AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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En la inmensidad de unos ojos esmeralda. [Ryan]
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En la inmensidad de unos ojos esmeralda. [Ryan]
Caminé furiosa y algo divertida por mi atrevimiento, aquel hombre había obtenido lo que merecía por su descaro. Se había pasado la tarde riéndose de mi y lo había tenido que pagar, aunque haber perdido mi libro no me agradaba nada. Y en estos momentos cuando el sol aun calentaba, echaba de menos mi sombrilla. Esperaba que pronto llegara el crepúsculo y pudiera disfrutar de mi caminata sin el atosigante calor.
Escuché unos pasos apresurados detrás de mí y giré discretamente para dar respuesta a mis sospechas, sí, ahí estaba aquel hombre a unos 50 metros, dándome alcance. Apresuré mis pasos, sin darme cuenta hacía donde me dirigía, sin detenerme a pensarlo simplemente camine deprisa. El vestido no ayudaba mucho y desee haberme puesto unos zapatos más cómodos, así hubiera podido sacarle más ventaja, pero en cuestión de segundos, demasiado rápido para mi gusto, se puso a la par mía y lo miré algo molesta. “¿qué? ¿Acaso había volado?” Mis ojos se posaron en sus manos y me di cuenta que llevaba mis cosas, sentí un poco de pena por hacerlo correr. –Veo que algún rastro de caballerosidad queda en usted- Le dije sin quitar los ojos de los objetos que me pertenecían, esperando me los entregara, desvié la mirada hacia adelante y retome mi marcha a un ritmo lento. Saqué mi abanico y comencé a prodigarme un poco de aire, intentado aminorar el bochornoso calor del que era presa. -Daría lo que fuera para cambiar estas calles por un lugar más fresco- Dije para mi, molesta de tener que soportar el soleado día.
La verdad es que la compañía me resultaba más agradable que molesta, hoy no me apetecía pasar el día en soledad. Agradecí que siguiera caminando a mi lado, lo miré de reojo y decidí hacerle un poco de plática para volver la caminata más llevadera –Y dígame caballero, ¿Es usted dueño de algún nombre?-
Escuché unos pasos apresurados detrás de mí y giré discretamente para dar respuesta a mis sospechas, sí, ahí estaba aquel hombre a unos 50 metros, dándome alcance. Apresuré mis pasos, sin darme cuenta hacía donde me dirigía, sin detenerme a pensarlo simplemente camine deprisa. El vestido no ayudaba mucho y desee haberme puesto unos zapatos más cómodos, así hubiera podido sacarle más ventaja, pero en cuestión de segundos, demasiado rápido para mi gusto, se puso a la par mía y lo miré algo molesta. “¿qué? ¿Acaso había volado?” Mis ojos se posaron en sus manos y me di cuenta que llevaba mis cosas, sentí un poco de pena por hacerlo correr. –Veo que algún rastro de caballerosidad queda en usted- Le dije sin quitar los ojos de los objetos que me pertenecían, esperando me los entregara, desvié la mirada hacia adelante y retome mi marcha a un ritmo lento. Saqué mi abanico y comencé a prodigarme un poco de aire, intentado aminorar el bochornoso calor del que era presa. -Daría lo que fuera para cambiar estas calles por un lugar más fresco- Dije para mi, molesta de tener que soportar el soleado día.
La verdad es que la compañía me resultaba más agradable que molesta, hoy no me apetecía pasar el día en soledad. Agradecí que siguiera caminando a mi lado, lo miré de reojo y decidí hacerle un poco de plática para volver la caminata más llevadera –Y dígame caballero, ¿Es usted dueño de algún nombre?-
Simonet de Kontrebia- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 11/06/2012
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Re: En la inmensidad de unos ojos esmeralda. [Ryan]
La salida del local le había resultado la menos esperada, nunca creyó que saldría así de su café preferido, ahora seguramente no tendría la misma atención que de todos estos años. Esa tarde había sucedido de todo, y la mayor parte a causa de aquella joven. Una mujer que había conocido cuando apenas era una niñita, pero recordaba sus ojos tan explesivos, tan brillantes, con ganas de vivir. Si bien no la había conocido en un momento agradable aquel rostro inocente habia quedado en su memoria, ahora transformado en toda una mujer, con cierta facilidad para volverlo loco, para hacerle mostrar su lado mas sarcástico y burlón.
El sol pegaba fuerte en las calles parisinas, eso que ya estaba entrada la tarde, serían como las seis. A aquel paso se le haría imposible encontrarla por lo que aumentó la marcha volviendola un suave trote, cada tanto miraba por las esquinas intentando adivinar el rumbo que habría tomado pero de todas formas decidió seguir recto por la misma calle. Aunque ya habría tomado unas 5 cuadros de ventaja. Llevando aún el abrigo en una mano ya que veía imposible soportarlo puesto, y las cosas de la chica en la otra siguió el trayecto hasta que gracias al sol observó un brillo pasar sobre la cabellera de alguien. Aún no estaba seguro si fuera ella pero al pasar por un local con una inmensa marquesina que les dio sombra pudo confirmar que era ella, si, llevaba la misma ropa y su cabello era de ese castaño algo oscurecido que se agitaba de un lado a otro. Pero el signo que le aseguraba tratarse de ella era el ritmo en el que caminaba, se notaba la prisa, el enojo en su forma de caminar. Por un momento lamentó que no la pasara bien en aquel café, que ni siquiera hubiera podido disfrutar del té que ella deseaba. Luego, antes de volver a quedarse atrás, retomó el trote intentando alcanzarla. Notó su mirada y como en ese momento aceleró el paso, sonrió y le puso mas velocidad hasta que en unos segundos estuvo a su lado. Una vez allí lo miró como si en realidad lo hubiera estado esperando y esto lo hizo sonreír aún mas. Al oír su comentario de su caballerocidad por traerle las cosas que había olvidado las quitó de su vista colocandolas mas a su lado.-Solo las he tomado para impedir que otro se las llevara-.Confesó. Dió unos pasos mas adelante que ella y buscó su mirada.-Ahora de todas formas creo que podría mencionar que le he pagado el té que ha pedido y despreciado posteriormente-.Le dijo reacomodando el abrigo bajo su brazo.
Cuando mencionó lo de buscar un lugar mas fresco que aquellas calles con aquel calor sofocante, su brazo casi inconscientemente se elevó por la espalda de ella desplegando la sombrilla en su cabeza, en ese momento una agradable sombra la cubrió. Se acercó mas mientras sostenía su brazo en alto y luego una idea brotó en su cabeza. Quizás era una locura pero la imagen del bosque llegó a su cabeza y supo que sería un correcto lugar donde podría llevarla, podrían hablar mas tranquilamente, estaba seguro que su cabeza estaba tan llena de dudas que aceptaría con tal de que pudiera distraerse e incluso liberarse de alguna de aquellas preguntas que flotaban en su cabeza. Él también tenía muchas, pero dudaba que ella pudiera ayudarlo. En un impulso caminó hasta quedar frente a ella, seguía caminando de espaldas sin ver por donde iba porque sus ojos solo se clavaban en los de ella. Dejó que el sol se los iluminara mostrándolos muy claros, expresivos y atrapantes ya que con mayor luz sus ojos se aclaraban a diferencia de la mayor parte de la noche en la que eran de un verde azabache, misterioso.-Quizás sepa de la existencia de un lugar fresco, tranquilo-.Recordó que aún llevaba el libro en la mano.-Ademas le conviene aceptar mi invitación..si es que quiere recuperarlo-. Dijo poniendo el libro a la altura de su rostro. La miró divertido, pero por otro lado preocupado que ignorara la invitación sin importarle el recuperar aquel libro. Se detuvo y la obligo también a detenerse antes de que chocara con él, pero había sido tarde, casi tropezó y había quedado muy pegado su cuerpo al de ella. Ambos se respiraban en la cara del otro, sus pechos subían y bajaban uno frente al otro, casi a la vez. Sus ojos se habían quedado como conectados y una punzada se hizo notar en su frente haciendo que la zona se calentara levemente. Luego un impulso lo llevaba a sentir aquellos labios, a probar su esencia. Era un impulso muy fuerte, el mas fuerte que hubiera sentido hasta ese día. Sus manos se abrían completamente queriendo tomarla de los brazos, pero no lo hacían, se quedaban allí a escasos centímetros.
Finalmente aquella punzada desapareció y la sangre volvió a todo su cuerpo, suspiró profundamente y casi rozando sus labios le dijo.-Ya está dicho, el resto depende de tí...-.Luego casi rozando con suavidad su cuerpo caminó hacia adelante, por su espalda en dirección norte, a paso lento deseando que su decisión sea la esperada. Se alejó muy despacio para que no tuviera que apresurarse demasiado si optaba por seguirlo, ciegamente. Aceptaba que era algo muy difícil que hiciera, pero tal vez en aquel caso, aceptaría. El sol seguía pegándole en el rostro pero ahora era mas leve, se notaba que el crepúsculo se acercaba y la noche no tardaría en envolverlos.-Por cierto..sí tengo un nombre-.Le dijo dándole a entender que si quería averiguarlo deberia ir con él. Por otro lado el también moría por conocer el de ella, en sus recuerdos no se mencionaba. Pero seguramente debía ser un nombre hermoso.
El sol pegaba fuerte en las calles parisinas, eso que ya estaba entrada la tarde, serían como las seis. A aquel paso se le haría imposible encontrarla por lo que aumentó la marcha volviendola un suave trote, cada tanto miraba por las esquinas intentando adivinar el rumbo que habría tomado pero de todas formas decidió seguir recto por la misma calle. Aunque ya habría tomado unas 5 cuadros de ventaja. Llevando aún el abrigo en una mano ya que veía imposible soportarlo puesto, y las cosas de la chica en la otra siguió el trayecto hasta que gracias al sol observó un brillo pasar sobre la cabellera de alguien. Aún no estaba seguro si fuera ella pero al pasar por un local con una inmensa marquesina que les dio sombra pudo confirmar que era ella, si, llevaba la misma ropa y su cabello era de ese castaño algo oscurecido que se agitaba de un lado a otro. Pero el signo que le aseguraba tratarse de ella era el ritmo en el que caminaba, se notaba la prisa, el enojo en su forma de caminar. Por un momento lamentó que no la pasara bien en aquel café, que ni siquiera hubiera podido disfrutar del té que ella deseaba. Luego, antes de volver a quedarse atrás, retomó el trote intentando alcanzarla. Notó su mirada y como en ese momento aceleró el paso, sonrió y le puso mas velocidad hasta que en unos segundos estuvo a su lado. Una vez allí lo miró como si en realidad lo hubiera estado esperando y esto lo hizo sonreír aún mas. Al oír su comentario de su caballerocidad por traerle las cosas que había olvidado las quitó de su vista colocandolas mas a su lado.-Solo las he tomado para impedir que otro se las llevara-.Confesó. Dió unos pasos mas adelante que ella y buscó su mirada.-Ahora de todas formas creo que podría mencionar que le he pagado el té que ha pedido y despreciado posteriormente-.Le dijo reacomodando el abrigo bajo su brazo.
Cuando mencionó lo de buscar un lugar mas fresco que aquellas calles con aquel calor sofocante, su brazo casi inconscientemente se elevó por la espalda de ella desplegando la sombrilla en su cabeza, en ese momento una agradable sombra la cubrió. Se acercó mas mientras sostenía su brazo en alto y luego una idea brotó en su cabeza. Quizás era una locura pero la imagen del bosque llegó a su cabeza y supo que sería un correcto lugar donde podría llevarla, podrían hablar mas tranquilamente, estaba seguro que su cabeza estaba tan llena de dudas que aceptaría con tal de que pudiera distraerse e incluso liberarse de alguna de aquellas preguntas que flotaban en su cabeza. Él también tenía muchas, pero dudaba que ella pudiera ayudarlo. En un impulso caminó hasta quedar frente a ella, seguía caminando de espaldas sin ver por donde iba porque sus ojos solo se clavaban en los de ella. Dejó que el sol se los iluminara mostrándolos muy claros, expresivos y atrapantes ya que con mayor luz sus ojos se aclaraban a diferencia de la mayor parte de la noche en la que eran de un verde azabache, misterioso.-Quizás sepa de la existencia de un lugar fresco, tranquilo-.Recordó que aún llevaba el libro en la mano.-Ademas le conviene aceptar mi invitación..si es que quiere recuperarlo-. Dijo poniendo el libro a la altura de su rostro. La miró divertido, pero por otro lado preocupado que ignorara la invitación sin importarle el recuperar aquel libro. Se detuvo y la obligo también a detenerse antes de que chocara con él, pero había sido tarde, casi tropezó y había quedado muy pegado su cuerpo al de ella. Ambos se respiraban en la cara del otro, sus pechos subían y bajaban uno frente al otro, casi a la vez. Sus ojos se habían quedado como conectados y una punzada se hizo notar en su frente haciendo que la zona se calentara levemente. Luego un impulso lo llevaba a sentir aquellos labios, a probar su esencia. Era un impulso muy fuerte, el mas fuerte que hubiera sentido hasta ese día. Sus manos se abrían completamente queriendo tomarla de los brazos, pero no lo hacían, se quedaban allí a escasos centímetros.
Finalmente aquella punzada desapareció y la sangre volvió a todo su cuerpo, suspiró profundamente y casi rozando sus labios le dijo.-Ya está dicho, el resto depende de tí...-.Luego casi rozando con suavidad su cuerpo caminó hacia adelante, por su espalda en dirección norte, a paso lento deseando que su decisión sea la esperada. Se alejó muy despacio para que no tuviera que apresurarse demasiado si optaba por seguirlo, ciegamente. Aceptaba que era algo muy difícil que hiciera, pero tal vez en aquel caso, aceptaría. El sol seguía pegándole en el rostro pero ahora era mas leve, se notaba que el crepúsculo se acercaba y la noche no tardaría en envolverlos.-Por cierto..sí tengo un nombre-.Le dijo dándole a entender que si quería averiguarlo deberia ir con él. Por otro lado el también moría por conocer el de ella, en sus recuerdos no se mencionaba. Pero seguramente debía ser un nombre hermoso.
Ryan Goodrich- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 21/11/2011
Re: En la inmensidad de unos ojos esmeralda. [Ryan]
El hombre me dio alcance, no pude evitar sentirme bien al verlo caminando a mi lado, desvié la mirada para evitar que lo notara. Su actitud desenfadada y atrevida me parecía de lo más graciosa, aunque no le daría el gusto de que lo supiera. Seguí caminando cuando se negó a darme mis cosas, luego el muy fresco hizo mención de haber pagado mi te, como si eso le hubiera causado algún malestar. Disminuí la velocidad de mi caminar y lo miré. – ja! ¿Ahora resulta que le debo algo? Se lo he pagado teniendo que soportar sus burlas toda la tarde y ahora parece que terminará debiéndome si continúa siguiéndome- Dije de manera cortante y luego altiva seguí caminando, intentando ocultar la sonrisa que amenazaba con salir.
Esperaba que no se arrepintiese y se fuera, acople el ritmo de mis pasos a los de él discretamente. Sentí de pronto una agradable sombra, miré hacía arriba y me di cuenta que estaba cubriéndome con mi sombrilla, aquel detalle me causó una buena impresión, disminuyó la mala idea que me había hecho de ese hombre. De pronto se puso delante de mí, caminando hacia atrás sin poder explicarme cómo lo hacía con tanta soltura, caminaba con tranquilidad y firmeza como si pudiera ver por donde iba. Traté de mirar por encima de su hombro para ver el camino, no lo logré era demasiado alto. Fue entonces que nuestras miradas se encontraron, sus ojos tenían un precioso color verde con algunas motas oliváceas, cuando la luz del sol dio por completo en ellos estuve a punto de perder el aliento, el color se torno en un verde aguamarina, de una hermosura inconcebible. Me quede prendida al hechizo que representaba su mirada.
Mencionó algo sobre un lugar ideal: fresco y tranquilo, justo lo que necesitaba en esos momentos. Parpadeé y regrese a la realidad, miré cómo se abanicaba con mi libro, miraba su mano sosteniéndolo y unos pasos más adelante se paró en seco, tomando mi brazo para detenerme pero tropecé y choqué contra él. Lo mire directamente a los ojos nuevamente y fue como si un impulso eléctrico me atravesara, acerco su cara a la mía pero se detuvo, suspiro, sentí su aliento y se alejó esperando que lo siguiera, me giré un poco viendo cómo continuaba su marcha y evaluando si debía seguirlo o no. Miré a mi alrededor y desconocí por completo las calles, caí en cuenta que estaba perdida.
El sol se había puesto casi en su totalidad y la luz del día iba menguando, lo volví a mirar pensando en que de seguirlo podría resolver algunas dudas sobre mi brazalete que aun daban vueltas en mi cabeza, sin meditarlo mucho seguí sus pasos, se giro y me dijo que sí tenía un nombre. ¡Genial! ahora había agregado otra duda más a mi cabeza y yo sabía lo pésima que era manejando la curiosidad. Apresuré mis pasos para darle alcance. –Bien caballero, entonces, ahora ue decidí aceptar su oferta, tendrá que responderme algunas preguntas- Le dije cuando estuve a su lado y mientras le quitaba el libro de las manos.
Esperaba que no se arrepintiese y se fuera, acople el ritmo de mis pasos a los de él discretamente. Sentí de pronto una agradable sombra, miré hacía arriba y me di cuenta que estaba cubriéndome con mi sombrilla, aquel detalle me causó una buena impresión, disminuyó la mala idea que me había hecho de ese hombre. De pronto se puso delante de mí, caminando hacia atrás sin poder explicarme cómo lo hacía con tanta soltura, caminaba con tranquilidad y firmeza como si pudiera ver por donde iba. Traté de mirar por encima de su hombro para ver el camino, no lo logré era demasiado alto. Fue entonces que nuestras miradas se encontraron, sus ojos tenían un precioso color verde con algunas motas oliváceas, cuando la luz del sol dio por completo en ellos estuve a punto de perder el aliento, el color se torno en un verde aguamarina, de una hermosura inconcebible. Me quede prendida al hechizo que representaba su mirada.
Mencionó algo sobre un lugar ideal: fresco y tranquilo, justo lo que necesitaba en esos momentos. Parpadeé y regrese a la realidad, miré cómo se abanicaba con mi libro, miraba su mano sosteniéndolo y unos pasos más adelante se paró en seco, tomando mi brazo para detenerme pero tropecé y choqué contra él. Lo mire directamente a los ojos nuevamente y fue como si un impulso eléctrico me atravesara, acerco su cara a la mía pero se detuvo, suspiro, sentí su aliento y se alejó esperando que lo siguiera, me giré un poco viendo cómo continuaba su marcha y evaluando si debía seguirlo o no. Miré a mi alrededor y desconocí por completo las calles, caí en cuenta que estaba perdida.
