Vera Esmeralda Záitseva de Moncada

por **Skarla D. de Løbeild** Mar Ago 28, 2012 12:43 pm

-Nombre del Personaje: Vera Esmeralda Záitseva de Moncada.

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-Edad: Ochenta y dos años reales, unos cuarenta aparentes.
-Especie: Metamorfa acuática.
- Facción a la que pertenece: Condenada que trabaja para la facción tres como tecnóloga.
-Tipo, Clase Social o Cargo: Clase social baja, condenada.
-Orientación Sexual: Bisexual.
-Lugar de Origen: Alpes franceses.
-Habilidad/Poder: Gran fuerza y resistencia a los golpes directos, gran agilidad, velocidad y habilidad para escabullirse.
-Descripción Física: Vera es una mujer de apariencia adulta, de rasgos faciales un tanto endurecidos y alargados, ojos grandes y de color esmeralda, de labios carnosos y sensuales y, sin duda, su sello de identidad, su larga cabellera pelirroja que como un vívido cortinaje sangriento cae por su espalda con gracia.
Su figura es esbelta, delgada y bien proporcionada, dotada de unas larguísimas piernas y una estrecha cintura que realza sus voluptuosos senos.
Pero todo ésta descripción cambia cuando usa su don de cambiaformas, adoptando solamente parcialmente, el cuerpo de un gigantesco pulpo. Y dije en su parcialidad, porque por un error probablemente genético, Vera no puede convertirse completamente en dicho animal, contentándose sólo con adoptar parte de aquella anatomía, por lo que, transformada, sólo sus piernas se convierten en ocho grandiosos tentáculos. Sus ojos cambian, agrandándose notablemente, empequeñeciéndose su iris verde y desapareciendo sus cejas. Y finalmente, los dientes de su mandíbula superior se alargan un par de centímetros.
Así es cómo Vera termina de transformarse, quedando en un limbo entre un pulpo y una humana, manteniendo el tronco superior humano.

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-Descripción Psicológica: La muchacha era antes un ser dulce, muy tímida y reservada con los demás, cariñosa y atenta con su familia, sumisa ante las palabras de su padre, a quien admiraba por encima de todas las cosas. Sus hermanos, en cambio, la despreciaban casi más que nadie, por lo que apenas mantenían contacto verbal, una verdad que siempre hacía sufrir a la pequeña, sintiéndose sola más a menudo de lo esperado, aunque en un principio poseyera muchas amistades, en las que siempre se encontraba Eneasandre, quién más adelante la traicionó, llevando su suerte a un calabozo dónde padeció maltratos durante su juventud, forjando así, un carácter sombrío, manteniendo su boca cerrada más de lo habitual, aunque cuando hablaba, sólo escupía veneno rencoroso e iracundo. Se volvió agria, desconfiada, pero fuerte y valerosa como ninguna. Ahora el dolor ya no le daña, se ha acostumbrado tanto a él que casi lo echa en falta cuando no lo siente contra su piel. Distante, maquiavélica y calculadora, ha enterrado todo sentimiento bondadoso de su alma, alimentándola de odio por el desprecio que su gente siempre le mostró, incluso su familia. Pero entonces, cuando recibe noticias procedentes de sus seres queridos, ya lejos de aquellos opresores que le arañaron la piel día y noche durante años, algo ha renacido en su interior: amor. Un amor débil, frágil como un suspiro, pero que poco a poco empieza a reconquistar las tierras de su pecho vacío e insensible. Poco a poco, vuelve a querer sentir tristeza, rabia, ternura, ilusión. Pero olvida que son los sentimientos lo que nos hace débiles y su flaqueo emocional podría costarle algo más que su propia vida.

-Historia: Vera nació en una pequeña y escondida aldea situada en los Alpes franceses, acogida por los cariñosos brazos de una familia tradicional, aunque tradicional no implica que fuera normal, dado que todos ellos, la aldea en sí, era en realidad una pequeña manada de cambiaformas acuáticos. Su padre, Alistair, había conocido a su esposa Azucena mientras éste se encontraba arreglando su matrimonio con una muchacha de la burguesía española, por lo que abandonó a su prometida y juntos huyeron a Francia, dónde él conocía a varios de su especie y les propuso vivir en paz y armonía lejos de la maldad que reinaba en París y sus gentes. Así, fundaron Akvario, haciendo referencia a las condiciones acuáticas de dichos metamorfos, pues la maldición de todos ellos residía en sus respectivas conversiones a animales acuáticos de diversa índole.

El pueblo, situado en un hermoso valle que a su vez acogía uno de los ríos más caudalosos que llegaban a la civilización parisina, era una aldea pequeña, modesta en cuanto a sus primitivos recursos. La vida allí era sencilla y placentera, pues nadie trabajaba por cuenta de otro, ni siquiera el dinero corría por sus manos. Tenían un huerto en cada casa y de éste alimentaban las bocas de la familia que allí habitara. El tiempo libre favorecía la procreación y la felicidad entre sus habitantes, ajenos a una estructura social jerarquizada, pues sólo disponían de un Consejo y sus miembros habían sido elegidos por el pueblo, el mismo cuyos miembros se conocían entre ellos pues eran pocos y la aldea pequeña, por lo que la confianza y la verdad reinaban en el aquél fabuloso paraje. De hecho, las leyes eran escasas: no se permitía robar, matar ni salir de los límites establecidos por la colonia. Nadie podía abandonar ese pueblo bajo ninguna circunstancia y el ir a la gran ciudad era considerado un peligro que atentaba contra la vida del resto de los habitantes de Akvario, por lo que su transgresor sería juzgado y sentenciado a la horca.

