás...? ¡No, para detente!
– ¡Josh...! – exclamé, casi como un susurro en mi carrera apresurada, disimulado entre las fuertes respiraciones que me permitían la huida, y apreté el paso todo lo que pude... hasta que lo oí.
Me detuve en seco. Los ruidos de la noche parecieron pasar a un segundo plano; los animales dejaron de emitir sus quejidos, de mover sus zarpas y sus patas; el viento dejó de colarse entre los árboles para hacerlos silbar una melodía desgastada por el tiempo por su uso y abuso, todo se detuvo. Todo... salvo los gritos de Josh.
Ya no los imaginaba, ahora los escuchaba a la perfección. Sus aullidos, pidiendo ayuda por un atacante desconocido, rasgaban el aire y hacían que incluso los animales se escondieran en sus madrigueras; sus gemidos de dolor se elevaban como súplicas que esperaban respuesta, y me mordí el labio inferior con fuerza, ferocidad, sadismo... dolor.
– Josh, ya voy. – murmuré, y tan rápida como mis piernas me lo permitían volví a lanzarme a la carrera en busca de mi hermano menor, cuyos gritos me servían de estrella polar que guiara mi camino... que terminó en la laguna.
Él estaba allí, mirándome con terror y esperanza en sus ojos pardos y asustados. Atado de pies y manos, y en equilibrio precario, se encontraba justo en el borde de un bote de madera de aspecto podrido, con una figura encapuchada a su lado que lo arrojó. Su grito, que me destrozó el corazón, me libró de la parálisis que parecía haberse sumido sobre mí y me devolvió el movimiento. Empecé a correr, tan pronto como el bote comenzaba a navegar en dirección contraria.
Me daba igual, tenía que salvar a mi hermano. Me adentré en la laguna, obviando que fuera profunda, que las algas se me enredaran entre las piernas y me frenaran, que el cielo se hubiera teñido de rojo carmesí y que el silencio cayera tan plomizo como el calor húmedo que se respiraba allí y se te metía en los huesos, humedeciéndote la piel. Pero él ya no gritaba. En su lugar, lo hacían ellos.
Sus oscuras figuras, de brazos largos como tentáculos, se acercaban nadando hacia mí. Rozaban el agua con sus movimientos y sus siseos; la enturbiaban con la suciedad tenebrosa que desprendían, y hacían invisible el fondo. En un abrir y cerrar de ojos, me sujetaron y me inmovilizaron, y su cabecilla vino hacia mí con aspecto amenazador, absolutamente terrorífico. No pudo importarme menos.
– ¡Devolvedme a mi hermano! – exclamé, con los rasgos contraídos por la rabia, pero él sólo rió, con una risa que no era... ¡no podía ser humana! ¡Era monstruosa!
Reúnete con él... ahí.
Y me arrojaron al agua. Pronto esta me rodeó, me impidió respirar y fue todo lo que veía, sentía y me sostenía. La tierra se mezclaba con las plantas, me impedía ver, hacía que aguantar la respiración fuera doloroso, especialmente cuando lo vi... Josh yacía en el fondo, con el rostro blanco, el cuerpo hinchado, los ojos muertos. Josh... ¡Josh!
Exclamé su nombre, y el agua me entró en la boca, en el pecho. Intenté moverme, pero aquellos brazos monstruosos que parecían plantas me atrapaban contra mi voluntad, y me hacían cada vez más difícil resistirme. La vista se me nublaba, el cuerpo me pesaba, la mente se me embotaba. Y, finalmente, perdí el sentido, con la imagen de mi hermano muerto, que había desaparecido de mi vista antes de cerrar los ojos, grabada a fuego en mi retina.
¡Alchemilla, no, ayúdame, n...!
Nada. Por mucho que sacudiera la cabeza o incluso canturreara, acompasada con mi corazón latiendo rápidamente, sus gritos seguían en mi cabeza, con una intensidad teñida de fantasmagoría que los hacía acuciantes, dolorosos, tan reales... ¡Pero no lo eran! Josh nunca me había llamado asesina, ¿no?
Hermana, ¿qué sucede? ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás...? ¡No, para detente!
– ¡Josh...! – exclamé, casi como un susurro en mi carrera apresurada, disimulado entre las fuertes respiraciones que me permitían la huida, y apreté el paso todo lo que pude... hasta que lo oí.
Me detuve en seco. Los ruidos de la noche parecieron pasar a un segundo plano; los animales dejaron de emitir sus quejidos, de mover sus zarpas y sus patas; el viento dejó de colarse entre los árboles para hacerlos silbar una melodía desgastada por el tiempo por su uso y abuso, todo se detuvo. Todo... salvo los gritos de Josh.
Ya no los imaginaba, ahora los escuchaba a la perfección. Sus aullidos, pidiendo ayuda por un atacante desconocido, rasgaban el aire y hacían que incluso los animales se escondieran en sus madrigueras; sus gemidos de dolor se elevaban como súplicas que esperaban respuesta, y me mordí el labio inferior con fuerza, ferocidad, sadismo... dolor.
– Josh, ya voy. – murmuré, y tan rápida como mis piernas me lo permitían volví a lanzarme a la carrera en busca de mi hermano menor, cuyos gritos me servían de estrella polar que guiara mi camino... que terminó en la laguna.
Él estaba allí, mirándome con terror y esperanza en sus ojos pardos y asustados. Atado de pies y manos, y en equilibrio precario, se encontraba justo en el borde de un bote de madera de aspecto podrido, con una figura encapuchada a su lado que lo arrojó. Su grito, que me destrozó el corazón, me libró de la parálisis que parecía haberse sumido sobre mí y me devolvió el movimiento. Empecé a correr, tan pronto como el bote comenzaba a navegar en dirección contraria.
Me daba igual, tenía que salvar a mi hermano. Me adentré en la laguna, obviando que fuera profunda, que las algas se me enredaran entre las piernas y me frenaran, que el cielo se hubiera teñido de rojo carmesí y que el silencio cayera tan plomizo como el calor húmedo que se respiraba allí y se te metía en los huesos, humedeciéndote la piel. Pero él ya no gritaba. En su lugar, lo hacían ellos.
Sus oscuras figuras, de brazos largos como tentáculos, se acercaban nadando hacia mí. Rozaban el agua con sus movimientos y sus siseos; la enturbiaban con la suciedad tenebrosa que desprendían, y hacían invisible el fondo. En un abrir y cerrar de ojos, me sujetaron y me inmovilizaron, y su cabecilla vino hacia mí con aspecto amenazador, absolutamente terrorífico. No pudo importarme menos.
– ¡Devolvedme a mi hermano! – exclamé, con los rasgos contraídos por la rabia, pero él sólo rió, con una risa que no era... ¡no podía ser humana! ¡Era monstruosa!
Reúnete con él... ahí.
Y me arrojaron al agua. Pronto esta me rodeó, me impidió respirar y fue todo lo que veía, sentía y me sostenía. La tierra se mezclaba con las plantas, me impedía ver, hacía que aguantar la respiración fuera doloroso, especialmente cuando lo vi... Josh yacía en el fondo, con el rostro blanco, el cuerpo hinchado, los ojos muertos. Josh... ¡Josh!
Exclamé su nombre, y el agua me entró en la boca, en el pecho. Intenté moverme, pero aquellos brazos monstruosos que parecían plantas me atrapaban contra mi voluntad, y me hacían cada vez más difícil resistirme. La vista se me nublaba, el cuerpo me pesaba, la mente se me embotaba. Y, finalmente, perdí el sentido, con la imagen de mi hermano muerto, que había desaparecido de mi vista antes de cerrar los ojos, grabada a fuego en mi retina.
Invitado- Invitado
Re: Breathless {Privado}
Las razones eran muchas o tal vez muy pocas, en realidad ser un marinero me había transformado la vida hacia más de diez años en alta mar había visto casas que jamás imagine desde bellas sirenas cantando, para desviar mi rumbo hasta uno verdaderos monstruos nadar por el agua. Eso era en el mar, ¿pero que ocurría en mi navío? Todo era un verdadero misterio, desde mi llegada a Paris, las cosas habían cambiados había pasado uno o dos días la locura era extraña. Los fantasmas de un pasado que no era el mío salían a flote. La voz de aquella mujer atormentando mi cabeza me hacia estallar, Deirdre estaba extraña algo había cambiado en ella. Y ahora el mapa de un tesoro. Tome aire mientras probaba uno de los botes salvavidas, si unas de las tantas damas de la clase acomodada me había dicho que los botes no estaban del todo reparados.
Por eso me encontraba en la laguna con los veinte botes de capacidad cincuenta por persona, probando uno a uno que flotaran, que no se filtrara el agua y que los remos estuvieran de buena calidad. Y claramente encontré más de una imperfección en algunos. Normalmente los llevaba a donde Jon, pero ahora no tenía dinero para aquello así que como buen marinero yo me haría cargo, podría ocupar un poco mis poderes fue la idea y hasta ahora daba buenos resultados.
Diez botes uno con falla, comencé a remar con varias tablas, clavos, martillos y cierras, los reparaba al acto. Este bote en especial tenía varios huecos donde se filtraba el agua. La oscuridad me permitía trabajar sin problema a ser pillado o tratado como un hereje, la luna en lo alto me alumbraba lo suficiente para poder ver lo que estaba haciendo. Levante una de mis manos y relajando cada uno de mis músculos me apodere de aquella tabla moviéndola hasta el lugar que deseaba tapar con una de mis manos y manteniendo la concentración de la posesión que llevaba a cabo martille con cuidado sintiendo como, inquieta los golpes hacían que todo mi cuerpo físico se estremeciera, de la misma forma hice aquello hasta tener todos los orificios tapados, no me había quedado tan mal así que esperaba llegar a la orilla de lo mejor.