El sol se había puesto casi en su totalidad y la luz del día iba menguando, lo volví a mirar pensando en que de seguirlo podría resolver algunas dudas sobre mi brazalete que aun daban vueltas en mi cabeza, sin meditarlo mucho seguí sus pasos, se giro y me dijo que sí tenía un nombre. ¡Genial! ahora había agregado otra duda más a mi cabeza y yo sabía lo pésima que era manejando la curiosidad. Apresuré mis pasos para darle alcance. –Bien caballero, entonces, ahora ue decidí aceptar su oferta, tendrá que responderme algunas preguntas- Le dije cuando estuve a su lado y mientras le quitaba el libro de las manos.
Simonet de Kontrebia- Humano Clase Alta
- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 11/06/2012
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Re: En la inmensidad de unos ojos esmeralda. [Ryan]
Se le hizo difícil pasar por su lado tan tranquilamente, como si no le importara lo que hiciera. Realmente había pasado por una gran lucha ya que sus zapatos deseaban quedarse allí clavados, frente a ella sin dejar que se marchara y además que teniéndola tan cerca podía disfrutar mas de su agradable olor, aquel que había logrado identificar entre el de tanta gente gracias a la pureza y lo singular de aquel aroma, tan peculiar como las sensaciones que le generaba el estar cerca y lo complicado que se le hacía mantenerse en su postura fría e irritable. El esfuerzo que hizo por seguir caminando dándole la espalda sin girarse fue inmenso, incluso debía apretar con fuerza la mandíbula y los puños. Llevaba los ojos cerrados. Se aferró con fuerzas al libro con las esperanzas que fuera lo suficientemente importante para ella como para ir con él para recuperarlo por lo menos por las fuerzas. Y sus dudas fueron cortadas como con el filo de una navaja al sentir una voz proveniente de su lado, su voz. La miró de reojo y siguió caminando hacia adelante, cuando sintió que le arrebató de la mano su libro llevó la mirada hacia allí y luego la regresó al frente. No hizo seña de haberle importado que se lo quitara, es más, tarde o temprano se lo terminaría entregando y aquel gesto de recuperar lo de ella y seguir caminando con él solo le indicaba que deseaba acompañarlo.
En su rostro se formó una amplia sonrisa mientras seguía caminando relajado ahora sabiendo que ella continuaba a su lado, al parecer mas tranquila. Pudo averiguar que confesaba tener muchas dudas en cuanto a él aunque por dentro sabía que muchas de esas dudas no podría resolvérselas sino podría verse arrinconado pidiendo saber mas y para muchas de aquellas cosas debería confesarle su verdadera naturaleza, aquella que prácticamente nadie conocía. Solo el autor de aquel monstruo que había atrapado dentro de él. El trayecto se volvió incómodo ya que ambos iban en silencio, creía saber a donde se dirigía pero al sito que quería llevarla nunca había realizado el camino completamente consciente por lo que en algunas partes se tenía que detener y pensar cual sería el siguiente paso, en algunas partes solo se guiaba por su instinto y en otras buscaba algún insignificante indicio que supiera reconocer. Así retomaba la marcha mirándola de reojo cada tanto asegurándose que aún lo seguía. Cuando ya vio demasiado denso el ambiente decidió romper el silencio.-Así que tienes muchas dudas?...-.Sonrió suavemente.-Tú crees que yo podría ayudarte-. Dijo ahora prestándole mas atención a ella que al camino. No podía evitar aprovechar cualquier movimiento de ella para girarse y mirarla a los ojos. Decidió volver el ritmo un tanto mas calmado, ahora caminaban tranquilamente en unas calles desiertas, en la zona mas baja de París. La oscuridad ya los cubría aunque podían verse algunas manchas anaranjadas reflejarse en las casas y entre los árboles. Eso sí, la vista se había vuelto disminuida por la oscuridad aunque no para él, podía aún ver mejor como si siguiera de día.
Podía observar el final de la calle y como luego una gran valla la separaba del comienzo de lo que eran los bosques, podía percibir aún a las aves revolotear de copa en copa regresando a sus huecos donde pasar la noche. Tambien a unos kilómetros un río atravesaba la arboleda, era muy cerca de él a donde quería llevarla. Sería un perfecto sitio dado que si bien ya era de noche el aire era cálido, típico de esa estación y aquel claro ubicado muy cerca del río mantenía muy fresco todo, incluso la tierra era húmeda, nutrida por aquel suministro de agua. Llegaron a la valla y le tendió la mano para ayudarla a primero pasar ella. Esperaba que se dejara llevar sin miedo al no saber a donde la llevaba, sin tener idea cual era su idea.-Verás que te agradará el sitio-.Le susurró mientras la ayudaba a que su vestido no se enganchara.-..incluso podras prepararte un te con lo frío del lugar-.Dijo chistosamente y una vez ella del otro lado dio un ágil salto por la valla y quedó a su lado.-Continuamos?..o ahora te hecharas atras?...no quiero que tu nana se preocupe-.Dijo sonriendo divertido y comenzando nuevamente a caminar abriendose paso entre los árboles.-Si vienes mantente cerca..hay muchos peligros por aquí, serpientes, arañas, ratones-.Le informó con el único fin de asustarla, aunque sabía que poseía una gran fortaleza que no la dejaría retroceder. El camino se volvió cada vez mas escarpado, las raíces cada vez salian mas de la tierra y era muy fácil tropezar con ellas, podía llegar a notar cuando ella perdía el equilibrio pero se recuperaba. En ese momento creyó que estaba pasándose de la raya y se detuvo un momento, se giro para mirarla.-Lamento esto, pero veras que el lugar al que te llevaré valdrá la pena-.Le aseguró extendiendole la mano aunque no muy seguro de que se la tomara. Siguieron caminando, sus zapatos ya se habían embarrado por completo y su ropa estaba llena de ramas y hojas. Sabía que por dentro estaría maldiciendo en lo que se había metido, que estaría mejor en su habitación muy cómoda. Si ella hubiera estado mirando su rostro podría haber adivinado el toque de culpa y arrepentimiento que en ese momento sentía. Pero lo compensaría. En un momento sintió el sonido de un charco pero no llegó a pensar mas que se sintió tirado de la ropa hacia atrás, cayó pesadamente al suelo en medio de un charco, el lodo le saltó a la cara y cerró los ojos. Luego lo acompañó una voz conocida que parecía furiosa, comenzó a gritar. Él como pudo se incorporó, se quitó el lodo del rostro mientras sentía medio cuerpo mojado. Miró a un lado y pudo ver a la joven ya de pie caminando de un lado al otro desesperada por limpiar su vestido que lucía una gran mancha marrón en la parte delantera.-Estas..bien?-.Le preguntó tranquilo, luego al ver que le devolvía la mirada, una mirada llena de ira no se le ocurrió otra cosa mas que decir que...-Ehmm por cierto mi nombre es Ryan(?)-.Preguntó sabiendo que no era el momento para decir eso pero todo aquello le causaba mucha gracia. Se puso de pie pero se mantuvo distante de ella.-Te...manchaste..-.Señaló tímidamente su vestido.-..Allí-. Sin aguantarse mas por aquel momento tan divertido para él soltó una pequeña risa y luego bajó los hombros y dio unos pasos hacia ella.-Ya no te preocupes, yo luego te lo lavaré si lo deseas-.Le dijo intentando poner paños fríos a la situación y dandole a entender que se calmara que no era nada grave.
Pasó por delante de ella y se acercó para correr unas grandes ramas que entorpecían el camino, miró mas allá y luego regresó la mirada a su acompañante.-Lo ves..llegamos!!!-. Quiso calmarla cambiando de tema. Se inclinó hacia ella y la tomó de la mano.-Vamos!!-.Le dijo sonriendo y avanzando con ella. El sitio era simple y hermoso a la vez. Era una zona abierta de no mas de 30 metros cuadrados, al otro lado les impedía el paso la corriente del río que se sumaba a aquel paisaje, una pequeña catarata caía sobre una roca llena de vegetación, pero se encontraba al otro lado del angosto río. Se giró hacia ella y la miró deseando que aquel sitio sirviera para relajarse un poco de aquel momento que le había hecho pasar.-Y bien..que crees?-. Dijo agachándose para tomar unas piedras sin dejar de mirarla. Luego se giró suavemente y comenzó a tirarlas al agua dejando que se hundan. y dejando que la joven del brazalete decidiera sumarse...
En su rostro se formó una amplia sonrisa mientras seguía caminando relajado ahora sabiendo que ella continuaba a su lado, al parecer mas tranquila. Pudo averiguar que confesaba tener muchas dudas en cuanto a él aunque por dentro sabía que muchas de esas dudas no podría resolvérselas sino podría verse arrinconado pidiendo saber mas y para muchas de aquellas cosas debería confesarle su verdadera naturaleza, aquella que prácticamente nadie conocía. Solo el autor de aquel monstruo que había atrapado dentro de él. El trayecto se volvió incómodo ya que ambos iban en silencio, creía saber a donde se dirigía pero al sito que quería llevarla nunca había realizado el camino completamente consciente por lo que en algunas partes se tenía que detener y pensar cual sería el siguiente paso, en algunas partes solo se guiaba por su instinto y en otras buscaba algún insignificante indicio que supiera reconocer. Así retomaba la marcha mirándola de reojo cada tanto asegurándose que aún lo seguía. Cuando ya vio demasiado denso el ambiente decidió romper el silencio.-Así que tienes muchas dudas?...-.Sonrió suavemente.-Tú crees que yo podría ayudarte-. Dijo ahora prestándole mas atención a ella que al camino. No podía evitar aprovechar cualquier movimiento de ella para girarse y mirarla a los ojos. Decidió volver el ritmo un tanto mas calmado, ahora caminaban tranquilamente en unas calles desiertas, en la zona mas baja de París. La oscuridad ya los cubría aunque podían verse algunas manchas anaranjadas reflejarse en las casas y entre los árboles. Eso sí, la vista se había vuelto disminuida por la oscuridad aunque no para él, podía aún ver mejor como si siguiera de día.
Podía observar el final de la calle y como luego una gran valla la separaba del comienzo de lo que eran los bosques, podía percibir aún a las aves revolotear de copa en copa regresando a sus huecos donde pasar la noche. Tambien a unos kilómetros un río atravesaba la arboleda, era muy cerca de él a donde quería llevarla. Sería un perfecto sitio dado que si bien ya era de noche el aire era cálido, típico de esa estación y aquel claro ubicado muy cerca del río mantenía muy fresco todo, incluso la tierra era húmeda, nutrida por aquel suministro de agua. Llegaron a la valla y le tendió la mano para ayudarla a primero pasar ella. Esperaba que se dejara llevar sin miedo al no saber a donde la llevaba, sin tener idea cual era su idea.-Verás que te agradará el sitio-.Le susurró mientras la ayudaba a que su vestido no se enganchara.-..incluso podras prepararte un te con lo frío del lugar-.Dijo chistosamente y una vez ella del otro lado dio un ágil salto por la valla y quedó a su lado.-Continuamos?..o ahora te hecharas atras?...no quiero que tu nana se preocupe-.Dijo sonriendo divertido y comenzando nuevamente a caminar abriendose paso entre los árboles.-Si vienes mantente cerca..hay muchos peligros por aquí, serpientes, arañas, ratones-.Le informó con el único fin de asustarla, aunque sabía que poseía una gran fortaleza que no la dejaría retroceder. El camino se volvió cada vez mas escarpado, las raíces cada vez salian mas de la tierra y era muy fácil tropezar con ellas, podía llegar a notar cuando ella perdía el equilibrio pero se recuperaba. En ese momento creyó que estaba pasándose de la raya y se detuvo un momento, se giro para mirarla.-Lamento esto, pero veras que el lugar al que te llevaré valdrá la pena-.Le aseguró extendiendole la mano aunque no muy seguro de que se la tomara. Siguieron caminando, sus zapatos ya se habían embarrado por completo y su ropa estaba llena de ramas y hojas. Sabía que por dentro estaría maldiciendo en lo que se había metido, que estaría mejor en su habitación muy cómoda. Si ella hubiera estado mirando su rostro podría haber adivinado el toque de culpa y arrepentimiento que en ese momento sentía. Pero lo compensaría. En un momento sintió el sonido de un charco pero no llegó a pensar mas que se sintió tirado de la ropa hacia atrás, cayó pesadamente al suelo en medio de un charco, el lodo le saltó a la cara y cerró los ojos. Luego lo acompañó una voz conocida que parecía furiosa, comenzó a gritar. Él como pudo se incorporó, se quitó el lodo del rostro mientras sentía medio cuerpo mojado. Miró a un lado y pudo ver a la joven ya de pie caminando de un lado al otro desesperada por limpiar su vestido que lucía una gran mancha marrón en la parte delantera.-Estas..bien?-.Le preguntó tranquilo, luego al ver que le devolvía la mirada, una mirada llena de ira no se le ocurrió otra cosa mas que decir que...-Ehmm por cierto mi nombre es Ryan(?)-.Preguntó sabiendo que no era el momento para decir eso pero todo aquello le causaba mucha gracia. Se puso de pie pero se mantuvo distante de ella.-Te...manchaste..-.Señaló tímidamente su vestido.-..Allí-. Sin aguantarse mas por aquel momento tan divertido para él soltó una pequeña risa y luego bajó los hombros y dio unos pasos hacia ella.-Ya no te preocupes, yo luego te lo lavaré si lo deseas-.Le dijo intentando poner paños fríos a la situación y dandole a entender que se calmara que no era nada grave.
Pasó por delante de ella y se acercó para correr unas grandes ramas que entorpecían el camino, miró mas allá y luego regresó la mirada a su acompañante.-Lo ves..llegamos!!!-. Quiso calmarla cambiando de tema. Se inclinó hacia ella y la tomó de la mano.-Vamos!!-.Le dijo sonriendo y avanzando con ella. El sitio era simple y hermoso a la vez. Era una zona abierta de no mas de 30 metros cuadrados, al otro lado les impedía el paso la corriente del río que se sumaba a aquel paisaje, una pequeña catarata caía sobre una roca llena de vegetación, pero se encontraba al otro lado del angosto río. Se giró hacia ella y la miró deseando que aquel sitio sirviera para relajarse un poco de aquel momento que le había hecho pasar.-Y bien..que crees?-. Dijo agachándose para tomar unas piedras sin dejar de mirarla. Luego se giró suavemente y comenzó a tirarlas al agua dejando que se hundan. y dejando que la joven del brazalete decidiera sumarse...
- Spoiler:
Ryan Goodrich- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/11/2011
Re: En la inmensidad de unos ojos esmeralda. [Ryan]
Caminaba al lado del hombre sin estar muy segura de hacía donde nos dirigíamos, desde que le había dado alcance me ignoraba, cosa que decidí imitar y dediqué mi tiempo a observar el entorno: Los techos de las casas parecían desdibujarse con la luz mortecina del sol que se apagaba, el matiz del cielo se entonaba como si un baño escarlata lo cubriera. Aquella escena era verdaderamente conmovedora, siempre el crepúsculo me había parecido lo mejor del día.
Una sonora y profunda voz me regreso a la realidad cuestionándome sobre mis dudas. –Si, muchas y parece que dadas las circunstancias solo usted puede resolverlas. Espero que todo esto me lleve a ese fin- a cada tanto sentía su mirada y eso me hacia sentirse nerviosa, aminoró la velocidad y lo agradecí, comenzaba a sentirme cansada. Me pregunte si faltaría mucho para llegar, el calor, aun cuando la noche había decretado su dominio, era un tanto sofocante. Deseaba aflojar un poco los listones de mi corset que apretaba demasiado y me hacia difícil respirar lo suficiente, pero si lo hacía pasaría como una debilucha a los ojos de mi acompañante y no quería eso.
Nos dirigimos a las inmediaciones del bosque, nunca había sido buena con la malicia y mi confianza en los demás quizá era excesivamente peligrosa, seguí caminando sintiendo como si un lazo invisible me uniera a ese hombre. Tan solo al adentrarnos al bosque sentí el cambio del clima y lo agradecí infinitamente, me preguntó si quería seguir e intento asustarme mencionándome un montón de bichos. Sonreí –Por supuesto, no llegue hasta aquí para que ahora me confiese que el lugar del que hablo no existe- Dije limpiando con mi pañuelo unas perlitas de sudor de mi frente. –Y si hay todas esas alimañas, supongo que si al final me pierde tendremos de qué alimentarnos. Duda usted mucho para la seguridad que pretende mostrar, así que en marcha. Yo lo sigo- Continué el camino fijando la vista en el piso, no quería toparme con alguno de esos animales que había mencionado.
El camino se volvía más difícil al grado de necesitar sostenerme de los arboles, temiendo que algún bicho decidiera aparecer y tocar mis dedos, me estremeció la idea, prefería caer antes que tocar algo repugnante. Me concentre en lo hermoso del follaje que nos rodeaba eran unas ramas altas que envolvían algunos troncos y se adornaban con pequeñas florecitas blancas ahora cerrándose por la ausencia de la luz solar. Iba encantada con todo el paisaje, de niña siempre había deseado tener una casita en medio de un bosque encantado, sabía que era una locura, pero estar rodeada de arboles me hacia sentir muy bien.
Disfrutaba enormemente del olor a bosque, me di cuenta que ese mismo aroma lo tenia mi acompañante cuando me acerqué a él en el café. Un aroma fresco, amaderado con toques suaves de una fragancia deliciosa de la que su origen aun me era desconocido. Iba ensimismada en mis pensamientos cuando uno de mis pies se enredo en mi propio vestido y perdí el equilibrio cayendo en un charco cercano. –mi vestido- susurré decepcionada al ver como se llenaba todo de fango. Me levante y vi mi libro en medio de aquel charco, me puse a sacudir furiosa el lodo que se negaba a salir del faldón, mis manos estaban llenas también y lo único que estaba logrando era ensuciarlo aun mas, continuaba dando manotazos y de pronto escuché su nombre…Ryan repetí para mis adentros, alcé la vista y vi a mi compañero de viaje también cubierto de fango, el cuadro que hacíamos juntos me pareció de lo más gracioso y solté la risa que estaba conteniendo al ver que él también reía. Comenzaba a gustarme demasiado esa manera suya de afrontar las cosas.
