Marceline {Amelie} Morgan {Dracul} || [ID]

Marceline A. Morgan:

El cuerpo de Marceline refleja la pureza de su sangre y la procedencia de esta, al ser hija de una rusa y un francés ambas características se unen en ella añadiendo su árbol genealógico proveniente de la clase alta.
# Cabello y rostro: Rasgo que salta rápidamente en el cuerpo de Marceline es su largo y sedoso cabello caoba o negro azabache, un detalle imprescindible si se quiere describir a esta chica. Este a simple vista trae rápidamente a la memoria las suaves olas de un mar calmo, su cabello en sí es ondulado, con pequeños rizos en las puntas, pero si lo cepilla en demasía este se vuelve liso y controlado. Al tacto su cabellera es suave, sedosa, como si hundieras la mano en hilos de seda misma. Su cabello posee un perfume natural a lilas y violetas que ha adquirido gracias a los años que ha pasado en su pequeño jardín botánico personal. Este aunque se alborote queda siempre en el rango de lo presentable, aunque es fácil trabajarlo y moldearlo a cualquier peinado elaborado prefiere traerlo siempre en una trenza para que no le estorbe al trabajar. Lo adorna algunas veces con pequeñas flores silvestres, hilos dorados o plateados o simplemente lo deja como una trenza hacia un lado. Su rostro en cambio es siempre pasivo, su ceño casi nunca se frunce y solo sus ojos delatan su sentir. Angelical al primer contacto visual con este, todo en él irradia pureza. Desde su piel hasta sus ojos. Sus rasgos son suaves pero definidos, bien proporcionados y equilibrados a la perfección con la cascada caoba que es su cabello. Sus ojos son de un profundo azul medianoche que eclipsa algunas veces la palidez de su tez o lo menudo de su cuerpo, estos reflejan un fuerza infinita que impacta. Pequeñas motitas de color se dispersan por el iris y sus pupilas son sensibles al cambio de luz, más de lo normal. Sus ojos están rodeados por una fila de largas y espesas pestañas que coronan y le dan un toque perfecto a su mirada, si es que llega a levantarse del suelo. Sus cejas, desde que tiene memoria, son delineadas y formadas, por ello no tiene necesidad de formarlas. Sus labios es también un punto que llama la atención. Formados, carnosos y de un rosa pálido. Pero los que siempre mantiene cerrados y solo los abre para disculparse si hizo algo mal o hablar lo justo y necesario; bajo estos se esconden una dentadura blanca y perfecta. ¿Raro? No, esta chica sabe como cuidar sus dientes preparando una mezcla enseñada por un amigo de su padre.

# Cuerpo y piel: Mide solo 1,65 y pesa 59 o 60 kilos. A diferencia de la mayoría de las mujeres el cuerpo de esta chica no es de muchas curvas, en cambio, su cuerpo si posee una silueta marcada pero suavemente. Su busto es el justo y necesario, sus caderas no destacan y solo su cintura se marca a simple vista en sus vestidos. Sus manos casi siempre se encuentran en perfecto estado pero en más de alguna ocasión estarán manchadas de pintura o con una leve capa de tierra. En cuanto a su piel es muy poco lo que hay que decir. Pálida y tersa. Un leve y suave aroma a fresas cubre su cuerpo de forma natural, cree ella que es por pasar tanto tiempo en su jardín y cuando pequeña recogía este fruto en los campos de su antigua señora. Aquella palidez le da el sello final a su imagen delicada y frágil. Si pareciera que el mero roce de sus ropas fuera a hacerla añicos en segundos. Esta palidez se expande en todo su cuerpo, pero no pasa el límite de parecer enferma sino solo frágil; posee más de algún lunar en su cuerpo pero son mínimos, ninguno que sea visible. Sus mejillas se sonrojan fácilmente sin necesidad de avergonzarse, el solo asustarse provoca que su sangre se centre en sus mejillas. Un punto que es obligatorio nombrar es que la piel de Marceline produce fácilmente moretones o cardenales, pero gracias al cielo estos se curan o difuman rápido y que aunque esta sea tan pálida los rayos del sol no cambian su coloración, puede enrojecerse pero más allá de ello no. Nunca en su vida ha cambiado la coloración de su piel ni por el tiempo que esté expuesta al sol. También no es propensa a sentir frío ni calor al extremo, puede fácilmente caminar en invierno con solo su vestido y no congelarse, en verano dormir con varias colchas y no transpirar ni una gota.