Tome ambos remos aun me quedaban nueve botes que revisar y una larga noche me esperaba, reme con facilidad, la experiencia y el trabajo bruto siempre habían sido lo mío mientras me acercaba mis oídos se iban llenando de los sonidos que me rodeaban… dejándome llevar las imágenes aparecieron frente a mí como si de una obra de teatro fuera… Una mujer corría… se ahogaba, nadaba y luchaba por su vida. Moví mi cabeza y apareció como si el sueño se hiciera realidad la mujer se sumergía, con rapidez reme al lugar, burbujas del fondo salían… Sin pensarlo dos veces me lance a las frías aguas de la laguna, buceando hasta dar con el cuerpo de aquella, entre mis brazos la tome y emergí para luego nadar hasta la orilla. Si, ya varias veces había hecho lo mismo y era un buen nadador…
La tome por las axilas y la moví hasta quedar ambos en tierra firme, me acerque a ella para ver si su corazón latía si pero el aire le faltaba, con mis manos comencé hacer presión en su pecho, pero no parecía suceder nada… -Alekséi… tu Don – me dije para mí mismo y ocupando la dominación me sumergí en ella buscando su voluntad pero no para hacerle un daño sino mas bien para ayudar a que sus pulmones reaccionaran, mis ojos parecían desorbitados ella era algo más que una simple mortal, laberintos y mas laberintos… presión en su pecho… su voluntad… me faltaba el aire tanto como a ella y un golpe mortal a la altura de sus pulmones y el aire se escapo… el silencio me envolvió y mis ojos quedaron pegados en aquella mujer… - ¡Despierta Maldita sea! – mi grito fuerte y claro levantaría a cualquiera de la misma tumba si fuera necesario… ahora tan solo probaría que tan fuerte o débil era aquella.
Por eso me encontraba en la laguna con los veinte botes de capacidad cincuenta por persona, probando uno a uno que flotaran, que no se filtrara el agua y que los remos estuvieran de buena calidad. Y claramente encontré más de una imperfección en algunos. Normalmente los llevaba a donde Jon, pero ahora no tenía dinero para aquello así que como buen marinero yo me haría cargo, podría ocupar un poco mis poderes fue la idea y hasta ahora daba buenos resultados.
Diez botes uno con falla, comencé a remar con varias tablas, clavos, martillos y cierras, los reparaba al acto. Este bote en especial tenía varios huecos donde se filtraba el agua. La oscuridad me permitía trabajar sin problema a ser pillado o tratado como un hereje, la luna en lo alto me alumbraba lo suficiente para poder ver lo que estaba haciendo. Levante una de mis manos y relajando cada uno de mis músculos me apodere de aquella tabla moviéndola hasta el lugar que deseaba tapar con una de mis manos y manteniendo la concentración de la posesión que llevaba a cabo martille con cuidado sintiendo como, inquieta los golpes hacían que todo mi cuerpo físico se estremeciera, de la misma forma hice aquello hasta tener todos los orificios tapados, no me había quedado tan mal así que esperaba llegar a la orilla de lo mejor.
Tome ambos remos aun me quedaban nueve botes que revisar y una larga noche me esperaba, reme con facilidad, la experiencia y el trabajo bruto siempre habían sido lo mío mientras me acercaba mis oídos se iban llenando de los sonidos que me rodeaban… dejándome llevar las imágenes aparecieron frente a mí como si de una obra de teatro fuera… Una mujer corría… se ahogaba, nadaba y luchaba por su vida. Moví mi cabeza y apareció como si el sueño se hiciera realidad la mujer se sumergía, con rapidez reme al lugar, burbujas del fondo salían… Sin pensarlo dos veces me lance a las frías aguas de la laguna, buceando hasta dar con el cuerpo de aquella, entre mis brazos la tome y emergí para luego nadar hasta la orilla. Si, ya varias veces había hecho lo mismo y era un buen nadador…
La tome por las axilas y la moví hasta quedar ambos en tierra firme, me acerque a ella para ver si su corazón latía si pero el aire le faltaba, con mis manos comencé hacer presión en su pecho, pero no parecía suceder nada… -Alekséi… tu Don – me dije para mí mismo y ocupando la dominación me sumergí en ella buscando su voluntad pero no para hacerle un daño sino mas bien para ayudar a que sus pulmones reaccionaran, mis ojos parecían desorbitados ella era algo más que una simple mortal, laberintos y mas laberintos… presión en su pecho… su voluntad… me faltaba el aire tanto como a ella y un golpe mortal a la altura de sus pulmones y el aire se escapo… el silencio me envolvió y mis ojos quedaron pegados en aquella mujer… - ¡Despierta Maldita sea! – mi grito fuerte y claro levantaría a cualquiera de la misma tumba si fuera necesario… ahora tan solo probaría que tan fuerte o débil era aquella.
Alekséi Pávlov- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 20/08/2012
Re: Breathless {Privado}
Me sentía flotar. Ingrávida, grácil, delicada, pequeña en la oscuridad, sin rumbo fijo ni nada que me atara a la tierra. Planeaba, levitaba, mi cuerpo se movía como mecido por el viento suave del otoño, ese que sabía a hojas amarillentas y a casa. Casa... Los ratos pasados con mis hermanos. Josh. Entonces intenté abrir los ojos, pero no pude.
Era como si mi cuerpo no me perteneciera. Había abandonado toda ligereza para ser pesado como una piedra, y tan inmóvil como una de ellas... No podía moverme. No podía respirar. No podía abrir los ojos. No podía gritar. Y tampoco podía dejar de ver, como una imagen proyectada contra mis párpados cerrados, a mi hermano muerto.
Josh estaba hinchado, entre pálido y morado, con los ojos abiertos y lechosos que había visto en animales fallecidos una y mil veces. Su pelo se movía como una cortina fantasmal, impulsado por el agua que hacía de atmósfera protectora en su nido de algas. Sus manitas estaban rígidas, señalándome... ¿Por qué? ¿Por qué me señalas, Josh...?
No podía respirar. De hacerlo, tragaría agua, lo sabía... Y mi cuerpo era como un peso muerto que me impedía hacer el gesto tan simple que era inspirar, así que estaba fuera de toda posibilidad, pero los pulmones me ardían tanto... Me hacían desear poder respirar, poder moverme de esa quietud que me aprisionaba, ¡la odiaba! Y sobre todo quería olvidar esa imagen que me atormentaba: Josh.
Pero él va a seguir ahí, princesa, y lo sabes tan bien como nosotros... ¡Él será tu recordatorio!
Pero ¿qué recordatorio? ¿Qué era eso de lo que se suponía que tenía que acordarme? ¡Era incapaz de hacerlo! Lo intentaba, pero me dolía la cabeza horriblemente cada vez que lo intentaba, y no sólo la cabeza, sino también el corazón... ¿O era el pecho por la falta de aire? Quizá. Pero ya debería estar muerta, ¿no?
¡No!
Algo me elevó, como si no pesara más que una muñeca de trapo, ¡como Scarlet! Algo me condujo a una superficie dura en la que caí como un pasmarote, tan pesada que seguía sin poder moverme, mucho menos abrir los ojos. Y, entonces, comenzó a apretarme el pecho con fuerza, de manera repetida, una, otra, otra, otra vez... ¡Dolía!
Sal, sal de ahí...
¿Qué era eso? Noté que había alguien más dentro de mi cabeza, alguien que se había metido en mi cuerpo y que aclaraba la oscuridad poco a poco. Los pulmones querían empezar a responderme, me lo decían con pinchazos insistentes, pero ellos chillaban, querían aplacar esa nueva presencia tan cálida y tan poco dañina... ¡No!
¡Despierta Maldita sea!
Y, como por encanto, pude abrir los ojos. Mi cuerpo volvió a pertenecerme, se inclinó hacia un lado y escupió toda el agua que había estado aprisionando mis pulmones. Inspiré con fuerza un par de veces, me sobrevino un ataque de tos violento que hizo que me doliera la garganta, pero volvía ser dueña de mí misma, y eso sabía tan bien como el aire fresco.
Me dejé caer boca arriba en aquel bote, sin fuerzas para nada que no fuera inspirar y espirar con cuidado y sobreviviendo al dolor instalado en mi pecho. Miré a mi salvador, a sus intensos ojos azules, su pelo oscuro, su complexión fuerte y esa calidez que ya me había parecido sentir cuando alguien... ¿él? se había aventurado en mi mente, cuando... ¿Cuando qué? No recordaba. Tenía problemas para recordar qué había pasado antes de que me rescatara: sólo veía retazos sueltos de imágenes inconexas, que no tenían sentido alguno. Pero daba igual. Estaba viva.
– Gracias... – murmuré, intentando dibujarme sin éxito una sonrisa en los labios, que notaba agrietados y en carne viva. Me incorporé y un dolor de cabeza horrible me hizo llevarme las manos a las sienes mientras las últimas imágenes que recordaba se iban poco a poco difuminando... ¡No! Quería recordar.
