AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La criatura entre las sombras [Libre]
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La criatura entre las sombras [Libre]
No habia que ser un genio para saber que los callejones de París eran uno de los lugares mas peligrosos de esta tierra, especialmente ya entrada la noche, cuando salían a la calle todos los seres oscuros que encontraban en esa parte del día la oportunidad perfecta para cobrarse sus víctimas. Sabía que, de manera segura, encontraría a alguna criatura mal intencionada en ese sitio, fuera de la naturaleza que fuera. Las posibilidades eran de que se tratara de un vampiro en gran parte, pero siempre cabía la posibilidad terminar ante la presencia de un licántropo, cambiaformas, o incluso hasta un fantasma.
El motivo de mi presencia en dicho lugar era por trabajo, como la mayoría de las veces. Estaba bajo encargo de un pobre hombre llamado Nathaniel, cuya esposa habia sido asesinada en ese mismo sitio semanas atras por una criatura violenta y completamente despiadada. El único motivo que mantenía a ese hombre aun con vida era la necesidad de ver vengada la muerte de su amada, y eso era lo que yo tenía planeado hacer, pues por una generosa suma de dinero, le garantizaba al sujeto el resultado que tanto necesitaba para poder dormir por las noches sabiendo, que se hizo justicia en el mundo y que el asesino de su esposa ocupaba un cálido rincon en el infierno.
Preparado para una posible confrontación, me adentré entre las sombras del sitio, armado con una ballesta que llevaba a mis espaldas, mi espada corta en su funda a un costado de mi cinturón y un par de dagas en mis botas. Estaba listo para encontrar a la bestia y cazarla, asegurarme de que muera y que sufra tanto o mas que la mujer que habia asesinado con sus garras. Si, me iba a encargar de ser el justiciero, y esta vez iba a tomar especial placer en hacerlo pues habia podido apreciar la magnitud del dolor de aquel sujeto... y ninguna persona debería tener que sufrir de esa manera la pérdida de un ser querído, aquí habia que repartir un castigo y con gusto sería yo quien lo hiciera. En parte esta situación me recordaba a lo que habia pasado cuando era un adolescente y ví morir en frente mio a mi padrastro a manos de esas criaturas... esta noche no habría escapatoria para quien fuera el culpable del asesinato reciente.
A paso firme y decidido comencé a avanzar por los callejones, podía oír como rezonaban mis botas por los alrededores, en una atmósfera completamente silenciosa... demasiado silenciosa, para ser verdad. La luz de la luna iluminaba mi camino, dejando que una visibilidad escasa pero suficiente me ayudara para continuar con mi camino. La descripción del agresor se mantenía en mi mente... lo reconocería de inmediato, lo sabia por seguro... tan solo debía mantenerme alerta, pues era posible que pudiera encontrarme con problemas si no tomaba la precaución necesaria.
Los minutos pasaron y mi marcha se vio constante e ininterrumpida... no parecía haber actividad en la zona de momento. Sin embargo, en un evento repento e inesperado, pude oír un grito femenino provenir desde una posición no muy lejana a la mía. ¿Sería posible que se tratara de una nueva víctima que estaba siendo atacada? ¿O sería una trampa para atraerme a un ataque por sorpresa?. No podía perder la oportunidad y, si debía arriesgarme a ser emboscado, lo haría... despues de todo confiaba plenamente en mis habilidades para el combate.
Corrí hacia el sitio, guiándome por el sonido de la voz de la mujer. Pronto llegué a ese lugar, ante mí se presentó una silueta femenina... pero no podía terminar de verla bien, estaba cubierta por las sombras del lugar. ¿Estaría herida?, mi primera reacción fue buscar averiguar si se encontraba bien. -Señorita...¿Está usted bien?, ¿Qué hace en un sitio como este? - Pregunté mientras me acercaba a su posición lentamente, buscando poder verla con mayor detalle.
El motivo de mi presencia en dicho lugar era por trabajo, como la mayoría de las veces. Estaba bajo encargo de un pobre hombre llamado Nathaniel, cuya esposa habia sido asesinada en ese mismo sitio semanas atras por una criatura violenta y completamente despiadada. El único motivo que mantenía a ese hombre aun con vida era la necesidad de ver vengada la muerte de su amada, y eso era lo que yo tenía planeado hacer, pues por una generosa suma de dinero, le garantizaba al sujeto el resultado que tanto necesitaba para poder dormir por las noches sabiendo, que se hizo justicia en el mundo y que el asesino de su esposa ocupaba un cálido rincon en el infierno.
