AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
They Speak with Knives [Ginevra Cavaradossi]
Página 1 de 1.
They Speak with Knives [Ginevra Cavaradossi]
«Una palabra hiere más profundamente que una espada.»
---Robert Burton
---Robert Burton
Una y otra vez observó colgando del muro aquella pintura cuyo autor era él mismo. Una reproducción de una escena en un puerto de una obra que había visto hace muchos años y que no volvió a toparse, lo obsesionaba y no lo ocultaba. El dueño, según recordaba, era este hombre que residía en Florencia, por su nombre se intuía que era nativo de la ciudad: Indro Galeotti, pero algo en Tulio le hacía creer que su origen era otro, en realidad no le importaba, le interesaba más el cuadro. La reproducción que él había hecho era en base a sus recuerdos y nada más, podía ser una versión propia de la misma, un acercamiento, quizá había olvidado detalles y agregado otros, aunque si alguna cualidad tenía, era una buena memoria, así que debía ser bastante fiel. Nunca más volvió a saber de la pintura, pero la seguía buscando.
Estaba detrás del escritorio clasificando unos grabados del siglo XII, pero aquella poderosa y mundana escena lo capturó, solía hipnotizarlo sin entender el por qué, no es como si se lo preguntara a menudo. No pudo más, dejó de lado lo que estaba haciendo y se puso de pie, rodeó el escritorio y caminó en línea recta hasta quedar a un palmo de distancia del lienzo, leyó la firma, su firma y luego se alejó sin darle la espalda. La pintura original no valía nada y esa reproducción valía menos que nada, entonces ¿en qué sitio yacía su obsesión? Era la escena, tenía fuerza fragante, como si escondiera en código las respuestas a las grandes preguntas universales.
Ese que observaba la obra era el Tulio que rara vez veía la luz fuera de ese sitio, el que comprendía el arte y lo sentía, el que era capaz de llorar incluso conmovido por una sinfonía, el que nadie conocía, porque aunque su madre y Verónica, su hermana favorita, lograban ver retazos de ese Tulio real, en verdad jamás podía develarse al completo ante nadie, excepto él mismo. Entonces escuchó pasos fuera de su estudio de aquella residencia a la que apenas comenzaba a acostumbrarse; el semblante cambió, se endureció, no podía ser descubierto siendo aquel que con tanto ahínco se había encargado de esconder, y si consideraba a la otra inquilina de esa casa, era peor. Mostrarse débil era terrible, mostrarse débil frente a ella era imperdonable.
Los pasos se acercaron, Tulio se irguió y se alejó de la pintura para acercarse a una ventana, fingir que la miraba. Tomaron la perilla de la puerta, la giraron y abrieron, entonces él sólo movió el rostro para observar por sobre su hombro.
-Ginny –dijo con alevosía hiriente, ella odiaba el diminutivo, o tal vez sólo odiaba que él lo usara-, ¿qué quieres? Aquí no hay nada que pueda interesarte –su voz se llenó de arrogancia, dando a entender que ella no era capaz de entender los intrincados caminos del arte-. ¿O sí? –arqueó una ceja, se giró completamente y caminó a ella, aunque debía aceptar que le tenía un dejo de respeto pues no quería terminar con las uñas ajenas enterradas en los músculos o con la cara enrojecida por una bofetada. Ginevra era mujer de armas tomar, eso nunca iba a negarlo.
Estaba detrás del escritorio clasificando unos grabados del siglo XII, pero aquella poderosa y mundana escena lo capturó, solía hipnotizarlo sin entender el por qué, no es como si se lo preguntara a menudo. No pudo más, dejó de lado lo que estaba haciendo y se puso de pie, rodeó el escritorio y caminó en línea recta hasta quedar a un palmo de distancia del lienzo, leyó la firma, su firma y luego se alejó sin darle la espalda. La pintura original no valía nada y esa reproducción valía menos que nada, entonces ¿en qué sitio yacía su obsesión? Era la escena, tenía fuerza fragante, como si escondiera en código las respuestas a las grandes preguntas universales.
Ese que observaba la obra era el Tulio que rara vez veía la luz fuera de ese sitio, el que comprendía el arte y lo sentía, el que era capaz de llorar incluso conmovido por una sinfonía, el que nadie conocía, porque aunque su madre y Verónica, su hermana favorita, lograban ver retazos de ese Tulio real, en verdad jamás podía develarse al completo ante nadie, excepto él mismo. Entonces escuchó pasos fuera de su estudio de aquella residencia a la que apenas comenzaba a acostumbrarse; el semblante cambió, se endureció, no podía ser descubierto siendo aquel que con tanto ahínco se había encargado de esconder, y si consideraba a la otra inquilina de esa casa, era peor. Mostrarse débil era terrible, mostrarse débil frente a ella era imperdonable.
Los pasos se acercaron, Tulio se irguió y se alejó de la pintura para acercarse a una ventana, fingir que la miraba. Tomaron la perilla de la puerta, la giraron y abrieron, entonces él sólo movió el rostro para observar por sobre su hombro.
