Noches Negras

por **Belial Marcovic** Mar Sep 04, 2012 10:56 pm

Era una noche sin luna, de esas que tanto le gustaban a Juliet porque todo parecía sumido en una oscuridad reconfortante, apenas el brillo efímero de las estrellas arriba alumbraban el viejo cementerio. Eso y su lámpara porque por muy bruja que fuera su visión era limitada y aun para los parámetros humanos no era la mejor, un poco mas acostumbrada a la oscuridad quizas, pero nada mas.

Siguió avanzando por su recorrido entre las tumbas y mientras lo hacia, apoyaba ocasionalmente la mano sobre las mas sucias para que, en un suave movimiento de dedos, una pequeña brisa limpiara el polvo que las cubría. Era normal que sucediera que la gente se olvidara de sus muertos y cada dia eran mas. Se olvidaban de traer flores, de rezar y empezaba a creer que incluso de recordarlos. Olvidar, olvidar era un buen método de defensa contra el pasado, un metodo de defensa que a ella le gustaría poseer y que sin embargo...

Bufo exasperada, siempre llegaba a los mismos pensamientos hiciera lo que hiciera, se encargara de limpiar las tumbas, de reverdecer el jardín o efectuar cualquier otro pequeño truco de magia que aun perdedurara en su fragmentada memoria - Joder hubiera puesto un poquito mas de atencion....-suspiro pesadamente mientras dirigia la mirada hacia el lago camino que le quedaba

por **Calypso N. Jones** Jue Sep 06, 2012 2:07 pm

Esa noche era una noche especial, la energía corría en el aire y Calypso se sentía muy juguetona con respecto a esas noches sin luna, le daba energía y ella se sentía viva y vibrante, aunque estuviera rodeada de tumbas mugrientas y cadáveres en descomposición tres metros bajo el suelo. Ese pensamiento aun la llenaba más de vida, al saber que al menos, tenía más futuro por delante que aquellos pobres desgraciados. Las noches sin luna alteraban a Calypso, inhibía sus sentidos y la liberaba de todo pensamiento negativo y al llenaba de esa grandiosa energía oscura que necesitaba liberar. Y por supuesto el cementerio era un lugar perfecto para depositar energía sin ser descubierta. La técnica era bien sencilla, ella iba al cementerio y simplemente invocaba a espíritus y demás entes para vaciar la energía en ellos; al menos esa era la técnica vudú.

Con la bolsa a un lado y un libro al otro avanzaba con paso firme por las tumbas y lapidas. Ya nadie se ocupaba de ellos, pero que más les daba… Lo único que quedaba era el recuerdo de aquellas personas en sus seres queridos, a veces, ni eso quedaba. Pero la noche seguía y Calypso continuaba con su paso, hasta que se topo con una tumba que la estremeció. No por su contenido, sino porque el cadáver había muerto con su edad. Entonces la preocupación por la muerte se cernió sobre ella y pensó en que había hecho con su vida. Pero de pronto el quejido de lo que parecía ser una mujer le interrumpió sus pensamientos. Aun se sentía llena de energía, así que: libro en mano, se dirigió a la posición desde donde había oído el quejido.

por **Belial Marcovic** Sáb Sep 08, 2012 8:51 pm

La joven se detuvo en seco al oír una pisada que no correspondía a sus pasos y dedico una mirada rápida a Hermes para comprobar que el animal seguía donde lo había dejado pastando salvo que ahora se entretenía con algunas deliciosas flores que sabía estaban prohibidas. En una noche normal hubiese regresado sin demasiadas vueltas o gritado que se alejase de las decoraciones, pero en aquel instante se mantenía rígida, con los sentidos concentrados en oír de donde provenía la otra criatura para saber hacia dónde huir

“No seas imbécil Juliet! Tu trabajo es cuidar de las tumbas, no esconderte tras ellas” Aun con ese pensamiento aflorando en su cabeza, no pudo evitar retroceder silenciosamente entre las lapidas, cada vez haciéndose mas pequeña como si quisiese fundirse con las sombras que la rodeaban e intentando atraer al caballo con su mente sin obvios resultados. Intento agitando la mano disimuladamente hacia él y nuevamente el mismo resultado, incluso cuando chasqueo suavemente los dedos el caballo aprecia ignorarla demasiado ocupado en degustar aquellas deliciosas rosas blancas ¿Cómo habría hecho su madre para controlarlo tiempo atrás? El recuerdo sacudió su mente de forma intensa al tiempo que sus cerraba sus manos, finalmente, sobre las riendas del caballo. Ya la había salvado una vez, podría hacerlo una segunda
Una vez al lado del caballo y sujetándolo, la confianza fue creciendo nuevamente dentro de su cuerpo, tenía fe en que si algo peligroso se aproximaba bastaría con subirse a lomos de Hermes para escapar como lo habían hecho años atrás. Muchos años atrás… ¿Cuántos años vivía un caballo? Ojala que los suficientes como para seguir brindándole esa sensación de resguardo y protección por mucho tiempo mas, caso contrario no sabría que hacer en situaciones como esta - ¿Hola?- Su voz salio temblorosa, demasiado insegura y débil como un conejito asustado. Trago y volvió a intentarlo – ¿Qué hace aquí? Están prohibidas las visitas a esta hora – Dio un paso al frente, prendiéndose de las cintas como si de estas dependieran toda su valentía y en parte, lo eran pues estaba pasando pequeñas cantidades energía desde su caballo a su cuerpo de la misma forma en que la adrenalina causada por el miedo subía por su torrente sanguíneo. Un paso siguió a otro y pronto fue más fácil caminar hacia el sonido, casi se podia decir que trotaba hacia el, casi olvidándose de pensar y siguiendo el impulso motriz de avanzar.

Finalmente llego y volvió a detenerse en seco, clavando los talones en la tierra. Frente a ela no estaba un hombre musculoso que pudiera suponer un criminal ni un hombre que pareciera una rata de dedos largos como se imaginaba a los asalta tumbas. Todo lo contrario, era una mujer, no demasiado alta, de cabellos negros y gruesos que parecían caer como grandes sogas alrededor de su rostro. Abrió la boca para preguntarle que hacia allí, que si estaba perdida y necesitaba ayuda, pero su voz se ahogó en el fondo de su garganta cuando sensaciones familiares llegaron hasta sus sentidos. Se le puso la piel de gallina al recordar el olor de la magia pura y poderosa que nada tenía que ver con los trucos infantiles con los que ella jugaba a diario. Se apresuró a cerrar la boca y re direccionar sus preguntas en un ¿necesita algo?, quizás un educado ¿esta bien? Pero contra toda orden de su cerebro, sus labios cobraron vida propia para dejar salir un curioso -¿Qué eres?-

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