Jouer avec le feu est dangereux (Dominique Fntaine)

por **Alexandre Croÿ-Roeulx** Dom Sep 16, 2012 3:24 pm

Desde niño tenia muy claro cuales eran mis deseos, mis ambiciones, jamás lo había dudado, nunca, ni por un segundo, desde que tenia ocho años era mi mayor deseo, conquistar un reino, un reino mío, que no lo debiera a nadie, sino a mi audacia, a mi talento, a mi habilidad como general, ser libre por fin, esa era mi ambición, mi oculto deseo, por eso acepte el cruel destino que el príncipe Alexander tuvo para mi, haciendo de un niño de ocho años un soldado, un soldado que ya había crecido hasta el punto de haber logrado mi primer objetivo, la independencia del gran rey de Francia y hasta el temor del Sacro Emperador, sin embargo tenia otros planes, planes mucho mas ambiciosos, mas oscuros, sabia que en el mundo solo sobrevivía el mejor, el mas refinado, pero también el mas cruel, el mas implacable, entendía la fragilidad de mi titulo y de mi posición, muerto Ludwig mi protector en Alemania quedaba a merced del destino, entendía que mi tierra en Alemania estaba en peligro y debía de asegurar la amistad de mi tío, el rey Abelard, él nos quería a mi y a Alexandrine, lo sabia, pero antes que nada él era el rey de Francia y haría todo por el bien del estado, tenia conciencia de eso, lo sabia y sabia también que si una alianza productiva le era presentada, él no se negaría, sacrificando aun a lo mas bellos tesoros de Francia en las piras funerarias de la razón del estado.

¿Cuál era el mas bello tesoro de Francia? Para mi sin duda era mi hermana, mi otra mitad, la hermosa Alexandrine, la romántica Alexandrine, sin embargo nosotros no éramos hijos de un rey a diferencia de mis reales primos y si yo quería, si yo deseaba que Alexandrine estuviera segura por siempre, segura primero de mis deseos y luego protegida de un matrimonio que la sacrificara a la razón del estado, debía de hacerla hermana de un príncipe poderoso y para lograr ese objetivo, para cubrir mi orfandad estaba dispuesto a cualquier objetivo, a cualquier cosa, ¿Quién es pues la mas bella joya de Francia y quizás de Europa? ¿Quién esconde debajo de su arrogancia en su cuerpo la alianza de Francia?... Dominique Fontaine, mi prima Dominique, la arrogante, la soberbia, ella era la llave de Francia, Lord Byron, aquel joven aristócrata ingles que había conocido en mi viaje a Alemania me lo dijo en un burdel fino “la llave de una mujer ambiciosa es ofrecerle el poder y la conquista maldita del deseo, después de eso, gozaras de ella hasta la saciedad” ¿era cruel mi idea, mi deseo, mi plan? Seducirla al tiempo que solicitaba a su padre su real mano, ¿era en verdad tan retorcido?, de contarlo de esa forma si, un joven ambicioso que seduce a su virginal prima para acceder a la fortuna de su padre suena terrible, si, pero ¿si hay otra versión? Un joven que tratando de asegurar su futuro, escoge por misión desposar a su prima, a una joven que en su ambición no mide el alcance de los riesgos que corre, además era del dominio de toda la corte que Dominique como yo, despreciaba en su mas interno fuero todo lo que no era francés, y el único después de su hermano, quien como Alexandrine, jamás podría ser su consorte, el único que en toda Francia era digno de ella era yo, su primo, su sangre y además en ultima instancia la humildad jamás nos había sido dada por los dioses, éramos mucho mas amigos de Aquiles y de Afrodita que de Hector o Antigona y si Dominique era hermosa, pocos hombres podrían competir con los atributos que Apolo tuvo a bien regalarme cuando naci asi que me lanzaría a por ella, sin dobleces aburridos, ella estaba costumbrada a adoración, yo en cambio le demostraría un poco de cómo se comporta un hombre cuando desea a una mujer.

Todo el banquete había sido aburrido, tan aburrido como el del día de ayer, pues aunque disfrute mucho de estar de nuevo en el palacio mas bello de Europa, mis ambiciones nublaban mi juicio por momento, mis ambiciones y mis deseos, apenas pude apartar mi vista de mi hermana, de aquel fruto prohibido, supongo que tenia afición por las relaciones prohibidas, pues por ves primera dirigí mi mirada a Dominique, era verdad, era hermosa, tan hermosa como arrogante, sus gestos, sus miradas, sus palabras finas como dagas hacían de ella un fruto casi tan prohibido como Alexandrine, una fantasía de conquista y futuros placeres, ocultos debajo de esa capa fría que debía contener a una joven quizás tan fogosa como yo mismo.

Todo transcurrió como siempre hasta que el banquete toco a su fin, la ceremonia era compleja, admirable pero no tenia mucho tiempo para ello, espere a que sus majestades se retiraran y lentamente me deslice por los corredores, hasta el ala izquierda, el ala de Madame, la misma ala construida para Madame, la esposa de Felipe de Orleans, sabia que allí dormía mi prima y allí debía de encontrarla, sabia que era atrevido y arrogante, un grito de ella podría significar mi fin, pero apelaba a mis cualidades, a mi arrogancia y hasta a la curiosidad mórbida que le provocaría mirar a su primo esperándola en su habitación, por tanto sin pensarlo mucho me deslice hasta allí, admirando el dosel que cubría su lecho, pensando divertido y cínico que sus damas cada noche la desnudaban hasta cubrir su cuerpo únicamente con una fina tela, sedosa como debía ser el cuerpo de la princesa, efectivamente a los minutos llego acompañada de dos de sus damas que la escoltaron hasta su lecho