Manos negras (Privado)

por **Georgette J. Dallarth** Vie Oct 06, 2017 9:34 pm

Georgette se levantaba de la cama lenta y con dolor en la espalda. Estaba en su hogar y no en el colegio. Su cabeza le daba vueltas de manera exagerada, esta empezaba a temblar de un lado a otro. No sabía cómo había llegado hasta allí pero sobretodo, no se quería preguntar qué era lo que había pasado antes de que alguien se ocupara de llevarla hasta su hogar y su habitación. Georgette vio cómo su doncella entro repentinamente en el interior de su habitación. Esta se fijó en la doncella que llevaba un implacable uniforme y sus cabellos estaban desordenados.

Georgette le ordeno que se peinara de nuevo y cuando la ayudaron para vestirse, Georgette fue a la calle para poder salir a dar un paseo en el que podría estar tranquila. La cabeza no le daba vueltas y eso al menos era algo bueno. Quien recorre este interminable teatro de los combates de ayer encuentra a cada paso, y en una confusión sin igual, indecibles desesperaciones y todo género de miserias. Al igual que aquello que padecen una enfermedad no tienen fuerzas para realizar ningún trabajo físico, aquello cuyas mentes están aturdidas por la confusión tampoco las tienen para realizar ninguna acción virtuosa.

Georgette marcaba poco sus pasos por el empedrado de las calles parisinas. Su vestido ocre con encaje negro se balanceaba con el tintineo del poco aire que hacía aquel día. Esperaba que el tiempo cambiara algo porque le apetecía que llegara el invierno. La nieve, la soledad en tu casa con una taza de té mientras se lee un poco en la sala de estar, debajo de la cama como si fuera un premio garantizado y no porque estuviera enferma. Le gustaba estar siempre en cama, se estaba tan a gusto que ¿Por qué saldría de ellas? Paseó un poco por las calles, se sentó en el asiento libre de un café que encontró bastante atractivo y pidió un café con pastas y un poco de jengibre. Cuando intento hacer un esfuerzo para poder recordar lo que había pasado la anterior noche, le era imposible ver o imaginar cualquier imagen ya que le producía cualquier tipo de dolor punzante en su cabeza.

Pensó en no forzar los hechos.

Dejaría que ella, estando en aquel café, dejaría que las imágenes fluyeran hasta su memoria, hasta que ella pudiera recordar algo. Cuando termino de tomar el café con las pastas, se levantó con paso decidido a volver al Colegio para poder buscar a Fiorella, pero en cuanto caminaba por la calle Gemelliens, Georgette sufrió un percance, un vagabundo la cogió de las faldas de su vestido, esta quería que el vagabundo la dejara en paz, pero un hombre la salvo y echó a correr hasta que se detuvo en una esquina para poder coger aire.