AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Regreso a Francia (libre).
3 participantes
Página 1 de 1.
Regreso a Francia (libre).
El barco no había terminado de atracar en el puerto, cuando se levantó de su asiento y subió a la cubierta. La de hoy era una noche extremadamente fría y oscura, una de las más bellas noches que jamás había visto (probablemente el hecho de regresar a casa la hacía tan especial).
La luna estaba espléndida y el cielo se componía de una escala de azules que parecía haber sido pintada estratégicamente y varias pinceladas blancas daban forma a un grupo de nubes que bañaban el cielo que la cubría.
Había perdido la noción del tiempo observando el paisaje que le rodeaba, cuando se percató de que el barco había dejado de moverse y estaba completamente vacío. Giró la cabeza y en un susurro llamó a su compañero - Rayo de Sol, ven aquí - Un precioso gato rubio salió de detrás de un barril de cerveza y saltó a los brazos de su dueña, reclamando caricias mientras le lamía sus pálidas y suaves manos. Ignorando a las peticiones del gato, Drusila se acercó a un grupo de trabajadores del barco y les pagó para que llevasen su equipaje a tierra firme y le pidieran un coche que la llevara al centro de París.
Mientras los empleados le llevaban su equipaje, ésta bajó del barco y miró detenidamente lo que le rodeaba. Hacía 100 años que había dejado el país, pero nunca pensó que en su ausencia las cosas cambiarían tanto. Tenía la impresión de no haber estado nunca en ese lugar.
- Mademoiselle, vuestro coche está esperándoos - dijo tímidamente una muchacha de clase baja, arrodillándose mientras señalaba al mismo. Drusila asintió y subió al coche negro. - Al centro de la ciudad - le ordenó a su chofer. Durante todo el camino estuvo observando las calles y las personas que las transitaban, escudriñando cada detalle como si fuese la primera vez que visitaba París.
Había transcurrido media hora desde que dejó atrás el puerto, cuando algo le sobresaltó- ¡Deteneos! - gritó súbitamente en medio de una calle. Un grupo de vampiros que salían de un callejón había llamado su antención y sintió la necesidad de parar a observarlos. Había recorrido medio mundo y a pesar de conocer a cientos de vampiros, nunca sintió que tuviese amigos o que formara parte de un grupo.
Uno de los integrantes de la panda de vampiros se percató de su presencia y ambos intercambiaron miradas.
La luna estaba espléndida y el cielo se componía de una escala de azules que parecía haber sido pintada estratégicamente y varias pinceladas blancas daban forma a un grupo de nubes que bañaban el cielo que la cubría.
Había perdido la noción del tiempo observando el paisaje que le rodeaba, cuando se percató de que el barco había dejado de moverse y estaba completamente vacío. Giró la cabeza y en un susurro llamó a su compañero - Rayo de Sol, ven aquí - Un precioso gato rubio salió de detrás de un barril de cerveza y saltó a los brazos de su dueña, reclamando caricias mientras le lamía sus pálidas y suaves manos. Ignorando a las peticiones del gato, Drusila se acercó a un grupo de trabajadores del barco y les pagó para que llevasen su equipaje a tierra firme y le pidieran un coche que la llevara al centro de París.
Mientras los empleados le llevaban su equipaje, ésta bajó del barco y miró detenidamente lo que le rodeaba. Hacía 100 años que había dejado el país, pero nunca pensó que en su ausencia las cosas cambiarían tanto. Tenía la impresión de no haber estado nunca en ese lugar.
- Mademoiselle, vuestro coche está esperándoos - dijo tímidamente una muchacha de clase baja, arrodillándose mientras señalaba al mismo. Drusila asintió y subió al coche negro. - Al centro de la ciudad - le ordenó a su chofer. Durante todo el camino estuvo observando las calles y las personas que las transitaban, escudriñando cada detalle como si fuese la primera vez que visitaba París.
Había transcurrido media hora desde que dejó atrás el puerto, cuando algo le sobresaltó- ¡Deteneos! - gritó súbitamente en medio de una calle. Un grupo de vampiros que salían de un callejón había llamado su antención y sintió la necesidad de parar a observarlos. Había recorrido medio mundo y a pesar de conocer a cientos de vampiros, nunca sintió que tuviese amigos o que formara parte de un grupo.
Uno de los integrantes de la panda de vampiros se percató de su presencia y ambos intercambiaron miradas.
Última edición por Drusila Lestrange el Lun Oct 08, 2012 1:28 pm, editado 1 vez
Drusila Lestrange- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 58
Fecha de inscripción : 15/09/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Regreso a Francia (libre).
Había muchas cosas que Jimena aún guardaba de su vida humana. Una de ella era el coser su propia ropa. Puede que en parte fuese por su escasa fortuna, cosa que a ella no le importaba en absoluto, o puede que fuese por seguir con la costumbre de una de las personas que más había querido en su vida: Su Madre. Recordaba las tardes en su carreta, después de haber vuelto de vender las artesanías que ellas mismas hacían. Ya desde muy niña se sentaba junto a ella e intentaba imitar todo lo que su madre hacía con la aguja y el hilo. Antes de haber cumplido los diez años, ya era capaz de remendar los pantalones de su padre, los vestidos de su madre e incluso, con bastante ayuda aún, cortar y coserse sus propios faldones.
Solía recorrer las calles de la ciudad, en busca de alguna ganga. Incluso por qué negarlo, rebuscaba en la basura de alguna casa de gente rica, en busca de cortinas viejas o retales que aprovechaba con muy buen arte para su propia vestimenta. Tanto dominio tenía ya de la costura, que hacía ropas para los niños de un orfanato, a cambio de lo cual recibía algunas monedas que usaba para comprar más telas o permitirse el lujo de un libro de vez en cuando.
Había salido en dirección al puerto. Los pescadores solían dejar tiradas las redes viejas que ya no servían para nada y ella les daba un nuevo uso: Cinturones para agarrar sus faldones, lazos para el pelo….. cualquier cosa que se le ocurriese. Las calles del puerto solían estar muy transitadas de noche. A parte de por vampiros, habían muchos humanos, pescadores y marineros que bebían en las tabernas de la zona y ahogaban sus penas en alcohol. Y luego estaba la calle larga que desembocaba justo en el embarcadero, llena de casas habitadas por mujeres de dudosa reputación, que hacían su pequeña fortuna a costa del placer ajeno. Recibía el nombre de "calle larga", porque a pié es casi media hora andando y es donde mayor número de gente se suele concentrar. Saludó a Madame Bovary, que en más de una ocasión le había ofrecido un techo donde vivir y mucho dinero, a cambio de que prestase sus servicios con sus demás chicas. Jimena siempre se había negado. Podría tener 87 años en la tierra, pero en su interior sigue siendo aquella casi niña que dejó de envejecer a los 17. Había cosas para las que ella no estaba preparada y menos con hombres que ni conocía.
Siguió andando un rato. Le llamó la atención un grupo de vampiros, que hablaban en la entrada de uno de esos clubes. Jimena pasó cerca de ellos sintiendo como la miraban. Porque era prácticamente imposible, que si no, hubiese jurado que se estaba ruborizando al verse tan observada. Justo al llegar al final de la calle, donde otro grupo numeroso de vampiros se reunía, vio pasar un carruaje. Siempre le llamaba la atención verlos pasar y le encantaba cotillear desde lejos y ver si podría dar aunque fuese una fugaz mirada para ver quien iba dentro. Pero en esta ocasión el carruaje se paró al llegar a su altura. Ella y todos los demás vampiros, se quedaron observando a la joven muchacha, notablemente de clase alta, que asomaba por una de las ventanas.
Solía recorrer las calles de la ciudad, en busca de alguna ganga. Incluso por qué negarlo, rebuscaba en la basura de alguna casa de gente rica, en busca de cortinas viejas o retales que aprovechaba con muy buen arte para su propia vestimenta. Tanto dominio tenía ya de la costura, que hacía ropas para los niños de un orfanato, a cambio de lo cual recibía algunas monedas que usaba para comprar más telas o permitirse el lujo de un libro de vez en cuando.
Había salido en dirección al puerto. Los pescadores solían dejar tiradas las redes viejas que ya no servían para nada y ella les daba un nuevo uso: Cinturones para agarrar sus faldones, lazos para el pelo….. cualquier cosa que se le ocurriese. Las calles del puerto solían estar muy transitadas de noche. A parte de por vampiros, habían muchos humanos, pescadores y marineros que bebían en las tabernas de la zona y ahogaban sus penas en alcohol. Y luego estaba la calle larga que desembocaba justo en el embarcadero, llena de casas habitadas por mujeres de dudosa reputación, que hacían su pequeña fortuna a costa del placer ajeno. Recibía el nombre de "calle larga", porque a pié es casi media hora andando y es donde mayor número de gente se suele concentrar. Saludó a Madame Bovary, que en más de una ocasión le había ofrecido un techo donde vivir y mucho dinero, a cambio de que prestase sus servicios con sus demás chicas. Jimena siempre se había negado. Podría tener 87 años en la tierra, pero en su interior sigue siendo aquella casi niña que dejó de envejecer a los 17. Había cosas para las que ella no estaba preparada y menos con hombres que ni conocía.
Siguió andando un rato. Le llamó la atención un grupo de vampiros, que hablaban en la entrada de uno de esos clubes. Jimena pasó cerca de ellos sintiendo como la miraban. Porque era prácticamente imposible, que si no, hubiese jurado que se estaba ruborizando al verse tan observada. Justo al llegar al final de la calle, donde otro grupo numeroso de vampiros se reunía, vio pasar un carruaje. Siempre le llamaba la atención verlos pasar y le encantaba cotillear desde lejos y ver si podría dar aunque fuese una fugaz mirada para ver quien iba dentro. Pero en esta ocasión el carruaje se paró al llegar a su altura. Ella y todos los demás vampiros, se quedaron observando a la joven muchacha, notablemente de clase alta, que asomaba por una de las ventanas.
Jimena Torres- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 02/10/2012
Re: Regreso a Francia (libre).
Era una joven vampira de clase baja la que la contemplaba con curiosidad, expectante. Pero no era la única que se había girado hacia el carruaje cuando éste se detuvo frente al grupo. El resto de componentes también lo hizo.
Bastó un segundo para que Drusila se diese cuenta de que la joven no pertenecía a la banda, ya que su estatus social difería enormemente: las ropas sucias y roídas de la joven desentonaban claramente junto a los caros trajes de los otros, seguramente traídos desde Europa. Y es que durante más de una década había recorrido pueblos y ciudades, y nunca antes un vampiro de clase alta se había mezclado con uno de clase baja.
De alguna forma, Drusila sentía que eran iguales. Ambas vagaban en solitario y diferían del resto de vampiros; una, por su estatus social y la otra, por la forma de entender la vida.
Como siempre, se había ensimismado con sus pensamientos y había perdido la noción del tiempo. Era algo que le gustaba hacer a menudo, pues le reconfortaba.
No fue otra cosa que un gruñido lo que sacó a Drusila de sus pensamientos. Ella y todos los allí presentes se giraron en dirección al origen del sonido y aunque a ojos humanos no había nada, los vampiros si que lo vieron. Era una criatura enorme y peluda, de grandes fauces y afiladas garras. Mediría aproximadamente más de dos metros, y era poseedor de una fuerza sobrenatural. - Licántropos - dijo con desdén uno de los vampiros mientras se preparaba para atacar.
Pero no, no estaba solo. De la oscuridad emanaron diez licántropos más, de igual tamaño y apariencia, por lo que el vampiro fue cauteloso y decidió no ser quien hiciese el primer movimiento.
Drusila nunca había tenido en frente a un licántropo y mucho menos se había enfrentado a uno de ellos. Además, éstos doblaban en número a los vampiros, por lo que decidió que ésta no sería la primera vez que ocurriera.
Le ordenó a su chofer que reanudara la marcha y que regresara al puerto, mientras veía cómo uno de los hombres lobo se avalanzaba sobre un vampiro y le desgarraba el cuello con sus enormes colmillos. Pero antes de que el carruaje se pusiese en marcha, Drusila, sin saber realmente por qué, abrió la puerta y le tendió la mano enguantada a la joven vampira para que subiese.
Bastó un segundo para que Drusila se diese cuenta de que la joven no pertenecía a la banda, ya que su estatus social difería enormemente: las ropas sucias y roídas de la joven desentonaban claramente junto a los caros trajes de los otros, seguramente traídos desde Europa. Y es que durante más de una década había recorrido pueblos y ciudades, y nunca antes un vampiro de clase alta se había mezclado con uno de clase baja.
De alguna forma, Drusila sentía que eran iguales. Ambas vagaban en solitario y diferían del resto de vampiros; una, por su estatus social y la otra, por la forma de entender la vida.
Como siempre, se había ensimismado con sus pensamientos y había perdido la noción del tiempo. Era algo que le gustaba hacer a menudo, pues le reconfortaba.
No fue otra cosa que un gruñido lo que sacó a Drusila de sus pensamientos. Ella y todos los allí presentes se giraron en dirección al origen del sonido y aunque a ojos humanos no había nada, los vampiros si que lo vieron. Era una criatura enorme y peluda, de grandes fauces y afiladas garras. Mediría aproximadamente más de dos metros, y era poseedor de una fuerza sobrenatural. - Licántropos - dijo con desdén uno de los vampiros mientras se preparaba para atacar.
Pero no, no estaba solo. De la oscuridad emanaron diez licántropos más, de igual tamaño y apariencia, por lo que el vampiro fue cauteloso y decidió no ser quien hiciese el primer movimiento.
Drusila nunca había tenido en frente a un licántropo y mucho menos se había enfrentado a uno de ellos. Además, éstos doblaban en número a los vampiros, por lo que decidió que ésta no sería la primera vez que ocurriera.
Le ordenó a su chofer que reanudara la marcha y que regresara al puerto, mientras veía cómo uno de los hombres lobo se avalanzaba sobre un vampiro y le desgarraba el cuello con sus enormes colmillos. Pero antes de que el carruaje se pusiese en marcha, Drusila, sin saber realmente por qué, abrió la puerta y le tendió la mano enguantada a la joven vampira para que subiese.
Drusila Lestrange- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 58
Fecha de inscripción : 15/09/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Regreso a Francia (libre).