Por fin llegamos al claro que había prometido, éramos una pareja bastante extraña, estábamos todos cubiertos de lodo y ramitas que se pegaban a nuestra ropa. Cuando quito la espesura que cubría el paso, me quede boquiabierta era el lugar más hermoso que había visto en mi vida, caminé hacia ahí e intente cubrir cada detalle del paisaje con mi mirada. La luna iluminaba como si de un farol se tratase, me dirigí hacía el río que se formaba a partir de una pequeña catarata, con el ruedo enlodado de mi vestido moví el follaje cercano a un árbol y una mariposa azul salió volando, sin duda sacudida por mi, se posó en mi brazo agitando sus alitas perezosa, la coloque en mi mano para apreciarla mejor, quedé maravillada observándola, la acerque de nuevo al follaje y ahí la deje.
Camine hacía Ryan colocándome a su lado, al final no había mentido me había prometido un buen lugar y el sitio que me ofrecía ahora sobrepasaba cualquier imagen que me hubiera hecho. –Simonet……..mi nombre es Simonet- Dije con los ojos fijos en el agua cristalina que corría frente a nosotros. Alcance a distinguir un árbol caído, completamente cubierto de musgo, lo valore un momento y luego pensé que mi vestido ya era un caso perdido, me dirigí hacia el tronco y me senté sin poder apartar la vista de todo lo que me rodeaba, inclusive de él.
-¿Podría usted explicarme esa parte de la historia de mi brazalete, donde siendo usted sin duda un niño, talló tan hermosos dijes?- Pregunté rompiendo el silencio que nos rodeaba.
Una sonora y profunda voz me regreso a la realidad cuestionándome sobre mis dudas. –Si, muchas y parece que dadas las circunstancias solo usted puede resolverlas. Espero que todo esto me lleve a ese fin- a cada tanto sentía su mirada y eso me hacia sentirse nerviosa, aminoró la velocidad y lo agradecí, comenzaba a sentirme cansada. Me pregunte si faltaría mucho para llegar, el calor, aun cuando la noche había decretado su dominio, era un tanto sofocante. Deseaba aflojar un poco los listones de mi corset que apretaba demasiado y me hacia difícil respirar lo suficiente, pero si lo hacía pasaría como una debilucha a los ojos de mi acompañante y no quería eso.
Nos dirigimos a las inmediaciones del bosque, nunca había sido buena con la malicia y mi confianza en los demás quizá era excesivamente peligrosa, seguí caminando sintiendo como si un lazo invisible me uniera a ese hombre. Tan solo al adentrarnos al bosque sentí el cambio del clima y lo agradecí infinitamente, me preguntó si quería seguir e intento asustarme mencionándome un montón de bichos. Sonreí –Por supuesto, no llegue hasta aquí para que ahora me confiese que el lugar del que hablo no existe- Dije limpiando con mi pañuelo unas perlitas de sudor de mi frente. –Y si hay todas esas alimañas, supongo que si al final me pierde tendremos de qué alimentarnos. Duda usted mucho para la seguridad que pretende mostrar, así que en marcha. Yo lo sigo- Continué el camino fijando la vista en el piso, no quería toparme con alguno de esos animales que había mencionado.
El camino se volvía más difícil al grado de necesitar sostenerme de los arboles, temiendo que algún bicho decidiera aparecer y tocar mis dedos, me estremeció la idea, prefería caer antes que tocar algo repugnante. Me concentre en lo hermoso del follaje que nos rodeaba eran unas ramas altas que envolvían algunos troncos y se adornaban con pequeñas florecitas blancas ahora cerrándose por la ausencia de la luz solar. Iba encantada con todo el paisaje, de niña siempre había deseado tener una casita en medio de un bosque encantado, sabía que era una locura, pero estar rodeada de arboles me hacia sentir muy bien.
Disfrutaba enormemente del olor a bosque, me di cuenta que ese mismo aroma lo tenia mi acompañante cuando me acerqué a él en el café. Un aroma fresco, amaderado con toques suaves de una fragancia deliciosa de la que su origen aun me era desconocido. Iba ensimismada en mis pensamientos cuando uno de mis pies se enredo en mi propio vestido y perdí el equilibrio cayendo en un charco cercano. –mi vestido- susurré decepcionada al ver como se llenaba todo de fango. Me levante y vi mi libro en medio de aquel charco, me puse a sacudir furiosa el lodo que se negaba a salir del faldón, mis manos estaban llenas también y lo único que estaba logrando era ensuciarlo aun mas, continuaba dando manotazos y de pronto escuché su nombre…Ryan repetí para mis adentros, alcé la vista y vi a mi compañero de viaje también cubierto de fango, el cuadro que hacíamos juntos me pareció de lo más gracioso y solté la risa que estaba conteniendo al ver que él también reía. Comenzaba a gustarme demasiado esa manera suya de afrontar las cosas.
Por fin llegamos al claro que había prometido, éramos una pareja bastante extraña, estábamos todos cubiertos de lodo y ramitas que se pegaban a nuestra ropa. Cuando quito la espesura que cubría el paso, me quede boquiabierta era el lugar más hermoso que había visto en mi vida, caminé hacia ahí e intente cubrir cada detalle del paisaje con mi mirada. La luna iluminaba como si de un farol se tratase, me dirigí hacía el río que se formaba a partir de una pequeña catarata, con el ruedo enlodado de mi vestido moví el follaje cercano a un árbol y una mariposa azul salió volando, sin duda sacudida por mi, se posó en mi brazo agitando sus alitas perezosa, la coloque en mi mano para apreciarla mejor, quedé maravillada observándola, la acerque de nuevo al follaje y ahí la deje.
Camine hacía Ryan colocándome a su lado, al final no había mentido me había prometido un buen lugar y el sitio que me ofrecía ahora sobrepasaba cualquier imagen que me hubiera hecho. –Simonet……..mi nombre es Simonet- Dije con los ojos fijos en el agua cristalina que corría frente a nosotros. Alcance a distinguir un árbol caído, completamente cubierto de musgo, lo valore un momento y luego pensé que mi vestido ya era un caso perdido, me dirigí hacia el tronco y me senté sin poder apartar la vista de todo lo que me rodeaba, inclusive de él.
-¿Podría usted explicarme esa parte de la historia de mi brazalete, donde siendo usted sin duda un niño, talló tan hermosos dijes?- Pregunté rompiendo el silencio que nos rodeaba.
Simonet de Kontrebia- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 11/06/2012
DATOS DEL PERSONAJE
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Datos de interés:
Re: En la inmensidad de unos ojos esmeralda. [Ryan]
Sorprendido por la reacción de ella minutos antes se quedó allí frente al río, como era que siendo ella tan obstinada había reído tan divertida después de encontrarse con sus ropas todas sucias, incluso su libro? Aún no salía de su cabeza el sonido de su risa, por primera vez tan..sincera, real. Sin dudas su risa lo había cautivado, deseaba volver a oírla nuevamente pero no estaba seguro cuando sería eso. Debía esforzarse por aquello y por un momento olvidó su lado burlón y se dedicó a ser él mismo, a mostrarse pasivo y agradable. Después de todo, aquél lugar lo merecía y ella por aceptar ir con él también. Aún le habían quedado las imágenes del café en el que lo único que habían hecho había sido atacarse sin sentido, por cosas estúpidas, y aquel recuerdo ahora visto como algo distante le causaba mucha gracia.
En un momento se giró hacia ella y la vio recorrer el sitio con una notable expresión de asombro, sus ojos miraban a todos lados y no podía culparla, aquel lugar era de otro mundo. Colores vivos en cada árbol y segmento de césped, vegetación crecida hasta en los sitios menos pensados cubrían rocas y troncos. Desde el primer momento en que él había pisado ese lugar sabía que encontraría alguien a quien mostrárselo y asegurarse que le agradaría tanto como a él, aquella persona había resultado ser nada más y nada menos con quien horas antes no podían ni echarse la mirada sin evitar un comentario insultante. Sus ojos se abrieron ampliamente cuando una mariposa azul se poso sobre ella como adherida al aroma de su piel, movía suavemente las alas sin desear volar hasta que ella la colocó en su mano para observarla y luego la dejaba en el follaje, allí se perdió entre tantos colores. Quiso volver a encontrarla pero le era imposible. La sonrisa se mantenía en su rostro y no le importó que ella lo viera sonreír, simplemente se había quedado allí de brazos cruzados admirándola en aquel entorno tan natural y puro. Sus ojos quedaron perdidos en ella y le tomó un largo tiempo volver a la tierra, que por cierto era una tierra muy blanda y húmeda, aunque en la mayor parte de la superficie brotaba un césped tan verde y suave que invitaba a recostarse allí a dormir como si de una cómoda alfombra se tratara. Sabía, por sus propias experiencias, que al recostarse allí efectivamente se sentía muy suave y cómodo, y sobre todo se podía apreciar las copas de los árboles rodarle la visión hacia un cielo estrellado. El agua corriendo frente a sus pies, definitivamente era un hermoso sitio donde descansar, rodeado de la naturaleza. Incluso era un buen lugar para pescar, muchas veces lo había hecho y había conseguido muy buenos ejemplares de buen tamaño, y su sabor era delicioso. Claro que eran peces de río y su sabor variaba pero por lo menos los que él había alguna vez conseguido eran exquisitos.
Fue tal el efecto que producía aquel lugar sobre él que no se percató del acercamiento de la joven muchacha que poco a poco lograba interesarlo mas. Al verla caminar hacia él no pudo evitar darse cuenta que aquella hermosa compañía parecía provenir exactamente de aquel sitio. Se veía tan perfecta en aquel paisaje como si hubiese salido de él. La mirada de ella se clavó en el río a su espalda y las palabras que ansiaba escuchar desde que estaban en el café fueron pronunciadas.-Simonet..-.Repitió suavemente en voz alta. Sintió una suave caricia en su interior...Simonet. Repitió para sus adentros nuevamente, le encantaba. Luego esa sensación se hizo mas fuerte pero en su cabeza. Vio todo blanco, su entorno había desaparecido nuevamente, esta vez aquel paisaje tan hermoso. Había aparecido en un sitio parecido pero mucho mas sombrío, se encontraba entre unos árboles muy juntos que lo ocultaban entre la oscura y espesa arboleda. Entre las hojas pudo divisar un grupo de tres personas reunidas en el mismo sitio donde su recuerdo anterior le había mostrado a la niña, a Simonet de pequeña. Se acercó mas teniendo cuidado de no hacer mucho ruido para intentar oír lo que hablaban aquellas personas. Dos de ellas se encontraban arrodilladas entre las rocas alrededor de la niña, pero parecía que aún no había abierto los ojos, la tercer figura permanecía de pie detrás de ellos observando lo que hacían, de brazos cruzados. Buscaban reanimarla, pero como? si él recordaba haberlo hecho por cuenta propia y había llegado a ver la luz en sus ojos bien abiertos sin comprender que había sucedido. Fue cuando una de las personas arrodilladas, al parecer una anciana la llamaba en voz alta.-Simonet!! Simonet!! Despierta-.Decía una y otra vez mientras que la otra figura aplicaba la atención correspondiente para hacerla reaccionar, finalmente se oyó una tos y levantaron la cabeza de Simonet. La abuela feliz la contenía en sus brazos, feliz de verla bien. Nada había pasado. Cuando levantaron a la niña pudo distinguir un fuerte brillo en su muñeca, era la pulsera de dijes. Se acercó un poco mas casi saliendo de su escondite, deseaba verla un momento mas pero su visión se volvió borrosa hasta que en un giro que sintió que se mareaba terminó de pie en aquel claro donde se encontraba con la Simonet ya mayor, mirándolo.
La joven se había ubicado en un gran tronco caído cubierto por un musgo tan verde como suave, aquel tronco había caído parecía ya mucho tiempo en la orilla del río y se había adoptado al follaje como un elemento mas de aquella maravilla que era para sus humildes ojos. Parpadeó varias veces y escuchó su pregunta. Quería saber como era posible que aquella pulsera hecha por él hace tantos años había terminado en sus manos. Debió exigir su mente para encontrar una creíble respuesta, una respuesta que no pusiera en evidencia lo imposible que sonaba que así fuera, mas sabiendo que parecía que no se llevaban tantos años de diferencia y en efecto en aquel entonces él debía ser un niño.-Bueno de hecho..aparento ser mucho mas joven de lo que realmente soy-.Concluyó deseando que no siguiera el interrogatorio. Caminaba lentamente de un lado a otro frente a ella desabotonandose muy despacio la camisa pensando en un segundo plan en el caso que ella deseara saber más.-..de todas formas no hay mucha historia en aquella pulsera, sólo la realicé como pasatiempo y no tiene ningún valor para mí-. Mintió mirándola a los ojos y acercándose al río humedeciendo un poco sus pies. Antes que hablara nuevamente se abrió la camisa dejándola a un lado, ahora solo era un montón de tela enlodada, sucia. -No se usted pero yo me siento en la necesidad de limpiarme...que por su culpa he arruinado una de mis mejores ropas-.Le dijo sin mirarla y con la intensión de zambullirse a las frías pero refrescantes aguas de aquel río. Luego hizo aquello y se metió hasta la altura de la cintura quedando con el torso sobre la superficie.-Te animas...Simonet?-.Le dijo por último mirándola a los ojos y mostrando una agradable sonrisa que mostraba la apariencia de un hombre distinto, completamente diferente al de la cafetería.
En un momento se giró hacia ella y la vio recorrer el sitio con una notable expresión de asombro, sus ojos miraban a todos lados y no podía culparla, aquel lugar era de otro mundo. Colores vivos en cada árbol y segmento de césped, vegetación crecida hasta en los sitios menos pensados cubrían rocas y troncos. Desde el primer momento en que él había pisado ese lugar sabía que encontraría alguien a quien mostrárselo y asegurarse que le agradaría tanto como a él, aquella persona había resultado ser nada más y nada menos con quien horas antes no podían ni echarse la mirada sin evitar un comentario insultante. Sus ojos se abrieron ampliamente cuando una mariposa azul se poso sobre ella como adherida al aroma de su piel, movía suavemente las alas sin desear volar hasta que ella la colocó en su mano para observarla y luego la dejaba en el follaje, allí se perdió entre tantos colores. Quiso volver a encontrarla pero le era imposible. La sonrisa se mantenía en su rostro y no le importó que ella lo viera sonreír, simplemente se había quedado allí de brazos cruzados admirándola en aquel entorno tan natural y puro. Sus ojos quedaron perdidos en ella y le tomó un largo tiempo volver a la tierra, que por cierto era una tierra muy blanda y húmeda, aunque en la mayor parte de la superficie brotaba un césped tan verde y suave que invitaba a recostarse allí a dormir como si de una cómoda alfombra se tratara. Sabía, por sus propias experiencias, que al recostarse allí efectivamente se sentía muy suave y cómodo, y sobre todo se podía apreciar las copas de los árboles rodarle la visión hacia un cielo estrellado. El agua corriendo frente a sus pies, definitivamente era un hermoso sitio donde descansar, rodeado de la naturaleza. Incluso era un buen lugar para pescar, muchas veces lo había hecho y había conseguido muy buenos ejemplares de buen tamaño, y su sabor era delicioso. Claro que eran peces de río y su sabor variaba pero por lo menos los que él había alguna vez conseguido eran exquisitos.
Fue tal el efecto que producía aquel lugar sobre él que no se percató del acercamiento de la joven muchacha que poco a poco lograba interesarlo mas. Al verla caminar hacia él no pudo evitar darse cuenta que aquella hermosa compañía parecía provenir exactamente de aquel sitio. Se veía tan perfecta en aquel paisaje como si hubiese salido de él. La mirada de ella se clavó en el río a su espalda y las palabras que ansiaba escuchar desde que estaban en el café fueron pronunciadas.-Simonet..-.Repitió suavemente en voz alta. Sintió una suave caricia en su interior...Simonet. Repitió para sus adentros nuevamente, le encantaba. Luego esa sensación se hizo mas fuerte pero en su cabeza. Vio todo blanco, su entorno había desaparecido nuevamente, esta vez aquel paisaje tan hermoso. Había aparecido en un sitio parecido pero mucho mas sombrío, se encontraba entre unos árboles muy juntos que lo ocultaban entre la oscura y espesa arboleda. Entre las hojas pudo divisar un grupo de tres personas reunidas en el mismo sitio donde su recuerdo anterior le había mostrado a la niña, a Simonet de pequeña. Se acercó mas teniendo cuidado de no hacer mucho ruido para intentar oír lo que hablaban aquellas personas. Dos de ellas se encontraban arrodilladas entre las rocas alrededor de la niña, pero parecía que aún no había abierto los ojos, la tercer figura permanecía de pie detrás de ellos observando lo que hacían, de brazos cruzados. Buscaban reanimarla, pero como? si él recordaba haberlo hecho por cuenta propia y había llegado a ver la luz en sus ojos bien abiertos sin comprender que había sucedido. Fue cuando una de las personas arrodilladas, al parecer una anciana la llamaba en voz alta.-Simonet!! Simonet!! Despierta-.Decía una y otra vez mientras que la otra figura aplicaba la atención correspondiente para hacerla reaccionar, finalmente se oyó una tos y levantaron la cabeza de Simonet. La abuela feliz la contenía en sus brazos, feliz de verla bien. Nada había pasado. Cuando levantaron a la niña pudo distinguir un fuerte brillo en su muñeca, era la pulsera de dijes. Se acercó un poco mas casi saliendo de su escondite, deseaba verla un momento mas pero su visión se volvió borrosa hasta que en un giro que sintió que se mareaba terminó de pie en aquel claro donde se encontraba con la Simonet ya mayor, mirándolo.