-Ginny –dijo con alevosía hiriente, ella odiaba el diminutivo, o tal vez sólo odiaba que él lo usara-, ¿qué quieres? Aquí no hay nada que pueda interesarte –su voz se llenó de arrogancia, dando a entender que ella no era capaz de entender los intrincados caminos del arte-. ¿O sí? –arqueó una ceja, se giró completamente y caminó a ella, aunque debía aceptar que le tenía un dejo de respeto pues no quería terminar con las uñas ajenas enterradas en los músculos o con la cara enrojecida por una bofetada. Ginevra era mujer de armas tomar, eso nunca iba a negarlo.
Invitado- Invitado
Re: They Speak with Knives [Ginevra Cavaradossi]
"Rosso. L'odio, il sangue, l’amore ..."
- ¡Odio Paris! – Grita para si misma en su enorme habitación, el francés aunque lo habla con fluidez, estudiado desde niña, lo odia, y nunca lo esconde, por primera vez en su vida extraña su lengua natal, el italiano, lo usa como si estuviera abusando de él, por que ese idioma significa su vida, su pasado, el cual extraña, ahora es una “mujer casada” con un hombre que la desprecia tanto o más que ella.
El francés significa cambios y una vida monótona donde solo hay soledad, así se siente en esa casa, asfixiada, harta, odia esas cuatro paredes que conforman la habitación matrimonial, donde la cama se encuentra presente, pero donde solamente una sola persona la usa, ella misma, y es cierto que también además de sentir esa opresión en esa habitación es su propio refugio cuando las palabras más que hacerla sonreír, la hieren, jamás mostrara una lagrima recorrer su bello rostro, ni aunque sus palabras la lastimen a niveles que no podía entender ¿Por qué? Su respuesta era sencilla, por el odio que llegaba a sentir por él, aunque tal vez odio era una palabra fuerte.
Esa misma mañana había recibido una carta de su madre, la cual en vez de alegrarla la enojo más, la carta indicaba que tenia que consumar el matrimonio si quería que las habladurías no continuaran, a demás se corría el rumor de que el hombre iba a burdeles por que ella no podía satisfacerle, Ginevra sabia que eso era verdad, y no le molestaba, estaba demasiado gustosa que no tuviera que compartir lecho con ese detestable hombre, pero a su vez tenia miedo de perderle, esa ridícula nostalgia que le hacia perder la cabeza de momentos
Se acercó hasta el espejo de cuerpo completo que descansaba frente a ella, mirando su bello y delicado cuerpo cubierto por ropa interior, su larga cabellera morena que daba un toque especial a su rostro, ella estaba muy orgullosa de su belleza, ningún hombre se había resistido a ella jamás, aunque era virgen, se había dado el lujo de despechar e insinuarles cosas a muchos hombres, su marido no debía ser difícil, aunque fuera una unión arreglada.
Se contoneaba levemente perdida no en su imagen, realmente su cabeza intentaba inventar algo, pero nada conseguía, de momentos volvía a mirarse en el espejo… solo era cuestión de ver más allá de ella, un vestido rojo cual la sangre se encontraba colgado en la puerta del armario, era lo que luciría para una fiesta cercana, un pedido especial y bastante caro, pero sobre todo irresistible.
Se quito la parte de arriba de la ropa interior, poniéndose el vestido, pero dejando el corsé lo más suelto, para que su espalda pudiera ser visualizada sin ningún problema, además era domingo y su servidumbre tomaba el día libre, todo parecía ir de maravilla, después de todo, no creía que ese hombre fuera de hierro.
Antes de girar la perilla tomo el suficiente aire que pudo, no podía creer que estaba haciendo eso, rebajarse a ese nivel con un hombre que no valía la pena, sabia que por lo menos tendría que esperar de parte suyos varios insultos y sarcasmos antes de poder hacer algo.
“Ginny”, en la cara de Ginevra se mostraba su molestia pero también era muy buena actriz, así que de un segundo a otro cambio su semblante – No te hagas el importante, que sea tu trabajo no significa que seas el único bueno en ello – era verdad, no es que fuera una gran mujer culta con respecto al arte, pero si sabía un poco, su padre la había educado para todo en pequeñas dosis, con la única idea de impresionar a su futuro marido.
- Y tampoco es que tenga muchas ganas de verte, pero ya que les diste el día libre a las sirvientas y no hay ni un alma con quien hablar, necesito TU AYUDA – dio énfasis en las palabras, se estaba rebajando, lo sabia, mentalmente se estaba humillando así misma por hacer eso, pero no dijo nada, solamente se giro para dejar ver el corsé suelto - ¿me ayudas? – el tono de su voz un poco más suave, lo miro sobre su hombro con un par de pestañeos suaves, tampoco quería parecer muy desesperada…
- ¡Odio Paris! – Grita para si misma en su enorme habitación, el francés aunque lo habla con fluidez, estudiado desde niña, lo odia, y nunca lo esconde, por primera vez en su vida extraña su lengua natal, el italiano, lo usa como si estuviera abusando de él, por que ese idioma significa su vida, su pasado, el cual extraña, ahora es una “mujer casada” con un hombre que la desprecia tanto o más que ella.
