Encuentros para tinta. [ Rilian Bouvier ]

“joven, es tiempo de levantarse”

Apenas y pude escuchar las palabras entre la penumbra del sueño y aun así sabia perfectamente que tendría que despertarme, mi nana es una mujer buena, dulce y también eficiente. Tanto es todo eso estricta, la mujer sabia perfectamente mi situación y no tenia la mas mínima intención de hacerme las cosas fáciles.

-nana trabaje toda la noche dame un descanso- renegué sabiendo perfectamente que a ella le importaba tanto como que al rey de las bestias le picara una hormiga en el hombro izquierdo. Mis quejas eran solo una manera de soltar mi frustración pues tanto como sabia que a ella no le importaría, también sabia que le obedecería-¿tengo 30 años sabes?- renegué levantándome y sabiendo que ella al menos me concedía tenerme el baño listo antes de levantarme. Tenia que admitir que teniendo en cuenta lo que intentaba lograr prepararle el baño era atención increíble.

-precisamente, tiene treinta años y ni siquiera me ha presentado una candidata o… candidato- soltó con cierta brusquedad- a pareja. No importa lo que pienses tu madre solo quería lo mejor para ti, quería que pudieses disfrutar del amor, sentar cabeza, disfrutar de lo que ella solo pudo vivir tres años- bufe creyendo igual que antes que todo aquello era una completa tontería.

-nana si encontrar a una pareja adecuada con la cual asentarme y ser feliz fuese tan fácil hace mucho que hubiese terminado con todo esto- renegué. Mi herencia estaba congelada hasta que lograse conseguir una…una pareja. Un momento ¿que había dicho mi nana?- nana... dijiste que no te he presentado ninguna… chica ¿verdad?- ella ni siquiera me volteo a ver, concentrándose en arreglar mi cama. Nuevamente una atención extra a lo que realmente tenia derecho.

-¿te sorprende que sepa que eres un joven anormal con esa clase de gustos? No te sorprendas, todos los nobles tienen idas llenas de pecado y desviadas y creen que aquellos que pasamos el día sirviéndoles somos tan tontos como para no notarlo- sentí el calor en mis mejillas.

-nana…-no quería ni pensar en cuanto tiempo llevaba sabiendo que igual me iba una mujer que un hombre, la mujer suspiro y se giro hacia mi dándome unas palmaditas en las mejillas, pequeña y menuda tenia tanta autoridad en si que era difícil que creyera en su pequeño cuerpo. No me sorprendía que mi madre le dejase la tarea de “guiarme por el buen camino” al morir.

-no me importa Hamgize, lo único que quería tu madre era que fuera feliz y es lo único que deseo yo también, ahora aséate. El desayuno se sirve en 30 minutos, no te retrases o serás un “hombre de 30 años” muy hambriento hasta la hora de el almuerzo- y dicho esto salió de la habitación. Después de desayunar podría tomar nuevamente una siesta para recuperarme de la noche en vela trabajando en el burdel, pero si deseaba desayunar y recibir un buen trato en el almuerzo tendría que bañarme y presentarme en 30 minutos en la mesa.

Para mi los días son una rutina, muchas personas en mi vida pero nadie con quien comprometerme. Como todos los días al caer la noche el burdel me da suficiente trabajo como para no dormirme en mi sitio, pero no lo bastante como para volverme loco. Básicamente preparaba las bebidas para que los meseros pudiesen llevarlas a los clientes, eran pocos los que se acercaban a obtenerlas directamente de él. Cuando lo hacían normalmente buscaban hablar con alguien antes de hundirse en el placer de alguna de las hermosas mujeres disponibles. En esas ocasiones es cuando notaba, la razón que su nana tenia. Todos llevaban vidas torcidas debajo de sus rectas y nobles fachadas.

Sirviendo a uno de los clientes note que una chica entraba al local, parecía bastante segura y lo suficientemente bien vestida como para ser alguna chica buscando empleo, por lo que supuse seria un cliente. Eran extraños los casos en los que el burdel recibía clientela femenina pero no imposible. En estos lugares se veía de todo, serví un par de tragos mas antes de ver que la chica que había entrado antes estaba ahora sentada en la barra frente a mí, con el cabello rubio y sedoso, un rostro hermoso uno puede saber solo de verla que de buscar trabajo lo conseguiría de inmediato. Sus palabras me hicieron notar que no era así. Era una clienta aunque no me daba la impresión de que fuese a requerir algún tipo de servicio en tiempo próximo, parecía más de aquellos que solo buscaban un trago y entraban al burdel en vez de a una cantina por simple curiosidad, por el ambiente o por el espectáculo.

-jugos naturales, por supuesto preciosa ¿algún sabor en especial?- pregunte con un tono ligero, como buen cantinero era siempre amable con los clientes y estaba tan acostumbrado ya al trabajo que el hecho de hacer un servicio no me molestaba en lo mas mínimo. Dato curioso pues cosas como preparar mi propio baño me dejaban completamente fastidiado, al borde de casi preferir prescindir del aseo personal. Por supuesto no lo hacia pero lo pensaba. Revise discretamente bajo la barra y note las frutas que tenia a disposición, las usaba para la mezcla de cocteles pero bien podía usarlas para preparar un zumo para la joven- dígame señorita y hare lo posible para cumplir sus ordenes- le sonreí apoyándome un poco en la barra para verla. Verdaderamente tenía un precioso rostro.

-hey Hamgize, lo de siempre para sir. Francoise- asentí, el sujeto pedía siempre lo mismo, a veces me preguntaba si era por que realmente le gustaba o simplemente para poder decir “lo de siempre” el pensamiento me causaba gracia sin motivo aparente, aun frente a la chica mantuve mi atención en ella mientras preparaba la bebida- y dígame ¿qué la trae por aquí? No parece francesa- le hablo, la joven se había acercado a la barra y hablado mas de lo usual con el, eso solo lo hacían los clientes que querían conversar y dicho sea de paso lo que mas entretenimiento me daban y hacían mucho mas amena la noche. Hablar como buen cantinero era una de mis especialidades. Uno de mis pasatiempos favoritos, no era ningún secreto que había tenido algún tipo de relación con clientes y cortesanos o cortesanas del lugar y hasta ahora la mayoría habían terminado bien, me gusta llevarme bien con las personas, lo cual ayuda en el trabajo.

Frambuesa…- miro bajo la barra y noto que podía permitírselo- a la orden madame- reí ante las palabras de la joven, era agradable y bastante suelta. Eso me gustaba en las mujeres. Muchos decían que las mejores eran aquellas tímidas y puras, de ser posible; jamás antes tocadas pro un hombre pero a mi lo que mas me llamaba la atención era poder hablar con alguna de ellas. ¿Extraño? Posiblemente pero ¿cuando dije ser un hombre normal? Bien lo había dicho mi nana, era un sujeto algo desviado. Escuche lo que la decía, así que era una cuentista, era curioso que hubiese escogido aquel lugar para ir a recolectar información.

Sonreí para la chica mientras entregaba el trago ajeno y comenzaba a trabajar en su bebida- haha vaya desilusión, creí que podría conseguir una esclava con una simple jugo- hable sonriendo amigablemente y manteniéndome frente a la chica – bueno…- ¿ella quería escuchar cosas fantásticas para sus historias? El había tenido un par de encuentros raros pero nada realmente claro que pudiese decirle, lo que si podía era contarle las cosas que caían a el de labios ajenos- bueno no realmente, por aquí puedes ver princesas encantadas y los mas asquerosos monstros, pero nada que corresponda a un cuento de hadas- le hable refiriéndose a las cortesanas y algunos de sus clientes – aunque si hablamos de criaturas sobre naturales- le sonreí sirviendo la bebida en una copa, adornándola con algunas frambuesas y la deslice en la rustica barra dejándola justo frente a la muchacha- por aquí la gente habla, hay historias por todos lados, vampiros, hombres lobos incluso humanos que pueden cambiar a animales en forma indiscriminada, es una ciudad muy loca. No es difícil recoger uno que otro relato de aquí y de allá- Estaba hablando cuando alguien mas me llamo por otras bebidas, era raro que pidieran una simple cerveza por aquí, la clientela era demasiado “refinada” para aquellas bebidas y si se le aumentaba la competencia, el querer destacar mas que los otros clientes o impresionar a la mujer que tenían al lado asi fuese una cortesana. Siempre había variedad en mi trabajo.