La joven se había ubicado en un gran tronco caído cubierto por un musgo tan verde como suave, aquel tronco había caído parecía ya mucho tiempo en la orilla del río y se había adoptado al follaje como un elemento mas de aquella maravilla que era para sus humildes ojos. Parpadeó varias veces y escuchó su pregunta. Quería saber como era posible que aquella pulsera hecha por él hace tantos años había terminado en sus manos. Debió exigir su mente para encontrar una creíble respuesta, una respuesta que no pusiera en evidencia lo imposible que sonaba que así fuera, mas sabiendo que parecía que no se llevaban tantos años de diferencia y en efecto en aquel entonces él debía ser un niño.-Bueno de hecho..aparento ser mucho mas joven de lo que realmente soy-.Concluyó deseando que no siguiera el interrogatorio. Caminaba lentamente de un lado a otro frente a ella desabotonandose muy despacio la camisa pensando en un segundo plan en el caso que ella deseara saber más.-..de todas formas no hay mucha historia en aquella pulsera, sólo la realicé como pasatiempo y no tiene ningún valor para mí-. Mintió mirándola a los ojos y acercándose al río humedeciendo un poco sus pies. Antes que hablara nuevamente se abrió la camisa dejándola a un lado, ahora solo era un montón de tela enlodada, sucia. -No se usted pero yo me siento en la necesidad de limpiarme...que por su culpa he arruinado una de mis mejores ropas-.Le dijo sin mirarla y con la intensión de zambullirse a las frías pero refrescantes aguas de aquel río. Luego hizo aquello y se metió hasta la altura de la cintura quedando con el torso sobre la superficie.-Te animas...Simonet?-.Le dijo por último mirándola a los ojos y mostrando una agradable sonrisa que mostraba la apariencia de un hombre distinto, completamente diferente al de la cafetería.
Ryan Goodrich- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/11/2011
Re: En la inmensidad de unos ojos esmeralda. [Ryan]
El agua del río provocaba un sonido tan relajante que quise cerrar los ojos y dormir, la luz de una luna menguante se filtraba apenas entre las copas de los arboles, así que el bosque se cubrió con una espesa capa oscura y el sendero por donde habíamos llegado se perdió a la vista. Apoyé en mis rodillas mis brazos y descansé mi cara sobre mis manos mirando fijamente a mi acompañante mientras estudiaba cada gesto suyo mientras hablaba. –Si es aun más joven de lo que parece, entonces debió haber hecho esto cuando apenas era un bebé- Le dije dirigiendo mi mirada hacia mi brazalete y contemplando sus detalles. “No, era imposible que ese hombre fabricara aquella pulsera”.
Redirigí mi vista hacía él y mi corazón dio un salto cuando me percaté que iba desabrochando poco a poco su camisa mientras se paseaba delante mío. Por un momento me olvidé de lo que hablaba hacía unos segundos apenas, el contorno de su abdomen comenzó a aparecer bajo la tela y sentí ruborizarme, desvíe la mirada apenada y sintiendo la sangre agolparse en mis mejillas. Ryan se dirigió al río y me di cuenta que su intención era tirarse a él, unas ganas enormes de imitarlo se despertaron, no soportaba sentirme sucia y me encontraba llena de fango, el vestido me pesaba y lo único que deseaba era deshacerme de tantas capas de tela y respirar.
Se giró y me hizo una invitación que en esos momentos me era imposible rechazar, me animó la media luz que apenas nos iluminaba. Divisé un montículo que sobresalía de entre unos arboles, me dirigí hacía ese lugar y comencé a desabotonar mi vestido que sabía estaba inservible ya, al terminar de desabrochar las cintas de mi corsé, dejé las prendas a un lado, quedándome solo con mi ropa interior. Camine a la orilla del río, intentando entrar por un extremo alejado de donde se encontraba Ryan, pero no alcanzaba a distinguir las condiciones que guardaba ese lugar, temí resbalar y golpearme con alguna de las piedras que sobresalían, así que me resigné y conduje mis pasos hacia el lugar plano que él había usado, confié en que la penumbra que me rodeaba ayudara para volverme invisible a sus ojos.
Me paré en el borde estudiando la mejor manera de entrar sin resbalar, no quería darle la satisfacción a aquel hombre de volver a burlarse de mí, respiré hondo y toque la superficie del agua, estaba realmente deliciosa, el toque cálido del liquido en comparación con el viento frío que comenzaba a circular me provocó un estremecimiento y más ganas de sumergirme en la calidez del río; dude una vez más en dar el paso, en ese momento sentí que una mano envolvió la mía, mis ojos se dirigieron hacia el lugar de donde provenía y distinguí la silueta de Ryan, una sonrisa asomo a mi cara y me alegré de que la oscuridad le impidiera verme sonreír. Tome su mano aceptando su ayuda, pero mi pie se aventuró demasiado aprisa, pise una roca cubierta de lama y resbalé, cerré los ojos esperando el golpe; en el instante que creí tocaría las piedras, un brazo sujetó mi cintura firmemente e impidió que cayera. Me tomó un momento recuperar el aliento y tranquilizar el golpeteo de mi corazón a causa del susto. Deshice suavemente ese abrazo que había impedido un fuerte golpe y tímidamente le susurré –Gracias- di media vuelta en el agua y nadé río adentro.
Redirigí mi vista hacía él y mi corazón dio un salto cuando me percaté que iba desabrochando poco a poco su camisa mientras se paseaba delante mío. Por un momento me olvidé de lo que hablaba hacía unos segundos apenas, el contorno de su abdomen comenzó a aparecer bajo la tela y sentí ruborizarme, desvíe la mirada apenada y sintiendo la sangre agolparse en mis mejillas. Ryan se dirigió al río y me di cuenta que su intención era tirarse a él, unas ganas enormes de imitarlo se despertaron, no soportaba sentirme sucia y me encontraba llena de fango, el vestido me pesaba y lo único que deseaba era deshacerme de tantas capas de tela y respirar.
Se giró y me hizo una invitación que en esos momentos me era imposible rechazar, me animó la media luz que apenas nos iluminaba. Divisé un montículo que sobresalía de entre unos arboles, me dirigí hacía ese lugar y comencé a desabotonar mi vestido que sabía estaba inservible ya, al terminar de desabrochar las cintas de mi corsé, dejé las prendas a un lado, quedándome solo con mi ropa interior. Camine a la orilla del río, intentando entrar por un extremo alejado de donde se encontraba Ryan, pero no alcanzaba a distinguir las condiciones que guardaba ese lugar, temí resbalar y golpearme con alguna de las piedras que sobresalían, así que me resigné y conduje mis pasos hacia el lugar plano que él había usado, confié en que la penumbra que me rodeaba ayudara para volverme invisible a sus ojos.
Me paré en el borde estudiando la mejor manera de entrar sin resbalar, no quería darle la satisfacción a aquel hombre de volver a burlarse de mí, respiré hondo y toque la superficie del agua, estaba realmente deliciosa, el toque cálido del liquido en comparación con el viento frío que comenzaba a circular me provocó un estremecimiento y más ganas de sumergirme en la calidez del río; dude una vez más en dar el paso, en ese momento sentí que una mano envolvió la mía, mis ojos se dirigieron hacia el lugar de donde provenía y distinguí la silueta de Ryan, una sonrisa asomo a mi cara y me alegré de que la oscuridad le impidiera verme sonreír. Tome su mano aceptando su ayuda, pero mi pie se aventuró demasiado aprisa, pise una roca cubierta de lama y resbalé, cerré los ojos esperando el golpe; en el instante que creí tocaría las piedras, un brazo sujetó mi cintura firmemente e impidió que cayera. Me tomó un momento recuperar el aliento y tranquilizar el golpeteo de mi corazón a causa del susto. Deshice suavemente ese abrazo que había impedido un fuerte golpe y tímidamente le susurré –Gracias- di media vuelta en el agua y nadé río adentro.
Simonet de Kontrebia- Humano Clase Alta
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Re: En la inmensidad de unos ojos esmeralda. [Ryan]
La oscuridad de la ya entrada noche impedía apreciar aquel sitio con lujo de detalle aunque ahora había sido reemplazado por un nuevo paisaje, era todo un espectáculo de sombras y sonidos potenciados. Las fieras se habían calmado exhaustas por un día tan agotador y se habían ocultado en sus refugios esperando un nuevo amanecer, un nuevo día. Aquel paisaje ahora brindaba un brillo hechizante sobre las aguas de aquel río, el reflejo de la luna daba un efecto tan hermoso que hipnotizaba a quien se lo quedara viendo. Las sombras de los árboles danzaban acompañadas de los sonidos de ranas, grillos y otras criaturas que aportaban aquella música para los oídos, parecían todos sincronizados.
Sólo había algo que no le gustaba de aquella negrura, y era que le dificultaba la tarea de mirar a Simonet, de apreciarla. Sentía que no había tenido el tiempo suficiente para hacerlo a pesar de haberse pasado toda la tarde hasta ese momento teniéndola frente a frente, disfrutando de su compañía. Y ahora el hecho de tener que esforzar la vista e imaginarse gran parte de sus rasgos le molestaba un poco, recordó la mejora de visión que poseía y decidió utilizarla. Valía la pena. Notó un suave rubor en su rostro cuando quedó desnudo frente a ella, había olvidado que eso era algo común solo para él y decidió hacer como si no lo hubiera notado para no incomodarla. Cuando entró en el agua y la invitó pudo ver el deseo en sus ojos. Sabía que necesitaba tanto como él aquel pequeño baño, para limpiarse y sobre todo refrescarse. Aprovechó aquello para hacerla olvidar del asunto de la pulsera, dejarían las dudas y las vueltas en sus cabezas para otro momento, ahora solo debían relajarse y disfrutar de los increíbles lujos que les regalaba la naturaleza. Ante la invitación no supo su respuesta sino hasta que se levantó de aquel tronco en el que se había ubicado tan cómodamente y se dirigió a un sitio mas apartado entre el que le resultaba mas difícil seguirla con la mirada. Estiró el cuello lo más que pudo y vio a Simonet de espaldas al parecer desprendiéndose el vestido, cuando cayó al suelo y parte de su espalda y hombros quedaron a la vista, él no tuvo mas reacción que volver a su sitio y desviar la mirada. Lo pensó un momento si estaba bien aprovecharse pero por su mente solo pasaba una cosa y era que deseaba conocer a aquella joven de una hermosura increíble. Haciendo a un lado todos sus pensamientos, lo que estaba bien y lo que estaba mal volvió a estirar el cuello y la buscó con la mirada, ahora ya se había deshecho de su corsé y solo se exhibía en ropa interior. Un fuerte calor le recorrió todo el cuerpo, aquel otro lado suyo comenzaba a liberarse y hacerse presente de una u otra manera. Cuando la vio dirigirse hacia el río se volteó rápidamente esperando que entrara al agua, un suave chapoteo y las pequeñas olas que se generaron le informaron que ya se encontraba dentro.
La sentía caminar lentamente por la orilla mientras el silencio ahora se hacía mas evidente. Luego recordó los peligros que realmente componían aquel río, el fondo estaba lleno de piedras resbaladizas, él no lo había notado por su capacidad de agarre, pero sabía que era un tanto mas peligroso para su acompañante así que se acercó a ella ligeramente sin detenerse mucho tiempo en observar su silueta con lujo de detalle aunque podía apreciar unas curvas que no hacía mas que complementar aquel paisaje hasta tal punto que la confundió con la mismísima luna. Una vez a su alcance estiró el brazo buscando su mano, finalmente la encontró debajo del agua a la altura de su ombligo. La sujetó suavemente pero con la suficiente firmeza para ayudarla a abrirse paso. No se le ocurrió mejor cosa que hacer que mirar su rostro y se encontró nuevamente con aquella sonrisa. La sonrisa que tanto lograba atraparlo, era tal lo que generaba en él que también sonrió en silencio, contagiado por completo. Su distracción no duró demasiado ya que sus reflejos bien desarrollados actuaron haciendo que evitara un tropiezo tomándola por la cintura. Sintió entre sus dedos la suavidad de su piel. Su rostro quedó fijo en ella y cuando se volteó pudo ver en su cara el susto del momento. Allí comenzó a respirar con dificultad, sus ojos brillaban gracias a la luna y estaba seguro que los propios también, ambos podían mirarse a los ojos en aquel momento. Su brazo permaneció rodeándola y aquella suavidad lo obligó a cerrar los ojos con fuerza para evitar un descontrol tan común en él. Consiguió de a poco calmarse y la soltó tan inesperadamente como la había sujetado. Ella se alejó nadando río adentro. Él, inmóvil en el mismo lugar, se dejó hundir en las aguas hasta que solo quedó a la vista su cabeza. Sus ojos seguían a Simonet, incluso cuando se sumergía.
Se quedó allí unos cuantos minutos sonriendo cada tanto al ver que bien le hacía aquel baño a la joven, luego se puso de pie dispuesto a hacerle un poco mas de compañía cuando un sonido le alertó. Movió la nariz buscando oler algo extraño y confirmó que algo andaba mal, algo husmeaba por allí. Tras una última mirada a Simonet y un...-No te muevas por favor-. A modo de susurro, salió lentamente del agua intentando hacer el menor ruido. Y agazapado entre los largos pastizales que salían cada tanto en la orilla, fue caminando agachado por el suelo. Sus ojos miraban de un lado a otro buscando la fuente del ruido. Cuando ya se encontraba a medio camino entre el río y la línea de árboles lo vio, allí hurgando entre las ropas de Simonet se encontraba un jabalí gris, de un tamaño bastante grande. Aún no lo había visto a él y decidió aprovechar la oportunidad para abalanzarse sobre él, pero un movimiento en falso lo hizo resbalar y caer de lado, el golpe alertó al animal que corrió en sentido contrario a toda velocidad. Ryan maldijo por lo bajo mientras volvía a ponerse de pie y fijaba la mirada en el sitio donde había desaparecido el intruso. Luego se giró hacia el río recordando a la joven que había permanecido en las aguas, ahora ya volvía hacia él, se veía mas preocupada que asustada.-No se si lo viste..pero era un jabalí-.Le informó acercándose con una mirada seria. Luego calló y la miró a los ojos, su mirada se desvió al poder apreciarla mas cerca y en ropa interior, aquel fuego resurgió y lo envolvió como a una llama. Parpadeó varias veces sin poder apartar la mirada y finalmente buscó con la mirada en el suelo su propia camisa.-Lo..siento-.Dijo mientras la tomaba, la sacudía un poco y se la colocaba enfrente para que se tapara si lo deseaba.-Aquí tienes-.Le dirigió una cálida sonrisa y recordó al jabalí, finalmente reaccionó y la miró a los ojos.-Ehmm mira...ya es tarde y no podremos regresar hasta la mañana...-.Le explicó con tranquilidad.-Yo te propongo intentar pasar la noche aquí. Te prometo que no te sucederá nada-. Buscó mostrar en su mirada la mayor señal de confianza y seguridad que podía inspirarle y una suave sonrisa la acompañó, un destello verde recorrió sus ojos mientras esperaba una respuesta.-Yo iré a juntar algo de leña para encender un fuego, así nos mantiene caliente-. La observaba con su camisa mientras buscaba unas palabras que la convencieran de quedarse sola un momento.-No me tardaré si?-. Le aseguró mientras sus pies ya lo llevaban hacia las inmediaciones del espeso bosque, justamente por el camino en el que había escapado aquel jabalí. Apresuró la marcha con el objetivo de cazar aquel animal y regresar junto a ella lo antes posible. Por un momento sintió mas miedo él de dejarla allí que el que tendría ella.
Sólo había algo que no le gustaba de aquella negrura, y era que le dificultaba la tarea de mirar a Simonet, de apreciarla. Sentía que no había tenido el tiempo suficiente para hacerlo a pesar de haberse pasado toda la tarde hasta ese momento teniéndola frente a frente, disfrutando de su compañía. Y ahora el hecho de tener que esforzar la vista e imaginarse gran parte de sus rasgos le molestaba un poco, recordó la mejora de visión que poseía y decidió utilizarla. Valía la pena. Notó un suave rubor en su rostro cuando quedó desnudo frente a ella, había olvidado que eso era algo común solo para él y decidió hacer como si no lo hubiera notado para no incomodarla. Cuando entró en el agua y la invitó pudo ver el deseo en sus ojos. Sabía que necesitaba tanto como él aquel pequeño baño, para limpiarse y sobre todo refrescarse. Aprovechó aquello para hacerla olvidar del asunto de la pulsera, dejarían las dudas y las vueltas en sus cabezas para otro momento, ahora solo debían relajarse y disfrutar de los increíbles lujos que les regalaba la naturaleza. Ante la invitación no supo su respuesta sino hasta que se levantó de aquel tronco en el que se había ubicado tan cómodamente y se dirigió a un sitio mas apartado entre el que le resultaba mas difícil seguirla con la mirada. Estiró el cuello lo más que pudo y vio a Simonet de espaldas al parecer desprendiéndose el vestido, cuando cayó al suelo y parte de su espalda y hombros quedaron a la vista, él no tuvo mas reacción que volver a su sitio y desviar la mirada. Lo pensó un momento si estaba bien aprovecharse pero por su mente solo pasaba una cosa y era que deseaba conocer a aquella joven de una hermosura increíble. Haciendo a un lado todos sus pensamientos, lo que estaba bien y lo que estaba mal volvió a estirar el cuello y la buscó con la mirada, ahora ya se había deshecho de su corsé y solo se exhibía en ropa interior. Un fuerte calor le recorrió todo el cuerpo, aquel otro lado suyo comenzaba a liberarse y hacerse presente de una u otra manera. Cuando la vio dirigirse hacia el río se volteó rápidamente esperando que entrara al agua, un suave chapoteo y las pequeñas olas que se generaron le informaron que ya se encontraba dentro.
La sentía caminar lentamente por la orilla mientras el silencio ahora se hacía mas evidente. Luego recordó los peligros que realmente componían aquel río, el fondo estaba lleno de piedras resbaladizas, él no lo había notado por su capacidad de agarre, pero sabía que era un tanto mas peligroso para su acompañante así que se acercó a ella ligeramente sin detenerse mucho tiempo en observar su silueta con lujo de detalle aunque podía apreciar unas curvas que no hacía mas que complementar aquel paisaje hasta tal punto que la confundió con la mismísima luna. Una vez a su alcance estiró el brazo buscando su mano, finalmente la encontró debajo del agua a la altura de su ombligo. La sujetó suavemente pero con la suficiente firmeza para ayudarla a abrirse paso. No se le ocurrió mejor cosa que hacer que mirar su rostro y se encontró nuevamente con aquella sonrisa. La sonrisa que tanto lograba atraparlo, era tal lo que generaba en él que también sonrió en silencio, contagiado por completo. Su distracción no duró demasiado ya que sus reflejos bien desarrollados actuaron haciendo que evitara un tropiezo tomándola por la cintura. Sintió entre sus dedos la suavidad de su piel. Su rostro quedó fijo en ella y cuando se volteó pudo ver en su cara el susto del momento. Allí comenzó a respirar con dificultad, sus ojos brillaban gracias a la luna y estaba seguro que los propios también, ambos podían mirarse a los ojos en aquel momento. Su brazo permaneció rodeándola y aquella suavidad lo obligó a cerrar los ojos con fuerza para evitar un descontrol tan común en él. Consiguió de a poco calmarse y la soltó tan inesperadamente como la había sujetado. Ella se alejó nadando río adentro. Él, inmóvil en el mismo lugar, se dejó hundir en las aguas hasta que solo quedó a la vista su cabeza. Sus ojos seguían a Simonet, incluso cuando se sumergía.
