AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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En la búsqueda de lo desconocido {Esther de Le Santo}
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En la búsqueda de lo desconocido {Esther de Le Santo}
Recuerdo del primer mensaje :
"La ciencia será siempre una búsqueda, jamás un descubrimiento real. Es un viaje, nunca una llegada."
Karl Poopper
Karl Poopper
Buscar, buscar y buscar, es a todo lo que se había dedicado desde que se le había cruzado por la mente la idea de la formación de la Alianza de criaturas supernaturales. Poco a poco había comenzado a unir fuerzas e iba tomando forma; uno a uno, los seres habían comenzado a unirse y ya no sólo por su propia búsqueda sino también por el traspaso de rumores de oreja en oreja.
Ya distantes eran los días en los que se había puesto a pensar en que debía de hacer algo, pero también se había dado cuenta de que solo no podría hacer mucho, que necesitaba hacer fuerza y mover los hilos para ir tejiendo una red de contactos estratégicos con el propósito de por fin hacer algo efectivo y ajeno al lado de la lucha violenta que sólo debería usarse en caso de ser necesario.
Había comenzado por buscar información en casa, para luego trasladarse a la mismísima capital de Francia, lugar que, según muchas de las lenguas con quienes había logrado hacer contacto, sería el principal nicho de criaturas no humanas, brujos y otros perseguidos, incluyendo a aquellos juzgados de manera injusta y que sabían de su existencia. Francia, se mostraba así como una búsqueda exhaustiva que le hizo recorrer el país en una pesquisa sin nombres, ni lugares, una investigación que implicaba resultados tanto positivos como negativos, pues no sólo deseaba encontrar adeptos sino también dar con las identidades y paraderos de sus enemigos.
La travesía había comenzado larga y extenuante, pero al menos ahora se dirigía a lugares precisos, aún que la búsqueda de lo desconocido siempre era aquello; lo desconocido. Así recorrió tanto bares de mala muerte, costosos burdeles, antros de apuestas, reuniones reales. Encontró muchas mujeres que hablaban por dinero, hombres que hablaban por mujeres y otros que simplemente querían dar su opinión sin previos conocimientos. Todo servía y nada era en verdad despreciable, ya que es sabido que si el río suena es porque piedras trae, y que mucho de lo que se dice en bromas también tiene parte de verdad, pero ahora... ahora iba a descansar.
Necesitaba relajar la mente y el cuerpo, detener la búsqueda por un momento breve para retomar energías para seguir buscando con más fuerza y obtener mejores respuestas. Por esa noche había decidido descansar, comer y beber con calidad, ahí, en el bar del mismo hotel en donde se hospedaba en donde pidió una copa del mejor vino francés para disfrutarlo en toda su plenitud como un verdadero somelier que le identifica tanto visual, gustosa y olfativamente, del mimo modo en que analizaba a cada una de las personas presentes que se encontraban a su alrededor, haciéndole recordar de su loco y agitado mundo también podía detenerse a veces para disfrutar de un poco de tranquilidad.
Ya distantes eran los días en los que se había puesto a pensar en que debía de hacer algo, pero también se había dado cuenta de que solo no podría hacer mucho, que necesitaba hacer fuerza y mover los hilos para ir tejiendo una red de contactos estratégicos con el propósito de por fin hacer algo efectivo y ajeno al lado de la lucha violenta que sólo debería usarse en caso de ser necesario.
Había comenzado por buscar información en casa, para luego trasladarse a la mismísima capital de Francia, lugar que, según muchas de las lenguas con quienes había logrado hacer contacto, sería el principal nicho de criaturas no humanas, brujos y otros perseguidos, incluyendo a aquellos juzgados de manera injusta y que sabían de su existencia. Francia, se mostraba así como una búsqueda exhaustiva que le hizo recorrer el país en una pesquisa sin nombres, ni lugares, una investigación que implicaba resultados tanto positivos como negativos, pues no sólo deseaba encontrar adeptos sino también dar con las identidades y paraderos de sus enemigos.
La travesía había comenzado larga y extenuante, pero al menos ahora se dirigía a lugares precisos, aún que la búsqueda de lo desconocido siempre era aquello; lo desconocido. Así recorrió tanto bares de mala muerte, costosos burdeles, antros de apuestas, reuniones reales. Encontró muchas mujeres que hablaban por dinero, hombres que hablaban por mujeres y otros que simplemente querían dar su opinión sin previos conocimientos. Todo servía y nada era en verdad despreciable, ya que es sabido que si el río suena es porque piedras trae, y que mucho de lo que se dice en bromas también tiene parte de verdad, pero ahora... ahora iba a descansar.
Necesitaba relajar la mente y el cuerpo, detener la búsqueda por un momento breve para retomar energías para seguir buscando con más fuerza y obtener mejores respuestas. Por esa noche había decidido descansar, comer y beber con calidad, ahí, en el bar del mismo hotel en donde se hospedaba en donde pidió una copa del mejor vino francés para disfrutarlo en toda su plenitud como un verdadero somelier que le identifica tanto visual, gustosa y olfativamente, del mimo modo en que analizaba a cada una de las personas presentes que se encontraban a su alrededor, haciéndole recordar de su loco y agitado mundo también podía detenerse a veces para disfrutar de un poco de tranquilidad.
Última edición por Emerick Boussingaut el Dom Ene 20, 2013 1:19 pm, editado 5 veces
Emerick Boussingaut- Licántropo/Realeza
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Re: En la búsqueda de lo desconocido {Esther de Le Santo}
"La lealtad constituye el más sagrado bien del corazón humano."
Lucio Anneo Séneca
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— Noble es tu causa viéndola de cierta forma, pero igualmente la sangre tendrá que correr — le dijo ella, y Emerick supo darle la razón.
— No he dicho lo contrario — respondió de inmediato ya que sabía que nadie les aseguraba el triunfo cuando se trataba de luchar contra inquisidores que eran hábiles en las armas y con años de entrenamiento, lo sabía y era un precio que al menos él estaba dispuesto a pagar.
La mujer tenía razón, por lo que asintió nuevamente al oírle describir al tipo de personas que necesitaba, era algo que también sabía y era precisamente aquello lo que buscaba; idealistas ¿Pero cómo poder saber quien era o no idealista en un mundo de completos desconocidos? Sin duda alguna, primero debía venir la confianza, o al menos era el ingrediente que necesitaba para pasar al siguiente paso.
— Creo que no necesito convencer a las personas que saben lo que es vivir una vida de fugitivos, que han recibido el miedo en los ojos cuando ven morir a uno de los suyos, quemado en la hoguera o decapitado en medio de la plaza, como un verdadero espectáculo público — le respondió, ya que en verdad todos sabían en verdad que no se trataba de un asunto de convencer a nadie cuando lo que en verdad se ponía en juego, era la vida.
Bajó la mirada y simplemente guardó silencio para analizar aquellas cosas. Sólo volvió a mirarle al sentir que se ponía de pie para acercarse a la ventana desde donde le escuchó preguntar respecto a su confianza, pero lo que dijo después sonó a una posibilidad de nueva ayuda que no supo si venía por interés o por convicción. Se puso también de pie, del mismo modo que ella lo había hecho y se paró frente a ella, mirándole a los ojos con los suyos entrecerrados a causa de la duda.
Al parecer la situación entre ellos comenzaba a cambiar, ya que la mujer parecía de un momento ahora, realmente interesada en la situación e incluso le hacía pensar que quería ayudarle de un modo muy especial, como aquellas maestras duras que se burlan de los niños a los que no les resulta algún ejercicio de matemáticas pero saben que no es por no saber o porque no puedan. Sin embargo, habían actitudes de ella que aún así le dejaban en la duda.
— ¿Qué es lo que queréis? — le preguntó de manera directa — Sois una caza recompensas, es verdad, pero también sois una perseguida al igual que nosotros, así que dime ¿Qué es lo que queréis? — volvió a preguntar, intentando vislumbrar el lado dominante dentro de la mirada de la fémina, necesitaba saber aquello que realmente era o aquello a lo que se dedicaba, y si acaso podía ser más fuerte que la lucha por su libertad.
— No he dicho lo contrario — respondió de inmediato ya que sabía que nadie les aseguraba el triunfo cuando se trataba de luchar contra inquisidores que eran hábiles en las armas y con años de entrenamiento, lo sabía y era un precio que al menos él estaba dispuesto a pagar.
La mujer tenía razón, por lo que asintió nuevamente al oírle describir al tipo de personas que necesitaba, era algo que también sabía y era precisamente aquello lo que buscaba; idealistas ¿Pero cómo poder saber quien era o no idealista en un mundo de completos desconocidos? Sin duda alguna, primero debía venir la confianza, o al menos era el ingrediente que necesitaba para pasar al siguiente paso.
— Creo que no necesito convencer a las personas que saben lo que es vivir una vida de fugitivos, que han recibido el miedo en los ojos cuando ven morir a uno de los suyos, quemado en la hoguera o decapitado en medio de la plaza, como un verdadero espectáculo público — le respondió, ya que en verdad todos sabían en verdad que no se trataba de un asunto de convencer a nadie cuando lo que en verdad se ponía en juego, era la vida.
Bajó la mirada y simplemente guardó silencio para analizar aquellas cosas. Sólo volvió a mirarle al sentir que se ponía de pie para acercarse a la ventana desde donde le escuchó preguntar respecto a su confianza, pero lo que dijo después sonó a una posibilidad de nueva ayuda que no supo si venía por interés o por convicción. Se puso también de pie, del mismo modo que ella lo había hecho y se paró frente a ella, mirándole a los ojos con los suyos entrecerrados a causa de la duda.
Al parecer la situación entre ellos comenzaba a cambiar, ya que la mujer parecía de un momento ahora, realmente interesada en la situación e incluso le hacía pensar que quería ayudarle de un modo muy especial, como aquellas maestras duras que se burlan de los niños a los que no les resulta algún ejercicio de matemáticas pero saben que no es por no saber o porque no puedan. Sin embargo, habían actitudes de ella que aún así le dejaban en la duda.
— ¿Qué es lo que queréis? — le preguntó de manera directa — Sois una caza recompensas, es verdad, pero también sois una perseguida al igual que nosotros, así que dime ¿Qué es lo que queréis? — volvió a preguntar, intentando vislumbrar el lado dominante dentro de la mirada de la fémina, necesitaba saber aquello que realmente era o aquello a lo que se dedicaba, y si acaso podía ser más fuerte que la lucha por su libertad.
Última edición por Emerick Boussingaut el Dom Ene 20, 2013 1:21 pm, editado 3 veces
Emerick Boussingaut- Licántropo/Realeza
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Re: En la búsqueda de lo desconocido {Esther de Le Santo}
-Tienes razón, pero incluso sabiéndolo, la mayoría no meterá las manos al fuego, mientras puedan protegerse a ellos o las personas cercanas... lo que tu buscas es gente que esté dispuesta a llegar más lejos que eso... por eso es que incluso si lo comprenden, no significa que vayan a luchar... y si necesitas convencerlos... porque necesitan un líder... - Le sonrió de medio lado cruzndo una de sus piernas observándole de una forma bastante peculiar, mezcla de estarse divirtiendo con aquello y de cierto interés, que nadie sabría decir, si era por la persona frente a ella o por la forma en que ponía sobre la mesa lo que quería lograr.
-Yo? Nada que no pueda obtener por mis propios medios... - Le vio, joven y con ideales altos, qué lindo, eso fue lo que pensó, sin embargo, tal vez debía hablar con seriedad sobre eso -Mira, lo entiendo y protegería a los míos siempre que pudiese... pero no veo una razón para seguirte tan directamente, no justo ahora... por eso te hice esa pregunta... por qué razón debería arriesgarme más de lo que lo hago como cazarecompensas... Dinero... me gusta el dinero, pero tengo suficiente como para rechazar una oferta de ese tipo- Se encogió de hombros -Tal vez si me cuentas más y eres tu quien habla, tu convicción pueda convencerme ¿Qué es lo que has hecho para lograr ese objetivo? O son solo planes aún
-Yo? Nada que no pueda obtener por mis propios medios... - Le vio, joven y con ideales altos, qué lindo, eso fue lo que pensó, sin embargo, tal vez debía hablar con seriedad sobre eso -Mira, lo entiendo y protegería a los míos siempre que pudiese... pero no veo una razón para seguirte tan directamente, no justo ahora... por eso te hice esa pregunta... por qué razón debería arriesgarme más de lo que lo hago como cazarecompensas... Dinero... me gusta el dinero, pero tengo suficiente como para rechazar una oferta de ese tipo- Se encogió de hombros -Tal vez si me cuentas más y eres tu quien habla, tu convicción pueda convencerme ¿Qué es lo que has hecho para lograr ese objetivo? O son solo planes aún
Esther de Le Santo- Licántropo Clase Alta
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Re: En la búsqueda de lo desconocido {Esther de Le Santo}
"Lo que importa verdaderamente en la vida no son los objetivos que nos marcamos, sino los caminos que seguimos para lograrlo."
Peter Bamm
Peter Bamm
Suspiró apenas escuchada aquella última parte, sabía que la mujer tenía razón pero él jamás había sentido la necesidad de ser un líder, ni tampoco había querido convertirse en uno propiamente tal. No se sentía aún seguro de su confianza, pero optó —por enésima vez— por seguir sus propios instintos, así que le siguió de regreso a los sillones y se sentó frente a ella para volver a mirarle a los ojos y confesar la verdad.
— No sé si lo que quiero realmente es ser es un líder. Siempre he sido poseedor de una capacidad innata con la cual hacerme escuchar y dar instrucciones a la gente, pero jamás me he visto en la necesidad de convencer a nadie de lo que quiero que hagan... no sé si sabría como hacerlo o no... supongo que tendría que estar en la situación — alzó ambos hombros. Debía reconocer que estaba dejando un punto débil, pero estaba siendo honesto; él nunca había pedido llegar a ser un líder.
— ¿Qué es lo que has hecho para lograr ese objetivo? O son solo planes aún — preguntó de ella, haciéndole por fin sentir la seguridad de responder algo de forma acertada, y por eso, continuó negando con la cabeza al tiempo que se recargaba sobre su propio sillón.
— Ya no es solamente una idea, llevo ya un corto tiempo haciendo mover los engranajes, ya tengo gente a mi favor; contribuyentes, luchadores, armeros, espías... de todo un poco — sonrió satisfecho, pero a ello sumó el gesto de alzar una ceja como si en verdad quisiera picarle a ella con un “Sé que es más de lo que te esperabas”.
Se puso de pie y se sirvió una copa de vino, pues el de abajo apenas y lo había probado. Lleno la copa hasta un tercio, como si fuese una especie de catador profesional y dejó la botella sobre la mesita mientras movía la copa de forma circular y observaba las lágrimas dejadas por el vino a contraluz.
— Sé que os decepciona mi falta de ganas en cuanto a querer liderar — continuó retomando el tema anterior y finalmente bebió de su vino para luego dejar la copa vacía junto a la botella y volver a erguirse con la mirada sobre la mujer — Es simplemente que no quiero que esto se convierta en una especie agrupación elitista en donde el líder es quien manda y jamás se arriesga, esto es una alianza, desde todos los puntos de vista, y yo también soy parte de ella.
Quizás era un poco idealista, y lo sabía, pero después de todo ¿no era del idealismo de donde nacían las esperanzas capaces de mantener un proyecto con vida? Siempre había creído que para lograr un objetivo, se debía no sólo tener una meta clara, sino saber como uno quería llegar hasta ellas. Mas ahora, tal vez lo mejor sería mostrarse un poco más practico y hablar de sus avances, demostrándole de aquel modo, que ya había podido conseguir cosas trabajando a su manera.
— Esto ya se está moviendo, el estar dentro o fuera no hace demasiada diferencia en cuanto a beneficios pues nosotros lucharemos de todos modos, es sólo... que con vuestra ayuda nos sería más fácil. Tenéis que confiar que en verdad sabemos lo que estamos haciendo y no actuaremos a tontas y a locas. Si creéis que nadie jamás sería capaz de dar la vida por vos, en este lugar encontraréis a muchos que sí están dispuestos: protegernos entre nosotros es después de todo lo más importante... nadie nos sirve muerto a menos que seamos necrofilos — le sonrió.
— No sé si lo que quiero realmente es ser es un líder. Siempre he sido poseedor de una capacidad innata con la cual hacerme escuchar y dar instrucciones a la gente, pero jamás me he visto en la necesidad de convencer a nadie de lo que quiero que hagan... no sé si sabría como hacerlo o no... supongo que tendría que estar en la situación — alzó ambos hombros. Debía reconocer que estaba dejando un punto débil, pero estaba siendo honesto; él nunca había pedido llegar a ser un líder.
— ¿Qué es lo que has hecho para lograr ese objetivo? O son solo planes aún — preguntó de ella, haciéndole por fin sentir la seguridad de responder algo de forma acertada, y por eso, continuó negando con la cabeza al tiempo que se recargaba sobre su propio sillón.