Le di un giño a la chica alejándome para preparar el trago y regrese después de algunos momentos viéndola aun en su sitio- ¿esta bien su bebida?- pregunte para continuar con la charla, me gustaba el sonido de la voz de la chica, ella sabia como entablar una conversación.

Ella capto mi nombre de entre los llamados de los demás o era lo mas lógico, algo halagador era que hubiese prestado atención a ese detalle, pero teniendo en cuenta que lo que deseaba era entablar una conversación y recoger información parecía una jugada lógica.

-un placer lady Bouvier- le hable tomando su mano y dejándole un beso corto, sin pedidos actuales como por costumbre mas que por necesidad y como todo cantinero, tome un vaso limpiándolo mientras hablaba- ¿nombres?- bien si aquella era la clase de historias que buscaba entonces era lógico que buscara en el burdel. En las cantinas se podía escuchar de todo, pero era en el burdel donde los hombres soltaban mas la lengua, simplemente por decirlo que por que el alcohol les hubiese nublado la mente como para ya no recordar lo que se debía o no decir. Además, era aquí donde lo mas importantes se veían, aquellos que podían pagar a las preciosas princesas del castillo- los populares- me encogí de hombros- nuestro rey solo hace apariciones nocturnas, nadie le ha visto de día en muchos años, algunos dicen esta enfermo y no se le permite tomar el sol. Otros que el hombre se ha convertido en una de esas criaturas de la noche que se alimenta de sangre humana- vi al techo, intentando recordar alguna otra cosa, es cierto que habían muchos relatos, pero alguno en que los nombres destacaran era difícil de recordar- han pasado por aquí también otros hombres haciendo preguntas similares a la suya, hombres y mujeres de hecho- si lo pensaba en realidad en el ultimo año las visitas se habían ido haciendo mas frecuentes- preguntan por relatos de este mismo tipo, dicen que son cazadores- sonreí a la chica como si le hiciera una broma- pero es difícil creer que halla por ahí gente que realmente pretenda cazar cosas que no existen- y la verdad es que no me creo del todo lo que estoy diciendo, en varias ocasiones, trabajando de noche y regresando al borde del salir del sol a casa había visto mas de una cosa “extraña” pero nada que pudiese confirmar.

Nuevamente alguien me llamo por otra bebida y asentí, esta vez, preparándola frente a la chica y solo deslizándola hacia el mesero que la llevaría a su cliente, al hacerla un recuerdo volvió a mi, algo que había sucedido hacia unos meses – hace un tiempo- hablo recargándose de la barra- a unas calles de aquí encontraron a una mujer que parecía haber sido atacada por algún animal salvaje, el que la encontró dijo que parecía bastante grave- había sido uno de los meseros de ahí precisamente- pero al poco tiempo la chica caminaba como si nada hubiese pasado por las calles, el joven que la encontró dijo que seguramente había sido engañado por lo escandaloso de la sangre y realmente no era tan grave, que también se había equivocado al decir que parecía atacada por un animal salvaje, sobre todo por que la encontró en plena ciudad, poco después anuncio que había encontrado un trabajo mejor y se fue. Dicen que la chica tuvo algo que ver pero por aquí no se le ha vuelto a ver. El jamás dijo su nombre ¿Por qué le interesan esa clase de cosas?

Van hellsing, yo había escuchado relatos sobre el hombre, tenía que admitir que lo que se pintaba de el era tan extraordinario como evidentemente atractivo para las mujeres. Ahora que me lo planteo posiblemente esa es la razón por la que incluso las cortesanas, quienes venden sus servicios a menudo buscaban la atención de los hombres con fachada similar que se paseaban por aquí. Esa podría ser una buena estrategia, vestir algo de ropa maltrecha, actuar misterioso y hacer una que otra pregunta, seguramente elevaría el nivel de conquistas que puedo conseguir bastante, claro sería una buena idea si realmente lo necesitara, no soy alguien de conquistas diarias, pero no me era difícil entablar relaciones con la gente.

-Es difícil saber quién es realmente el que cree lo que hace y quien es solamente una fachada- era difícil creer que hubiese gente por ahí creyendo fingir ser cazadores de monstruos, pero podía creerlo porque la idea de que alguien lo hiciera de verdad parecía aún más increíble. Gente por ahí, humanos mortales como, con deseos de arriesgar su vida en cruzadas como aquella… mmm si existían debían estar muy locos y ser bastante valientes…aunque por otro lado si realmente se enfrentaban a lo que se suponía que se enfrentaban, debían estar aún peor de lo que pensaba. Peso sin duda, tener más coraje que cualquiera.

Ella hablo de creer en todo aquello de los seres sobrenaturales y levante ambas cejas- vaya- dije simplemente ¿la creía loca? No por extraño que pareciese no la creía loca, de hecho ella estaba admitiendo un poco de lo que yo mismo no quería admitir. Desde que había salido de la protección que mío posición me había dado en el pasado había visto cosas que en mi vida había imaginado ver, nada contundente pero si lo bastante extraño como para plantearle la verdad de los rumores que corrían por las calles. Le sonreí a la chica y me incline hacia ella hablándole como si le confesara un secreto pícaro-¿ la verdad?- susurre- no.

¿Que soy poco curioso? Posiblemente, no tengo una vena curiosa muy fuerte debo suponer, tal como lo plantea alguien mas posiblemente hubiese intentado averiguar… pero su vena prudente estaba mas marcada que la curiosa, además si las personas mantenían cosas en secreto sus razones deberían tener. Por otro lado alguien como yo no necesitaba indagar demasiado, las personas parecían verme como un desahogo a sus preocupaciones y siempre terminan contándome cosas por las que ni siquiera se me abría ocurrido preguntar, con el tiempo uno entiende que si se queda quieto las cosas simplemente vienen hacia ti.

-En realidad con un trabajo como el mio poco es lo que tengo que indagar- acepte encogiéndome de hombros, tanto clientes meseros y cortesanas buscaban hablar conmigo. A veces es difícil entablar conversaciones entre ellos mismos, muchas de las cortesanas mantenían relaciones cálidas pero no revelaban demasiado entre ellas, el temor a la traición la competencia o equivocarse en algo las detenía, todas ellas eran buenas personas pero en ocasiones las buenas personas deben ver por si mismas aun a costa del sacrificio ajeno.

Ella pregunto si seria demasiado atrevido preguntar como era un día en la vida de un cantinero, de ser sincero no estaba muy seguro de si podía contestar esa pregunta correctamente. He de suponer que mi vida no es como la de algún otro cantinero común, dudaba que a algún otro le levantasen para desayunar después de prepararle el baño. No me atrevo a presumir de saber mucho de la vida de los demás pero algo me decía que eso no seria así- depende, de un cantinero cualquiera o alguno en particular, eso podría cambiar la respuesta- sonreí con gracia. La chica tenia un a cierta cantidad de feminidad que hacia que un hombre bajase las defensas pero la suficiente presencia como para saber que debía mantener una respetuosa distancia. O al menos eso es lo que me parecía.