Se quedó allí unos cuantos minutos sonriendo cada tanto al ver que bien le hacía aquel baño a la joven, luego se puso de pie dispuesto a hacerle un poco mas de compañía cuando un sonido le alertó. Movió la nariz buscando oler algo extraño y confirmó que algo andaba mal, algo husmeaba por allí. Tras una última mirada a Simonet y un...-No te muevas por favor-. A modo de susurro, salió lentamente del agua intentando hacer el menor ruido. Y agazapado entre los largos pastizales que salían cada tanto en la orilla, fue caminando agachado por el suelo. Sus ojos miraban de un lado a otro buscando la fuente del ruido. Cuando ya se encontraba a medio camino entre el río y la línea de árboles lo vio, allí hurgando entre las ropas de Simonet se encontraba un jabalí gris, de un tamaño bastante grande. Aún no lo había visto a él y decidió aprovechar la oportunidad para abalanzarse sobre él, pero un movimiento en falso lo hizo resbalar y caer de lado, el golpe alertó al animal que corrió en sentido contrario a toda velocidad. Ryan maldijo por lo bajo mientras volvía a ponerse de pie y fijaba la mirada en el sitio donde había desaparecido el intruso. Luego se giró hacia el río recordando a la joven que había permanecido en las aguas, ahora ya volvía hacia él, se veía mas preocupada que asustada.-No se si lo viste..pero era un jabalí-.Le informó acercándose con una mirada seria. Luego calló y la miró a los ojos, su mirada se desvió al poder apreciarla mas cerca y en ropa interior, aquel fuego resurgió y lo envolvió como a una llama. Parpadeó varias veces sin poder apartar la mirada y finalmente buscó con la mirada en el suelo su propia camisa.-Lo..siento-.Dijo mientras la tomaba, la sacudía un poco y se la colocaba enfrente para que se tapara si lo deseaba.-Aquí tienes-.Le dirigió una cálida sonrisa y recordó al jabalí, finalmente reaccionó y la miró a los ojos.-Ehmm mira...ya es tarde y no podremos regresar hasta la mañana...-.Le explicó con tranquilidad.-Yo te propongo intentar pasar la noche aquí. Te prometo que no te sucederá nada-. Buscó mostrar en su mirada la mayor señal de confianza y seguridad que podía inspirarle y una suave sonrisa la acompañó, un destello verde recorrió sus ojos mientras esperaba una respuesta.-Yo iré a juntar algo de leña para encender un fuego, así nos mantiene caliente-. La observaba con su camisa mientras buscaba unas palabras que la convencieran de quedarse sola un momento.-No me tardaré si?-. Le aseguró mientras sus pies ya lo llevaban hacia las inmediaciones del espeso bosque, justamente por el camino en el que había escapado aquel jabalí. Apresuró la marcha con el objetivo de cazar aquel animal y regresar junto a ella lo antes posible. Por un momento sintió mas miedo él de dejarla allí que el que tendría ella.
Ryan Goodrich- Licántropo Clase Alta
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Re: En la inmensidad de unos ojos esmeralda. [Ryan]
Ryan me pidió que no me moviera, el temor me invadió cuando lo observé cauteloso recorrer algunos arbustos, no sabía qué sucedía exactamente y eso me ponía los nervios de punta. Intenté desde donde me encontraba mirar aquello que él buscaba, pero por más que estire mi cuello no alcanzaba a ver absolutamente nada. La luna iluminaba pero la luz no era suficiente para distinguir detalles. Me acerqué poco a poco a la orilla, mi mente pensaba mil maneras de reaccionar si acaso pasaba algo.
Ryan se fue como siguiendo un rastro, agazapado contra el piso, tuve miedo por mi, por nosotros pero sobre todo por él, claramente estaba haciendo todo eso para protegerme de eso que había visto, pero ¿qué era lo que seguía?. Sin pensarlo comencé a emerger del agua, no reparé en el frio que hacia ni en cómo el agua provocaba que la tela blanca mojada de mi ropa se pegara a mi cuerpo haciéndola casi transparente. Ryan se acercó haciéndome saber lo que perseguía hacía unos minutos y el miedo volvió, sabía que esos animales podían ser sumamente salvajes y me pregunté si entraría al río en caso de volver.
Terminé de salir del agua y el frío aumentó me rodeé con mis propios brazos y Ryan me ofreció su camisa, metí los brazos a la prenda mientras la sostenía frente a mi. Respiré un aroma a bosque que se fundía perfecto a todo lo que nos rodeaba, agradecí ese gesto pues lograba mantenerme cálida. Después mencionó sobre la imposibilidad de volver, cosa que había dado por hecho hacía rato pues el camino era sencillamente imposible de encontrar y no pensaba internarme en ese bosque lleno de bestias peligrosas, se sabía que los lobos rondaban esos lugares y prefería quedarme en el claro que tener que enfrentarme a uno en medio de la oscuridad.
Mi corazón se paralizó y me estremecí entera cuando mencionó dejarme ahí e internarse entre los arboles a buscar leña. –¡no! No me deje sola por favor- le supliqué tomándolo del brazo mientras miraba hacia la penumbra que nos rodeaba, se zafó suavemente de mi presión me miró a los ojos y me prometió volver sin darme la oportunidad de detenerlo porque ya se perdía en las sombras.
Estaba indecisa de a donde dirigirme, no podía seguirlo, me perdería y todo sería peor, además el miedo me paralizaba, estaba ahí en medio del bosque y así como había llegado el jabalí podría llegar cualquier otro animal peligroso. Estaba muerta de miedo y de preocupación, solo esperaba que Ryan se encontrara bien y volviera pronto. No sé cuanto tiempo estuve sin poderme mover ni un centímetro, el cuerpo me dolía de tanta tensión, creía escuchar ruidos por todos lados y lo único que anhelaba era que mi compañía volviera, reuní todas mis fuerzas y la adrenalina hizo el resto, me parecía una eternidad la espera así que decidí salir en su búsqueda caminé hacia la misma dirección y escuché pasos, una silueta se acercaba, tenía que ser Ryam así que apresuré mi andar, parándome en seco cuando lo vi más claramente, traía una carga de leña y ….el jabalí sobre su otro hombro, me quede boquiabierta sin saber qué pensar, pero con el corazón nuevamente latiendo a su ritmo, gracias a que sentía su cercanía.
Ryan se fue como siguiendo un rastro, agazapado contra el piso, tuve miedo por mi, por nosotros pero sobre todo por él, claramente estaba haciendo todo eso para protegerme de eso que había visto, pero ¿qué era lo que seguía?. Sin pensarlo comencé a emerger del agua, no reparé en el frio que hacia ni en cómo el agua provocaba que la tela blanca mojada de mi ropa se pegara a mi cuerpo haciéndola casi transparente. Ryan se acercó haciéndome saber lo que perseguía hacía unos minutos y el miedo volvió, sabía que esos animales podían ser sumamente salvajes y me pregunté si entraría al río en caso de volver.
Terminé de salir del agua y el frío aumentó me rodeé con mis propios brazos y Ryan me ofreció su camisa, metí los brazos a la prenda mientras la sostenía frente a mi. Respiré un aroma a bosque que se fundía perfecto a todo lo que nos rodeaba, agradecí ese gesto pues lograba mantenerme cálida. Después mencionó sobre la imposibilidad de volver, cosa que había dado por hecho hacía rato pues el camino era sencillamente imposible de encontrar y no pensaba internarme en ese bosque lleno de bestias peligrosas, se sabía que los lobos rondaban esos lugares y prefería quedarme en el claro que tener que enfrentarme a uno en medio de la oscuridad.
Mi corazón se paralizó y me estremecí entera cuando mencionó dejarme ahí e internarse entre los arboles a buscar leña. –¡no! No me deje sola por favor- le supliqué tomándolo del brazo mientras miraba hacia la penumbra que nos rodeaba, se zafó suavemente de mi presión me miró a los ojos y me prometió volver sin darme la oportunidad de detenerlo porque ya se perdía en las sombras.
Estaba indecisa de a donde dirigirme, no podía seguirlo, me perdería y todo sería peor, además el miedo me paralizaba, estaba ahí en medio del bosque y así como había llegado el jabalí podría llegar cualquier otro animal peligroso. Estaba muerta de miedo y de preocupación, solo esperaba que Ryan se encontrara bien y volviera pronto. No sé cuanto tiempo estuve sin poderme mover ni un centímetro, el cuerpo me dolía de tanta tensión, creía escuchar ruidos por todos lados y lo único que anhelaba era que mi compañía volviera, reuní todas mis fuerzas y la adrenalina hizo el resto, me parecía una eternidad la espera así que decidí salir en su búsqueda caminé hacia la misma dirección y escuché pasos, una silueta se acercaba, tenía que ser Ryam así que apresuré mi andar, parándome en seco cuando lo vi más claramente, traía una carga de leña y ….el jabalí sobre su otro hombro, me quede boquiabierta sin saber qué pensar, pero con el corazón nuevamente latiendo a su ritmo, gracias a que sentía su cercanía.
Simonet de Kontrebia- Humano Clase Alta
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Re: En la inmensidad de unos ojos esmeralda. [Ryan]
La noche parecía mas oscura de lo que esperaba, incluso el cielo se encontraba nublado y no permitía ver prácticamente ninguna estrella. La luna tampoco deseaba dejarse ver demasiado aquella noche, solo cuando las nubes la dejaban al descubierto y podía iluminar la tierra y la superficie revuelta del río. Ahora su iluminación sería aún menor por el hecho de que se introducía en el bosque lleno de pinos y otros altos árboles que tapaban todo el firmamento. Se valió de su visión mejorada para no perderse y lograr seguir el rastro de aquel solitario jabalí. Sabía que estaba sobre la pista pero aún no había llegado a sus oídos ningún sonido que le indicara la presencia del salvaje animal.
Aún se abría paso por el primer tramo del inexistente sendero. Una cálida sensación se mantenía en su brazo, allí donde Simonet lo había tomado implorándole que no la dejara allí. Cerró los ojos un momento ahogándose en aquella embriagadora sensación que le había dejado. Aún conservaba la imagen de su torneada silueta saliendo del agua, contoneándose hacia él como una mismísima sirena que dejaba su vida acuática para mimetizarse con los humanos, en busca de su próxima víctima. Pero en realidad él quería ser su víctima, quería dejarse caer en sus redes y que lo lleve a donde desee, que hiciera con él lo que quisiera. No le importaba nada, solo ser parte de ella, aunque claro ya lo era, él había sido su salvador. En aquel momento deseo haberse quedado en el claro con ella, disfrutando de su compañía, olvidando los peligros que acechaban y la falta de calor; de ese modo podrían haber ingeniado una manera alternativa de mantenerse calientes. Aquella figura regresó a su mente, se veía tan...cautivadora, su figura casi desnuda. Una sonrisa se formó en su rostro hasta que cayó en la cuenta que se encontraba persiguiendo algo y que si no se concentraba terminaría ahuyentandolo y sin nada con que regresar. La verdad es que la idea de cazar al jabalí había estado en su mente desde el primer momento en que salió huyendo, la búsqueda de leña no era mas que una mera excusa para sorprenderla, y si todo salía bien sería una doble sorpresa, para ambos. Si la caza resultaba positiva tendrían calor y alimento para poder afrontar la noche que les tocaba pasar en medio del bosque. Se detuvo en seco al ver que había perdido el rastro, tuvo que regresar un importante camino para retomar hasta que pudo volver a ubicarse. Se agachó y tocó con sus dedos la blanda tierra, húmeda y negra, allí había unas cuantas pequeñas huellas y la tierra muy removida, efectivamente ese jabalí no se escaparía. Se incorporó nuevamente y recorrió otra gran parte del camino a un trote apresurado, sabía que el reloj corría en su contra y cada vez sería mas difícil, pero sobre todo no deseaba dejar sola a Simonet un segundo mas, deseaba regresar con ella y continuar observándola en secreto.
Cuando las señales se hicieron cada vez mas continuas y recientes supo que no se encontraba muy alejado de su presa. Una vez mas regresó a su postura de asecho caminando muy lentamente y erguido para mantenerse invisible. Un cercano gruñido lo alertó y entonces agudizó todos sus sentidos, sus pupilas se movían a una impresionante velocidad de un lado a otro, sus oídos también eran capaces de percibir el mas mínimo sonido partiendo hasta del movimiento de algún pájaro en una rama. Su nariz ahora olfateaba con regularidad. Su comportamiento, si alguien lo viera desde algún otro punto, juraría que era idéntico al de un depredador, al de un lobo. Una mancha grisácea apareció frente a él, a no mas de 5 metros, aún no se había dado cuenta que él se encontraba allí y es por eso que parecía limpiarse en el lodo y luego frotarse contra un viejo tronco. Ryan concentrado estudió sus movimientos y cuando lo encontró desprevenido y de espaldas dio un ágil salto acompañado de un fuerte rugido que retumbó en el lugar. Se abalanzó sobre el jabalí que quedó debajo de su cuerpo, éste intentó zafarse por un costado rasguñandole la ropa pero Ryan lo sostuvo clavando sus uñas en los costados del animal. Su boca se dirigió al cuello del desesperado jabalí y sus dientes se clavaron con fuerza, éste chillaba muy fuerte, no paraba de hacerlo, estaba haciendo demasiado ruido y esto alertaría seguramente a otras bestias. Cuando lo tuvo sujeto con uñas y dientes y las patas del animal resbalaban en el lodo, clavó mas los dientes haciendo mucha mas presión y sintió un familiar líquido recorrerle toda la boca, era sangre. Esperó unos minutos mientras el animal se desangraba hasta que dejó de moverse y el bosque regresó a su anterior paz, el silencio reinaba nuevamente. Finalmente miró a su presa y sonrió contento con su caza, ahora tendrían una tierna carne que comer. Antes de echarse la presa al hombro recordó la leña que necesitaban y sin alejarse demasiado de aquel sitió comenzó a recoger los pedazos de ramas y troncos gruesos que había en el suelo, cuando tuvo una cantidad considerable para mantener un fuego toda la noche, las amontonó y las acomodó bajo su brazo. Con el que le quedaba libre tomó por las patas traseras al jabalí ya muerto y se lo cargó sobre el hombro izquierdo.
El regreso se hizo mas corto, deseaba enseñarle a Simonet lo que había conseguido e inmediatamente encender el fuego. Esta vez logró regresar sin perderse, incluso le pareció haber tomado alguna especie de atajo porque cuando quiso acordarse ya podía escuchar el sonido del agua correr. Atravesó unos últimos tramos de raíces entrelazadas en el que debía pasar con cuidado y agacharse para no chocar con las bajas ramas y hojas que entorpecían el camino. Antes de llegar oyó unos pasos apresurados y al instante se encontró con aquello que mas deseaba ver. Ambos se detuvieron en seco y le sonrió ampliamente mientras recorría su rostro y su cuerpo cubierto por su propia camisa. Aquella visión le encantó, le encantó verla así, incluso parecía estar preocupada por lo que recordó que podía hablar.-Hola!!..lamento haber tardado-. En realidad solo habrían sido unos 20 minutos, pero sabía que para la mayoría estar solo en aquel sitio no era muy tranquilizador.-Me...entretuve un momento-. Dijo retirando al jabalí de su hombro y sosteniéndolo colgado frente a ella. Luego aún con una sonrisa caminó los pasos que restaban para volver al claro, seguramente seguido de cerca por ella, y dejó caer a un lado al animal, luego dejó suavemente la leña y antes de voltearse recordó el ataque, se secó apresuradamente la boca en la que habían quedado rastros de sangre ya seca. Se volteó y la miró nuevamente, incluso sentía que podía hacerlo toda la vida. Una sensación de felicidad lo había invadido las últimas horas, una felicidad que no acostumbraba a sentir.-Me ayudarías a encender el fuego?-. Le preguntó con una voz tranquilizadora, suave y agradable. Luego comenzó a acomodar los troncos parados y formando un triángulo. Su mente aún pensaba en ella, detuvo lo que hacía y se quedo con la mirada fija en la madera.-Sabes...creo que me hace muy bien tu compañía-. Susurró y siguió inmóvil un momento más, luego sacudió la cabeza y regresó su atención a la fogata recordando lo que habían vivido hasta ese momento, y lo que les quedaba aún de esa larga noche.
Aún se abría paso por el primer tramo del inexistente sendero. Una cálida sensación se mantenía en su brazo, allí donde Simonet lo había tomado implorándole que no la dejara allí. Cerró los ojos un momento ahogándose en aquella embriagadora sensación que le había dejado. Aún conservaba la imagen de su torneada silueta saliendo del agua, contoneándose hacia él como una mismísima sirena que dejaba su vida acuática para mimetizarse con los humanos, en busca de su próxima víctima. Pero en realidad él quería ser su víctima, quería dejarse caer en sus redes y que lo lleve a donde desee, que hiciera con él lo que quisiera. No le importaba nada, solo ser parte de ella, aunque claro ya lo era, él había sido su salvador. En aquel momento deseo haberse quedado en el claro con ella, disfrutando de su compañía, olvidando los peligros que acechaban y la falta de calor; de ese modo podrían haber ingeniado una manera alternativa de mantenerse calientes. Aquella figura regresó a su mente, se veía tan...cautivadora, su figura casi desnuda. Una sonrisa se formó en su rostro hasta que cayó en la cuenta que se encontraba persiguiendo algo y que si no se concentraba terminaría ahuyentandolo y sin nada con que regresar. La verdad es que la idea de cazar al jabalí había estado en su mente desde el primer momento en que salió huyendo, la búsqueda de leña no era mas que una mera excusa para sorprenderla, y si todo salía bien sería una doble sorpresa, para ambos. Si la caza resultaba positiva tendrían calor y alimento para poder afrontar la noche que les tocaba pasar en medio del bosque. Se detuvo en seco al ver que había perdido el rastro, tuvo que regresar un importante camino para retomar hasta que pudo volver a ubicarse. Se agachó y tocó con sus dedos la blanda tierra, húmeda y negra, allí había unas cuantas pequeñas huellas y la tierra muy removida, efectivamente ese jabalí no se escaparía. Se incorporó nuevamente y recorrió otra gran parte del camino a un trote apresurado, sabía que el reloj corría en su contra y cada vez sería mas difícil, pero sobre todo no deseaba dejar sola a Simonet un segundo mas, deseaba regresar con ella y continuar observándola en secreto.
Cuando las señales se hicieron cada vez mas continuas y recientes supo que no se encontraba muy alejado de su presa. Una vez mas regresó a su postura de asecho caminando muy lentamente y erguido para mantenerse invisible. Un cercano gruñido lo alertó y entonces agudizó todos sus sentidos, sus pupilas se movían a una impresionante velocidad de un lado a otro, sus oídos también eran capaces de percibir el mas mínimo sonido partiendo hasta del movimiento de algún pájaro en una rama. Su nariz ahora olfateaba con regularidad. Su comportamiento, si alguien lo viera desde algún otro punto, juraría que era idéntico al de un depredador, al de un lobo. Una mancha grisácea apareció frente a él, a no mas de 5 metros, aún no se había dado cuenta que él se encontraba allí y es por eso que parecía limpiarse en el lodo y luego frotarse contra un viejo tronco. Ryan concentrado estudió sus movimientos y cuando lo encontró desprevenido y de espaldas dio un ágil salto acompañado de un fuerte rugido que retumbó en el lugar. Se abalanzó sobre el jabalí que quedó debajo de su cuerpo, éste intentó zafarse por un costado rasguñandole la ropa pero Ryan lo sostuvo clavando sus uñas en los costados del animal. Su boca se dirigió al cuello del desesperado jabalí y sus dientes se clavaron con fuerza, éste chillaba muy fuerte, no paraba de hacerlo, estaba haciendo demasiado ruido y esto alertaría seguramente a otras bestias. Cuando lo tuvo sujeto con uñas y dientes y las patas del animal resbalaban en el lodo, clavó mas los dientes haciendo mucha mas presión y sintió un familiar líquido recorrerle toda la boca, era sangre. Esperó unos minutos mientras el animal se desangraba hasta que dejó de moverse y el bosque regresó a su anterior paz, el silencio reinaba nuevamente. Finalmente miró a su presa y sonrió contento con su caza, ahora tendrían una tierna carne que comer. Antes de echarse la presa al hombro recordó la leña que necesitaban y sin alejarse demasiado de aquel sitió comenzó a recoger los pedazos de ramas y troncos gruesos que había en el suelo, cuando tuvo una cantidad considerable para mantener un fuego toda la noche, las amontonó y las acomodó bajo su brazo. Con el que le quedaba libre tomó por las patas traseras al jabalí ya muerto y se lo cargó sobre el hombro izquierdo.
El regreso se hizo mas corto, deseaba enseñarle a Simonet lo que había conseguido e inmediatamente encender el fuego. Esta vez logró regresar sin perderse, incluso le pareció haber tomado alguna especie de atajo porque cuando quiso acordarse ya podía escuchar el sonido del agua correr. Atravesó unos últimos tramos de raíces entrelazadas en el que debía pasar con cuidado y agacharse para no chocar con las bajas ramas y hojas que entorpecían el camino. Antes de llegar oyó unos pasos apresurados y al instante se encontró con aquello que mas deseaba ver. Ambos se detuvieron en seco y le sonrió ampliamente mientras recorría su rostro y su cuerpo cubierto por su propia camisa. Aquella visión le encantó, le encantó verla así, incluso parecía estar preocupada por lo que recordó que podía hablar.-Hola!!..lamento haber tardado-. En realidad solo habrían sido unos 20 minutos, pero sabía que para la mayoría estar solo en aquel sitio no era muy tranquilizador.-Me...entretuve un momento-. Dijo retirando al jabalí de su hombro y sosteniéndolo colgado frente a ella. Luego aún con una sonrisa caminó los pasos que restaban para volver al claro, seguramente seguido de cerca por ella, y dejó caer a un lado al animal, luego dejó suavemente la leña y antes de voltearse recordó el ataque, se secó apresuradamente la boca en la que habían quedado rastros de sangre ya seca. Se volteó y la miró nuevamente, incluso sentía que podía hacerlo toda la vida. Una sensación de felicidad lo había invadido las últimas horas, una felicidad que no acostumbraba a sentir.-Me ayudarías a encender el fuego?-. Le preguntó con una voz tranquilizadora, suave y agradable. Luego comenzó a acomodar los troncos parados y formando un triángulo. Su mente aún pensaba en ella, detuvo lo que hacía y se quedo con la mirada fija en la madera.-Sabes...creo que me hace muy bien tu compañía-. Susurró y siguió inmóvil un momento más, luego sacudió la cabeza y regresó su atención a la fogata recordando lo que habían vivido hasta ese momento, y lo que les quedaba aún de esa larga noche.
Ryan Goodrich- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/11/2011
Re: En la inmensidad de unos ojos esmeralda. [Ryan]
Lo miré y una sensación de gran alivio me invadió quise acercarme y abrazarlo después de estar tanto tiempo pensando si le había ocurrido algo y cómo haría yo para salir de ahí si eso hubiera pasado. Me detuve al pensar que quizás lo asustaría con esa reacción tan impetuosa pero es que parecía como si nos conociéramos de antes, el trato se sentía tan…familiar. Lo seguí de cerca tratando de no tropezar con los diferentes obstáculos que se me presentaban en el camino, de cuando en cuando tenia que apresurarme hasta casi correr pues Ryan iba demasiado aprisa y yo intentaba mantener el equilibrio sin causar daño a mis pies descalzos.
Se deshizo del peso del animal y de la leña, vi como su silueta se disponía a encender una fogata juntando algunas ramas, solicitó mi ayuda y temerosa dirigí una fugaz mirada hacía el bulto que estaba a un lado de él, no quería acercarme, quizá no estaba del todo muerto y podía levantarse y atacar. Pensé que era una tontería pensar en eso, reuní valor para contestarle, no sin antes darme cuenta que se dirigía a mi con mas confianza, sonreí al recordar las frases hirientes que nos habíamos lanzado apenas unas horas atrás y cómo eso había cambiado ahora, no sé por qué vino a mi mente la imagen de la camarera intentando seducirlo mientras él le coqueteaba con descaro en respuesta y algo amargo dentro de mi se despertó, deseé haberle vertido el contenido de mi té sobre su horrible vestido antes de haber salido del local. Suspiré al recordar donde me encontraba ahora y cómo todo el remolino de acontecimientos de ese día me habían hecho terminar en medio del bosque con…con él.
Camine hacía donde distinguí que se encontraba –Por supuesto, si usted me indica cómo lo hago, con gusto lo ayudo- me incline apoyándome sobre las rodillas a su lado esperando que me dijera qué hacer. Advertí que acomodaba la leña de manera triangular y metódicamente encontraba lugar a cada ramita, no quise intervenir por miedo a deshacer esa pirámide de madera que comenzaba a tomar forma, así que dirigí mi mano hacia la demás leña para pasársela pero él pensó en lo mismo y nuestras manos chocaron, lo mire y retiré mi mano –Disculpe, yo se los paso- sin despegar mi vista de la de él sonreí mientras retiraba su mano y le fui dando los pequeños troncos que había dejado junto a él.
Se desenvolvía de manera tan natural, era como si el bosque fuera parte de él o él del bosque, lograban tan perfecta armonía que me sentí fuera de lugar. Tomó un par de ramas y las frotó una contra otra, no alcancé a distinguir la manera en cómo lo hizo pero de pronto como si de magia se tratase surgió el fuego, lo miré boquiabierta pues nunca había sido testigo de esa manera tan ingeniosa para encender una fogata; sopló un poco en la yesca que ardía y ésta iluminó su rostro; se veía tan atractivo concentrado en su tarea que no se percató de que lo miraba absorta, la luz del fuego lo bañaba y le daba un aire enigmático, sus ojos se tornaban más cautivantes y sonreí cuando sus mejillas se estiraron un poco a causa de su propia sonrisa que surgió de él cuando la fogata comenzó a arder.
Caí en cuenta que la fogata iluminaria todo…todo! Y yo estaba casi desnuda, ahogue un grito de sorpresa con mis manos que puse en mi boca. Me levante apresurada antes de que fuera demasiada la luz y me dirigí hacia la enorme piedra donde había dejado mi vestido, pero era imposible ponérmelo, seguía muy mojado. Me quedé ahí pensando en qué hacer, no podía mostrarme ante él así, roce mi rostro con la punta de mis dedos para luego dirigir mis manos a mi pelo, debía verme horrible, mi cabello estaba revuelto y no llevaba encima ni una gota de color en mi cara.
Se deshizo del peso del animal y de la leña, vi como su silueta se disponía a encender una fogata juntando algunas ramas, solicitó mi ayuda y temerosa dirigí una fugaz mirada hacía el bulto que estaba a un lado de él, no quería acercarme, quizá no estaba del todo muerto y podía levantarse y atacar. Pensé que era una tontería pensar en eso, reuní valor para contestarle, no sin antes darme cuenta que se dirigía a mi con mas confianza, sonreí al recordar las frases hirientes que nos habíamos lanzado apenas unas horas atrás y cómo eso había cambiado ahora, no sé por qué vino a mi mente la imagen de la camarera intentando seducirlo mientras él le coqueteaba con descaro en respuesta y algo amargo dentro de mi se despertó, deseé haberle vertido el contenido de mi té sobre su horrible vestido antes de haber salido del local. Suspiré al recordar donde me encontraba ahora y cómo todo el remolino de acontecimientos de ese día me habían hecho terminar en medio del bosque con…con él.
Camine hacía donde distinguí que se encontraba –Por supuesto, si usted me indica cómo lo hago, con gusto lo ayudo- me incline apoyándome sobre las rodillas a su lado esperando que me dijera qué hacer. Advertí que acomodaba la leña de manera triangular y metódicamente encontraba lugar a cada ramita, no quise intervenir por miedo a deshacer esa pirámide de madera que comenzaba a tomar forma, así que dirigí mi mano hacia la demás leña para pasársela pero él pensó en lo mismo y nuestras manos chocaron, lo mire y retiré mi mano –Disculpe, yo se los paso- sin despegar mi vista de la de él sonreí mientras retiraba su mano y le fui dando los pequeños troncos que había dejado junto a él.
Se desenvolvía de manera tan natural, era como si el bosque fuera parte de él o él del bosque, lograban tan perfecta armonía que me sentí fuera de lugar. Tomó un par de ramas y las frotó una contra otra, no alcancé a distinguir la manera en cómo lo hizo pero de pronto como si de magia se tratase surgió el fuego, lo miré boquiabierta pues nunca había sido testigo de esa manera tan ingeniosa para encender una fogata; sopló un poco en la yesca que ardía y ésta iluminó su rostro; se veía tan atractivo concentrado en su tarea que no se percató de que lo miraba absorta, la luz del fuego lo bañaba y le daba un aire enigmático, sus ojos se tornaban más cautivantes y sonreí cuando sus mejillas se estiraron un poco a causa de su propia sonrisa que surgió de él cuando la fogata comenzó a arder.
Caí en cuenta que la fogata iluminaria todo…todo! Y yo estaba casi desnuda, ahogue un grito de sorpresa con mis manos que puse en mi boca. Me levante apresurada antes de que fuera demasiada la luz y me dirigí hacia la enorme piedra donde había dejado mi vestido, pero era imposible ponérmelo, seguía muy mojado. Me quedé ahí pensando en qué hacer, no podía mostrarme ante él así, roce mi rostro con la punta de mis dedos para luego dirigir mis manos a mi pelo, debía verme horrible, mi cabello estaba revuelto y no llevaba encima ni una gota de color en mi cara.
Simonet de Kontrebia- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 11/06/2012
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Re: En la inmensidad de unos ojos esmeralda. [Ryan]
Allí estaban nuevamente en el hermoso claro, aquel lugar que había elegido para llevarla por ser un sitio único, que contenía todos los elementos que podía formar un paisaje natural, lo mas natural que se encontraba en aquella inmensa ciudad adoquinada y edificada en su totalidad. Era un sitio al que podías concurrir si buscabas paz, tranquilidad y sobre todo aire puro. A lo largo de todo el bosque había encontrado muchos sitios similares como ese, pero a su humilde opinión aquel era el mejor por lejos. Y el hecho de haber llevado a una joven tan especial como lo era ella lo hacía mucho mas especial y único. La noche ya los cubría por completo y como lo había predicho sería una de esas noches tan calurosas e intolerables, aunque no para ellos, ellos se encontraban en un sitio totalmente húmedo que producía un ambiente mas que agradable para quedarse horas sin morir de frío o sufrir un calor sofocante.
El jabalí yacía muerto a unos pocos metros, por dentro se le hacía agua la boca por probarlo pero reprimió aquella ansiedad, si había algo que lo inquietaba mas que un simple alimento era su compañía, una compañía que pocas veces se daba el lujo de tener. A quién quería engañar, la única compañía que tenía en años, últimamente era un ser totalmente solitario y si bien no la pasaba mal debía admitir que en ciertas ocasiones la necesitaba, necesitaba compañía para sobrevivir si no quería terminar como un loco, hablando solo, imaginando cosas o algo por el estilo. A decir verdad para ser la única compañía en tanto tiempo podía afirmar que era la mejor que podía haber obtenido, por suerte no había perdido el modo de sociabilizar porque debía hacerlo todos los días, él era un hombre de negocios, negocios que no entendía aún como era que seguían funcionando, como había logrado mantenerse tan altivo sin perder la cordura no lo sabía. Y eso es porque él se consideraba un ser libre, que no buscaba ningún tipo de ataduras, él no había nacido para seguir reglas, para tener gente que gobernara sobre él. Suspiró al hacer un análisis de lo que había logrado hasta ahora a pesar de siempre mantener su real naturaleza, una naturaleza de libertad, de independencia y sobre todo experiencia práctica. En aquel momento, con el torso denudo, desarreglado, con rastros de sangre en su cuerpo, tierra, hojas, así era él realmente. Incluso antes de ser transformado en lo que era sabía que su destino era ese, siempre se sintió a gusto en ese tipo de entorno, sentir la tierra en sus pies; de cierta manera estando directamente conectado a lo que era la tierra, la madre naturaleza. Sobre todo el hecho de que Simonet lo viera en ese estado tan...salvaje y no salir corriendo, no querer estar en un sitio seco y donde tener el calor de un hogar en la ciudad era lo que mas lo llenaba. Estaba siendo él mismo y aún así permanecía tranquila, o eso era lo que percibía cuando la olía o cuando intentaba penetrar en aquella mirada tan electrizante y atrapante.
A un lado del jabalí se encontraba una considerable pila de leña, era la leña que había llegado a recoger en los alrededores y por suerte había encontrado lo suficiente para resistir una noche. Debían mantener el fuego encendido toda la noche para mantenerse calientes pero sobre todo para evitar la visita de algún amigo indeseable que anduviera por allí. Ya llevaba unos minutos acomodando la madera y cuando sintió a Simonet arrodillarse a su lado sonrió. La miró de reojo mientras parecía disponerse a tomar algún pedazo de leña para ayudarlo como él le había propuesto. Llevó una mano al montículo dispuesto a tomar otro leño pero no fue madera lo que sintió en su mano, sino la suavidad que sólo podían ser los dedos de ella. Tras aquel contacto su primera reacción no fue quitar la mano inmediatamente, no, en realidad movió sus dedos suavemente para sentir aquella caricia que se producían ante el mas leve roce, lo abordó una sensación tan agradable que cuando ella desvió la mano no lo notó, seguía sintiendo aquella suavidad. La miró un segundo y luego soltó el leño que rodeaba sus dedos, le sonrió y lentamente llevó la mano a la muñeca de ella, la tomó delicadamente como si se pudiera romper a la mínima muestra de fuerza. Guió su mano hasta un pedazo de corteza seca y cuando hizo que la tomara se la llevó hasta la fogata que estaba armando invitándola a colocar la madera allí, justo con el resto.-Mira simplemente vas colocandolas de este modo-. Le explicó con una suavidad que él mismo desconocía. La sonrisa había quedado congelada en su rostro y luego, aunque le llevó un gran esfuerzo, le soltó la muñeca con la misma suavidad con que se la había tomado. Tras una última mirada regresó su atención a lo que hacía anteriormente para no incomodarla.
Una vez consideró que ya tenía armada lo que sería en momentos la fogata, tomó un poco de yesca que había traído enganchada a varios trozos de leña y la acomodó formando un pequeño bollo, la colocó sobre un pedazo de madera sobrante y armándose simplemente de dos varas bien duras comenzó a hacer fricción entre ellas esperando generar el suficiente calor como para encender la seca yesca. A su criterio ese era un mejor método que el choque de rocas, por lo menos él prefería ese ya que era el que había aprendido primero. Tiempo atrás debió de valerse de su propio ingenio hasta que logró descubrir el método, si bien ya poseía algunos conocimientos desde pequeño. No habían pasado mas de 10 minutos que observó como un pequeño hilo de humo emergía, se acercó elevando la yesca del suelo y dejando las ramas a un lado y comenzó a soplar con mucho cuidado, era una tarea muy compleja la de encender el fuego, y se le debía brindar la suficiente paciencia o jamás funcionaría. Cada vez comenzó a salir mas y mas humo hasta que su rostro se cubrió por él y finalmente un haz de luz salió del centro, allí estaba la dichosa llama.
Al ver aquella llama salir tan..viva no pudo evitar sonreír ampliamente, no acostumbraba a lograrlo de un intento, realmente había tenido suerte. Levantó la vista hasta que se encontró con los ojos de Simonet frente a él, y pudo ver como ella también sonreía. Nuevamente volvió a su mente la cena deliciosa que tendrían y sin quitarle la mirada mostró sus dientes blancos y filosos. El hambre comenzaba a dominarlo y no podía esperar, notó que ella se llevaba las manos a la boca como sorprendida e inmediatamente borró su propia sonrisa ocultando sus diente temiendo que aquello la hubiera asustado. Luego la mujer se puso de pie y salió corriendo hacia la oscuridad, la siguió con la mirada deseando que no decidiera marcharse y cuando se fue directamente a la roca en donde descansaban sus prendas su corazón comenzó a latir con fuerza, sus temores se estaban volviendo realidad. Luego se quedó allí de pie frente a su vestido todo arrugado y sucio en el suelo, allí fue cuando decidió aprovechar aquella incertidumbre para convencerla de no marcharse. Miró a los lados y luego llevó con rapidez la yesca casi consumida por completo hasta la leña que esperaba acomodada para ser encendida, ubicó el fuego en el centro y ayudó un poco con sus propias manos para que no se demorara en encender. Cuando logró trasportar el fuego y este fue acrecentando y ardiendo cada vez con mas fuerza fue cuando se puso de pie ayudándose con los puños sobre el suelo y caminó hasta donde se encontraba Simonet de espaldas, se acercó con cautela y tranquilo mientras pensaba que hacer o decir.-Si..Simonet, se encuentra bien?-. Preguntó temiendo una reacción para la que no se sentía preparado.-Yo si he hecho o dicho algo que la ofendiera lo...lo lamento-. Le dijo con cuidado mientras tomaba aire y daba otros pasos hacia ella. Cada vez la tenía mas cerca y su aroma se hacía mas fuerte, Observó su figura a la que ya llegaba la luz del fuego, el juego de luces y sombras en ella la volvía mas misteriosa, mas enigmática e interesante. Acercó su rostro a su cuello y cerrando los ojos olió su cabello. Era demasiado fuerte, estaba perdiendo el control y no podría retroceder. Apretó sus puños y finalmente abrió los ojos por completo, la tomó de la cintura y la giró hacia él, se encontró con sus ojos y aquel sentido que estaba despertando en él se hacia cada vez mas dominante. Con su respiración algo agitada y su rostro a escasos centímetros del de ella provocaba cierto..deseo; como en las calles al salir del café sentía un fuerte impulso por...besarla. Su mirada estudió cada parte de su rostro hasta que regresó a sus ojos y cuando no pudo contenerse mas fundió los labios contra los de ella sintiendo una gran cantidad de energía pasar entre ambos cuerpos. Ya no había vuelta atrás, la bestia había surgido.
El jabalí yacía muerto a unos pocos metros, por dentro se le hacía agua la boca por probarlo pero reprimió aquella ansiedad, si había algo que lo inquietaba mas que un simple alimento era su compañía, una compañía que pocas veces se daba el lujo de tener. A quién quería engañar, la única compañía que tenía en años, últimamente era un ser totalmente solitario y si bien no la pasaba mal debía admitir que en ciertas ocasiones la necesitaba, necesitaba compañía para sobrevivir si no quería terminar como un loco, hablando solo, imaginando cosas o algo por el estilo. A decir verdad para ser la única compañía en tanto tiempo podía afirmar que era la mejor que podía haber obtenido, por suerte no había perdido el modo de sociabilizar porque debía hacerlo todos los días, él era un hombre de negocios, negocios que no entendía aún como era que seguían funcionando, como había logrado mantenerse tan altivo sin perder la cordura no lo sabía. Y eso es porque él se consideraba un ser libre, que no buscaba ningún tipo de ataduras, él no había nacido para seguir reglas, para tener gente que gobernara sobre él. Suspiró al hacer un análisis de lo que había logrado hasta ahora a pesar de siempre mantener su real naturaleza, una naturaleza de libertad, de independencia y sobre todo experiencia práctica. En aquel momento, con el torso denudo, desarreglado, con rastros de sangre en su cuerpo, tierra, hojas, así era él realmente. Incluso antes de ser transformado en lo que era sabía que su destino era ese, siempre se sintió a gusto en ese tipo de entorno, sentir la tierra en sus pies; de cierta manera estando directamente conectado a lo que era la tierra, la madre naturaleza. Sobre todo el hecho de que Simonet lo viera en ese estado tan...salvaje y no salir corriendo, no querer estar en un sitio seco y donde tener el calor de un hogar en la ciudad era lo que mas lo llenaba. Estaba siendo él mismo y aún así permanecía tranquila, o eso era lo que percibía cuando la olía o cuando intentaba penetrar en aquella mirada tan electrizante y atrapante.
A un lado del jabalí se encontraba una considerable pila de leña, era la leña que había llegado a recoger en los alrededores y por suerte había encontrado lo suficiente para resistir una noche. Debían mantener el fuego encendido toda la noche para mantenerse calientes pero sobre todo para evitar la visita de algún amigo indeseable que anduviera por allí. Ya llevaba unos minutos acomodando la madera y cuando sintió a Simonet arrodillarse a su lado sonrió. La miró de reojo mientras parecía disponerse a tomar algún pedazo de leña para ayudarlo como él le había propuesto. Llevó una mano al montículo dispuesto a tomar otro leño pero no fue madera lo que sintió en su mano, sino la suavidad que sólo podían ser los dedos de ella. Tras aquel contacto su primera reacción no fue quitar la mano inmediatamente, no, en realidad movió sus dedos suavemente para sentir aquella caricia que se producían ante el mas leve roce, lo abordó una sensación tan agradable que cuando ella desvió la mano no lo notó, seguía sintiendo aquella suavidad. La miró un segundo y luego soltó el leño que rodeaba sus dedos, le sonrió y lentamente llevó la mano a la muñeca de ella, la tomó delicadamente como si se pudiera romper a la mínima muestra de fuerza. Guió su mano hasta un pedazo de corteza seca y cuando hizo que la tomara se la llevó hasta la fogata que estaba armando invitándola a colocar la madera allí, justo con el resto.-Mira simplemente vas colocandolas de este modo-. Le explicó con una suavidad que él mismo desconocía. La sonrisa había quedado congelada en su rostro y luego, aunque le llevó un gran esfuerzo, le soltó la muñeca con la misma suavidad con que se la había tomado. Tras una última mirada regresó su atención a lo que hacía anteriormente para no incomodarla.
Una vez consideró que ya tenía armada lo que sería en momentos la fogata, tomó un poco de yesca que había traído enganchada a varios trozos de leña y la acomodó formando un pequeño bollo, la colocó sobre un pedazo de madera sobrante y armándose simplemente de dos varas bien duras comenzó a hacer fricción entre ellas esperando generar el suficiente calor como para encender la seca yesca. A su criterio ese era un mejor método que el choque de rocas, por lo menos él prefería ese ya que era el que había aprendido primero. Tiempo atrás debió de valerse de su propio ingenio hasta que logró descubrir el método, si bien ya poseía algunos conocimientos desde pequeño. No habían pasado mas de 10 minutos que observó como un pequeño hilo de humo emergía, se acercó elevando la yesca del suelo y dejando las ramas a un lado y comenzó a soplar con mucho cuidado, era una tarea muy compleja la de encender el fuego, y se le debía brindar la suficiente paciencia o jamás funcionaría. Cada vez comenzó a salir mas y mas humo hasta que su rostro se cubrió por él y finalmente un haz de luz salió del centro, allí estaba la dichosa llama.
Al ver aquella llama salir tan..viva no pudo evitar sonreír ampliamente, no acostumbraba a lograrlo de un intento, realmente había tenido suerte. Levantó la vista hasta que se encontró con los ojos de Simonet frente a él, y pudo ver como ella también sonreía. Nuevamente volvió a su mente la cena deliciosa que tendrían y sin quitarle la mirada mostró sus dientes blancos y filosos. El hambre comenzaba a dominarlo y no podía esperar, notó que ella se llevaba las manos a la boca como sorprendida e inmediatamente borró su propia sonrisa ocultando sus diente temiendo que aquello la hubiera asustado. Luego la mujer se puso de pie y salió corriendo hacia la oscuridad, la siguió con la mirada deseando que no decidiera marcharse y cuando se fue directamente a la roca en donde descansaban sus prendas su corazón comenzó a latir con fuerza, sus temores se estaban volviendo realidad. Luego se quedó allí de pie frente a su vestido todo arrugado y sucio en el suelo, allí fue cuando decidió aprovechar aquella incertidumbre para convencerla de no marcharse. Miró a los lados y luego llevó con rapidez la yesca casi consumida por completo hasta la leña que esperaba acomodada para ser encendida, ubicó el fuego en el centro y ayudó un poco con sus propias manos para que no se demorara en encender. Cuando logró trasportar el fuego y este fue acrecentando y ardiendo cada vez con mas fuerza fue cuando se puso de pie ayudándose con los puños sobre el suelo y caminó hasta donde se encontraba Simonet de espaldas, se acercó con cautela y tranquilo mientras pensaba que hacer o decir.-Si..Simonet, se encuentra bien?-. Preguntó temiendo una reacción para la que no se sentía preparado.-Yo si he hecho o dicho algo que la ofendiera lo...lo lamento-. Le dijo con cuidado mientras tomaba aire y daba otros pasos hacia ella. Cada vez la tenía mas cerca y su aroma se hacía mas fuerte, Observó su figura a la que ya llegaba la luz del fuego, el juego de luces y sombras en ella la volvía mas misteriosa, mas enigmática e interesante. Acercó su rostro a su cuello y cerrando los ojos olió su cabello. Era demasiado fuerte, estaba perdiendo el control y no podría retroceder. Apretó sus puños y finalmente abrió los ojos por completo, la tomó de la cintura y la giró hacia él, se encontró con sus ojos y aquel sentido que estaba despertando en él se hacia cada vez mas dominante. Con su respiración algo agitada y su rostro a escasos centímetros del de ella provocaba cierto..deseo; como en las calles al salir del café sentía un fuerte impulso por...besarla. Su mirada estudió cada parte de su rostro hasta que regresó a sus ojos y cuando no pudo contenerse mas fundió los labios contra los de ella sintiendo una gran cantidad de energía pasar entre ambos cuerpos. Ya no había vuelta atrás, la bestia había surgido.
Ryan Goodrich- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 21/11/2011
Re: En la inmensidad de unos ojos esmeralda. [Ryan]
Me refugié en las rocas, debía evitar a toda costa que me viera envuelta en esos harapos sucios que dejaban muy poco a la imaginación. Todo había sido tan natural en ese lugar con su compañía que hasta no sentirme expuesta tuve miedo de que me viera a la luz del fuego y se arrepintiera de tenerme con él en esos momentos.
Escuche la preocupación dibujada en sus palabras, no quería que pensara que él había hecho algo impropio. Ya la situación era impropia de por sí, pero me sentía libre por primera vez y no quería terminar aquel momento nunca, tenía miedo de que el sol se asomará demasiado rápido y diera por concluida toda esa magia que nos envolvía en aquel lugar. Respire el aire cargado de humedad y deliciosos aromas, adoraba estar en medio de toda esa obra de arte y si no fuera por mi vestido, el cuadro entero sería perfecto.
Sus pasos se acercaban, era gracioso como en tan pocas horas me había acostumbrado a su esencia, sabía que aquel andar era de él, su parsimonia, la suavidad con que se movía, la agilidad que le daba a cada uno de sus movimientos y la calidez que de su cuerpo emanaba eran imperdibles. Lo sentí detrás mio, la luz de la hoguera iluminaba más y su sombra alargada se dibujo delante mío. –Sí, estoy bien- dije apurada al notar más preocupación en su voz. Quise girarme y convencerlo que no era culpa suya, me recriminé haber actuado impulsivamente y haber echado a perder ese instante. –No, no ha hecho nada, todo…todo ha sido mágico. Es solo este aspecto que tengo.- Acepté avergonzada por mi terrible apariencia.
Sentí una oleada suave y cálida cerca de mi cuello, mi corazón al contrario de lo esperado se mantuvo sereno, como si todo se desenvolviera por un capricho extraño del destino, como si ya lo esperara y ahora simplemente todo conspiraba para hacerlo mas real, mas evidente. Un viento helado barrió algunas hojas y desordenó mi cabello, mi mente estaba trabajando en mi siguiente decisión, no sabía si era correcto presentarme así ante él pero quería hacerlo.
Una sensación quemante recorrió mi cintura, el contacto caliente en contraste con la frialdad de la prenda húmeda me hizo estremecer, sus manos me obligaron a girarme y me encontré con su rostro a escasos centímetros del mío, su mirada estaba encendida y de sus ojos salía una ardiente energía que acarició cada centímetro de mi cara, supe que no tenía escapatoria, también supe que lo ultimo que deseaba era huir. El destino había jugado sus cartas a la perfección y me había ganado la partida, no había otra cosa que quisiera hacer que no fuera simplemente dejarme llevar. Un suspiro salió de mis labios y eso pareció enloquecerlo, su reacción me gustó en demasía. Tomo mi cintura con más fuerza y fundió sus labios en los míos.
Una llamarada se desató, su aliento era abrasador y se unía al mío de manera desenfrenada, quemando cualquier resquicio en mi interior. Sentí sus manos presionar con la fuerza suficiente para impedir que me alejara pero con la sutileza necesaria para lograr que no quisiera hacerlo. Mis manos se dirigieron como hechizadas a su rostro, su piel me quemaba pero en esos momentos nada importaba, mi cuerpo se amoldó al suyo ayudado por su abrazo firme y la energía que despedía en cada movimiento suyo terminó internándome en un arrebato de sensaciones. El tiempo se volvió eterno, el todo y la nada luchando por el trono de lo etéreo, dos seres jugando con el destino de una noche que no quería morir, perdidos en eternizarse en cada roce, en cada beso, en una caricia a la luz de la luna.
El movimiento repentino de unos arbustos cercanos al río y el sonido de pisadas que quebraban las hojas secas que había sobre la rivera acabaron con aquel momento, nuestros labios se separaron rompiendo el encanto demasiado rápido y Ryan miró alerta hacía esa dirección; sin soltarme deslizo sus manos por mi cintura y me hizo caminar lentamente hasta colocarme detrás de él en una posición protectora, mientras él seguía observando con atención hacia aquel lugar de donde provenían los ruidos.
Escuche la preocupación dibujada en sus palabras, no quería que pensara que él había hecho algo impropio. Ya la situación era impropia de por sí, pero me sentía libre por primera vez y no quería terminar aquel momento nunca, tenía miedo de que el sol se asomará demasiado rápido y diera por concluida toda esa magia que nos envolvía en aquel lugar. Respire el aire cargado de humedad y deliciosos aromas, adoraba estar en medio de toda esa obra de arte y si no fuera por mi vestido, el cuadro entero sería perfecto.
Sus pasos se acercaban, era gracioso como en tan pocas horas me había acostumbrado a su esencia, sabía que aquel andar era de él, su parsimonia, la suavidad con que se movía, la agilidad que le daba a cada uno de sus movimientos y la calidez que de su cuerpo emanaba eran imperdibles. Lo sentí detrás mio, la luz de la hoguera iluminaba más y su sombra alargada se dibujo delante mío. –Sí, estoy bien- dije apurada al notar más preocupación en su voz. Quise girarme y convencerlo que no era culpa suya, me recriminé haber actuado impulsivamente y haber echado a perder ese instante. –No, no ha hecho nada, todo…todo ha sido mágico. Es solo este aspecto que tengo.- Acepté avergonzada por mi terrible apariencia.
Sentí una oleada suave y cálida cerca de mi cuello, mi corazón al contrario de lo esperado se mantuvo sereno, como si todo se desenvolviera por un capricho extraño del destino, como si ya lo esperara y ahora simplemente todo conspiraba para hacerlo mas real, mas evidente. Un viento helado barrió algunas hojas y desordenó mi cabello, mi mente estaba trabajando en mi siguiente decisión, no sabía si era correcto presentarme así ante él pero quería hacerlo.
Una sensación quemante recorrió mi cintura, el contacto caliente en contraste con la frialdad de la prenda húmeda me hizo estremecer, sus manos me obligaron a girarme y me encontré con su rostro a escasos centímetros del mío, su mirada estaba encendida y de sus ojos salía una ardiente energía que acarició cada centímetro de mi cara, supe que no tenía escapatoria, también supe que lo ultimo que deseaba era huir. El destino había jugado sus cartas a la perfección y me había ganado la partida, no había otra cosa que quisiera hacer que no fuera simplemente dejarme llevar. Un suspiro salió de mis labios y eso pareció enloquecerlo, su reacción me gustó en demasía. Tomo mi cintura con más fuerza y fundió sus labios en los míos.
Una llamarada se desató, su aliento era abrasador y se unía al mío de manera desenfrenada, quemando cualquier resquicio en mi interior. Sentí sus manos presionar con la fuerza suficiente para impedir que me alejara pero con la sutileza necesaria para lograr que no quisiera hacerlo. Mis manos se dirigieron como hechizadas a su rostro, su piel me quemaba pero en esos momentos nada importaba, mi cuerpo se amoldó al suyo ayudado por su abrazo firme y la energía que despedía en cada movimiento suyo terminó internándome en un arrebato de sensaciones. El tiempo se volvió eterno, el todo y la nada luchando por el trono de lo etéreo, dos seres jugando con el destino de una noche que no quería morir, perdidos en eternizarse en cada roce, en cada beso, en una caricia a la luz de la luna.
El movimiento repentino de unos arbustos cercanos al río y el sonido de pisadas que quebraban las hojas secas que había sobre la rivera acabaron con aquel momento, nuestros labios se separaron rompiendo el encanto demasiado rápido y Ryan miró alerta hacía esa dirección; sin soltarme deslizo sus manos por mi cintura y me hizo caminar lentamente hasta colocarme detrás de él en una posición protectora, mientras él seguía observando con atención hacia aquel lugar de donde provenían los ruidos.
Simonet de Kontrebia- Humano Clase Alta
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Re: En la inmensidad de unos ojos esmeralda. [Ryan]
Una sensación de bienestar lo recorrió por completo, no sabía donde se encontraba simplemente se sentía....feliz. Aquel sentimiento lo acompañaba hacia ya no sabía cuanto tiempo, algo le decía que desde que había pisado la cafetería pero aquel momento en nada se comparaba a las mejores sensaciones que había experimentado las últimas horas. Lo invadía una sensación que no creía reconocer, jamás se había sentido de esa forma y no encontraba explicaciones. Era algo que escapaba de cualquier explicación lógica, solo sabía que se encontraba flotando entre la nada misma, era algo que lejos estaba de lo que significaba un vacío aquella nada era todo a la vez. Le llevó un gran plazo de tiempo volver a la realidad, volver a aquel paisaje que solo se dibujaba en su mente porque sus ojos se encontraban cerrados, se encontraba disfrutando de algo tan dulce y adictivo en la boca que no podía decir con exactitud que era. Cuando abrió levemente los ojos recordó que aquello que sus labios rozaban, atrapaban y jugaban era los labios de Simonet. Entonces supo que no era una ilusión, supo que realmente estaba besándola...un impulso que había comenzado a sentir hace mucho tiempo y que no entendía como era que se había contenido tanto. La sorpresa fue mayor al recapacitar y caer en la cuenta que aquel beso era bien recibido, que ella parecía disfrutarlo y buscarlo tanto como él.
Sus manos la atrapaban de la cintura como deseando involuntariamente que aquella cercanía jamas se rompiera, podía percibir la calidez de su sangre recorrerle la piel por debajo de la tela de su propia camisa, podía percibir mas allá de las ropas. Incluso sin colocar la palma en su pecho podía sentir los latidos de su corazón que lo sorprendieron al mostrarse serenos, rítmicos pero calmados. Luego algo se hizo notar en su rostro, eran las suaves manos de Simonet acariciarle el rostro, recorrerselo suavemente como la caricia de una brisa otoñal. Una de las manos que reposaban en su cadera la dirigió a las de ella y se apoyó sobre el dorso de su mano acompañando aquella caricia, luego abrió por un momento los ojos y se encontró con la mirada de ella que transmitía aceptación, luego como si aquella mirada no fuera necesaria para confirmar nada siguió besándola y embriagándose en su esencia, su aroma ahora permanecería permanentemente en él. Incluso por un momento sintió el arrebato de tomarla con firmeza y subirla sobre sus caderas pero algo lo detuvo, no supo que era pero aún así continúo disfrutando de cada movimiento que los labios de ambos realizaban. Una pequeña mordida se le escapó sobre su labio inferior que no llegó a hacerle daño, solo le añadió pasión a aquello que no sabía como había comenzado pero estaba agradecido de que hubiera sucedido y ahora deseaba seguir así por mucho tiempo pero algo lo impidió.
Un movimiento hostil entre los árboles hizo que sus labios se separaran tan inesperadamente como se habían unido. Ryan abrió sus oídos como cuan animal en alerta y giró el cuello dirigiendo la mirada de forma ágil de un punto a otro entre el follaje mientras inconscientemente se había colocado frente a Simonet con la intención de protegerla con su propio cuerpo fuera lo que fuera que andaba por ahí. Había dejado una de sus manos tomando la de ella de forma cariñosa mientras sus sentidos se agudizaban cada vez mas, el olor no le parecía de ningún animal reconocible. Luego de unos largos minutos de silencio absoluto y ni un movimiento visible decidió calmarse y llegar a la conclusión de que lo que fuera que había ocasionado aquel sonido ya se había desvanecido, estaban a salvo. Muy lentamente se giro hacia su hermosa compañía y la miró un tanto serio.-Falsa alarma..estas a salvo-.Le susurró y le soltó la mano con sutileza comenzando a caminar hacia la fogata para disponerse a preparar la carne a cocinar antes de que se contaminara. Se detuvo a medio camino y aún dándole la espalda añadió.-...por cierto tu aspecto es...perfecto-. Dijo haciendo referencia a su comentario antes de interrumpirla. Allí mismo se giró hacia ella y le sonrió. Actuaba como si nada hubiera sucedido no porque deseara olvidarlo sino porque no sabía como actuar frente a aquel momento incómodo.-...me ayudarías?-.Le preguntó en un tono muy cariñoso y suave.
Arrodillado frente a la fogata y con un cuchillo que siempre traía consigo se encontraba cortando la carne, preparándola para cocerla lentamente imaginando que ella tenía mucha hambre. Llevaba un largo rato sin emitir casi una palabra y le preocupaba que Simonet pensara mal de él, ladeó la cabeza y se encontró con su mirada. Allí estaba ella a su lado ayudándolo a colocar los trozos de carne en palitos de madera en la que quedaban como brochetas para poder cocinarla y comerla mas cómodamente. Instantáneamente le sonrió ampliamente casi dejando a un lado lo que hacía en ese momento. Ya ni siquiera pensaba si la había asustado, incluso las ganas de besarla habían regresado pero esta vez no era capaz, no sabría como reaccionaría ella esta vez. Tuvo que contentarse con seguir siendo merecedor de su mirada, en la que caía como en un trance cada vez que lo hacía. Finalmente carraspeó la garganta y se dirigió con dificultad a ella.-Yo...si quieres traigo tu vestido para ponerlo a que se seque con el fuego-.Le dijo amablemente recordando su incomodidad con la apariencia que presentaba que a su opinión no le quedaba absolutamente nada mal pero no quería incomodarla. Dejó lo que estaba haciendo y sin esperar su respuesta fue rápidamente a buscar su vestido y se puso a acomodarlo cerca del fuego sin saber si ella lo miraba.
Sus manos la atrapaban de la cintura como deseando involuntariamente que aquella cercanía jamas se rompiera, podía percibir la calidez de su sangre recorrerle la piel por debajo de la tela de su propia camisa, podía percibir mas allá de las ropas. Incluso sin colocar la palma en su pecho podía sentir los latidos de su corazón que lo sorprendieron al mostrarse serenos, rítmicos pero calmados. Luego algo se hizo notar en su rostro, eran las suaves manos de Simonet acariciarle el rostro, recorrerselo suavemente como la caricia de una brisa otoñal. Una de las manos que reposaban en su cadera la dirigió a las de ella y se apoyó sobre el dorso de su mano acompañando aquella caricia, luego abrió por un momento los ojos y se encontró con la mirada de ella que transmitía aceptación, luego como si aquella mirada no fuera necesaria para confirmar nada siguió besándola y embriagándose en su esencia, su aroma ahora permanecería permanentemente en él. Incluso por un momento sintió el arrebato de tomarla con firmeza y subirla sobre sus caderas pero algo lo detuvo, no supo que era pero aún así continúo disfrutando de cada movimiento que los labios de ambos realizaban. Una pequeña mordida se le escapó sobre su labio inferior que no llegó a hacerle daño, solo le añadió pasión a aquello que no sabía como había comenzado pero estaba agradecido de que hubiera sucedido y ahora deseaba seguir así por mucho tiempo pero algo lo impidió.
Un movimiento hostil entre los árboles hizo que sus labios se separaran tan inesperadamente como se habían unido. Ryan abrió sus oídos como cuan animal en alerta y giró el cuello dirigiendo la mirada de forma ágil de un punto a otro entre el follaje mientras inconscientemente se había colocado frente a Simonet con la intención de protegerla con su propio cuerpo fuera lo que fuera que andaba por ahí. Había dejado una de sus manos tomando la de ella de forma cariñosa mientras sus sentidos se agudizaban cada vez mas, el olor no le parecía de ningún animal reconocible. Luego de unos largos minutos de silencio absoluto y ni un movimiento visible decidió calmarse y llegar a la conclusión de que lo que fuera que había ocasionado aquel sonido ya se había desvanecido, estaban a salvo. Muy lentamente se giro hacia su hermosa compañía y la miró un tanto serio.-Falsa alarma..estas a salvo-.Le susurró y le soltó la mano con sutileza comenzando a caminar hacia la fogata para disponerse a preparar la carne a cocinar antes de que se contaminara. Se detuvo a medio camino y aún dándole la espalda añadió.-...por cierto tu aspecto es...perfecto-. Dijo haciendo referencia a su comentario antes de interrumpirla. Allí mismo se giró hacia ella y le sonrió. Actuaba como si nada hubiera sucedido no porque deseara olvidarlo sino porque no sabía como actuar frente a aquel momento incómodo.-...me ayudarías?-.Le preguntó en un tono muy cariñoso y suave.
Arrodillado frente a la fogata y con un cuchillo que siempre traía consigo se encontraba cortando la carne, preparándola para cocerla lentamente imaginando que ella tenía mucha hambre. Llevaba un largo rato sin emitir casi una palabra y le preocupaba que Simonet pensara mal de él, ladeó la cabeza y se encontró con su mirada. Allí estaba ella a su lado ayudándolo a colocar los trozos de carne en palitos de madera en la que quedaban como brochetas para poder cocinarla y comerla mas cómodamente. Instantáneamente le sonrió ampliamente casi dejando a un lado lo que hacía en ese momento. Ya ni siquiera pensaba si la había asustado, incluso las ganas de besarla habían regresado pero esta vez no era capaz, no sabría como reaccionaría ella esta vez. Tuvo que contentarse con seguir siendo merecedor de su mirada, en la que caía como en un trance cada vez que lo hacía. Finalmente carraspeó la garganta y se dirigió con dificultad a ella.-Yo...si quieres traigo tu vestido para ponerlo a que se seque con el fuego-.Le dijo amablemente recordando su incomodidad con la apariencia que presentaba que a su opinión no le quedaba absolutamente nada mal pero no quería incomodarla. Dejó lo que estaba haciendo y sin esperar su respuesta fue rápidamente a buscar su vestido y se puso a acomodarlo cerca del fuego sin saber si ella lo miraba.
Ryan Goodrich- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/11/2011
Re: En la inmensidad de unos ojos esmeralda. [Ryan]
Una sonrisa asomó a mi rostro cuando Ryan mencionó lo de mi aspecto, sentí cómo la sangre subía y pintaba mis mejillas con un tono rojizo, desvíe la mirada de él aun cuando no me veía e intente ocultar el bochorno; era agradable, muy agradable saber que le gustaba pues él me había gustado desde el principio, ahora podría aceptarlo, pues desde el primer momento en que lo vi su actitud ermitaña había robado mi atención.
Me acerqué aliviada de que él haya sido el primero en cortar la tensión del momento, decidí comportarme como si nada hubiera pasado, algo difícil pues cada que el recuerdo de ese beso venía a mí me invadía una increíble emoción que me dificultaba centrar mi atención en algo específico. Intenté acomodar los trozos de carne que Ryan me ofrecía en los palitos que había improvisado como brochetas pero su cercanía me ponía nerviosa y yo no era nada diestra en el trabajo manual, nunca en mi vida había cocinado y el tacto con la carne cruda me revolvía un poco el estomago, había sangre y vísceras rodeándome y ese no era un espectáculo digno de un banquete. Decidí concentrarme en él ya que parecía como si hubiera hecho aquello toda su vida, encajaba tan bien con el entorno que era muy difícil concebirlo como el caballero hosco y elegante del café, pareciera como si fuera otro, aquí se veía tan cómodo, tan natural que hubiera deseado poder guardar esa imagen por siempre.
Sus ojos se clavaron en los míos y el mundo decidió hacer una pequeña pausa para darle paso a su hermosa sonrisa. Devolví la sonrisa y mis ojos fueron de los suyos a su boca, deseaba tanto repetir el beso pero no quería que pensara mal de mí, temí su reacción y desvíe la mirada hacía el fuego, algo brillo en mi muñeca y concentré mi atención en mi brazalete: la razón por la que me encontraba ahí y que había olvidado por completo. Dudé en si romper o no la magia de todo aquello pero recordar lo que me había dicho despertó mi curiosidad y decidí saciarla pues no era nada buena manejándola.
Cuando volvió a mi lado, luego de dejar mi vestido cerca del calor de la fogata, aclare un poco la garganta y me dirigí a él –¿Ahora me dirás el origen de esto?- Le dije mostrándole la pulsera que resbalo por mi antebrazo y los dijes hicieron un sonido como de campanitas que quebró el silencio.
Me acerqué aliviada de que él haya sido el primero en cortar la tensión del momento, decidí comportarme como si nada hubiera pasado, algo difícil pues cada que el recuerdo de ese beso venía a mí me invadía una increíble emoción que me dificultaba centrar mi atención en algo específico. Intenté acomodar los trozos de carne que Ryan me ofrecía en los palitos que había improvisado como brochetas pero su cercanía me ponía nerviosa y yo no era nada diestra en el trabajo manual, nunca en mi vida había cocinado y el tacto con la carne cruda me revolvía un poco el estomago, había sangre y vísceras rodeándome y ese no era un espectáculo digno de un banquete. Decidí concentrarme en él ya que parecía como si hubiera hecho aquello toda su vida, encajaba tan bien con el entorno que era muy difícil concebirlo como el caballero hosco y elegante del café, pareciera como si fuera otro, aquí se veía tan cómodo, tan natural que hubiera deseado poder guardar esa imagen por siempre.
Sus ojos se clavaron en los míos y el mundo decidió hacer una pequeña pausa para darle paso a su hermosa sonrisa. Devolví la sonrisa y mis ojos fueron de los suyos a su boca, deseaba tanto repetir el beso pero no quería que pensara mal de mí, temí su reacción y desvíe la mirada hacía el fuego, algo brillo en mi muñeca y concentré mi atención en mi brazalete: la razón por la que me encontraba ahí y que había olvidado por completo. Dudé en si romper o no la magia de todo aquello pero recordar lo que me había dicho despertó mi curiosidad y decidí saciarla pues no era nada buena manejándola.
Cuando volvió a mi lado, luego de dejar mi vestido cerca del calor de la fogata, aclare un poco la garganta y me dirigí a él –¿Ahora me dirás el origen de esto?- Le dije mostrándole la pulsera que resbalo por mi antebrazo y los dijes hicieron un sonido como de campanitas que quebró el silencio.
Simonet de Kontrebia- Humano Clase Alta
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Re: En la inmensidad de unos ojos esmeralda. [Ryan]
Había abandonado su personaje hacía tiempo, había olvidado incluso como se comportaba su otro yo. En ese momento estaba siendo él realmente sin máscaras, sin fingir ser una persona nada amigable o malhumorada, ya le había demostrado a Simonet su verdadera persona y eso era algo inusual en él ya que prácticamente nadie lo conocía realmente pero claro ella llevaba su pulsera, ese era un simple motivo. Aún así olvidando quien realmente era ella él creía que hubiera quedado igualmente hechizado ante ella, era como si toda su vida hubiera estado buscándola, no alguien parecida sino a ella misma. En su rostro no dejaba de formarse una estúpida sonrisa que agradecía la oscuridad para que ella no pudiera verle claramente la cara de imbécil que causaba su esencia.
Dejó el vestido con cuidado para que se secara como le había ofrecido y se acercó nuevamente para quitar la carne del fuego que ya humeaba deliciosamente y estaba lista para devorar. Le comenzó a ofrecer a Simonet a quien esperaba que le agradase. Así fue como entre ellos comenzó a formarse un ambiente muy agradable. Ya había logrado atrasar su respuesta lo suficiente y no tenía otra opción que hablar de una vez, no quería inspirarle desconfianza a ella después de todo.
soltó las varas de madera a un lado y luego de limpiarse disimuladamente los labios de la grasa habló.-Como he dicho anteriormente esa pulsera la hice yo...hace mucho tiempo ya-. Levantó la mirada hacia ella ya que se había quedado mirando el fuego.-Hace unos 15 años aproximadamente yo rescaté a una niña de ahogarse, ella se veía tan...débil que quise ayudarla, quise protegerla y entonces me quedé allí con ella hasta que alguien viniera a buscarla...-.Ahora seguía mirando a Simonet a los ojos pero aún así su mirada estaba en otro sitio, buscaba en sus propios recuerdos.-..recuerdo que cuando abrió los ojos y me miró vi una extraña luz emanando de ellos y sentí que era...especial, que tenía que ser yo quien la rescatara. Pero luego todo fue muy rápido, unos murmullos se acercaban y yo no podía dejar que me vieran allí, no hubiera sido correcto-.Su rostro realizaba algunos gestos acompañando el relato, intentaba contárselo en detalles.-Entonces le coloqué en la muñeca una pulsera que llevaba siempre conmigo con la esperanza que algún día la vida nos cruzara y tal vez entender mejor que teníamos que ver ambos. Así que...-. Las llamas disminuyeron y regresó la atención a su hermosa oyente, le dirigió una amplia sonrisa.-Hola de nuevo-. concluyó.
No sabía con precisión si le creería aquella historia, porque claramente sonaba disparatada, cualquiera se daría cuenta que algo así no podría ser cierto porque en ese tiempo el hubiera sido un niño de casi su misma edad. Aún estaba pensando en como evitar tener que responder a las preguntas sobre su edad..no estaba listo para decirle la verdad, no aún.
La miró a los ojos muriendo de deseos por volver a encontrar una situación para besarla, esta vez sin ninguna interrupción pero debía controlar un poco sus instintos o sino de verdad que la espantaría y era lo que menos quería en el mundo.-Se que sonará una locura pero...me alegra mucho haberme encontrado contigo...nuevamente-.
Dejó el vestido con cuidado para que se secara como le había ofrecido y se acercó nuevamente para quitar la carne del fuego que ya humeaba deliciosamente y estaba lista para devorar. Le comenzó a ofrecer a Simonet a quien esperaba que le agradase. Así fue como entre ellos comenzó a formarse un ambiente muy agradable. Ya había logrado atrasar su respuesta lo suficiente y no tenía otra opción que hablar de una vez, no quería inspirarle desconfianza a ella después de todo.
soltó las varas de madera a un lado y luego de limpiarse disimuladamente los labios de la grasa habló.-Como he dicho anteriormente esa pulsera la hice yo...hace mucho tiempo ya-. Levantó la mirada hacia ella ya que se había quedado mirando el fuego.-Hace unos 15 años aproximadamente yo rescaté a una niña de ahogarse, ella se veía tan...débil que quise ayudarla, quise protegerla y entonces me quedé allí con ella hasta que alguien viniera a buscarla...-.Ahora seguía mirando a Simonet a los ojos pero aún así su mirada estaba en otro sitio, buscaba en sus propios recuerdos.-..recuerdo que cuando abrió los ojos y me miró vi una extraña luz emanando de ellos y sentí que era...especial, que tenía que ser yo quien la rescatara. Pero luego todo fue muy rápido, unos murmullos se acercaban y yo no podía dejar que me vieran allí, no hubiera sido correcto-.Su rostro realizaba algunos gestos acompañando el relato, intentaba contárselo en detalles.-Entonces le coloqué en la muñeca una pulsera que llevaba siempre conmigo con la esperanza que algún día la vida nos cruzara y tal vez entender mejor que teníamos que ver ambos. Así que...-. Las llamas disminuyeron y regresó la atención a su hermosa oyente, le dirigió una amplia sonrisa.-Hola de nuevo-. concluyó.
No sabía con precisión si le creería aquella historia, porque claramente sonaba disparatada, cualquiera se daría cuenta que algo así no podría ser cierto porque en ese tiempo el hubiera sido un niño de casi su misma edad. Aún estaba pensando en como evitar tener que responder a las preguntas sobre su edad..no estaba listo para decirle la verdad, no aún.
La miró a los ojos muriendo de deseos por volver a encontrar una situación para besarla, esta vez sin ninguna interrupción pero debía controlar un poco sus instintos o sino de verdad que la espantaría y era lo que menos quería en el mundo.-Se que sonará una locura pero...me alegra mucho haberme encontrado contigo...nuevamente-.
Ryan Goodrich- Licántropo Clase Alta
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