– ¿Qué ha pasado...? ¿Dónde...? – comencé, con voz temblorosa y mirando a mi alrededor, a todos lados, en busca de algo conocido, del motivo de encontrarme allí, ¡algo! Y, de pronto, mi hermano en medio de la laguna volvió a mí con fuerza, en una imagen que casi me hizo cerrar los ojos de nuevo.
– ¡Josh...! Tengo que encontrarlo, ¿has visto a un niño de unos nueve años por aquí? Estaba ahí, iba a ir a por él antes de que se ahogara, no sabe nadar... – añadí, con escalofríos violentos recorriéndome, con calor aunque no lo hiciera, y quizá algo de fiebre, pero eso daba igual: mi hermano era lo único que importaba.
Era como si mi cuerpo no me perteneciera. Había abandonado toda ligereza para ser pesado como una piedra, y tan inmóvil como una de ellas... No podía moverme. No podía respirar. No podía abrir los ojos. No podía gritar. Y tampoco podía dejar de ver, como una imagen proyectada contra mis párpados cerrados, a mi hermano muerto.
Josh estaba hinchado, entre pálido y morado, con los ojos abiertos y lechosos que había visto en animales fallecidos una y mil veces. Su pelo se movía como una cortina fantasmal, impulsado por el agua que hacía de atmósfera protectora en su nido de algas. Sus manitas estaban rígidas, señalándome... ¿Por qué? ¿Por qué me señalas, Josh...?
No podía respirar. De hacerlo, tragaría agua, lo sabía... Y mi cuerpo era como un peso muerto que me impedía hacer el gesto tan simple que era inspirar, así que estaba fuera de toda posibilidad, pero los pulmones me ardían tanto... Me hacían desear poder respirar, poder moverme de esa quietud que me aprisionaba, ¡la odiaba! Y sobre todo quería olvidar esa imagen que me atormentaba: Josh.
Pero él va a seguir ahí, princesa, y lo sabes tan bien como nosotros... ¡Él será tu recordatorio!
Pero ¿qué recordatorio? ¿Qué era eso de lo que se suponía que tenía que acordarme? ¡Era incapaz de hacerlo! Lo intentaba, pero me dolía la cabeza horriblemente cada vez que lo intentaba, y no sólo la cabeza, sino también el corazón... ¿O era el pecho por la falta de aire? Quizá. Pero ya debería estar muerta, ¿no?
¡No!
Algo me elevó, como si no pesara más que una muñeca de trapo, ¡como Scarlet! Algo me condujo a una superficie dura en la que caí como un pasmarote, tan pesada que seguía sin poder moverme, mucho menos abrir los ojos. Y, entonces, comenzó a apretarme el pecho con fuerza, de manera repetida, una, otra, otra, otra vez... ¡Dolía!
Sal, sal de ahí...
¿Qué era eso? Noté que había alguien más dentro de mi cabeza, alguien que se había metido en mi cuerpo y que aclaraba la oscuridad poco a poco. Los pulmones querían empezar a responderme, me lo decían con pinchazos insistentes, pero ellos chillaban, querían aplacar esa nueva presencia tan cálida y tan poco dañina... ¡No!
¡Despierta Maldita sea!
Y, como por encanto, pude abrir los ojos. Mi cuerpo volvió a pertenecerme, se inclinó hacia un lado y escupió toda el agua que había estado aprisionando mis pulmones. Inspiré con fuerza un par de veces, me sobrevino un ataque de tos violento que hizo que me doliera la garganta, pero volvía ser dueña de mí misma, y eso sabía tan bien como el aire fresco.
Me dejé caer boca arriba en aquel bote, sin fuerzas para nada que no fuera inspirar y espirar con cuidado y sobreviviendo al dolor instalado en mi pecho. Miré a mi salvador, a sus intensos ojos azules, su pelo oscuro, su complexión fuerte y esa calidez que ya me había parecido sentir cuando alguien... ¿él? se había aventurado en mi mente, cuando... ¿Cuando qué? No recordaba. Tenía problemas para recordar qué había pasado antes de que me rescatara: sólo veía retazos sueltos de imágenes inconexas, que no tenían sentido alguno. Pero daba igual. Estaba viva.
– Gracias... – murmuré, intentando dibujarme sin éxito una sonrisa en los labios, que notaba agrietados y en carne viva. Me incorporé y un dolor de cabeza horrible me hizo llevarme las manos a las sienes mientras las últimas imágenes que recordaba se iban poco a poco difuminando... ¡No! Quería recordar.
– ¿Qué ha pasado...? ¿Dónde...? – comencé, con voz temblorosa y mirando a mi alrededor, a todos lados, en busca de algo conocido, del motivo de encontrarme allí, ¡algo! Y, de pronto, mi hermano en medio de la laguna volvió a mí con fuerza, en una imagen que casi me hizo cerrar los ojos de nuevo.
– ¡Josh...! Tengo que encontrarlo, ¿has visto a un niño de unos nueve años por aquí? Estaba ahí, iba a ir a por él antes de que se ahogara, no sabe nadar... – añadí, con escalofríos violentos recorriéndome, con calor aunque no lo hiciera, y quizá algo de fiebre, pero eso daba igual: mi hermano era lo único que importaba.
Invitado- Invitado
Re: Breathless {Privado}
Estuve a punto de agarrarla de los hombros y darle unas cuantas zamarreadas a su cuerpo cuando sentí y vi como su interior se inflamaba y expulsaba la gran cantidad de agua que tenía en sus pulmones, realmente me sentí demasiado aliviado, no quería llegar a los extremos y hacerle quien sabe Dios qué cosa para hacer que reaccionara nuevamente. La observe quizás más de la cuenta o realmente no sabía ¿habría algún libro que te dijera cuanto era el tiempo correcto? Reí ante mi propio pensamiento y cuando al fin sus ojos cristalinos se abrieron la imagen de ella ya no pareció la de una muerta o casi. SI aquella la había visto en su interior mientras buscaba la manera de hacerla revivir un escalofríos me paso por el cuerpo y sacudí mi cabeza para despejar lo que tenia metido en mi cabeza, entrar en el cuerpo ajeno de cualquier persona siempre podía perturbarte y ella no era la excepción.
No tienes que agradecer nada, no iba a dejar que te murieras así además no creo que aun sea tu tiempo de morir. – Hable como si la conociera de toda la vida, ese era uno de mis defectos, siempre me decían que confiaba mucho en las personas que estaban en tierra firme, por lo contrario desconfiaba de todo aquel que estaba en el navío, extraño pero cierto – Yo estaba por allá arreglando uno de mis botes – explique, señalando el bote y el lugar – cuando te vi corriendo – como loca, pero omití aquello no era necesario para mi explicación – y corrías con gran fuerzas, buscando algo y luego te sumergiste y no volviste a salir – moví la cabeza mientras buscaba su mirada – ahí fue cuando llegue hasta tu cuerpo casi inconsciente y te saque a flote para que ahora estemos conversando – siempre tenía que decir algo mas no era de quedarse callado, si me pedían explicaciones las daba, si me pedían pelea, peleaba…
Tome aire y lo último que ella dijo gatillo a que las piezas esparcidas en mi cabeza formaran el puzle faltante entre lo que había visto en la realidad y lo que su interior andaba buscando ¿Josh? Arrugué la frente mientras buscaba una lógica a lo irracional de sus palabras, ate cabos que realmente tenía mis dudas, locura, esa era la única respuesta – NO, he estado todo la tarde y parte de la noche aquí en el lago y no ha venido ninguna otra persona, ni mucho menos otro ahogado si fuera así créeme lo tendría con vida- no era ningún héroe pero tampoco decía mentiras menos cuando no tenía nada que perder.
Gire mi cabeza buscando en la inmensidad del lago – Créeme, de verdad que no ha venido nadie más que tu y yo a estos lugares. – pase saliva, no es que tuviera miedo pero lo que ella me decía me hacia recordar a la voz de la mujer en el barco, aquella voz que me seguía, que me atormentaba con cosas que nunca había vivido, todo por llevar el mismo apellido del Viejo Petrova. Suspire notoriamente la briza comenzaba a helar nuestros cuerpos -¿te puedo hacer una pregunta? – Solamente moví mis ojos de un lado hacia otro con lentitud, me arriesgaría por que no podía quedarme con esta duda – ¿Alguien, alguna vez aparte de ti ha visto a Josh… estos días? – aceptaría cualquier respuesta si era como lo que estaba pensando compartíamos más de lo que a simple vista podía verse. Comenzara hacer frio, levante una mano para ver en qué dirección iba el viento si algo sabia era reconocer los vientos, las direcciones de la rosa de los vientos – este viento traerá nubes… hare una fogata – aunque ella nos e quedara ahí, el fuego me abrigaría y secaría mis ropas que estaban pegoteadas a mi cuerpo, no tenia que enfermarme o si no mi fiel amiga me regañaría y lo menos que deseaba en ese momento era aquello. Me levante dejando la pregunta en el aire, en uno de los botes encallados tome unas maderas varias y las coloque en una extraña posición, de un bolso que agradecía estaba seco tome un poco de pólvora y juntando pequeñas ramitas hice un circulo con aquello hice chispear dos piedras hasta que una pequeña chista poco la pólvora y esta quemo unas ramitas que se prendieron de a poco las llamas comenzaron… - Así está mejor – fue mi última frase y volví a sentarme junto a ella - ¿Estas bien?