# Ropas y accesorios: Por su lugar social no puede costear telas exclusivas o de mayor calidad por lo que siempre va por las calles con vestidos muy simples de colores un tanto apagados. Azul oscuro, vinos o morados oscuros, grises, esos son la mayoría de los colores que puedes apreciar en su guardarropa. Por la misma causa nombrada arriba no lleva nunca joyas ni accesorios vistosos, porque no puede costearlo y porque nunca le ha gustado como se ven las señoras con tantas "chucherías" encima. Solo se adorna, exclusivamente para ocasiones muy especiales, con peinados diferentes a su habitual trenza.

Marceline sencillamente se puede describir en tres palabras en las que encierran las características o rasgos más globales de su personalidad. Bondadosa, tímida, recatada. No teme ayudar a nadie, ni siquiera cuando este no le ha pedido ayuda solo lo hace casi por instinto, es algo que lleva arraigado en ella cosa que su madre enseñó desde pequeña. No hace selección solo lo hace, aunque más de alguna vez alguien se ha aprovechado de ella. Muchos pueden decir que su actuar es serio o solo indiferente, pero no es así. Se mantiene callada y mira a su alrededor con silenciosa paciencia, se detiene en pequeños detalles para analizarlos con calma y sacar conclusiones que luego quizás le sirvan de alguna manera. Precavida, es cordial con quienes conoce pero siempre mantiene un margen de seriedad para reaccionar rápidamente si el caso lo amerita; mantiene una reserva de dinero aunque es pequeño en caso de cualquier imprevisto. No necesita almacenar comida ya que con su jardín mantiene una provisión de comida segura. Detesta a muerte las promesas y las traiciones, las primeras porque jamás son cumplidas y solo son palabras al aire que se van en el silencio y las traiciones porque no es mentirosa y si llega a confiar en alguien quiere lo mismo de la otra persona, es algo natural para ella esperar recibir lo mismo que da. Su frase es "Lo que siembras, cosechas". Si se le llega a conocer bien es cariñosa, una confidente de confianza y una amiga leal, sus sonrisas serán una imagen continua en sus labios y su risa será fácil y sincera. Tiende a ser un tanto tímida, sobre todo cuando hay demasiada gente a su alrededor por ello rehuye de los lugares muy concurridos. Es totalmente respetuosa y ninguna palabrota escapa de sus labios, si le es posible maldice para sí misma pero nunca lo dice a voz alta. Los modales para ella son esenciales, cada cosa a su sitio y a cada persona una palabra. Los "perdón.." "mis más sinceras disculpas.." "gracias", etc son palabras que dice casi sin esfuerzo si las necesita. Pero como en cualquier otra persona en el cuerpo y alma de Marceline se haya un lugar fuertemente reforzado con auto-control, este último es una característica que no debe faltar, es algo imprescindible. Ese en el cual se encuentra su lado frío, controlador y sigiloso, aquel que no teme dañar. El que sabe lo violento e individualista que es el mundo, el que sabe exactamente como defenderse sin necesidad de dinero. Solo con el poder de su voz y su fortaleza, que lo último no le falta ni tampoco la perseverancia.

Para describir con mayor facilidad la vida de esta chica la dividiremos en capítulos, donde cada uno encerrará un secreto pequeño o profundo que solo tu, querido lector, podrás encerrar en tus labios. Marceline nació en una de las familias más adineradas de Rennes. Sus padres poseían dinero y propiedades para que estas mismas pasaran a ella, como herencia. Pero a sus 13 años su padre en un mal movimiento en las apuestas perdió todo su dinero, dejándolos a los tres en la calle. Agobiado por esto cayó en la bebida hasta que el final de su vida llegó solo a un año, dejando a Marceline con su madre solas y sin protección. Su madre al ser informada de esto murió de un paro cardíaco. Sola y desamparada fue a parar a la protección de una adinerada señora quien luego de obligarla a trabajar para ella le tomó cariño y se la llevó junto con ella hacia parís, donde vivió con ella hasta los 18. Con una pequeña parte del dinero que le dio su ama compró una pequeña casa. Desde ese momento su destino tiene en sus manos la pluma que escribe sus pasos e incluso censura su próxima jugarreta...

# La noticia:
Fransheska sonreía mientras abrazaba a su esposo para depositar un suave beso en sus labios, las lágrimas caían con rapidez de sus mejillas. La alegría casi no la dejaba respirar y el solo sentir el corazón fuerte de su esposo contra el suyo propio amenazaba con quebrar su auto-control. Tanta espera había rendido sus frutos. Ahora llevaba en su vientre al hijo que ella y Vladimir habían añorado tantos meses. Su esposo también lloraba pero debía mantenerse fuerte aunque sus emociones fueran tan fuertes que lo llevaran a aferrarse a su esposa como si ella se separaba unos pasos de él todo desaparecería, como si fuera un sueño.

#El nacimiento:
Un grito rompió el silencio en el ambiente, Vladimir dirigió su mirada hacia la habitación y sintió como el miedo amenazaba con tomar su corazón. Una capa de sudor cubrió su frente y un escalofrío recorrió su espalda. La probabilidad que su esposa viviera luego del parto eran simplemente nulas y que la niña viviera luego de su perdida casi inexistentes. No podía perderles. A ninguna de las dos. Sin pensarlo dos veces abrió las puertas de la habitación matrimonial al mismo tiempo que un último grito rebotó en las paredes para luego perderse en la nada. Hubiera jurado que su corazón se congeló y los segundos se hicieron infinitos, hasta que el grito perdido floreció nuevamente pero en un ser pequeño que yacía en los brazos de la partera. La sangre corrió fuerte por sus venas nuevamente y pudo moverse hasta alcanzar el borde de la gran cama, sintiendo que en cualquier momento caería. Un toque suave y ligero movió sus cabellos negros, giró su rostro y vio unos ojos azul medianoche que lo miraban con ternura, su amada Franshesca tenía la frente perlada por el sudor y sus mejillas un tanto pálidas por la sangre que había perdido, pero aún sonreía. Como llamados por una fuerza mayor ambos giraron sus mirados a la pequeña que gorgoreaba y se movía molesta en los brazos de la mujer. Vladimir tomó a su pequeña hija en sus brazos y se colocó de tal manera en la cama que él y su esposa podían ver sin problemas a su pequeña. Dichosos susurraron al viento los nombres de su hija. Vladimir sin miedo susurró "Marceline..." mientras que Franshesca casi por instinto susurró también "Amelie...".

