AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Haz del infierno el cielo. (Viktor Dracul)
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Haz del infierno el cielo. (Viktor Dracul)
“Contó con la suerte de nacer en el seno de una familia acaudala de Rumania, pero no todo lo que ellos apropiaban como costumbres les daba el derecho de vivir en el mundo. La maldad y la arrogancia de sus integrantes los llevaron casi a la extinción de su apellido, por una sola mano que les castigaría.”
El frío invierno de los Cárpatos hacia atesorar a los habitantes de la nueva Rumania un fuego acogedor o el techo elevado del hogar. Velkan había nacido en cuna de oro dentro de las familias más influyentes de Transilvania. Su vida no era difícil, todo se le daba a manos llenos en cuanto él lo pidiese - cualquier cosa – desde diminutos obsequios que sólo tenían valor para el entonces no asediado príncipe, era un pequeño voluntarioso, caprichoso niño de 4 años que tenía la capacidad de dominar a las masas tan sólo con su llanto.
La noche de su extinción, dónde sus ojos y fragilidad le salvaban la nana que le asistía era una mujer pequeña, menuda que se movía con mucha facilidad por los rincones del castillo de la familia. Su tarea consistía en proteger al pequeño de sí mismo, le cultivaba con lecturas, que aunque en aquella edad no entendiese mucho del significado de las palabras Velkan siempre se encontraba un paso delante de la mujer, bien dicen que la inteligencia del niño sobrepasaba lo normal para cualquier rumano y lo demostraba naturalmente. Las manitas de Velkan tocaban los juguetes que le servían como entretenimiento aquella noche fatua donde su destino nuevamente se escribiría en piedra y no podría cambiar.
En ese día el paseo por la tarde se había prolongado más del tiempo calculado por su institutriz, el sol en el horizonte ya se había ocultado tras las montañas para darle paso a las estrellas que cincelaban el cielo con su resplandor y la luna llena en lo alto se cubría apenas con un montón de nubes grises que relampagueaban anunciando un cambio de clima totalmente radical, tal cual era el de Rumania. Presurosa con el niño en brazos las jardineras del castillo se dividían al paso con pequeños caminos de piedra blanca muy fina y a lo lejos las antorchas reflejaban la luz dentro de la oscuridad que había dentro del lugar el cual que misteriosamente lucia desolado y poco acogedor. Dentro de él algunas antorchas reflejaban los pilares, paredes y escaleras con impresiones de manos y dedos cubiertos de sangre, con sobresalto de la mujer cubrió los ojos del niño en su regazo para evitar que viese la escena tan macabra y desalentadora para su familia.
Aquello parecía un campo de guerra; guardias, cocineros, sirvientes, todos y cada uno habían sido asesinados a sangre fría y cruelmente, los cuerpos sin cabeza o desmembrados adornaban los pasillos del castillo y en su explanada gritó horrorizada. Describió la imagen más perturbante tanto que le robó la razón y cayó al suelo con Velkan en brazos, se trataba de las cabezas empaladas de sus padres y toda la familia de la casa, incrustadas en filosos palos. El niño empujó su cabeza hacia las figuras que le parecieron familiares, las expresiones de sus rostros no podrán borrarse nunca de la memoria, vendrán entre sueños para recordar su pasado. Los ojos de Velkan se languidecieron en una figura gallarda que entre las sombras admiraba el teatro montado por la mujer, las falsas lágrimas, los falsos gritos y a un niño indefenso que sólo contemplaba sin entender la situación.
“Más ahora para todo visitante el valle triste es inquieto e inquietante. Nada allí se detiene un solo instante...nada salvo el aire que se cierne sobre la soledad mágica y perenne. ¡Ah, ningún viento agita los ramajes que palpitan como el glacial oleaje en torno a las Hébridas salvajes! ¡Ah, ningún viento empuja el furtivo manto de nubes que, sin respiro, surcan durante el día el cielo esquivo sobre las violetas allí esparcidas como ojos humanos de mil medidas...!” (E.A.P)
El viento congelado y sin destino alguno pegó con las mejillas del pequeño, sus manitas las arropo uniéndolas para frotarlas dubitativo, los ojos aún tenían la chispa de la inocencia. No cabía en la memoria, no cabía en los recuerdos pues se vivía en carne propia, la carne era testigo de una vida sin nada ¿Qué era lo que le deparaba?
Velkan Dracul- Realeza Rumana
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Fecha de inscripción : 25/07/2012
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Re: Haz del infierno el cielo. (Viktor Dracul)
La crueldad vista desde un punto de vista analítico donde el parámetro para definirlo depende de quien se cree con la capacidad de juzgar, aquel que ha tenido que imponer sus reglas por el bien propio o de la multitud, quien ha lavado sus manos por siglos sin conseguir limpiárselas pero que no es más que el precio por la libertad y el honor de un pueblo que lentamente se ha ido corrompiendo con ideas falsas de patriotismo, quienes vender su orgullo por un puñado de metal brillante, los que rién hipócritamente por ascender un peldaño a lo que llaman posisición social... Todos aquellos que han vendido su honor y que empeñan su dignidad por la frivolidad serán arrancadas como manzanas podridas por el único ser capaz de juzgar con autoridad y derecho. Y, ese ser... ¡SOY YO!
Habían pasado ya varios días desde que esa idea rondaba en la mente del hombre que noche a noche se sentaba en el frío despacho con hedor a humedad siendo iluminado por un delgada y casi extinta vela cuya flama palpitaba con cada corriente de aire que atentaba en contra de su permanencia. Sentando con la mirada puesta en el techo rocoso de ese palacio gris y vacío, con los dedos entrecruzados mientras extendía las extremidades superiores generando una tétrica sombra que se extendida por toda la habitación, la respiración tranquila y sus ojos vivaces y cristalinos que aparentaban ser tan oscuros como el cabello ondulado que apenas y rosaba su frente así era como Viktor meditaba sobre aquella familia que le fue presentada en una reunión real justamente en la casa de uno de esos importantes hombres de negocios que brindaban su potencial a la Rumania que él iba construyendo por lo que decidió acudir sólo como acto de presencia y es ahí donde los vio.
Había llegado a la luz de las estrellas pues la única condición era que la reunión fuera a horas donde el sol no existe poniendo como excusa sus contables compromisos como Rey de ese país y que por rumores entre los habitantes y personas importantes decían que Viktor jamás aparecía en ningún evento importante y por ende era un Rey que no le interesaba más que su propio bienestar, sin embargo era respetado; criticado y quizá hasta odiado por su forma tan fría y tan poco ocupante de su cargo pero no dejaba de ser el Rey y por ende todos, absolutamente todos se rendían a sus pies como aves de rapiña a la espera de algo fresco que devorar, eso era lo que detestaba por eso prefería ser ese ser frío, solitario y egoísta que ellos percibían en vez de ser el punto de atención cuyo único objetivo era acercársele para ascender. Y es ahí donde los vío, las primeras harpías al acecho que no hacían más que alabarlo y mostrarle sus caras hipócritas que intentaban engañarlo pero, ¿Quién sería capaz de hacerlo? Eran simples mortales con aires de grandeza y por lo que veía muy poco inteligentes aparentando serlo, seres que venderían cualquier cosa por un poco de poder y estabilidad pues le había comentado sobre un proyecto ambicioso y poco útil donde la hermana menor estaba siendo ofrecida como carne. Viktor no habría dudado en tomarla pero no bajo condiciones igual alguna esclava nunca estaba de más pero la manera de hablar y moverse lo mantenían asqueado que decidió retirase lo antes posible de aquel lugar.
Aquello tenía algunos días de haber sucedido y quizá debió tomarlo sin importancia pero las acciones no dejaban de cruzar por su mente cada vez que se despertaba, su hastío por ellos era mayor que el ignorarlos y dejarlos ser. Llamó a su fiel lacayo pidiéndole información sobre esa asquerosa familia recibiendo como resultado una larga lista de integrantes desde el más inútil de sus criados hasta la cabeza de familia... Todo, todo estaba siendo escuchando por los oídos del monarca que cruzado de brazos se reclinó sobre la silla pensando hasta que interrumpió al único ser con el que mantiene un contacto más que de Rey-Sirviente – Las manzanas podridas tienen que ser separadas antes de que pudran al resto, arrancar esos manzanos que seguramente darán como resultado más manzanas inservibles ¿No es así? – dijo con frialdad y severidad mirando inquisitivamente a su acompañante en el momento en el que sus codos se apoyaron en la mesa de roble y que a su vez soportaban la quijada del hombre haciendo que su rostro se notara perturbado y oscurecido, el rostro de un demonio que ha tomado ya una decisión – Si mi señor así lo desea entonces todos los manzanos serán quemados y la huerta quedara limpia como ha debido ser - Viktor sólo lo observo y no pudo evitar sonreírle en complicidad. – Eso es lo que querían oír – dijo refiriéndose a sí mismo por lo que se levantó y salió del palacio observando el cielo totalmente negro – Que mejor noche que en la ausencia de la Luna... Sin testigos, sin sobrevivientes. – Culmino saliendo de prisa de ahí.
Tal y como lo había esperado, esa gente repugnante no era tan distinta y su decisión se reafirmaba con solo oírles hablar entre ellos, esperaban que los más jóvenes crecieran para arreglarles en matrimonio y el linaje tuviera mucho más valor en percepción a ellos, ideas claramente egoístas donde sus pequeñas cabezas se reducían a trivialidades y claro, Viktor también era banal pero aquello si era nauseabundo así que, un aire gélido y perturbador ingresó por la puerta principal de la mansión que tuvo como consecuencia la oscuridad total del salón principal donde los murmullos y gritos a los criados no se hacía esperar. El vampiro de pie con la mirada esmeralda, casi escarlata; depositada en el engendro más cercano que era una mujer joven y bella a quien jaló de la nuca y abrazó estrechándola entre sus brazos de manera violenta que sólo pudo oírse su voz extinguirse cuando la bestia inmortal clavo sus largos colmillos sobre el cuello que inmediatamente se rompió y de donde sorbió por más de una vez ese líquido vital que iba derramándose manchando no solo los holanes del vestido sino la boca del ahora ejecutor quien escuchó y sintió la incertidumbre de todos cuando la joven mujer gimió en un alarido avasallador, de ahí fueron siguiendo uno a uno y la perturbación era tanta que las suplicas del perdón y el terror en sus miradas en vez de frenar al inquisidor no hicieron más que aumentar su brutalidad saciándose de todos y de todas.
Mientras tanto, su fiel vasallo iba arrancándoles la cabeza uno a uno haciendo con ellos una especie de ritual al tiempo en el que Viktor iba terminando de devorar lo único servible en ellos: su sangre... Parecía no escuchar ni ver absolutamente nada sólo ese deseo animal que alimenta su cuerpo pálido y que ahora lo hacía verse más “normal” al ir adquiriendo un poco más de color resaltando en su rostro deformado esos labios carnosos tan carmines que todo podía perderse en ellos al verlos mientras que tímidamente se mostraban los largos colmillos blancos que decían no tener piedad al engullir con fuerza. Ya los había contado uno a uno y las cuentas eran imprecisas – Faltan – acotó cuando por fin se levantó y salió hasta la puerta cuando... ahí estaban, los alcanzó a oler – Ustedes... – Sentenció cuando dio un paso hacia adelante apuntándoles con el dedo, saciándose de esa mirada horrorizada.
Había llegado a la luz de las estrellas pues la única condición era que la reunión fuera a horas donde el sol no existe poniendo como excusa sus contables compromisos como Rey de ese país y que por rumores entre los habitantes y personas importantes decían que Viktor jamás aparecía en ningún evento importante y por ende era un Rey que no le interesaba más que su propio bienestar, sin embargo era respetado; criticado y quizá hasta odiado por su forma tan fría y tan poco ocupante de su cargo pero no dejaba de ser el Rey y por ende todos, absolutamente todos se rendían a sus pies como aves de rapiña a la espera de algo fresco que devorar, eso era lo que detestaba por eso prefería ser ese ser frío, solitario y egoísta que ellos percibían en vez de ser el punto de atención cuyo único objetivo era acercársele para ascender. Y es ahí donde los vío, las primeras harpías al acecho que no hacían más que alabarlo y mostrarle sus caras hipócritas que intentaban engañarlo pero, ¿Quién sería capaz de hacerlo? Eran simples mortales con aires de grandeza y por lo que veía muy poco inteligentes aparentando serlo, seres que venderían cualquier cosa por un poco de poder y estabilidad pues le había comentado sobre un proyecto ambicioso y poco útil donde la hermana menor estaba siendo ofrecida como carne. Viktor no habría dudado en tomarla pero no bajo condiciones igual alguna esclava nunca estaba de más pero la manera de hablar y moverse lo mantenían asqueado que decidió retirase lo antes posible de aquel lugar.
Aquello tenía algunos días de haber sucedido y quizá debió tomarlo sin importancia pero las acciones no dejaban de cruzar por su mente cada vez que se despertaba, su hastío por ellos era mayor que el ignorarlos y dejarlos ser. Llamó a su fiel lacayo pidiéndole información sobre esa asquerosa familia recibiendo como resultado una larga lista de integrantes desde el más inútil de sus criados hasta la cabeza de familia... Todo, todo estaba siendo escuchando por los oídos del monarca que cruzado de brazos se reclinó sobre la silla pensando hasta que interrumpió al único ser con el que mantiene un contacto más que de Rey-Sirviente – Las manzanas podridas tienen que ser separadas antes de que pudran al resto, arrancar esos manzanos que seguramente darán como resultado más manzanas inservibles ¿No es así? – dijo con frialdad y severidad mirando inquisitivamente a su acompañante en el momento en el que sus codos se apoyaron en la mesa de roble y que a su vez soportaban la quijada del hombre haciendo que su rostro se notara perturbado y oscurecido, el rostro de un demonio que ha tomado ya una decisión – Si mi señor así lo desea entonces todos los manzanos serán quemados y la huerta quedara limpia como ha debido ser - Viktor sólo lo observo y no pudo evitar sonreírle en complicidad. – Eso es lo que querían oír – dijo refiriéndose a sí mismo por lo que se levantó y salió del palacio observando el cielo totalmente negro – Que mejor noche que en la ausencia de la Luna... Sin testigos, sin sobrevivientes. – Culmino saliendo de prisa de ahí.
Tal y como lo había esperado, esa gente repugnante no era tan distinta y su decisión se reafirmaba con solo oírles hablar entre ellos, esperaban que los más jóvenes crecieran para arreglarles en matrimonio y el linaje tuviera mucho más valor en percepción a ellos, ideas claramente egoístas donde sus pequeñas cabezas se reducían a trivialidades y claro, Viktor también era banal pero aquello si era nauseabundo así que, un aire gélido y perturbador ingresó por la puerta principal de la mansión que tuvo como consecuencia la oscuridad total del salón principal donde los murmullos y gritos a los criados no se hacía esperar. El vampiro de pie con la mirada esmeralda, casi escarlata; depositada en el engendro más cercano que era una mujer joven y bella a quien jaló de la nuca y abrazó estrechándola entre sus brazos de manera violenta que sólo pudo oírse su voz extinguirse cuando la bestia inmortal clavo sus largos colmillos sobre el cuello que inmediatamente se rompió y de donde sorbió por más de una vez ese líquido vital que iba derramándose manchando no solo los holanes del vestido sino la boca del ahora ejecutor quien escuchó y sintió la incertidumbre de todos cuando la joven mujer gimió en un alarido avasallador, de ahí fueron siguiendo uno a uno y la perturbación era tanta que las suplicas del perdón y el terror en sus miradas en vez de frenar al inquisidor no hicieron más que aumentar su brutalidad saciándose de todos y de todas.
Mientras tanto, su fiel vasallo iba arrancándoles la cabeza uno a uno haciendo con ellos una especie de ritual al tiempo en el que Viktor iba terminando de devorar lo único servible en ellos: su sangre... Parecía no escuchar ni ver absolutamente nada sólo ese deseo animal que alimenta su cuerpo pálido y que ahora lo hacía verse más “normal” al ir adquiriendo un poco más de color resaltando en su rostro deformado esos labios carnosos tan carmines que todo podía perderse en ellos al verlos mientras que tímidamente se mostraban los largos colmillos blancos que decían no tener piedad al engullir con fuerza. Ya los había contado uno a uno y las cuentas eran imprecisas – Faltan – acotó cuando por fin se levantó y salió hasta la puerta cuando... ahí estaban, los alcanzó a oler – Ustedes... – Sentenció cuando dio un paso hacia adelante apuntándoles con el dedo, saciándose de esa mirada horrorizada.
¿A tiempo estarán los que no han sido tocados por la maldad? Irónico suena que lo diga...
Béla Bucur- Vampiro/Realeza
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