Preparado para una posible confrontación, me adentré entre las sombras del sitio, armado con una ballesta que llevaba a mis espaldas, mi espada corta en su funda a un costado de mi cinturón y un par de dagas en mis botas. Estaba listo para encontrar a la bestia y cazarla, asegurarme de que muera y que sufra tanto o mas que la mujer que habia asesinado con sus garras. Si, me iba a encargar de ser el justiciero, y esta vez iba a tomar especial placer en hacerlo pues habia podido apreciar la magnitud del dolor de aquel sujeto... y ninguna persona debería tener que sufrir de esa manera la pérdida de un ser querído, aquí habia que repartir un castigo y con gusto sería yo quien lo hiciera. En parte esta situación me recordaba a lo que habia pasado cuando era un adolescente y ví morir en frente mio a mi padrastro a manos de esas criaturas... esta noche no habría escapatoria para quien fuera el culpable del asesinato reciente.
A paso firme y decidido comencé a avanzar por los callejones, podía oír como rezonaban mis botas por los alrededores, en una atmósfera completamente silenciosa... demasiado silenciosa, para ser verdad. La luz de la luna iluminaba mi camino, dejando que una visibilidad escasa pero suficiente me ayudara para continuar con mi camino. La descripción del agresor se mantenía en mi mente... lo reconocería de inmediato, lo sabia por seguro... tan solo debía mantenerme alerta, pues era posible que pudiera encontrarme con problemas si no tomaba la precaución necesaria.
Los minutos pasaron y mi marcha se vio constante e ininterrumpida... no parecía haber actividad en la zona de momento. Sin embargo, en un evento repento e inesperado, pude oír un grito femenino provenir desde una posición no muy lejana a la mía. ¿Sería posible que se tratara de una nueva víctima que estaba siendo atacada? ¿O sería una trampa para atraerme a un ataque por sorpresa?. No podía perder la oportunidad y, si debía arriesgarme a ser emboscado, lo haría... despues de todo confiaba plenamente en mis habilidades para el combate.
Corrí hacia el sitio, guiándome por el sonido de la voz de la mujer. Pronto llegué a ese lugar, ante mí se presentó una silueta femenina... pero no podía terminar de verla bien, estaba cubierta por las sombras del lugar. ¿Estaría herida?, mi primera reacción fue buscar averiguar si se encontraba bien. -Señorita...¿Está usted bien?, ¿Qué hace en un sitio como este? - Pregunté mientras me acercaba a su posición lentamente, buscando poder verla con mayor detalle.
Kenneth Silverstar- Cazador Clase Media
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Re: La criatura entre las sombras [Libre]
Repiquetean los tacones. Trazan ondas de agua aquí y allá sobre la superficie de los charcos. No hace mucho llovió. Flota la seda del vestido azul oscuro que llevo. Lo cubre el abrigo gris y negro, propio para el frío de esta noche. El par del guante blanco en mi mano derecha se extravió entre las sábanas de finos hilos que poseían los amantes. El alcohol no es buen amigo del mal humor. Su casa no esta muy lejos. Se pierde detrás a cada paso que doy. Tampoco falta mucho para llegar a la joyería que guarda celosamente sus bienes mas preciados.
Voy de una sombra en otra. Las luces de los faroles destellan apenas en la oscuridad de la noche. Iluminan mis cabellos haciéndolos de un rojo más intenso. Cambia a negro su color al perderse entre todo lo demás. Las calles más oscuras. Veo la esquina a veinte pasos de distancia. Susurran las voces en mi oído. "¡Apresurarse, apresurarse!" indican. El tiempo es valioso, irrecuperable. Pronto dará comienzo la fiesta de sabores cálidos, tactos perfumados, miradas que desnudan en una caricia. El cumpleaños de un amante de cuello blanco. Eso escuchamos Midnight y yo cuando estaba preparándome hace unas horas, al dormir el sol. Cepillaba mi cabello, las noticias se filtraron por la peurta entre abierta y la gata ondeó la emplumada cola en el aire. Intercambiamos una mirada de entendimiento. Ella quería comer en realidad... más aún así.
Una sombra, eso creo ver. Cruza mi camino de pronto. Detengo mis pasos atenta a cualquier señal de vida. Entreabro los labios, espero. Nada. Giro la vista. Otra vez la sombra, el fantasma de una sombra entre mis pestañas, de reojo. Retrocedo unos pasos hacia la oscuridad con la mayor delicadeza de la que soy capaz. Me alejo de la luz refugiándome en la noche. Nada. Cinco, seis, siete pasos atrás. Mis manos tantean la pared detrás. Los rumores de un asesinato por ese mismo lugar no hacía demasiado fueron susurrados. Llegaron pronto a mi. Un asesinato brutal, recuerda mi mente. Espero pacientemente, las voces en mi oído hacen silencio. Las gotitas de agua acarician mi rostro en una repentina llovizna. Dos lineas en mi entrecejo. Doy dos pasos al frente y algo me empuja a un lado, me tira. La sombra. Demasiado rápida para mis ojos. El asesino. Con cuidado me levanto y retrocedo lo que he avanzado. Mi diestra no toca la pared, sino algo frío, una mano. Un grito escapa de mis labios. Los ojos de la muñequita de porcelana buscan al hombre. Nada. Pasan los segundos. El corazón late con rapidez, el rostro blanco permanece perfecto. Un parpadeo es todo lo que dice.
Desde atrás llegan sus palabras hasta donde estoy. Respingo. Me giro para verlo. La sombra no es.
Voy de una sombra en otra. Las luces de los faroles destellan apenas en la oscuridad de la noche. Iluminan mis cabellos haciéndolos de un rojo más intenso. Cambia a negro su color al perderse entre todo lo demás. Las calles más oscuras. Veo la esquina a veinte pasos de distancia. Susurran las voces en mi oído. "¡Apresurarse, apresurarse!" indican. El tiempo es valioso, irrecuperable. Pronto dará comienzo la fiesta de sabores cálidos, tactos perfumados, miradas que desnudan en una caricia. El cumpleaños de un amante de cuello blanco. Eso escuchamos Midnight y yo cuando estaba preparándome hace unas horas, al dormir el sol. Cepillaba mi cabello, las noticias se filtraron por la peurta entre abierta y la gata ondeó la emplumada cola en el aire. Intercambiamos una mirada de entendimiento. Ella quería comer en realidad... más aún así.
Una sombra, eso creo ver. Cruza mi camino de pronto. Detengo mis pasos atenta a cualquier señal de vida. Entreabro los labios, espero. Nada. Giro la vista. Otra vez la sombra, el fantasma de una sombra entre mis pestañas, de reojo. Retrocedo unos pasos hacia la oscuridad con la mayor delicadeza de la que soy capaz. Me alejo de la luz refugiándome en la noche. Nada. Cinco, seis, siete pasos atrás. Mis manos tantean la pared detrás. Los rumores de un asesinato por ese mismo lugar no hacía demasiado fueron susurrados. Llegaron pronto a mi. Un asesinato brutal, recuerda mi mente. Espero pacientemente, las voces en mi oído hacen silencio. Las gotitas de agua acarician mi rostro en una repentina llovizna. Dos lineas en mi entrecejo. Doy dos pasos al frente y algo me empuja a un lado, me tira. La sombra. Demasiado rápida para mis ojos. El asesino. Con cuidado me levanto y retrocedo lo que he avanzado. Mi diestra no toca la pared, sino algo frío, una mano. Un grito escapa de mis labios. Los ojos de la muñequita de porcelana buscan al hombre. Nada. Pasan los segundos. El corazón late con rapidez, el rostro blanco permanece perfecto. Un parpadeo es todo lo que dice.
Desde atrás llegan sus palabras hasta donde estoy. Respingo. Me giro para verlo. La sombra no es.
- ...Yo-
Escapa una risita de mis labios. -Estoy bien, gracias-
bajo la mirada -Regreseo de.. una fiesta-
Miro al hombre entre las pestañas, sus ropas son las de alguien que espera pelear, pero sus ojos no hablan de un asesino. -Creí escuchar algo... ver... -
Reprimo un suspiro -¿Quién es usted que ha venido en el rescate de una dama por estos lugares?
Quizá fuera tan gentil de acompañarme de vuelta a la luz-
Baby Doll*- Prostituta Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/03/2012
Localización : En tus fantasías
Re: La criatura entre las sombras [Libre]
La jóven mujer estaba bien, no tenía heridas ni marcas que demostraran violencia alguna hacia su persona, al menos eso era algo positivo. Pude notar que estaba un poco nerviosa, sus palabras sonaban un poco entrecortadas y su respiracion, acompañada de suspiros, demostraba haber pasado por un momento de emociones fuertes. Eso, sumado al grito que habia oído antes, me dejó bien en claro que seguramente, de haber llegado unos momentos mas tarde, la habria encontrado en una forma muy poco agradable. Cobarde tenía que ser la bestia que rondaba esos callejones, ni enfrentarme quizo que, ante mi mera presencia, huyó despavorida entre las sombras para evitar ser cazada. Oh, pero eso no quedaría ahí... volvería pronto para darle caza y pintar el suelo de esos callejones con el color de su sangre, para honrar a todas sus víctimas con un poco de justicia.
Tome una postura mas relajada. Mi mano derecha, que habia abierto un poco mi abrigo en busca de una de las pistolas que llevaba en mi cinturón, volvió a la posición original, descansado a un costado de mi cuerpo. Al parecer ya no habría mas riesgos para ella y yo no tendría que estar con arma en mano esperando un combate. En parte encontrar a esa dama fue afortunado, pues pude evitar que otra persona cayera víctima de la criatura, pero por otro lado eso me habia quitado la posibilidad de cazar a mi presa, algo que siempre me resultaba molesto. De cualquier modo, sabría que tarde o temprano terminaria por acabar con su existencia, era solo cuestión de tiempo.
-Debería tener mas cuidado, señorita. Una dama como usted es un blanco muy facil para los criminales y depravados de esta zona. Es un sitio peligroso, no quisiera que mas personas corran la suerte de las últimas victimas de estos callejones.- Expliqué antes que nada, tratando de hacerle entender a esa atractiva mujer que ese lugar era mas peligroso de lo que parecía. -Mi nombre es Kenneth Silverstar, señorita, y estoy aqui para ponerle fin a las amenazas que rondan las sombras de este lugar. Tiene suerte de que la haya encontrado a tiempo. Le diré una cosa, la acompañaré lejos de este sitio, donde sea seguro, con la promesa suya de que no volverá a perderse en estas calles oscuras y peligrosas de nuevo. ¿Está usted de acuerdo?.- Pregunté, mientras la miraba con mi expresion seria de siempre, que demostraba que no me tomaba a la ligera mi trabajo como cazador. No habia que ser un genio para darse cuenta de que me ganaba la vida luchando, ella seguro ya se habia dado cuenta de eso, y sabía que, al menos por esa noche, yo estaba de su lado y por su seguridad.
-Cuando usted diga, señorita...- Comenté sin terminar mis palabras, esperando que ella concluyera mi frase dando a conocer su nombre. Estabamos metidos en probablemente una de las partes mas oscuras y centrales de los callejones, tendríamos que ir juntos por las sombras hasta llegar a un sitio donde la mejor visibilidad jugara a nuestro favor. De ahi en adelante, la acompañaría a su hogar o lugar de residencia, para que pudiera terminar la noche a salvo. De momento, lo importante era salir de ahi con ella en una pieza.
Tome una postura mas relajada. Mi mano derecha, que habia abierto un poco mi abrigo en busca de una de las pistolas que llevaba en mi cinturón, volvió a la posición original, descansado a un costado de mi cuerpo. Al parecer ya no habría mas riesgos para ella y yo no tendría que estar con arma en mano esperando un combate. En parte encontrar a esa dama fue afortunado, pues pude evitar que otra persona cayera víctima de la criatura, pero por otro lado eso me habia quitado la posibilidad de cazar a mi presa, algo que siempre me resultaba molesto. De cualquier modo, sabría que tarde o temprano terminaria por acabar con su existencia, era solo cuestión de tiempo.
-Debería tener mas cuidado, señorita. Una dama como usted es un blanco muy facil para los criminales y depravados de esta zona. Es un sitio peligroso, no quisiera que mas personas corran la suerte de las últimas victimas de estos callejones.- Expliqué antes que nada, tratando de hacerle entender a esa atractiva mujer que ese lugar era mas peligroso de lo que parecía. -Mi nombre es Kenneth Silverstar, señorita, y estoy aqui para ponerle fin a las amenazas que rondan las sombras de este lugar. Tiene suerte de que la haya encontrado a tiempo. Le diré una cosa, la acompañaré lejos de este sitio, donde sea seguro, con la promesa suya de que no volverá a perderse en estas calles oscuras y peligrosas de nuevo. ¿Está usted de acuerdo?.- Pregunté, mientras la miraba con mi expresion seria de siempre, que demostraba que no me tomaba a la ligera mi trabajo como cazador. No habia que ser un genio para darse cuenta de que me ganaba la vida luchando, ella seguro ya se habia dado cuenta de eso, y sabía que, al menos por esa noche, yo estaba de su lado y por su seguridad.
-Cuando usted diga, señorita...- Comenté sin terminar mis palabras, esperando que ella concluyera mi frase dando a conocer su nombre. Estabamos metidos en probablemente una de las partes mas oscuras y centrales de los callejones, tendríamos que ir juntos por las sombras hasta llegar a un sitio donde la mejor visibilidad jugara a nuestro favor. De ahi en adelante, la acompañaría a su hogar o lugar de residencia, para que pudiera terminar la noche a salvo. De momento, lo importante era salir de ahi con ella en una pieza.
Kenneth Silverstar- Cazador Clase Media
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Re: La criatura entre las sombras [Libre]
El abrigo que ampara al hombre del frío y la luz, también lo hace con su identidad. Una luz destella en sus ojos claros, ilumina la callezuela un instante. Un relámpago, mensajero de la lluvia y la tormenta. La llovizna es tan tenue como las perlas guardadas en la bruma dorada de las mañanas húmedas.
Abanda la posición defensiva o la predadora. Ambas probablemente. La determinación permanece, es el principal rasgo en sus gestos. Aún después de extinta la luz del trueno. El corazón palpitante casi recobra su marcha impasible. Sus palabras de advertencia para las damas que corren peligro al caminar solas en una noche como esta, en una calle como esta. Una sonrisa traviesa se esboza en el rostro de la muñequiata de porcelana.
-¿La suerte de estos callejones?-
ladeo un poco la cabeza.
-Muerte se refiere usted-
Cruzo las manos por la espalda, la diestra sujeta la otra. Uno, dos, tres pasos más cerca suyo. El hombre da santo y seña, confirma las sopechas de su profesión aunque no lo entiendo del todo. Una promesa a cambio de otra, él pide. Un mutuo acuerdo por ambas partes. Me concede la iniciativa tan solo acambio de un nombre. En la oscuridad de la noche todo se confunde. Las cosas pequeñas parecen muy grandes y viceversa. Las luces son amigas o provocadoras de dolores de cabeza después de una velada entre suspiros y perfumados licores. Depende de como se mire, desde que lugar se perciba. Las palabras en sus labios figuran ensayadas. Como el que esta acostumbrado a relatar la misma historia un día tras otro. El saber hablar tiene que ver con su peculiar oficio, el silencio es propio de otro.-Baby Doll, llameme Baby Doll-
Un nombre apropiado entre los que habitan después del atardecer. La sonrisa más inocente, la reverencia infantil. La frialdad ya apenas recorre mi espalda en un viento suave y estremecedor. -Mi suerte mejora.
Predicen los diarios a un desconocido sin nombre, amante de la sangre. Y he aquí que me encuentro con un guardían.
¿Cómo negarme a los buenos deseos de las estrellas ocultas?-
La gratitud, el deseo. El compromiso observa sin participar. Cuatro, cinco, pasos más. Sus ojos frente a los que se esconden bajo las espesas pestañas. El índice y el dedo medio revolotean hasta su pecho y “caminan” hasta su cuello como una consciencia diminuta. Predicen los diarios a un desconocido sin nombre, amante de la sangre. Y he aquí que me encuentro con un guardían.
¿Cómo negarme a los buenos deseos de las estrellas ocultas?-
-Todo un cabllero. Siento interrumpir su... vigilancia. Si me acompaña fuera de estas calles que nunca duermen le recompensaré-
el miedo ronda las sombras. La tentación, en el aire.
Baby Doll*- Prostituta Clase Alta
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Localización : En tus fantasías
Re: La criatura entre las sombras [Libre]
Mis palabras habian tratado de buscar la sutileza y no llamar a la muerte por su nombre, sin embargo la mujer en frente mío, de cabellos rojizos como el fuego, habia comprendido a lo que me refería perfectamente. Ya era sabido que en los últimos dias ese sitio se habia vuelto peligroso y nadie hacía mucho al respecto, tan solo intentaban evitarlo, pero nadie habia realmente decidido dar un paso adelante y hacer lo necesario por el bien de todos. Probablemente yo no lo hubiera hecho tampoco por estar demasiado ocupado con mis encargos y trabajos, pero como justo se daba la coincidencia de que mi cacería era en ese sitio, sería resolver dos asuntos de una sola vez, bastante conveniente.
Escuché su nombre, o al menos el que ella decidió darme en ese momento. Baby Doll, no habia que ser un genio para saber que era un apodo que seguramente estaba relacionado a la vida nocturna, pues las mujeres de compañía solían tomar sobrenombres del estilo y mas aun si eran damas hermosas y agraciadas como la que ahora estaba en frente mío. Con ese simple dato pude averiguar bastante sobre ella, por lo cual no quise importunarla con mas preguntas, no era mi intención interrogar a la víctima de lo que habia sido casi un homicidio. -Que tiene suerte usted, Baby Doll, eso es cierto... pues aun sigue respirando despues de haber pasado por estos lados. -
Mi mirada, fija constantemente en Baby Doll, se cruzó con la suya. Ella estaba cerca, muy cerca. Su tacto hizo la primera prueba sobre mi piel, acariciando con delicadeza mi cuello, a lo que no respondí alejandome, pero tampoco acercándome. Se sentía bien, ella tenia el toque de una dama, de una mujer que sabía como tratar bien a un hombre al punto tal de refinar hasta un simple contacto. Era agradable, pero no algo que yo pudiera decir que habia disfrutado muchas veces en la vida pues un cazador poco tiempo tiene para el placer.
La miré con mi característica falta de expresiones y sujeté su mano con una de las mias, como buscando decirle que no hacia falta que me pagara con la moneda con la cual ella negociaba. Si la habia ayudado era porque asi lo quería hacer, por genuino interes por ella y no por buscar nada a cambio. -La acompañaré hasta un sitio seguro de su conocimiento, eso no lo dude, Baby Doll... pero no espero que me de nada que pueda sonar como recompensa, pues asegurar la seguridad de una inocente es algo que todo hombre debe hacer, por principio, y no por recibir algo a cambio. Cuando lleguemos a destino, si usted quiere, puede expresar su gratitud de la manera que mas prefiera, pero espero que sepa que no me debe nada a mí.- Le dije siempre serio pero a la vez siempre buscando observarla. Mentiría si dijera que esa mujer no me resultaba atractiva, pues hasta el hombre mas serio y correcto disfrutaría de pecar a su lado, entre sábanas que cubrieran la desnudez junto al cuerpo de una semidiosa como lo era ella. Pero era claro que lo primero era asegurarme de su seguridad, luego, si ella se interesaba en algo mas, podríamos arreglarlo.
Escuché su nombre, o al menos el que ella decidió darme en ese momento. Baby Doll, no habia que ser un genio para saber que era un apodo que seguramente estaba relacionado a la vida nocturna, pues las mujeres de compañía solían tomar sobrenombres del estilo y mas aun si eran damas hermosas y agraciadas como la que ahora estaba en frente mío. Con ese simple dato pude averiguar bastante sobre ella, por lo cual no quise importunarla con mas preguntas, no era mi intención interrogar a la víctima de lo que habia sido casi un homicidio. -Que tiene suerte usted, Baby Doll, eso es cierto... pues aun sigue respirando despues de haber pasado por estos lados. -
Mi mirada, fija constantemente en Baby Doll, se cruzó con la suya. Ella estaba cerca, muy cerca. Su tacto hizo la primera prueba sobre mi piel, acariciando con delicadeza mi cuello, a lo que no respondí alejandome, pero tampoco acercándome. Se sentía bien, ella tenia el toque de una dama, de una mujer que sabía como tratar bien a un hombre al punto tal de refinar hasta un simple contacto. Era agradable, pero no algo que yo pudiera decir que habia disfrutado muchas veces en la vida pues un cazador poco tiempo tiene para el placer.