De la parte delantera del carruaje, bajó un señor de cabeza canosa que inmediatamente se acercó a la puerta y la abrió, para que la joven del interior pudiese salir. Jimena y los demás vampiros la contemplaban, aunque por distintas razones. Ellos, haciendo uso de su galantería, se colocaban los cuellos de las camisas, sus sombreros e incluso algunos se pasaban la mano por el pelo en un afán de parecer más guapos que cualquiera de los demás. Jimena por el contrario, contemplaba primero sus zapatos, su vestido lleno de adornos y hecho de telas caras y ya por último su rostro. La mirada de la muchacha, seguía por alguna extraña razón fija en Jimena. No era una mirada de desprecio, como todas las que normalmente solían darle aquellos de alto estatus social, era una mirada amigable, como si la muchacha fuese una vieja amiga que acababa de encontrarse nuevamente con ella después de tiempo sin verse. Pero no lo era, Jimena nunca había tenido amistad con alguien rico.
Los vampiros del grupo, saludaron a la muchacha y incluso algunos se atrevieron a acercarse, pero ninguno de ellos logró captar su atención. No entendía lo que pasaba, ni por qué aquella señorita no dejaba de mirarla. Esperó pacientemente y con resignación, el momento en el que ella le dedicase algún insulto o burla. Si ese no era el motivo por el cual la miraba tan fijamente, no entendía nada. Y allí seguía la joven, parada frente a ella, ladeando un poco la cabeza y con una media sonrisa en sus labios. Llegó un momento en el que incluso parecía que aunque sus ojos estaban puestos sobre ella, la mente de la desconocida estaba lejos de allí, como mirando a un punto fijo totalmente al azar, mientras dedicaba ese momento a pensar en otras cosas. Justo en ese momento Jimena se disponía a marcharse, pensando que la bajada de la muchacha del carruaje, poco tenía que ver con ella, cuando se escuchó a lo lejos un fuerte gruñido. En ese mismo instante todos se pusieron en alerta, incluso la vampiro desconocida. Algunos de los hombres del grupo de vampiros sacaron sus colmillos, otros corrieron del puro temor de tener que enfrentarse a tales adversarios. Licántropos. No es que nunca hubiese visto a uno. Por su condición de pobre, Jimena se ha topado en su vida de vampiro con todo tipo de seres, que por lo general suelen abundar en las zonas menos favorecidas del país, o en las menos habitadas y que como norma, eran los lugares donde ella había tenido que vivir. Sus ojos se tornaron oscuros enseguida y las marcas negras ya habían hecho su aparición alrededor de los mismos. No sentía miedo. Bueno, quizás un poco. Todo el mundo sabe que una lucha contra los licántropos suele ser sinónimo de carnicería.
Justo cuando uno de los enormes licántropos se hacía con el cuerpo de uno de los vampiros que hace un rato estaba a su lado, Jimena se disponía a correr con su fuerza sobrehumana y esconderse en algún lugar lo bastante lejano, en el que su baja altura y su pequeño cuerpo le permitieran pasar inadvertida por las bestias peludas. No era una magnífica idea, ya que podían olfatearla, pero peor idea era quedarse allí donde estaba y terminar descuartizada. Para entonces la otra vampiro ya estaba subida en su carruaje y su criado dispuesto a azotar a su caballo para salir de allí en un segundo. Y en ese mismo segundo, la puerta del carruaje se abrió y la muchacha le tendió su mano enguantada. Jimena no lo pensó, se agarró fuerte a ella y subió al carruaje cuando ya estaba en marcha, cerrando la puerta tras de sí y cayendo en el sillón que se encontraba frente a la joven.
La escuchó dar órdenes de volver al puerto, mientras ella se sentaba de una manera más normal en el carruaje, dando ahora la cara a su salvadora. ¿Salvadora?- pensó - de todas formas hubiese podido salir de allí corriendo. Seguía sin entender la actitud de la muchacha. ¿Qué demonios hacía una dama rica bajando de su carruaje para mirarla de cerca y más aún, invitarla a subir sin conocerla de nada?. Por más que lo intentaba, no paraba de darle vueltas intentando encontrar una explicación. No es que fuese una desagradecida, pero había que reconocer que los ricos no solían dar este tipo de muestras, con alguien como ella. Fue entonces cuando se percató que estaba frente a una igual, y que probablemente hacía rato que estaría inmiscuyendo en sus pensamientos. Se tensó en el sillón, carraspeó, y habló por primera vez en todo el rato, mientras veía la siluetas de los barcos acercarse cada vez más - Gracias, podéis dejarme aquí si gustáis, no es necesario llevarme más allá. - pero nadie pareció escucharla.
Los vampiros del grupo, saludaron a la muchacha y incluso algunos se atrevieron a acercarse, pero ninguno de ellos logró captar su atención. No entendía lo que pasaba, ni por qué aquella señorita no dejaba de mirarla. Esperó pacientemente y con resignación, el momento en el que ella le dedicase algún insulto o burla. Si ese no era el motivo por el cual la miraba tan fijamente, no entendía nada. Y allí seguía la joven, parada frente a ella, ladeando un poco la cabeza y con una media sonrisa en sus labios. Llegó un momento en el que incluso parecía que aunque sus ojos estaban puestos sobre ella, la mente de la desconocida estaba lejos de allí, como mirando a un punto fijo totalmente al azar, mientras dedicaba ese momento a pensar en otras cosas. Justo en ese momento Jimena se disponía a marcharse, pensando que la bajada de la muchacha del carruaje, poco tenía que ver con ella, cuando se escuchó a lo lejos un fuerte gruñido. En ese mismo instante todos se pusieron en alerta, incluso la vampiro desconocida. Algunos de los hombres del grupo de vampiros sacaron sus colmillos, otros corrieron del puro temor de tener que enfrentarse a tales adversarios. Licántropos. No es que nunca hubiese visto a uno. Por su condición de pobre, Jimena se ha topado en su vida de vampiro con todo tipo de seres, que por lo general suelen abundar en las zonas menos favorecidas del país, o en las menos habitadas y que como norma, eran los lugares donde ella había tenido que vivir. Sus ojos se tornaron oscuros enseguida y las marcas negras ya habían hecho su aparición alrededor de los mismos. No sentía miedo. Bueno, quizás un poco. Todo el mundo sabe que una lucha contra los licántropos suele ser sinónimo de carnicería.
Justo cuando uno de los enormes licántropos se hacía con el cuerpo de uno de los vampiros que hace un rato estaba a su lado, Jimena se disponía a correr con su fuerza sobrehumana y esconderse en algún lugar lo bastante lejano, en el que su baja altura y su pequeño cuerpo le permitieran pasar inadvertida por las bestias peludas. No era una magnífica idea, ya que podían olfatearla, pero peor idea era quedarse allí donde estaba y terminar descuartizada. Para entonces la otra vampiro ya estaba subida en su carruaje y su criado dispuesto a azotar a su caballo para salir de allí en un segundo. Y en ese mismo segundo, la puerta del carruaje se abrió y la muchacha le tendió su mano enguantada. Jimena no lo pensó, se agarró fuerte a ella y subió al carruaje cuando ya estaba en marcha, cerrando la puerta tras de sí y cayendo en el sillón que se encontraba frente a la joven.
La escuchó dar órdenes de volver al puerto, mientras ella se sentaba de una manera más normal en el carruaje, dando ahora la cara a su salvadora. ¿Salvadora?- pensó - de todas formas hubiese podido salir de allí corriendo. Seguía sin entender la actitud de la muchacha. ¿Qué demonios hacía una dama rica bajando de su carruaje para mirarla de cerca y más aún, invitarla a subir sin conocerla de nada?. Por más que lo intentaba, no paraba de darle vueltas intentando encontrar una explicación. No es que fuese una desagradecida, pero había que reconocer que los ricos no solían dar este tipo de muestras, con alguien como ella. Fue entonces cuando se percató que estaba frente a una igual, y que probablemente hacía rato que estaría inmiscuyendo en sus pensamientos. Se tensó en el sillón, carraspeó, y habló por primera vez en todo el rato, mientras veía la siluetas de los barcos acercarse cada vez más - Gracias, podéis dejarme aquí si gustáis, no es necesario llevarme más allá. - pero nadie pareció escucharla.
Jimena Torres- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 02/10/2012
Re: Regreso a Francia (libre).
Tras ofrecerle su mano a la desconocida, ésta aceptó y subió al carruaje sin dudar. No es que tuviese muchas opciones donde elegir, precisamente, y la idea de esconderse esperando pasar inadvertida era un pasaje hacia una muerte segura. Si los licántropos se caracterizaban por algo, era por su magnífico olfato, capaz de detectar presas a varios kilómetros al rededor. Por eso Drusila decidió regresar rápidamente al puerto, que estaba a bastantes kilómetros de distancia como para poder sentirse a salvo.
Y entonces la chica habló. Pretendía que parara el carruaje y la dejara bajarse de él, pero no iba a permitirlo. No era seguro, ni para ella, ni para Drusila, ya que el hecho de hacer un alto en el camino significaría permanecer dentro del rango de los licántropos, así que simplemente ignoró su comentario.
Finalmente, el carruaje llegó al lugar donde Drusila había ordenado, y no parecía haber licántropos cerca. No obstante, decidió quedarse unos minutos en el carruaje, por si era necesario alejarse rápidamente. Fue entonces cuando decidió girarse hacia la chica, que hasta entonces había ignorado durante todo el camino. - No tenéis por qué darme las gracias, no lo hice para que lo hiciérais. - Se quedó en silencio durante varios minutos, pensando en aquellas cosas que había pensado la chica segundos antes de subir al carruaje. - Sinceramente, de no haber subido, creo que habríais sido parte de su cena. - Volvió a quedar en silencio, ahora durante más tiempo que anteriormente. - Disculpad mis modales, soy Drusila Lestrange. Puedo saber a quién me dirijo? - Preguntó, haciendo gala de sus modales.
Y entonces la chica habló. Pretendía que parara el carruaje y la dejara bajarse de él, pero no iba a permitirlo. No era seguro, ni para ella, ni para Drusila, ya que el hecho de hacer un alto en el camino significaría permanecer dentro del rango de los licántropos, así que simplemente ignoró su comentario.
Finalmente, el carruaje llegó al lugar donde Drusila había ordenado, y no parecía haber licántropos cerca. No obstante, decidió quedarse unos minutos en el carruaje, por si era necesario alejarse rápidamente. Fue entonces cuando decidió girarse hacia la chica, que hasta entonces había ignorado durante todo el camino. - No tenéis por qué darme las gracias, no lo hice para que lo hiciérais. - Se quedó en silencio durante varios minutos, pensando en aquellas cosas que había pensado la chica segundos antes de subir al carruaje. - Sinceramente, de no haber subido, creo que habríais sido parte de su cena. - Volvió a quedar en silencio, ahora durante más tiempo que anteriormente. - Disculpad mis modales, soy Drusila Lestrange. Puedo saber a quién me dirijo? - Preguntó, haciendo gala de sus modales.
Drusila Lestrange- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 58
Fecha de inscripción : 15/09/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Regreso a Francia (libre).
La vampiro que le había tendido la mano hace un rato parecía no haberla escuchado, parecía absorta en sus pensamientos o quizás atenta aún a intentar atisbar cualquier signo de licántropos en las cercanías. El carruaje siguió avanzando cada vez más hacia el puerto y Jimena dejó caer su espalda en el respaldo del asiento. Miraba ella también por la venta. En realidad no quería mirar a la otra vampiro, ni que ésta la descubriese mirándola. Se sentía un poco avergonzada de haber pensado que la ayuda que le había prestado no era necesaria y prefirió no establecer contacto visual con ella para evitar enfadarla, o quizás ya lo estaba y sólo conseguiría molestarla más si la descubría observando.
El carruaje se paró y Jimena volvió a tensarse en su asiento. Pasaron unos minutos así, quietas, escuchando. Los licántropos parecían haberse quedado en las calles de la ciudad y el puerto parecía a salvo de su ataque. Y entonces la vampiro la miró y le habló. Parecía un poco ruda o quizás sólo eran imaginaciones de Jimena, que seguía arrepentida de sus pensamientos de hacía un rato. Su semblante cambió y pareció interesada por ella.
Al principio le asombró bastante que le preguntase su nombre, pero tras el primer momento de sorpresa, le contestó - Jimena…. me llamo Jimena Torres - hablaba con cautela, pues pocas veces alguien de tan alto nivel social se había dignado a hablarle y las veces que lo habían hecho, no era de un modo tan afable y cortés - Y si me permitís, me gustaría reiterar mi agradecimiento por su ayuda, además de mis disculpas por tan desafortunados pensamientos.
Esperó a que Drusila le hablase. Probablemente daría por finalizada la conversación y se iría o quizás le pidiese algún favor a cambio de haberle salvado la vida, quizás hasta fuese una deuda que debía pagarle toda su vida. No es que Jimena se extrañase si ese fuera su comportamiento, pero algo había en esa vampiro que le decía que era diferente a los demás de su estatus social. El sólo hecho de haberle tendido la mano hace un rato se lo decía.
El carruaje se paró y Jimena volvió a tensarse en su asiento. Pasaron unos minutos así, quietas, escuchando. Los licántropos parecían haberse quedado en las calles de la ciudad y el puerto parecía a salvo de su ataque. Y entonces la vampiro la miró y le habló. Parecía un poco ruda o quizás sólo eran imaginaciones de Jimena, que seguía arrepentida de sus pensamientos de hacía un rato. Su semblante cambió y pareció interesada por ella.
Al principio le asombró bastante que le preguntase su nombre, pero tras el primer momento de sorpresa, le contestó - Jimena…. me llamo Jimena Torres - hablaba con cautela, pues pocas veces alguien de tan alto nivel social se había dignado a hablarle y las veces que lo habían hecho, no era de un modo tan afable y cortés - Y si me permitís, me gustaría reiterar mi agradecimiento por su ayuda, además de mis disculpas por tan desafortunados pensamientos.
Esperó a que Drusila le hablase. Probablemente daría por finalizada la conversación y se iría o quizás le pidiese algún favor a cambio de haberle salvado la vida, quizás hasta fuese una deuda que debía pagarle toda su vida. No es que Jimena se extrañase si ese fuera su comportamiento, pero algo había en esa vampiro que le decía que era diferente a los demás de su estatus social. El sólo hecho de haberle tendido la mano hace un rato se lo decía.
Jimena Torres- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 02/10/2012
Re: Regreso a Francia (libre).
Paseaba con comodidad en lomos de Daisy, su fiel yegua. Lecrerc iba con su uniforme completo de Oficial de Caballería (salvo su coraza, claro) y paseaba por aquella calle tétrica. Un carruaje en la silenciosa y solitaria calle le llamó la atención, así que decidió acercarse al trote, se puso junto a él y fijó la vista para reconocer las figuras de éste.
-¡Buen día! ¿Tienen documentación?- siempre era recomendable pedir la documentación, por no arriesgarse a tratar con gente de mala muerte.
Ciertamente, desde aquella vuelta de la campaña de Egipto, no se había topado con ningún delincuente, esperemos que no fuera este un caso como ese.
Debajo del capote llevaba su pistola cargada, y su sable de caballería estaba en su funda. Normalmente cuando los parisinos veían a un oficial del Ejército mostraban respeto.
-¡Buen día! ¿Tienen documentación?- siempre era recomendable pedir la documentación, por no arriesgarse a tratar con gente de mala muerte.
Ciertamente, desde aquella vuelta de la campaña de Egipto, no se había topado con ningún delincuente, esperemos que no fuera este un caso como ese.
Debajo del capote llevaba su pistola cargada, y su sable de caballería estaba en su funda. Normalmente cuando los parisinos veían a un oficial del Ejército mostraban respeto.
Teniente Lecrerc- Humano Clase Alta
- Mensajes : 99
Fecha de inscripción : 29/10/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Regreso a Francia (libre).
Desde que el chofer del carruaje paró la marcha, hasta que la acompañante habló, pasaron largos minutos. Volvía a agradecerle lo que había hecho, pero realmente no quería que lo hiciera, no le gustaba que la gente le agradeciera sus acciones, porque de alguna forma le hacían sentir mal. Dejó un tiempo prudente hasta que sus labios se entreabrieron y dejaron escapar unas palabras. - Le ruego que no me vuelva a dar las gracias por lo que he hecho. Puede que aún no lo sepáis, pero vos tenéis más que ofrecerme a mí, que yo a vos. - Y no, aquello no tenía nada que ver con lo material, con las riquezas que Drusila poseía, era algo que escapaba a lo mundano, que solo un vampiro solitario podría comprender.
Tan pronto como terminó de decir aquellas palabras, una brisa de aire llegó a su naríz, cargada de aroma humano, de sangre fresca. Podría haberlo atacado con tan solo un movimiento, pero estaba saciada, y no era lo más indicado ir de cacería en esos instantes, en los que intentaban escapar de la manada, así que Drusila se comportó como una humana y esperó a que el caballero se les acercara. Asomó su cabeza por la ventana del carruaje y habló, reclamando la documentación de aquellas, las vampiras. - Buen día tenga usted, caballero. - Le contestó muy amablemente, a la vez que coqueta, tratando de conseguir disuadirlo. - Acabo de llegar de un largo viaje, y lamento comunicarle que no dispongo de mi documentación en estos instantes. Más no se preocupe, pues soy una dama y no tengo otras intenciones que las de regresar a casa y descansar. Y ella es mi doncella, está bajo mi cargo y no supone ningún problema. - Le comentó, haciendo uso de su persuación de vampiro, para que el caballero cediera. - En caso de que le supusiera algún problema, creo que bastaría con esto - No era necesario que lo hiciera, ya que sus habilidades vampíricas eran suficientes para conseguir lo que quería, pero decidió sacar una bolsa llena de francos de su bolso de mano, y se lo ofreció a aquél hombre que las había interrumpido.
Tan pronto como terminó de decir aquellas palabras, una brisa de aire llegó a su naríz, cargada de aroma humano, de sangre fresca. Podría haberlo atacado con tan solo un movimiento, pero estaba saciada, y no era lo más indicado ir de cacería en esos instantes, en los que intentaban escapar de la manada, así que Drusila se comportó como una humana y esperó a que el caballero se les acercara. Asomó su cabeza por la ventana del carruaje y habló, reclamando la documentación de aquellas, las vampiras. - Buen día tenga usted, caballero. - Le contestó muy amablemente, a la vez que coqueta, tratando de conseguir disuadirlo. - Acabo de llegar de un largo viaje, y lamento comunicarle que no dispongo de mi documentación en estos instantes. Más no se preocupe, pues soy una dama y no tengo otras intenciones que las de regresar a casa y descansar. Y ella es mi doncella, está bajo mi cargo y no supone ningún problema. - Le comentó, haciendo uso de su persuación de vampiro, para que el caballero cediera. - En caso de que le supusiera algún problema, creo que bastaría con esto - No era necesario que lo hiciera, ya que sus habilidades vampíricas eran suficientes para conseguir lo que quería, pero decidió sacar una bolsa llena de francos de su bolso de mano, y se lo ofreció a aquél hombre que las había interrumpido.
Drusila Lestrange- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 58
Fecha de inscripción : 15/09/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Regreso a Francia (libre).
Se quedó pensando en las palabras que le había dicho, ¿que tenía mucho más que ofrecerle pese a que claramente se notaba quien de las dos vivía más que cómodamente?, prefirió no darle más vueltas al asunto delante de ella, más que nada porque no quería que se inmiscuyese en su mente, justo cuando el olor a humano la sacó de sus propios pensamientos y la hizo ponerse alerta. Era un hombre, acompañado de algún tipo de animal. Agudizó el oído y pudo escuchar el ruido de las herraduras del caballo contra el suelo. No estaba lejos, quizás algunas calles les separaban.
Comprobó por el aspecto de la joven que ella también prestaba atención al los ruidos y al olor. Pocos segundos más tarde el hombre de uniforme asomó la cabeza por una de las ventanas del carruaje solicitando la documentación de ambas y de no ser por la intervención de Drusila, Jimena le hubiese saltado al cuello sin pensar y ofreciéndole una mordida mortal como respuesta a sus peticiones. Hacía días que no cazaba y el olor de ese hombre se le estaba haciendo de lo más apetecible.
La vio coquetear con el señor y claramente estaba haciendo uso de sus habilidades vampíricas al persuadir al oficial y hacerle olvidar todo ese lío de papeles que los humanos con poder se empeñan en pedir. ¿Doncella? - pensó - ¿Me ha llamado doncella?…. bueno… supongo que ese el precio que debo pagarle por haberme salvado la vida...... ¿Vida? - intentó no reír. Lo saludó tímidamente y se limitó a seguir observando la escena.
Al ver que la muchacha le ofrecía una bolsa con monedas al oficial, ella intercambió una mirada con él y la mejor de sus sonrisas. Mirada que por supuesto iba acompañada de la orden mental de "Coge el dinero y aquí no ha pasado nada".
Comprobó por el aspecto de la joven que ella también prestaba atención al los ruidos y al olor. Pocos segundos más tarde el hombre de uniforme asomó la cabeza por una de las ventanas del carruaje solicitando la documentación de ambas y de no ser por la intervención de Drusila, Jimena le hubiese saltado al cuello sin pensar y ofreciéndole una mordida mortal como respuesta a sus peticiones. Hacía días que no cazaba y el olor de ese hombre se le estaba haciendo de lo más apetecible.
La vio coquetear con el señor y claramente estaba haciendo uso de sus habilidades vampíricas al persuadir al oficial y hacerle olvidar todo ese lío de papeles que los humanos con poder se empeñan en pedir. ¿Doncella? - pensó - ¿Me ha llamado doncella?…. bueno… supongo que ese el precio que debo pagarle por haberme salvado la vida...... ¿Vida? - intentó no reír. Lo saludó tímidamente y se limitó a seguir observando la escena.
Al ver que la muchacha le ofrecía una bolsa con monedas al oficial, ella intercambió una mirada con él y la mejor de sus sonrisas. Mirada que por supuesto iba acompañada de la orden mental de "Coge el dinero y aquí no ha pasado nada".
Jimena Torres- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 02/10/2012
Re: Regreso a Francia (libre).
Al parecer había dos pasajeras, y él estaba demasiado agotado...así que había decidido pasar por alto el trámite de pedir la documentación y apartarse del carruaje para proseguir su camino, aunque cuando aquella mujer sacó aquella bolsa de dinero. ¿Dinero? ¿Osaba sobornar a un agente de la República? ¿Al Ente del Orden en aquellas calles? ¿A un héroe de guerra que había derramado su sangre por Francia?
El Teniente Lecrerc sonrió, aunque en su interior la cólera estaba a punto de salírsele por las orejas, así que se dirigió hacia las damas, aguantando aquel deseo de apartarse de aquel lugar, cosas más importantes lo aclamaban. Pero esa había sido una ofensa grave que iba contra su Honor y el Honor de la República.
-Permítanme, soy el Teniente Guillé Lecrerc, al mando del Cuerpo de Coraceros franceses- apartó sutilmente la bolsa de dinero con la mano-¿a dónde se dirigen a estas horas?
Lógicamente, la presencia de un Oficial Republicano siempre alteraba a las personas, pero aquellas mujeres daban la sensación de querer quitarlo de en medio, y un hombre como Lecrerc, que no era ningún incompetente, se lo olía, así que se mantuvo atento un buen rato.
¿Sería algún tipo de trampa, o tal vez algunas aristócratas que se dirigían a una reunión secreta? Había tantas ideas sospechosas que se le pasaban por la cabeza al Servidor de la Ley...
El Teniente Lecrerc sonrió, aunque en su interior la cólera estaba a punto de salírsele por las orejas, así que se dirigió hacia las damas, aguantando aquel deseo de apartarse de aquel lugar, cosas más importantes lo aclamaban. Pero esa había sido una ofensa grave que iba contra su Honor y el Honor de la República.
-Permítanme, soy el Teniente Guillé Lecrerc, al mando del Cuerpo de Coraceros franceses- apartó sutilmente la bolsa de dinero con la mano-¿a dónde se dirigen a estas horas?
Lógicamente, la presencia de un Oficial Republicano siempre alteraba a las personas, pero aquellas mujeres daban la sensación de querer quitarlo de en medio, y un hombre como Lecrerc, que no era ningún incompetente, se lo olía, así que se mantuvo atento un buen rato.
¿Sería algún tipo de trampa, o tal vez algunas aristócratas que se dirigían a una reunión secreta? Había tantas ideas sospechosas que se le pasaban por la cabeza al Servidor de la Ley...
Teniente Lecrerc- Humano Clase Alta
- Mensajes : 99
Fecha de inscripción : 29/10/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Regreso a Francia (libre).
Tras haberle ofrecido la bolsa de Francos a aquél hombre y utilizado sus habilidades de vampiro, Drusila vio cómo se oscurecían los ojos de su compañera y adivinó sus intenciones. Allí estaban ambas, tratando de persuadir a aquél caballero, el cual se resistía a sucumbir a sus encantos y dejarlas marchar. Era la primera vez que le ocurría algo así, que una víctima no cediera a su habilidad de control mental, y Drusila lo achacó a que éste poseía una mente inetable, difícil de introducirse en ella.
Realmente estaba comenzando a ser molesta su presencia, y si persistía en sus intenciones por obtener sus documentaciones, no dudarían en convertirlo en el plato estrella de su cena.
- Mucho gusto, señor Lecrerc, ante vos tenéis a Drusila Lestrange - le contestó con una fingida cortesía, mientras le tendía su mano enguantada para que la besara.- Como bien le dije antes, nos dirigimos a mi castillo. Le rogaría que no nos retrasara más en nuestro viaje, ya que aún nos queda mucho camino y estamos enormemente agotadas. - Confesó, haciendo uso de sus grandes dotes de actriz, dando la imagen de una joven exhausta.
Sin dejar de mirar al Teniente a los ojos,Drusila empleó el lenguaje telepático con Jimena, para expresar su descontento con aquél hombre. "Si no da media vuelta y se va por donde ha venido, nos deshacemos de él." - Aunque eran pensamientos y no palabras lo que Drusila le transmitía, Jimena podía notar el tono severo que con el que se había expresado.
Realmente estaba comenzando a ser molesta su presencia, y si persistía en sus intenciones por obtener sus documentaciones, no dudarían en convertirlo en el plato estrella de su cena.
- Mucho gusto, señor Lecrerc, ante vos tenéis a Drusila Lestrange - le contestó con una fingida cortesía, mientras le tendía su mano enguantada para que la besara.- Como bien le dije antes, nos dirigimos a mi castillo. Le rogaría que no nos retrasara más en nuestro viaje, ya que aún nos queda mucho camino y estamos enormemente agotadas. - Confesó, haciendo uso de sus grandes dotes de actriz, dando la imagen de una joven exhausta.
Sin dejar de mirar al Teniente a los ojos,Drusila empleó el lenguaje telepático con Jimena, para expresar su descontento con aquél hombre. "Si no da media vuelta y se va por donde ha venido, nos deshacemos de él." - Aunque eran pensamientos y no palabras lo que Drusila le transmitía, Jimena podía notar el tono severo que con el que se había expresado.
Drusila Lestrange- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 58
Fecha de inscripción : 15/09/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Regreso a Francia (libre).
Extrañamente aquel hombre no parecía inmutarse ante la clara persuasión de Jimena y mucho menos a la de Drusila, la cual además de dejar un claro mensaje en la mente del teniente, estaba haciendo uso claramente de su belleza para terminar de convencerlo.
Jimena permanecía callada, quieta, dando la imagen de muchacha indefensa, ayudando a completar la escena de joven rica y su doncella que van camino a su palacio, castillo o donde sea que viviese su nueva compañera. Recibió el claro mensaje de Drusila en su mente. A decir verdad pensaba transmitirle el mismo mensaje si el humano seguía incordiando. No es que ella hincase el diente tan fácilmente, pero el hecho de encontrarse por primera vez cara a cara con un humano que no parecía inmutarse lo más mínimo por los claros poderes mentales de dos vampiros, le ponía bastante nerviosa. "Estaré más que encantada de compartir cena con vos" - respondió del mismo modo en el que Drusila se comunicó con ella.
Ambas esperaron la siguiente intervención del Teniente con cautela, pero al mismo tiempo listas para dar por terminado el tema de los papeleos si ese hombre no daba signos de responder a sus poderes.
Jimena permanecía callada, quieta, dando la imagen de muchacha indefensa, ayudando a completar la escena de joven rica y su doncella que van camino a su palacio, castillo o donde sea que viviese su nueva compañera. Recibió el claro mensaje de Drusila en su mente. A decir verdad pensaba transmitirle el mismo mensaje si el humano seguía incordiando. No es que ella hincase el diente tan fácilmente, pero el hecho de encontrarse por primera vez cara a cara con un humano que no parecía inmutarse lo más mínimo por los claros poderes mentales de dos vampiros, le ponía bastante nerviosa. "Estaré más que encantada de compartir cena con vos" - respondió del mismo modo en el que Drusila se comunicó con ella.
Ambas esperaron la siguiente intervención del Teniente con cautela, pero al mismo tiempo listas para dar por terminado el tema de los papeleos si ese hombre no daba signos de responder a sus poderes.
Jimena Torres- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 02/10/2012
Re: Regreso a Francia (libre).
Drusila estaba adquiriendo una posición de ataque y había comenzado a sacar sus colmillos, preparada para arrebatarle la vida al caballero; pero finalmente no fue necesario que ambas vampiras atacaran al teniente. Bajo los efectos de la persuación de Drusila y de Jimena, el hombre pareció no interesarse en ellas y las dejó marchar. - Ese hombre estaba tentando demasiado a la suerte. - Comentó Drusila con voz serena, mientras se recostaba en el sillón con esa gracia y presencia que solo las personas de clase alta podrían mostrar de una forma tan natural. - Una lástima que decidiera marcharse ahora que se me había abierto el apetito. - Añadió, mientras se ordenaba sus cabellos y se retocaba el maquillaje que se había visto sutilmente afectado en el momento en el que iba a transformar su cara.
- Decidme, ¿a dónde os dirigíais cuando los licántropos atacaron? Yo os desvié de vuestro camino, y yo os llevaré hasta allí. - Seguidamente, le hizo un gesto al conductor del carruaje para que reanudara la marcha, a lo que él contestó azotando levemente a los caballos con sus riendas y comenzaron a alejarse de aquél lugar. Un olor delicioso hizo que Drusila cerrara los ojos y oliera el aire con total concentración, obteniendo todo tipo de información de aquellos mortales que se encontraban en la calle. - ¿Tenéis sed? - Preguntó a Jimena con voz pícara mientras abría sus ojos y corría la cortina que tapaba su ventana, dejando a la vista dos elegantes y atractivos jóvenes que charlaban animadamente sobre temas banales de la vida.
- Decidme, ¿a dónde os dirigíais cuando los licántropos atacaron? Yo os desvié de vuestro camino, y yo os llevaré hasta allí. - Seguidamente, le hizo un gesto al conductor del carruaje para que reanudara la marcha, a lo que él contestó azotando levemente a los caballos con sus riendas y comenzaron a alejarse de aquél lugar. Un olor delicioso hizo que Drusila cerrara los ojos y oliera el aire con total concentración, obteniendo todo tipo de información de aquellos mortales que se encontraban en la calle. - ¿Tenéis sed? - Preguntó a Jimena con voz pícara mientras abría sus ojos y corría la cortina que tapaba su ventana, dejando a la vista dos elegantes y atractivos jóvenes que charlaban animadamente sobre temas banales de la vida.
Drusila Lestrange- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 58
Fecha de inscripción : 15/09/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Regreso a Francia (libre).
Al fin pareció que el impertinente del humano había caído bajo los poderes de ambas. Por un momento las visualizó a las dos saltando sobre el cuello del hombre, haciéndole callar de por vida. Jimena no solía ser agresiva, pero el miedo a lo desconocido siempre la ponía en alerta y si tenía que atacar, atacaba.
Drusila le preguntó a donde se encaminaba cuando se tropezaron con los licántropos - Pues a decir verdad, daba un paseo simplemente, cerca del puerto - y aunque obvió el resto de información, sabía que la otra vampiro podía leer en su mente el "estaba en busca de redes para hacerme un chal". Le parecía demasiado denigrante tener que decirlo en voz alta, dada la opulencia en la que nadaba su acompañante.
El carruaje siguió su camino mientras las dos intercambiaban palabras. Unos metros más adelante, un olor exquisito se colaba por las ventanas, haciendo que las dos jóvenes inspiraran y desgastaran el olor, como si de un niño oliendo chocolate se tratase. Drusila le preguntó si tenía hambre, y Jimena no contestó, creyó que el sombraje negro que cubrían sus ojos valía mucho más que cualquier respuesta que pudiese darle.
Drusila le preguntó a donde se encaminaba cuando se tropezaron con los licántropos - Pues a decir verdad, daba un paseo simplemente, cerca del puerto - y aunque obvió el resto de información, sabía que la otra vampiro podía leer en su mente el "estaba en busca de redes para hacerme un chal". Le parecía demasiado denigrante tener que decirlo en voz alta, dada la opulencia en la que nadaba su acompañante.
El carruaje siguió su camino mientras las dos intercambiaban palabras. Unos metros más adelante, un olor exquisito se colaba por las ventanas, haciendo que las dos jóvenes inspiraran y desgastaran el olor, como si de un niño oliendo chocolate se tratase. Drusila le preguntó si tenía hambre, y Jimena no contestó, creyó que el sombraje negro que cubrían sus ojos valía mucho más que cualquier respuesta que pudiese darle.
Jimena Torres- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 02/10/2012
Re: Regreso a Francia (libre).
Drusila no era de las que atacaban a sus presas como si de un carroñero se tratase. Ella pensaba que el proceso de atacar a sus víctimas era un arte que muy pocos sabían ejercer con tanta pasión y elegancia como ella lo hacía. Nunca jugaba con su comida, pues era algo que su madre le había enseñado cuando era pequeña y, aunque la materia prima con la que se alimentaba distaba mucho a la de por aquél entonces, Drusila seguía teniendo muy presentes las palabras de su madre. Jamás derramaba una gota de sangre, permaneciendo impecable tras el ataque.
No fue necesario que su acompañante le contestara a su pregunta, ni con palabras ni con los pensamientos; sus ojos reflejaron lo que en ese instante deseaba: la sangre humana. Con una media sonrisa en su cara y desafiante, Drusila cerró sus ojos lentamente y, sin que el carruaje se detuviese si quiera, ésta sacó la mano por la ventana, aún cubierta por las cortinas rojas y con un rápido movimiento arrastró hacia sí a uno de los jóvenes que deambulaban por la calle a altas horas de la madrugada. El joven, al darse cuenta de lo que ocurría comenzó a gritar y a forcejear bajos sus manos, justo en el mismo instante en el que Drusila le hacía un gesto con la cabeza a Jimena, señalando el exterior del carruaje e invitándola a que cazara su propia cena. Nunca compartía su comida, era algo que detestaba, y hoy no tendría por qué ser diferente.
Con un susurro casi imperceptible silenció los gritos del muchacho y se acercó lentamente a su cuello, olfateándolo e impregnándose de su aroma. Cuando creyó haber desgastado el olor a carne humana le clavó los colmillos de forma brusca en la piel, atravesando la yugular y brotando de ella gran cantidad de sangre. Mientras succionaba de ella levantó la vista y miró de forma divertida a su compañera, sin dejar de alimentarse en ningún momento.
La vida del muchacho comenzaba a volverse débil, como un fino hilo que aguarda la hora en la que será cortado, dando por finalizada su existencia. El corazón dejó de palpitar y el flujo de sangre de sus venas comenzó a disminuír, anunciando la muerte de éste. Tras separarse de su cuello Drusila permanecía impecable, sin ninguna gota de sangre que desvelara lo que acababa de aconteder. Con otro rápido movimiento de mano lanzó al cuerpo inerte del chico por la ventana, cayendo al suelo y rompiéndose varios huesos. En el mejor de los casos sería descubierto por algún teniente y reportado a sus familiares para que le diesen un entierro digno.
Con la misma velocidad a la que había marchado hasta ahora el carruaje, éste continuó avanzando, traspasando un puente que señalaba el final del puerto. Sin echar la vista atrás, todos los allí presentes abandonaron el lugar, próximo a la llegada del amanecer.
No fue necesario que su acompañante le contestara a su pregunta, ni con palabras ni con los pensamientos; sus ojos reflejaron lo que en ese instante deseaba: la sangre humana. Con una media sonrisa en su cara y desafiante, Drusila cerró sus ojos lentamente y, sin que el carruaje se detuviese si quiera, ésta sacó la mano por la ventana, aún cubierta por las cortinas rojas y con un rápido movimiento arrastró hacia sí a uno de los jóvenes que deambulaban por la calle a altas horas de la madrugada. El joven, al darse cuenta de lo que ocurría comenzó a gritar y a forcejear bajos sus manos, justo en el mismo instante en el que Drusila le hacía un gesto con la cabeza a Jimena, señalando el exterior del carruaje e invitándola a que cazara su propia cena. Nunca compartía su comida, era algo que detestaba, y hoy no tendría por qué ser diferente.
Con un susurro casi imperceptible silenció los gritos del muchacho y se acercó lentamente a su cuello, olfateándolo e impregnándose de su aroma. Cuando creyó haber desgastado el olor a carne humana le clavó los colmillos de forma brusca en la piel, atravesando la yugular y brotando de ella gran cantidad de sangre. Mientras succionaba de ella levantó la vista y miró de forma divertida a su compañera, sin dejar de alimentarse en ningún momento.
La vida del muchacho comenzaba a volverse débil, como un fino hilo que aguarda la hora en la que será cortado, dando por finalizada su existencia. El corazón dejó de palpitar y el flujo de sangre de sus venas comenzó a disminuír, anunciando la muerte de éste. Tras separarse de su cuello Drusila permanecía impecable, sin ninguna gota de sangre que desvelara lo que acababa de aconteder. Con otro rápido movimiento de mano lanzó al cuerpo inerte del chico por la ventana, cayendo al suelo y rompiéndose varios huesos. En el mejor de los casos sería descubierto por algún teniente y reportado a sus familiares para que le diesen un entierro digno.
Con la misma velocidad a la que había marchado hasta ahora el carruaje, éste continuó avanzando, traspasando un puente que señalaba el final del puerto. Sin echar la vista atrás, todos los allí presentes abandonaron el lugar, próximo a la llegada del amanecer.
Drusila Lestrange- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 58
Fecha de inscripción : 15/09/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Regreso a Francia (libre).
Drusila no necesitó más que ver sus ojos para lanzarse a atacar a su propia víctima. Jimena observó como su acompañante se las ingenió sin ningún tipo de dificultad para capturar a un joven y hacerlo asomar dentro del carruaje que aún estaba en marcha. En ese momento le hizo un gesto a Jimena, quien con menos habilidad, asomó casi la mitad de su cuerpo fuera del carruaje y consiguió alcanzar a uno de los acompañantes de la otra víctima, que intentaba escapar de la escena dando gritos.
Jimena lo agarró por el cuello de su camisa y lo miró a los ojos. Pese a ser la única forma de alimentarse Jimena no conseguía acostumbrarse a la sensación previa a quitarle la vida a una persona, le hacía sentir culpable y tan rastrera como aquel que la convirtió. Su víctima dejó de gritar una vez que la miró a los ojos. Consiguió persuadirlo de no gritar e incluso le hizo creer que lo que vendría a continuación le gustaría. Jimena lo miró casi coqueta, mientras lo sostenía de sus ropas y el muchacho levitaba al otro lado de la ventana, desplazándose al mismo tiempo que el carruaje. Jimena le sonrió y sin perder un minuto más, se abalanzó sobre su cuello y clavó sus colmillos. El muchacho no gritó, juraría que hasta soltó una pequeña risita nerviosa en su lugar. Sintió las primeras gotas de sangre fresca y caliente en su boca y se concentró en sentir todas las sensaciones que el torrente de sangre le proporcionaba. Siguió alimentándose de su víctima a sabiendas que pasarían unos cuantos días sin poder hacerlo de nuevo. No le gustaba atacar y lo hacía cuanto sentía que sus fuerzas empezaban a flaquear.
No iba a negar que le supo a gloria y que se sentía incluso con ganas de atacar a uno o dos más. Esa era la sensación que provoca el sentir la sangre humana de nuevo corriendo por su garganta, pero por hoy ya tenía bastante. Miró de nuevo a los ojos sin vida ya de su víctima y lo dejó caer todo lo cuidadosamente que pudo justo al girar en una esquina y adentrarse el carruaje en un callejón algo más oscuro.
Volvió a sentarse en su sitio, secándose alguna que otra gota de sangre que colgaba de sus labios con el interior de unas de sus mangas. Ella no tenía la clase de su compañera y sus ropas no iban a verse peor de lo que ya estaban por un poco de sangre.
El amanecer estaba próximo, así que el carruaje siguió su camino para que las jóvenes de su interior se ocultasen de la vida humana hasta el día siguiente, llevándose con ellas la vida de dos desafortunados jóvenes, que tuvieron la mala suerte de toparse con dos hambrientas criaturas.
Jimena lo agarró por el cuello de su camisa y lo miró a los ojos. Pese a ser la única forma de alimentarse Jimena no conseguía acostumbrarse a la sensación previa a quitarle la vida a una persona, le hacía sentir culpable y tan rastrera como aquel que la convirtió. Su víctima dejó de gritar una vez que la miró a los ojos. Consiguió persuadirlo de no gritar e incluso le hizo creer que lo que vendría a continuación le gustaría. Jimena lo miró casi coqueta, mientras lo sostenía de sus ropas y el muchacho levitaba al otro lado de la ventana, desplazándose al mismo tiempo que el carruaje. Jimena le sonrió y sin perder un minuto más, se abalanzó sobre su cuello y clavó sus colmillos. El muchacho no gritó, juraría que hasta soltó una pequeña risita nerviosa en su lugar. Sintió las primeras gotas de sangre fresca y caliente en su boca y se concentró en sentir todas las sensaciones que el torrente de sangre le proporcionaba. Siguió alimentándose de su víctima a sabiendas que pasarían unos cuantos días sin poder hacerlo de nuevo. No le gustaba atacar y lo hacía cuanto sentía que sus fuerzas empezaban a flaquear.
No iba a negar que le supo a gloria y que se sentía incluso con ganas de atacar a uno o dos más. Esa era la sensación que provoca el sentir la sangre humana de nuevo corriendo por su garganta, pero por hoy ya tenía bastante. Miró de nuevo a los ojos sin vida ya de su víctima y lo dejó caer todo lo cuidadosamente que pudo justo al girar en una esquina y adentrarse el carruaje en un callejón algo más oscuro.
Volvió a sentarse en su sitio, secándose alguna que otra gota de sangre que colgaba de sus labios con el interior de unas de sus mangas. Ella no tenía la clase de su compañera y sus ropas no iban a verse peor de lo que ya estaban por un poco de sangre.
El amanecer estaba próximo, así que el carruaje siguió su camino para que las jóvenes de su interior se ocultasen de la vida humana hasta el día siguiente, llevándose con ellas la vida de dos desafortunados jóvenes, que tuvieron la mala suerte de toparse con dos hambrientas criaturas.
Jimena Torres- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 02/10/2012
Temas similares
» De regreso... Libre
» De regreso a la ciudad.........(Libre)
» De regreso a la realidad (libre)
» El regreso tan esperado {Libre}
» Regreso a Paris...
» De regreso a la ciudad.........(Libre)
» De regreso a la realidad (libre)
» El regreso tan esperado {Libre}
» Regreso a Paris...
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour