Como un ciudadano mas [Perséfone]

por **Gazel S. Umbrimber** Mar Sep 25, 2012 3:23 pm

Abrí la puerta de mi casa a las ocho de la tarde, cuando el sol terminó de ponerse sobre las montañas de Francia. Aunque aun había un poco de claridad lumínica, todos los rayos solares, dañinos y mortíferos para los de mi especie, habían desaparecido. Inhalé la brisa de la noche, humeda y fresca, y comencé a andar con paso ligero, hacia el corazón de la metrópolis parisina. Llevaba como atuendo una túnica negra que me cubría hasta los talones, para pasar desapercibido entre la multitud. Debajo, una simple camisa y unos pantalones sencillos y comodos cubrían mi cuerpo, aunque no sintiera el mas mínimo frío en mi piel de hielo. Comprobé mi reloj. Quedaban diez once horas para que el sol me impidiera salir al mundo, por lo que sentía una relajación bastante notoria.

Llegué al centro de París alrededor de las nueve. Entre por la parte, la zona media, lejos de la aristocracia reinante en los parajes nortes de la ciudad. Al igual que valoraba esa clase social, la consideraba manchada e innecesaria, pero no podía cambiar la sociedad. Los verdaderos integrantes de un país, sin embargo, eran ellos, los ciudadanos normales, los humanos que viven, luchan y trabajan para vivir dignamente, y que sienten como la ciudad palpita y fluyen, exploran sus calles y se relacionan con sus gentes. Eran ellos los que debían formar una ciudad, y no los sucios gobernantes que se recluían en sus castillos mientras miles de hombres mueren por ellos. “Por suerte, viviré para ver el cambio” pensé, esbozando media sonrisa.

Sin motivo aparente, entre el mercado urbano. Centenares de puestos se erguían a mi alrededor. Fruta, verdura, carnes, especias, sedas, y un largo etcétera de productos. Mi mente evocó los momentos en al tienda de mis padres, hacia mas de mil años, a las orillas del Bósforo. Aquella sociedad no era como la de ahora, pero las bases eran las mismas, y el modelo, también. Me detuve en un puesto de frutas.

-A cuanto me deja una manzana, buena señora –pregunté, con la mayor cortesía posible
-Cinco francos, joven –contestó. “¿Jóven?” pensé, con una extraña sensación refrescante. Alargué mi mano y dejé siete francos en las manos de la tendera, que extrañado por la propina, me dedico una extraña pero entrañable sonrisa.

Con un ademán de mi mano, me despedí mientras mordía el trozo de fruta. Aunque la comida no influía de ninguna manera a mi cuerpo, su sabor me agradaba y me refrescaba la boca, reseca de las horas que tenía que aguardar a que el sol se escondiera. Rasgué la rugosa superficie roja de la fruta con mis dientes, escondiendo mis colmillos para no levantar sospechas; mientras seguía caminando a través del laberinto de puestos de madera, con mi nariz entreteniéndose con la multitud de olores que surcaban el aire vespertino.

por **Persefone Ginalkopoulus** Vie Sep 28, 2012 10:34 pm

La Joven princesa caminaba como si nada por aquel mercado ambulante , en realidad no llevaba ropajes de princesa ni toda al seguridad que llevaría alguien de su distinguido puesto sin embargo Persefone siempre había sido así , Optaba por vestir mas cómoda ya fuera poniéndose pantalones o algún vestido que no desvelara mucho la atención , como el que llevaba aquel dia de un color verde que resaltaba el color de su piel . paseaba por el mercado con absoluta confianza y tranquilidad , a pesar de tener conocimiento de que el pueblo en aquel instante odiaba a los nobles ella seguía trasladandose a paris como si no pasara nada como si ella no fuera noble.

Tenia una sonrisa dulce de esas que siempre lleva en su semblante ya sea por cortesía o por estado de animo y la melena dorada estaba tan cepillada como solían hacerlo en versalles de hecho estaba con sus rizos los cuales siempre había portado con orgullo hasta trasladarse a la corte parisina . La joven rubia veía los puestos algunos con mas interes que otros , no podía negar que algunos eran bastante divertidos pero sabia bien que en aquellas horas el mercado tenia mas vida el sol ya se había ocultado y la gente salia para disfrutar o hablar sobre un movimiento para ser libres , Libres un concepto abstracto ¿ Traería Felicidad a Francia la libertad? quien sabe , un suspiro se escapo por sus labios mientras caminaba en el mar de gente.

Por fin encontró la tienda que buscaba , la librería no es que en el palacio no fuera buena la inmensa biblioteca que los Fontaine poseían pero Persefone quería explorar nuevos textos , nuevas ideas nuevas paginas que olerian a tinta fresca y que la Transportaran a diferentes aventuras o pensamientos y reflexiones . El vendedor estaba en el aparador el cual le recibió con una calidad sonrisa la cual le fue devuelta , la tienda estaba poco llena a diferencia de otros locales ya pocos mostraban aquel interés por la lectura . Sus pies se desplazaban por las primeras bibliotecas mientras sus gruesas pestañas escondían sus ojos azules como zafiro que se desplazan por los lomos de los libros .

por **Gazel S. Umbrimber** Sáb Sep 29, 2012 4:09 am

Terminé con mi manzana en poco tiempo, y de crueles y ansiosos bocados. Poco a poco, mi cuerpo empezó a encontrarse mas gusto. El día podía llegar hasta a paralizar a mis semejantes, y por supuesto era difícil volver a recobrar la sultura con los cuerpos, carcasas vaciás que no hacían justicia a nuestras vaciás. Porque, a fin de cuentas, los cuerpos que habitábamos están hecho para los humanos, sus limites y sus facciones. Pero, para un vampiro, se quedaba corto bastantes veces. Me llevé mi mano derecha a mi mano izquierda, y la apreté con fuerza. Esta me devolvió un tosco crujido, y después, hice lo mismo con la otra. Mientras, me desplazaba con velocidad por la calle de los mercados, que cada vez iba perdiendo compradores. Las calles, con motivo de la noche, comenzaban a vaciarse, a una velocidad lenta pero constante. Cuando llegué, la marabunta de gente hasta me impedía ver los locales que había a ambos lados de la calle, pero ahora los distinguía con claridad mientras cruzaba las aceras. Ví algo que me llamo la atención. Una librería. “Quizá lo tengan” pensé. Con paso decidido, crucé la calle y entré por la tosca puerta, que chirrío al abrirse.

En la librería, se respiraba un ambiente cálido y resguardado. Un sensación de calor me invadió, posiblemente de algún rudimentario calefactor o de alguna chimenea interior. Olía a libro, a ese olor que desprendían los volúmenes viejos cuando los explorabas pro primera vez después de mucho tiempo. En las estanterías solo había una muchacha, cuyos ojos zafiro cruzaron con los míos. Pero, no iba a perder el tiempo viendo las estanterías, sabía que el libro que buscaba no estaba allí.

-Hola, buen señor -saludé, llegando al mostrador-. Busco un libro un tanto especial

-Tenemos la mejor selección. Seguro que lo que busca se encuentra en nuestras estanterías.

-Creo que no. Es un libro bastante poco común -del bolsillo de mi túnica saqué un papel, con el título de dicho ejemplar. El tendero abrió los ojos como platos al ver el nombre, y miró varias veces a su alrededor, alarmado. Me apresuré a volver a guardar la nota.

-A mis oídos ha llegado la información de que varios de estos ejemplares se encontraban entre las librerías de las calles del centro, eludiendo a la Inquisición. Y, creame, el dinero no es problema.

El tendero se introdujo en la trastienda, y salió raudo con un maletín de cuero. Lo abrió y dejó entrever un libro pesado y grande, labrado en cuero marrón. Lo cogí entre mis brazos y lo abrí, dejándome hipnotizar por las páginas que este tenía.

-Tre-tresciento francos, por fa-favor -respondió el tendero, titubeante. Con una ligera sonrisa, extendí de mi mano quinientos francos y lo miré fijamente.

-Usted nunca ha tenido este libro, y yo no se lo he comprado. No sabe quien soy, no sabe que es este libro y no hará preguntas -dije, borrándole los recuerdos con mi don-. ¿De acuerdo?

-Si-si -acto seguido, los ojos del viejo señor se salieron de sus órbitas, y cuando recuperó al compostura, dijo:

-Hola, ¿que desea caballero?

-Gracias, no quiero nada

Me dí media vuelta y me dispuse a abandonar el lugar, cuando vi que esos ojos zafiro volvieron a perderse en mi mirada. “Seguramente será una humana, perdída en el simbolismo de un vampiro” pensé, sin darle mas importancia, y guardé mi tomo en el maletín.

El libro, en cuestión, era “Crítica de la razón pura”, de Immanuel Kant. Un libro que hablaba de temas como la metafísica y el principio de la casualidad. Un libro tan profundo que, obviamente, había sido prohibido por el Papa Pío VIII y la Santa Inquisición en el siglo XVIII, y miles de ejemplares habían sido quemados y perdidos. Pero, a mis oídos había llegado que las hermandades clandestinas que aun se resistían habían pasado un cargamento a las bibliotecas urbanas, sabiendo que tardarían bastante en hacer una inspección. Y, me había hecho con uno.

por **Persefone Ginalkopoulus** Jue Oct 04, 2012 5:38 pm

La Joven Rubia seguia deslizando sus ojos por el lomo de los libros , la campanilla de la tienda sono indicando que un cliente mas llegaba la libreria algo que no le sorprendio del todo , la rubia tomo entre suss manos un cuaderno de un azul un tanto degastado , lo abrio y estaba en blanco , fruncio los labios le gustaba , el azul ademas podia llenar sus paginas ella misma . Crear una historia propia , se dirigio hacia la caja apra pagar cuando sus " sentidos" le alertaron , se quedo quieta en uno de los estantes escuchando las ultimas palabras " Vampiro" alerto su subconciente , este se fijo en ella por solo un momento fugaz.

Persefone suspiro regresando al aparador pagando por aquel libro azul medianoche , ¿ que haria un vampiro en aquella tienda? y mas ¿ Por que tuvo que recurrir a la hipnosis para irse? "oh no no persefone dejalo ir y pon tu trasero de vuelta tu carruaje y largate de alli no interfieras " decia la voz de su conciencia pero aquello se veia muy grande para dejarlo ir tan facilmente ,ademas pronto se alejaria de francia para siempre y en su palacio no viviria tantas aventuras ni la oportundiad de algo asi . Sus ojos se fijaron en un papelillo que habia sido dejado sobre el tablero , estiro su brazo hasta tomarlo y abrirlo leerlo ¿ asi que fue por esto? , una mueca divertida se dibujo en su semblante ¿ tanto cuidado por aquello? los vampiros siempre le parecieron raros algunos eran en extremo cuidadosos tanto que llamaban la atencion como el que acababa de abandonar la tienda - mercy- - respondio al tendedero y salio de la libreria.

Bien sabia que algo no iba del todo bien porque se sentia observada de sobremanera , suspiro ¿ y que? ella habia sido isntruida en las artes de la lucha habia aprendido a matar de manera facil y limpia en su adolecencia porque " un sobernao debe saber defenderse" le decia su padre noche tras noche , sonrio para si misma adentrandose mas en el mercado notando cosas por el rabillo de su ojo , se paro tranquilamente frente a un puesto de flores esperando a que sucediera algo.

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