AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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De regreso... Libre
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De regreso... Libre
Algunos meses habían pasado ya desde aquél incidente, el reencuentro todavía dolía como granizos ardiendo sobre la piel pálida que recorría la supeficie de mis brazos, casi tan calcina como la de cierta persona que diaramente recordaba; suspiré pensando en que no valdría la pena quedarme atorada en el pasado -Tal vez a la próxima- alcé los hombros recorriendo el camino empedrado notando como las gotas de lluvia comenzaban a decender levemente estrellándose contra el suelo explorando en leves rocíos. Mire con detenimiento la siguiente gota cayendo con gran rapidez hasta que la palpé jugando con ella en mi mano ligeramente preguntándome ¿Qué haría esa gota si poseyera vida?, ¿Cuál sería su pensamiento al saber que en el intento de proveer a la humanidad dejaría su existencia?, a mí me pasaba lo mismo, si dejaba de ser humana ¿A quién le importaría?, ¿Habría algún motivo masomenos racional que me lo impídiese?, no la verdad era que no.
Después de haber estado deambulando como pordiosera, lo reconocía, era una cobarde, mi subconsciente había sido más poderoso dejándome en la calle por no lastimar a aquellos que amaba, más bien el hecho de que ellos terminaran matándose uno al otro por mi culpa -Tampoco el papel de mártir os queda Zaskya- eso ya estaba demás, lo sabía, pues tampoco el hacerme la llorona por los rincones me atraería nada bueno.
Había abandonado a mi padre que siendo vampiro no había dudado ni un sólo segundo por dar su vida, había dejado al amor de mi vida por no verlo luchar; esa noche se recalcaba en mi mente una y otra vez.
Ese ataque, mirar a uno agazapado tendiéndose frente a mí para protegerme, el lobo frente a él con el hocico a medio abrir mostrando esos colmillos tan penetrantes como filos de cuchillo amenazándose, yo me encontraba tendida a media cama rogando porque se detuviesen, ninguno de los dos parecía hacerme caso, lloraba, discutía y nada cesaba el ambiente sobre aquella habitación. Lo siguiente que recordé fue haber saltado diciendo un montón de palabras que ahora ya se quedaban atoradas por alguna razón, pues ninguno de ambos me siguió.
Corrí hasta quedarme sin fuerza ni aire, había querido huír tan rápido olvidando todo, había dejado que mis lágrimas se fueran con las brisas que chocaban contra mí despeinándome, dejándome ir como si no valiese nada, había aprendido lo doloroso que era decidir entre la vida y el amor, ahora podía declararme fugitiva de mí misma.
Había decidido regresar a París para terminar de una buena vez con el asunto, cuando sucedió miré que las calles habían cambiado, el espesor sobre el ambiente parecía algo más ligero con toques únicos que la mayoría pasaba desapercibidos, sonreí de lado al respecto, llevaba el corazón desecho pero la mente entera, súbitamente había caído en la cuenta de ser mi propia prisionera; la alegría caracterizada en alguna ocasión ahora yacía en el recuerdo de alguien desconocido, mis ropas andrajosas no daban en lo absoluto buen estado, que aclaremos, estaban rotas y con costuras mal hechas más no había dejado de preocuparme por la higiene personal dentro de lo que podía. Ahora, mi rostro ya no se tornaba de ese color blanco como la cal con las mejillas rosas, mis labios rojos se tornaban de un rosa sin nada excepcional, manchado por el tiempo y hasta un poco percudido, mis manos eran rasposas, me miraba sin reconocer a la chica que veía vagando por las calles.
¡No podía ser!, era la hija de uno de los mayores productores de alcohol a nivel Europeo y quién viera a su heredera (si así podía llamarme) entre tantos harapos, el transcurso del tiempo me hizo algo inexpresiva, también lo había hecho pues si sabía que regresaba como antes él lo identificaría lográndome encontrar de modo asombrosmente fácil, suspiré acomodando los pies casi descalzos en una esquina comenzando a cantar en italiano con la lata ya maltratada para ver si alguien se agachaba a arrojar unas monedas.
Moví la cabeza lentamente, el cabello lo llevaba trenzado y enlazado a modo que se recogía todo, estaba polvoroso, asqueroso también sin nada de bonito, agitaba conforme seguía danzando al son de mis notas, alguien se detuvo mirándome durante unos segundos siguiendo su camino, otro más hizo lo mismo pero se quedó un poco más, le dediqué una melodía completa sonriendo más a fuerza que por gusto propio, sacó de la mano unas monedas colocándolas con cuidado sobre la lata.
-Gracias, Os agradezco- musité antes de retomar una nueva canción, entonces, escuché el sonido de un reloj andante: tic, tac, tic, tac, volteé un poco para ver de que se trataba enfocándome un poco más hacia lo lejos dejando que mis ojos me guiaran sobre los callejones que no eran los mismos, era un año ya de no regresar a mi ciudad natal...
Después de haber estado deambulando como pordiosera, lo reconocía, era una cobarde, mi subconsciente había sido más poderoso dejándome en la calle por no lastimar a aquellos que amaba, más bien el hecho de que ellos terminaran matándose uno al otro por mi culpa -Tampoco el papel de mártir os queda Zaskya- eso ya estaba demás, lo sabía, pues tampoco el hacerme la llorona por los rincones me atraería nada bueno.
Había abandonado a mi padre que siendo vampiro no había dudado ni un sólo segundo por dar su vida, había dejado al amor de mi vida por no verlo luchar; esa noche se recalcaba en mi mente una y otra vez.
Ese ataque, mirar a uno agazapado tendiéndose frente a mí para protegerme, el lobo frente a él con el hocico a medio abrir mostrando esos colmillos tan penetrantes como filos de cuchillo amenazándose, yo me encontraba tendida a media cama rogando porque se detuviesen, ninguno de los dos parecía hacerme caso, lloraba, discutía y nada cesaba el ambiente sobre aquella habitación. Lo siguiente que recordé fue haber saltado diciendo un montón de palabras que ahora ya se quedaban atoradas por alguna razón, pues ninguno de ambos me siguió.
Corrí hasta quedarme sin fuerza ni aire, había querido huír tan rápido olvidando todo, había dejado que mis lágrimas se fueran con las brisas que chocaban contra mí despeinándome, dejándome ir como si no valiese nada, había aprendido lo doloroso que era decidir entre la vida y el amor, ahora podía declararme fugitiva de mí misma.
Había decidido regresar a París para terminar de una buena vez con el asunto, cuando sucedió miré que las calles habían cambiado, el espesor sobre el ambiente parecía algo más ligero con toques únicos que la mayoría pasaba desapercibidos, sonreí de lado al respecto, llevaba el corazón desecho pero la mente entera, súbitamente había caído en la cuenta de ser mi propia prisionera; la alegría caracterizada en alguna ocasión ahora yacía en el recuerdo de alguien desconocido, mis ropas andrajosas no daban en lo absoluto buen estado, que aclaremos, estaban rotas y con costuras mal hechas más no había dejado de preocuparme por la higiene personal dentro de lo que podía. Ahora, mi rostro ya no se tornaba de ese color blanco como la cal con las mejillas rosas, mis labios rojos se tornaban de un rosa sin nada excepcional, manchado por el tiempo y hasta un poco percudido, mis manos eran rasposas, me miraba sin reconocer a la chica que veía vagando por las calles.
¡No podía ser!, era la hija de uno de los mayores productores de alcohol a nivel Europeo y quién viera a su heredera (si así podía llamarme) entre tantos harapos, el transcurso del tiempo me hizo algo inexpresiva, también lo había hecho pues si sabía que regresaba como antes él lo identificaría lográndome encontrar de modo asombrosmente fácil, suspiré acomodando los pies casi descalzos en una esquina comenzando a cantar en italiano con la lata ya maltratada para ver si alguien se agachaba a arrojar unas monedas.
Moví la cabeza lentamente, el cabello lo llevaba trenzado y enlazado a modo que se recogía todo, estaba polvoroso, asqueroso también sin nada de bonito, agitaba conforme seguía danzando al son de mis notas, alguien se detuvo mirándome durante unos segundos siguiendo su camino, otro más hizo lo mismo pero se quedó un poco más, le dediqué una melodía completa sonriendo más a fuerza que por gusto propio, sacó de la mano unas monedas colocándolas con cuidado sobre la lata.
-Gracias, Os agradezco- musité antes de retomar una nueva canción, entonces, escuché el sonido de un reloj andante: tic, tac, tic, tac, volteé un poco para ver de que se trataba enfocándome un poco más hacia lo lejos dejando que mis ojos me guiaran sobre los callejones que no eran los mismos, era un año ya de no regresar a mi ciudad natal...
Zaskya Cassabel- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/02/2011
Re: De regreso... Libre
¡Tanto trabajo por hacer! ¡Tanto trabajo por hacer! Y el poco tiempo...la joyería prosperaba como nunca, pero a la vez les acarreaba bastante trabajo; mantener un negocio del tipo orfebre no era fácil, el tener que conseguir materia prima, pensar en diseños, hacerse responsables de las joyas encargadas para reparaciones era bastante estresante, pero gracias a ello habían dejado ya el circo atrás, dejado de ser "La quimera de las tierras Altas" Para convertirse en los más afamados joyeros de París.
El talento de los siameses llegó a ser tal qué muchas de las personas de clase alta que antes les veían con desprecio comenzaban a valorar de la habilidad de los siameses, era increíble el cambió que hubo en la gente de Parías hacia ellos.
Corrian, o mejor dicho iban a paso rápido cuando una preciosa melodía resnoaba por el callejón, Ortros saco el reloj de bolsillo...No era tan tarde despues de todo, por lo que se dirigieron buscando la fuente de aquel sonido y al acortar distancia se dieron cuenta de que se trataba de una mujer que llevaba un bonito, pero bastante sucio, vestido y el pelo trenzado.
Se acercaron aun más, disfrutando de la melodía, pero al acercarse para dar unas monedas a aquella doncella, mirandola a la cara reconocieron aquellos ojos verdes como esmeraldas...Quiero que sea algo especial, monseour OrtrosRecordaban las palabras del caballero-Un gurdapelo, un guardapelo con una esmeralda, no una simple una muy semejante a sus ojos-
-Señorita...-Exclamaron ambos al mismo tiempo-¡Señorita Cassabel!-No había duda alguna, ¿Cómo poder olvidar esos ojos tan peculiares y la exigencia de su padre a con el obsequio para su hija?
El talento de los siameses llegó a ser tal qué muchas de las personas de clase alta que antes les veían con desprecio comenzaban a valorar de la habilidad de los siameses, era increíble el cambió que hubo en la gente de Parías hacia ellos.
Corrian, o mejor dicho iban a paso rápido cuando una preciosa melodía resnoaba por el callejón, Ortros saco el reloj de bolsillo...No era tan tarde despues de todo, por lo que se dirigieron buscando la fuente de aquel sonido y al acortar distancia se dieron cuenta de que se trataba de una mujer que llevaba un bonito, pero bastante sucio, vestido y el pelo trenzado.
Se acercaron aun más, disfrutando de la melodía, pero al acercarse para dar unas monedas a aquella doncella, mirandola a la cara reconocieron aquellos ojos verdes como esmeraldas...Quiero que sea algo especial, monseour OrtrosRecordaban las palabras del caballero-Un gurdapelo, un guardapelo con una esmeralda, no una simple una muy semejante a sus ojos-
-Señorita...-Exclamaron ambos al mismo tiempo-¡Señorita Cassabel!-No había duda alguna, ¿Cómo poder olvidar esos ojos tan peculiares y la exigencia de su padre a con el obsequio para su hija?
Nicholas & Ortros- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 06/06/2010
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Re: De regreso... Libre
Ya la melodía se hacía algo lenta con el contínuo sonido del reloj, era algo peculiar pues tenía poco tiempo de haber conocido éste tipo de artefactos, específicamente habia sido en Rusia cuando uno de los viajeros en el tren llevaba un círculo mirándolo seguidamente, mi curiosidad terminó porque él me mirara algo serio, yo le pregunté que era sonando algo tonta al respecto, pensé que se trataría de algún tipo de brújula, estaba muy equivocada pues era un reloj asombroso de bolsillo, tallado de un modo exquisito a mano con piedras preciosas, hasta se me había atorado la saliva al mirar tal cosa, pues el trabajo hecho representaba dedicación y sin duda mucho gusto en la fabricación de éste.
Distrayéndome de esos pensamientos, pude ver a dos hombres depositando las monedas, eran sin duda algo peculiar para las calles de París, pues conociendo la cerrada mentalidad lo más probable es que no fuesen muy bien vistos, sin embargo, automáticamente despertó mi curiosidad aquellas miradas tan suaves, tan penetrantes al mismo tiempo junto con la sincronización perfecta del uno con el otro como si a la medida exacta hubiesen nacido para ser uno sólo. Sonreí ante ellos dispuesta a darles una última función cuando abrí los ojos de golpe ante la pronunciación de mi nombre.
¿Ellos me conocían?, ¿Ellos sabían quién era?, ¿Sabían de dónde venía?, ¿Qué sabían de mi persona?, tragué saliva volviéndome hasta ellos con la respiración algo entrecortada con el corazón dispuesto a salir disparado por el pecho, ¿Le dirían a mi padre que estaba en París?, ¿Lo conocerían? -Zaskya, todo París conoce a vuestro padre- auguró la vocecilla interior con tono de burla, ella tenía razón, el mundo social era altamente complejo así que toda esa élite debía conocerlo, al menos el lado "humano" pero era bastante precario, de sus antecedentes vampírivos era la única que vivía para contarlo.
-¿Us...us.. tedes me conocéis?- pregunté tartamudeando todavía en estado catatónico, no podía creer que aún con todos mis andrajos me habían podido identificar, eso quería decir que n tenía ningún caso seguir ocultando mi identidad, pero sí mi aroma, la esencia podía atraer automáticamente a ese hombre para convertirme o terminar por matándome por haber huído, mordiéndome el labio inferior tanto que no noté que estaba comenzando a sangrar por la tensión pude recuperar el color en mi rostro directamente para mirarlos.
-¿Quiénes soís?, ¿Cómo sabéis mi nombre?- terminé por preguntar ya sin poderme controlar, miles de preguntas atiborraban mi cabeza, sí a ellos les hubiese conocido definitivamente jamás los habría podido olvidar, esas miradas se me habían grabado casi inmediatamente junto con la forma tan peculiar de actuar de cada uno, todo parecía algo irreal justo en ese momento, quería salir corriendo sin tener mucha opción de dónde correr, tampoco quería quedarme pues me aterraba la idea de saber quiénes eran ellos.
Distrayéndome de esos pensamientos, pude ver a dos hombres depositando las monedas, eran sin duda algo peculiar para las calles de París, pues conociendo la cerrada mentalidad lo más probable es que no fuesen muy bien vistos, sin embargo, automáticamente despertó mi curiosidad aquellas miradas tan suaves, tan penetrantes al mismo tiempo junto con la sincronización perfecta del uno con el otro como si a la medida exacta hubiesen nacido para ser uno sólo. Sonreí ante ellos dispuesta a darles una última función cuando abrí los ojos de golpe ante la pronunciación de mi nombre.
¿Ellos me conocían?, ¿Ellos sabían quién era?, ¿Sabían de dónde venía?, ¿Qué sabían de mi persona?, tragué saliva volviéndome hasta ellos con la respiración algo entrecortada con el corazón dispuesto a salir disparado por el pecho, ¿Le dirían a mi padre que estaba en París?, ¿Lo conocerían? -Zaskya, todo París conoce a vuestro padre- auguró la vocecilla interior con tono de burla, ella tenía razón, el mundo social era altamente complejo así que toda esa élite debía conocerlo, al menos el lado "humano" pero era bastante precario, de sus antecedentes vampírivos era la única que vivía para contarlo.
-¿Us...us.. tedes me conocéis?- pregunté tartamudeando todavía en estado catatónico, no podía creer que aún con todos mis andrajos me habían podido identificar, eso quería decir que n tenía ningún caso seguir ocultando mi identidad, pero sí mi aroma, la esencia podía atraer automáticamente a ese hombre para convertirme o terminar por matándome por haber huído, mordiéndome el labio inferior tanto que no noté que estaba comenzando a sangrar por la tensión pude recuperar el color en mi rostro directamente para mirarlos.
-¿Quiénes soís?, ¿Cómo sabéis mi nombre?- terminé por preguntar ya sin poderme controlar, miles de preguntas atiborraban mi cabeza, sí a ellos les hubiese conocido definitivamente jamás los habría podido olvidar, esas miradas se me habían grabado casi inmediatamente junto con la forma tan peculiar de actuar de cada uno, todo parecía algo irreal justo en ese momento, quería salir corriendo sin tener mucha opción de dónde correr, tampoco quería quedarme pues me aterraba la idea de saber quiénes eran ellos.
Zaskya Cassabel- Humano Clase Alta
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Re: De regreso... Libre
Ambos siameses sonrieron calidamente y le tendieron la mano. -Mi nombre es Nicholas Kyrksen-Respondió el siames del lado derecho, su voz era suave y bastante acogedora.-Yo soy Ortros Kyrksen-Respondió el siames de la Izquierda, con su contrastante voz tan distinta a la de su hermano, casi carente de sentimiento pero a la vez con débiles jirones de emotividad.Los siameses a pesar de parecer a simpla vista muy similares, en el rostro podía distinguirse que uno de ellos, Ortros tenía su rostro marcado, bajo el ojo derecho con una cicatriz muy singular.