— Ya no es solamente una idea, llevo ya un corto tiempo haciendo mover los engranajes, ya tengo gente a mi favor; contribuyentes, luchadores, armeros, espías... de todo un poco — sonrió satisfecho, pero a ello sumó el gesto de alzar una ceja como si en verdad quisiera picarle a ella con un “Sé que es más de lo que te esperabas”.
Se puso de pie y se sirvió una copa de vino, pues el de abajo apenas y lo había probado. Lleno la copa hasta un tercio, como si fuese una especie de catador profesional y dejó la botella sobre la mesita mientras movía la copa de forma circular y observaba las lágrimas dejadas por el vino a contraluz.
— Sé que os decepciona mi falta de ganas en cuanto a querer liderar — continuó retomando el tema anterior y finalmente bebió de su vino para luego dejar la copa vacía junto a la botella y volver a erguirse con la mirada sobre la mujer — Es simplemente que no quiero que esto se convierta en una especie agrupación elitista en donde el líder es quien manda y jamás se arriesga, esto es una alianza, desde todos los puntos de vista, y yo también soy parte de ella.
Quizás era un poco idealista, y lo sabía, pero después de todo ¿no era del idealismo de donde nacían las esperanzas capaces de mantener un proyecto con vida? Siempre había creído que para lograr un objetivo, se debía no sólo tener una meta clara, sino saber como uno quería llegar hasta ellas. Mas ahora, tal vez lo mejor sería mostrarse un poco más practico y hablar de sus avances, demostrándole de aquel modo, que ya había podido conseguir cosas trabajando a su manera.
— Esto ya se está moviendo, el estar dentro o fuera no hace demasiada diferencia en cuanto a beneficios pues nosotros lucharemos de todos modos, es sólo... que con vuestra ayuda nos sería más fácil. Tenéis que confiar que en verdad sabemos lo que estamos haciendo y no actuaremos a tontas y a locas. Si creéis que nadie jamás sería capaz de dar la vida por vos, en este lugar encontraréis a muchos que sí están dispuestos: protegernos entre nosotros es después de todo lo más importante... nadie nos sirve muerto a menos que seamos necrofilos — le sonrió.
Última edición por Emerick Boussingaut el Dom Ene 20, 2013 1:22 pm, editado 2 veces
Emerick Boussingaut- Licántropo/Realeza
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Re: En la búsqueda de lo desconocido {Esther de Le Santo}
Se le quedó viendo como quien no entiende la mitad de lo que le están diciendo, no era el caso, pero tampoco es que estuviese interesada en alargar demasiado aquello. Volvió a sentarse en el piso como quien no quiere la cosa y empezó a comer nuevamente. Negó con la cabeza mientras masticaba calmadamente aquello mientras le veía –Mm… No me decepciona, pero creo que siempre son necesarios los líderes, y no todos se quedan fuera del campo de batalla – dijo señalándole.
– Lo que creo es que tendrás que esforzarte más conforme esto avance… tal vez no quieras ser un líder, pero siempre se necesita uno… ¿has estado en algún tipo de movimiento? Tarde o temprano se hará necesario… No es que debas estar sobre los demás ni que tenga que ser una versión elitista como dices… hay líderes que son capaces de luchar hombro a hombro con su gente… - Se encogió de hombros –Yo me arriesgaría si viera a alguien y pudiese intervenir para ayudarle… pero algo como esto es diferente… – Se sirvió vino, entreteniéndose con lo comestible de nuevo.
Clavo sus ojos en él como analizándole. Le daba una sensación extraña estar con él, su carácter impasible estaba como en un estado diferente y no le estaba arrojando cosas como solía hacer con Kaine o con otros cuando le contestaban de cierta forma. Pero ahora que lo notaba, creía saber el porqué. Bien, lo sabría con certeza en un rato más.
–Tampoco me sorprende tanto que ya tengas gente, por la manera en que iniciaste la conversación y el cuidado de que nadie te escuchara… esa casi paranoia viendo que no hubiese nadie cerca – Ella se guiaba mucho por instinto, por lo que sus sentidos le dijeran, si captaba algo, lo más mínimo en el ambiente. Hizo un movimiento circular con la mano –Te ayudaré… - Dijo con convicción, concluyendo de cierto modo el debate sobre esa parte de la plática.
– Lo que creo es que tendrás que esforzarte más conforme esto avance… tal vez no quieras ser un líder, pero siempre se necesita uno… ¿has estado en algún tipo de movimiento? Tarde o temprano se hará necesario… No es que debas estar sobre los demás ni que tenga que ser una versión elitista como dices… hay líderes que son capaces de luchar hombro a hombro con su gente… - Se encogió de hombros –Yo me arriesgaría si viera a alguien y pudiese intervenir para ayudarle… pero algo como esto es diferente… – Se sirvió vino, entreteniéndose con lo comestible de nuevo.
Clavo sus ojos en él como analizándole. Le daba una sensación extraña estar con él, su carácter impasible estaba como en un estado diferente y no le estaba arrojando cosas como solía hacer con Kaine o con otros cuando le contestaban de cierta forma. Pero ahora que lo notaba, creía saber el porqué. Bien, lo sabría con certeza en un rato más.
–Tampoco me sorprende tanto que ya tengas gente, por la manera en que iniciaste la conversación y el cuidado de que nadie te escuchara… esa casi paranoia viendo que no hubiese nadie cerca – Ella se guiaba mucho por instinto, por lo que sus sentidos le dijeran, si captaba algo, lo más mínimo en el ambiente. Hizo un movimiento circular con la mano –Te ayudaré… - Dijo con convicción, concluyendo de cierto modo el debate sobre esa parte de la plática.
Esther de Le Santo- Licántropo Clase Alta
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Re: En la búsqueda de lo desconocido {Esther de Le Santo}
"Dios no manda cosas imposibles, sino que, al mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas y pedir lo que no puedas y te ayuda para que puedas"
San Agustín De Hipona
San Agustín De Hipona
La observó volver a deslizarse hasta sentarse en el piso y una vez más le hizo sonreír a través de un resoplido, la chica era definitivamente tan inquieta como una chiquilla infestada de Oxiuriasis y aquello definitivamente le parecía gracioso, pero a su vez un poco incómodo ya que no se sentía bien cuando él se quedaba sentado más alto que ella, pero ahora estaba de pie y aún cuando era más la diferencia de altura, sus paseos alrededor del lugar le hacían dejar de sentir aquella sensación de altivez que le incomodaba.
— He participado de movimientos intelectuales si acaso sirve de algo — sonrió de costado — jamás de este estilo, tampoco es que tenga demasiada experiencia en el cuerpo, no soy un lobo viejo pero si uno con agallas — se detuvo en su paseo y se paró frente a ella para mirarle de manera directa —Yo voy a llegar hasta el final — quiso asegurarle, intentando trasmitirle de ese modo, un poco de la seguridad que se tenía a sí mismo en aquellos aspectos, se conocía y sabía que no se dejaría de luchar.
Suspiró, y finalmente optó por regresar al piso, junto a ella, a una misma altura en donde ambos pudiesen verse las caras. Sonrió al escucharle hablar de su paranoia y entonces quiso explicarle el porqué, pero fue ella misma quien le cortó la palabra al decirle que le ayudaría. Una reacción normal hubiese sido preguntarle “¿En serio?” y abrazarle después, pero algo dentro de él refrenó sus impulsos como si el mismo pensamiento quisiera advertirle que en ella podría provocar el efecto contrario y hacerla redimir de sus respuestas, así que simplemente sonrió y asintió con la cabeza en un único movimiento.
— Gracias, y... básicamente, por ahora, creo que el mantener vuestra identidad oculta es nuestra mejor arma, por eso la paranoia — le explicó por fin y volvió a sonreír ya con la satisfacción de tener a un aliado más entre sus filas.
Tomó la botella de vino y volvió a descorcharla para rellenar ambas copas y entregarle la suya con el objetivo de hacer un brindis con ella — Salud — dijo chocando los cristales con medida fuerza antes de beber de la suya.
— Entonces... — comenzó haciendo un alto en el tema anterior, para interesarte en otro asunto de vital importancia entre los aliados; el conocimiento de sus pares — Mucho me habéis preguntado de mi, pero es poco lo que habéis hablado de vos —sonrió entrecerrando los ojos con un brillo de maldad en ellos pues como siempre en su carácter y sentido del humor diferente, sabía lo que venía después — Tanta pregunta y exigencias y es tan probable que no me sirváis siquiera para trapear el piso — rió burlesco.
— He participado de movimientos intelectuales si acaso sirve de algo — sonrió de costado — jamás de este estilo, tampoco es que tenga demasiada experiencia en el cuerpo, no soy un lobo viejo pero si uno con agallas — se detuvo en su paseo y se paró frente a ella para mirarle de manera directa —Yo voy a llegar hasta el final — quiso asegurarle, intentando trasmitirle de ese modo, un poco de la seguridad que se tenía a sí mismo en aquellos aspectos, se conocía y sabía que no se dejaría de luchar.
Suspiró, y finalmente optó por regresar al piso, junto a ella, a una misma altura en donde ambos pudiesen verse las caras. Sonrió al escucharle hablar de su paranoia y entonces quiso explicarle el porqué, pero fue ella misma quien le cortó la palabra al decirle que le ayudaría. Una reacción normal hubiese sido preguntarle “¿En serio?” y abrazarle después, pero algo dentro de él refrenó sus impulsos como si el mismo pensamiento quisiera advertirle que en ella podría provocar el efecto contrario y hacerla redimir de sus respuestas, así que simplemente sonrió y asintió con la cabeza en un único movimiento.
— Gracias, y... básicamente, por ahora, creo que el mantener vuestra identidad oculta es nuestra mejor arma, por eso la paranoia — le explicó por fin y volvió a sonreír ya con la satisfacción de tener a un aliado más entre sus filas.
Tomó la botella de vino y volvió a descorcharla para rellenar ambas copas y entregarle la suya con el objetivo de hacer un brindis con ella — Salud — dijo chocando los cristales con medida fuerza antes de beber de la suya.
— Entonces... — comenzó haciendo un alto en el tema anterior, para interesarte en otro asunto de vital importancia entre los aliados; el conocimiento de sus pares — Mucho me habéis preguntado de mi, pero es poco lo que habéis hablado de vos —sonrió entrecerrando los ojos con un brillo de maldad en ellos pues como siempre en su carácter y sentido del humor diferente, sabía lo que venía después — Tanta pregunta y exigencias y es tan probable que no me sirváis siquiera para trapear el piso — rió burlesco.
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Re: En la búsqueda de lo desconocido {Esther de Le Santo}
Se rió ante su comentario y no dejó de comer -Si tuvieses a alguien como yo para limpiar tu piso, creeme que estarías en un lugar diferente... serías afortunado- Si de confianza hablaba, ella, incluso si no había hecho lo que él o si no se inmiscuía en los mismos asuntos, sabía lo que podía y qué tan eficaz ante las circunstancias podría ser -Yo no te he exigido nada, ha sido una conversación guiada - como las que rara vez tenía y tal vez no era ni cierto, pero solo quería ver lo que le decía, más curiosidad que por probar sus respuestas en realidad.
-¿Qué quieres saber de mi? ¿Qué se hacer? Soy adaptable, cariño.. puedo hacer lo que sea y si encuentras a alguien mejor que yo para ello, dejo de apellidarme De Le Santo- Arqueó una ceja ahora que se daba cuenta.
-Empecemos por lo básico, niño... - Incluso si ella era así, el chico le había dado cierta impresión, no lo diría en voz alta, pero si había dicho que le ayudaría era porque le había depertado algo... mientras le escuchaba, no pudo evitar pensar que si... era idealista, pero eso no le molestaba, le parecía de algún modo algo bueno... y un poco ingenuo... sin querer había pensado que le gustaría ayudarle... y extrañamente protegerlo... Despertar eso en ella era algo que solo su hija había logrado, la muchacha era la niña de sus ojos, que un desconocido lo hicera, merecía la pena el intento de ver si podían compartir una causa -Mi nombre es Esther - Ya había dicho su apellido en la frase anterior, así que era innecesario -¿Qué quieres saber de mi? Pregunta y te responderé... a menos que preguntes algo que no quiera decirte - Tomó el vino, vaciando el contenido y espero ver qué deía en respuesta a eso. No había nada que quisiera ocultar, asíq ue no importaba lo que le cuestionara.
-¿Qué quieres saber de mi? ¿Qué se hacer? Soy adaptable, cariño.. puedo hacer lo que sea y si encuentras a alguien mejor que yo para ello, dejo de apellidarme De Le Santo- Arqueó una ceja ahora que se daba cuenta.
-Empecemos por lo básico, niño... - Incluso si ella era así, el chico le había dado cierta impresión, no lo diría en voz alta, pero si había dicho que le ayudaría era porque le había depertado algo... mientras le escuchaba, no pudo evitar pensar que si... era idealista, pero eso no le molestaba, le parecía de algún modo algo bueno... y un poco ingenuo... sin querer había pensado que le gustaría ayudarle... y extrañamente protegerlo... Despertar eso en ella era algo que solo su hija había logrado, la muchacha era la niña de sus ojos, que un desconocido lo hicera, merecía la pena el intento de ver si podían compartir una causa -Mi nombre es Esther - Ya había dicho su apellido en la frase anterior, así que era innecesario -¿Qué quieres saber de mi? Pregunta y te responderé... a menos que preguntes algo que no quiera decirte - Tomó el vino, vaciando el contenido y espero ver qué deía en respuesta a eso. No había nada que quisiera ocultar, asíq ue no importaba lo que le cuestionara.
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Re: En la búsqueda de lo desconocido {Esther de Le Santo}
"No existe belleza sin ayuda, ni perfección que no dé en bárbara sin el realce del artificio."
Baltasar Gracián
Baltasar Gracián
Rió divertido ante su respuesta, debía reconocer que la mujer era astuta y de mente rápida y dispuesta, siempre atenta para responder a cualquier pregunta y voltear las verdades para llevarse la victoria, y eso era algo que podría resultarle útil
— Me considero afortunado. Simplemente que aún no os he dado grandes detalles más que de mis propias ambiciones — respondió con una sonrisa torcida y expresión de saber demasiado.
Poco le duró la expresión de sabiduría, pues su sonrisa pronto se vio teñida con un ligero toque de ironía y decepción de sí mismo, al escucharle decir que aquella había sido una conversación guiada. Ok, era en esos momentos en los que dejaba de agradarle que fuese tan astuta.
— Oh, entonces estoy hablando con la maestra de la manipulación — le miró de forma directa y con fingida sorpresa, pero enseguida dejo la ironía de lado y lo meditó con mayor detenimiento. Realmente la mujer era inteligente, bastante astuta y tenía las agallas suficientes para hacerlo. Torció la boca y volvió a mirarla, esta vez con una expresión diferente pues ya no quedaba orgullo en sus ojos y se denotaba bastante interés — La verdad es que eso me sirve, de hecho me sirve bastante — reconoció abiertamente, lo anteriormente pensado.
Escuchó también su historia, y se decidió a guardar silencio, tanto por respeto que por mismo interés, mas no hizo ninguna otra cosa que estirarse hacia ella para acortar la distancia poder tenderle una mano cuando se presentó por su nombre.
— Mucho gusto, Misses Esther — le dijo esperando a que ella aceptara aquel saludo tan poco habitual en los caballeros de la época, un saludo de hombres — Mi nombre es Emerick Boussingaut, actual Duque de Escocia, fundador de la N-Corporation, viudo, curioso trotamundos... y tal vez demasiado joven para todo lo que me ha tocado vivir — señaló con una expresión de espanto antes de volver a sonreír.
— Bueno... — meditó por un momento, dejando que su mirada se perdiera en el techo de la habitación, como si en él encontrase las preguntas deseadas — ¿Alguna vez habéis tenido que huir de algún cazador o os habéis enfrentado a uno? ¿Tenéis algo de información que nos pueda interesar o... conocimientos de curación? ¿Os molesta trabajad con más gente? ¿Dónde os ubicáis generalmente?... Eso por ahora — volvió a sonreír, aunque esta vez ya sin una pizca de ironía.
— Me considero afortunado. Simplemente que aún no os he dado grandes detalles más que de mis propias ambiciones — respondió con una sonrisa torcida y expresión de saber demasiado.
Poco le duró la expresión de sabiduría, pues su sonrisa pronto se vio teñida con un ligero toque de ironía y decepción de sí mismo, al escucharle decir que aquella había sido una conversación guiada. Ok, era en esos momentos en los que dejaba de agradarle que fuese tan astuta.
— Oh, entonces estoy hablando con la maestra de la manipulación — le miró de forma directa y con fingida sorpresa, pero enseguida dejo la ironía de lado y lo meditó con mayor detenimiento. Realmente la mujer era inteligente, bastante astuta y tenía las agallas suficientes para hacerlo. Torció la boca y volvió a mirarla, esta vez con una expresión diferente pues ya no quedaba orgullo en sus ojos y se denotaba bastante interés — La verdad es que eso me sirve, de hecho me sirve bastante — reconoció abiertamente, lo anteriormente pensado.
Escuchó también su historia, y se decidió a guardar silencio, tanto por respeto que por mismo interés, mas no hizo ninguna otra cosa que estirarse hacia ella para acortar la distancia poder tenderle una mano cuando se presentó por su nombre.
— Mucho gusto, Misses Esther — le dijo esperando a que ella aceptara aquel saludo tan poco habitual en los caballeros de la época, un saludo de hombres — Mi nombre es Emerick Boussingaut, actual Duque de Escocia, fundador de la N-Corporation, viudo, curioso trotamundos... y tal vez demasiado joven para todo lo que me ha tocado vivir — señaló con una expresión de espanto antes de volver a sonreír.
— Bueno... — meditó por un momento, dejando que su mirada se perdiera en el techo de la habitación, como si en él encontrase las preguntas deseadas — ¿Alguna vez habéis tenido que huir de algún cazador o os habéis enfrentado a uno? ¿Tenéis algo de información que nos pueda interesar o... conocimientos de curación? ¿Os molesta trabajad con más gente? ¿Dónde os ubicáis generalmente?... Eso por ahora — volvió a sonreír, aunque esta vez ya sin una pizca de ironía.
Última edición por Emerick Boussingaut el Dom Ene 20, 2013 1:22 pm, editado 2 veces
Emerick Boussingaut- Licántropo/Realeza
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Re: En la búsqueda de lo desconocido {Esther de Le Santo}
No tuvo que analizarlo, rara vez lo hacía y su instinto siempre le había guiado de manera correcta cuando lo necesitaba. La ironía en la voz del chico podría haber hecho, que en otras circunstancias hiciese algo descabellado, eso o si fuera otra persona. El hecho era que Esther de Le Santo acababa de decirle que le ayudaría, sonrió con suficiencia al escucharle, por supuesto que alguien con juicio tendría que pensarlo, cuando tienes una causa hay que reaccionar ante ciertas cosas. Haberle dicho que no le servía, habría sido una falta de consciencia a sus objetivos.
Esther sabía por buena forma lo que poseía de cualidades, la belleza era el menor de ellos, pero igualmente útil en ocasiones. Una sonrisa un tanto mordaz apareció en su rostro cuando se presentó –Oh… pero si ya decía yo que tenías cara de niño rico- Tomó más de aquel vino –Mm… viudo? Eres joven y aún así ya has perdido a una esposa–Ella no era viuda pero lo hubiese sido si Kaine le hubiese dejado ponerle las manos encima. No lo quería muerto la mayor parte del tiempo… hasta que lo veía… de acuerdo, admitiría que no quería matarlo pero era imposible para ellos el no discutir. Ambos terminaban aventando las cosas al otro sin importar que fuera, así que sillas, mesas y otras cosas siempre terminaban por los cielos.
Las preguntas, solo intento recordarlas todas antes de responder, a veces solía tener la mala costumbre de no contestar cuando le decían varias al mismo tiempo, saltándoselas sin darse cuenta –De cazadores, de otros caza recompensas… -Dijo como restándole importancia, era como que algo común que estuviesen tras sus pies, fuese la Inquisición u otras personas, pero había dejado de preocuparle, solo debía defenderse y salir viva –Lo de la información, no, pero bien podría conseguirla si me dices que te interesa… - Hasta donde sabía, no creía poseer información que fuese útil de momento, aunque luego uno no se daba cuenta –No me molesta trabajar con otras personas siempre y cuando me dejen hacer las cosas cómo se hacerlas –Como mercenario normalmente trabajabas solo y aprendías a desconfiar de todos, pero podía trabajar en equipo si era necesario –Prefiero hacerlo sola, pero hay cosas que a veces es mejor hacerlas en compañía y algunas que solo pueden realizarse de esa forma- Se encogió de hombros, como había dicho, adaptarse era algo que podía hacer bien.
–Soy de Italia y como vine a algo aquí, me estoy quedando de momento en este hotel… planeaba conseguir un lugar si veo que me quedaré más tiempo – Tan simple como decir ‘Ya no vuelvo’ o ‘Mañana me voy’. Ella podía salir con cualquier cosa siempre que su hija no tuviese problema con ello. De momento no había razón para regresar. Sus asuntos aún la mantenían ahí y tampoco era un mal lugar ni en el único que había estado aparte de su país natal -Sobre medicina? Lo suficiente para no morir si me meto en problemas y no puedo ir con un médico real... Mi familia me enseñó sobre plantas y esas cosas...- Si, aunque rara vez había tenido que usar ese conocimiento de botánica, pero de que le habían explicado qué hacer en casos bien extremos, su padre se había encargado de eso. Esther no hizo comentarios acerca de su estatus en la nobleza, no estaba muy bien con esas cosas, todos los nobles que había conocido no le habían dejado una buena impresión, pero si iba a conocer al muchacho, no iba a etiquetarlo de arrogante, aunque se veía que también lo tenía un tanto, pero prefirió, esta vez y de momento no decir nada hasta haberlo visto un poco más -Algo más?- Preguntó según ella habiendo respondido aquello.
Esther sabía por buena forma lo que poseía de cualidades, la belleza era el menor de ellos, pero igualmente útil en ocasiones. Una sonrisa un tanto mordaz apareció en su rostro cuando se presentó –Oh… pero si ya decía yo que tenías cara de niño rico- Tomó más de aquel vino –Mm… viudo? Eres joven y aún así ya has perdido a una esposa–Ella no era viuda pero lo hubiese sido si Kaine le hubiese dejado ponerle las manos encima. No lo quería muerto la mayor parte del tiempo… hasta que lo veía… de acuerdo, admitiría que no quería matarlo pero era imposible para ellos el no discutir. Ambos terminaban aventando las cosas al otro sin importar que fuera, así que sillas, mesas y otras cosas siempre terminaban por los cielos.
Las preguntas, solo intento recordarlas todas antes de responder, a veces solía tener la mala costumbre de no contestar cuando le decían varias al mismo tiempo, saltándoselas sin darse cuenta –De cazadores, de otros caza recompensas… -Dijo como restándole importancia, era como que algo común que estuviesen tras sus pies, fuese la Inquisición u otras personas, pero había dejado de preocuparle, solo debía defenderse y salir viva –Lo de la información, no, pero bien podría conseguirla si me dices que te interesa… - Hasta donde sabía, no creía poseer información que fuese útil de momento, aunque luego uno no se daba cuenta –No me molesta trabajar con otras personas siempre y cuando me dejen hacer las cosas cómo se hacerlas –Como mercenario normalmente trabajabas solo y aprendías a desconfiar de todos, pero podía trabajar en equipo si era necesario –Prefiero hacerlo sola, pero hay cosas que a veces es mejor hacerlas en compañía y algunas que solo pueden realizarse de esa forma- Se encogió de hombros, como había dicho, adaptarse era algo que podía hacer bien.
–Soy de Italia y como vine a algo aquí, me estoy quedando de momento en este hotel… planeaba conseguir un lugar si veo que me quedaré más tiempo – Tan simple como decir ‘Ya no vuelvo’ o ‘Mañana me voy’. Ella podía salir con cualquier cosa siempre que su hija no tuviese problema con ello. De momento no había razón para regresar. Sus asuntos aún la mantenían ahí y tampoco era un mal lugar ni en el único que había estado aparte de su país natal -Sobre medicina? Lo suficiente para no morir si me meto en problemas y no puedo ir con un médico real... Mi familia me enseñó sobre plantas y esas cosas...- Si, aunque rara vez había tenido que usar ese conocimiento de botánica, pero de que le habían explicado qué hacer en casos bien extremos, su padre se había encargado de eso. Esther no hizo comentarios acerca de su estatus en la nobleza, no estaba muy bien con esas cosas, todos los nobles que había conocido no le habían dejado una buena impresión, pero si iba a conocer al muchacho, no iba a etiquetarlo de arrogante, aunque se veía que también lo tenía un tanto, pero prefirió, esta vez y de momento no decir nada hasta haberlo visto un poco más -Algo más?- Preguntó según ella habiendo respondido aquello.
Esther de Le Santo- Licántropo Clase Alta
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Re: En la búsqueda de lo desconocido {Esther de Le Santo}
"La fuerza de las mujeres depende de que la psicología no puede explicarla. Los hombres pueden ser analizados."
Norbert Wiener
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Sonrió al escuchar su apelativo de niño rico, la verdad es que le encantaría negar, pero hacerlo sería cínico. Había nacido en cuna de oro y la pobreza sólo la veía desde su carruaje, cuando debía recorrer los suburbios. Negarlo sería negar sus raíces y también su esencia, aunque sí podía decir que no se consideraba de aquellos ricos prepotentes, esos que ante todo, siempre mangoneaban al resto con tal de conseguir lo que ellos querían. Emerick al menos, era de los que prefería luchar con sus propias manos y ganarse lo suyo a costa de esfuerzos.
Escuchó también la apreciación respecto a su edad y la viudez que llevaba a cuestas. Simplemente bajó la mirada y esperó a que ella respondiese a lo que había preguntado, no quería hablar de ello, o al menos no por ahora. Su mujer, su amiga, su familia; aun era un tema complicado y sagrado para su propia persona.
Puso atención a todo lo que Esther le decía, mas no le miró hasta que hubo iniciado su segunda frase, y entonces no le despegó los ojos de encima. Tenía la mirada algo más opaca que la de hace un momento, pero continuaba siendo igual de atenta e inquisitiva. Quería saberlo todo, todo lo que pudiese servirle y también lo que no, todo era necesario y útil en una revolución, desde las neuronas, la capacidad de unidad, el don de la palabra y hasta los mismos nudillos.
— Entonces... he de suponer que se os da muy bien la lucha cuerpo a cuerpo — le miró de pies a cabeza, sin ningún disimulo — Tenéis un cuerpo firme y aparentemente elástico, experiencia con cazadores y otros como los vuestros. No escatimáis esfuerzos en conseguid lo que se os pide y hacéis alarde de una buena adaptabilidad en caso de ser necesario. Además de ello, sabéis de medicina y sanación — resumió, mirándole con los ojos entrecerrados — ¿No creéis que sois demasiado perfecta para ser verdad? — le preguntó antes de reír brevemente.
Medio bromeaba, medio hablaba con seriedad, era sorprendente cuan hábil podía llegar a ser una mujer en esos tiempos en los que en teoría sólo les criaban para ser las fieles siervas de sus maridos; tenerlos contentos y engendrar muchos hijos, para que cuando viniese la peste, no les dejase sin ellos. Es más, era muy extraño encontrar a una mujer que supiese leer, pero algo le decía que de seguro la que tenía en frente también lo sabía hacer.
— Creo que con vuestras habilidades podría hacer un ejercito unipersonal — sonrió de costado — pero, por lo mismo, y pensándolo de la manera más vil y fría del mundo, sois una pieza demasiado valiosa para exponeros de manera libre. Me gustaría teneros en la Corporación, en la búsqueda de información y que sólo salierais a la batalla en caso de ser necesario — le explicó volviendo a coger su copa de la mesa.
— Como os habréis dado cuenta por mi titulo nobiliario, yo también soy extranjero, mas he tenido que establecerme en este lugar a causa de la revolución. Después de todo, Francia es la cuna de la civilización europea y hogar de la mayoría de los sobrenaturales — bebió un sorbo de su copa, antes de obligarse a proseguir — Podéis quedaros en la misma Corporación si así lo deseáis, vos y vuestra familia, si acaso vivís con ella, ya que aún no os he preguntado por vuestra familia — volvió a mirarle, haciendo una breve pausa para decidir si o no hablar de la suya — Yo vivo solo, y tanto por desgracia como por fortuna, puedo deciros que me abundan las habitaciones.
Escuchó también la apreciación respecto a su edad y la viudez que llevaba a cuestas. Simplemente bajó la mirada y esperó a que ella respondiese a lo que había preguntado, no quería hablar de ello, o al menos no por ahora. Su mujer, su amiga, su familia; aun era un tema complicado y sagrado para su propia persona.
Puso atención a todo lo que Esther le decía, mas no le miró hasta que hubo iniciado su segunda frase, y entonces no le despegó los ojos de encima. Tenía la mirada algo más opaca que la de hace un momento, pero continuaba siendo igual de atenta e inquisitiva. Quería saberlo todo, todo lo que pudiese servirle y también lo que no, todo era necesario y útil en una revolución, desde las neuronas, la capacidad de unidad, el don de la palabra y hasta los mismos nudillos.
— Entonces... he de suponer que se os da muy bien la lucha cuerpo a cuerpo — le miró de pies a cabeza, sin ningún disimulo — Tenéis un cuerpo firme y aparentemente elástico, experiencia con cazadores y otros como los vuestros. No escatimáis esfuerzos en conseguid lo que se os pide y hacéis alarde de una buena adaptabilidad en caso de ser necesario. Además de ello, sabéis de medicina y sanación — resumió, mirándole con los ojos entrecerrados — ¿No creéis que sois demasiado perfecta para ser verdad? — le preguntó antes de reír brevemente.
Medio bromeaba, medio hablaba con seriedad, era sorprendente cuan hábil podía llegar a ser una mujer en esos tiempos en los que en teoría sólo les criaban para ser las fieles siervas de sus maridos; tenerlos contentos y engendrar muchos hijos, para que cuando viniese la peste, no les dejase sin ellos. Es más, era muy extraño encontrar a una mujer que supiese leer, pero algo le decía que de seguro la que tenía en frente también lo sabía hacer.
— Creo que con vuestras habilidades podría hacer un ejercito unipersonal — sonrió de costado — pero, por lo mismo, y pensándolo de la manera más vil y fría del mundo, sois una pieza demasiado valiosa para exponeros de manera libre. Me gustaría teneros en la Corporación, en la búsqueda de información y que sólo salierais a la batalla en caso de ser necesario — le explicó volviendo a coger su copa de la mesa.
— Como os habréis dado cuenta por mi titulo nobiliario, yo también soy extranjero, mas he tenido que establecerme en este lugar a causa de la revolución. Después de todo, Francia es la cuna de la civilización europea y hogar de la mayoría de los sobrenaturales — bebió un sorbo de su copa, antes de obligarse a proseguir — Podéis quedaros en la misma Corporación si así lo deseáis, vos y vuestra familia, si acaso vivís con ella, ya que aún no os he preguntado por vuestra familia — volvió a mirarle, haciendo una breve pausa para decidir si o no hablar de la suya — Yo vivo solo, y tanto por desgracia como por fortuna, puedo deciros que me abundan las habitaciones.
Última edición por Emerick Boussingaut el Dom Ene 20, 2013 1:22 pm, editado 2 veces
Emerick Boussingaut- Licántropo/Realeza
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Re: En la búsqueda de lo desconocido {Esther de Le Santo}
Esther tuvo que sonreír –Insinúas eso porque soy una mujer, cierto? Eres observador, pero no lo sé si tanto… No fui criada para ser una buena esposa y ama de casa… Mi padre quería un varón y no lo tuvo –Ladeó la cabeza viéndole de manera quisquillosa. La mirada que el le dirigió la pasó sin pena ni gloria, ella misma solía hacer eso con otras personas y no era la primera vez que alguien le miraba de esa forma–Así que no solo me enseñó lo que le habría enseñado a uno, sino que me trató como tal- Lógicamente eso había tenido sus pros y sus contras. Su padre le trataba así y su madre intentaba corregir esos malos hábitos que aprendía con él, al menos para aparentar lo suficiente. Enseñándole cómo vestir y ser una dama, aunque nunca fue tan buena con eso hasta que le fue necesario y tras cometer algunos errores que le hicieron ver qué tan útil podría llegarle a ser. Ser una chica podía hacer a los hombres bajar la guardia, y había que ver cuánto le había servido eso para conseguir lo que quería. Siempre iban a menospreciar una parte de ella por esa razón, pero esa bien podía volverse una ventaja.
Y gracias a su padre no era ninguna tonta para dejarse engatusar por las que eran sus propias víctimas. Eso sí, era imposible que se mantuviese demasiado tiempo en su papel de damisela, tenía problemas con soportar ese comportamiento, siempre había sido así, yendo a las tabernas y mayoritariamente comportándose al nivel de sus compañeros, que cabía decir sin ser tan necesario, en su mayoría eran varones –Es … - Hizo un gesto como meditándolo -… como una tradición… En mi familia todos han tenido este mismo ‘trabajo’ – Dijo con un tono ligeramente diferente –Soy hija única- hizo un movimiento con los brazos como indicando que no habían tenido más opciones que ella así que su educación no había sido muy común que digamos. Su madre no había podido tener más hijos –Sobre medicina, lógicamente mi padre no quería verme morir por algo tan simple como eso… Pelear cuerpo a cuerpo, eso no lo hacía antes – Era su estado de licántropo lo que ahora le permitía hacerlo, antes era más factible usar trucos o valerse más de su agilidad, más que fuerza real en una contienda. Pero ahora poseía resistencia y una potencia sobrehumana que podía darle una oportunidad si su oponente le obligaba a tal cosa.
Hizo un sonido parecido a un bufido. ¿Perfecta? Muy lejos de eso, solo que él no podía ver cuánto. Familia, he aquí lo que era importante –Vaya ofrecimiento… sin embargo he de negarme – Sonrió. Era demasiado cuando apenas le conocía –No lo tomes a mal… ese lugar será el primero que busquen, si bien tarden en encontrarle, no pienso dejar mi hija en el medio de una diana de tiro… - Si estuviese sola, iría con el y no tendría problema, pero Ezra era asunto muy aparte y lo único que le hacía pensar concienzudamente sobre las decisiones que tomaba, incluso si la chica era suficiente mayor para tomar riesgos. Pero la muchacha no era como ella y aunque había tenido que volverla un licano también, no estaba dispuesta a arriesgarla jamás. Eso y si llegara a pasar algo, incluso Kaine a pesar de su ausencia pondría el grito en el cielo. Probablemente su familia y ese especie de legado terminaría con ella, la forma de ser de Ezra le había hecho decidirlo también.
-Tal vez he de aceptar ese ofrecimiento tan solo de manera temporal, si llegara a necesitar un lugar en algún futuro cercano o lejano – siempre había la posibilidad –Un informante ¿eh? – Susurró ahora que le había dicho aquello. Nadie era imprescindible, de eso estaba segura. Un espía, como quien diría, la parte más complicada del asunto, pero de algún modo le convenía. Era igual de riesgoso que estar en un campo de batalla, eso solía decir su familia, porque tenías que relacionarte con toda clase de personas dependiendo de la información que buscases.
Decidió desviar sus pensamientos en ese momento por eso último que había dicho –Vine a París buscando a mi esposo- Porque a pesar del tiempo en que no se habían visto las caras, aún lo era. Incluso si quería tirarle una botella encima -como un momento antes había querido hacerlo con Emerick- cada vez que le veía, no podía negar que ese licántropo desastroso y escandaloso –sin tomar en cuenta cuánto podía serlo ella misma- era la segunda persona por la que estaría dispuesta a arriesgarse –Para un movimiento como este… es mejor estar solo… -dijo con un volumen bajo y lo decía más para ella que para él. Se acercó a servirse más vino. Por alguna razón le apetecía fumar justo ahora, no era un hábito que tuviese, solo lo había hecho un par de veces, pero algo en esa conversación le había hecho apetecible el hacerlo. Se conformaría con las frituras, era mejor de esa manera.
Entonces levantó la mirada viéndole con cierta intensidad que no había mostrado hasta ahora. una mirada más fría que antes -Eso sí... apenas vea un indicio de que esto está tomando un rumbo que no me parezca, simplemente no esperes que me quede sentada observando - Para empezar era imposible. Ella había hablado sobre liderazgo por una razón. No importaba que tan bueno su equipo fuese. Siempre había un centro, una persona que era la que lograba que se mantuviera una unión y si Emerick iba a serlo, incluso si había dicho esa palabrería de que no era un líder, el saber que pertenecía a la nobleza también le daba señas de aquella materia, no iba a confiar tan fácilmente en él como persona, pero la causa le parecía suficiente para intentarlo. Esther, siendo lo que fuese, no era una persona fácil de contener. Incluso como un aliado, era demasiado explosiva enocasiones, perdiendo los estribos y lanzando cosas por los aires cuando se molestaba.
Y gracias a su padre no era ninguna tonta para dejarse engatusar por las que eran sus propias víctimas. Eso sí, era imposible que se mantuviese demasiado tiempo en su papel de damisela, tenía problemas con soportar ese comportamiento, siempre había sido así, yendo a las tabernas y mayoritariamente comportándose al nivel de sus compañeros, que cabía decir sin ser tan necesario, en su mayoría eran varones –Es … - Hizo un gesto como meditándolo -… como una tradición… En mi familia todos han tenido este mismo ‘trabajo’ – Dijo con un tono ligeramente diferente –Soy hija única- hizo un movimiento con los brazos como indicando que no habían tenido más opciones que ella así que su educación no había sido muy común que digamos. Su madre no había podido tener más hijos –Sobre medicina, lógicamente mi padre no quería verme morir por algo tan simple como eso… Pelear cuerpo a cuerpo, eso no lo hacía antes – Era su estado de licántropo lo que ahora le permitía hacerlo, antes era más factible usar trucos o valerse más de su agilidad, más que fuerza real en una contienda. Pero ahora poseía resistencia y una potencia sobrehumana que podía darle una oportunidad si su oponente le obligaba a tal cosa.
Hizo un sonido parecido a un bufido. ¿Perfecta? Muy lejos de eso, solo que él no podía ver cuánto. Familia, he aquí lo que era importante –Vaya ofrecimiento… sin embargo he de negarme – Sonrió. Era demasiado cuando apenas le conocía –No lo tomes a mal… ese lugar será el primero que busquen, si bien tarden en encontrarle, no pienso dejar mi hija en el medio de una diana de tiro… - Si estuviese sola, iría con el y no tendría problema, pero Ezra era asunto muy aparte y lo único que le hacía pensar concienzudamente sobre las decisiones que tomaba, incluso si la chica era suficiente mayor para tomar riesgos. Pero la muchacha no era como ella y aunque había tenido que volverla un licano también, no estaba dispuesta a arriesgarla jamás. Eso y si llegara a pasar algo, incluso Kaine a pesar de su ausencia pondría el grito en el cielo. Probablemente su familia y ese especie de legado terminaría con ella, la forma de ser de Ezra le había hecho decidirlo también.
-Tal vez he de aceptar ese ofrecimiento tan solo de manera temporal, si llegara a necesitar un lugar en algún futuro cercano o lejano – siempre había la posibilidad –Un informante ¿eh? – Susurró ahora que le había dicho aquello. Nadie era imprescindible, de eso estaba segura. Un espía, como quien diría, la parte más complicada del asunto, pero de algún modo le convenía. Era igual de riesgoso que estar en un campo de batalla, eso solía decir su familia, porque tenías que relacionarte con toda clase de personas dependiendo de la información que buscases.
Decidió desviar sus pensamientos en ese momento por eso último que había dicho –Vine a París buscando a mi esposo- Porque a pesar del tiempo en que no se habían visto las caras, aún lo era. Incluso si quería tirarle una botella encima -como un momento antes había querido hacerlo con Emerick- cada vez que le veía, no podía negar que ese licántropo desastroso y escandaloso –sin tomar en cuenta cuánto podía serlo ella misma- era la segunda persona por la que estaría dispuesta a arriesgarse –Para un movimiento como este… es mejor estar solo… -dijo con un volumen bajo y lo decía más para ella que para él. Se acercó a servirse más vino. Por alguna razón le apetecía fumar justo ahora, no era un hábito que tuviese, solo lo había hecho un par de veces, pero algo en esa conversación le había hecho apetecible el hacerlo. Se conformaría con las frituras, era mejor de esa manera.
Entonces levantó la mirada viéndole con cierta intensidad que no había mostrado hasta ahora. una mirada más fría que antes -Eso sí... apenas vea un indicio de que esto está tomando un rumbo que no me parezca, simplemente no esperes que me quede sentada observando - Para empezar era imposible. Ella había hablado sobre liderazgo por una razón. No importaba que tan bueno su equipo fuese. Siempre había un centro, una persona que era la que lograba que se mantuviera una unión y si Emerick iba a serlo, incluso si había dicho esa palabrería de que no era un líder, el saber que pertenecía a la nobleza también le daba señas de aquella materia, no iba a confiar tan fácilmente en él como persona, pero la causa le parecía suficiente para intentarlo. Esther, siendo lo que fuese, no era una persona fácil de contener. Incluso como un aliado, era demasiado explosiva enocasiones, perdiendo los estribos y lanzando cosas por los aires cuando se molestaba.
Esther de Le Santo- Licántropo Clase Alta
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Re: En la búsqueda de lo desconocido {Esther de Le Santo}
"Entendemos más por intuición que por discurso: la intuición clara y viva es el carácter del genio."
Jaime Balmes
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Alzó una ceja ante aquella primera pregunta ¿Insinuaba eso porque era una mujer? Pues sí ¿Qué más le podría decir? ¿Era pecado acaso el dejarse llevar por la cultura machista de aquella época cuando las mismas mujeres eran quienes constantemente les recordaban ser las damiselas en apuros que eran durante las veinticuatro horas del día? Suspiró... no había más que decir, pero luego lo entendió; Esther había sido criada como un hombre, con la esperanza ilusa de que alguna vez se convirtiera en él y dejase orgulloso a su padre que muy difícilmente aceptó que su “hijo” vistiera con vestidos en lugar de pantalones porque, si la mujer vestía así y más aún tenía una hija, era sin lugar a dudas porque el viejo de su padre había perdido la batalla.
Por otro lado, tampoco podía negar que la loba era una verdadera caja de sorpresas ¿Quién iba a decir que los caza recompensas tuviesen sus propias tradiciones familiares? Siempre había pensado que era una profesión mal mirada a la que sólo uno por familia se dedicaba y generalmente acababa siendo la oveja negra, pero una vez más parecía equivocarse y aquella mujer era quien se lo demostraba.
— Entonces sólo tienes conocimientos básicos y no es que lo hayas estudiado — señaló cuando ella tocó el tema de la medicina como algo que su padre le había enseñado para no verle morir por cosas simples, lo que quería decir básicamente una forma de aplicarse a si misma los primeros auxilios — De todos modos me resulta interesante y necesario para las emergencias en batalla, las que espero jamás lleguemos a tener, pero bien dicen los sabios que: “Nunca se sabe” — sonrió con actitud relajada.
Y el tema pronto giró a lo del alojamiento que le hizo volver a alzar una ceja cuando ella rechazó de su ofrecimiento de quedarse en la misma casa, mas comprendió sus motivos al escucharlos, aunque dudaba mucho de que realmente alguien llegase a dar con la Corporación como la verdadera base de operaciones, cosa que le hizo pensar en que bien le haría de vez en cuando dar un par de pistas falsas que llevasen a los Inquisidores a una emboscada, algo que no estaría nada de mal y también le resultaría divertido si acaso éstos llegaban a declararles la guerra.
— Y de manera temporal es que os lo he ofrecido, tampoco creo que una mujer como vos os jactáis de ser vaya a vivir lo suficientemente cómoda en un lugar que no es de vuestra propiedad o cuyos lujos no salen de vuestro propio bolsillo. No os imagino así, esa es la verdad. Si en verdad habéis sido criada como un hombre, hay cosas, como la independencia, que debéis bien valorar... o al menos eso es lo que pienso — le aclaró — De todos modos, como bien lo pensaba mientras lo aclarabais, dudo mucho que con la cubierta que tengo planeada, alguien llegase a relacionar a la Corporación con este asunto de la Alianza, pero bien, como os he dicho, no lo tomo a mal, sino que lo comprendo mejor de lo que vos creéis.
Le observó del mismo modo en que ella lo hacía, quizás ambos deseaban leerse el pensamiento y ver cuan confiable podía llegar a ser el otro, pero lo que se requería ahora era precisamente la confianza y ambos parecían ser de esas personas que preferían decirse todo a la cara así que poco a poco se irían limando aquellos problemas de fiabilidad.
— Jamás os exigiré que os quedéis a la fuerza, somos una Alianza, no una dictadura, si os queréis saliros podréis hacerlo sin riesgo a persecuciones, sólo os pediré que mantengáis el secreto de las cosas que os enteréis y no por lealtad a mi mismo, sino por lealtad a vuestra propia raza, lo mismo que vos y vuestra familia imagino que son, pues sé muy bien lo difícil que es mantener la unidad y seguridad en una familia donde hay un único sobrenatural. Corregidme si me equivoco, pero podría apostar que vuestro esposo es lo mismo que vos.
Por otro lado, tampoco podía negar que la loba era una verdadera caja de sorpresas ¿Quién iba a decir que los caza recompensas tuviesen sus propias tradiciones familiares? Siempre había pensado que era una profesión mal mirada a la que sólo uno por familia se dedicaba y generalmente acababa siendo la oveja negra, pero una vez más parecía equivocarse y aquella mujer era quien se lo demostraba.
— Entonces sólo tienes conocimientos básicos y no es que lo hayas estudiado — señaló cuando ella tocó el tema de la medicina como algo que su padre le había enseñado para no verle morir por cosas simples, lo que quería decir básicamente una forma de aplicarse a si misma los primeros auxilios — De todos modos me resulta interesante y necesario para las emergencias en batalla, las que espero jamás lleguemos a tener, pero bien dicen los sabios que: “Nunca se sabe” — sonrió con actitud relajada.
Y el tema pronto giró a lo del alojamiento que le hizo volver a alzar una ceja cuando ella rechazó de su ofrecimiento de quedarse en la misma casa, mas comprendió sus motivos al escucharlos, aunque dudaba mucho de que realmente alguien llegase a dar con la Corporación como la verdadera base de operaciones, cosa que le hizo pensar en que bien le haría de vez en cuando dar un par de pistas falsas que llevasen a los Inquisidores a una emboscada, algo que no estaría nada de mal y también le resultaría divertido si acaso éstos llegaban a declararles la guerra.
— Y de manera temporal es que os lo he ofrecido, tampoco creo que una mujer como vos os jactáis de ser vaya a vivir lo suficientemente cómoda en un lugar que no es de vuestra propiedad o cuyos lujos no salen de vuestro propio bolsillo. No os imagino así, esa es la verdad. Si en verdad habéis sido criada como un hombre, hay cosas, como la independencia, que debéis bien valorar... o al menos eso es lo que pienso — le aclaró — De todos modos, como bien lo pensaba mientras lo aclarabais, dudo mucho que con la cubierta que tengo planeada, alguien llegase a relacionar a la Corporación con este asunto de la Alianza, pero bien, como os he dicho, no lo tomo a mal, sino que lo comprendo mejor de lo que vos creéis.
Le observó del mismo modo en que ella lo hacía, quizás ambos deseaban leerse el pensamiento y ver cuan confiable podía llegar a ser el otro, pero lo que se requería ahora era precisamente la confianza y ambos parecían ser de esas personas que preferían decirse todo a la cara así que poco a poco se irían limando aquellos problemas de fiabilidad.
— Jamás os exigiré que os quedéis a la fuerza, somos una Alianza, no una dictadura, si os queréis saliros podréis hacerlo sin riesgo a persecuciones, sólo os pediré que mantengáis el secreto de las cosas que os enteréis y no por lealtad a mi mismo, sino por lealtad a vuestra propia raza, lo mismo que vos y vuestra familia imagino que son, pues sé muy bien lo difícil que es mantener la unidad y seguridad en una familia donde hay un único sobrenatural. Corregidme si me equivoco, pero podría apostar que vuestro esposo es lo mismo que vos.
Última edición por Emerick Boussingaut el Dom Ene 20, 2013 1:20 pm, editado 1 vez
Emerick Boussingaut- Licántropo/Realeza
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Re: En la búsqueda de lo desconocido {Esther de Le Santo}
Había algo en la forma en la que se dirigía a ella que no le agradaba. Quién sabe, probablemente era algo que no podría hacer salir tan fácilmente. Estaba empezando a sentir una provocación extraña en presencia de ese ser. Como si detrás de lo que veía hubiese algo muy diferente a la idea que había tenido hace un momento.
Sonrió con demasiada confianza. Había visto como arqueaba una ceja a sus palabras -Mi padre quería alguien a quien pasar sus conocimientos, nunca perdió de vista que yo era una mujer, él no era ningún intrépido visionario y mi madre me crió tal cual lo dictan las normas de la sociedad - Salvo, tal vez, haberla prometido en matrimonio. Eso, para ellos había tenido mayor efecto del que hubiesen esperado -Mi padre sabía que con un bonito vestido y un poco de sensualidad, podía enviarme y obtener más de lo que sus hombres de confianza podrían - Los encantos de ser una chica en ese sentido le daban una habilidad diferente. Y en quién más podía confiar más que en su hija, incluso si tenían una agrupación y gente que les proporcionara ciertas cosas necesaria -El me enseñó lo propio, no medicina como la que usan los médicos en las ciudades, algo más básico pero tan efectivo como eso e incluso algo que probablemente se consideraría prohibido en unas manos como las mías - Sonrió con cierto cinismo. La inquisición sin duda perseguiría a alguien como ella con más de un motivo a la cabeza. No solo ser licano, sino que poseer otro tipo de conocimientos podían marcarla como blanco.
Lástima, su padre solo había visto a su nieta una vez, casi cuando esta naciera, se enfadó con ella por la manera en que hizo las cosas, pero taol como el hombre frente a él decía, ser independiente era algo que apreciaba con todas sus letras. Además, fuese casi un accidente, se había casado y no había sido algo de lo que tuvieran que avergonzarse. Para quien no estaba en los bajos mundos y nunca le había conocido moviéndose debajo de esa superficie, era lo mismo que cualquier muchacha, una simple señorita que probablemente solo parecía tener mal carácter.