# El crecimiento:
La niña corría sonriente por el salón mientras sus cabellos oscuros caían como una cascada por sus hombros hasta su cintura. Sin querer en sus carreras pasó a empujar una mesita y el florero cayó con un fuerte estrépito, haciéndose añicos. Asustada recogió los pedazos que pudo hasta que un punzante dolor la hizo soltar un pequeño gritito. Una roja y brillante gota de sangre corrió por su dedo hasta caer en el piso, su vestido antes blanco e inmaculado ahora estaba estropeado por unas manchas rojas; con tan solo 6 años era comprensible que fuera algo torpe con sus movimientos. Sin alarmarse demasiado terminó de recoger los pedazos del florero y tranquila, como si nada hubiera pasado, llegó hasta la cocina donde las sirvientas corrieron en su búsqueda para limpiar la herida. Marceline solo dejó que la curaran mirando cada paso hasta que sintió una mano cálida en su cuello, alzó su mirada y no pudo evitar sonreír al encontrarse con la mirada de su padre, la cual reflejaba su preocupación y a la vez el enojo. Marceline solo observó con detenimiento su rostro hasta que él rió, sin evitarlo rieron juntos mientras él la tomaba en sus brazos para llevarla a Fransheska quien al verla corrió hacia la pequeña preguntándole que sucedía. >Querida mía, vamos que debes tomar tus clases..< Dijo Fransheska luego de cambiarle el vestido y arreglarla nuevamente. Marceline obediente siguió a su madre tomada de su mano. Así pasaron los años hasta que la pequeña creció lentamente como un botón de una rosa, hasta que a los 13 años cuando ya leía y escribía a la perfección ocurrió lo que a todo miembro de la clase alta teme. Por un mal juego de apuestas perdió toda propiedad y dinero, dejándolos en la calle. Marceline quien poseía un temperamento calmo ni se inmutó al saber que su vida cambiaría, poseía una capacidad muy rápida de adaptación y nunca había sido muy apegada a los bienes materiales. Vladimir avergonzado calló rápidamente en el alcohol, tratando de ahogar todas las imágenes de su mente. Marceline y su madre trataban de mantener una pequeña casa que una de sus anteriores sirvientas le había cedido, cuando las semanas pasaron, vinieron los meses y al paso de los meses pasó el año. Fransheska trataba de conseguir un poco de dinero para seguir criando a su hija aún pequeña, pero la noticia de que su amado había muerto a manos de unos asaltantes cuando volvía a casa. Su madre no soportó. Marceline la trató de tranquilizar pero el corazón de su madre seguía latiendo demasiado rápido, hasta que llegó al punto de que no pudo más. Su madre murió en sus brazos, sin que ella pudiera hacer nada.

# La lucha:
Sola y sin saber que hacer, con solo 14 años, vagó por plazo de un año por la ciudad. Y solo los quince años asesinó a un hombre quien trató de violarla. Él la encontró en la calle y la llevó a un callejón oscuro donde rebeló sus intenciones, Marceline quien llevaba un oxidado cuchillo en sus ropas lo apuñaló varias veces sin saber que con solo una puñalada podía escapar de él. Ensangrentada comprendió cual era el sentir de los asesinos al matar a su primera victima, pero se asustó tanto con esa escena que se alejó lo más que pudo del cuerpo y del lugar. Luego de ello una dama de sociedad, dueña de una gran propiedad de plantación de fresas la encontró en un callejón solo protegida con un viejo y destrozado vestido. Su cuerpo reflejaba cuanto tiempo llevaba sin comer bien. Apiadándose de la criatura la llevó a sus plantaciones para que trabajara cosechándolas; Marceline quien no temía a pincharse comenzó a trabajar arduamente, ganándose su dinero. Lentamente aprendió que fresas eran las mejores, a que punto debían ser cosechadas, como debía ser trabajada la tierra, cuanta agua debía ser administrada a cada planta y esto solo dependiendo de que tipo de tierra poseía. La mujer viendo cuanto había progresado la llevó consigo a París donde debía comprar productos para mejorar su plantación, Marceline aceptó gustosa y viajaron a la gran ciudad. Allá, con el dinero que había juntado a lo largo de los años compró una pequeña casa para luego informarle su decisión a su ama. La mujer un tanto dolida por su perdida la dejó ir, deseándole que tuviera una buena vida.

# El presente: Ya sola en París con 20 años sabía exactamente que hacer. Encontró un pequeño trabajo de personal de limpieza en El teatro y se acostumbró al movimiento de la ciudad. Pero con sus experiencias muy pocas veces establece un contacto verbal muy largo con algunas personas. Se centra solo en su propio mundo, como un ser casi invisible ante los ojos de la sociedad, no solo por su clase sino por su manera de actuar. Aunque quizás el destino tenga alguna jugarreta más con su vida...