La miré con mi característica falta de expresiones y sujeté su mano con una de las mias, como buscando decirle que no hacia falta que me pagara con la moneda con la cual ella negociaba. Si la habia ayudado era porque asi lo quería hacer, por genuino interes por ella y no por buscar nada a cambio. -La acompañaré hasta un sitio seguro de su conocimiento, eso no lo dude, Baby Doll... pero no espero que me de nada que pueda sonar como recompensa, pues asegurar la seguridad de una inocente es algo que todo hombre debe hacer, por principio, y no por recibir algo a cambio. Cuando lleguemos a destino, si usted quiere, puede expresar su gratitud de la manera que mas prefiera, pero espero que sepa que no me debe nada a mí.- Le dije siempre serio pero a la vez siempre buscando observarla. Mentiría si dijera que esa mujer no me resultaba atractiva, pues hasta el hombre mas serio y correcto disfrutaría de pecar a su lado, entre sábanas que cubrieran la desnudez junto al cuerpo de una semidiosa como lo era ella. Pero era claro que lo primero era asegurarme de su seguridad, luego, si ella se interesaba en algo mas, podríamos arreglarlo.
Kenneth Silverstar- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 27/09/2012
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Re: La criatura entre las sombras [Libre]
-Hay muchas clases de suerte-
Un susurro. Como las monedas, la suerte tiene dos caras.
El reconocimiento se asoma en sus ojos al nombre que le concedo. Diferente es la habilidad de leer rostros para los que se guian entre las hebras plateadas que cae de las estrellas, que para los que navegan entre hilos dorados de luz diurna. El hombre lo sabe. Su profesión le dicta no intimidarse, mantenerse firme y resuelto. De eso habla su gesto.
El temor restante se disuelve en el perfume de rosas que aún pinta invisible mi piel blanca. El joven hombre permanece impasible. Su rostro permanece calmo, en silencio. A la inversa sus ojos arden. ¿La causa del fuego en ellos? Misterio.
Su mano alcanza la mía, detiene su revoloteo aunque no renuncia a él. Aún el calor del tacto permanece, deseo o no. El tacto es la inspiración del deseo, es su chispa, pequeña, inflamable, envolvente e impredecible. Sus ojos retienen los míos. Los contratos previos se esfuman en sus palabras, el vapor sale de sus labios al mismo tiempo. El frío ha llegado con la llovizna y dibuja fantasmas en el aire, se entre mete en mi abrigo, reconoce la piel bajo la tela. Un estremecimiento recuerda al miedo.
El reconocimiento se asoma en sus ojos al nombre que le concedo. Diferente es la habilidad de leer rostros para los que se guian entre las hebras plateadas que cae de las estrellas, que para los que navegan entre hilos dorados de luz diurna. El hombre lo sabe. Su profesión le dicta no intimidarse, mantenerse firme y resuelto. De eso habla su gesto.
El temor restante se disuelve en el perfume de rosas que aún pinta invisible mi piel blanca. El joven hombre permanece impasible. Su rostro permanece calmo, en silencio. A la inversa sus ojos arden. ¿La causa del fuego en ellos? Misterio.
Su mano alcanza la mía, detiene su revoloteo aunque no renuncia a él. Aún el calor del tacto permanece, deseo o no. El tacto es la inspiración del deseo, es su chispa, pequeña, inflamable, envolvente e impredecible. Sus ojos retienen los míos. Los contratos previos se esfuman en sus palabras, el vapor sale de sus labios al mismo tiempo. El frío ha llegado con la llovizna y dibuja fantasmas en el aire, se entre mete en mi abrigo, reconoce la piel bajo la tela. Un estremecimiento recuerda al miedo.
-Puesto que esta en su deseo acompañarme a buscar la seguridad, así será-
Dos líneas aparecen en mi entrecejo. Habla de la importancia de la pureza. Miro a un lado y a otro. La sombra sigue siendo nada. Suelto una risita. Retrocedo medio paso y bajo mi mano sin soltar la suya, doy un tirón dando otro paso, caminado hacia atrás. Le invito a seguirme. -La inocencia rara vez se pasea en estas calles y cuando lo hace, es disfraz que se esfuma en el día-
Libero su mano. Sus ojos un par de segundos y los dejo ir. Bajo la mirada. Caminamos lado a lado. El repiquetear cuidadoso de mis zapatos por todo coro. -Dichosa y poco común es lo que defiende. Espero que lo encuentre y pueda alejarse después sin perderse-
Le miro entre las pestañas. La curiosidad, el silencio, la punzada que hace el paso un tanto lento. La noche que apenas comienza.
Baby Doll*- Prostituta Clase Alta
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