No tienes que agradecer nada, no iba a dejar que te murieras así además no creo que aun sea tu tiempo de morir. – Hable como si la conociera de toda la vida, ese era uno de mis defectos, siempre me decían que confiaba mucho en las personas que estaban en tierra firme, por lo contrario desconfiaba de todo aquel que estaba en el navío, extraño pero cierto – Yo estaba por allá arreglando uno de mis botes – explique, señalando el bote y el lugar – cuando te vi corriendo – como loca, pero omití aquello no era necesario para mi explicación – y corrías con gran fuerzas, buscando algo y luego te sumergiste y no volviste a salir – moví la cabeza mientras buscaba su mirada – ahí fue cuando llegue hasta tu cuerpo casi inconsciente y te saque a flote para que ahora estemos conversando – siempre tenía que decir algo mas no era de quedarse callado, si me pedían explicaciones las daba, si me pedían pelea, peleaba…
Tome aire y lo último que ella dijo gatillo a que las piezas esparcidas en mi cabeza formaran el puzle faltante entre lo que había visto en la realidad y lo que su interior andaba buscando ¿Josh? Arrugué la frente mientras buscaba una lógica a lo irracional de sus palabras, ate cabos que realmente tenía mis dudas, locura, esa era la única respuesta – NO, he estado todo la tarde y parte de la noche aquí en el lago y no ha venido ninguna otra persona, ni mucho menos otro ahogado si fuera así créeme lo tendría con vida- no era ningún héroe pero tampoco decía mentiras menos cuando no tenía nada que perder.
Gire mi cabeza buscando en la inmensidad del lago – Créeme, de verdad que no ha venido nadie más que tu y yo a estos lugares. – pase saliva, no es que tuviera miedo pero lo que ella me decía me hacia recordar a la voz de la mujer en el barco, aquella voz que me seguía, que me atormentaba con cosas que nunca había vivido, todo por llevar el mismo apellido del Viejo Petrova. Suspire notoriamente la briza comenzaba a helar nuestros cuerpos -¿te puedo hacer una pregunta? – Solamente moví mis ojos de un lado hacia otro con lentitud, me arriesgaría por que no podía quedarme con esta duda – ¿Alguien, alguna vez aparte de ti ha visto a Josh… estos días? – aceptaría cualquier respuesta si era como lo que estaba pensando compartíamos más de lo que a simple vista podía verse. Comenzara hacer frio, levante una mano para ver en qué dirección iba el viento si algo sabia era reconocer los vientos, las direcciones de la rosa de los vientos – este viento traerá nubes… hare una fogata – aunque ella nos e quedara ahí, el fuego me abrigaría y secaría mis ropas que estaban pegoteadas a mi cuerpo, no tenia que enfermarme o si no mi fiel amiga me regañaría y lo menos que deseaba en ese momento era aquello. Me levante dejando la pregunta en el aire, en uno de los botes encallados tome unas maderas varias y las coloque en una extraña posición, de un bolso que agradecía estaba seco tome un poco de pólvora y juntando pequeñas ramitas hice un circulo con aquello hice chispear dos piedras hasta que una pequeña chista poco la pólvora y esta quemo unas ramitas que se prendieron de a poco las llamas comenzaron… - Así está mejor – fue mi última frase y volví a sentarme junto a ella - ¿Estas bien?
Alekséi Pávlov- Hechicero Clase Baja
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Re: Breathless {Privado}
Como truenos que retumbaban en el lienzo del cielo, los recuerdos venían de vuelta a mi cabeza, fragmentados, rotos, dolorosos. Veía a mi hermano en el agua, me veía a mí misma perseguirlo para traerlo de vuelta, ¡claro!, luego el agua me rodeaba, y después nada. Oscuridad. Tinieblas y sombras fundiéndose y confundiéndose hasta llegar a mi despertar con él, ese chico de ojos claros, cuyo nombre desconocía.
No confíes en él.
¿Por qué no? Me había salvado, sin tener por qué hacerlo. ¡Ni siquiera se lo había pedido! Y, sin embargo, allí estaba, dispuesto a contestar a mis preguntas. Quizá conseguiría instaurar la claridad en mi mente. Quizá podría ayudarme a unir de nuevo las piezas perdidas. Quizá... ¡Quizá supiera dónde estaba Josh! Porque él, según me estaba diciendo, había estado en la laguna, ¿verdad?
No, pequeña, la suerte nunca estará de tu parte.
Él no sabía nada. Quería gritar de frustración, llorar por impotencia, destruir a mi padre por llevarse a mis hermanos lejos, sin motivo alguno, pero no podía ni tragar saliva. Me costaba incluso parpadear, con lo cual mis ojos se secaban y picaban, pero me daba igual. Quería ver si mentía. Tenía que estar mintiendo... Pero no. Parecía ser sincero, y eso era lo que más dolía.
¡Nunca los encontrarás!
Me acerqué al fuego para que me calentara y me librara del agua, y reprimí un escalofrío, aunque me castañearon los dientes. Después, me abracé a mí misma para quitarme parte del aire que venía y que, pese a no ser muy frío, aún me helaba los huesos, y aparté la vista de las llamas, ¡tentadoras llamas!, para volver a mirar a mi salvador anónimo.
– Desapareció hace semanas, no sé nada de él desde entonces, salvo que tiene que estar en París, no ha podido ir a ninguna otra parte. – le dije, mordiéndome después el labio inferior con fuerza. No me sorprendió probar mi propia sangre, sucia como los restos del agua que me inflamaban la dolorida boca, la garganta, los pulmones.
El agua me atraía peligrosamente, igual que el fuego. En lugar de verlos como amenazas, ¡que lo eran!, yo los veía atractivos. Casi me daban ganas de tocarlo... Y el fuego casi parecía sonreír, alentarme con su crepitar a que arrojara al mentiroso salvador a sus fauces, ¡sí! Pero ¿qué estaba diciendo? ¡Él me había ayudado! Aparté esos pensamientos de mi mente y suspiré sonoramente, derrotada físicamente.
– Creía... haberlo visto. – respondí, bajando la cabeza hasta que apoyé la barbilla sobre mis rodillas, dobladas y abrazadas por mis brazos. – Tengo que encontrarlo, que yo esté bien da igual si él no lo está. Sólo necesito estar viva. – añadí, con voz tan débil que terminó en un carraspeo, aún con restos de agua en la garganta que me irritaban aún más las ya delicadas zonas en las que se posaban.
Me froté las manos, que había separado ya de las piernas, para que con la fricción entraran en calor; soplé en ellas mi cálido aliento, entrecortado porque no podía respirar bien, y finalmente las acerqué al fuego, donde mejor abandonarían el frío que me entumecía los dedos como lo hacía con mi cuerpo y con mi mente. Tenía que encontrar a Josh, ¡dijera lo que dijera yo lo había visto! Quizá aún seguía en el fondo de la laguna...
Muerto, muerto, ¡está muerto y enterrado a diez metros bajo tierra! Y ese chico tiene algo que ver, porque te ha dicho que no lo ha visto, y nosotros sí lo hemos hecho...
– ¿Cómo te llamas? ¿Por qué estabas aquí arreglando botes? – inquirí, con los ojos entrecerrados fijos en los suyos, tan claros que podían hacerle fácilmente la competencia a los míos. ¿Eran ojos de mentiroso? Eso estaba por averiguarlo, ¡sí!
Y, como nos mienta, lo lamentará...
Sí. Lo hará.
No confíes en él.
¿Por qué no? Me había salvado, sin tener por qué hacerlo. ¡Ni siquiera se lo había pedido! Y, sin embargo, allí estaba, dispuesto a contestar a mis preguntas. Quizá conseguiría instaurar la claridad en mi mente. Quizá podría ayudarme a unir de nuevo las piezas perdidas. Quizá... ¡Quizá supiera dónde estaba Josh! Porque él, según me estaba diciendo, había estado en la laguna, ¿verdad?
No, pequeña, la suerte nunca estará de tu parte.
Él no sabía nada. Quería gritar de frustración, llorar por impotencia, destruir a mi padre por llevarse a mis hermanos lejos, sin motivo alguno, pero no podía ni tragar saliva. Me costaba incluso parpadear, con lo cual mis ojos se secaban y picaban, pero me daba igual. Quería ver si mentía. Tenía que estar mintiendo... Pero no. Parecía ser sincero, y eso era lo que más dolía.
¡Nunca los encontrarás!
Me acerqué al fuego para que me calentara y me librara del agua, y reprimí un escalofrío, aunque me castañearon los dientes. Después, me abracé a mí misma para quitarme parte del aire que venía y que, pese a no ser muy frío, aún me helaba los huesos, y aparté la vista de las llamas, ¡tentadoras llamas!, para volver a mirar a mi salvador anónimo.
– Desapareció hace semanas, no sé nada de él desde entonces, salvo que tiene que estar en París, no ha podido ir a ninguna otra parte. – le dije, mordiéndome después el labio inferior con fuerza. No me sorprendió probar mi propia sangre, sucia como los restos del agua que me inflamaban la dolorida boca, la garganta, los pulmones.
El agua me atraía peligrosamente, igual que el fuego. En lugar de verlos como amenazas, ¡que lo eran!, yo los veía atractivos. Casi me daban ganas de tocarlo... Y el fuego casi parecía sonreír, alentarme con su crepitar a que arrojara al mentiroso salvador a sus fauces, ¡sí! Pero ¿qué estaba diciendo? ¡Él me había ayudado! Aparté esos pensamientos de mi mente y suspiré sonoramente, derrotada físicamente.