El francés significa cambios y una vida monótona donde solo hay soledad, así se siente en esa casa, asfixiada, harta, odia esas cuatro paredes que conforman la habitación matrimonial, donde la cama se encuentra presente, pero donde solamente una sola persona la usa, ella misma, y es cierto que también además de sentir esa opresión en esa habitación es su propio refugio cuando las palabras más que hacerla sonreír, la hieren, jamás mostrara una lagrima recorrer su bello rostro, ni aunque sus palabras la lastimen a niveles que no podía entender ¿Por qué? Su respuesta era sencilla, por el odio que llegaba a sentir por él, aunque tal vez odio era una palabra fuerte.
Esa misma mañana había recibido una carta de su madre, la cual en vez de alegrarla la enojo más, la carta indicaba que tenia que consumar el matrimonio si quería que las habladurías no continuaran, a demás se corría el rumor de que el hombre iba a burdeles por que ella no podía satisfacerle, Ginevra sabia que eso era verdad, y no le molestaba, estaba demasiado gustosa que no tuviera que compartir lecho con ese detestable hombre, pero a su vez tenia miedo de perderle, esa ridícula nostalgia que le hacia perder la cabeza de momentos
Se acercó hasta el espejo de cuerpo completo que descansaba frente a ella, mirando su bello y delicado cuerpo cubierto por ropa interior, su larga cabellera morena que daba un toque especial a su rostro, ella estaba muy orgullosa de su belleza, ningún hombre se había resistido a ella jamás, aunque era virgen, se había dado el lujo de despechar e insinuarles cosas a muchos hombres, su marido no debía ser difícil, aunque fuera una unión arreglada.
Se contoneaba levemente perdida no en su imagen, realmente su cabeza intentaba inventar algo, pero nada conseguía, de momentos volvía a mirarse en el espejo… solo era cuestión de ver más allá de ella, un vestido rojo cual la sangre se encontraba colgado en la puerta del armario, era lo que luciría para una fiesta cercana, un pedido especial y bastante caro, pero sobre todo irresistible.
Se quito la parte de arriba de la ropa interior, poniéndose el vestido, pero dejando el corsé lo más suelto, para que su espalda pudiera ser visualizada sin ningún problema, además era domingo y su servidumbre tomaba el día libre, todo parecía ir de maravilla, después de todo, no creía que ese hombre fuera de hierro.
Antes de girar la perilla tomo el suficiente aire que pudo, no podía creer que estaba haciendo eso, rebajarse a ese nivel con un hombre que no valía la pena, sabia que por lo menos tendría que esperar de parte suyos varios insultos y sarcasmos antes de poder hacer algo.
“Ginny”, en la cara de Ginevra se mostraba su molestia pero también era muy buena actriz, así que de un segundo a otro cambio su semblante – No te hagas el importante, que sea tu trabajo no significa que seas el único bueno en ello – era verdad, no es que fuera una gran mujer culta con respecto al arte, pero si sabía un poco, su padre la había educado para todo en pequeñas dosis, con la única idea de impresionar a su futuro marido.
- Y tampoco es que tenga muchas ganas de verte, pero ya que les diste el día libre a las sirvientas y no hay ni un alma con quien hablar, necesito TU AYUDA – dio énfasis en las palabras, se estaba rebajando, lo sabia, mentalmente se estaba humillando así misma por hacer eso, pero no dijo nada, solamente se giro para dejar ver el corsé suelto - ¿me ayudas? – el tono de su voz un poco más suave, lo miro sobre su hombro con un par de pestañeos suaves, tampoco quería parecer muy desesperada…
Ginevra Cavaradossi- Humano Clase Alta
- Mensajes : 7
Fecha de inscripción : 01/09/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: They Speak with Knives [Ginevra Cavaradossi]
Aguardó expectante, sus ojos fijos en el rostro de ella, porque si se dedicaba a delinear su figura no estaba seguro de cómo reaccionaría su cuerpo. Una cosa era esa personalidad suya forjada a base de duras palabras paternas, esa que mostraba al mundo todo el tiempo, y otra muy distinta era la más básica biología, Ginevra le había atraído desde el primer momento y no era tan obtuso como para mentirse a sí mismo en la intimidad de sus pensamientos, ahí lo aceptaba, quizá no en una totalidad prodigiosa, pero no se engañaba, esa mujer era perfecta de la cabeza a los pies y ni qué decir de su fragante y arrojada personalidad, de Midas en cuerpo femenino, que todo lo que toca lo ha de convertir en oro. Y aunque su rostro se dibujaba en líneas armónicas –él lo sabía, pues conocía de arte- era más sencillo mantener una conversación así que mirándola a cualquier parte de su fisonomía.
Controlado ese aspecto, se cruzó de brazos y sonrió con socarrón desdén, calló sepulcralmente hasta que ella hubo terminado. Cerró los ojos con un gozo artero y rio por lo bajo negando con la cabeza, disfrutó de las palabras que su mujer le decía como si de una sinfonía se tratara. Suspiró luego tras el deleite.
-¿Escuché bien? –Volvió a abrir los ojos y mirarla sin borrar ese gesto irónico de su rostro, echó las manos al aire y caminó por la habitación rodeando a Ginevra como un tigre en la cuenca de Ganges rodeando a su presa-, ¿la niña consentida que no necesita de nadie está pidiendo mi ayuda? –Eran preguntas retóricas, incisivas, hirientes adrede, no lo ocultaba, lo acentuaba más de ser posible –creí que mientras te procurara todas tus comodidades, eras feliz aquí –se detuvo en su marcha y miró al suelo, rio un poco más –eres libre de hacer lo que te plazca –alzó el rostro –como yo soy libre de hacer lo que me venga en gana, una cosa es el cuento que han decidido creerse nuestros padres y otra muy distinta la realidad que dentro de esta casa acontece, ¿no? –claro, al final esa inflexión para hacer reaccionar a su esposa, decía todo aquello, desde luego, para restregarle en la cara el lazo que no los unía -si eso la hería o no, era irrelevante-. Negó con la cabeza, chasqueó con la lengua y aunque lucía meditabundo, la verdad es que se estaba divirtiendo.
-Vamos, vamos Ginny –dijo de nuevo aquel diminutivo como saeta directa al orgullo de Ginevra –suéltalo ya, ¿para qué necesitas mi preciada ayuda? ¿Qué es tan importante que te ha hecho ver que tú sola no puedes hacerlo? –los golpes eran bajos, pero no podía esperarse otra cosa viniendo de él, de ambos, esa era la dinámica diaria, la rutina, el pan de cada día. Él se iba, se metía con otras mujeres o prostitutas y regresaba a fingir que ella para él no significaba nada, ¿era sano? Por supuesto que no, ¿pero qué iba a ser sano entre dos personas con orgullos tan inconmensurablemente enormes? Eso era una batalla eterna de voluntades, que se iba a prolongar hasta que uno decidiera ceder, cosa que lucía improbable.
Se paró recto como un soltado, las manos a los costados y mirando fijamente a su interlocutora, había alargado la distancia en su leve transitar por la habitación y así, desde ahí podía verla mejor, sus hombros, su cuello –ese que había deseado besar tantas veces-, su pecho; apretó los puños para contenerse y en cambio adoptó un semblante desesperado, que no era raro en el, paciente no era una virtud que poseyera.
-¿Y bien? ¿Me dirás? No estoy para tus juegos, yo sí tengo cosas que hacer –la punta del pie derecho golpeó una y otra vez la alfombra del estudio con desespero, Tulio inclinó la cabeza ligeramente hacia atrás, concentrándose en todo lo que detestaba de ella, que era mucho, pero que cada día que pasaba a su lado parecía menos importante.
Controlado ese aspecto, se cruzó de brazos y sonrió con socarrón desdén, calló sepulcralmente hasta que ella hubo terminado. Cerró los ojos con un gozo artero y rio por lo bajo negando con la cabeza, disfrutó de las palabras que su mujer le decía como si de una sinfonía se tratara. Suspiró luego tras el deleite.
-¿Escuché bien? –Volvió a abrir los ojos y mirarla sin borrar ese gesto irónico de su rostro, echó las manos al aire y caminó por la habitación rodeando a Ginevra como un tigre en la cuenca de Ganges rodeando a su presa-, ¿la niña consentida que no necesita de nadie está pidiendo mi ayuda? –Eran preguntas retóricas, incisivas, hirientes adrede, no lo ocultaba, lo acentuaba más de ser posible –creí que mientras te procurara todas tus comodidades, eras feliz aquí –se detuvo en su marcha y miró al suelo, rio un poco más –eres libre de hacer lo que te plazca –alzó el rostro –como yo soy libre de hacer lo que me venga en gana, una cosa es el cuento que han decidido creerse nuestros padres y otra muy distinta la realidad que dentro de esta casa acontece, ¿no? –claro, al final esa inflexión para hacer reaccionar a su esposa, decía todo aquello, desde luego, para restregarle en la cara el lazo que no los unía -si eso la hería o no, era irrelevante-. Negó con la cabeza, chasqueó con la lengua y aunque lucía meditabundo, la verdad es que se estaba divirtiendo.
-Vamos, vamos Ginny –dijo de nuevo aquel diminutivo como saeta directa al orgullo de Ginevra –suéltalo ya, ¿para qué necesitas mi preciada ayuda? ¿Qué es tan importante que te ha hecho ver que tú sola no puedes hacerlo? –los golpes eran bajos, pero no podía esperarse otra cosa viniendo de él, de ambos, esa era la dinámica diaria, la rutina, el pan de cada día. Él se iba, se metía con otras mujeres o prostitutas y regresaba a fingir que ella para él no significaba nada, ¿era sano? Por supuesto que no, ¿pero qué iba a ser sano entre dos personas con orgullos tan inconmensurablemente enormes? Eso era una batalla eterna de voluntades, que se iba a prolongar hasta que uno decidiera ceder, cosa que lucía improbable.
Se paró recto como un soltado, las manos a los costados y mirando fijamente a su interlocutora, había alargado la distancia en su leve transitar por la habitación y así, desde ahí podía verla mejor, sus hombros, su cuello –ese que había deseado besar tantas veces-, su pecho; apretó los puños para contenerse y en cambio adoptó un semblante desesperado, que no era raro en el, paciente no era una virtud que poseyera.
-¿Y bien? ¿Me dirás? No estoy para tus juegos, yo sí tengo cosas que hacer –la punta del pie derecho golpeó una y otra vez la alfombra del estudio con desespero, Tulio inclinó la cabeza ligeramente hacia atrás, concentrándose en todo lo que detestaba de ella, que era mucho, pero que cada día que pasaba a su lado parecía menos importante.
Invitado- Invitado
Re: They Speak with Knives [Ginevra Cavaradossi]
Se quedo callada, mientras oía cada una de sus palabras, solo se mordía el labio inferior con fuerza de un momento a otro como siguiera haciendo presión empezaría a sangrarle, uno a uno iba recibiendo los golpes bajos, pero estaba acostumbrada a ellos, el único problema de todo eso, era simplemente que todos los días se defendía con palabras igual de hirientes y cuando se veía vencida se retiraba de su presencia, varias veces había llorado por culpa del enojo, ¡del odio que él le causaba! De la repulsión que le hacia sentir, de el amor que le consumía por dentro pero que jamás mostraría enfrente de un hombre que la despreciaba de ese modo.
La Ginevra de ese día se mantenía callada, intentando aparentemente estar serena, hasta que volvió a preguntarle para que lo necesitaba, frunció el ceño volviendo a girar para darle la espalda y mostrar su espalda desnuda, Gine era una mujer que conseguía lo que quería, sabia ser paciente pero él, la sacaba de sus casillas, cuando se dio la vuelta para darle la espalda tomo aire “Ginevra respira hondo, pronto todo esto acabará” se decía internamente, tenia una misión por ello estaba en esa habitación que a su mirar era una habitación lúgubre, aun cuando piezas hermosas de arte, libros y demás detalles y acabados la hicieran hermosa, odiaba esa habitación en especial ese cuadro que adornaba la mayor parte de la habitación, tal vez por que le recordaba a él, por que le recordaba que él jamás se fijaría en ella.
-Solo… - trago saliva cuando se oyó hablar con ese tono tan suyo de exasperación – Solo, quería que me ayudaras con el corsé, no te estaba pidiendo una cátedra de que si tu no eres mío y yo no soy tuya, y si no me quieres en tu vida ni yo en la tuya – si, no podía evitarlo, las palabras eran vomitadas como veneno, le quemaban la garganta no podía dejarse menospreciar por él, ese hombre tan… no encontraba ni siquiera formas de insultarlo en su mente, por que en ella era imposible a veces hacerlo.
Suspiro, estaba descontrolándose, no podía – Por favor, solo ayúdame, no quiero discutir contigo – en verdad no quería discutir, por que se conocía, y en cualquier momento algún jarrón saldría en dirección hacia el hombre, sin importarle romperle la cabeza, ya le había pegado una vez, cuando se habían conocido y no dudaría hacerlo de nuevo, como siguiera provocándola, bastante tenia con tener en mente su cuerpo sobre el propio, ¡eso era una asquerosidad!
Pero, si lo era ¿Por qué se había estremecido al pensarlo? “por repugnancia, por ello” se decía mentalmente, acercándose de nuevo al hombre tirando un poco del vestido hacia arriba antes de dejarlo caer un poco de más dejando ver más de donde la espalda pierde su nombre, giraba su rostro para encontrarse con sus ojos, de cierto modo ese contacto visual entre ambos era algo pesado, por el hecho de saber que él no estaba mirando su cuerpo, eso era un golpe bajo hasta ciertos puntos, la hacia sentir fea, todos los hombres tenían puestos los ojos en la señora Cavaradossi ¡menos el estúpido señor Cavaradossi! Y aun cuando lo sabia seguía intentándolo…
La Ginevra de ese día se mantenía callada, intentando aparentemente estar serena, hasta que volvió a preguntarle para que lo necesitaba, frunció el ceño volviendo a girar para darle la espalda y mostrar su espalda desnuda, Gine era una mujer que conseguía lo que quería, sabia ser paciente pero él, la sacaba de sus casillas, cuando se dio la vuelta para darle la espalda tomo aire “Ginevra respira hondo, pronto todo esto acabará” se decía internamente, tenia una misión por ello estaba en esa habitación que a su mirar era una habitación lúgubre, aun cuando piezas hermosas de arte, libros y demás detalles y acabados la hicieran hermosa, odiaba esa habitación en especial ese cuadro que adornaba la mayor parte de la habitación, tal vez por que le recordaba a él, por que le recordaba que él jamás se fijaría en ella.
-Solo… - trago saliva cuando se oyó hablar con ese tono tan suyo de exasperación – Solo, quería que me ayudaras con el corsé, no te estaba pidiendo una cátedra de que si tu no eres mío y yo no soy tuya, y si no me quieres en tu vida ni yo en la tuya – si, no podía evitarlo, las palabras eran vomitadas como veneno, le quemaban la garganta no podía dejarse menospreciar por él, ese hombre tan… no encontraba ni siquiera formas de insultarlo en su mente, por que en ella era imposible a veces hacerlo.
Suspiro, estaba descontrolándose, no podía – Por favor, solo ayúdame, no quiero discutir contigo – en verdad no quería discutir, por que se conocía, y en cualquier momento algún jarrón saldría en dirección hacia el hombre, sin importarle romperle la cabeza, ya le había pegado una vez, cuando se habían conocido y no dudaría hacerlo de nuevo, como siguiera provocándola, bastante tenia con tener en mente su cuerpo sobre el propio, ¡eso era una asquerosidad!
Pero, si lo era ¿Por qué se había estremecido al pensarlo? “por repugnancia, por ello” se decía mentalmente, acercándose de nuevo al hombre tirando un poco del vestido hacia arriba antes de dejarlo caer un poco de más dejando ver más de donde la espalda pierde su nombre, giraba su rostro para encontrarse con sus ojos, de cierto modo ese contacto visual entre ambos era algo pesado, por el hecho de saber que él no estaba mirando su cuerpo, eso era un golpe bajo hasta ciertos puntos, la hacia sentir fea, todos los hombres tenían puestos los ojos en la señora Cavaradossi ¡menos el estúpido señor Cavaradossi! Y aun cuando lo sabia seguía intentándolo…
Ginevra Cavaradossi- Humano Clase Alta
- Mensajes : 7
Fecha de inscripción : 01/09/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: They Speak with Knives [Ginevra Cavaradossi]
Desde que Tulio tenía memoria, su interior se trataba de una batalla, de una lucha entre el hombre que siente y que sufre y el sujeto frío, distante y arrogante que se había forjado con los años, tenía recuerdos que eran más bien borrosos de que no siempre había sido así, que en los años de la tierna infancia incluso adolescencia era distinto, era más abierto, más sensible y más sencillo, pero eso no lo tenía permitido, no a ojos de su padre al menos y le resultó imposible llegar a un punto medio en su personalidad, la presión y la disputa que sus padres mantenían silenciosa en donde él era el trofeo discordante, simplemente lo obligó a moverse en los extremos, a ser uno o el otro, nunca ambos. Pero esa guerra se volvía más cruenta cuando frente a él se paraba, como ese día, Ginevra con ese magnifico poder que ella poseía sobre él, sin saberlo claro, era cuando los dos que era batallaban más fieramente, normalmente conseguía que la careta falsa de hombre cruel y de humor negro siempre saliera vencedora, pero temía, un miedo real y palpable, de que un día fuese ese otro Tulio el que ganara la pelea y se derrumbara frente a ella como tierra compacta que se desmorona a penas la tocas.
La miró pensando en todo aquello, la miró con ese par de ojos que lastiman, que se saben superiores, que poseen una seguridad absurda sólo cimentada en la certeza de que se es mejor, una base endeble pero que en él parecía creíble. Rio luego cuando ella pidió la sencilla tarea, ocultó con éxito el nerviosismo repentino, acercarse de ese modo, tocarla (¡tocarla!), su aliento contra esa nívea piel. Carraspeó a penas audible, agradeció que ella estuviera de espaldas, eso le hacía más fáciles las cosas y se acercó, primero con cautela, como si lo fuese a quemar, pero estando más cerca sus movimientos se volvieron más resueltos, tomó los cordeles del corsé y los ató, evidentemente apretó más de la cuenta para lastimarla un poco, no demasiado, lo suficiente, fue brusco en todo momento y estuvo a punto de soltarla, pero no lo hizo, en cambio pegó su pecho a la espalda de ella y la hizo avanzar hasta la pared, la atrapó ahí y se acercó a su oído.
-¿Qué pretendes… Ginny? –le dijo con tono bajo, amenazante pero de algún modo seductor. Tulio no era un galán que anduviera conquistando mujeres a diestra y siniestra, simplemente concretaba citas con mujeres interesadas para serle infiel a Ginevra, nada del arte de la seducción o cosas parecidas, simplemente iba directo al grano, no tenía habilidad alguna de galán, aquel tono barítono de voz le había salido de manera natural y espontánea, rio, acercó más sus labios a la oreja y la mandíbula ajenas y luego, de la nada, se separó, incluso la empujó pero ella no pudo ir muy lejos pues estaba contra la pared.
Comenzó a reírse, esa risa socarrona que era clara burla, haberla tenido así de cerca provocó un rubor momentáneo en sus mejillas, pero aún tenía control de sí mismo como para mostrar algún otro síntoma de lo mucho que le atraía. Soltó los brazos al aire y puso cara de estar esperando una respuesta, aunque sabía que de obtener una, ésta no sería del todo veraz.
-¿Y bien? Estoy esperando, ¿no tienes suficientes doncellas que ye ayuden a hacer esa clase de tareas como para venir a pedir mi ayuda? ¿Quieres más? ¿Quieres que te ponga otra flotilla de sirvientes a tu disposición? ¡Vamos! ¡Dime! –exigió sin ningún tipo de tacto o delicadeza, esta vez con una exasperación real que nacía en el centro de su pecho y se extendía por todo su cuerpo como un ramalazo de furia.
La miró pensando en todo aquello, la miró con ese par de ojos que lastiman, que se saben superiores, que poseen una seguridad absurda sólo cimentada en la certeza de que se es mejor, una base endeble pero que en él parecía creíble. Rio luego cuando ella pidió la sencilla tarea, ocultó con éxito el nerviosismo repentino, acercarse de ese modo, tocarla (¡tocarla!), su aliento contra esa nívea piel. Carraspeó a penas audible, agradeció que ella estuviera de espaldas, eso le hacía más fáciles las cosas y se acercó, primero con cautela, como si lo fuese a quemar, pero estando más cerca sus movimientos se volvieron más resueltos, tomó los cordeles del corsé y los ató, evidentemente apretó más de la cuenta para lastimarla un poco, no demasiado, lo suficiente, fue brusco en todo momento y estuvo a punto de soltarla, pero no lo hizo, en cambio pegó su pecho a la espalda de ella y la hizo avanzar hasta la pared, la atrapó ahí y se acercó a su oído.
-¿Qué pretendes… Ginny? –le dijo con tono bajo, amenazante pero de algún modo seductor. Tulio no era un galán que anduviera conquistando mujeres a diestra y siniestra, simplemente concretaba citas con mujeres interesadas para serle infiel a Ginevra, nada del arte de la seducción o cosas parecidas, simplemente iba directo al grano, no tenía habilidad alguna de galán, aquel tono barítono de voz le había salido de manera natural y espontánea, rio, acercó más sus labios a la oreja y la mandíbula ajenas y luego, de la nada, se separó, incluso la empujó pero ella no pudo ir muy lejos pues estaba contra la pared.
Comenzó a reírse, esa risa socarrona que era clara burla, haberla tenido así de cerca provocó un rubor momentáneo en sus mejillas, pero aún tenía control de sí mismo como para mostrar algún otro síntoma de lo mucho que le atraía. Soltó los brazos al aire y puso cara de estar esperando una respuesta, aunque sabía que de obtener una, ésta no sería del todo veraz.
-¿Y bien? Estoy esperando, ¿no tienes suficientes doncellas que ye ayuden a hacer esa clase de tareas como para venir a pedir mi ayuda? ¿Quieres más? ¿Quieres que te ponga otra flotilla de sirvientes a tu disposición? ¡Vamos! ¡Dime! –exigió sin ningún tipo de tacto o delicadeza, esta vez con una exasperación real que nacía en el centro de su pecho y se extendía por todo su cuerpo como un ramalazo de furia.
Invitado- Invitado
Re: They Speak with Knives [Ginevra Cavaradossi]
“Primeramente porque usted no me ama; y ahora agregaré, que me aborrece, si me casara con usted me mataría. Ahora me está matando” [Jane Eyre]
Al fin había conseguido que se acercara a ella, Ginevra miró al frente sin poder evitar una sonrisa de victoria en sus labios que intento disimular, pero le era imposible, de no ser hasta que sintió el tirón del corsé y el dolor que le causo el apretón, no era mucho, pero no se esperaba ser tratada de ese modo, estuvo a punto de gritarle lo bruto que estaba siendo, pero aguantó las ganas, aquello había borrado de su cabeza el propósito inicial por el cual estaba ahí.
Estaba a punto de darse la vuelta y retirarse de esa habitación sin decir absolutamente nada, solo su ira acumulándose en su interior, pero sintió el avance hacia la pared, solo por una milésima de segundo bajo la guardia, sentir el pecho de su marida contra su espalda la hizo estremecer pero también le daba un miedo que no pudo expresar, tal vez era que no esperaba ese impulso animal de su parte ¿Qué era más miedo o estremecimiento? Se negaba a aceptar cualquiera de las dos opciones (más la segunda)
Aunque las palabras estuvieran atoradas en su garganta era imposible para ella decirlas en ese momento, la había dejado muda y no se atrevió a abrir la boca y balbucear, jamás se perdonaría mostrar esa debilidad frente a él, además su aliento contra su oído era algo que no podía pasar por desapercibido, cuando se alejo de nuevo la cabeza le daba vueltas, tenía que poner los pies en la tierra y como pudo lo hizo recordando cada uno de los momentos que había llorado por él, trayendo todo lo malo a su mente para tener la fuerza suficiente.
La ira iba aumentando y cuando este volvió a hablarle de modo irritante ella no pudo más, giró en su lugar no sin antes tomar un libro que se encontraba en la mesa y aventarlo a su dirección.
– Maldita sea, falle no dio en el blanco, internamente agradecía no haberlo lastimado, pero eso no fue lo que dijo, respiró hondo por que la misma ira y todo lo anterior estuvieron a punto de hacer estragos y hacerla llorar “estúpida Ginevra, no te atrevas a llorar enfrente de se hombre que no se lo merece”, su mano derecha descansaba levantando las faldas de su vestido y con la otra mano seguía tomando cosas del escritorio, plumas, pinceles, todo lo que estuviera en su mano para lanzarlo contra de este.
– Eres un imbécil, te odio y te maldigo, te detesto, ¿Por qué tuviste que aparecer en mi vida? ¿Por qué tengo que estar atada a tu lado? Te odio veneno puro, todo aquello eran verdades, pero a medias… odiaba como la trataba, odiaba estar enamorada de él, odiaba estar enamorada de un hombre que solo se reía de ella como lo había hecho.
Al fin había conseguido que se acercara a ella, Ginevra miró al frente sin poder evitar una sonrisa de victoria en sus labios que intento disimular, pero le era imposible, de no ser hasta que sintió el tirón del corsé y el dolor que le causo el apretón, no era mucho, pero no se esperaba ser tratada de ese modo, estuvo a punto de gritarle lo bruto que estaba siendo, pero aguantó las ganas, aquello había borrado de su cabeza el propósito inicial por el cual estaba ahí.
Estaba a punto de darse la vuelta y retirarse de esa habitación sin decir absolutamente nada, solo su ira acumulándose en su interior, pero sintió el avance hacia la pared, solo por una milésima de segundo bajo la guardia, sentir el pecho de su marida contra su espalda la hizo estremecer pero también le daba un miedo que no pudo expresar, tal vez era que no esperaba ese impulso animal de su parte ¿Qué era más miedo o estremecimiento? Se negaba a aceptar cualquiera de las dos opciones (más la segunda)
Aunque las palabras estuvieran atoradas en su garganta era imposible para ella decirlas en ese momento, la había dejado muda y no se atrevió a abrir la boca y balbucear, jamás se perdonaría mostrar esa debilidad frente a él, además su aliento contra su oído era algo que no podía pasar por desapercibido, cuando se alejo de nuevo la cabeza le daba vueltas, tenía que poner los pies en la tierra y como pudo lo hizo recordando cada uno de los momentos que había llorado por él, trayendo todo lo malo a su mente para tener la fuerza suficiente.
La ira iba aumentando y cuando este volvió a hablarle de modo irritante ella no pudo más, giró en su lugar no sin antes tomar un libro que se encontraba en la mesa y aventarlo a su dirección.
– Maldita sea, falle no dio en el blanco, internamente agradecía no haberlo lastimado, pero eso no fue lo que dijo, respiró hondo por que la misma ira y todo lo anterior estuvieron a punto de hacer estragos y hacerla llorar “estúpida Ginevra, no te atrevas a llorar enfrente de se hombre que no se lo merece”, su mano derecha descansaba levantando las faldas de su vestido y con la otra mano seguía tomando cosas del escritorio, plumas, pinceles, todo lo que estuviera en su mano para lanzarlo contra de este.
– Eres un imbécil, te odio y te maldigo, te detesto, ¿Por qué tuviste que aparecer en mi vida? ¿Por qué tengo que estar atada a tu lado? Te odio veneno puro, todo aquello eran verdades, pero a medias… odiaba como la trataba, odiaba estar enamorada de él, odiaba estar enamorada de un hombre que solo se reía de ella como lo había hecho.
Ginevra Cavaradossi- Humano Clase Alta
- Mensajes : 7
Fecha de inscripción : 01/09/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Temas similares
» Ginevra Cavaradossi
» Ginevra Di Medici || ID
» Ginevra Mari Thenardier
» Relaciones de la última Visconti {Ginevra di Visconti}
» 7 noches para apoderarme de ti [Ginevra Di Medici] +18 Abuso
» Ginevra Di Medici || ID
» Ginevra Mari Thenardier
» Relaciones de la última Visconti {Ginevra di Visconti}
» 7 noches para apoderarme de ti [Ginevra Di Medici] +18 Abuso
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour