No puedo mantenerme en pie mientras me tiemblen las rodillas [Laurent]

Se siente como una bailarina profesional pese a que nunca ha tomado una clase de ballet en su vida. Camina en puntas de pie por la orilla de la cama mientras lo mira desde arriba, con la sonrisa aún más amplia que de costumbre y el pelo cayendo tras ella luciendo como un accesorio para toda esa danza improvisada. Tropieza en la esquina pero alcanza a afirmarse antes de caer, ríe como la niña que es a veces y da una vuelta en el dosel antes de retomar su recorrido hacia el otro extremo. Sigue tan desnuda como hace al menos media hora, el tono rosa de sus mejillas ha desaparecido y ahora todo lo que puede verse es su piel pálida apenas iluminada por las escasas velas que siguen prendidas. Quiere que duerma ahí, quiere llenarlo de preguntas, quiere entender la falta de respuestas, quiere… — ¡estás despertando dormilón! — vuelve a reír culpable de sus actos, es ella quien a punta de risas y el crujir de la cama logra que abra los ojos bastante somnoliento.

Cae de rodillas y gatea hasta él, lo hace por sobre su cuerpo y no disimula su agrado cuando le deja un beso en el pecho desnudo, realmente disfruta de lo que ve. — Pensé que tendría que lanzarte agua fría o algo así, — le saca la lengua mirándolo a los ojos, podría disminuir la distancia entre sus labios en apenas un par de segundos pero se detiene, algo le dice que es mejor no seguir actuando como si todo fuera normal. Pero ese suele ser su error con todos los clientes, casi todos se corrige, siempre los mira, los acaricia, los besa, como si cada uno de ellos fuera su amante y no alguien que paga por los minutos que pasa a su lado. Se siente feliz con esos susurros ahogados que le dicen que es hermosa, con las miradas llenas de lujuria cuando se desnuda y tal como ahora, dedica cada instante a complacerlos. — ¿Sigues cansado? — su voz baja un poco y el susurro se escucha más cerca del oído del hombre bajo ella.

Simona prefiere no tener dobles lecturas de sus propias acciones y mucho menos de las de sus clientes, para ella todas esas promesas hechas al interior de la cama se quedan ahí, flotando luego en el aire cuando abre la puerta y ellos salen, se deshacen tal como las sábanas que caen al suelo y son reemplazadas. Le besa la barbilla y Laurent se siente aún más delicioso que antes, no es la primera noche que comparten y ella se descubre deseando secretamente que no sea la última, le gustaría acurrucarse a su lado pero no le pagan para eso. Está cometiendo errores, puede notarlo aún siendo tan inexperta como lo es, quiere retroceder en el camino y escribir la historia de nuevo. Su cabeza se desvía a besar el hueco en su cuello para que no pueda leer todo lo que pasa por sus ojos. El terreno se vuelve aún más peligroso, — Laurent… — arrastra su nombre sobre sus labios, — ¿prefieres que te despierte de otro modo? — la broma no suena como tal, la expectación crece y ella se ve mirándolo directo al rostro y esperando que él decida que camino seguirá.

Quizás creyó escuchar mal o tal vez todo aquello no es más que una broma que no le parece de muy buen gusto. Simona se toma su tiempo para responder, la confusión comienza a crecer y llena su pequeña cabeza que no está acostumbrada a tener que lidiar con este tipo de cosas. Las palabras de Laurent se repiten varias veces en su mente mientras ella intenta encontrarles el real significado, por primera vez no se atreve a preguntar por miedo a quedar en ridículo, pero casi puede creer que él le ha dicho que tiene la intención de pasar el resto del día y un poco más, juntos. ¿Qué puede hacer? ¿Puede realmente confiar? Se debate hasta tal punto que olvida por completo ese camino de besos que estaba realizando, incluso no siente las caricias que el hombre realiza en su cadera y que en otro momento habrían causado risas en ella. Simona está claramente desconcentrada y lo peor de todo, es que está también sorprendida y quizás asustada. Nunca antes había escuchado una petición así y no es como si no hubiese oído peticiones extrañas, que en ese trabajo todo puede pasar como ha comprobado tantas noches. El suspiro que se escapa de sus labios es involuntario, no es fácil tomar una decisión, mucho menos cuando sientes que no tienes toda la información necesaria.

— ¿Algo especial? — tanto esperar y lo único que dice la hace lucir como una idiota mayor de lo que es. Siente como si debiera seguir actuando como la cortesana que lo atiende, pero aquello sería un error tan grande que lo aleja rápidamente y decide que es mucho mejor terminar con todo lo más rápido posible, tal como cuando se enterraba alguna espina en el campo y lo mejor era sacarla de una vez a seguir quejándose por el dolor. — ¿Quieres que salgamos de acá los dos solos y hagamos algo? ¿O te refieres a hacer algo especial dentro de la habitación? — porque esa última idea a sus ojos se ve más segura y también más probable, no es como si no le pareciera atractivo el salir junto a él y por un día vivir como si todo fuera distinto, pero la verdad es que le parecía como poco extraño que le propusiera algo así, después de todo él llegó a ella como cliente y Simona sabe que realizar alguna actividad fuera de esas paredes significaría atravesar esa líneas que nunca ha cruzado. — Me has pagado para que estemos acá, en esta cama, pero si quieres repetir lo que solemos hacer en otro lugar no tengo problema… —

Y no es como si fuera a reconocer abiertamente que el sexo con Laurent es quizás distinto, que el sólo imaginarse que podrían hacerlo tal vez al aire libre la excita y enciende en ella sectores de su cuerpo que muchos de sus clientes ni siquiera conocen. Se deja caer sobre él y ahora en vez de besarlo para intentar provocarlo sólo se acurruca entre sus brazos porque le parece que estar ahí es todo cuanto podría desear, es simplemente perfecto y a la vez tan peligroso que teme que saldrá llena de heridas por estar tan cerca del fuego. — Pero si te refieres a lo que creo que te refieres quiero saber que estás seguro de lo que acabas de preguntar… porque si damos un paso adelante no habrá vuelta atrás, porque significaría tener que renunciar a los clientes de esta noche y explicar por qué me fui contigo en vez de quedarme a atenderlos… — aunque su voz no se eleva, siente como su propio aliento choca con la piel del cuello donde ha escondido su rostro. Si antes creyó que era sólo confusión lo que comenzaba a aparecer ahora está segura que hay algo más, que recién está observando la superficie de un asunto que podría transformarse en algo más profundo o que quizás ya lo es pero que no quiere ver aunque esté frente a sus ojos.