Negó con la cabeza -No es solo el peligro de un descubrimiento, nadie que fije su vista en un objetivo tan alto como lo es la Iglesia podría ser tan descuidado o no planear con cautela. Sin embargo, entre más lejos mantenga a mi familia de esto... - Hizo un gesto con los labios y la ceja como diciéndole que no tenía ni pensado hacer que sus asuntos personales cruzaran con eso. Su familia era algo que protegería más de cerca -Puede que no sea descubierta, que se pinten fachadas, que se pierda en un anonimato, pero no está en mis reglas poner lo que más aprecio en el filo mismo de la navaja. Eso y sinceramente no creo que yo quiera tomar una invitación como esa. Hay algo en ti que no me agrada, es como si al verte, pensara que mintieras. Pero tal vez sean smples ideas mías en cuanto a la nobleza. Y mientras eso esté en mi mente no puedo confiarte mi seguridad ni la de los míos ni un solo momento- Por cierto, el hombre decía todo eso y con esa expresión en su rostro. Ella aún diciendo eso podría arriesgarse lo suficiente, tal y como lo hacía cuando cazaba una presa. Le gustaban los riesgos, eso no iba a negarlo. Como muchos, ese impulso le era algo demasiado difícil de ignorar y si creía estar siguiendo un objetivo loable podía poner más en juego.
-Innecesario. Si no me agrada no pienso quedarme. Nunca revelaría nada por mis propios motivos y razones- el hombre o era muy perspicaz con eso o aquello era algo muy común, poco importaba -¿Porque es difícil si es solo uno? - Se rió -No lo creo, jamás hubiese llevado a mi hija a tal punto solo por seguridad - Su esposo le había transformado. Tras su partida, se habían quedado solo las dos y Ezra había vivido con ella como humana hasta hace muy poco tiempo, cuando los sucesos le habían jugado y las cartas habían caído en contra de lo que más amaba. De no ser por eso, la muchacha seguiría de la misma manera. La chica se había acostumbrado, las primeras veces incluso siendo una niña, quien nunca se había asustado por lo que su madre era ni lo que debía ser para asegurar que la bestia latente en ella perdiese el control -Lo son, pero no veo como encajan las razones que mencionas - Era lo mismo, ella y Kaine lo eran y tampoco es que real unidad existiera. Por eso no podían estar juntos, pero Esther no podía negar que solo ese licano podía encenderle la sangre en más de una manera. No eran diferente a una familia común, como la de sus padres u otras que había observado mientras crecía, unas que no jugaban a ganar el dinero de la manera en que ellos lo hacían.
Sonrió con demasiada confianza. Había visto como arqueaba una ceja a sus palabras -Mi padre quería alguien a quien pasar sus conocimientos, nunca perdió de vista que yo era una mujer, él no era ningún intrépido visionario y mi madre me crió tal cual lo dictan las normas de la sociedad - Salvo, tal vez, haberla prometido en matrimonio. Eso, para ellos había tenido mayor efecto del que hubiesen esperado -Mi padre sabía que con un bonito vestido y un poco de sensualidad, podía enviarme y obtener más de lo que sus hombres de confianza podrían - Los encantos de ser una chica en ese sentido le daban una habilidad diferente. Y en quién más podía confiar más que en su hija, incluso si tenían una agrupación y gente que les proporcionara ciertas cosas necesaria -El me enseñó lo propio, no medicina como la que usan los médicos en las ciudades, algo más básico pero tan efectivo como eso e incluso algo que probablemente se consideraría prohibido en unas manos como las mías - Sonrió con cierto cinismo. La inquisición sin duda perseguiría a alguien como ella con más de un motivo a la cabeza. No solo ser licano, sino que poseer otro tipo de conocimientos podían marcarla como blanco.
Lástima, su padre solo había visto a su nieta una vez, casi cuando esta naciera, se enfadó con ella por la manera en que hizo las cosas, pero taol como el hombre frente a él decía, ser independiente era algo que apreciaba con todas sus letras. Además, fuese casi un accidente, se había casado y no había sido algo de lo que tuvieran que avergonzarse. Para quien no estaba en los bajos mundos y nunca le había conocido moviéndose debajo de esa superficie, era lo mismo que cualquier muchacha, una simple señorita que probablemente solo parecía tener mal carácter.
Negó con la cabeza -No es solo el peligro de un descubrimiento, nadie que fije su vista en un objetivo tan alto como lo es la Iglesia podría ser tan descuidado o no planear con cautela. Sin embargo, entre más lejos mantenga a mi familia de esto... - Hizo un gesto con los labios y la ceja como diciéndole que no tenía ni pensado hacer que sus asuntos personales cruzaran con eso. Su familia era algo que protegería más de cerca -Puede que no sea descubierta, que se pinten fachadas, que se pierda en un anonimato, pero no está en mis reglas poner lo que más aprecio en el filo mismo de la navaja. Eso y sinceramente no creo que yo quiera tomar una invitación como esa. Hay algo en ti que no me agrada, es como si al verte, pensara que mintieras. Pero tal vez sean smples ideas mías en cuanto a la nobleza. Y mientras eso esté en mi mente no puedo confiarte mi seguridad ni la de los míos ni un solo momento- Por cierto, el hombre decía todo eso y con esa expresión en su rostro. Ella aún diciendo eso podría arriesgarse lo suficiente, tal y como lo hacía cuando cazaba una presa. Le gustaban los riesgos, eso no iba a negarlo. Como muchos, ese impulso le era algo demasiado difícil de ignorar y si creía estar siguiendo un objetivo loable podía poner más en juego.
-Innecesario. Si no me agrada no pienso quedarme. Nunca revelaría nada por mis propios motivos y razones- el hombre o era muy perspicaz con eso o aquello era algo muy común, poco importaba -¿Porque es difícil si es solo uno? - Se rió -No lo creo, jamás hubiese llevado a mi hija a tal punto solo por seguridad - Su esposo le había transformado. Tras su partida, se habían quedado solo las dos y Ezra había vivido con ella como humana hasta hace muy poco tiempo, cuando los sucesos le habían jugado y las cartas habían caído en contra de lo que más amaba. De no ser por eso, la muchacha seguiría de la misma manera. La chica se había acostumbrado, las primeras veces incluso siendo una niña, quien nunca se había asustado por lo que su madre era ni lo que debía ser para asegurar que la bestia latente en ella perdiese el control -Lo son, pero no veo como encajan las razones que mencionas - Era lo mismo, ella y Kaine lo eran y tampoco es que real unidad existiera. Por eso no podían estar juntos, pero Esther no podía negar que solo ese licano podía encenderle la sangre en más de una manera. No eran diferente a una familia común, como la de sus padres u otras que había observado mientras crecía, unas que no jugaban a ganar el dinero de la manera en que ellos lo hacían.
Esther de Le Santo- Licántropo Clase Alta
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Re: En la búsqueda de lo desconocido {Esther de Le Santo}
"Digámoslo de una vez: no trata de evitar el dolor, porque el dolor es inevitable; se trata de escoger las consecuencias."
Maurice Maeterlinck
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Los minutos pasaban y hasta ahora estaban siendo provechosos, la mujer seguía pareciéndole una caja de sorpresas. Era una verdadera lastima que tan sólo bastase con mencionar el titulo hereditario que poseía de su familia para que ella le juzgase ya con cierta desconfianza, pero —para fortuna o infortunio— Emerick era incapaz de leer las mentes y por ello ni idea tendría del asunto hasta que ella misma fuese quien le plantease sus inquietudes respecto a la realeza.
Así pues, continuó escuchando sus palabras, con el mismo respeto que había tenido hasta ahora, descubriendo a toda la maravilla oculta que había escondida bajo la careta de esa mujer de apariencia salvaje y poco educada.
— El poder de la seducción femenina — rió brevemente, divertido por lo graciosa de la situación de que el mismo padre se aprovechase de conocer las debilidades masculinas para instruir tan bien a su hija para su propia conveniencia.
Asintió con la cabeza, para darle a entender que le comprendía, cuando ella reconoció de actos probablemente prohibidos el emplear conocimientos de sanación a través de manos como las suyas. Lo mismo ocurría con los chamanes y los curanderos, que si bien era cierto, muchas de las veces la Iglesia y la gente tenían razón al catalogarles de brujos, pero como siempre, también se equivocaban en perder su tiempo persiguiendo a quienes buscaban vivir sin hacer el menor daño en vez de dedicarse a cazar a los verdaderos delincuentes.
— Entiendo lo de vuestra familia y por eso mismo es que no insistiré en ello, sólo pretendía que escucharais un poco de mis ideas para que entendierais que esto no está hecho a tontas y a locas — le explicó con la paciencia y humildad que muchas veces se veía escasa en la gente perteneciente a su mismo estrato social.
— Hay algo en ti que no me agrada, es como si al verte, pensara que mintieras. Pero tal vez sean simples ideas mías en cuanto a la nobleza. Y mientras eso esté en mi mente no puedo confiarte mi seguridad ni la de los míos ni un solo momento — dijo ella, al fin poniendo las cartas sobre la mesa, y como Emerick no tenía ni pista de aquello antes de haber sido dicho, aquella confesión le dejó con la sorpresa retratada en sus propios ojos que un poco tardaron en reaccionar para volver a pestañear, pero la mujer ya había avanzado al siguiente punto de sus propias conjeturas respecto a que no entendía el razonamiento del Duque para vislumbrar que su esposo también era un sobrenatural.
— Bueno... — tuvo que fruncir un poco el ceño a causa de los aún coletazos de la anterior confesión, pero no tardó mucho en volver a enfocarse en el presente para poder mirarla de manera más abierta — Es difícil... sobre todo para nosotros que en Luna Llena ni siquiera somos capaces de reconocer a los nuestros como algo más que comida, y a eso además hay que sumar el hecho de que un humano envejece al doble de nuestra velocidad; a los treinta y cinco años aparentes ya tendríais que cuidar de vuestro esposo anciano para irremediablemente quedar viuda dentro de poco tiempo. Es difícil... y también doloroso — añadió con cierta melancolía antes de bajar la mirada sólo por un par de segundos mientras se debatía entre regresar a la realidad y revivir tortuosamente el recuerdo de lo que había sido su propia familia.
— Ya me habéis dicho que poco confiáis en mi, y sabed que no digo esto para pongáis vuestra seguridad sobre mis manos, simplemente quisiera que os dierais el trabajo de conocerme un poco más antes de juzgar si acaso soy o no un mentiroso. Yo no elegí ser portador del titulo que ostento, pero sí lo llevo con mucho orgullo porque es la herencia de mis padres, a quienes amé con todo mi corazón. Mas puedo decir que también he tenido una familia como la vuestra, con una esposa y un hijo en camino al que esperaba con la ilusión del primer hijo, pero ambos eran humanos y murieron a causa de mi propia ignorancia, porque como humano jamás supe con certeza en lo que me había convertido hasta mi primera Luna Llena... — suspiró con tristeza — Ya han hecho ocho años desde entonces y os puedo decir con certeza, que a pesar de todas las precauciones que tomo ahora, no sería capaz de volver a compartir mi vida con otro humano, no si no posee las herramientas necesarias para poder defenderse de mi mismo en caso de ser necesario.
Así pues, continuó escuchando sus palabras, con el mismo respeto que había tenido hasta ahora, descubriendo a toda la maravilla oculta que había escondida bajo la careta de esa mujer de apariencia salvaje y poco educada.
— El poder de la seducción femenina — rió brevemente, divertido por lo graciosa de la situación de que el mismo padre se aprovechase de conocer las debilidades masculinas para instruir tan bien a su hija para su propia conveniencia.
Asintió con la cabeza, para darle a entender que le comprendía, cuando ella reconoció de actos probablemente prohibidos el emplear conocimientos de sanación a través de manos como las suyas. Lo mismo ocurría con los chamanes y los curanderos, que si bien era cierto, muchas de las veces la Iglesia y la gente tenían razón al catalogarles de brujos, pero como siempre, también se equivocaban en perder su tiempo persiguiendo a quienes buscaban vivir sin hacer el menor daño en vez de dedicarse a cazar a los verdaderos delincuentes.
— Entiendo lo de vuestra familia y por eso mismo es que no insistiré en ello, sólo pretendía que escucharais un poco de mis ideas para que entendierais que esto no está hecho a tontas y a locas — le explicó con la paciencia y humildad que muchas veces se veía escasa en la gente perteneciente a su mismo estrato social.
— Hay algo en ti que no me agrada, es como si al verte, pensara que mintieras. Pero tal vez sean simples ideas mías en cuanto a la nobleza. Y mientras eso esté en mi mente no puedo confiarte mi seguridad ni la de los míos ni un solo momento — dijo ella, al fin poniendo las cartas sobre la mesa, y como Emerick no tenía ni pista de aquello antes de haber sido dicho, aquella confesión le dejó con la sorpresa retratada en sus propios ojos que un poco tardaron en reaccionar para volver a pestañear, pero la mujer ya había avanzado al siguiente punto de sus propias conjeturas respecto a que no entendía el razonamiento del Duque para vislumbrar que su esposo también era un sobrenatural.
— Bueno... — tuvo que fruncir un poco el ceño a causa de los aún coletazos de la anterior confesión, pero no tardó mucho en volver a enfocarse en el presente para poder mirarla de manera más abierta — Es difícil... sobre todo para nosotros que en Luna Llena ni siquiera somos capaces de reconocer a los nuestros como algo más que comida, y a eso además hay que sumar el hecho de que un humano envejece al doble de nuestra velocidad; a los treinta y cinco años aparentes ya tendríais que cuidar de vuestro esposo anciano para irremediablemente quedar viuda dentro de poco tiempo. Es difícil... y también doloroso — añadió con cierta melancolía antes de bajar la mirada sólo por un par de segundos mientras se debatía entre regresar a la realidad y revivir tortuosamente el recuerdo de lo que había sido su propia familia.
— Ya me habéis dicho que poco confiáis en mi, y sabed que no digo esto para pongáis vuestra seguridad sobre mis manos, simplemente quisiera que os dierais el trabajo de conocerme un poco más antes de juzgar si acaso soy o no un mentiroso. Yo no elegí ser portador del titulo que ostento, pero sí lo llevo con mucho orgullo porque es la herencia de mis padres, a quienes amé con todo mi corazón. Mas puedo decir que también he tenido una familia como la vuestra, con una esposa y un hijo en camino al que esperaba con la ilusión del primer hijo, pero ambos eran humanos y murieron a causa de mi propia ignorancia, porque como humano jamás supe con certeza en lo que me había convertido hasta mi primera Luna Llena... — suspiró con tristeza — Ya han hecho ocho años desde entonces y os puedo decir con certeza, que a pesar de todas las precauciones que tomo ahora, no sería capaz de volver a compartir mi vida con otro humano, no si no posee las herramientas necesarias para poder defenderse de mi mismo en caso de ser necesario.
Última edición por Emerick Boussingaut el Dom Ene 20, 2013 1:19 pm, editado 1 vez
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Re: En la búsqueda de lo desconocido {Esther de Le Santo}
Ella había sido y sería por sobre todas las cosas una cazadora nata, nada se escapaba de su mirada analítica sin importar cuan pequeño fuese el detalle, las carnadas, las trampas, los pasos en falso, el instinto, para ella cualquier cosa podría jugar en contra o a favor, simplemente debía asegurarse continuamente de que pisaba tierra firme, por ello gustaba de andar lento cuando trataba asuntos de aquel tipo, sus acciones desde hacia varios años no solo la afectaban a ella, sino también a su pequeña Ezra. Por aquella razón el comportarse de un modo receloso no era algo extraño aun cuando aquel peligro llamaba mucho su atención, claro que precisamente por esa razón medir la dosis que tomaba era algo fundamental para su esperanza de vida, de modo que mientras no descubriese precisamente cuanto podría afectarles no firmaría ningún contrato.
- Así así es Duque -contesto ante el comentario al aire del lupino, había usado su titulo simplemente porque podía, ya que sonar despectiva era algo que estaba implícito en muchas de sus oraciones, tampoco se preocupo por controlar su tono, quiso sonreír sabiendo que en ocasiones la manera en que hablaba sonaba realmente grosera, pero claro que dependía de quien la estuviese escuchando y que tan sensible fuese la persona- Mi padre era todo un jugador en ese aspecto, sabia como hacer las cosas para que funcionasen a su favor sin importar que tan descabellada fuese la situación -se encogió un poco de hombros con aquel simpático cinismo que le caracterizaba, sus labios adquirieron la forma de una media luna mientras una de sus cejas se levantaba suavemente por encima de la otra- Quizá los dotes de herbolaria no eran la única cosa prohibida que sabia...Quien sabe que tanto contendría aquella cabeza suya -no agrego nada mas al asunto pues ni ella misma sabia como era que lograba que todas sus impresiones fueran ciertas, quizá el hombre simplemente había sido un tipo inteligente, una porquería de persona, pero muy, muy inteligente.
Una sonrisa desprovista de diversión remplazó a la anterior cuando miro la expresión del hombre al escuchar su opinión sobre la realeza, muchas eran las que había visto a lo largo de los años, esa era una de las típicas junto a las que simplemente no parecía importarles lo que los demás pensaran de ellos, las segundas eran las que ella prefería pues al menos no denotaban ni un ápice de falsedad, incluso el desdén de la clase alta podía resultar en cierto modo refrescante comparado con al hipocresía de la misma, claro que no estaba diciendo que su reacción estuviese ensayada, simplemente resaltaba el hecho de que cualquier cosa se podía esperar de la gente y una mirada de inocencia no era algo que pudiese comprarla. Su expresión se volvió en calma mientras escuchaba atentamente el timbre de voz del hombre, podía distinguir la veracidad en sus palabras sintiendo como su pecho se estrujaba buscando un ápice de mentira en su relato, suspiro cerrando los ojos durante un segundo para después dirigir la mirada al hombre enfrente de ella, un perfecto y controlado sonido de dolor era la prueba suficiente para saber que su historia no era un invento, pero no para confiar aun en el, después de todo había aprendido que muchas veces que el rostro y la voz mas inocente no eran precisamente las mas reales, ni mucho menos las que mas merecían un voto de confianza.
- Conozco a un hombre...- comenzó a decir después de esperar unos segundos a que el Duque terminase de hablar, no había sabido exactamente como expresar hacia el sentimiento de desconfianza que comenzaba a carcomerle las entrañas después de escuchar su historia, de modo que pensó que esa seria la mejor manera de poner al descubierto la fuente de algunos de los fantasmas que no le permitían creer lo suficientemente en alguien como para poner la vida de su hija en peligro por muy remota que fuese la posibilidad de que ella sufriese daño alguno- Un hombre que como tu y yo recibió el don de la licantropía, el había permanecido encerrado en su hogar desde pequeño pues sufría por dones que jamás pidió tener, el poseía el don de mirar en los ojos de la muerte cuando esta andaba cerca, sentía cuando algo malo estaba a punto de pasar y miraba a las almas que se negaban a entrar en el purgatorio, ese hombre se vio a si mismo en una prisión por lo que era, las cadenas de su familia lo mantenían atado a una habitación sin posibilidad escape, cadenas que justo después de su transformación se volvieron mucho mas pesadas sobre sus hombros... -Guardo un prudente silencio antes de continuar levantado la vista hacia Emerick, clavando sus pupilas en el rostro del hombre como tratando de transmitir algo que no esperaba que el comprendiese
- Ese hombre como nosotros se transformaba durante la luna llena en un monstruo que al pasar de los meses se alimento de la mitad de la servidumbre, cada vez que abría los ojos luego de una transformación simplemente se encontraba con la sangre regada por el suelo, las ropas hechas jirones y un montón de extremidades sueltas que con suerte les servirían para reconocer a sus victimas, el vivía en la continua tortura de perder a quienes amaba, incluso después de lograr escapar de su prisión siguió lastimando a todo aquel que se acercaba... Ese hombre tenia tus mismos ojos ¿sabes? Ojos tan claros como el agua, llenos de dolor, de sufrimiento, era como si pudieses vivir su pasado a través de ellos, cuando de vez en cuando contaba algún fragmento de lo que vivió en su país natal uno no podía simplemente sentirse indiferente pues siempre fue alguien lleno de vida, sin embargo, con esos mismos ojos inocentes no dejaba de ser un una rata de alcantarilla, un hombre capaz de vender a sus amigos a cambio de un dulce rancio, alguien sin escrúpulos que al parecer simplemente usaba su triste pasado como una herramienta para conseguir cualquier cosa que quisiese, sus ojos puros no eran nada mas que un pozos sin fondo que se tragaban todo cuanto miraban… -Termino de decir con una mueca divertida en su rostro
- Tienes razón, no importa lo que hayas vivido a lo largo de tu existencia, no es razón para que yo confié en ti - Su expresión se había vuelto neutral después de eso, sin embargo después de algunos segundos sonrió ladeando el rostro con una mueca mucho mas relajada, dejando que sus cabellos color azabache se resbalasen por encima de sus hombros en una expresión tranquila, Esther de Le Santo por encima de ser una cazadora, era una madre devota y al mismo tiempo una mujer que se dejo envolver por la licantropía, hundida en el don sobrenatural el cual sin lugar a dudas podría traerle a ella y a su familia muchos inconvenientes que en ocasiones desearía dejar pasar, de modo que no planeaba perder una oportunidad de protección ni muchos menos, aunque tampoco deseaba correr hacia...¡Ah! Ella no deseaba correr a la boca del lobo- Pero una oportunidad no puedo negártela, sin embargo quiero que me digas una... -exclamo levantando el dedo índice enfrente de su cara- Solamente una buena razón, por la que deba seguirte -La voz de la mujer sonaba decidida, lo que dijese el hombre seria suficiente para que evaluase que tan viable era la idea de seguir a semejante organización, de modo que esperaba que el duque con su infinita labia no desperdiciase sus palabras en oraciones inútiles
- Así así es Duque -contesto ante el comentario al aire del lupino, había usado su titulo simplemente porque podía, ya que sonar despectiva era algo que estaba implícito en muchas de sus oraciones, tampoco se preocupo por controlar su tono, quiso sonreír sabiendo que en ocasiones la manera en que hablaba sonaba realmente grosera, pero claro que dependía de quien la estuviese escuchando y que tan sensible fuese la persona- Mi padre era todo un jugador en ese aspecto, sabia como hacer las cosas para que funcionasen a su favor sin importar que tan descabellada fuese la situación -se encogió un poco de hombros con aquel simpático cinismo que le caracterizaba, sus labios adquirieron la forma de una media luna mientras una de sus cejas se levantaba suavemente por encima de la otra- Quizá los dotes de herbolaria no eran la única cosa prohibida que sabia...Quien sabe que tanto contendría aquella cabeza suya -no agrego nada mas al asunto pues ni ella misma sabia como era que lograba que todas sus impresiones fueran ciertas, quizá el hombre simplemente había sido un tipo inteligente, una porquería de persona, pero muy, muy inteligente.
Una sonrisa desprovista de diversión remplazó a la anterior cuando miro la expresión del hombre al escuchar su opinión sobre la realeza, muchas eran las que había visto a lo largo de los años, esa era una de las típicas junto a las que simplemente no parecía importarles lo que los demás pensaran de ellos, las segundas eran las que ella prefería pues al menos no denotaban ni un ápice de falsedad, incluso el desdén de la clase alta podía resultar en cierto modo refrescante comparado con al hipocresía de la misma, claro que no estaba diciendo que su reacción estuviese ensayada, simplemente resaltaba el hecho de que cualquier cosa se podía esperar de la gente y una mirada de inocencia no era algo que pudiese comprarla. Su expresión se volvió en calma mientras escuchaba atentamente el timbre de voz del hombre, podía distinguir la veracidad en sus palabras sintiendo como su pecho se estrujaba buscando un ápice de mentira en su relato, suspiro cerrando los ojos durante un segundo para después dirigir la mirada al hombre enfrente de ella, un perfecto y controlado sonido de dolor era la prueba suficiente para saber que su historia no era un invento, pero no para confiar aun en el, después de todo había aprendido que muchas veces que el rostro y la voz mas inocente no eran precisamente las mas reales, ni mucho menos las que mas merecían un voto de confianza.
- Conozco a un hombre...- comenzó a decir después de esperar unos segundos a que el Duque terminase de hablar, no había sabido exactamente como expresar hacia el sentimiento de desconfianza que comenzaba a carcomerle las entrañas después de escuchar su historia, de modo que pensó que esa seria la mejor manera de poner al descubierto la fuente de algunos de los fantasmas que no le permitían creer lo suficientemente en alguien como para poner la vida de su hija en peligro por muy remota que fuese la posibilidad de que ella sufriese daño alguno- Un hombre que como tu y yo recibió el don de la licantropía, el había permanecido encerrado en su hogar desde pequeño pues sufría por dones que jamás pidió tener, el poseía el don de mirar en los ojos de la muerte cuando esta andaba cerca, sentía cuando algo malo estaba a punto de pasar y miraba a las almas que se negaban a entrar en el purgatorio, ese hombre se vio a si mismo en una prisión por lo que era, las cadenas de su familia lo mantenían atado a una habitación sin posibilidad escape, cadenas que justo después de su transformación se volvieron mucho mas pesadas sobre sus hombros... -Guardo un prudente silencio antes de continuar levantado la vista hacia Emerick, clavando sus pupilas en el rostro del hombre como tratando de transmitir algo que no esperaba que el comprendiese
- Ese hombre como nosotros se transformaba durante la luna llena en un monstruo que al pasar de los meses se alimento de la mitad de la servidumbre, cada vez que abría los ojos luego de una transformación simplemente se encontraba con la sangre regada por el suelo, las ropas hechas jirones y un montón de extremidades sueltas que con suerte les servirían para reconocer a sus victimas, el vivía en la continua tortura de perder a quienes amaba, incluso después de lograr escapar de su prisión siguió lastimando a todo aquel que se acercaba... Ese hombre tenia tus mismos ojos ¿sabes? Ojos tan claros como el agua, llenos de dolor, de sufrimiento, era como si pudieses vivir su pasado a través de ellos, cuando de vez en cuando contaba algún fragmento de lo que vivió en su país natal uno no podía simplemente sentirse indiferente pues siempre fue alguien lleno de vida, sin embargo, con esos mismos ojos inocentes no dejaba de ser un una rata de alcantarilla, un hombre capaz de vender a sus amigos a cambio de un dulce rancio, alguien sin escrúpulos que al parecer simplemente usaba su triste pasado como una herramienta para conseguir cualquier cosa que quisiese, sus ojos puros no eran nada mas que un pozos sin fondo que se tragaban todo cuanto miraban… -Termino de decir con una mueca divertida en su rostro
- Tienes razón, no importa lo que hayas vivido a lo largo de tu existencia, no es razón para que yo confié en ti - Su expresión se había vuelto neutral después de eso, sin embargo después de algunos segundos sonrió ladeando el rostro con una mueca mucho mas relajada, dejando que sus cabellos color azabache se resbalasen por encima de sus hombros en una expresión tranquila, Esther de Le Santo por encima de ser una cazadora, era una madre devota y al mismo tiempo una mujer que se dejo envolver por la licantropía, hundida en el don sobrenatural el cual sin lugar a dudas podría traerle a ella y a su familia muchos inconvenientes que en ocasiones desearía dejar pasar, de modo que no planeaba perder una oportunidad de protección ni muchos menos, aunque tampoco deseaba correr hacia...¡Ah! Ella no deseaba correr a la boca del lobo- Pero una oportunidad no puedo negártela, sin embargo quiero que me digas una... -exclamo levantando el dedo índice enfrente de su cara- Solamente una buena razón, por la que deba seguirte -La voz de la mujer sonaba decidida, lo que dijese el hombre seria suficiente para que evaluase que tan viable era la idea de seguir a semejante organización, de modo que esperaba que el duque con su infinita labia no desperdiciase sus palabras en oraciones inútiles
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Re: En la búsqueda de lo desconocido {Esther de Le Santo}
"El que no valora la vida no se la merece."
Leonardo Da Vinci
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Bajó la mirada cuando llegó un momento de silencio y se mantuvo así, recapacitando en sus recuerdos, volviendo a preguntarse una y otra vez todas aquellas interrogantes que se le venían a la mente cada que pensaba en lo que había sido de su familia; si existiría el perdón o la vida después de la muerte, si ellos sabían lo que él pensaba, lo que sentía, si en verdad estaba maldito, si podría ser juzgado por sus actos humanos. Tantas y muchas más cosas que se vieron cortadas cuando ella comenzó con un aparente relato de un hombre que conocía.
Alzó la mirada para depositar sobre ella su atención y escuchar su historia que en un principio le pareció un poco fantasiosa pero a medida que avanzaba en ella, iba cobrando sentido. Era una historia cruda, tétrica, de aquellas no querría escuchar que los de su raza fuesen los protagonistas, pero lo eran, pues al igual que entre los hombres, entre los licántropos había de todo, pues a su ojos se trataba de un villano y no de alguien, que como ella contaba, despertaba siempre habiendo matado a sus amados, y aquello se vio confirmado ante las últimas palabras de su relato.
Le observó en silencio, aun después de que Esther terminara de contar su historia pues no entendía su relación con él, a menos que ella le viera como el mismo cerdo hipócrita de quien estaba hablando. Frunció el ceño, fue inevitablemente desagradable y por ello se puso de pie, aunque antes de hablar y dejar algún daño irreparable, prefirió darle el favor a la duda.
— Espero que vuestra historia no haya tenido razón con lo que piensas de mi, porque si en verdad creéis que he usado el nombre de mi familia; de MI hijo y mi mujer para haceros confiar en mi a través de la lastima, es como si en verdad me dijeseis que ellos son una mentira, una farsa, y con ello a mi vista estáis ofendiendo a su memoria — le advirtió.
No importaba cuanto ella pudiese ofenderle a él, lo que sea lo aguantaba, lo toleraba e intentaba superar con la mejor de sus intenciones, pero de eso a que en verdad se metieran con su familia, con los suyos, los que tanto adoraban, haciendo siquiera la insinuación de que ELLOS no eran más que invenciones, era algo que en verdad no estaba dispuesto a tolerar. Lo que sea, pero no con ellos; su familia era sagrada y su familia no se tocaba.
— En primer lugar, aquella fue mi primera Luna Llena y luego de ello, yo mismo me alejé de todos aquellos que me rodeaban, incluso la servidumbre. No sería capaz de alimentarme de ellos una y otra vez y seguir como si nada. Si soy lo que soy ahora ha sido por mis propias decisiones y porque yo mismo he luchado por mantener aunque sea un vestigio de mi humanidad — le explicó — Aún cuando no hubiera conocido ese lado suyo de vender a sus amigos, el sólo hecho de seguir alimentándose a su servidumbre y los que amaba a destajo, me sería razón suficiente para no serme una persona grata.
No sabía como pensaba ella, pero con su historia ya lo estaba sospechando, pues a la mujer parecía afectarle más la parte de las traiciones que el respeto por la vida; esperaba realmente equivocarse, pues la Alianza era, después de todo, una unión de confianza y respeto, por ellos, por el alcance de su tranquilidad y también por la vida de los humanos, aun cuando muchos de ellos no se la merecieran.
— Las razones ya las tienes te las he dado desde que habéis llegado a este cuarto, mas soy yo ahora el que quisiera saber hacia dónde va vuestro horizonte, pues debéis saber que en mi Alianza la vida de los otros también se respeta, y sí, os lo pregunto directamente por vuestra historia — señaló entrecerrando los ojos.
Alzó la mirada para depositar sobre ella su atención y escuchar su historia que en un principio le pareció un poco fantasiosa pero a medida que avanzaba en ella, iba cobrando sentido. Era una historia cruda, tétrica, de aquellas no querría escuchar que los de su raza fuesen los protagonistas, pero lo eran, pues al igual que entre los hombres, entre los licántropos había de todo, pues a su ojos se trataba de un villano y no de alguien, que como ella contaba, despertaba siempre habiendo matado a sus amados, y aquello se vio confirmado ante las últimas palabras de su relato.
Le observó en silencio, aun después de que Esther terminara de contar su historia pues no entendía su relación con él, a menos que ella le viera como el mismo cerdo hipócrita de quien estaba hablando. Frunció el ceño, fue inevitablemente desagradable y por ello se puso de pie, aunque antes de hablar y dejar algún daño irreparable, prefirió darle el favor a la duda.
— Espero que vuestra historia no haya tenido razón con lo que piensas de mi, porque si en verdad creéis que he usado el nombre de mi familia; de MI hijo y mi mujer para haceros confiar en mi a través de la lastima, es como si en verdad me dijeseis que ellos son una mentira, una farsa, y con ello a mi vista estáis ofendiendo a su memoria — le advirtió.
No importaba cuanto ella pudiese ofenderle a él, lo que sea lo aguantaba, lo toleraba e intentaba superar con la mejor de sus intenciones, pero de eso a que en verdad se metieran con su familia, con los suyos, los que tanto adoraban, haciendo siquiera la insinuación de que ELLOS no eran más que invenciones, era algo que en verdad no estaba dispuesto a tolerar. Lo que sea, pero no con ellos; su familia era sagrada y su familia no se tocaba.
— En primer lugar, aquella fue mi primera Luna Llena y luego de ello, yo mismo me alejé de todos aquellos que me rodeaban, incluso la servidumbre. No sería capaz de alimentarme de ellos una y otra vez y seguir como si nada. Si soy lo que soy ahora ha sido por mis propias decisiones y porque yo mismo he luchado por mantener aunque sea un vestigio de mi humanidad — le explicó — Aún cuando no hubiera conocido ese lado suyo de vender a sus amigos, el sólo hecho de seguir alimentándose a su servidumbre y los que amaba a destajo, me sería razón suficiente para no serme una persona grata.
No sabía como pensaba ella, pero con su historia ya lo estaba sospechando, pues a la mujer parecía afectarle más la parte de las traiciones que el respeto por la vida; esperaba realmente equivocarse, pues la Alianza era, después de todo, una unión de confianza y respeto, por ellos, por el alcance de su tranquilidad y también por la vida de los humanos, aun cuando muchos de ellos no se la merecieran.
— Las razones ya las tienes te las he dado desde que habéis llegado a este cuarto, mas soy yo ahora el que quisiera saber hacia dónde va vuestro horizonte, pues debéis saber que en mi Alianza la vida de los otros también se respeta, y sí, os lo pregunto directamente por vuestra historia — señaló entrecerrando los ojos.
Última edición por Emerick Boussingaut el Mar Ene 22, 2013 3:37 pm, editado 2 veces
Emerick Boussingaut- Licántropo/Realeza
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Re: En la búsqueda de lo desconocido {Esther de Le Santo}
La vida no es sino el sendero de lo que eliges
lo que se esfuma, lo que sobrevive, son lo que con el rumbo de tus acciones diriges
lo que se esfuma, lo que sobrevive, son lo que con el rumbo de tus acciones diriges
Sinceramente, le divertía, probablemente de la forma más absurda y retorcida, lo fácil que unas palabras podían hacer que el semblante de un hombre perdiera su postura. Tuvo que sonreír, no por su indignación ni por haber, al parecer tocado el punto sensible de su acompañante quien compartía aquella naturaleza. Personas como ella, podían decir cosas como esa, solo esperando ver las reacciones que en la gente provocaban palabras dirigidas con esa simple intención de ver a través de ellas. No iba a revelarle la verdad por la que esas palabras habían sido pronunciadas, ver la forma en que él las había tomado le parecía suficiente, además de no poseer una paciencia ilimitada ni de cerca.
–Abogas, hablando sobre el respeto a la vida, cuando también arrebatarás las de otros… No intentes engañar con palabras hermosas la realidad sobre la que has de moverte… - fuese humano, cazador o inquisidor, tuviese la maldición en la sangre o en la vista de la luna, ninguna vida valía menos que otra. Sin embargo para él existía al parecer la división entre todo ello, blanco y negro, bondad y maldad, todo se diluía en la subjetividad de sus palabras. Ella solo tenía sus creencias y sus formas de hacer a la gente hablar.
-Te ofenden mis palabras? No he sido yo quien les ha dado el significado. Ha sido tu propia mente la que ha sacado lo que a tu ser le parece- Una molestia leve se mostró en su mirada, más que nada por tener que escuchar lo que decía, que le hablara en ese tono y con ese enojo contenido le molestaba –Has saltado sin duda demasiado rápido… un alma impulsiva es lo que eres… Si lo que he dicho te ofende es porque has visto en mis palabras un atisbo de lo que crees de ti mismo... ¿Puedes acaso juzgar tan rápidamente? – Sonrió con algo parecido a la autosuficiencia –Puedes jurar que al haber estado en ese cuerpo no habrías hecho lo mismo? ¿Puedes decir que tu visión sería la misma sin importar si tu historia fuese la de él? ¿Cómo sabes lo que sus pensamientos realmente guardaban o solo te dejarás guiar del libro bajo su portada? - En este mundo todo es tan subjetivo como los ojos de quien mira. Pero el había dado una explicación que ella no había pedido.
–Sin más has de soltar información que a nadie más incumbe? ¿Tan rápido dejas que algo te provoque? ¿Como piensas proteger a alguien de esa manera?- Eso si pensaba entrar en una lucha con los inquisidores no serviría. Y estaba empezando a dejar de lado el oco buen comportamiento que había mantenido con él.
-Por el mismo respeto al que tu aludes por tu familia, yo lo hago por la mía, una confianza que no se pueda quebrantar. No te conozco, no me conoces, no dirás que carezco de lógica. Una traición mía podría llevarte a la muerte, como una tuya podría cavarme una tumba. No hablo por hablar, duque de Boussingaut- Él quería una alianza y ella le veía como un joven que no sabía como usar lo que tenía a su mano de la forma correcta –¿Solo la vida de los tuyos? ¿O también cuenta el resto? – Preguntó con la mirada aguda en ese momento y su cuerpo respondiendo a la latente amenaza que para ella representaba el aura que él despedía en ese momento.
No necesitaba demasiado, ella también era impulsiva sin necesidad del diálogo –No hables tan rápidamente lo que no puedes comprender. Me has dicho lo que deseas, un enfrentamiento con la inquisición, por un bien común, pero eso conlleva más que una simple ilusión de un mundo utópico y perfecto que se cree a través de ello… lo sabes… y no voy a dirigirme a la muerte por un líder que no es capaz de distinguir entre los matices – Desvió la mirada como si no hubiese dicho nada con la seriedad que en ese lugar parecía crear esa absurda tensión –Y no digas que no lo eres, no intentes decir lo que has dicho antes de revelar más sobre ti– Su mirada, fría como la que él le dirigía.
–¿Alegas que yo no respeto la vida? – Tuvo que sonreír de una forma que probablemente no sería tomada como una buena cuestión en un momento desagradable como ese –No mires la paja en el ojo ajeno, cariño. Porque tus palabras son más rápidas de lo que es tu pensamiento en este momento – Se levantó y tomó la botella lanzándola a su cabeza. Si él decía esas cosas no tenía porqué pensarse las cosas demasiado.
Esther de Le Santo- Licántropo Clase Alta
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Re: En la búsqueda de lo desconocido {Esther de Le Santo}
"Los maestros están en todas partes. Lo que se necesitan son personas dispuestas a aprender"
Wendell Berry
Las palabras de la mujer comenzaron a salir de su boca sin medida, ni clemencia, era como si en verdad se estuviese encendiendo su chispa intenda a cada una de las palabras que él había diciendo. Era sabido ya el mal carácter de los licántropos y lo difícil que era cuando dos de ellos se encontraban en una confrontación de opiniones tan soberbia como la que esos dos estaban teniendo.
— Mi propia mente es la que defiende a mis ideales y el amor que aún guardo por mi familia — le cortó de manera inmediata en cuanto ella hubo mencionado lo de haber sido él mismo quien había dado el significado a sus palabras — Y sí, soy impulsivo, pero creedme que en verdad me privo de ello cuando son otros quienes dependen de mis acciones.
Intentó calmarse, pues nada sacaba en verdad con perder la calma, la mujer estaba dialogando, aunque no de la manera que él realmente quisiera, debía comportarse. Suspiró y se puso de pie para acercarse a la ventana y tomar ahí un poco de aire fresco que le ayudase a enfriar sus propios pensamientos y aquella conducta tan lobera e instintiva que estaba teniendo.
— Sin más has de soltar información que a nadie más incumbe? ¿Tan rápido dejas que algo te provoque? ¿Como piensas proteger a alguien de esa manera? — continuó la mujer, haciendo que él volteara para mirarla con expresión iracunda.
Ni miradas, ni expresiones, bastaron para acallar a la mujer que no se detuvo ahí, sino que continuó exaltándose tanto o más que él, por lo que hasta cogió la botella de vino y se la arrojó al Duque por la cabeza, haciendo que los reflejos de éste se activaran de manera instantánea y atajase la botella en el mismo vuelo para ser él quien esta vez la arrojase al piso, haciéndola añicos.
— ¡¿Qué mierda queréis con eso?! — rugió como todo un lobo dominante, de esos líderes que hasta ahora había negado ser — ¿Queréis acaso que os responda a vos con la misma violencia? Vos... la que se cree la más sabedora de todas las lobas... — rió con ironía.
El ambiente ya se había caldeado sin dudas y pronto, si uno de los dos no se calmaba, acabarían agarrándose a golpes y quizás más que eso. Ambos eran instintivamente tan salvajes como los mismos lobos, aun cuando en momentos de calma fuesen dos seres completamente diferentes y racionales.
— Si tanto alegáis mis opiniones ¿por qué no me dais las vuestras? ¿Por qué no me decís vos lo que esperáis de mi? Lo que creéis que necesitaría o me hace falta para llevar esta idea hacia delante — le rebatió, a pesar de todas las cosas, haciendo notar el interés por sus opiniones.
A pesar de todo se sabía un novato de poca experiencia, pues hasta ahora, de todos los licántropos con quienes había hablado, él siempre era menor. Sin embargo, poseía sus ventajas sumamente claras y es que tenía la voz suficiente para hacer notar sus opiniones y entregarle seguridad a al gente que en verdad le buscaba, pero ella... ella era especial y enigmática, hablar con ella daba la sensación de que en verdad podría aprender demasiadas cosas. No sabía si se equivocaba o estaba en lo correcto, pero algo le decía que a pesar de todos sus arrebatos y mala conducta, la mujer en el fondo era una verdadera guía, una de aquellos que gustaban mover los hilos de otras marionetas, sin ser ella quien se mostrase ante los ojos del público y, por eso, era que deseaba escucharle.
— Mi propia mente es la que defiende a mis ideales y el amor que aún guardo por mi familia — le cortó de manera inmediata en cuanto ella hubo mencionado lo de haber sido él mismo quien había dado el significado a sus palabras — Y sí, soy impulsivo, pero creedme que en verdad me privo de ello cuando son otros quienes dependen de mis acciones.
Intentó calmarse, pues nada sacaba en verdad con perder la calma, la mujer estaba dialogando, aunque no de la manera que él realmente quisiera, debía comportarse. Suspiró y se puso de pie para acercarse a la ventana y tomar ahí un poco de aire fresco que le ayudase a enfriar sus propios pensamientos y aquella conducta tan lobera e instintiva que estaba teniendo.
— Sin más has de soltar información que a nadie más incumbe? ¿Tan rápido dejas que algo te provoque? ¿Como piensas proteger a alguien de esa manera? — continuó la mujer, haciendo que él volteara para mirarla con expresión iracunda.
Ni miradas, ni expresiones, bastaron para acallar a la mujer que no se detuvo ahí, sino que continuó exaltándose tanto o más que él, por lo que hasta cogió la botella de vino y se la arrojó al Duque por la cabeza, haciendo que los reflejos de éste se activaran de manera instantánea y atajase la botella en el mismo vuelo para ser él quien esta vez la arrojase al piso, haciéndola añicos.
— ¡¿Qué mierda queréis con eso?! — rugió como todo un lobo dominante, de esos líderes que hasta ahora había negado ser — ¿Queréis acaso que os responda a vos con la misma violencia? Vos... la que se cree la más sabedora de todas las lobas... — rió con ironía.
El ambiente ya se había caldeado sin dudas y pronto, si uno de los dos no se calmaba, acabarían agarrándose a golpes y quizás más que eso. Ambos eran instintivamente tan salvajes como los mismos lobos, aun cuando en momentos de calma fuesen dos seres completamente diferentes y racionales.
— Si tanto alegáis mis opiniones ¿por qué no me dais las vuestras? ¿Por qué no me decís vos lo que esperáis de mi? Lo que creéis que necesitaría o me hace falta para llevar esta idea hacia delante — le rebatió, a pesar de todas las cosas, haciendo notar el interés por sus opiniones.
A pesar de todo se sabía un novato de poca experiencia, pues hasta ahora, de todos los licántropos con quienes había hablado, él siempre era menor. Sin embargo, poseía sus ventajas sumamente claras y es que tenía la voz suficiente para hacer notar sus opiniones y entregarle seguridad a al gente que en verdad le buscaba, pero ella... ella era especial y enigmática, hablar con ella daba la sensación de que en verdad podría aprender demasiadas cosas. No sabía si se equivocaba o estaba en lo correcto, pero algo le decía que a pesar de todos sus arrebatos y mala conducta, la mujer en el fondo era una verdadera guía, una de aquellos que gustaban mover los hilos de otras marionetas, sin ser ella quien se mostrase ante los ojos del público y, por eso, era que deseaba escucharle.
Emerick Boussingaut- Licántropo/Realeza
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Re: En la búsqueda de lo desconocido {Esther de Le Santo}
Escuchó su perorata y realmente solo pudo pensar que cualquiera podía decir eso. Todos podían defenderse usando palabras similares. Ella podía usar un discurso como ese para contrapuntearlo y dudaba que llegasen a algún lado - No me hagas reír, diciendo esas palabras ¿Qué tratas? ¿De herirme como tu te sientes herido por mis palabras? - Se rió viéndole con cierto desdén. Aquello se había ido ya por ese lado que había estado evitando al inicio. Esther tenía ese carácter, que dejaba salir lo impulsivo y salvaje que había en ella con una facilidad increíble.
-No quiero nada de ti, me estás exasperando - No se iba a andar con rodeos cuando se sentía molesta. Podía controlarse en ciertas circunstancias, pero hacerle enfríar la cabeza cuando ya había perdido la paciencia no era algo sencillo. Hizo un gesto con su brazo restándole importancia a todo aquello. Le había hartado, por ello había lanzado el primer objeto en ese lugar que estuvo a su alcance y había tenido suerte, porque habría podido tirarle el resto del inmueble de exaltarse más. Bufó casi gruñendo y se dejó caer en el piso -¿Crees que yo creo eso? - sus facciones se suavizaron y tomaron un tinte diferente esta vez, dnotando que él le parecía un niño en ese momento. No podía alardear de ser ella mejor que otros, pero él carecía de muchas cosas también.
Había una diferencia entre ellos, pero era algo que salía a la vista. Esther había tenido la fortuna de conocer a algunos licanos a los que respetaba y tal vez admiraba -Eres un idiota, eso creo... -Dijo sin más y suspiró al ver que se había desecho de la bebida. Necesitaba un trago ahora y justo se le había ocurrido tirarle la única bebida alcohólica que tenía disponible. Chasqueó la lengua mientras él hablaba. Y justo como para sacarle de su aparente estado de calma, el hombre salió con aquello, se quejaba y no se daba cuenta de que el acababa de hacer lo mismo que ella.
Soltó una carcajada -Me dices que me has dichoas cosas, enfadándote y demás, cuando tu tampoco pareces haber captado lo que te estoy diciendo...- hizo una pausa al enfocar su mirada, entrecerrando los ojos ligeramente al verle -Pero hay una cosa, Duque- Dijo esa palabra con un cierto tono denotando que le desagradaba. Le señalaba con el dedo índice de su mano derecha desde allí -Yo también ya te he dicho lo que pienso - Odiaba ciertas cosas, pero debía admitir los casos en que eran necesarias -¿Quieres que lo repita para ti? No puedes llevar a un puñado de gente sin dirección... Quieras admitirlo o no.... es más, lo quieras o no... si es cierto lo que dices y puedes realmente controlar esto cuando la vida de otros está en riesgo, lo mejor que puedes hacer es convertirte en la persona que pueda llevarlos hacia ese punto en común que quieres defender. No puedes ser tan ingenuo y creer en que todos harán exactamente lo que deben, cada persona se mueve por razones distintas. Si los dejas, irán cada uno a su paso y en la dirección que quieran - Le fulminó con la mirada, aún quería insultarte o partirle la cara solo para calmar esa sensación que se había apoderado de ella momentos antes.
-Estoy segura de que puedes entender lo que te digo. No puedes fingir ni engañarte a tí mismo... Es más, tu lado animal, tu instinto, estoy segura que puede decírtelo... - ella más que nadie en ese momento odiaba la idea de verse bajo las órdenes de alguien, pero no podía negar que creía que eso era lo mejor, o probablemente algo así, sin una mente que guiase las situaciones de la manera adecuada, estaba destinado al fracaso, sobre todo si lo que quería era ir contra la Iglesia. Los Inquisidores no eran cosa de broma, necesitaban una fuerza similar si querían enfrentarlos, una que no les daría el que fuesen solo individuos, necesitaban algo más que piezas regadas al azar -¿Quieres una jauría o un grupo bien organizado? - Se encogió de hombros. Esther no era tan buena con las palabras en ocasiones, pero nunca se quedaba callada a menos que lo que estuviese en juego lo hiciese valer.
-No quiero nada de ti, me estás exasperando - No se iba a andar con rodeos cuando se sentía molesta. Podía controlarse en ciertas circunstancias, pero hacerle enfríar la cabeza cuando ya había perdido la paciencia no era algo sencillo. Hizo un gesto con su brazo restándole importancia a todo aquello. Le había hartado, por ello había lanzado el primer objeto en ese lugar que estuvo a su alcance y había tenido suerte, porque habría podido tirarle el resto del inmueble de exaltarse más. Bufó casi gruñendo y se dejó caer en el piso -¿Crees que yo creo eso? - sus facciones se suavizaron y tomaron un tinte diferente esta vez, dnotando que él le parecía un niño en ese momento. No podía alardear de ser ella mejor que otros, pero él carecía de muchas cosas también.
Había una diferencia entre ellos, pero era algo que salía a la vista. Esther había tenido la fortuna de conocer a algunos licanos a los que respetaba y tal vez admiraba -Eres un idiota, eso creo... -Dijo sin más y suspiró al ver que se había desecho de la bebida. Necesitaba un trago ahora y justo se le había ocurrido tirarle la única bebida alcohólica que tenía disponible. Chasqueó la lengua mientras él hablaba. Y justo como para sacarle de su aparente estado de calma, el hombre salió con aquello, se quejaba y no se daba cuenta de que el acababa de hacer lo mismo que ella.
Soltó una carcajada -Me dices que me has dichoas cosas, enfadándote y demás, cuando tu tampoco pareces haber captado lo que te estoy diciendo...- hizo una pausa al enfocar su mirada, entrecerrando los ojos ligeramente al verle -Pero hay una cosa, Duque- Dijo esa palabra con un cierto tono denotando que le desagradaba. Le señalaba con el dedo índice de su mano derecha desde allí -Yo también ya te he dicho lo que pienso - Odiaba ciertas cosas, pero debía admitir los casos en que eran necesarias -¿Quieres que lo repita para ti? No puedes llevar a un puñado de gente sin dirección... Quieras admitirlo o no.... es más, lo quieras o no... si es cierto lo que dices y puedes realmente controlar esto cuando la vida de otros está en riesgo, lo mejor que puedes hacer es convertirte en la persona que pueda llevarlos hacia ese punto en común que quieres defender. No puedes ser tan ingenuo y creer en que todos harán exactamente lo que deben, cada persona se mueve por razones distintas. Si los dejas, irán cada uno a su paso y en la dirección que quieran - Le fulminó con la mirada, aún quería insultarte o partirle la cara solo para calmar esa sensación que se había apoderado de ella momentos antes.
-Estoy segura de que puedes entender lo que te digo. No puedes fingir ni engañarte a tí mismo... Es más, tu lado animal, tu instinto, estoy segura que puede decírtelo... - ella más que nadie en ese momento odiaba la idea de verse bajo las órdenes de alguien, pero no podía negar que creía que eso era lo mejor, o probablemente algo así, sin una mente que guiase las situaciones de la manera adecuada, estaba destinado al fracaso, sobre todo si lo que quería era ir contra la Iglesia. Los Inquisidores no eran cosa de broma, necesitaban una fuerza similar si querían enfrentarlos, una que no les daría el que fuesen solo individuos, necesitaban algo más que piezas regadas al azar -¿Quieres una jauría o un grupo bien organizado? - Se encogió de hombros. Esther no era tan buena con las palabras en ocasiones, pero nunca se quedaba callada a menos que lo que estuviese en juego lo hiciese valer.
Esther de Le Santo- Licántropo Clase Alta
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Re: En la búsqueda de lo desconocido {Esther de Le Santo}
"La meta del líder no es una mera explicación o aclaración, sino la creación de significado."
Warren Bennis
Warren Bennis
La mujer continuaba en su posición iracunda, completamente a la defensiva, como si en verdad fuera Emerick quien había comenzado por atacarle un momento atrás. No sabía si ella se lo creía en realidad o simplemente se estaba haciendo la loca para ganar un poco de tiempo o tal vez revertir la discusión. Sin embargo, el Duque no se lo permitiría, aunque sí intentaría de actuar de aquella forma aprendida solamente dentro de los protocolos de la realeza; respirando profundamente, contando en su mente a hasta diez, relatando la vena y mostrándose totalmente abierto al diálogo. Aunque claro, jamás había logrado pasar siquiera la parte de contar.
— ¿Qué yo estoy a tratando de heríos? — se señaló a sí mismo — ¿Y con qué sentido, me podríais vos decir?
Realmente sus teorías comenzaban a sonarle increíbles. Jamás se hubiera atrevido a pensar que de su boca había salido un grupo de palabras hirientes ¿Qué no había sido ella la de las historias de rufianes cuyo pasado le llegaba a su memoria a razón de él? ¿Qué no había sido ella quien había arrojado al otro una botella por la cabeza? Al parecer, y de forma definitiva, algo andaba mal, o él no sabía entenderla o era ella quien no sabía expresarse. Por fortuna, ella también pareció notar sus diferencias, sin embargo, para los ojos de ella, quien no entendía nada de lo que se decía, era él.
Le observó sentarse y, con ello, supo que ella había regresado a su estado de calma, o de calma entre comillas, pues seguía irritada aunque sí se había sentado en el suelo es porque al menos ya no tenía intenciones de una pelea cuerpo a cuerpo, así que se sentó también, en uno de los sillones que estaban frente a la irritada e irritante mujer. Entrecerró los ojos para escucharle y asintió sólo una vez con la cabeza cuando ella le preguntó sí quería que le repitiera lo que en verdad pensaba de la situación.
Bajó la cabeza, las palabras de la loba realmente tenían razón y acababa de convencerlo. Sin embargo, aún se negaba de cierto modo a ser un verdadero líder, no se sentía seguro ni capaz de llevar a un grupo tan grande de personas, aún cuando ya lo había hecho muchas otras veces, desde que era pequeño que siempre había sabido dirigir a las masas, sin embargo, jamás a este nivel en donde no tan sólo se trataba de dirigir a un grupo, sino que además de llevar sus vidas a cuestas.
— Lo entiendo — le corroboró, alzando la mirada hasta clavarla en sus ojos marrones, cuando ella aseguró que sabía que él lo entendía — Y sé ahora que tenéis razón, imagino que siempre lo he sabido, sólo... No es fácil asumir una responsabilidad tan grande cuando son muchas otras vidas las que dependen de uno — suspiró pesadamente, pues de pronto se sentía, literalmente, estrellado contra una realidad que hasta ahora no había visto ante sus ojos, pero que inmediatamente supo que siempre había estado ahí — Imagino que lo mejor que puedo hacer es liderar este grupo de la mejor y más responsable manera posible; pensarme muy bien las cosas antes de hacerlas, conseguir la mayor cantidad de aliados, tener mucho cuidado a quien confío mis próximas jugadas, desarrollar planes sólidos, atar todos los cabos sueltos antes de hacer algún movimiento, conseguir espías y siempre tener como probar su fiabilidad, usar el parche antes de la herida y siempre tener una segunda estrategia en caso de emergencias.
Volvió a suspirar y asentir con la cabeza de manera segura, sabía que al asumir tal responsabilidad era un gran peso sobre sus hombros, pero ya no sólo sabía que ella tenía razón sino que él también sería capaz de llevar tales cosas y que llegaría hasta el final mismo con tal de ver sus objetivos cumplidos, aún cuando ello significará algunas pérdidas que, como en odas las guerras, serían inevitables.
— Sé también que haré todo lo posible y lo imposible por no perder vidas en mi bando, por dar todo, incluso sacrificar la mía por ponerles a salvo, pero sé también, que aún cuando quiera evitar las luchas violentas, de todos modos éstas llegarán a mi en un momento u otro, y tendré que asumir lo que ocurra sin echarme a morir, sin rendirse y sin bajar mi fortaleza en pos de darle seguridad a los que luchan a mi lado... Lo sé también... Siempre lo he sabido — reconoció mirándole a los ojos.
Quizás eso era todo lo que le faltaba, una persona que le abriera los ojos ante esa realidad que el mismo se negaba a ver, pero ahora que la veía de frente, se sabía capaz de superar. Lo sabía, pues así como lo decía ella, su propia naturaleza se lo estaba diciendo.
— ¿Qué yo estoy a tratando de heríos? — se señaló a sí mismo — ¿Y con qué sentido, me podríais vos decir?
Realmente sus teorías comenzaban a sonarle increíbles. Jamás se hubiera atrevido a pensar que de su boca había salido un grupo de palabras hirientes ¿Qué no había sido ella la de las historias de rufianes cuyo pasado le llegaba a su memoria a razón de él? ¿Qué no había sido ella quien había arrojado al otro una botella por la cabeza? Al parecer, y de forma definitiva, algo andaba mal, o él no sabía entenderla o era ella quien no sabía expresarse. Por fortuna, ella también pareció notar sus diferencias, sin embargo, para los ojos de ella, quien no entendía nada de lo que se decía, era él.
Le observó sentarse y, con ello, supo que ella había regresado a su estado de calma, o de calma entre comillas, pues seguía irritada aunque sí se había sentado en el suelo es porque al menos ya no tenía intenciones de una pelea cuerpo a cuerpo, así que se sentó también, en uno de los sillones que estaban frente a la irritada e irritante mujer. Entrecerró los ojos para escucharle y asintió sólo una vez con la cabeza cuando ella le preguntó sí quería que le repitiera lo que en verdad pensaba de la situación.
Bajó la cabeza, las palabras de la loba realmente tenían razón y acababa de convencerlo. Sin embargo, aún se negaba de cierto modo a ser un verdadero líder, no se sentía seguro ni capaz de llevar a un grupo tan grande de personas, aún cuando ya lo había hecho muchas otras veces, desde que era pequeño que siempre había sabido dirigir a las masas, sin embargo, jamás a este nivel en donde no tan sólo se trataba de dirigir a un grupo, sino que además de llevar sus vidas a cuestas.
— Lo entiendo — le corroboró, alzando la mirada hasta clavarla en sus ojos marrones, cuando ella aseguró que sabía que él lo entendía — Y sé ahora que tenéis razón, imagino que siempre lo he sabido, sólo... No es fácil asumir una responsabilidad tan grande cuando son muchas otras vidas las que dependen de uno — suspiró pesadamente, pues de pronto se sentía, literalmente, estrellado contra una realidad que hasta ahora no había visto ante sus ojos, pero que inmediatamente supo que siempre había estado ahí — Imagino que lo mejor que puedo hacer es liderar este grupo de la mejor y más responsable manera posible; pensarme muy bien las cosas antes de hacerlas, conseguir la mayor cantidad de aliados, tener mucho cuidado a quien confío mis próximas jugadas, desarrollar planes sólidos, atar todos los cabos sueltos antes de hacer algún movimiento, conseguir espías y siempre tener como probar su fiabilidad, usar el parche antes de la herida y siempre tener una segunda estrategia en caso de emergencias.
Volvió a suspirar y asentir con la cabeza de manera segura, sabía que al asumir tal responsabilidad era un gran peso sobre sus hombros, pero ya no sólo sabía que ella tenía razón sino que él también sería capaz de llevar tales cosas y que llegaría hasta el final mismo con tal de ver sus objetivos cumplidos, aún cuando ello significará algunas pérdidas que, como en odas las guerras, serían inevitables.
— Sé también que haré todo lo posible y lo imposible por no perder vidas en mi bando, por dar todo, incluso sacrificar la mía por ponerles a salvo, pero sé también, que aún cuando quiera evitar las luchas violentas, de todos modos éstas llegarán a mi en un momento u otro, y tendré que asumir lo que ocurra sin echarme a morir, sin rendirse y sin bajar mi fortaleza en pos de darle seguridad a los que luchan a mi lado... Lo sé también... Siempre lo he sabido — reconoció mirándole a los ojos.
Quizás eso era todo lo que le faltaba, una persona que le abriera los ojos ante esa realidad que el mismo se negaba a ver, pero ahora que la veía de frente, se sabía capaz de superar. Lo sabía, pues así como lo decía ella, su propia naturaleza se lo estaba diciendo.
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Re: En la búsqueda de lo desconocido {Esther de Le Santo}
Todo era, que cuando algo le molestaba a Esther de Le Santo, no importaba la forma iracunda de demostrarlo, así fuese con las reacciones más inverosímiles que pudiese mostrar ante alguien que no le conocía. Para los que sí, tal vez era un poco distinto. Como sabe que ella destrozaría todo el inmueble con tal de calmarse y luego actuaría como si nada. Desde hacía un rato, él tenía ese algo que le molestaba, así que no importaba si hubiese dicho otra cosa, habría buscado la manera de hacérselo saber, aunque él no entendiese ni pizca de lo que le decía.
No le contestó a esas preguntas que le parecieron tontas en ese instante, tampoco había necesidad de contestarlas, él no parecía tener mucha paciencia y tampoco podía decir que ella la tuviese, así que mejor evitarse el diálogo innecesario que se produciría con ello. Arqueó una ceja mientras le escuchaba. No es que fuese a tener que darse cuenta. Era incluso sentido común al poner lo que quería hacer como cartas sobre una mesa.
Suspiró después de un rato, desviando su mirada de él -Me exasperas, eres un cobarde - masculló ante sus palabras. Cualquiera podía darse cuenta, y se suponía que alguien como él, siendo quien queria empezar algo, debía saberlo y aceptarlo desde un inicio. Podía no ser él directamente, pero hay ciertas cosas que cuando quieres verlas cumplidas, debes dar lo mejor de tí, incluso si eso significa volverte un mismo esclavo de lo que deseas.
Esther era una persona que no seguía demasiadas reglas, salvo en la que ella creía, tampoco era tonta y sabía que probablemente el jovenzuelo no lo fuese del todo -Templa ese carácter. Probablemente no sea la única que no desee a alguien como tu dirigiéndole - Hay cosas que a veces no se pueden evitar. Fuese como fuese, ella seguía siendo una mujer, y en esos tiempos, sin importar lo buena que fuese, eso le restaba algo ante los demás de alguna manera. Inlcuso si se decía lo contrario. Algo de lo que él no sufriría en un caso muy particular y dado. Eso, y además, había veces en las que era mejor moverse de forma diferente. No tenía problema en admitir que para ella era más conveniente no estar en el punto de mira, en la cabeza de una movilización.
Movió la cabeza como si tratase de relajar los músculos de su cuello. Él era estresante para ella, pero probablemente no tanto como podía llegar a serlo. Podía mirarle de esa forma y se había dado cuenta que de haber podido probablemente podría haber dicho una sarta de palabrerías que no llevarían a nada bueno con ella.
Esther era difícil de controlar, y podía salirse con la suya de maneras tan extrañas en situaciones que se pudiesen poner difíciles. Cuando había considerado la causa de Emerick algo justo por lo cual luchar, sin embargo, lo había pensado en serio, antes de saber nada más, por otro lado, le había dado su palabra de alguna forma. Suspiró y el tono de su voz era un poco diferente, como quien habla de algo tan trivial o simple -Eres muy lento para ciertas cosas. Eso lo sabría cualquiera. Esa es la diferencia entre alguien que realmente quiere dar su vida por sus ideales. ¿Temes a esas cosas? Súperalo, porque no llegarás muy lejos si temes las obligaciones que acarrearas sobre ti mismo - No es que tuviese algo en su contra, pero el pareía muy blando de alguna forma. Era ... realmente como ver a un niño dudando antes de hacer algo -No lo hagas por hacerlo.. Si estás dispuesto a hacer eso y ponerte a tí mismo en esa posición, hazlo con la firme convicción de quien eres y de lo que eres capaz... -sonrió de una forma un tanto mezquina al levantarse y verle desde ese punto. Esther podía hacer muchas cosas y ser totalmente irracional, pero una vez que tenía algo en la mente no haría más que visualizarse donde quería estar hasta obtener lo que deseara, por muy difícil que fuese.
No le contestó a esas preguntas que le parecieron tontas en ese instante, tampoco había necesidad de contestarlas, él no parecía tener mucha paciencia y tampoco podía decir que ella la tuviese, así que mejor evitarse el diálogo innecesario que se produciría con ello. Arqueó una ceja mientras le escuchaba. No es que fuese a tener que darse cuenta. Era incluso sentido común al poner lo que quería hacer como cartas sobre una mesa.
Suspiró después de un rato, desviando su mirada de él -Me exasperas, eres un cobarde - masculló ante sus palabras. Cualquiera podía darse cuenta, y se suponía que alguien como él, siendo quien queria empezar algo, debía saberlo y aceptarlo desde un inicio. Podía no ser él directamente, pero hay ciertas cosas que cuando quieres verlas cumplidas, debes dar lo mejor de tí, incluso si eso significa volverte un mismo esclavo de lo que deseas.
Esther era una persona que no seguía demasiadas reglas, salvo en la que ella creía, tampoco era tonta y sabía que probablemente el jovenzuelo no lo fuese del todo -Templa ese carácter. Probablemente no sea la única que no desee a alguien como tu dirigiéndole - Hay cosas que a veces no se pueden evitar. Fuese como fuese, ella seguía siendo una mujer, y en esos tiempos, sin importar lo buena que fuese, eso le restaba algo ante los demás de alguna manera. Inlcuso si se decía lo contrario. Algo de lo que él no sufriría en un caso muy particular y dado. Eso, y además, había veces en las que era mejor moverse de forma diferente. No tenía problema en admitir que para ella era más conveniente no estar en el punto de mira, en la cabeza de una movilización.
Movió la cabeza como si tratase de relajar los músculos de su cuello. Él era estresante para ella, pero probablemente no tanto como podía llegar a serlo. Podía mirarle de esa forma y se había dado cuenta que de haber podido probablemente podría haber dicho una sarta de palabrerías que no llevarían a nada bueno con ella.
Esther era difícil de controlar, y podía salirse con la suya de maneras tan extrañas en situaciones que se pudiesen poner difíciles. Cuando había considerado la causa de Emerick algo justo por lo cual luchar, sin embargo, lo había pensado en serio, antes de saber nada más, por otro lado, le había dado su palabra de alguna forma. Suspiró y el tono de su voz era un poco diferente, como quien habla de algo tan trivial o simple -Eres muy lento para ciertas cosas. Eso lo sabría cualquiera. Esa es la diferencia entre alguien que realmente quiere dar su vida por sus ideales. ¿Temes a esas cosas? Súperalo, porque no llegarás muy lejos si temes las obligaciones que acarrearas sobre ti mismo - No es que tuviese algo en su contra, pero el pareía muy blando de alguna forma. Era ... realmente como ver a un niño dudando antes de hacer algo -No lo hagas por hacerlo.. Si estás dispuesto a hacer eso y ponerte a tí mismo en esa posición, hazlo con la firme convicción de quien eres y de lo que eres capaz... -sonrió de una forma un tanto mezquina al levantarse y verle desde ese punto. Esther podía hacer muchas cosas y ser totalmente irracional, pero una vez que tenía algo en la mente no haría más que visualizarse donde quería estar hasta obtener lo que deseara, por muy difícil que fuese.
Esther de Le Santo- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 23/09/2011
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