Vera nunca se cuestionó aquella ley, comprendiendo que como decía su padre, fuera de sus fronteras acechaba el Mal, por lo que obedecía a rajatabla sus órdenes.

Pero aquella paz y felicidad que mantenían, se quebró cuando Vera se transformó por primera vez, a la temprana edad de siete años. Sus padres fueron los únicos testigos de la aberración que la genética había jugado con la pequeña, negándole la oportunidad de convertirse plenamente en el animal. Así, su cuerpo sólo quedaba modificado en parte, manteniendo parte de su anatomía humana y parte del resto de la misma, como pulpo.

Su familia intentó ocultar el secreto de la pequeña a los ojos del resto de metamorfos, temerosos por las represalias que pudieran tomar. Lo lograron durante seis años, pero una tarde, la muchacha, jugando en el lago con su amigo de juegos, éste le propuso un reto al que ella perdió: lo que el niño pidió fue contemplar la transformación de ella, pues los animales en los que pudiera convertirse era todo un misterio dado que nadie la había visto nunca como metamorfa. Ella cedió, pero la reacción de Eneasandre fue correr despavorido hacia el pueblo gritando su visión, por lo que unos hombres apresaron a la muchacha ignorando los gritos desgarradores de su familia, quienes contemplaron impotentes cómo la niña era encerrada en un calabozo y torturada con herramientas de plata.

Pasados unos años, Eneasandre la ayudó a escapar, torturado por haber sido el verdugo de su libertad. Prometió ayudarla y juntos comprendieron que si deseaban que su gente aceptara la aberrante condición de Vera, tenían que hacer que Akvario se sintiera en deuda con ella. Inmediatamente, Vera entendió su destino, por lo que se marchó rumbo a París, la capital del Pecado, según Alistair, en busca de aquellos que según el mismo, eran los causantes de que los metamorfos tuvieran que vivir ocultos y lejos de la gente normal. Ellos, los mayores temores de las razas sobrenaturales… eran los Inquisidores. Por ello, Vera se dirigió a su cueva en busca del lobo que aparecía en las pesadillas de sus seres queridos, dispuesta a acabar con él para recuperar el honor perdido que el cruel destino le arrebató al nacer.

Allí, juró que deseaba unirse a los Inquisidores, alegando que la Naturaleza le había arruinado la vida dotándole de aquél maleficio que la encadenaba a ser un monstruo mitad humano y mitad animal. Se ofreció como cebo para los experimentos de los tecnólogos y tras un exhaustivo examen, entró a trabajar para ellos, destinándole a un tal Magnus como su nuevo dueño, quién podría hacer de ella lo que quisiera: probar armas, venenos, repelentes, inhibidores, amuletos… Lo que ella no contaba es que de éste modo, estudiando su cuerpo y sus reacciones a los estímulos, estaba desvelando los secretos de su raza, la misma que su padre intentaba proteger de ellos, por lo que tuvo que ir deshaciéndose de todos los resultados a los que su maestro iba alcanzando para evitar exponer a su gente. Mientras, su misión de deshacer la orden inquisitiva se truncan cuando recibe noticias de Eneasandre, quién le advierte de la mala salud que goza Alistair… la única forma de salvarle es con medicinas y nadie puede salir de la aldea, pero ella podría regresar y salvar a su padre. Y en esta encrucijada, situada entre la espada y la pared, entre huir y salvar a su padre… o seguir allí para llevar a cabo su cometido aun sabiendo que su propia vida y la de su familia corren peligro. Y es que si regresa junto a su gente, más allá de su sentencia a muerte por escapar, se encontrará perseguida por los Inquisidores, a los que llevaría a las puertas de Akvario y con ellos, la ruina y la desgracia caerían sobre el pueblo. ¿Su decisión? No está realmente en sus manos, sino en las de su Destino.

-Datos Extras:

Vera adopta su segundo nombre en cuanto entra a trabajar para la Inquisición, haciéndose llamar solamente Esmeralda.

Su don como cambiaformas es patógeno, por lo que no puede transformarse en su totalidad. A demás, sólo puede convertirse en pulpo, en ningún otro animal marino.

Su estado de salud ha mermado desde que entró en la sede de los Inquisidores debido a los experimentos que con ella hacen de sus productos, siendo así, un conejillo de indias. Sabe que morirá pronto.

Está secretamente enamorada de Eneasandre desde su más tierna infancia, cuando le conoció al transformarse éste en una espléndida chironex fleckeri, más conocida como Avispa de Mar –medusa cuyo veneno es mortal-.

La única arma que sabe usar y con la que es realmente extraordinaria es el arco y las flechas.

Desconocía la existencia de más razas sobrenaturales –como los vampiros, los brujos…- hasta que llegó a la sede inquisitorial.

por **Nigel Quartermane** Miér Sep 26, 2012 9:39 pm

FICHA APROBADA
Bienvenida a Victorian Vampires

Dudamos un poco en aceptar este personaje por su condición, pero decidimos aceptarlo dando por hecho que es posible que también exista un caso, entre muchos, en el que los Cambiaformas nazcan con malformaciones o defectos, en este caso su imposibilidad para convertirse por completo. Lamentamos la demora.

Vera Esmeralda Záitseva de Moncada

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Re: Vera Esmeralda Záitseva de Moncada