Jack the Ripper II [Privado]

por **Jack Zhukny** Lun Sep 17, 2012 10:29 pm

Había llovido unas horas antes y las calles se sentían sucias debido a la humedad; algunas ratas corrían de un lado a otro buscando un lugar seco dónde dormir. Las personas hacían lo mismo.
Todos preferían esconderse en la comodidad de sus tibios hogares, pero no los monstruos, tampoco las prostitutas y los hombres de moral reprobable. Se les veía a estas parejas momentáneas tambalearse entre risas por los callejones, ebrios de pasión y vino. Pobres incautos, no estaban conscientes de que no eran los únicos que se se movían entre las sombras. Un par de ojos de ultratumba acechaban desde la oscuridad en busca de una presa, de un nuevo juguete con el cuál divertirse. Y pronto la encontró, una joven mujer de cuerpo curvilíneo y labios color cereza regresando al burdel después de una animada noche en el hotel. Era perfecta, la indicada. Para llamar su atención Jack dejó caer la botella de absenta que cargaba en una mano.

por **Geneviève Allard** Miér Sep 19, 2012 11:35 pm

La humedad de las calles aún permanecía impregnada en las paredes de las casas, en el suelo y en las ramas de los arboles. Ese olor tan peculiar y encantadoramente apacible, esgrimía en las entrañas de Chelsey una quietud avasalladora. ¿Hace cuánto tiempo no se sentía de ese modo? Los billetes que ganó mientras la tormenta azotaba a la vieja Paris, se mantenían en sus manos y la ilusión en sus orbes destellaba cual estrellas en el firmamento. No, fue una buena paga, ni siquiera había sido el mejor de los clientes, sin embargo, con ese poco dinero ya le alcanzaba para regresar a Londres hacia el viejo orfanato en donde hubo dejado a sus hermanos por el bienestar de ambos. se mordía el bajo caminando sin prisa alguna, era tarde pero no lo suficiente como para correr, después de todo el burdel no iría a ningún lado pero ella había decidido escapar al día siguiente. Estaba todo preparado, sólo necesitaba detallar la excusa con la cual partiría de ese asqueroso lugar temprano. Se le veía el entusiasmo desbordar por cada uno de sus poros, quien la viese juzgaría de demente a la dama que se atreviera a salir a la calle a esas horas, obviando por supuesto la respuesta más lógica. Una cortesana.

Viró un par de esas laberínticas calles hasta quedarse frente a ese viejo callejón, se observó a si misma un par de noches atrás en donde un caballero le había salvado la vida. Bajó la mirada «Aún quedan hombres buenos, en la tierra» Pensó. Siempre le estaría agradecida, pues sin él, aquel sueño de recuperar su vida se habría esfumado en tan sólo un suspiro. Una sensación escalofriante cruzó por su columna vertebral y le hizo dar un pequeño salto debido al susto. El botella de un hombre cayó al suelo en el momento en que ella hacía una invocación a ese triste recuerdo. Se giró sobre sus talones para verlo desde un mejor ángulo, sacó todo el aire de sus pulmones y pudo respirar al ver que su miedo no tenía ningún fundamento. Sonrió con alivio dirigiéndose hasta él para ayudarle. Se inclinó para levantar la botella pero esta estaba hecha añicos. Dicen que una dama jamás se inclinaría ante un hombre al menos que fuese su esclava, pero a Chelsey se le notaba lo corriente, tanto en las prendas que usa como en el colorete de los labios. No es un secreto y quizá este hombre le abofetearía el rostro por la insolencia de haber tocado su bastón, pero con la felicidad que ella cargaba a cuestas, sería imposible borrarle esa sonrisa de sus labios.

-Disculpe Monsieur, no se puede hacer mucho por eso- Señaló los restos de la botella -¿Qué hay de usted, se encuentra bien?- Preguntó con amabilidad. No vio el rostro del caballero pues se mostraba impaciente por correr el resto de la distancia hasta su habitación en donde sus pertenencias la esperaban, guardadas bajo la cama y con la misma creencia que ella. Se mojó los labios con la lengua, dando un ligero trago a su saliva –Pero que susto me ha dado. Si me disculpa, debo correr-Sonrió con nerviosismo. Una de las mujeres del burdel los observó desde la entrada al mismo, le hizo una seña a Chelsey que inmediatamente reconoció. No se les daba caridad a los vagabundos, así que la fémina deseaba saber si era un posible cliente a lo que la joven respondió con una leve inclinación de la cabeza. Se separó de él rodeándolo, sus pies se movieron ligeros, era casi como una ninfa danzando en la media noche. –Cuídese- Le susurró para dando un par de pasos hacia adelante en dirección al burdel. Sí cada vez estaba más cerca el momento de saber sobre el paradero de sus hermanos.

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