– Creía... haberlo visto. – respondí, bajando la cabeza hasta que apoyé la barbilla sobre mis rodillas, dobladas y abrazadas por mis brazos. – Tengo que encontrarlo, que yo esté bien da igual si él no lo está. Sólo necesito estar viva. – añadí, con voz tan débil que terminó en un carraspeo, aún con restos de agua en la garganta que me irritaban aún más las ya delicadas zonas en las que se posaban.
Me froté las manos, que había separado ya de las piernas, para que con la fricción entraran en calor; soplé en ellas mi cálido aliento, entrecortado porque no podía respirar bien, y finalmente las acerqué al fuego, donde mejor abandonarían el frío que me entumecía los dedos como lo hacía con mi cuerpo y con mi mente. Tenía que encontrar a Josh, ¡dijera lo que dijera yo lo había visto! Quizá aún seguía en el fondo de la laguna...
Muerto, muerto, ¡está muerto y enterrado a diez metros bajo tierra! Y ese chico tiene algo que ver, porque te ha dicho que no lo ha visto, y nosotros sí lo hemos hecho...
– ¿Cómo te llamas? ¿Por qué estabas aquí arreglando botes? – inquirí, con los ojos entrecerrados fijos en los suyos, tan claros que podían hacerle fácilmente la competencia a los míos. ¿Eran ojos de mentiroso? Eso estaba por averiguarlo, ¡sí!
Y, como nos mienta, lo lamentará...
Sí. Lo hará.
Invitado- Invitado
Re: Breathless {Privado}
Realmente me daba igual lo que las personas pensaran de mi, de mi trabajo de todo el sacrificio que le ponía para mantener todo bueno y de lujo aun cuando me faltara la comida el abrigo mi navío siempre tendría que verse lo mejor posible, al final de cuentas nadie habla con el capitán y no me gustaba mucho el trato con personas adineradas simplemente no sabía cómo comportarme era un hombre bruto que solo sabía hacer su trabajo bien costara lo que costara. Suspire cuando la vi aquella moverse y refregarse de seguro estaba congelada el clima estaba cálido pero las aguas siempre eran frías, el fuego lograba amenizar el lugar o al menos eso era lo que yo creía. No me causo ni el menor miedo escucharla, al parecer ella sufría de alucinaciones y yo… y yo escuchaba esa puta voz cada vez que me acordaba del viejo Pávlov… vaya dúo, pensé y me senté frente a ella y al fuego estire mis manos que moradas por el frio estaban, las refregué una y otra vez hasta que alcanzaran un color mas menos de un hombre sano.
Sacudí mi cabeza para que el agua que aun permanecía en mis cabellos se cayera, la cabeza se me congelaba en ese momento – Si esta en Paris, lo encontraras… y si necesitas ayuda mientras permanezca en la ciudad puedo ayudarte a buscar a tu hermano, al final de cuentas no tengo mucho que hacer mientras reparan el navío – resople las últimas palabras que estuviera varado el barco era perdida de dinero, pero lo tomaría como unas vacaciones obligadas, aparte de Diadre no conocía a nadie mas en Paris – Y te prometo que no vino nadie a la laguna en todo el día, la tarde y ahora la noche… me la he pasado aquí – era cierto, no tenia por que mentir y mucho menos no era un mentiroso no tenía nada que perder en este momento.
Cruce mis piernas quedando como flor de loto pase mis manos por mis muslos para entrar en calor mientras no le quitaba la vista de encima a la mujer que parecía luchar cada segundo sus ojos parecían intactos… pero no era del todo sentía que algo le inquietaba de sobre manera… ¿Qué no estaba seguro del todo? Su hermano ella lo había dicho pero había algo mas, de eso estaba completamente seguro.
Su mirada se poso en la mía, ella era como una fiera, su interior me lo había dicho al momento que le ayude a reaccionar al darle algo que a mí me sobraba voluntad… trague saliva ante su pregunta arrugue el ceño un poco desconcertado pero no tenía nada que ocultar – Alekséi Pávlov, capitán del Midnight, me encontraba arreglando los votes salvavidas ya que muchos tenían falencias y como soy el dueño de todo y no tengo el dinero suficiente para estas reparaciones las hago yo mismo, el navío grande en el puerto lo están reparando a que una caldera exploto en pleno viaje. – Si, yo siempre dando explicaciones de mas, pero a veces eran necesarias y no siempre tenía la oportunidad de hablar con damas bellas, la mayor parte del tiempo me la pasaba enojado y mandando a los marineros a que hicieran bien su trabajo.
¿Y tu cómo te llamas? – no hacía falta preguntar lo otro porque ya lo había explicado andaba buscando a su hermano, hice una especie de nota mental al tiempo que no dejaba de mirarla ni un solo segundo, ella no parecía seré tan frágil ni tan estúpida para querer suicidarse, algo dentro volvía a activarse y a decirme que ella necesitaba algo… locura…. Pues a mi entendimiento estamos todos locos unos más que otros claramente.
Off: Felicitaciones por el premio al personaje del mes
Sacudí mi cabeza para que el agua que aun permanecía en mis cabellos se cayera, la cabeza se me congelaba en ese momento – Si esta en Paris, lo encontraras… y si necesitas ayuda mientras permanezca en la ciudad puedo ayudarte a buscar a tu hermano, al final de cuentas no tengo mucho que hacer mientras reparan el navío – resople las últimas palabras que estuviera varado el barco era perdida de dinero, pero lo tomaría como unas vacaciones obligadas, aparte de Diadre no conocía a nadie mas en Paris – Y te prometo que no vino nadie a la laguna en todo el día, la tarde y ahora la noche… me la he pasado aquí – era cierto, no tenia por que mentir y mucho menos no era un mentiroso no tenía nada que perder en este momento.
Cruce mis piernas quedando como flor de loto pase mis manos por mis muslos para entrar en calor mientras no le quitaba la vista de encima a la mujer que parecía luchar cada segundo sus ojos parecían intactos… pero no era del todo sentía que algo le inquietaba de sobre manera… ¿Qué no estaba seguro del todo? Su hermano ella lo había dicho pero había algo mas, de eso estaba completamente seguro.
Su mirada se poso en la mía, ella era como una fiera, su interior me lo había dicho al momento que le ayude a reaccionar al darle algo que a mí me sobraba voluntad… trague saliva ante su pregunta arrugue el ceño un poco desconcertado pero no tenía nada que ocultar – Alekséi Pávlov, capitán del Midnight, me encontraba arreglando los votes salvavidas ya que muchos tenían falencias y como soy el dueño de todo y no tengo el dinero suficiente para estas reparaciones las hago yo mismo, el navío grande en el puerto lo están reparando a que una caldera exploto en pleno viaje. – Si, yo siempre dando explicaciones de mas, pero a veces eran necesarias y no siempre tenía la oportunidad de hablar con damas bellas, la mayor parte del tiempo me la pasaba enojado y mandando a los marineros a que hicieran bien su trabajo.
¿Y tu cómo te llamas? – no hacía falta preguntar lo otro porque ya lo había explicado andaba buscando a su hermano, hice una especie de nota mental al tiempo que no dejaba de mirarla ni un solo segundo, ella no parecía seré tan frágil ni tan estúpida para querer suicidarse, algo dentro volvía a activarse y a decirme que ella necesitaba algo… locura…. Pues a mi entendimiento estamos todos locos unos más que otros claramente.
Off: Felicitaciones por el premio al personaje del mes
Alekséi Pávlov- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 20/08/2012
Re: Breathless {Privado}
No sabía nada de él, salvo que me había salvado. Pero eso podía no ser indicador de suerte, ¡no!, porque no conocía sus motivos. Quizá quería que me confiara para, entonces, atraparme. ¡Quizá conocía a mi padre, o peor, trabajaba para él! Nadie me aseguraba lo contrario. De hecho...
Es un total desconocido, Alchemilla. ¿Elegirás confiar en él por encima de nosotros, que te ayudamos y te decimos la verdad?
¡Vosotros sois crueles y mentís, me herís, me hacéis daño! ¡Vosotros no me ayudáis a encontrar a mis hermanos, sólo buscáis molestarme! Mientras que él... ¡él se había ofrecido a ayudarme si es que seguían en París, y seguían! ¿Qué decís a eso, eh?
¡Miente!
Puede. Pero voy a elegir creerle, por ahora. Y eso hice, creer sus palabras, identificarlo como Alekséi Pávlov, el capitán de un barco averiado que lo obligaba a quedarse en tierra... alguien que pudiera ayudarme a encontrar a mis hermanos. Él mismo lo había dicho, ¿verdad? No me lo había inventado, ¿no? ¡¿No?!
Sí, lo ha dicho, pero seguro que sólo para convencerte de que...
Oh, ¡callad de una vez! Puedo cuidar de mí misma, puedo saber en quién confiar. Puedo... puedo encontrar a mis hermanos.
– Me llamo Alchemilla Pen... Gillespie. Alchemilla Gillespie. – dije, mordiéndome la lengua a tiempo de no decir el apellido del asesino traidor de mi padre y utilizando, en su lugar, el de mi madre. Ella, que sólo había sido una víctima de la enfermedad, ¿cómo reaccionaría ante la situación? ¿Qué pensaría de mi decisión de confiar en Alekséi? ¿Lo aprobaría?
Claro que lo aprobaría, si con eso encuentras a tus hermanos...
Ya no me dolía tanto el cuerpo, aunque me notaba cansada. Mi voz sonaba como solía, sin rastros de agua dañando mis pulmones y entorpeciendo mi garganta. Ya parecía que estaba bien... salvo por el frío. Salvo por ese frío que se me metía en los huesos y se me clavaba como un centenar de cuchillos afilados.
– No sé mucho de barcos, así que no podría ayudarte. Para devolverte el favor, ya sabes. Pero si te queda alguno por arreglar, puedes enseñarme cómo y te puedo ayudar, para agradecértelo. No se me da bien... – añadí, frunciendo el ceño ante mis propias palabras pero volviendo a mirarlo enseguida. – no se me dan bien las palabras. Prefiero los hechos. – finalicé.
Ahora estás en deuda con él, ¡mira lo que has conseguido!
Pero se lo debía. Gracias a él, que me había salvado sin tener por qué hacerlo, estaba un paso más cerca de encontrar a mis hermanos. Al menos, un paso de gigante más cerca que estando muerta. Y mi lealtad hacia él estaba garantizada, como mínimo, hasta que saldara la deduda que había contraído con el capitán del Midnight.
Off: Muchas gracias por la felicitación :3 Y siento lo corto del post -.-U
Es un total desconocido, Alchemilla. ¿Elegirás confiar en él por encima de nosotros, que te ayudamos y te decimos la verdad?
¡Vosotros sois crueles y mentís, me herís, me hacéis daño! ¡Vosotros no me ayudáis a encontrar a mis hermanos, sólo buscáis molestarme! Mientras que él... ¡él se había ofrecido a ayudarme si es que seguían en París, y seguían! ¿Qué decís a eso, eh?
¡Miente!
Puede. Pero voy a elegir creerle, por ahora. Y eso hice, creer sus palabras, identificarlo como Alekséi Pávlov, el capitán de un barco averiado que lo obligaba a quedarse en tierra... alguien que pudiera ayudarme a encontrar a mis hermanos. Él mismo lo había dicho, ¿verdad? No me lo había inventado, ¿no? ¡¿No?!
Sí, lo ha dicho, pero seguro que sólo para convencerte de que...
Oh, ¡callad de una vez! Puedo cuidar de mí misma, puedo saber en quién confiar. Puedo... puedo encontrar a mis hermanos.
– Me llamo Alchemilla Pen... Gillespie. Alchemilla Gillespie. – dije, mordiéndome la lengua a tiempo de no decir el apellido del asesino traidor de mi padre y utilizando, en su lugar, el de mi madre. Ella, que sólo había sido una víctima de la enfermedad, ¿cómo reaccionaría ante la situación? ¿Qué pensaría de mi decisión de confiar en Alekséi? ¿Lo aprobaría?
Claro que lo aprobaría, si con eso encuentras a tus hermanos...
Ya no me dolía tanto el cuerpo, aunque me notaba cansada. Mi voz sonaba como solía, sin rastros de agua dañando mis pulmones y entorpeciendo mi garganta. Ya parecía que estaba bien... salvo por el frío. Salvo por ese frío que se me metía en los huesos y se me clavaba como un centenar de cuchillos afilados.
– No sé mucho de barcos, así que no podría ayudarte. Para devolverte el favor, ya sabes. Pero si te queda alguno por arreglar, puedes enseñarme cómo y te puedo ayudar, para agradecértelo. No se me da bien... – añadí, frunciendo el ceño ante mis propias palabras pero volviendo a mirarlo enseguida. – no se me dan bien las palabras. Prefiero los hechos. – finalicé.
Ahora estás en deuda con él, ¡mira lo que has conseguido!
Pero se lo debía. Gracias a él, que me había salvado sin tener por qué hacerlo, estaba un paso más cerca de encontrar a mis hermanos. Al menos, un paso de gigante más cerca que estando muerta. Y mi lealtad hacia él estaba garantizada, como mínimo, hasta que saldara la deduda que había contraído con el capitán del Midnight.
Off: Muchas gracias por la felicitación :3 Y siento lo corto del post -.-U
Invitado- Invitado
Re: Breathless {Privado}
No era de esos hombres que se hacían los lindos con las mujeres, no, en realidad si lo era como todo marinero en cada puerto un amor. Extrañamente me era fiel a mí mismo y hacia más de un buen tiempo que no estaba parado más de dos días en algún puerto y como iban las cosas en Paris estaría más de lo que necesitaba y mucho más de lo que me gustaría mi vida estaba para ser vivida en los siete mares donde pudiera ser realmente libre y ser el hombre el cual mi padre había criado. Suspire de manera notoria, mirando a la mujer que sin duda parecía esconder más secretos que mi mismo navío, extraña, sensual, diferente, interesante, loca… ¿a caso no todos lo estábamos? En realidad sí, no existían en este mundo gente normal yo no lo era y nadie a mi alrededor tampoco. – Alchemilla, que hermoso nombre – me quede un rato pensando era la primera vez que escuchaba aquel singular nombre prestando atención más a ella era perfecto, le caía como anillo al dedo un nombre extraño para una persona que salía de lo común.
Me gustaba conversar de cosas que sabía, con gente de confianza muchas veces me costaba confiar a buenas y primeras pero ahora y viendo las actos a los que nos habíamos envuelto, el rescate, su búsqueda, mi ayuda hacia ella… podría decir que ella o algo en ella quería que todo saliera mal, que todo lo que yo dijera fuera en contra. Me levante rodeando la fogata pero nunca sacando a la mujer de mi campo visual. - Solo ando probando que no tengas filtraciones de agua, cada bote tiene que estar en buen estado en caso de que el navío le suceda algo en alta mar – comencé hablar, si algo conocía bien y a la perfección eran lo que tenía que ver con el alta mar – Pero ya termine, he estado todo el día reparando cada uno y ya todos están en perfecto estado – dirigí mi mirada hacia la laguna – Por la mañana vendrán por mí para llevarlos al puerto – termine diciendo incline un poco mi cuerpo hacia la fogata para agarrar algo de calor mientras permanecía en completo silencio.
Y… no me debes nada tu vida es más valiosa que cualquier favor – realmente creía en eso, pues una vida valía mas que cualquiera de los tesoros escondidos por los mares del mundo. Volví a mi lugar y tome asiento cerrando los ojos unos segundos, a lo que se me vino a la cabeza lo que había visto en el interior de aquella mujer, de inmediato abrí los ojos y moví la cabeza de lado a lado - Yo te ayudare en tu búsqueda – reafirme lo que había dicho anteriormente, no sabía cómo hacer eso, pero de seguro de algo serviría los dones que como hechicero tenia.
Alchemilla… descríbeme a tu hermano para hacerme una imagen en mi cabeza así puedo ayudarte mas, y cuéntame… bueno si deseas… necesito datos como la última vez que estuviste con él, o cualquier cosa – todo podía ayudar aunque realmente tenía mis grandes dudas, pero sí de esa manera ella confiaría en mi lo haría, de todas maneras necesitaba tener de amigos en Paris, para poder siempre regresar con algún pretexto.
Off: Lamento lo corto ><
Me gustaba conversar de cosas que sabía, con gente de confianza muchas veces me costaba confiar a buenas y primeras pero ahora y viendo las actos a los que nos habíamos envuelto, el rescate, su búsqueda, mi ayuda hacia ella… podría decir que ella o algo en ella quería que todo saliera mal, que todo lo que yo dijera fuera en contra. Me levante rodeando la fogata pero nunca sacando a la mujer de mi campo visual. - Solo ando probando que no tengas filtraciones de agua, cada bote tiene que estar en buen estado en caso de que el navío le suceda algo en alta mar – comencé hablar, si algo conocía bien y a la perfección eran lo que tenía que ver con el alta mar – Pero ya termine, he estado todo el día reparando cada uno y ya todos están en perfecto estado – dirigí mi mirada hacia la laguna – Por la mañana vendrán por mí para llevarlos al puerto – termine diciendo incline un poco mi cuerpo hacia la fogata para agarrar algo de calor mientras permanecía en completo silencio.
Y… no me debes nada tu vida es más valiosa que cualquier favor – realmente creía en eso, pues una vida valía mas que cualquiera de los tesoros escondidos por los mares del mundo. Volví a mi lugar y tome asiento cerrando los ojos unos segundos, a lo que se me vino a la cabeza lo que había visto en el interior de aquella mujer, de inmediato abrí los ojos y moví la cabeza de lado a lado - Yo te ayudare en tu búsqueda – reafirme lo que había dicho anteriormente, no sabía cómo hacer eso, pero de seguro de algo serviría los dones que como hechicero tenia.
Alchemilla… descríbeme a tu hermano para hacerme una imagen en mi cabeza así puedo ayudarte mas, y cuéntame… bueno si deseas… necesito datos como la última vez que estuviste con él, o cualquier cosa – todo podía ayudar aunque realmente tenía mis grandes dudas, pero sí de esa manera ella confiaría en mi lo haría, de todas maneras necesitaba tener de amigos en Paris, para poder siempre regresar con algún pretexto.
Off: Lamento lo corto ><
Alekséi Pávlov- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 20/08/2012
Re: Breathless {Privado}
A mí no se me daban bien las palabras, pero al parecer a él sí. ¿Por qué, si no, había halagado mi nombre? Mi nombre, ese que era sinónimo de pesadilla, ese que mostraba las espinas en la rosa, lo que afea la belleza y la hace peligrosa... ¡Y a él le parecía hermoso! ¿Por qué? Por qué... eso era lo que me gustaría a mí saber.
Porque quiere seducirte, ¿por qué si no?
No, eso no era cierto, ¡me había ofrecido su ayuda! Y mi deuda hacia él había crecido, si cabía, un poco más. Además de deberle que me salvara la vida, algo que necesitaba para poder reunir a mi familia de nuevo, ahora iba a deberle su ayuda para encontrar a mis hermanos.
Vamos, ¡pero si no los vais a encontrar!
¡Callad, sé que los encontraremos! Y, aunque no fuera así... aunque no fuera así seguiría debiéndoselo por sus intenciones tan buenas y ¿altruistas? ¡Nadie era tan desinteresado! Pero ya tendría tiempo para pensar en lo que realmente quería de mí: lo importante en aquel momento era que le diera todos los datos posibles e ignorara la incomodidad que se había apoderado de mí con su halago. Empecé a manosear un mechón de mi cabello y lo miré de reojo.
– Josh es... Es un niño. Además, siempre ha sido muy delgado, incluso... incluso entonces. – comencé, mordiéndome el labio inferior al callarme que hasta cuando mi madre había vivido Josh había parecido demasiado delgado, débil... – Se parece a mí, siempre lo han dicho. Pero tiene los ojos de mi padre, verdes. – finalicé, apretando los puños ante la mención de mi padre.
Ese traidor... Ese vulgar asesino, ¡ese secuestrador que tiene la culpa de que se hayan llevado a tus hermanos de nuestro lado!
¡Maldito seas, Murphy! Él tenía la culpa de todo, pero Alekséi me ayudaría a encontrar a mis hermanos y yo misma me ocuparía de mi padre de una vez por todas, sí... ¡Le daría la clase de muerte que se merecía, una lenta y dolorosa, una que haría que pagara por todo lo que había hecho al apartar de mí a mis hermanos! Oh, Alessa y Josh, ¿dónde estáis...?
– La última vez que estuve con él fue hace no demasiado, unas semanas a lo sumo. Estábamos en casa, en una aldea de las afueras de París... Pero él desapareció por la noche, cuando yo dormía. Me desperté y fui a buscarlo, a él y a mi hermana Alessa, pero no había rastro de ellos, y cuando volví... Cuando volví a la aldea todos estaban muertos. No he tenido más noticias de ellos desde entonces. – confesé, bajando la mirada y soltando el mechón de pelo, que casi me había arrancado de la cabeza sin darme cuenta.
Porque quiere seducirte, ¿por qué si no?
No, eso no era cierto, ¡me había ofrecido su ayuda! Y mi deuda hacia él había crecido, si cabía, un poco más. Además de deberle que me salvara la vida, algo que necesitaba para poder reunir a mi familia de nuevo, ahora iba a deberle su ayuda para encontrar a mis hermanos.
Vamos, ¡pero si no los vais a encontrar!
¡Callad, sé que los encontraremos! Y, aunque no fuera así... aunque no fuera así seguiría debiéndoselo por sus intenciones tan buenas y ¿altruistas? ¡Nadie era tan desinteresado! Pero ya tendría tiempo para pensar en lo que realmente quería de mí: lo importante en aquel momento era que le diera todos los datos posibles e ignorara la incomodidad que se había apoderado de mí con su halago. Empecé a manosear un mechón de mi cabello y lo miré de reojo.
– Josh es... Es un niño. Además, siempre ha sido muy delgado, incluso... incluso entonces. – comencé, mordiéndome el labio inferior al callarme que hasta cuando mi madre había vivido Josh había parecido demasiado delgado, débil... – Se parece a mí, siempre lo han dicho. Pero tiene los ojos de mi padre, verdes. – finalicé, apretando los puños ante la mención de mi padre.
Ese traidor... Ese vulgar asesino, ¡ese secuestrador que tiene la culpa de que se hayan llevado a tus hermanos de nuestro lado!
¡Maldito seas, Murphy! Él tenía la culpa de todo, pero Alekséi me ayudaría a encontrar a mis hermanos y yo misma me ocuparía de mi padre de una vez por todas, sí... ¡Le daría la clase de muerte que se merecía, una lenta y dolorosa, una que haría que pagara por todo lo que había hecho al apartar de mí a mis hermanos! Oh, Alessa y Josh, ¿dónde estáis...?
– La última vez que estuve con él fue hace no demasiado, unas semanas a lo sumo. Estábamos en casa, en una aldea de las afueras de París... Pero él desapareció por la noche, cuando yo dormía. Me desperté y fui a buscarlo, a él y a mi hermana Alessa, pero no había rastro de ellos, y cuando volví... Cuando volví a la aldea todos estaban muertos. No he tenido más noticias de ellos desde entonces. – confesé, bajando la mirada y soltando el mechón de pelo, que casi me había arrancado de la cabeza sin darme cuenta.
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Re: Breathless {Privado}
Todos teníamos secretos, unos buenos y otros no tan buenos, muchos nos ocultábamos tras caretas que nadie podría descifrar realmente, si tan solo la hubiera salvado y ya, podría decir que era una mujer normal, pero no lo era me había inmiscuido en su interior, había visto y a la vez sentido algo en ella, algo no muy bueno algo oscuro que la perturbaba y la llevaba en la locura, no era quien para hacer un prejuicio con alguien pero algo me inquietaba, su locura la llevaba a eso a cometer acciones que no iban de la mano de la cordura… extraña y misteriosa, dos complementos que tenia ahí frente a mis ojos, podía verla pero aun así era una verdadera desconocida… ¿Deseaba conocerla? Claro, pero sentía un rechazo de parte de ella, no pedía que confiara en mí, yo tampoco lo haría al cien con ella. Este mundo estaba lleno de locos como para que dos mentes enfermas se juntaran hacer planes una noche donde el fuego flameaba, la brisa corría dispersando su calidez, donde las aguas oscuras cantaban con un oleaje casi inaudible.
Si aquella escena pasara nuevamente volvería hacer los mismo, no dejaría que nadie muriera mientras yo pudiera hacer algo para rescatar una vida, no era un héroe ni mucho menos alguien de un buen camino, disfrutaba de las pocas cosas que la vida me daba, y vivir era una de esas, podía pasar hambre, sed… estar moribundo pero aun así agradecía a la vida… ella… tenía una búsqueda, ella era una rosa negra en el jardín donde solo habitaban blancas flores, ella era el punto diferente en aquel lugar y yo… su contraste no era ni blanco ni negro… era el mediador de mis propios pensamientos, de mis propias palabras. Nunca me arrepentía de nada, condenado a mis frases siempre lo seria y si tenía que adjuntarme en una búsqueda perdida me adentraría en esa aventura, porque la monotonía me mataría… y estar varado en Paris no tenía la menor gracia para mi, ella me estaba dando un principio para el resto de mis días en aquella tierra, luego el mar abrazaría con enormes olas mi navío y de ahí otra historia tendría que contar.
Levante la vista en algún momento me había perdido en las llamas que bailaban un baile erótico ante mis ojos, busque aquellos ojos pensando analizando lo que me decía, sus gestos, la manera nerviosa en como actuaba, no era normal y eso me hacía sentir cómodo, no era el galán que conquistaba, ni mucho menos un aprovechador simplemente era yo Alekséi un pobre brujo que era más bruto de lo que cualquiera imaginaria, mis manos tomaron algunas piedritas que habían esparcidas por el suelo y las tire a la fogata haciendo que chispas se elevaran por los cielos que oscuros permanecían. – ¿Estas segura que no murieron en el incendio? – pregunte mientras seguía tirando piedras y las chispas aumentaban que atrayentes e hipnóticas me mantenían alerta a mi mundo a mi conciencia, a mis pensamientos ligeros.
Hay que comenzar en el pueblo, ahí alguien debió haberlos visto correr, puede que los hayan secuestrado y los tengan prisioneros – lógica en lo que no había, era mi especialidad – en realidad no- Solo saque conclusiones, certeras, pistas, indicios… cada uno de ellos nos llevaría a juntar las piezas del rompecabezas que le hacía falta a Alchemilla –¿Tienes algo de ellos, alguna prenda de vestir o algo que ocuparan? – después de todo era un maldito brujo, de algo podría servir eso, no me cerraba a las posibilidades del mundo, intentaba en ese momento ser lo más racional posible, sería una especie de detective si fuera necesario. Suspire dándome cuenta que las chispas se habían acabado y mi cabeza volvía al revoltijo de un principio, continué tirando aquellas piedras que inertes caían al fuego para darle vida, para hacer de la noche una mágica, sin igual…
Si aquella escena pasara nuevamente volvería hacer los mismo, no dejaría que nadie muriera mientras yo pudiera hacer algo para rescatar una vida, no era un héroe ni mucho menos alguien de un buen camino, disfrutaba de las pocas cosas que la vida me daba, y vivir era una de esas, podía pasar hambre, sed… estar moribundo pero aun así agradecía a la vida… ella… tenía una búsqueda, ella era una rosa negra en el jardín donde solo habitaban blancas flores, ella era el punto diferente en aquel lugar y yo… su contraste no era ni blanco ni negro… era el mediador de mis propios pensamientos, de mis propias palabras. Nunca me arrepentía de nada, condenado a mis frases siempre lo seria y si tenía que adjuntarme en una búsqueda perdida me adentraría en esa aventura, porque la monotonía me mataría… y estar varado en Paris no tenía la menor gracia para mi, ella me estaba dando un principio para el resto de mis días en aquella tierra, luego el mar abrazaría con enormes olas mi navío y de ahí otra historia tendría que contar.
Levante la vista en algún momento me había perdido en las llamas que bailaban un baile erótico ante mis ojos, busque aquellos ojos pensando analizando lo que me decía, sus gestos, la manera nerviosa en como actuaba, no era normal y eso me hacía sentir cómodo, no era el galán que conquistaba, ni mucho menos un aprovechador simplemente era yo Alekséi un pobre brujo que era más bruto de lo que cualquiera imaginaria, mis manos tomaron algunas piedritas que habían esparcidas por el suelo y las tire a la fogata haciendo que chispas se elevaran por los cielos que oscuros permanecían. – ¿Estas segura que no murieron en el incendio? – pregunte mientras seguía tirando piedras y las chispas aumentaban que atrayentes e hipnóticas me mantenían alerta a mi mundo a mi conciencia, a mis pensamientos ligeros.
Hay que comenzar en el pueblo, ahí alguien debió haberlos visto correr, puede que los hayan secuestrado y los tengan prisioneros – lógica en lo que no había, era mi especialidad – en realidad no- Solo saque conclusiones, certeras, pistas, indicios… cada uno de ellos nos llevaría a juntar las piezas del rompecabezas que le hacía falta a Alchemilla –¿Tienes algo de ellos, alguna prenda de vestir o algo que ocuparan? – después de todo era un maldito brujo, de algo podría servir eso, no me cerraba a las posibilidades del mundo, intentaba en ese momento ser lo más racional posible, sería una especie de detective si fuera necesario. Suspire dándome cuenta que las chispas se habían acabado y mi cabeza volvía al revoltijo de un principio, continué tirando aquellas piedras que inertes caían al fuego para darle vida, para hacer de la noche una mágica, sin igual…
Alekséi Pávlov- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 20/08/2012
Re: Breathless {Privado}
El fuego se movía en una danza salvaje, arrolladora, que tan pronto se elevaba como se reducía. ¿Seguiría el son de unos músicos invisibles para todos salvo para las chispas que provocaban o se movería por instinto? No, la respuesta era que un espíritu se encontraba detrás de su movimiento aparentemente aleatorio y le mandaba las directrices por las que tendría que guiarse para moverse. Era hermoso, y la vez destructor, igual que el agua, igual que el viento, igual que...
Tú.
¿Yo? No, yo no era destructora, ¡qué va! Yo solamente hacía lo que necesitaba para sobrevivir, nada más que eso. No podía considerarme como alguien que disfruta destrozando, porque no era así... ¿No?
Lo hacer, pequeña. Buscas cualquier excusa para ver la sangre correr, y eso es un hecho.
¡Eso no es cierto! Yo no busco la sangre, ¡son ellos quienes me obligan a derramarla, quienes herirán a mis hermanos si no se la doy como sacrificio, la ofrenda que creen merecer! ¿Cómo puedo disfrutar causándole a la gente una pequeña parte del dolor que he sentido yo con la muerte de mi madre? ¡Es imposible! ¡No, no, es mentira, yo no mato por placer!
Sí lo haces. Y estamos seguros de que Alekséi será el siguiente porque...
Pero no escuché por qué, ya que en ese momento el marinero que me había salvado habló. No podía ignorar que estaba en deuda con él, ya que había sido gracias a su ayuda que yo podía seguir en la búsqueda de mis hermanos. Puede que no supiera por qué lo había hecho, y que sus motivos me resultaran desconocidos, pero estaba en deuda con él. Al menos, hasta que pudiera pagarle el favor.
– Sí, estoy segura. No vi sus cadáveres, y sí que vi los del resto de aldeanos. Mis vecinos... Todos murieron. Sólo sobrevivimos nosotros. – le dije, llevándome las manos a la cabeza y enredando los dedos casi esqueléticos en mi pelo, que parecía un nido de avispas. ¿Contendría alguna de esas criaturas la maraña morena que tanto destacaba sobre mi piel blancuzca? No lo sabía. Esperaba que no.
Y ¿qué pasaría si así fuera? Te harían el daño que te mereces, Alchemilla, porque el sufrimiento es tu castigo por los crímenes que has cometido?
¿Qué crímenes? ¡Yo soy inocente! Pero... ¿por qué las imágenes de mi hermana ardiendo en el fuego por el que me había preguntado Alekséi me venían a la cabeza? ¡Haced que paren! ¡Agua, agua, apaga el fuego de mi mente, borra los restos del hogar sobre el que el daño y la bruja gritan al unísono con palabras de odio! La bruja... Yo. No era Alessa, era yo quien estaba en la pira. Era a mí a quien castigaban... ¡Haced que pare!
Los escalofríos habían vuelto a dominarme y poseerme, como si fuera un sortilegio de un espíritu molesto. Los dientes me castañeaban, y tenía los labios rojos por la sangre que un mordisco que no recordaba haberme dado me había causado. Pero daba igual; sólo importaba lo que yo veía y me quemaba los ojos con su intensidad cegadora.
El fuego murió, y con él también lo hicieron mis visiones. Volví a centrarme en las cenizas aún rojizas, en el hollín del suelo y en las piedras sucias que poblaban el hogar. Después, lo miré a él, y negué con la cabeza.
– Todo ardió en el fuego. Todo desapareció. No me queda nada físico de ellos, nada a lo que pueda aferrarme salvo mis recuerdos y lo que veo... lo que creo ver de ellos. – dije, corrigiéndome y frunciendo el ceño. ¿Y si nada de lo que veía era real? ¿Y si cuando creía entrever a mis hermanos por el rabillo del ojo era sólo una ilusión de mi cabeza? Bah, ¡eso era imposible! Si así fuera, ellos me lo dirían, ¿verdad?
Verdad.
Tú.
¿Yo? No, yo no era destructora, ¡qué va! Yo solamente hacía lo que necesitaba para sobrevivir, nada más que eso. No podía considerarme como alguien que disfruta destrozando, porque no era así... ¿No?
Lo hacer, pequeña. Buscas cualquier excusa para ver la sangre correr, y eso es un hecho.
¡Eso no es cierto! Yo no busco la sangre, ¡son ellos quienes me obligan a derramarla, quienes herirán a mis hermanos si no se la doy como sacrificio, la ofrenda que creen merecer! ¿Cómo puedo disfrutar causándole a la gente una pequeña parte del dolor que he sentido yo con la muerte de mi madre? ¡Es imposible! ¡No, no, es mentira, yo no mato por placer!
Sí lo haces. Y estamos seguros de que Alekséi será el siguiente porque...
Pero no escuché por qué, ya que en ese momento el marinero que me había salvado habló. No podía ignorar que estaba en deuda con él, ya que había sido gracias a su ayuda que yo podía seguir en la búsqueda de mis hermanos. Puede que no supiera por qué lo había hecho, y que sus motivos me resultaran desconocidos, pero estaba en deuda con él. Al menos, hasta que pudiera pagarle el favor.
– Sí, estoy segura. No vi sus cadáveres, y sí que vi los del resto de aldeanos. Mis vecinos... Todos murieron. Sólo sobrevivimos nosotros. – le dije, llevándome las manos a la cabeza y enredando los dedos casi esqueléticos en mi pelo, que parecía un nido de avispas. ¿Contendría alguna de esas criaturas la maraña morena que tanto destacaba sobre mi piel blancuzca? No lo sabía. Esperaba que no.
Y ¿qué pasaría si así fuera? Te harían el daño que te mereces, Alchemilla, porque el sufrimiento es tu castigo por los crímenes que has cometido?
¿Qué crímenes? ¡Yo soy inocente! Pero... ¿por qué las imágenes de mi hermana ardiendo en el fuego por el que me había preguntado Alekséi me venían a la cabeza? ¡Haced que paren! ¡Agua, agua, apaga el fuego de mi mente, borra los restos del hogar sobre el que el daño y la bruja gritan al unísono con palabras de odio! La bruja... Yo. No era Alessa, era yo quien estaba en la pira. Era a mí a quien castigaban... ¡Haced que pare!
Los escalofríos habían vuelto a dominarme y poseerme, como si fuera un sortilegio de un espíritu molesto. Los dientes me castañeaban, y tenía los labios rojos por la sangre que un mordisco que no recordaba haberme dado me había causado. Pero daba igual; sólo importaba lo que yo veía y me quemaba los ojos con su intensidad cegadora.
El fuego murió, y con él también lo hicieron mis visiones. Volví a centrarme en las cenizas aún rojizas, en el hollín del suelo y en las piedras sucias que poblaban el hogar. Después, lo miré a él, y negué con la cabeza.
– Todo ardió en el fuego. Todo desapareció. No me queda nada físico de ellos, nada a lo que pueda aferrarme salvo mis recuerdos y lo que veo... lo que creo ver de ellos. – dije, corrigiéndome y frunciendo el ceño. ¿Y si nada de lo que veía era real? ¿Y si cuando creía entrever a mis hermanos por el rabillo del ojo era sólo una ilusión de mi cabeza? Bah, ¡eso era imposible! Si así fuera, ellos me lo dirían, ¿verdad?
Verdad.
Invitado- Invitado
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