-Una joya excepcional, algo especial para mi hija, y quiero que la piedra que adorne vuestra obra sea igual al los ojos de mi hija-Repitieron los siameses las palabras del pader de Zaskya aquel día, recordando lo díficil que fue conseguir una esmeralda de semejante brillo, las tantas piedras rechazadas por parte de del caballero. Miraron a la docella.
-Nosotros somos los fabricantes de su guardapelo-Dijo finalmente Nicholas, Ortros continuó especificando las medidas de la joya, el color exacto de la esmeralda y lo que el guardapelo en si contenía en su interior.-No desconfie más, y miré al reverso del guardapelo, en la parte más baja, verá las iniciales N&O.-Pidió Ortros.
-Bienvenida a París, su hogar, Señorita Cassabel-Ambos siameses hicieron una respetuosa reverencia.
-Una joya excepcional, algo especial para mi hija, y quiero que la piedra que adorne vuestra obra sea igual al los ojos de mi hija-Repitieron los siameses las palabras del pader de Zaskya aquel día, recordando lo díficil que fue conseguir una esmeralda de semejante brillo, las tantas piedras rechazadas por parte de del caballero. Miraron a la docella.
-Nosotros somos los fabricantes de su guardapelo-Dijo finalmente Nicholas, Ortros continuó especificando las medidas de la joya, el color exacto de la esmeralda y lo que el guardapelo en si contenía en su interior.-No desconfie más, y miré al reverso del guardapelo, en la parte más baja, verá las iniciales N&O.-Pidió Ortros.
-Bienvenida a París, su hogar, Señorita Cassabel-Ambos siameses hicieron una respetuosa reverencia.
Nicholas & Ortros- Humano Clase Media
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Re: De regreso... Libre
Era mucha información para asimilar de una sola vez, ambos se presententaban cada uno en modo tan singular que era perfectamente fácil distinguir uno del otro, Nicholas inspiraba confianza ciegamente mientras Ortros con una expresión algo más dura se hacía presente sin embargo, parecían estar perfectamente conectados el uno con el otro -Son siameses Zaskya ¿Qué esperabáis- murmuó la vocecita interna como mofándose a propósito de mis ocurrencias, entrecerrando los ojos hice caso omiso volviendo la concentración a sus palabras cuando dijeron que ellos habían hecho ese guardapelo. Entorné los ojos hacia ellos mientras me proporcionaban las palabras dichas por el vampiro solicitando el trabajo, sin duda era algo excepcional pues jamás se me habría ocurrido que precisamente él lo mandara a hacer.
-Entonces, ¿Mi padre pidió que realizaran tal trabajo?- pregunté incrédula sacando el pañuelo fuera del vestido mugroso que llevaba puesto, saqué la seda fielmente cuidada pues esa la cuidaba como mi vida propia pues era uno de los objetos más preciados para mí, en realidad se trataba de mi "tesoro personal" en sí no se trataba del guardapelo, era el hecho de poseer esa foto antigua de mi familia; no sé porque me sorprendía tanto pues mi papá a pesar de todo me amaba y yo lo sabía.
-Disculpadme por mi falta de modales caballeros, como bien sabéis soy Zaskya- sonreí de lado algo apenada ahora por mi aspecto, sonrojándome levemente mientras sacaba el objeto constatando su historia, en la parte más baja estaban grabadas sus iniciales finamente trazadas, me quedé embobada por unos momentos observando el detalle puesto, sin duda era una pieza única teniendo la fortuna de ser yo la dueña.
Recordé algunos años atrás ese día de cumpleaños, mi padre llegaba después de un día con proveedores algo sorprendido, no decía mucho pero su rostro dejaba mucho por desear, le contaba a mi madre que había visto algo peculiar sobre las calles de París describiéndolo del siguiente modo: Eran humanos, estaba seguro, pero ¿Cómo os explico mejor querida?, estaban unidos en el mismo cuerpo, eran uno siendo dos, es imposible que te lo narre sólo así, lo tendriáis que haber visto, poseían cada uno su cabeza, manos y dos piernas únicamente y cada uno poseía una habilidad para hablar única, fue algo impactante quería mía. Mi madre estaba atónita mientras yo escuchaba esa historia quizá como uno de los tantos delirios, ahora lo comprobaba del modo más eficiente sin duda alguna. Dándome la bienvenida, me sentí extrañamente en ese momento en casa.
-Os agradezco vuestra cordial bienvenida jóvenes, de hecho no me esperaba encontraros por aquí, mucho menos por estos lugares- suspiré bajando la mirada al suelo -Disculpadme por favor ante mis vestimentas, he estado algún tiempo fuera- alcé los hombros como a medida de disculpa, entre tanta suciedad ellos podían ver y seguían viendo lo esmeralda en mis ojos , me sentía halagada por eso sin duda alguna, habían tomádose la molestia por quién sabe cuánto tiempo para conseguir una piedra para asemejarse al tono correcto.
-Preguntaré Monsieur Nicholas, Monsieur Ortros ¿Dónde habéis conseguido tal esmeralda?, mi padre me dijo en alguna ocasión que era única en el mundo ¿Tenía él razón? ¿Era verdad?- los miré a ambos curiosa por saber tocando el guardapelo contra mi corazón soltando un profundo suspiro recordando viejas cosas, circunstancias y vivencias familiares...
-Entonces, ¿Mi padre pidió que realizaran tal trabajo?- pregunté incrédula sacando el pañuelo fuera del vestido mugroso que llevaba puesto, saqué la seda fielmente cuidada pues esa la cuidaba como mi vida propia pues era uno de los objetos más preciados para mí, en realidad se trataba de mi "tesoro personal" en sí no se trataba del guardapelo, era el hecho de poseer esa foto antigua de mi familia; no sé porque me sorprendía tanto pues mi papá a pesar de todo me amaba y yo lo sabía.
-Disculpadme por mi falta de modales caballeros, como bien sabéis soy Zaskya- sonreí de lado algo apenada ahora por mi aspecto, sonrojándome levemente mientras sacaba el objeto constatando su historia, en la parte más baja estaban grabadas sus iniciales finamente trazadas, me quedé embobada por unos momentos observando el detalle puesto, sin duda era una pieza única teniendo la fortuna de ser yo la dueña.
Recordé algunos años atrás ese día de cumpleaños, mi padre llegaba después de un día con proveedores algo sorprendido, no decía mucho pero su rostro dejaba mucho por desear, le contaba a mi madre que había visto algo peculiar sobre las calles de París describiéndolo del siguiente modo: Eran humanos, estaba seguro, pero ¿Cómo os explico mejor querida?, estaban unidos en el mismo cuerpo, eran uno siendo dos, es imposible que te lo narre sólo así, lo tendriáis que haber visto, poseían cada uno su cabeza, manos y dos piernas únicamente y cada uno poseía una habilidad para hablar única, fue algo impactante quería mía. Mi madre estaba atónita mientras yo escuchaba esa historia quizá como uno de los tantos delirios, ahora lo comprobaba del modo más eficiente sin duda alguna. Dándome la bienvenida, me sentí extrañamente en ese momento en casa.
-Os agradezco vuestra cordial bienvenida jóvenes, de hecho no me esperaba encontraros por aquí, mucho menos por estos lugares- suspiré bajando la mirada al suelo -Disculpadme por favor ante mis vestimentas, he estado algún tiempo fuera- alcé los hombros como a medida de disculpa, entre tanta suciedad ellos podían ver y seguían viendo lo esmeralda en mis ojos , me sentía halagada por eso sin duda alguna, habían tomádose la molestia por quién sabe cuánto tiempo para conseguir una piedra para asemejarse al tono correcto.
-Preguntaré Monsieur Nicholas, Monsieur Ortros ¿Dónde habéis conseguido tal esmeralda?, mi padre me dijo en alguna ocasión que era única en el mundo ¿Tenía él razón? ¿Era verdad?- los miré a ambos curiosa por saber tocando el guardapelo contra mi corazón soltando un profundo suspiro recordando viejas cosas, circunstancias y vivencias familiares...
Zaskya Cassabel- Humano Clase Alta
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Re: De regreso... Libre
Los gemelos miraban a la doncella, debñia de tener montones de sentimientos encontrados, por lo que pacientemente responderían a todas sus dudas, seguro calmarían su ansiedad
-Entonces, ¿Mi padre pidió que realizaran tal trabajo?-Los recuerdos nuevamente venian a sus mentes, pues se trataba de una de las joyas que más les había costado hacer, pues el padre de Zaskya insistia en ir a revisar cada día el progreso de los siameses, el diseño en papel...el simple diseño no le complacia, una tras otra hoja con delicados diseños eran desechados, y el elegido a duras penas logro convencerlo, y ya habiendo fabricado gran parte de la joya, lo más desgastante era el tiempo en que hacia trabajar a los alquimistas, siempre era de noche. Nicholas y Ortros estaban acotumbrados a la noche, si pero para el señor Cassabel la noche significaba parte de la madrugada, hasta el amanecer. En cierta ocación, incluso pidió a los siameses que fueran a trabajar a la masión, cuyos lujos nunca olvidarían, mucho menos la habitación que les proporciono, era extraña la forma de ser de su peculiar cliente, pero los siameses apenas comenzaban el negocio, y debían de esforzarse si querían salir adelante en lograr tener un negocio propio.
"-Monseour, necesitamos que nos de un poco más de tiempo, necesitamos conseguir más clientes, apenas y..."Los joyesros fueron interrumpidos-Yo os pagare todo lo que necesiten, lo que ahora quiero es que me muestren el tan afamado talento que tienen, elaborenme lo más excepcional que puedan hacer, una obra de arte que deje marca-Días, días llevó la elaboración de tan especial objeto, la presión la exigencia era muy alta, pero más preocupante era no sólo la actitud de aquel caballero, sino su mirada tan penetrante y la pálidez de su piel. Fue una ocación en la que su comportamiento llegó a ser muy extraño, pues parecía más pálido de lo acostumbrado y podian notarsele las azuladas venas de su rostro y cuello, con un paso elegante se acerco a Nicholas, mientras trabajaba con los toque finales de la puertezuela de la joya, olfateandole de manera extraña, le tomo la mano derecha observandole la muñeca haciendo un poco de presión que hizo gritar a Nicholas; -¡MONSEOUR! ¡Está lastimando a mi hermano!- el gritó de Ortros por fortina hizo reaccionar al señor Cassabel.
Olvidando el extraño incidente Lo más dificil fue sin duda, la esmeralda que daría un toque final.
Monsieur Nicholas, Monsieur Ortros ¿Dónde habéis conseguido tal esmeralda?, mi padre me dijo en alguna ocasión que era única en el mundo ¿Tenía él razón? ¿Era verdad?.
-Por supuesto, para ello tuvimos que trabajar mucho más que en la pieza misma-Contestó Nicholas. Ortros se llevó la mano al sporran, sacando una piedra mediana de un color verde peculiar, mostrandola a la doncella, para luego ponerla en las deliacad manos de la señorita-Así es-Dijo Ortros-cómo luce una esmeralda realmente, pocas personas llegan a conocer como es en realidad, la mayoría está acostumbrada a verlas en joyas-
-¡Oh! pero antes que nada, señorita Cassabel, ¿Podría concedernos el honor de invitarle a comer?, Seguro debe de estar hambrienta de su largo viaje-Ofreció amablemente Nicholas.-No podremos pagar un restarante, pero en nuestra casa tenemos lo necesario para darle algo de comer, algo quizá no digno de usted, pero al menos que le quite el ahmbre y le haga recuperar fuerzas-
-Si desea asearse, nuestra humilde casa está a su disposición igualmente-Añadió Ortros con su caracteristico tono de voz, que ante la señorita Cassabel parecia menos monotono de lo normal.-Le daremos privacidad no se preocupe, si gusta mientras lo hace podremos ir a comprarle ropa, ya que la que trae hecha esta hecha un desastre...-Carraspeó-Sin ofender...Disculpe mi atrevimiento
-Entonces, ¿Mi padre pidió que realizaran tal trabajo?-Los recuerdos nuevamente venian a sus mentes, pues se trataba de una de las joyas que más les había costado hacer, pues el padre de Zaskya insistia en ir a revisar cada día el progreso de los siameses, el diseño en papel...el simple diseño no le complacia, una tras otra hoja con delicados diseños eran desechados, y el elegido a duras penas logro convencerlo, y ya habiendo fabricado gran parte de la joya, lo más desgastante era el tiempo en que hacia trabajar a los alquimistas, siempre era de noche. Nicholas y Ortros estaban acotumbrados a la noche, si pero para el señor Cassabel la noche significaba parte de la madrugada, hasta el amanecer. En cierta ocación, incluso pidió a los siameses que fueran a trabajar a la masión, cuyos lujos nunca olvidarían, mucho menos la habitación que les proporciono, era extraña la forma de ser de su peculiar cliente, pero los siameses apenas comenzaban el negocio, y debían de esforzarse si querían salir adelante en lograr tener un negocio propio.
"-Monseour, necesitamos que nos de un poco más de tiempo, necesitamos conseguir más clientes, apenas y..."Los joyesros fueron interrumpidos-Yo os pagare todo lo que necesiten, lo que ahora quiero es que me muestren el tan afamado talento que tienen, elaborenme lo más excepcional que puedan hacer, una obra de arte que deje marca-Días, días llevó la elaboración de tan especial objeto, la presión la exigencia era muy alta, pero más preocupante era no sólo la actitud de aquel caballero, sino su mirada tan penetrante y la pálidez de su piel. Fue una ocación en la que su comportamiento llegó a ser muy extraño, pues parecía más pálido de lo acostumbrado y podian notarsele las azuladas venas de su rostro y cuello, con un paso elegante se acerco a Nicholas, mientras trabajaba con los toque finales de la puertezuela de la joya, olfateandole de manera extraña, le tomo la mano derecha observandole la muñeca haciendo un poco de presión que hizo gritar a Nicholas; -¡MONSEOUR! ¡Está lastimando a mi hermano!- el gritó de Ortros por fortina hizo reaccionar al señor Cassabel.
Olvidando el extraño incidente Lo más dificil fue sin duda, la esmeralda que daría un toque final.
Monsieur Nicholas, Monsieur Ortros ¿Dónde habéis conseguido tal esmeralda?, mi padre me dijo en alguna ocasión que era única en el mundo ¿Tenía él razón? ¿Era verdad?.
-Por supuesto, para ello tuvimos que trabajar mucho más que en la pieza misma-Contestó Nicholas. Ortros se llevó la mano al sporran, sacando una piedra mediana de un color verde peculiar, mostrandola a la doncella, para luego ponerla en las deliacad manos de la señorita-Así es-Dijo Ortros-cómo luce una esmeralda realmente, pocas personas llegan a conocer como es en realidad, la mayoría está acostumbrada a verlas en joyas-
-¡Oh! pero antes que nada, señorita Cassabel, ¿Podría concedernos el honor de invitarle a comer?, Seguro debe de estar hambrienta de su largo viaje-Ofreció amablemente Nicholas.-No podremos pagar un restarante, pero en nuestra casa tenemos lo necesario para darle algo de comer, algo quizá no digno de usted, pero al menos que le quite el ahmbre y le haga recuperar fuerzas-
-Si desea asearse, nuestra humilde casa está a su disposición igualmente-Añadió Ortros con su caracteristico tono de voz, que ante la señorita Cassabel parecia menos monotono de lo normal.-Le daremos privacidad no se preocupe, si gusta mientras lo hace podremos ir a comprarle ropa, ya que la que trae hecha esta hecha un desastre...-Carraspeó-Sin ofender...Disculpe mi atrevimiento
Nicholas & Ortros- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 06/06/2010
Edad : 31
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Re: De regreso... Libre
Cuando me entregaron la piedra en las manos, sí lo admito mis ideas se quedaron en blanco pues pude ver mi reflejo en tono verdáceo reflejado en ese mineral, parecía absolutamente falsos y algo opaco, lo miré de reojo contra el del guardapelo tan brillante, tallado, exquisitamente proporcionado a dar un banquete visual ataantándome unos minutos, no podía creerlo, simplemente me era imposible que padre haya solicitado. Esa pieza era el objeto personal más preciado tanto, que si me hubiesen pedido, robado o decidido quitármelo hubiese dado la vida por él sin dudarlo; tener el único retrato de mi familia completa no lo dejaría ni por la cantidad más grande de dinero a ofrecerme -¿Segura Zaskya? tu ambición puede ser mayor- susurró mi voz imperial manipuladora para hacer caso de tener la posibilidad de vender aquello sólo por unas cuántas monedas.
Recordé entonces, ¡Claro! ¿Cómo lo había podido olvidar? en alguna ocasión los había visto en la casa pero jamás me había imaginado que serían ellos haciendo las labores de tal índole, me sentí por un momento tan apenada por volver a mirar a los siameses etan patética, me sentía como actriz de obra de teatro mal paga representanto a algún tipo de indigente y vaya que ese papel no me quedaba nada mal, viéndome hasta de eso había vivido -realmente soís todo un caso- me mordí el labio inferior, no era mi intención pero ¿De qué otro modo podía ocultar mi esencia? debía oler espeluznante, suspiré imaginándolos a ellos tan pulcros y decentes, yo por el contrario parecía calcetín sudado.
-¿Así luce ésta piedra al natural? caballeros, ustedes realizan un trabajo sin igual para dejarla de tal modo- comenzaba a envolver el guardapelo entre los bolsos de mi haraposo vestido, cuando escuché las palabras de monsieur Nicholas invitándome a comer, tuve que hacer malabar y medio para que no cayera al suelo mi tesoro personas, algo así como un payaso callejero haciendo obras maestras -Te hubieséis dedicado mejor a esto- sentenció repelada otra vez esa vocecilla, maldiciendo por lo bajo me quedé atorada en las palabras por decirles algo lo suficientemente decente.Lo siguiente que dijo fue lo que más me sorprendió pues no ofrecía un restaurante lujoso, estaban invitándome a su casa, ese recinto que consideraban propio, me estaban dando una muestra inigualable de generesoidad.
-Caballeros, no saben cuánto os agradezco vuestras atenciones- suspiré mirando hacia el piso para luego mirarlos a ambos, no sabía si mirar a uno primero, después al otro pero a los dos me resultaba imposible pues terminaría haciendo bizcos, me imaginé con cara turulata tratando de enfocar mi vista en los caballeros -idea bastante estúpida- comentó una vez más el subconsciente ante mis tonterías, alcé los hombros restándole importancia para escuchar a monsieur Ortros hablar. Solté una pequeña risotada ante la compra de ropa, y el carraspeo posterior por el comentario; me quedé pensativa haciéndome la indigna por unos segundos más la risa volvió a surgir entre mis labios observándolo.
-Monsieur Ortros, creo que os perdonaré el comentario porque tiene toda la razón, y por favor no mencionéis que no estará a mi altura que es lo de menos, soy tan humana como vosotros y me encantaría probar las delicias que tenéis para ofrecer qe seguro serán deliciosas- acentué con una sonrisota aclamando agradecimiento, terminando con un gruñidero de tripas debido a la falta de alimento.
-Ash, mis intestinos han comenzado a devorarse mutuamente, lamento que presenciéis éste espectáculo- mordí mi labio inferior algo apenada con los chicos, no era uno, eran dos con quienes estaba y haciendo el ridículo de lo lindo, comenzaba a creer que quizá regresar a París no lucía tan agradable pues la falta de neuronas mentales se hacía claramente presente...
-Si no es molestia, aceptaré vuestros ofrecimientos sin dudarlo caballeros de verdad estoy por convertirme en caníbal y comerme a mí misma, en cuánto a la higiene creo que es más que claro que la necesito- argumenté sonrojada dando una vuelta, me sentía como sirvienta de una casa de clase alta -Soís una tarada, tú pertenecéis a una de las familias más refinadas de París- murmuró la vocecita queriendo imponerse, pero desgraciadamente, no podía negar mi estatus social ue ahorita servía para dos cosas: la primera para hacerme sentir todavía peor y la segunda nada más para levantar nombre social, -Por ahora, sólo soy Kya- mencioné a mis adentros sonriéndole a ambos para dejarme llevar por ellos..
Recordé entonces, ¡Claro! ¿Cómo lo había podido olvidar? en alguna ocasión los había visto en la casa pero jamás me había imaginado que serían ellos haciendo las labores de tal índole, me sentí por un momento tan apenada por volver a mirar a los siameses etan patética, me sentía como actriz de obra de teatro mal paga representanto a algún tipo de indigente y vaya que ese papel no me quedaba nada mal, viéndome hasta de eso había vivido -realmente soís todo un caso- me mordí el labio inferior, no era mi intención pero ¿De qué otro modo podía ocultar mi esencia? debía oler espeluznante, suspiré imaginándolos a ellos tan pulcros y decentes, yo por el contrario parecía calcetín sudado.
-¿Así luce ésta piedra al natural? caballeros, ustedes realizan un trabajo sin igual para dejarla de tal modo- comenzaba a envolver el guardapelo entre los bolsos de mi haraposo vestido, cuando escuché las palabras de monsieur Nicholas invitándome a comer, tuve que hacer malabar y medio para que no cayera al suelo mi tesoro personas, algo así como un payaso callejero haciendo obras maestras -Te hubieséis dedicado mejor a esto- sentenció repelada otra vez esa vocecilla, maldiciendo por lo bajo me quedé atorada en las palabras por decirles algo lo suficientemente decente.Lo siguiente que dijo fue lo que más me sorprendió pues no ofrecía un restaurante lujoso, estaban invitándome a su casa, ese recinto que consideraban propio, me estaban dando una muestra inigualable de generesoidad.
-Caballeros, no saben cuánto os agradezco vuestras atenciones- suspiré mirando hacia el piso para luego mirarlos a ambos, no sabía si mirar a uno primero, después al otro pero a los dos me resultaba imposible pues terminaría haciendo bizcos, me imaginé con cara turulata tratando de enfocar mi vista en los caballeros -idea bastante estúpida- comentó una vez más el subconsciente ante mis tonterías, alcé los hombros restándole importancia para escuchar a monsieur Ortros hablar. Solté una pequeña risotada ante la compra de ropa, y el carraspeo posterior por el comentario; me quedé pensativa haciéndome la indigna por unos segundos más la risa volvió a surgir entre mis labios observándolo.
-Monsieur Ortros, creo que os perdonaré el comentario porque tiene toda la razón, y por favor no mencionéis que no estará a mi altura que es lo de menos, soy tan humana como vosotros y me encantaría probar las delicias que tenéis para ofrecer qe seguro serán deliciosas- acentué con una sonrisota aclamando agradecimiento, terminando con un gruñidero de tripas debido a la falta de alimento.
-Ash, mis intestinos han comenzado a devorarse mutuamente, lamento que presenciéis éste espectáculo- mordí mi labio inferior algo apenada con los chicos, no era uno, eran dos con quienes estaba y haciendo el ridículo de lo lindo, comenzaba a creer que quizá regresar a París no lucía tan agradable pues la falta de neuronas mentales se hacía claramente presente...
-Si no es molestia, aceptaré vuestros ofrecimientos sin dudarlo caballeros de verdad estoy por convertirme en caníbal y comerme a mí misma, en cuánto a la higiene creo que es más que claro que la necesito- argumenté sonrojada dando una vuelta, me sentía como sirvienta de una casa de clase alta -Soís una tarada, tú pertenecéis a una de las familias más refinadas de París- murmuró la vocecita queriendo imponerse, pero desgraciadamente, no podía negar mi estatus social ue ahorita servía para dos cosas: la primera para hacerme sentir todavía peor y la segunda nada más para levantar nombre social, -Por ahora, sólo soy Kya- mencioné a mis adentros sonriéndole a ambos para dejarme llevar por ellos..
Zaskya Cassabel- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/02/2011
Re: De regreso... Libre
El día comenzaba a mostrarse extrañamente nublado, una pequeña brisa comenzó a desatarse suavemente sobre las calles parisinas. Nicholas ofreció el brazo a la señorita. -Una joya como la suya es inolvidable, oro florentino, curiosa elección de su padre-Continuó Nicholas la Charla-750 g de oro fino, 125 g de plata fina y 125 g de cobre, esmeraldas, fueron necesarios par su elaboración, horas de esfuerzo...-Continúo Ortros, mientras se acercaban a una pequeña callejuela en donde se veían distintas casas, cada una pareciendo monotonamente igual, pero a la vez teniendo detalles que les distinguían, y ahi, al final de la callecilla, casi antes de una pequeña esquina se encontraba el hogar de los siameses, una construcción de dos pisos, pero un poco más estrecha que las demás a su alrededor, la fachada lucía bien a pesar de tan humilde barrio; las dos ventanas al frente en su alfeízar se adorndaban con eléboros en macetas con marcas de golpes, rpobablemente de algunas caidas o travesuras de chiquillos.
Al llegar al umbral de la puerta, un maullido hizoo sonreir a los siameses Rodia el russian blue les recibia, mirando curioso a la invitada, y una vez pasando la puerta, subió al sofá a dormir.
-Bienvenida a nuestro humilde hogar, señorita Cassabel-Exclamó Nicholas--Tome asiento-Ofeció amablemente Ortros-Prepararemos algo de comer, que esperemos sea de su agrado-
Rodia abrio los ojos para dar un vistazo a Zaskya, y luego echarse a lado del regazo de la dama. Pocos minutos pasaron, los siameses se habían retirado y un olor de la comida delataba que en poco tiempo el platillo estaría listo. Sirviendo dos platos enormes de sopa de verduras, se acercaron a la madeimoselle, dandole un lugar en la pequeña mesa, en la que se encontraban solamente dos sillas. los platos eran de un tamaño muy grande para cualquier persona.
-Oh, trate de no tomar en cuenta el tamaño de los platos, son un poco exagerados de tamaño, pero es como está medida la comida para ambos, sabe, sonsumimos más de lo que una persona normal-Nicholas solto una risita-Dos estomagos son muy exigente para un solo cuerpo-
Pero en realidad, los platos ya no parecian tan grandes al considerar la gran necesidad de alimento por parte de los siameses, sus cuerpos, diferente al de
cualquier persona segurmente necesitaría el doble del consumo necesario para subsistir.
-Espero no le moleste tan humilde platillo, la carne ha subido un poco de precio y tenemos varios gastos y materiales por surtir...Se disculpo Ortros. Los siameses esperaron a que Zazkya diera el primer bocado, para luego ellos comenzar a comer de un sólo plato, Rodia comenzó a maullar y se aproximo a sus dueños, ambos siameses compartieron unas pequeñas cucharadas del humilde platillo dejandolas caer al suelo para el minino.
(Disculpa la tarzanda ^^U No tuve oras libres entre semana)
Al llegar al umbral de la puerta, un maullido hizoo sonreir a los siameses Rodia el russian blue les recibia, mirando curioso a la invitada, y una vez pasando la puerta, subió al sofá a dormir.
-Bienvenida a nuestro humilde hogar, señorita Cassabel-Exclamó Nicholas--Tome asiento-Ofeció amablemente Ortros-Prepararemos algo de comer, que esperemos sea de su agrado-
Rodia abrio los ojos para dar un vistazo a Zaskya, y luego echarse a lado del regazo de la dama. Pocos minutos pasaron, los siameses se habían retirado y un olor de la comida delataba que en poco tiempo el platillo estaría listo. Sirviendo dos platos enormes de sopa de verduras, se acercaron a la madeimoselle, dandole un lugar en la pequeña mesa, en la que se encontraban solamente dos sillas. los platos eran de un tamaño muy grande para cualquier persona.
-Oh, trate de no tomar en cuenta el tamaño de los platos, son un poco exagerados de tamaño, pero es como está medida la comida para ambos, sabe, sonsumimos más de lo que una persona normal-Nicholas solto una risita-Dos estomagos son muy exigente para un solo cuerpo-
Pero en realidad, los platos ya no parecian tan grandes al considerar la gran necesidad de alimento por parte de los siameses, sus cuerpos, diferente al de
cualquier persona segurmente necesitaría el doble del consumo necesario para subsistir.
-Espero no le moleste tan humilde platillo, la carne ha subido un poco de precio y tenemos varios gastos y materiales por surtir...Se disculpo Ortros. Los siameses esperaron a que Zazkya diera el primer bocado, para luego ellos comenzar a comer de un sólo plato, Rodia comenzó a maullar y se aproximo a sus dueños, ambos siameses compartieron unas pequeñas cucharadas del humilde platillo dejandolas caer al suelo para el minino.
(Disculpa la tarzanda ^^U No tuve oras libres entre semana)
Nicholas & Ortros- Humano Clase Media
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