Nói Runa Hauksdóttir

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De complexión normal y tez clara, con unas cuantas pecas adornando la zona de la nariz, Nói presenta unos rasgos que recuerdan a los esquimales y, de algún modo, a los asiáticos, lo que le da cierto aire exótico.

La claridad de sus ojos, un color entre verde y azul, resaltan en contraste con la forma achinada de los mismos, las formas suaves de su rostro y su pelo negro como el azabache.

Su actitud y expresión alegre, unido a su baja estatura, le hacen parecer más joven de lo que realmente es.
Suele tener cierto aire distraído, aunque siempre está alerta, mirando hacia todas partes con una inocencia similar a la de los niños para no perder ningún detalle de lo que ocurre a su alrededor, lo que le hace parecer un poco excéntrica.

Es algo descuidada, poco coqueta, y no se preocupa mucho por cómo la ven los demás.
Viste como quiere, o mejor dicho como puede.
Suele fabricarse su propia ropa, ya que en los últimos años ha pasado por alguna etapa de escasez y no le quedaba otra opción, a pesar de que la costura no es uno de sus talentos precisamente.
Esto hace que en más de una ocasión llame la atención por sus vestimentas, aunque es algo que le da exactamente igual.

Su aspecto físico puede parecer frágil o vulnerable, lo cual contrasta mucho con su fuerte personalidad.

Los padres de Nói vivían en Akureyri cuando ella nació.
Era una estancia temporal, como todas, de apenas unos meses en los que aprovechaban para visitar a los pocos familiares que quedaban en su tierra natal, al tiempo que reponían fuerzas y mercancía para encaminarse en un nuevo viaje.

Era una familia de comerciantes, echados al mar desde jóvenes.
Sus padres, Hauksteinn y Eydís, se conocían desde niños y se casaron en un matrimonio concertado por sus respectivas familias, con el que ambos, de algún modo, estaban conformes, ya que siempre habían sido buenos amigos.

Debido a la convivencia y a su ajetreada vida llena de adversidades, unieron fuerzas, apoyándose el uno en el otro, y de este modo, poco a poco, acabaron enamorándose.
Fruto de este amor nació Nói y otros dos hermanos antes que ella.
Todos ellos viajaban siempre juntos y los tres hermanos se hicieron rápidamente a la vida en alta mar y pueblos desconocidos.

Solían ser como una piña, muy apegados los unos a los otros, sabían que sólo podían confiar en sí mismos y su familia.
Debido a su vida nómada, ninguna amistad llegaba a forjarse en ninguna parte, por lo que, en cierto modo, se sentían bastante desarraigados, pero no dejaban que esto se transformara en un sentimiento de soledad, ya que continuamente estaban conociendo gente muy variopinta.
Por aquel entonces poseían una riqueza considerable, y, a pesar de ello, preferían no permanecer en ningún lugar por demasiado tiempo, se habían acostumbrado a esta forma de vida.

Así transcurrió la infancia de Nói, entre barcos y civilizaciones extrañas.
Sus padres solían estar muy ocupados con sus funciones como comerciantes, por lo que dejaban a la niña campar a sus anchas por todas partes.
Empezó a trabajar ayudando con todo tipo de tareas desde muy pequeña.

El poco tiempo libre que tenía lo empleaba en leer, jugar con sus hermanos y tocar el arpa y el clavicordio, instrumentos que aprendía en escuelas de música de los distintos países en los que desembarcaban.
La música es su pasión.
Ya desde niña pasaba los días enteros cantando en cualquier lugar y más de una vez le arrancó unos cuantos aplausos a la audiencia espontánea que a veces acudía a escucharla.

Siendo aún muy joven aprendió a hablar danés y finés a la perfección, ya que Dinamarca y Finlandia eran los lugares en los que más tiempo pasaban y donde asistía a clases de música.
También algo de inglés y francés, lenguas de otros países que también frecuentaban.

Fue entonces cuando empezó a mostrar sus primeras dotes mágicas.
Primero fueron sueños que se cumplían; después, premoniciones más nítidas.

Siendo muy pequeña, solía hacer travesuras con sus hermanos, jugando con el agua y el hielo, cambiando los estados como si fuera lo más natural del mundo. Éste siempre ha sido su mayor don, el cual solía explotar en soledad.
Cuando fue consciente de sus capacidades, empezó a experimentar con animales la posibilidad de controlarlos a voluntad propia, aunque con escasos resultados.

Era su gran secreto.
Hasta que su madre la vio tratando de hacer que un perro se comiera una rata muerta.

Entonces le confesó que ella también poseía ciertas habilidades que había intentado ocultar al resto del mundo para protegerse a sí misma y a los que la rodeaban.
Le habló de la Inquisición y de los problemas que podría acarrear mostrar sus poderes en público, y le prometió que le enseñaría a controlar esa energía de forma racional. Así fue como la sabiduría familiar acerca de la magia, procedente de los antiguos vikingos, pasó de generación en generación.
Entonces Nói era realmente feliz, formándose día a día en el uso de las runas antiguas, compartiendo aquella sabiduría ancestral con la que entonces se convirtió en madre y maestra.

El drama llegó cuando ella tenía ocho años.
Un día de lluvia se despertó sobresaltada: había soñado con su padre y otros cuatro tripulantes encargados de llevar parte de la mercancía a un pueblo danés siendo asaltados y asesinados por unos bandidos.
Horas después llego la noticia de su muerte.
Nói, su madre y sus hermanos, que esperaban en la capital llevando a cabo otros encargos, quedaron enormemente conmovidos.

Permanecieron alrededor de seis meses en una casa de alquiler en Copenhague, sin saber muy bien qué hacer.
Finalmente sus hermanos regresaron a Islandia, donde decidieron llevar una vida más tranquila, dedicándose al comercio local.

Nói y su madre se mudaron a una casa grande en Francia, que pronto quedó por encima de sus posibilidades.
Ante la pérdida de su marido, Eydís fue perdiendo la cabeza progresivamente y sus defensas menguaban con el paso de los días.
Comenzaba a padecer trastornos psicóticos.
Había dejado de ser la mujer que fue tiempo atrás.
Fruto de su desesperación, empezó a ahondar en ciertos campos de la magia negra, rituales que Nói observaba desde la lejanía y practicaba mientras ella no prestaba atención.
Se dio al alcohol y a las drogas, y alguna vez trajo algún hombre a casa, aunque, en el estado en el que se encontraba, ninguna relación cuajaba.

Por aquella época, Nói se encargaba de hacer la mayor parte de las tareas de la casa, ya que su madre no se encontraba en condiciones.
Sus hermanos iban a visitarlas de vez en cuando, aunque cada vez con menos frecuencia.
Nói no se veía capaz de abandonar a su madre en aquel estado y ella se negaba a volver a Islandia porque, según decía, le traería demasiados recuerdos.

Cuando ella tenía doce años, su madre contrajo tuberculosis y dos años después murió, quedando completamente sola en un país ajeno.
Perdió la casa en la que había vivido todos aquellos años ya que no tenía ingresos para pagarla.

Pero por aquel entonces ya había aprendido a buscarse la vida.
Un violinista amigo suyo le pagaba una pensión cercana a los suburbios a cambio de que actuara junto a él en una especie de concierto teatral.
Comenzaron tocando en burdeles y lugares de poca monta repletos de borrachos, pero pronto su fama fue aumentando, su amigo movió hilos, y llegaron a participar incluso en fiestas de nobles, lo cual le devolvió de algún modo el nivel de vida que había tenido antaño.

Aquel amigo pronto pasó a ser algo más: una aventura romántica, su primer amor, una relación que duró cerca de tres años.
Ella tenía 17 años por aquel entonces y él rondaba los 25 en apariencia.
Estaba completamente fascinada por su persona, obnubilada por su sola presencia, sentía una conexión con él que jamás había sentido por otra persona.

Eran felices juntos y compartieron grandes momentos —como cuando le regaló a Nói un hurón albino (Nökkvi) por su décimo-octavo cumpleaños, el cual aún tiene como mascota.

Un día, de la manera más fortuita posible, descubrió que era un vampiro.
Esto no hizo que sus sentimientos cambiaran en ningún caso, al contrario, profesaba aún más devoción por él, ya que siempre había sentido mucha curiosidad por esta clase de criaturas.

Sin embargo, los acontecimientos dieron un giro inesperado cuando le encontró en la cama con otra persona.
No cruzaron palabra, simplemente se marchó y no volvió a saber nada de él.

Pasó un tiempo decaída, pero no tardó en reponerse.
Entonces ya podía valerse por sí misma.
Trabajó como actriz y músico en varios teatros, lo cual le dio para vivir honradamente la mayor parte del tiempo, sin tener que recurrir a oficios no tan bien vistos.

En los últimos años ha tenido varios amantes, pero ninguno ha calado en su corazón que intenta convertirse en piedra.

→ HECHICERÍA: HABILIDAD PARA HACER QUE COSAS SUCEDAN, YA SEAN A FAVOR O EN CONTRA DE ALGUNA PERSONA, POR MEDIO DE CONJUROS, HIERBAS Y POCIONES. ESTO INCLUYE ALTOS CONOCIMIENTOS DE HERBOLARIA QUE LES PERMITEN HACER TAMBIÉN CURACIONES.

→ PERCEPCIÓN DEL AURA: HABILIDAD PARA VER LAS AURAS DE OTROS SERES, CUYOS COLORES INDICAN SU HUMOR, IDENTIDAD Y NIVEL DE HOSTILIDAD, DE ESTE MODO SABEN SI ESTÁN BAJO AMENAZA. ESTE PODER LES PERMITE RECONOCER A LICÁNTROPOS Y CAMBIAFORMAS CUANDO NO ESTÁN TRANSFORMADOS E IDENTIFICAR A LOS VAMPIROS GRACIAS A SU AURA PÁLIDA.

→ PREMONICIÓN: HABILIDAD PARA PERCIBIR EL FUTURO. EN OCASIONES SOLAMENTE SE EXPRESA EN FORMA DE VAGOS SUEÑOS MIENTRAS SE DUERME, MIENTRAS QUE OTRAS VECES ES CLARA Y OCURRE A VOLUNTAD, MIENTRAS SE ESTÁ DESPIERTO.

→ DOMINACIÓN: CAPACIDAD PARA CONTROLAR LA VOLUNTAD DE OTRO MORTAL, OBLIGÁNDOLO A HACER COSAS SIN QUE PUEDA EVITARLO A PESAR DE RESISTIRSE.

→ ATMOKINESIS: HABILIDAD PARA CONTROLAR OCASIONAL Y RELATIVAMENTE EL CLIMA Y LOS SUCESOS METEOROLÓGICOS (RAYOS, TEMPESTADES...).